El infiel infeliz y la infeliz infiel

Mi excitación aumentaba. Nunca había tenido relaciones con más de una persona, aquello era increíble. El placer me recorría todo el cuerpo. Las sensaciones se multiplicaban.

Ilusa de mí, creía que mi querido marido deseaba que yo disfrutara plenamente del sexo. Decía…. que quería que disfrutara aunque tuviera  que compartirme con otra persona. Decía que estaba dispuesto a sacrificarse con tal de verme gozar. Decía… que no le importaría verme follar con otro.

Cuando follábamos, y veía que yo estaba muy excitada, aprovechaba la ocasión y me decía todas esas cosas, además de otras lindezas como….  “con lo bien que te lo estás pasando, imagínate lo que sería con dos pollas, dos bocas, cuatro manos…dos cuerpos para ti sóla”, y yo, en esos momentos, y excitada como estaba, pues lógicamente me lo imaginaba. Una polla en el coño y otra en la boca, o una lengua en el coño y una polla en la boca, o una polla en el coño y……mi excitación se disparaba, pero no estaba dispuesta. No se por qué, la educación,  la forma de vida, en fin, la moral.

Tras varios años de repetir asiduamente éstas cosas, de ver cine porno, etc.etc.,  acabé viéndolo como algo normal. Ya no me parecía tan depravado compartir el sexo con otras personas, claro en teoría, en la práctica, aún no las tenía todas conmigo. Un día, como tantos otros,  mientras follábamos me dijo:

  • Tienes el coño chorreando, creo que ya no tienes bastante solo conmigo.

Pensé que otra vez sacaba el debatido tema de los tríos a relucir y le seguí el rollo. Quería vacilar de libertina y ancha de moral.

  • Pues parece que no, tu polla se me queda pequeña, jajajaja- Le dije bromeando.

  • ¿Querrás decir que quieres dos pollas?, no que la mía es pequeña, porque de pequeña nada.

Me contestó un poco indignado, no supo encajar mi broma y, por el tono en que me contestó, me mosqueé y le contesté también mosqueada.

  • Lo que he dicho es lo que he dicho, que tu polla se me queda pequeña porque es un simulacro en mi coño, y por eso necesito una polla más grande. ¿No es eso lo que tu me acabas de decir?, ¿O te refieres a lo de siempre?.

  • Lo que yo te he dicho es que no tienes bastante conmigo solo, ¿Lo has entendido bien ahora o te lo vuelvo a repetir?

  • Lo entendí bien la primera vez. Eres tu quien parece que no entiende mi respuesta,  he querido decir que no necesito a nadie más, si no una polla más grande. ¿Lo comprendes ahora o te lo deletreo?. Le arrojé estas palabras con mucha rabia.

  • ¡Deja de decir gilipolleces, que ahora si que se me ha quedado pequeña con esta charla!.

  • No hay quien te entienda, quieres que folle con otro, pero que tenga la polla más pequeña. ¡De eso ni hablar!. Si lo hago ha de ser para mejorar, ¿No te parece que es lo más razonable?. Llevas meses, ¡qué digo meses!, años, intentando convencerme de hacer un trío, y ahora vas y te enfadas por una tontería como esta.

  • yo no me he enfadado, lo que pasa es que me jode tu manera de contestarme.

La libido se le bajó a los pies. Su polla se quedó flácida y nadaba en mi coño. Creo que se llevó un buen susto, nunca imaginó que yo aceptaría un trío, y pensó que aquellas palabras eran la confirmación para llevarlo a cabo. De buenas a primeras se encontró con aquello, se asustó, si,  por un momento sopesó seriamente lo que durante tanto tiempo había deseado….hacer un trío.

Pensé que quizá en tantos años nunca lo había dicho en serio, si no que lo hacía para excitarme y excitarse él. Pero no, no era para excitarnos. El deseaba hacer un trío. Llevaba años diciéndome que podíamos probar, que seguramente a los dos nos resultaría muy excitante y placentero.

  • ¿Estás hablando en serio? ¿Me estás diciendo que quieres follar con otro?- Volvió a insistir.

  • ¿No es eso lo que llevas años deseando?, ¿Cuántas veces me has dicho de hacer un trío?. Pues yo he pensado que es posible que tengas razón y lo pasemos bien- Le dije menos irónica.

-Yo no…no….lo que yo decía era que……que…. - Oscar no sabía como salir de esta.

  • Lo que tú decías era que te gustaría mucho verme follar con otro porque yo gozaría como nunca y tú disfrutarías viviéndolo conmigo. ¿No era eso?.

-No, no era eso exactamente, yo, yo he hablado alguna vez de hacer un trío, compartir el sexo con alguna otra persona- me dijo un poco alicaído.

  • ¿Y qué pasa, que un hombre no es otra persona? Claro, ya entiendo…., lo que tu querías decir con hacer un trío es follarte a  dos mujeres. Ahora resulta que todos estos años incitándome a hacer un trío contigo y con otro hombre, y en realidad  lo que quieres hacer es un trío con dos mujeres. Yo y ¿Quién? Dime ¿en quien has pensado? Dímelo….¿quien sería la elegida para follártela en mi presencia? No me lo puedo creer…eres….eres…..

Ya habíamos dejado de follar. La discusión no era para menos. Nos quedamos los dos más que a medias. Ninguno hizo nada para continuar con nuestros juegos sexuales. Ambos estábamos muy mosqueados y ya no nos apetecía nada seguir follando.

  • ¡No te pongas histérica, que yo no quiero follarme a nadie!, y mucho menos tengo un nombre en mente para hacerlo. Aunque por lo que dices, tú  si que estás muy dispuesta a que te follen. Yo si que no me lo puedo creer, tantos años de mojigata y ahora mira, dispuesta a que se la follen otros. Es asombroso, increíble. Es verdaderamente sorprendente a lo que estás dispuesta.

