El huerto

Alina tiene que cuidar el huerto de su padre y recibe las visitas de un vecino

Alina había recibido el encargo de cuidar de los animales y el huerto de su padre mientras estaba de vacaciones. Manuel estaba trabajando desde casa y no podía ayudarla, por lo que una tarde dejó a su hija con él y se enfiló con el autobús hacia las tierras de cultivo.

Sacó el manojo de llaves y entró en la primera cancela, donde se desnudó y cambió de ropa por algo más sencillo y antiguo. Pasó su buen rato entre los animales poniéndoles comida y bebida. Cuando acabó el último recinto ya anochecía, volvió rápida a la primera cancela y se quitó la ropa sucia y mugrienta.

Estaba en bragas y sujetador cuando oyó ruido en la puerta y se asustó, tapándose como pudo y echando mano a un cuchillo.

-          ¿Pepe?- Se oyó a la par que se abría la puerta.- Venía a ver si tenías lechugas- Se cortó en seco.

Era Juan, un hortelano vecino de su padre. Rondaba los 50 años pero aún se conservaba bien por el trabajo en el campo, ella lo conocía desde hacía años

-          ¡Hola Alina! ¿No está tu padre?- Le preguntó. La miraba sin pudor, aunque la escena pareció impactarle.

-          No, está de vacaciones, ya me cambiaba para irme....- Insinuó, a ver si entendía que quería vestirse.

-          Vaya hija, estás echa toda una mujer ya- La miró de arriba abajo- Hace dos días estabas correteando por aquí con un palo y mira ahora...con esas tetas el palo lo llevo yo.- Dijo ni corto ni perezoso riéndose a carcajadas

-          Perdona Juan- Respondió ignorando esa impertinencia.- pero tengo prisa y me pillas en mal momento.

-          Nada nada, tú cámbiate que hay confianza, y así me alegro la vista.- Guiñó un ojo y cerró la puerta. El cobertizo sólo estaba iluminado por la tenue luz de una linterna

Alina no sabía qué hacer. Estaba nerviosa por el sitio alejado y solitario, y un tanto excitada por la situación. Se quedó parada unos segundos.

-          Ale chiquilla, no tengas miedo- Dijo acercándose a ella.- No muerdo. Espera que te ayudo. – Hizo que soltase el jersey sucio con el que se tapaba sin mucho impedimento- Vaya melones calzas nena, mejores que los que siembro. Y se ven bien duritos, aunque me dijo tu padre ya te habían preñado...-Le acarició los hombros y el canalillo, ella estaba muy quieta- Normal, con esas tetas si fuera tu novio te estaría jodiendo día y noche y ya te habría hecho veinte mozos.

-          Juan, por favor...- Intentó zafarse de él.

-          No me seas remilgada, que se te han puesto los pezones duritos.- Le metió la mano dentro del sujetador para comprobarlo.- Anda sé buena y dale una alegría a este anciano.- Le bajó los tirantes para tocarle bien las tetas colocándose tras ella y apoyando el bulto de su entrepierna contra el culo.

-          ¡Vale, ya está!- Alina se giró para ver si acababa aquello cuando viera de una vez por todas sus tetas.- Ya las has visto, ahora déjame que me cambie que mi marido me espera en casa- Se sintió bastante cachonda al exhibirse delante de aquel hombre

-          ¿Tanta prisa tienes? Si eres tan guarra como para enseñármelas lo serás también para que te las toque ¿no?

Juan se le acercó y le empezó a manosear las tetas. Ella intentaba quitarle las manos pero era un hombre fornido. Las tocaba con rudeza, le tiraba de los pezones, y empezaba a excitarse mucho. Él llevó las manos a su estómago y sin miramientos metió la zarpa hasta el coño.

-          Mmm que rico, con pelo no como las mozalbetas de ahora que parecen muñecas.- Sus dedos se metieron hondo en el coño haciéndola gemir, para después saManuel y olisquearlos.- ¡Qué coñito más rico tienes bebé, ya bien mojadito!

