El infierno de Doña Florentina (2)

La perfida asistenta sigue ensañandose con crueldad con la pobre Doña Florentina.

El infierno de Doña Florentina (2)

El palacete de los Marqueses de Obregón está dotado de una fabulosa piscina finlandesa de formas asimétricamente ovaladas que Don Ramón, muy aficionado a la natación y al baño, hizo construir  en la parte trasera del grandioso jardín.

-          ¿Le gusta?. ¿Le gusta tomarse un baño o nadar y luego tostarse al sol?.

-          ¡Por supuesto que sí!. ¡Señor!. ¡Meee encantaaaa!. Dijo animada la bella joven.

-          Use la piscina cuando guste. ¡Señorita Lina!.

-          ¡Ooooooh my god!. ¡Es súper súper i-de-aaalll!. ¡O sea, es total!. Dijo ella lanzándole un insinuante besito con boquita de piñón y soplando luego en su atractiva palma de la mano, gesto que enloqueció de mala manera al señor Marqués de Obregón.

Termine de arreglar a Doña Florentina y la baje al comedor. Me quede en aquellos instantes helada. Don Ramón agarraba la suave mano de Lina y la acariciaba y besaba babeando como un viejo verde.

-          ¡Ah!. ¡Remedios!.Dijo el marques cuando se percato de mi presencia en la estancia. ¡He contratado un taxi para que os traslade a la iglesia!. ¡Necesito a Mamadou para mi servicio!.

Encima seré yo solita la que cargué con todo el peso de la silla y el de Doña Florentina. Pensé por mi misma. Aun que luego me arrepentí por la pobre anciana que no tenía culpa alguna.

Lina apareció elegantemente ataviada con un espectacular vestido negro de falda de tubo extremadamente ceñido a su sutil cuerpo, realzando todos sus divinos encantos y calzando a juego unos altos stilettos de tacón aguja y pronunciada puntera con unas cadenitas doradas adornando la parte trasera del talón de los estilosos zapatos.

Como de costumbre, la joven se había maquillado esplendorosamente, acentuando así su refinada y exótica belleza.

La atractiva y presuntuosa chica taconeó garbosa hasta el vehículo donde mi esposo aguardaba firme al pie de la puerta del lujoso Mercedes del marqués para conducirlos al centro comercial. Yo empuje la silla de la señora hasta el taxi que nos esperaba  en la entrada del chalet.

Doña Florentina se mostró en todo momento triste y afligida. Durante la celebración de la misa pude oír como exhalaba unos apenados lamentos y unas lágrimas resbalaban por sus mejillas, quizás los recuerdos, o quizás la inexplicable ausencia de Don Ramón en un día especialmente señalado para el matrimonio.

Regresemos a la mansión inmediatamente después de la misa. Traté de animar y consolar a la señora tanto como pude. Desafortunadamente intenté que comiera alguna cosa, pero su voluntad y autoestima estaban tan bajas después de aquel duro revés de su esposo que fue del todo imposible convencerla.

Era ya bastante tarde cuando con una alegría desbordante, Don Ramón acompañado de la joven y descarada asistenta llegaron a la mansión.

Doña Florentina hacia ya unas horas que se había acostado, yo aguardaba silenciosa a su lado para hacerle algo de compañía en aquel, para ella, funesto día de aniversario de bodas.

-          ¡Don Ramón!….. Hable al señor nada más entrar en el chalet. Doña Florentina esta muy llorosa y compungida. Quizás pueda usted levantarle algo los ánimos. Le dije casi implorándoselo.

-          ¡Oooooh!. ¡Cuánto lo sientooooo!. Contesto el marqués con rintintin. ¡Quizás mañana!.

Lina llevaba en sus manos unas bolsas repletas de elegantes prendas de vestir de las más caras y lujosas boutiques de la ciudad.

-          ¡Gracias!. ¡Señorita Lina!. Gracias por este maravilloso día. Dijo Don Ramón a la apuesta muchacha besándole cortésmente la mano antes de que esta se retirará a su habitación. Por supuesto que ni tan siquiera curiosear por Doña Florentina.

-          ¡Estoy fatigada!. Y mis pies exhaustos de tanto ir de aquí para allá. Los tengo hirviendo, creo que voy a tomar una buena ducha. Hablo Lina con su dulce y melosa  voz de boquita de piñón.