  • ¿Cómo puedes decirme eso?.....¿Cómo te atreves? Después de  tantos años incitándome a hacerlo, una y otra vez, una y otra vez, tantas, que ya casi lo veo de lo más natural – le dije muy digna y mirándole directamente a los ojos.

No pudo sostenerme la mirada, estaba muy desconcertado. No se esperaba que yo accediera a hacer realidad su fantasía, porque era su fantasía. Y cuando se encontró con lo que creía que era mi consentimiento, no supo como reaccionar. En ningún momento se paró a pensar que yo no quería follarme a ningún otro. Simplemente le estaba siguiendo el juego. Y se rebeló como un hombre celoso.

Oscar se vistió y salió de la habitación. Pasados varios minutos oí la puerta de la calle. Se había ido, supongo que salió a despejarse, a meditar sobre lo que habíamos hablado. Eran las 11 de la noche y pensé que volvería pronto. Pero tardaba mucho, como estaba enfadada no quería llamarle al móvil; porque seguro que él esperaba que lo hiciera.

Cuando ya eran las 3 de la madrugada no pude aguantar más y marqué su número. Después de muchos tonos, no contestó. Eso me mosqueó mucho, pensé que no quería hablar conmigo. Pasada otra hora volví a marcar, esta vez el teléfono estaba desconectado o fuera de cobertura. Ahora si me preocupé, pensé que podía haberle pasado algo, o estar en algún apuro. Pasé toda la noche paseando por la casa, de ventana a ventana, asomándome a la calle, una noche de perros y miedos.

Cuando estaba amaneciendo sentí la llave en la cerradura, en seguida me acerqué a la puerta y le vi entrar…..!Cómo venía! ¡Dios mío!, traía un aspecto lamentable, la camisa mal abrochada, arrugadísima, y su cara era un poema; por no decir el olor a alcohol y humo que traía en la ropa y en su propio cuerpo.

  • ¿De donde coño vienes a estas horas? - Le solté de muy malos modos.

  • Vennnngo de tomarme unas coooopitas y también la ggggevancha.

  • ¿Qué revancha?...... ¿A qué mierda te refieres? Pero, pero, ¡como vienes, madre mía! – me di cuenta de que realmente venía muy mal. Nunca le había visto tan borracho.

Oscar bebía poco. En alguna ocasión le vi un poco tocado, pero nada comparado con aquello, eso era una borrachera en toda regla. No se como pudo llegar a casa.

  • Me he tomaaado unas copaaas y me he divertiiiido un poquitooo con unas titissss como quieres hacer tuuu. Dijo alargando la “u” en demasía.

Me dejó de piedra, no me lo podía creer, el muy imbécil, además de estar borracho, se estaba buscando un gran problema. Podía perdonarle muchas cosas, pero que me hubiera dejado plantada en mitad de un polvo para irse con otras, eso eran palabras mayores. Mi vanidad no podía perdonar una cosa así.

  • Puessss sí, he idooo a probarrrrr eso que dices que quieres hacer…..si, si, si, follarrrrr con muchossssss. Me dijo mientras intentaba quitarse la ropa. – Yyyy… sabes, tienes rrrrazón, es másssss divertido foooollar con dos.

  • ¡Estás borracho!, se te traba la lengua y no se te entiende. No merece la pena hablar contigo en este estado. Duerme la mona que llevas y mañana, mañana….. ya veremos- le dije muy enfadada, pero él no se enteraba de nada, estaba totalmente intoxicado de alcohol.

  • siiiiiiiiiiiiiii, mañana termiiiiino de follaaarrrte, que hoy heee apreeendiddo maaass coooositaas.

Tenía tanto alcohol en su cuerpo que no era capaz de pronunciar bien ni una sola palabra. Definitivamente aquello tenía que tener una respuesta por mi parte, no sabía si creerle o no, pero ya dicen que los borrachos y los niños siempre dicen la verdad, y yo opté por creerle.

Me parecía totalmente fuera de lugar que por decirle en broma que su polla se me queda pequeña, hubiéramos llegado a aquella situación.

El seguía batallando con su ropa, el muy inútil estaba tan bebido que era incapaz de quitársela. Me acerqué para ayudarle a desvestirse y en ese instante su cuerpo se tambaleó y cayó de espaldas, menos mal que la cama estaba detrás de él y cayó medio cuerpo encima de ella, si no, se mata.

Aproveché que estaba semi-inconsciente para mirarle los bolsillos, bueno primero le arrastré como puede para poner todo su inerte cuerpo sobre la cama. Cuando por fin, después de mucho esfuerzo, pude acomodarlo mejor, me dediqué a registrar sus bolsillos. Tenía una tarjeta de un club de copas, algunas servilletas de bar con varios números de teléfono escritos, algunas monedas y varios billetes muy arrugados. Su cartera con su identificación, tarjetas, y demás cosas, no estaba.

Oscar nunca salía de casa sin la documentación, pero por si aquel día con la bronca se le había olvidado, miré donde él suele dejarla cuando está en casa. Nada, la cartera no estaba por ninguna parte.

Donde quiera que hubiera estado perdió la cartera, o quizá se la robaron. Seguí con mi inspección por todos sus bolsillos, sacando y revisando al milímetro cualquier indicio de cualquier cosa.