Alina le apartó de un empujón. “¡Para ya Juan! ¡Te estás pasando!” Gritó.

-          Si sólo estamos jugando cielo- Dijo dulcemente acariciándole las tetas- Llevo mucho tiempo divorciado y verte así, mostrando carne me ha puesto burro. Déjame tocarte un poquito más- Le volvió a meter mano en el coño

Lo dejó un par de minutos que se deleitase comiéndole las tetas y tocándole el coño, y aunque no fuera su tipo y le sacara un trecho de años, aquel hombre la estaba poniendo muy cachonda. Dejó que la fuera empujando hasta el mugriento sofá lleno de polvo,  trastos y ropa sucia del terreno, donde tropezó y cayó sentada. Juan no preguntó, le sacó las bragas y metió la cabeza para comérselo. Le chupaba el coño bastante bien, con ansia y desesperación, como si no hubiera tocado hembra en años.

-          Vaya, podrías lavarte el coño cerda que te huele a pescadilla.- Le metió dos dedos.- Ya le diré a tu padre que te compre jabón- La follaba con los dedos rápidamente. Bajó la cara de nuevo y siguió chupándoselo.- No te preocupes el tito Juan te lo va a dejar hoy limpito pero para la próxima me lo traes aseado

Se notaba que estaba muy cachondo y que llevaba tiempo con ganas de montárselo, porque lamía como un desesperado. Se enganchó al clítoris y le metía los dedos hasta el fondo, y sin quererlo en pocos minutos se revolvió en un intenso orgasmo derramando sus flujos en el sofá y en la cara del hombre.

-          Para no querer te has corrido como una zorra. ¿tu padre sabe que eres una putita?

-          ¡Deja ya de insultarme anda! ¡Sal de aquí que me voy ya!- Alina, agotada del orgasmo, cogió la ropa e intentó vestirse como pudo.

-          Eh eh, para chiquilla, ¿te vas a ir así, desagradecida, sin ni siquiera devolverme el favor?- Bajó la bragueta del pantalón lleno de tierra y se sacó la polla del calzoncillo. Era bastante pequeña y regordeta, parecida a una morcilla

-          Te hago una paja y cada cual por su camino ¿Vale?- Él asintió sonriendo.

Alina agarró aquella polla y la masajeó. Cuando la tuvo bien dura subía y bajaba la piel con rapidez. “Más suave chica, más suave”. Juan había dado unos pasos hacia adelante poniéndola cerca de la cara de Alina para que le pudiera hacer bien la paja. Ella usó la otra mano para masajearle los huevos “Así...así”. Le acarició la cara. “Dale un besito anda”

Dudó unos instantes antes de meterse el capullo gordo en la boca. Comparado con otras pollas que había comido aquella le entraba bien y podía metérsela hasta la base. Se la tragó dos veces más, Juan le agarró la cabeza metiéndosela lo más que pudo y soltó varios chorros de semen en la garganta dándole arcadas de asco. No contaba que se corriera tan rápido ni en su boca, cosa que detestaba.

-          Trágatelo, sí, así putita.....qué bien la comes.- Dijo antes de soltarla

-          ¡Serás cabrón!- Se separó y escupió lo que pudo al suelo

-          Anda no seas tan recatada que te ha gustado el bibe. Me voy que ya es muy tarde- Se metió la polla en el pantalón y se largó dejándola pasmada.

Alina se vistió, cerró todo con llave y volvió a casa sin contar nada a su novio.

Pasaron algunos días sin tener que volver al campo. Alina temía tener que volver sola y esperaba que su novio le acompañase. “Anda, por favor, vente, que me da cosa ir sola”

Manuel accedió y esta vez fueron los dos con el coche. Se repartieron las tareas para intentar acabar antes pero tocaba cambiar el agua pútrida a los bebederos de las gallinas, tarea encomendada a su novio por lo asquerosa y laboriosa que era. Ella se quedó en el cobertizo de la entrada colocando huevos y patatas que había recogido en la bolsa cuando de repente notó una mano en el culo.