-          ¡Muuuuaaauuuu!!!!!. Un sonoro beso partió de sus sensuales labios y  taconeando subió por la ancha escalinata de mármol que conduce al piso superior del palacete.

-          ¡Señorita!. Exclamo Don Ramón. ¿Le apetece unos masajes en los pies?.

-          ¡Jajajajajajajajaja!!!. Sonrió ella. ¡Megaguay!!!!. Añadió con frivolidad.

-          ¡Remedios!. ¡Suba a la habitación de la Señorita González una botella de fresco Moët y dos copas!. Dispuso fogoso el marqués apresurando tras la joven asistenta.

-          ¡Pum!. ¡Pum!. Llamé a la puerta de la estancia portando en mis manos una bandeja con la botella de champagne metida en una cubitera y dos largas copas de fino cristal.

-          ¡Adelante!. Ordeno Don Ramón.

Lina yacía recostada en un diván, mientras el señor inclinado ante ella le masajeaba los pies con las manos.

-          ¡Por favor!. ¡Remedios!. ¡Descorche la botella!.

Don Ramón lleno una copa y la acerco caballerosamente a la maliciosa chica que se lo agradeció con una de sus graciosas e insinuantes sonrisitas. Luego, situó la bandeja en el suelo justo debajo de los hermosos y sugerentes pies de Lina y agarrando la botella los refresco con el burbujeante y dorado liquido.

-          ¡Uauuuu!. ¡Oh my God, es que o sea, vaya loser!. ¡Es súper, súper agradable!. Expreso dulce y picara la sensual joven. ¡Jajajajajajajajajajajajajajaja!!!!.

-          ¿Le gusta señorita?. ¿Le gusta que le refresque sus maravillosos pececitos con Moët Chandon?.

-          ¡Excelente!. ¡Uauauaua!. ¡Es súper, súper Divinoooo!!!!. Clamaba ella con alegre regocijo.

Preso de una agitada pasión, el marqués cogió uno de los altísimos stilettos que la bella Lina había calzado durante todo el día y lleno el hueco de cava brindando entusiasmado por la hermosa joven.

-          ¡Por su belleza y simpatía!. Dijo Don Ramón alzando el zapato como si de una copa se tratará e ingiriendo emocionado el caro champangne de su interior, lamiendo y chupando el fino tacón dedicándose luego a pasar la lengua por el interior del zapato y abrillantando con sus babas el negro cuero del stiletto.

Quede estupefacta con aquella vergonzosa e indecorosa actitud de Don Ramos.

-          ¡Jajajajajajaja!. ¡Jijijijijiji!. Con semblante jovial y divertido Lina contemplaba admirada y fascinada como el marqués sucumbía a sus poderosos encantos mientras Ella sorbía con natural elegancia de su larga copa.

Salí presta de la habitación de aquella infame ramera. ¡Como podía Don Ramón realizar semejantes guarradas!. Me preguntaba una y otra vez sin hallar respuesta alguna.

Antes de acostarme pase por la estancia de Doña Florentina para tranquilizarla y suministrarle un somnífero.

-          ¡Es inexplicable la conducta de Don Ramón!. Dije cabreada a mi marido ya los dos en nuestra cama.

-          ¡No llego a comprender este cambió tan radical de su conducta!. Añadí.

-          ¡No te empecines tanto en ello!. ¡Remedios!. El señor lleva muchos años soportando o padeciendo la enfermedad de su esposa y supongo que necesita evadirse y Lina es la chica ideal para ello. Alegre, simpática, hermosa, divertida……….

-          ¡Peroooo!. ¡Mamadou!. ¡Como se te ocurre justificar una conducta tan exacerbadle como esta!. ¡Don Ramón es un hipócrita!. ¡Un perturbado, un guarro y un viejo verde!. Contesté encolerizada.

-          ¡Y ella!...... ¡Una zorra!. ¡Esto es lo que es!. ¡Una engreída zorra putona destroza vidas!. Recalque.

Mi marido callo. Callo silenciando su opinión, seguramente en su mente anidaba también la sombría pasión y deseo que Lina levantaba en él.


El señor, posiblemente algo contrariado o apenado por su injustificable proceder con su sufrida esposa, y más aun por su incomprensible olvido y plante en un día tan señalado para ella como el aniversario de bodas, acudió a la estancia de Doña Florentina para aliviarla, aun que fuera fingiendo su arrepentimiento.