Alargó su brazo hacia mí cuando le rebuscaba en los bolsillos, pero con tal lentitud y pesadez,  que a mitad de camino lo volvió a dejar caer sobre la cama. Se quedó profundamente dormido o inconsciente, no se, lo cierto es que al rato se puso a roncar, pero no a roncar como siempre, no, parecía que tenía un amplificador incorporado. Esos ronquidos eran inhumanos, y yo no pude soportarlo, me quité mi tanga y con mucha rabia  se lo metí en la boca diciéndole – cabron respira por la nariz. Fue un acto reflejo, se movió como si le faltara el aire y yo asustada se lo saqué de la boca. No quería asfixiarle, solo quería que dejara de roncar de aquella manera.

Durmió hasta el mediodía, pero se despertó con un humor de perros. No se atrevía a mirarme a los ojos directamente, fue a ducharse  y mientras lo hacia le abordé en el baño

  • Ahora que no estas borracho, explícame que pasó anoche.

  • Anoche no pasó nada, me fui a dar una vuelta.

  • Una vuelta de tuerca a nuestro matrimonio, eso es lo que has dado.

  • ¿Que quieres decir?....mira me duele la cabeza, no busques bronca por favor- me dijo.

  • Veo que ya no recuerdas lo que me dijiste anoche.

  • ¿Qué te dije?.....a ver ¿que te dije? que ya la estás liando otra vez.

  • Me dijiste que venias  de follar con dos tías, con dos tías, que venias de follar  ¿A ti te parece que yo estoy liando algo?

  • ¡Qué!….¿Que yo te dije eso?…..!No seas paranoica!. Eso no es verdad, yo no he podido decirte eso porque no es cierto.

  • ¿Que no es cierto?- Me puse histérica, le enseñé la tarjeta del bar de copas y varios  números de teléfono seguidos de nombres de mujer. – ¿Y esto qué es? ¿Quieres decirme que no has estado aquí anoche?

Yo ya había llamado al sitio en cuestión para preguntar si Oscar se había dejado allí la documentación. Una señorita muy agradable me dijo que allí estaba, le dije que él estaba tan borracho que le era imposible ir y que si me la entregarían a mí, que era su mujer, si pasaba a recogerla. En un principio la muchacha no supo que decirme, pero al darse cuenta de que su mujer, o sea yo,  ya sabía que había estado allí, no tuvo reparos en decirme que podía pasar a recogerla.

  • ¿Que pasa? sí, he ido, pero solo para tomarme unas copas. ¿Es que no viste lo borracho que vine? ¿Crees que tan perjudicado como estaba, soy capaz de follar?

  • Capaz si que eres, bueno, de intentarlo. Pero seguro que cuando fuiste no estabas tan borracho como cuando llegaste a casa.

  • Déjalo ya Gema, que me duele la cabeza de la resaca.

  • Como quieras, en el horno tienes la comida, yo tengo que salir pero volveré en un par de horas.

Me miró sorprendido, pues no era normal que yo saliera sin contarle mis planes, a veces hasta con pelos y señales. Y extrañado me preguntó:

  • ¿Adonde vas?

  • He quedado con una amiga.

  • ¿Qué amiga?

  • Una tal Susi, o era Sasi……no se. Quizás tu recuerdes mejor su nombre ya que debe ser una de las que te follaste anoche- le dije muy irónicamente, y él, claro, no me creyó. No se le ocurrió pensar que era cierto y que me iba a encontrar con una de las chicas con las que estuvo follando la noche anterior.

  • No dices más que tonterías, estuve dando una vuelta y bebiendo hasta hartarme.

  • Como tú digas, adiós- me di la vuelta y salí del baño, cogí el bolso, las llaves del coche y me fui.

Cuando me senté en el coche empezaron a entrarme los nervios, aquello que me rondaba por la cabeza seguro que no era buena idea, pero no se iba de mi pensamiento. Quería venganza. Quería que Oscar sufriera. Estuve todo el trayecto sopesando mi manera de actuar ante esta historia, y no sabía como reaccionar. Estaba casi segura de que Oscar me fue infiel, y también estaba casi segura de que no era la primera vez que lo hacía. Ya no podía, ni quería, pasar por alto una cosa así. Debía tomar alguna decisión. ¿Pero cual?, ¿Qué podía hacer? ¿Y si era cierto que solo había estado bebiendo? ¿Y si no había tocado ni un pelo de las chicas?

Cuando quise darme cuenta estaba en la calle donde estaba el club. Traté de no pensar más y entrar. Me dejaría llevar. Dejaría que todo sucediera espontáneamente. Esperaría a ver que me contaban allí y luego iría tomando las decisiones según se fueran presentando los dilemas. Sin meditar mucho. A lo loco.

Llegué al puticlub……no recuerdo el nombre, aparqué y entré. Había poca gente, varias chicas en la barra y 3 ó 4 tipos tomándose unas copas. No sabía que estos sitios estaban abiertos por la mañana, no era ni mediodía y ya tenían clientes. Que triste me pareció que aquellos hombres no tuvieran otra cosa que hacer en aquel momento. Pensé en sus vidas. Imaginé que tenían familia,  esposa, hijos, y aún así, allí estaban. Algo fallaba para que a esas horas ya anduvieran buscando sexo. O quizá lo que buscaban era atención, compañía, no se, pero me parecieron personas solitarias, sin cariño. Me dije a mi misma que estaba atontada, mi marido había estado allí, y a mí, solo se me ocurría sentir lástima o pena por los hombres que iban a estos sitios. Si  es que no tengo remedio, tengo la mala costumbre de ponerme siempre en el lugar de los demás.

Al fondo del local, sentado en una mesa, había un hombre de unos 40 años, solo, muy bien parecido. Tomaba café, cosa que me sorprendió, porque los demás ya estaban tomándose algunos grados de  alcohol. Cruzamos varios segundos las miradas. Me gustaba, era un hombre muy atractivo. Su mirada era muy interesante. Sus ojos me traspasaron y me trasmitieron una sensación placentera. Por los rasgos de su cara yo deduje que era una persona relajada y tranquila…..así divagaba yo cuando una de las chicas  me preguntó si deseaba tomar algo.

