El inesperado amigo de mi marido

Un amigo de mi marido vino a casa y como él no estaba me tocó entretenerle.

Lo malo de mi marido, es que conoce a mucha gente, cuando salimos a dar un paseo no andamos ni cuatro paso antes de que se pare a charlar con alguien. Uno de estos días, le paró un chico de su edad, hacía mucho tiempo que no se veían y yo no soy nadie para interrumpir ese reencuentro. Me acerqué un poco para que mi marido no me echara la bronca: "si vas conmigo, estas conmigo", y me presentó a su amigo que en cuestión de milésimas de segundo repasó mi cuerpo de arriba abajo varias veces y me miraba con interés; fue entonces cuando le cogí la mano a mi marido. Siguieron hablando, se intercambiaron los números de teléfono para quedar un día por ahí y tomar una copa; y como estábamos delante de la puerta de casa, mi marido le empezó a contar que habíamos comprado un piso y todo ese rollo y que si le apetecía subir a tomar un café. Su amigo, le dijo que había quedado, que pasaría en otro momento.

Al tiempo que continuábamos con nuestro paseo, le eché una pequeña bronca.

  • Pero tu qué piensas ¿llenarme la casa de desconocidos?

  • No, es un buen amigo, espera a tratar un poco con él, verás lo simpático que es.

Asentí como quien no quiere hacerlo y continuamos el paseo, hablando de nuestras cosas, e.t.c. Entramos en un bar a tomar algo y volvió a saludar a los conocidos que frecuentaban el bar.

Al fin de semana siguiente, le surgió una cosa que tenía que solucionar ese mismo día y mientras él fue a sus asuntos, yo me quedé en casa limpiando, fregando poniendo lavadoras para acabar pronto y salir a dar una vuelta con él. Al rato de irse me llama:

  • Escucha, que va a ir el chico que te presenté el otro día a casa. Le dije que no estaba en casa, pero que fuera y me esperara allí que yo no tardo.

  • Tío... no me hagas esto, ven pronto pero de verdad.

Me dijo que sí, que no tardaría más de media hora, pero no fue así. Total que yo seguí limpiando y pendiente de la lavadora, cuando ¡DINGDONG! Suena el timbre de mi casa: el amigo de mi marido había llegado. Le abrí la puerta, le indiqué el camino hasta el salón y allí lo deje, mientras yo seguía con mis cosas. Me remordía la conciencia, "a las visitas no hay que tratarlas así"; volví al salón y le ofrecí una cerveza, se la llevé y le puse unos polvorones por si quería comer alguno (yo quería quitarlos del medio).

Seguí a lo mío, ya casi lo tenía todo limpio: me faltaba fregar una habitación, la fregué y... me llama Victor, que así se llama el amigo de mi marido, y me dice que pare un poco y que le haga compañía, le dije que esperara un poco. La lavadora ya había acabado el centrifugado; me puse a tender la ropa cuando, por la puerta de la cocina aparece Victor que quería tirar el casco de la cerveza: "déjala por ahí encima que la tiro yo luego", continuaba con las pinzas tendiendo la ropa y de repente... noto unas manos que suben por mis piernas, que me acarician la cara interna de los muslos, unas manos cálidas y suaves que me estaban poniendo !uhi...! nerviosa, cachonda y con ganas de que mi marido no volviera.

Le dije que estuviera quieto, que mi marido estaba a punto de llegar y que mantuviera las distancias. Pareció que me hizo caso porque se separó, seguí tranquilamente a lo mío, ...cuando lo que noto son sus manos en mis pechos y como iban bajando hasta mi cintura, para apoyar las manos y acercarme a su cuerpo. Llegó a un punto en el que yo no aguantaba más, así que deje la ropa, entré en la cocina y le seguí el juego, jugaba con ganas. Me quité la bata que me pongo para hacer las tareas, mientras él seguía recorriendo minuciosamente cada centímetro de mi cuerpo con sus largos dedos.

Me miraba con ojos de deseo desenfrenado; abría la boca y me provocaba con su ágil lengua, cuando tuve la oportunidad dejé que nuestras lenguas se unieran para sentir lo que él me estaba proponiendo. Me volvió a coger de la cintura, me levantó y me sentó en la mesa; me subió el vestido, me separó las piernas y se quedó contemplando lo que veía; ese día llevaba un tanga negro, ya que mi marido y yo estábamos de celebración.

Mientras tocaba mi sexo, me lamía el cuello, me comía la oreja y me hacía chupar su dedo; yo con mis manos recorría su pecho, jugaba y lamía sus pezones erectos, seguía bajando hasta su sexo, el cual se estaba entonando a medida que mi mano se acercaba a él. Dejándose llevar por el instinto, me quita la blusa, me desabrocha el sujetador y se pone a mamar de mis pechos, cada vez con más y más fuerza ¡¡¡uf...!!! ¡¡¡uf...!!! me echo hacia atrás, se puso recto, me volvió a coger fuertemente por la cadera, me volvió a separar las piernas y... ¡¡¡ZAS!!! me la metió toda de dos empujones ¡¡¡GUAU...!!! qué placer me estaba proporcionando aquel hombre; empezó a bombear fuertemente, yo gemía, él suspiraba y continuaba ¡¡¡ZAS!!! ¡¡¡ZAS!!! ¡¡¡ZAS!!! ¡¡¡ZAS!!! antes de corrernos le pedí que se sentara en una silla, lo hizo; me senté encima de él y comencé a cabalgar sobe él: hacia delante, hacia atrás, adelante atrás, más rápido y más rápido... hasta que... llegamos al paraíso en cuestión de segundos.

Nos levantamos, nos vestimos, nos preparamos y fuimos a ver la tele. Al rato llega mi marido y me llama a parte.

  • Ves que bien os llevaís, tienes que darle una oportunidad a la gente.

  • Sí cariño, si yo te contará...

...y hasta el día de hoy no ha preguntado nada; sólo espero la próxima vez que tengamos la visita inesperada de Victor.

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Fdo: Venus77.