-          ¡Por favor!. ¡Florentina!. ¡Te ruego me perdones!. ¡No volverá a suceder!. Doña Florentina sonrió aliviada. Don Ramón. El católico Don Ramón alcanzo el rosario y se puso a rogar junto a su esposa.

Los siguientes días transcurrieron con aparente normalidad. El señor se levantaba temprano y como de costumbre le servía su desayuno antes de partir a la oficina. El marqués parecía querer evitar la presencia de la joven e insolente asistenta. Creí que se sentía avergonzado o quizás perturbado por no haber sabido controlar sus mezquinos impulsos.

Lina actuaba también con total naturalidad,  volvió a su habitual trabajo de acompañar y asistir a la señora como si nada hubiera ocurrido. Aunque Doña Florentina, sin poder comunicar palabra, revelaba en su desmejorado rostro una clara expresión de sufrimiento y dolor por el trato recibido por su cuidadora. Pero creo yo, más por la humillación recibida de su estimado marido. Aunque ahora, la señora, con su bondad cristiana lo había ya perdonado.

¿Dije antes aparente normalidad?. Creía yo que aquel desgraciado hecho quedaba en la más absoluta postergación.  Muy pronto constate lo equivocada que estaba en ello.

-          ¡Tiaaaa!. ¡Que súper horrible olor desprendes!. ¡Vieja nauseabunda!!!!. ¡Que asco me das!!!!! Oí de nuevo a Lina ensañarse con la enferma anciana.

-          ¿Has visto el anillo que me regalo tu estimado marido en el día de mi cumpleañoooos?. ¡Hermoso!!!!. ¿Nooo?. ¡Jajajajajajaja!. ¡Bésalo!. ¡Bésalo vieja repelente!. ¡Así!. ¡Así!. ¡Jajajajajajaja!!!. ¡Mas!. ¡Bésalo mas!!!!. ¡Basura infrahumana!.

-          ¡Mientras te podrías en tu silla de ruedas, tu esposo me agasajaba con regalos  y atenciones!. ¡Jajajajajajajajajajajajaja!!. ¡Jajajajajajajajajaja!!!. Lina reía alocada. ¿Has visto como me come con la mirada?.¡Estoy segura que le pongo la polla súper tiesa y se mata a pajas a mi salud!. ¡Jajajajajajajajaja!. ¡Jajajajajajajajajaja!!!.

-          ¡Tu fastidiosa visión me da nauseas!. ¡Minusválida repugnante!!!!!. Jajajajajajajaja!!!. ¡Los nazis te habrían gaseado!.¡Por repelente, estéril y paralítica!. ¡Jajajajajajajaja!!!. ¡Jajajajajajajajajajajaja!!!. ¿No te parece que te habrían hecho….. uuuun….. gran favoooor?. Decía con rintintin la malvada chica. ¡A ti, y a la sociedad que debe soportarte y mantenerte!. ¡Inútil vejestorio!. ¡Jajajajajajaja!!!.

-          ¡Eres una vergüenza para la raza!!. ¡Jajajajajajajaja!!!!. ¡Oooooooh!!!!. ¿Yaaaa vuelve a llorar la vieja inmundaaaaa?. ¡Jajajajajajajajajajaja!. ¡Quejilla de mieeerda!. Decía la cruel Lina jactándose en tono de burla y riendo diabólicamente.

No me atreví a intervenir, tuve miedo. Miedo de Lina y de su influencia con el marqués. Más tarde pude comprobar lo sádica que es esta pretenciosa sinvergüenza. En los brazos de Doña Florentina se apreciaban claramente unos pequeños quemazones causados, sin duda, por la punta de una cigarrita que la malvada joven aplico sin piedad en la piel de la indefensa anciana.

Aquello me hizo revelar y armándome de valor fui a ver al marqués………….

-          ¡Es mala!. ¡Don Ramón! ¡Lina es mala!. Hable claramente al señor.

-          El otro día y por casualidad, oí tras la puerta de su habitación como esta perversa zorrita insultaba y vejaba a la pobre señora.

-          ¡Vamos!. ¡Remedios!. ¡No exageré!.¡Por Dioooos!. ¿Ahora se dedica usted a husmear tras las puertas?. Don Ramón se negaba rotundamente a aceptar cualquier crítica, por justa que fuera, a la pérfida asistenta que lo tenía vilmente cautivado con sus encantos y coquetas insinuaciones, y es que a decir verdad todo en ella emanaba sensualidad y erotismo a doquier.