Le pedí un café.  Pregunté por la encargada,  me contestó que estaba ocupada pero que en 15 minutos podría atenderme. Esperé.

Aquel hombre no dejaba de mirarme, me estaba poniendo aún más nerviosa de lo que ya me sentía.

Entró por una puerta lateral una mujer muy guapa, bien vestida y con mucho estilo, no le pegaba nada un lugar como aquél. Se dirigió hacia mí.

  • ¿Eres Gema? ¿La que llamaste hace varias horas?. Me preguntó.

  • Si, soy yo, te llamé porque mi “infiel marido” ya te dije que se dejó aquí la documentación ayer por la noche.

  • La tengo en mi despacho, en seguida te la traigo.

  • Si no te importa me gustaría hablar un momento contigo.

  • ¿Hablar conmigo?.....¿De qué? No pienso decirte nada de lo hizo o no hizo tu hombre. Como comprenderás es una situación un tanto…..delicada, no para mi, pero aún así, no puedo descubrir a mis clientes.

  • No se trata de eso, no quiero que me digas nada de lo que hizo mi marido. Soy lo suficientemente consciente para saber a qué vino aquí. Lo que yo quiero es comentarte otra cosa y aquí me siento un poco violenta, me gustaría hacerlo en un lugar un poco más privado. Por favor, concédeme unos minutos, quiero proponerte algo.

Mara, después de pensarlo un momento decidió escucharme, total nada perdía con ello.

  • De acuerdo acompáñame.

  • Bien, gracias.

Nos metimos por la misma puerta por la que ella había salido. Cuando pasé por aquel pasillo lleno de puertas a ambos lados, me imaginé a mi marido allí, bebiendo, tonteando, follando……me encendí. Y lo que me venía rondando por la cabeza, tomó forma con tal furia, que no me volvería atrás aunque aquella mujer no estuviera dispuesta a ayudarme. Si ella no lo hacía, ya encontraría yo como, cuando y donde llevar a cabo mi venganza.

El local era grande, y según avanzaba por aquel pasillo fui reforzando en mi mente la idea. Ya no tenía ninguna duda. Oscar había estado allí, follando con otras mujeres. ¡Qué cabrón!.....Esta vez me lo iba a pagar con creces.

  • ¿También hacéis servicios con mujeres?- le solté sin pensármelo dos veces en cuanto entramos en su oficina.

  • ¿Qué quieres decir? ¿Que si follamos también con mujeres?

Asentí con la cabeza.

  • Pues si. Follamos con hombres, con mujeres, con parejas, hacemos tríos, orgías, hacemos lo que nuestros clientes nos solicitan, previo pago, por supuesto.

Le conté lo que se me estaba ocurriendo. No pudo evitar reírse a carcajadas. Pensé que me iba a echar, que me mandaría salir de allí, pero en lugar de eso, me dijo entre risas:

  • Eres una mujer rara, es insólito lo que me pides. Ninguna mujer, de ningún cliente, me pidió nunca nada parecido. Lo normal es que después de enterarse que sus maridos frecuentan un sitio como este, los manden a freír espárragos, o tengan una bronca terrible, o se divorcien. Pero lo que me propones es totalmente malvado. Me encanta. Si, me encanta. Si se corriera la voz, sería nefasto para este negocio, pero te ayudaré. Me pongo a tu disposición para esta jugarreta, jajaja. Solo dime más o menos lo que te gustaría hacer y yo me encargo de todo lo demás jajajaja…….jajajaja….no paraba de reírse.

  • ¿Eso quiere decir que te parece bien? ¿Me ayudaras en este juego loco que se me ha  ocurrido? Por supuesto te pagaré.

  • Jajajajajaja….. Claro que me parece bien, me parece estupendo. Será muy divertido y distinto. Me encanta tu arrojo.  - Si quieres nos tomamos algo mientras  estudiamos como lo vamos a hacer.

Como aun faltaba un buen rato para que empezaran a llegar más clientes, nos acomodamos en su despacho para planear la mejor manera de llevar a cabo mi plan. Lo primero era buscar una buena excusa para cuando llegara Oscar preguntando si se había dejado allí su documentación. Había que hacerle venir más tarde con algún pretexto. En ese momento entró una de las chicas al despacho de Mara.

  • Perdona Mara, ha venido el tipo que estuvo anoche con Susi y Mavi, el  que se dejó la documentación. Ese que quería hacer un trío a toda costa, ya sabes.

Las dos mujeres cruzaron la mirada. A Mara no le gustó que su chica diera detalles delante de mi de lo que hacían sus clientes, pero no dijo nada al respecto. En ese momento se le ocurrió la estrategia para hacerle volver más tarde.

  • Dile que no están ni Susi ni Mavi, que ellas vienen sobre las 10 de la noche.

  • ¡Pero si la cartera te la dieron a ti anoche!. Exclamó extrañada por la respuesta de su jefa.

  • Ya, pero él no lo sabe. Mira…..ésta es su mujer. Quiere hacerle un regalito sexual. Estamos preparándolo y necesitamos que vuelva más tarde. Dile que venga esta noche y no digas nada más, ya te contaré de qué va todo esto.

  • De acuerdo, se lo diré. Y salió del despacho un poco desconcertada.

Se me heló la sangre en las venas cuando le oí decir que era el hombre que quería hacer un trío a toda costa. Lo sabía, lo sabía.  Pero oírlo así, sin tapujos, sin disimulos, me causó mucha pena y dolor. Se me llenaron los ojos de lágrimas.

Oscar salió del local con cara de pocos amigos, no esperaba tener que volver otra vez esa noche, no sabía que excusa me iba a dar. Se fue hacia nuestra  casa pensando en el nuevo problema que se le avecinaba. Se entretuvo un rato en un centro comercial  buscando algún regalito. No encontró nada, tampoco estaba muy animado buscando  y se decidió por unas flores. El típico regalo cuando no sabes que comprar o no te quieres quebrar la cabeza pensando.

Cuando me repuse del mal momento, Mara y yo continuamos hablando bastante rato. Planeando el gran regalo que le ofrecería a Oscar cuando llegara esa noche a por su documentación.

Cuando llegué a casa. Esperaba encontrar un Oscar cariñoso y atento, como así fue.

  • Hola preciosa- Me dijo nada más entrar por la puerta poniendo las flores en mis manos.

  • Y esto, ¿A qué es debido?. ¡Ah, ya se! Es tu mala conciencia.

  • Lo mínimo que podías hacer es darme un beso, no recriminarme- me dijo mientras me rodeaba con sus brazos por la cintura para besarme.

  • Aparta, ni se te ocurra acercarte a mí. No quiero nada de ti, eres un mentiroso de mierda y no mereces que haya pasado toda la noche preocupada y desesperada por tu culpa mientras tú, tú…… andabas por ahí bebiendo y follando como un cosaco- Me tembló la voz al decir esas palabras -Y no me digas que no es cierto, no insultes mi inteligencia. Me has hecho mucho daño. Me has hecho sufrir. Esto no se me va a pasar, te lo aseguro. Ni con flores ni con nada.

El vacío que sentía era muy doloroso. Había estado muy enamorada de él. Había sido mi vida durante todos estos años. Pero ahora me sentía decepcionada y desencantada por lo que había hecho y por sus continuas mentiras.

  • Tienes que creerme. No tiraría por al borda nuestra vida juntos, te lo aseguro. Parece mentira que no me conozcas. Estás sacando las cosas de quicio.

No tenía limites, ahí estaba, mintiéndome otra vez. Sin ningún pudor. Con cuantas ganas me quede de arrojarle a la cara todo lo que sabía y sobre todo, todo lo que sentía; y por supuesto sus insulsas flores. Pero no podía. Mi plan se iría al garete si hablaba demasiado.

Sin esperar a que Oscar volviera a explicarme sus mentiras,  y antes de que buscara una nueva excusa para ausentarse otra noche, pues no podría soportar ya más farsas, le dije que tenía que arreglarme porque tenía una cena de empresa.

  • ¿Una cena de empresa? ¿Desde cuando hacéis cenas en tu empresa?

  • Desde hoy, esta va a ser la primera, pero no será la última – le dije muy cortante.

  • ¿A que hora te vas?- Me preguntó pensando que no tendría que mentirme otra vez y tendría tiempo para pensar en algo que paliara el error que había cometido. .

  • En cuanto me arregle, he quedado antes con una de mis compañeras para hacer unas compras. La cena es a las 10, no se a que hora volveré, pero seguro que no llegaré antes de las 2 ó 3 de la madrugada.

  • No hay problema, por mi no te preocupes, ya me distraeré en algo mientras llegas. Espero que te diviertas.

  • De eso no me cabe ninguna duda. Estoy segura que sabrás entretenerte en mi ausencia ¿verdad?- le dije muy irónica y poniendo mucho énfasis en mis palabras. Sabía que aprovecharía la oportunidad para volver al club a recoger su puta cartera.

Cuando terminé de ponerme lo más atractiva que pude, a pesar de sentirme fatal, salí de casa. En el trayecto hasta el local de Mara estuve varias veces tentada de echarme atrás. No estaba muy segura de lo que iba a hacer. Quería vengarme de Oscar, pero quizás lo que había planeado era demasiado para nosotros, demasiado para mi.  Me quité esos pensamientos de encima y me dije a mi misma que él se lo había buscado, él había tenido un trío, y yo no iba a ser menos. Le iba a pagar con la misma moneda, aunque se me revolvieran las tripas.

Envuelta en mis pensamientos, me vi en la puerta del local. La indecisión se apoderó una vez más de mi mente. La lucha fue desigual. Ganó la ira y la rabia. Entré.

  • Hola Mara, ya estoy aquí ¿han llegado Susi y Mavi?.

  • Pasa Gema, si, ya están preparadas para entretener a tu marido hasta que…... ¿Sigues decidida?. ¿Vendrá él?

  • Si, probablemente no tardará.  Y sí, estoy dispuesta, aunque estoy muy nerviosa y siento un poco de vergüenza. No se si es buena idea, quizás me este pasando…….bueno no me hagas caso, sea lo que sea y como sea, lo superaré. No pienso rajarme ahora.

  • No te preocupes, todo saldrá bien. Tú ya has tomado tu decisión y esto solo será una fiesta de despedida con un poco de sexo. Solo sexo. Tú intenta no pensar en nada y déjate llevar. Veras como lo pasaremos bien.

Mara me presentó a Pietro. Me quedé impresionada. Pietro estaba para comérselo, era guapo, alto, muy atractivo y además parecía muy cariñoso y agradable.  Entramos en una habitación grande y decorada con mucho gusto. En ella había una gran cama, al verla, mi estado de  nervios  aumentó. La estancia en sí era calida y acogedora.