-          ¡Creedme!. ¡Don Ramón!. ¡La señora tiene los brazos repletos de quemazones!!.

-          ¡Déjese de perjuicios!. ¡Remedios!. ¡Ya le advertí que no quería mas problemas!. ¡Entiende!!!!!. Añadió enojado y encolerizado Don Ramón.

-          ¿Quien no me asegura que ha sido usted misma la que ha quemado los brazos a la señora para culpar sin motivos a la inocente chica?. ¡Ande!. ¡Desaparezca de mi vista!. Grito enfurecido. ¡Y si sigue por este camino causando problemas tendré que despedirla!. Me replico chillando fuera de sus casillas.

Marche de nuevo llorando. Como podía pensar Don Ramón semejante barbaridad de mi, después de los años que llevo trabajando a su servició y lo mucho que quiero a Doña Florentina.


No tardo la descarada y petulante chica en concretar la invitación de Don Ramón acudiendo a diario a bañarse en la inmensa piscina y poner luego su soberbio y admirable cuerpo a tostarse al sol.

Una tarde de aquel caluroso verano, Lina conducía a Doña Florentina sentada en su silla de ruedas por los jardines que rodean la piscina.

La esbelta y ambiciosa chica iba ataviada con tan solo un vaporoso pareo, transparentando debajo de él sus firmes y esplendidos pechos, y cubriendo su sexo con un mas que diminuto tanga de cuero dorado.

Lina taconeaba gallarda con sus mules de altísimo tacón aguja alzadas sobre una pequeña plataforma de cinco centímetros por quince de tacón, acentuando divinamente sus bronceados empeines sobresaliendo en ellos unas sugerentes venitas que daban al pie una percepción increíblemente sugestiva y adorable.

Unas finitas bandas oblicuas de cuero dorado a juego con el tanguita y adornadas con unos pequeños brillantes sujetaban las mules a los encantadores y tórridos pies de la joven, asomando de ellas sus cuidadas uñas carmesí.

Como de costumbre la escultural Lina coloco la silla de ruedas cerca del diván donde se tumbaba a broncearse después de bracear unas cuantas piscinas.

A pesar del intenso y sofocante calor de aquella tarde, Lina dejo a la anciana expuesta a pleno sol y sin protección alguna.

En una cercana mesa reposaba una fresca jarra de agua con un vaso para la señora. Ella, la asistenta, tomaba un refrescante granizado de cóctel de frutas naturales y licor.

Desde una ventana observe como la marquesa empezaba a incomodarse y a dar señales de malestar.

A pesar de la distancia pude percibir como su garganta se esforzaba en emitir sonidos para llamar la atención de su cuidadora, que indiferente a las necesidades de la señora, se tostaba placidamente recostada en la tumbona con los pechos al aire y cubriendo sus felinos ojos negros con unas oscuras gafas de sol, haciendo caso omiso de los tenues murmullos que emitía Doña Florentina.

-          ¿Que pasaaaa?. ¿Viejaaaaa?. ¡Eres un coñazo de impertinente!. ¿Sabeeeeees?. ¡Me estas rayando ya, tiaaaa!!!!! Vocifero enérgicamente furiosa la asistenta.  ¿Tienes seeeed?. Por fin Lina se percató, aunque remolona y mofándose con una malévola sonrisa en sus perfilados labios granas del padecimiento de la señora.

Doña Florentina estiraba débilmente su entumecido brazo para alcanzar, si era posible, el vaso que Lina lleno y que vilmente lo acercaba a ella  retirándolo de nuevo cuando parecía que la señora podía alcanzarlo.

-          ¡Jajajajajajajaja!!!!. ¡Jajajajajajaja!!!. Reía divertida y bribona la joven. ¡Un poco mas!. ¡Un poco mas y lo alcanzas!. ¡Venga vieja!. ¡Jajajajajajajaja!!!.Un poquitoooo massssss. Decía Lina con boquita de piñón burlándose del enorme esfuerzo que hacia la pobre señora.

-          ¡Te voy a ayudar!...... ¡Lisiada inepta!!!!. ¡Jajajajajajaja!. ¡No sirves para nada!. Lina arqueo los deditos de sus lindos pies y calzo las impresionantes mules que reposaban en el suelo. Levantándose de la tumbona agarro el vaso y lo acerco a la boca de Doña Florentina.