Tomamos un poco de cava para relajar la tensión y caldear el ambiente. Yo estaba totalmente paralizada, no sabía que hacer. Mara me miró y en seguida comprendió como me sentía. No tardó ni un segundo en llamar mi atención. Con desparpajo y alegría soltó algunas bromas que me hicieron reír. Consiguió derribar mis defensas y relajar el ambiente. Tomamos asiento en un sofá grande. Pietro era un profesional y como tal,  en seguida se puso en situación. Se acercó a Mara y la tocó el pecho por encima de la ropa, ella respondió poniendo la mano en su entrepierna. Acto seguido me miró, yo esperaba con mi copa en la mano sin saber muy bien que hacer. Pietro me señaló que me acercara más a él. Me aproximé agarrando la copa con las dos manos para disimular ni nerviosismo. Me tomé  lo que quedaba en ella de un solo trago. Alentada por el alcohol, puesto que casi nunca bebía, y por lo que ya estaba viendo, me acerqué. Pietro no tardo ni un segundo en ponerme la mano en el pecho para desabotonar mi camisa.  A su vez, Mara empezó a desnudar a Pietro que lucía un cuerpo moreno y sin bello. Las manos de Mara, las de Pietro, e incluso las mías, trabajaron totalmente sincronizadas, y en un santiamén, nos quedamos los tres totalmente desnudos.

Dese luego Mara no me buscó a cualquiera. Se había esmerado mucho, aquel hombre estaba de miedo. Pietro agarró mi mano y la llevó a su pecho. Alentada por mi compañero acaricié su piel. Un cosquilleo en mi interior me animó a seguir con las caricias. La polla de Pietro lucía totalmente esplendorosa. Aquella imponente verga me excitó. Las dos al unísono fuimos a cogerla, nuestras manos chocaron y los tres empezamos a reírnos. Aquello fue el punto de desinhibición, a partir de ahí, todo lo demás vino rodado.

Oscar llegó sobre las 10, estaba impaciente por recuperar su cartera y volver a casa. No quería repetir lo de la noche anterior, no porque no le gustase, si no porque no quería sentirse aún peor de lo que ya se sentía. No quería volver a engañarme. Aunque no había sido la primera vez, siempre se decía a sí mismo, que era la última. Estaba claro que esta relación tenía los días contados. Si él era capaz de repetir sus infidelidades, es que lo nuestro no tenía ningún futuro.

Al entrar preguntó por Susi. La chica que había en la barra le acompañó al cuarto donde le estaban esperando Susi y Mavi. Estas estaban tan solo en ropa interior. Preparadas para excitar e incitar a Oscar.  Él, al verlas así, pensó en la gran noche que pasó con ellas y su polla también lo recordó. Se hizo el fuerte y les dijo que tan solo venia a recoger la cartera, que no tenía tiempo de quedarse. Muy solicitas se acercaron y muy provocadoras le recordaron la noche anterior. Lo bien lo que lo pasaron y lo gratificante y satisfactorio que fue para los tres. No necesitaron mucho poder de convicción. Oscar  en seguida cedió a sus impulsos y se ofreció a ellas con algún remordimiento al principio,  pero con total entrega después. Estaba claro, lo suyo no era la fidelidad.

En la habitación de las orgías Mara, Pietro y yo seguíamos con los preliminares sexuales de nuestro juego. Nos acariciábamos, recorriendo cada uno el de cuerpo de los otros con parsimonia. Pietro modeló todo el contorno de mi cuerpo con sus manos, reconociendo cada milímetro de mi piel. La sensación era deliciosa. Mi mente se relajó dejando libres mis sentidos para disfrutar  del momento.

Tras habernos palpado a conciencia y habernos excitado viendo como nuestras manos acariciaban nuestros cuerpos, nos dirigimos a la gran cama. Pietro se tumbó en ella. Mara y yo nos pusimos una a cada lado. Mara agarró la polla de Pietro y se la metió en la boca. Instintivamente, este me tomó la cara con sus manos y me atrajo hacia si, me besó. Me besó con pasión. Sus labios capturaban los míos, su lengua buscaba la mía. Se la ofrecí con timidez.  Ufffffff…. ese beso despertó mi impaciencia y avivó en mi un deseo urgente de follar. Mara liberó la polla de Pietro de su boca y apresó en ella uno de mis pechos, lamiéndolo con delicadeza pero con tesón. Mi mirada se posó en aquella gran polla, que relucía por que estaba empapada de la saliva de Mara. Deseé metérmela, incrustármela para sentir su vigor. Percibí como mi vagina se contraía para absorber el exceso de flujo producido por la excitación que sentía. Me subí sobre él y me metí aquel extraordinario falo. Me llenó. Llenó todo mi espacio. Empecé con movimientos suaves. Frotando mi clítoris con su pubis. Acomodando su polla en mi vagina.  Una vez acoplados, aumenté el ritmo. Mi cuerpo demandaba más, mucho más.  Mi mente bullía, también necesitaba más.

El tumbado, yo cabalgándole y Mara besando y acariciando mis pechos. La polla de Pietro entraba en mí sin reservas, toda, grande. Yo con cada vaivén, me dejaba caer hasta el fondo de su miembro, colmándome, saciándome. Buscaba, con cada movimiento, expulsar de mi cuerpo aquella humillación que Oscar había instalado en mí. Le cabalgaba con rabia, con desesperación. Como si con cada empuje le infringiera un castigo a Oscar. Mis sentimientos eran dispares. Estaba disfrutando, estaba excitada, pero en el fondo de mi ser, me sentía triste y decepcionada. Quería vengarme, si, esa era mi meta. Yo quería a mi marido, pero él, no merecía mi cariño. Tenía que hacer lo que tenía que hacer, sin remordimientos y con firmeza.

Pietro buscó con su mano el coño de Mara mientras esta me lamía los pezones. Lo atrajo hasta su boca. Su lengua ahondó en su ser y lamió sus  partes más sensibles. Al sentir las pasadas de la lengua de Pietro en su coño, Mara se estremeció y me comió las tetas con ardor, traspasándome todo el placer que Pietro le daba a ella. Mis tristes pensamientos volaron y mi cuerpo continuó allí, en aquella cama, evadiéndome de mi cornuda vida y entregándome al placer.  Mi excitación aumentaba. Nunca         había tenido relaciones  con más de una persona, aquello era increíble. El placer me recorría todo el cuerpo. Las sensaciones se multiplicaban. Abrí los ojos y….. Allí estaba él.  Aquél hombre de mirada interesante que me traspasó con sus ojos. Aquél que vi esa misma mañana tomando un café en aquél mismo local. Estaba desnudo. Nos miraba mientras fumaba un cigarrillo. Me sobresalté, no esperaba más actores en la escena. Me quedé paralizada, Mara giró su cabeza hacia donde miraban mis ojos.

  • ¡Andrés! ¿Qué haces ahí? Ven, acércate,  mira, esta es Gema. La chica de la que te hablé, ¿recuerdas?

Menuda presentación, era digna de risa. Yo cabalgando sobre un hombre, una mujer comiéndome las tetas, y él, apoyado en el quicio de la puerta, desnudo. Lógicamente ni nos estrechamos las manos ni nos besamos.

Él se limitó a hacer un gesto de saludo con la cabeza. No se movió de donde estaba, nos contemplaba tranquilamente. Mara se desprendió de nuestros cuerpos y fue a su encuentro. Le besó en la boca. Andrés rodeó su cintura con un brazo y la atrajo hacia sí. La mano fue bajando hasta posarse en su culo para apretarla contra su miembro que la esperaba impaciente. Después del abrazo se acercaron a la cama donde Pietro y yo seguíamos en la misma postura, acoplados, pero sin movernos. A la expectativa.

  • No pares por mí, sigue follándotelo como lo hacías. Me seduce mucho este espectáculo – me dijo Andrés traspasándome nuevamente con su mirada – Cuando me enteré de tu extravagante idea…. quise conocerte. Quise ver si eras capaz de hacerlo.

Cuando le vi acercarse a la cama me temblaron hasta las uñas. Ese hombre también me iba a follar. ¡Dios mío!. ¿Dónde me había metido? ¿Qué estaba haciendo?

Se sentó en la cama, me miró directamente a los ojos. ¿Esperaba alguna reacción por mi parte? No lo se, pero ni corto ni perezoso puso su mano en mi culo, ahondó hasta casi tocar la polla de Prieto que seguía dentro de mí. Con la otra mano me acarició los pechos y fue bajándola hasta llegar al pubis. Enredó sus dedos en el poco vello que no me había depilado y bajó hasta tocarme el clítoris. Me acarició suavemente. Con las dos manos en mi, una por delate y otra por detrás, empezó a moverme de arriba abajo, para que siguiera follándome a Pietro. Ese hombre impulsaba mis movimientos mientras otro hombre me follaba. Las sensaciones eran indescriptibles. Acercó su boca a la mía, paseó su lengua por mis labios. Instintivamente abrí la boca y le comí esa lengua que me estaba proporcionando sensaciones próximas al orgasmo. Me abandoné consciente del inmenso placer que estaba sintiendo.

Cuando vi como Mara agarraba la verga de Andrés y se la metía en la boca, me excité aun más. Andrés aumentó los movimientos que hacía con mi cuerpo en la polla de Pietro, mientras este observaba los tres cuerpos que tenía ante si.  Con una mano buscó el coño de Mara. Pasó por su raja dos dedos que acto seguido se llevó a la boca. Me atrajo hacía él y me besó, soltó en mi boca los fluidos de Mara. Su sabor era dulce. Su textura suave,  su olor embriagador. Al inclinarme hacia Pietro para besarlo, Andrés tuvo que dejar sus movimientos y se subió en la cama a los pies de Pietro y por detrás de mí. Sus manos  acariciaron mis glúteos  parando en mi ano para masajearlo suavemente. Mara era un prodigio, nos chupaba, lamía y acariciaba a los tres  ampliando las sensaciones de placer que sentíamos. Llegó un momento en que ya no supe que boca se comía mi coño, ni que polla tenía en la boca. No supe nada de nada, cerré los ojos y me sumergí en aquel torbellino de sensaciones.  Cuerpos gozando de otros cuerpos. Como dijo Mara tan solo era un poco de sexo…… sexo sin sentimientos.

Sonaron un golpecitos en la puerta, alguien quería entrar. Mara dio permiso y la puerta se abrió.

Y allí estaba Oscar, lo primero que vieron sus ojos, lo primero que captó su mente,  fueron cuerpos desnudos. La escena le fascinó. Estaba mirando toda una orgía sexual.  Aquella mezcla de cuerpos sudorosos y poseídos  provocó en su interior una oleada de deseo. Instantáneamente se imaginó la súper orgía que formarían los siete cuerpos. Los cuatro que había en la cama y él con sus dos amigas.

Mara se acercó a mi oído y me susurró

  • Ahí lo tienes....No te ha reconocido. El espectáculo parece que le gusta porque tiene la polla que le va a reventar.

Me puse rígida unos segundos, solo unos segundos. Pero me envalentoné  y giré la cabeza. Le miré directamente a los ojos.

Al descubrirme, se quedó pálido, rígido. La sangre le abandonó el cuerpo. Su erección  desapareció. No podía moverse, ni hablar. Parecía angustiado, horrorizado, estaba despavorido.