-          ¡Anda bebe!. ¡Vieja!!!!. La señora aproximo sus resecos labios hacia el cristal, momento en que con una crueldad increíble, Lina vació lentamente la refrescante agua encima de su tostada piel.

-          ¡Ooooooooh my God!!!!!. Exclamo la chica carialegre con una ancha y maliciosa sonrisa. ¡Aissss, joooooo……, mejor asííííí!. ¡O sea……, es total……, con el calor que hace me refresco! ¿Verdad?. ¡Jajajajajajajajajaja!!!. ¡Que le vamos hacer!. Exclamo en tono sarcástico encogiéndose de hombros y con cara remolona.

-          ¡Tenía muchaaaa, muchaaaa caloooor!!!!. Añadió burlona la descarada y astuta joven en tono calentorro magreandose obscenamente los pezones entre sus anillados deditos de largas uñas granas y relamiéndose obscenamente los labios ante la escandalizada marquesa.

-          ¡Uaauuuu!. ¡Que hiper fresquito esta mi cóctel!. ¡Divinooo!!. Dijo Lina saboreando su refresco lentamente y mirando sonriente a la pobre anciana que ansiaba y suplicaba con su triste mirada un poco de agua.

-          ¿Lo intentamos de nuevooooo?. Pregunto Lina guasona, llenando seguidamente el vaso desde una cierta altura para que el sonido del líquido al caer acrecentará aun más la terrible sensación de sed y sequedad de boca de la sufrida señora.

-          Vamos a veeeeer…… si ahora aciertas en beber. ¡Eh!!!!!!.¡Inútilllll!!!!!!. Dijo la chica aproximando otra vez el vaso a la marquesa. Doña Florentina hizo de nuevo el gesto de acercar la boca al vaso.

-          ¡NOooooo!!!!!!. Dijo Lina con rotundidad y riendo malvadamente retiro el vaso del alcance de la señora dejándolo otra vez encima de la mesa.

-          ¡Quiero ver como suplicas!. ¡Demuéstrame tus buenos modales!.¡Vejestorio de mierda! ¡Jajajajajajajaa!. ¡Jajajajajajajaja!. Doña Florentina que apenas si podía emitir un leve sonido con su garganta, forzaba inútilmente sus cuerdas vocales para implorar a su perversa cuidadora tan solo un poquito de agua con la que pudiera refrescar algo su paladar y saciar la sed.

-          ¿Es que no sabes hablar?. ¡Estúpida!!!!!. Grito Lina enérgicamente airada, recreándose en el dolor ajeno y sabiendo de sobras las dificultades de expresión que aquejaban a la enferma anciana que arrancó de golpe a llorar amargamente.

-          ¡Jajajajajajajajaja!. ¡Como no suplicas como es debido…… te quedas sin beber!. ¡Inepta!!!!!!. Lina se recostó de nuevo en su tumbona, la Señora intentaba por todos los medios posibles e imposibles alcanzar el agua.

Haciendo un esfuerzo descomunal, Doña Florentina logro levantarse algo de su silla de ruedas, estirando uno de sus brazos tanto como sus débiles fuerzas se lo permitían para alcanzar el vaso que apenas le quedaba a unos centímetros de sus dedos. Pero la flaqueza de su débil musculatura hizo que se desplomara y se diera un tremendo testarazo, empujando con ella la mesa. El vaso y la jarra de agua se hicieron migajas al estrellarse contra el suelo escampando todo el líquido por el piso.

-          ¡Jajajajajajajajaja!. Jajajajajajajajaja!.  La reacción de Lina fue la de carcajearse divertida ante el brutal impacto que la señora dio en el duro pavimento de cemento.

-          ¡Pero que haces!. ¡Subnormal!!!!!. Grito luego mirando con orgullo y arrogancia a la anciana mujer que yacía tendida y sin poder levantarse.

-          ¡Levanta!. ¡Imbécil!. ¡Levanta!!!!!. Chillaba Lina furiosa reflejando altivez y desprecio en su linda cara mientras pataleaba con saña las costillas a la pobre señora y clavaba en sus carnes los finos tacos aguja de sus  soberbias mules.