Me invadió una sensación de miedo, de estar en un abismo.  Intenté deshacerme de los cuerpos para  acercarme a Oscar, pero al cambiar  de postura, se me salió la polla de Pietro pero Andrés estuvo rápido para meterme la suya, pues la mamada de Mara le tenía  a punto de correrse.  Me la introdujo con decisión, con fuerza. Grité, no se si de placer o de angustia. Hice de tripas corazón y continué como si Oscar no estuviera presente. Abri la boca para decirle algo a Oscar pero otra polla entró en ella, esta vez Pietro la empujaba y sacaba de entre mis labios mientras me estrujaba los pechos al ritmo de la mamada que le estaba haciendo.

Los labios  y la lengua de Mara eran prodigiosos, se comía mi boca y la polla de Pietro a la vez  para acto seguido lamer la polla de Andrés y mi  clítoris donde frotaba delicadamente pero con un movimiento enloquecedor.  Nos estaba arrancando gritos de placer a Andrés, a Prieto y a mí. Esa lengua en medio de nuestra follada era una locura. Con las pasadas de su lengua nos tenía a todos al filo del orgasmo. La comida de polla que le estaba haciendo yo a Pietro, era proporcional al placer que me estaban dando Andrés y Mara.  Este gemía ante la ansiedad con la que absorbía su  polla. Sentí hincharse más su miembro y la primera sacudida de semen me llegó a la garganta. Sus estertores continuaron, se derramó en mí y yo no pude más. Me corrí, en silencio. No podía gritar que era lo que ansiaba mi cuerpo. Su vena, sus estertores, sus movimientos no dejaron espacio a mis quejidos de placer.

Estaba gozando como nunca antes había gozado. Me había excitado sobre manera que Oscar estuviera allí, frente a mi, lívido y totalmente descompuesto. Viendo como me follaba otro hombre. Viendo como me tragaba la polla de Pietro. Viendo como su semen se perdía dentro de mi cuerpo.

Las chicas de Oscar le animaron a acercarse a la cama pero Oscar se revolvió. No podía asimilar lo que estaba viendo.

Oscar estaba enajenado.  Nunca me vio tan entregada. La polla de Pietro aparecía y desaparecía de mi boca con redoblada pasión. Limpiando con mi lengua hasta la última gota de su semen.  Se la estaba lamiendo con deleite y con un deseo inmenso. Cuando Pietro sacó su polla de mi boca grité, grité como una loca. Oscar sintió muchos celos, la mente de mi marido era un torbellino de sentimientos de furia, rabia, ira y de asombro, estupefacción, desesperación…..de miedo.

Noté como la vena de la polla de Andrés se hinchaba, noté como me golpeaba el útero a la vez que  se corría. Este, que me estaba empotrando su polla desde atrás, me sujetó con fuerza las caderas para vaciarse en mí apretándome con cada embestida. También se corrió dentro de mí. Descargó todo su contenido. Otro nuevo orgasmo invadía mi cuerpo. Exterioricé todo aquel placer como nunca lo había hecho. En otras circunstancias, Oscar, que tanto deseaba un trío, se hubiera lanzado a follárme, pero esta situación no la había propiciado él. Esta situación se salía de su entendimiento. Pensó…..”Su mujer no, ella no podía estar allí, ella no debía estar allí. Ella no podía disfrutar así, sin él no, no”.

  • Noooo…..Noooo……- Gritó Oscar.

Así es la vida. Él estaba allí, desnudo, con una chica a cada lado. Con su pene semi-erecto ya. Y yo también estaba allí, desnuda, con mis pezones como piedras, con una polla en el coño, otra polla en la boca y una lengua lamiendo todas las partes de mi cuerpo, y ninguna de las tres cosas eran suyas. Aquello no era un trío, era toda una orgía. Aquello había superado mis expectativas gracias a la aparición estelar de Andrés. Y su mujer, yo, estaba en esa orgía.  Y tenía cara de estar extasiada, disfrutando lo que nunca había disfrutado con él. Los celos, la rabia, y el macho que llevaba dentro no lo pudieron soportar. Salió de la habitación, se vistió, se marchó y allí quedo el desgarrado eco de su voz.

No me esperaba esa reacción de Oscar. Creí que gritaría, me insultaría, se pondría agresivo. Pero no, no hizo nada de eso. Su dolor fue mayor de lo que imaginé. Mi venganza se la serví fría, helada. Se lo merecía. Y ni me inmuté.

Después de tanto goce, en el cuerpo y en la mente, estaba relajada. Me despedí de mis nuevos amigos y me marché a casa. Allí estaba Oscar esperándome, estaba muy triste y  parecía abatido. Pensaba decirle que todo se había terminado. Que aquello había sido el fin. Pero no fue necesario. Por una vez, fuimos consecuentes con nuestros actos. Ya no había nada que decir.  Al verme entrar me miró directamente a los ojos.

  • ¿Cómo has podido hacerme esto? Has tirado a la mierda nuestra vida, te lo has cargado todo. Con lo que has hecho ni siquiera tenemos opción de darnos una oportunidad. ¡Me has traicionado!. Ya no queda nada.

  • No Oscar, yo no he tirado nada, yo sola no me lo he cargado.  No he hecho nada que no hayas hecho tu varias veces. Nuestro matrimonio te lo cargaste tú la primera vez que decidiste ser infiel. Como verás, nadie es más que nadie. Tú no tienes más privilegios que yo tan solo por ser hombre. Yo soy mujer y, como has visto, puedo hacer lo mismo que tu. Contigo y sin ti. Ya has podido darte cuenta en tus propias carnes que esto duele. Y duele mucho. No te he traicionado. Yo no. ¿Quedar?, si, puede que tengas razón, no queda nada.

En cuanto a darnos otra oportunidad……odio esa frase. Ni darnos….ni darte….ni darme. Las oportunidades no se dan, hay que ganárselas. Los dos hemos perdido. Como tú bien dices….Ya no queda nada, ni rescoldos que den calor.

Romymadrid.