-          ¡Buenoooo!. Comento con sarcasmo reposando las manos en su fina cintura. ¡Mejor!. ¡Ahora que estas en el suelo…….!. Hizo un breve silencio. ¡Chupa con tu asquerosa boca el agua que has tirado!.¡Cerda paralítica! ¡Jajajajajajajaja!. Lina reposó la suela de su sandalia encima de la nuca de la señora apretando la cabeza contra el duro piso.

-          ¡Vamos!. ¡Vieja!. ¡Vamos!. ¡Rápido!. ¡Succiona con tu sucia lengua el agua desparramada por tu culpa!. A duras penas la señora tenia fuerzas para sacar levemente la lengua de la boca y lamer el líquido esparcido, que además se encontraba mezclado con un sinfín de pequeños trozos de cristal.

-          ¡Jajajajajajaja!!!!. ¡Jajajajajajajaja!. El brillante piercing colocado estratégicamente encima de los granas labios de la descarada golfa lanzaba insinuantes destellos de luz cuando Lina, malvadamente, se carcajeaba con ganas presionando lentamente la garganta de la señora encajada entre el estrecho arco que forma la escasa suela y el altísimo y fino tacón de su suntuosa mule, hasta provocar en la anciana señora una horrible sensación de ahogo. Entonces, alargando al máximo el suplicio, aflojaba la presión para volver a ejercerla unos instantes después. Luego, sádicamente clavó las finas agujas de uno de sus tacos en la frágil mejilla de Doña Florentina.

-          ¡Pero que haces!. ¡Loca!!!!!. ¡La vas a matar!!!!!!. Grite desesperada viendo tal infamia y acudiendo de inmediato a socorrer a la señora.

-          ¡Quieta!. ¡Tiaaa!. ¡Ni se te ocurra entrometerte!. ¡O te juro que te vas a acordar!. Dijo Lina en un tono chuleta y amenazante.

-          ¡Y tú!!!!. ¡Sigue chupando!. ¡Gusano de mierda!. Grito despótica la joven jactándose despectivamente de la señora. ¡Jajajajajajaja!. ¡Jajajajajajajaja!!!. Sonriendo divertida, Lina mantenía aplastada bajo la plataforma de sus prominentes mules la cabeza de la pobre anciana.

-          ¡Vamos!. ¡Parásito!. Vociferó la joven. ¡No tenemos todo el día!!!!!!!!!!. Abroncó con tremendos gritos y moviendo enérgicamente, como si apagase una colilla, su sandalia aplastando la cara de Doña Florentina.

-          ¡Aaaaaagggggg!!!!!. Un chirrido de dolor salió de la boca de la señora cuando Lina clavó aun más fuerte el fino taco en el hueco que hay justo debajo de la nuez de la garganta. Debido a la presión la marquesa hizo unas repugnancias como si fuera a vomitar.

-          ¡Ni se te ocurra devolver!. ¡Vieja repugnante!. ¡Ho hago que te comas tus propios vómitos!. ¡Jajajajajajajajajaja!!!. Grito ejerciendo de nuevo opresión sobre el cuello de Doña Florentina que daba claras muestras de asfixia.

-          ¡Uaaaaaagggggg!. Un nuevo y tenue grito de dolor salio de las castigadas cuerdas vocales  de Doña Florentina cuando la sádica Lina se agacho, le tapono la nariz obligándole abrir la boca y apagó su cigarrita en la lengua de la señora.

-          ¡Quizás esto te ayude a tener mas ganas de absorber agua!. Dijo Ella vanagloriándose guasona.

-          ¡Por favor Lina!. ¡Te lo suplico!. ¡Por lo que mas quieras!. ¡Deja a la señora!. ¡Le estas haciendo mucho daño!. Rogué y supliqué a la esbelta asistenta que se alzaba endiosada y erguida sobre sus altos tacos y con sus firmes pezones electrizados por la excitación, resbalando por su negra y ondulada melena unas gotas de agua que mojaban su fresca y sedosa piel humedecida y brillante debido a las cremas y aceites de bronceado.

-          ¡Jajajajajajajajaja!!!!!!!. ¿Tu crees?. ¿Chacha estúpida?.

-          ¡Eres un monstruo!. ¡Lina!. Le dije con sentimiento salido del alma. ¡Porque esta crueldad sin apariencia alguna!.

-          ¡Jajajajajajaja!. ¡Jajajajajajajajajajaja!!!. ¡Porque me pone del coño a súper mil!. ¡Tiaaaa!. Contesto Ella con chulería y descaro tocándose impúdicamente su sexo y relamiéndose los granas labios con su viperina lengua.

-          ¡Don Ramón!. ¡Don Ramón!. Grite fuerte al ver aparecer al marqués por el fondo del jardín acompañado de mi esposo. Lina se recato, pareciendo en aquellos momentos algo asustada y temerosa, quizás pensando que ahora sí se había excedido demasiado.

¡Esta vez sí que se la va a cargar!. Creí convencida de que el marqués me iba a dar la razón. ¡Don Ramón la ha pillado!. ¡La ha pillado con las manos en la masa!. Pensé entre mi sonriendo de alegría.

-          ¡Por favor!. ¡Señorita González!. ¡Siga!. ¡Siga!. ¡Se lo suplico! ¡Es Usted Sublime!!!!!. ¡Soberbia!. ¡Divina!. Exclamo incomprensiblemente excitado Don Ramón arrojándose al suelo y pegando sus labios en las sensuales bóvedas de los pies de Lina realzadas por los altos tacos aguja de sus zapatos. El marqués beso el sutil tobillo de la preciosa joven donde luce una tétrica calavera tatuada en él y continúo postrado en el suelo lamiendo con toda la extensión de su lengua todas las partes de las sugerentes mules que calzaba la esbelta y glamorosa chica, dedicándose especialmente a chupar sus finísimos tacones.

-          ¡Jajajajajajajajajajajajajajajajaja!!!!. ¡Jajajajajajajajajajajajajajaja!!!!!!!. Una potente y diabólica carcajada salió de la garganta de la bella joven mirándome arrogante, orgullosa, altiva y prepotente como una reina, dejándome en un estado de intranquilidad y acongojo total.

-          ¡Vayaaaa!. ¡Ahora resultará que el buen marqués es un pervertido viciosillo!. Exclamo con rintintin. ¡Jajajajajajajaja!. ¡Ya has oído!. ¡Esperpentooooo!. Grito enérgica a la anciana. ¡Sigue chupando agua!. ¡Jajajajajajaja!!. ¡Jajajajajajajajajaja!!!!!.

Lina mojo la diminuta porción de suela de sus sandalias y piso con ella la boca de la señora forzándola a lamérsela. Mientras su marido, arrodillado ante Ella, seguía besando con suavidad la piel de los sedosos pies de la perversa joven y lengüeteando con suma dedicación sus granas uñas, metiendo la punta de la lengua entre los deditos que asomaban por la parte delantera de las sugerentes sandalias.

Quede atónita. ¡Increíble!!!!!. Exclame. ¡Aquello era increíble!. Parecía un mal sueño. La grandísima hija de puta torturaba, vejaba y humillaba a la infortunada anciana y Don Ramón, todavía se recreaba en ello. En que especie de monstruo se había convertido aquel caballeroso hombre, atento, afable y sumamente cuidadoso y cariñoso con su esposa. Como era posible tal metamorfosis en un fervoroso y fiel católico como él.

El ignominioso marqués saco de su bragueta un endurecido y crecido pene que acaricio con frenesí mirando fijamente y con expresión de deseo y pasión desenfrenada a la bellísima y libidinosa Lina.

-          ¡Uaig!. ¡Aig!. ¡Uaiig!. Lina con una excitante y provocadora cara de viciosa perversa, entrecerrando sus felinos ojos negros y frunciendo perversamente la nariz, penetraba su coñito con dos de sus refinados deditos de largas uñas granas metidos entre su diminuto tanga dorado, exhalando pequeños lamentos de placer y acariciándose lentamente los sonrosados labios de su depilado sexo mirando altiva,  graciosa y carialegre al marqués que seguía postrado a sus pies.

-          ¿Te excito?. ¡Te excito!. ¿Verdad?  ¿Viejo verde?.¡Jajajajajajajaja!. Lina pego su culito contra la mesa y dio, con un pie reposado encima del hombro de Don Ramón, un empujoncito doblegándolo hacia atrás, de tal forma que quedaba a su merced la entrepierna del marqués. Reposo luego despiadadamente la plataforma de su sandalia encima del empinado miembro de Don Ramón moviéndola lenta y despacito. La depravada Lina, acechando provocativamente de reojo al señor, empezó a masajearse sus lindos y firmes pechos alzándolos hacia arriba para lamerse sus erectos pezoncitos con la lengua.

(Continuará)