-          ¿Qué tal chiquilla? No has venido estos días por aquí y tenía ganas de darte un poco de lechita, que el otro día te noté con ganas de macho

-          ¡Mejor será que te vayas, está mi novio aquí!

-          No mujer, está abajo y por lo que he visto tiene para rato. ¿No quieres jugar un poquito? Hoy sí traerás el chochito limpio ¿verdad? Porque aún me huele la cara a coño- Soltó metiéndole la mano por el pantalón y las bragas tocándoselo.

Ambos oyeron ruidos fuera. Manuel había subido a buscar algo.

-          Mierda de bebederos, no van la mitad. ¿Tu padre tenía aquí alambre no?- Se quedó parado al ver a Juan en la oscuridad

-          Cariño, es Juan, un amigo de mi padre. Venía a ver si teníamos huevos y patatas...- Disimuló Alina

-          Ok, lo que veas. Yo tardaré un ratillo.- Cuando se ponía a algo, lo demás poco le importaba.

-          Mejor vámonos a casa y mañana lo miras con calma. Se hace tarde y ya no se ve un carajo.

-          Unos minutos por favor. Déjame la linterna si veis bien ahí que yo estoy cegato.- Juan se la dio- ¡Gracias!

-          De nada hombre- respondió él metiendo la mano en el culo de Alina, ahora resguardado por una buena oscuridad y con el oído puesto en lo que hacía fuera Manuel

-          ¡Para coño que te va a ver!- Alina se agitó e intentó quitarse la mano del pantalón pero él era más fuerte y había conseguido llegar de nuevo al coño, ya empapado, y meterle un par de dedos.

-          Calla un rato niña que no paras de replicar- Le susurró al oído.- Echa un par de patatas a esa bolsa por si vuelve tu mozo que no se entere que andas chorreando.

Sin mucho tacto le bajó el pantalón dejando el culo al aire y metiéndole sus dedazos

-          Esto es una mierda, está roto por todos los lados. Voy a ponerle cinta- Manuel entró al cobertizo tanteando el armario- No sé cómo veis nada aquí dentro, saliros fuera.

-          Con los años te vuelves un poco búho.- Le contestó Juan sabiendo que la mesa tapaba lo que le estaba haciendo a Alina y sin parar de follarla con sus largos y gordos dedos le hablaba como si no pasara nada.- yo tuve que ir a la tienda a comprar bebederos nuevos, tardas menos que arreglándolos

-          De veras, déjalo para mañana y vámonos- Soltó Alina metiendo patatas en la bolsa disimulando

-          Mira, pues quizá acabe antes. En diez minutos vuelvo.- Manuel harto de rebuscar en el armario desistió e hizo caso a Juan. Por suerte tenía las llaves del coche en el bolsillo.

Alina oyó con pavor cómo su novio arrancaba el coche y se iba. Juan se puso tras ella y se agachó para lamerle el coño y culo.

-          Así me gusta chiquilla, el coño bien limpio aunque te chorrea cosa mala.- Volvió a chupárselo y a frotarle el clítoris.

-          ¡Eres un cerdo!- Le dijo medio gimiendo de placer y morbo.

-          Yo seré un cerdo pero el Pepe tiene una hija más puta que las gallinas.

Oyó cómo se bajaba la bragueta y notó en sus nalgas el calor de la polla. Alina estaba muy caliente y se dejó hacer pero Juan era un poco torpe y como la tenía más pequeña que las que solían follarla no atinaba a metérsela. Tuvo que echarse en la mesa y levantar el trasero para que pudiera llegar a la entrada. Juan manejaba su rabo hasta que la pudo colocar y con satisfacción se la metió.

Estuvo unos pocos minutos metiéndola y sacándola como un becerro agarrado a su culo y rápidamente se corrió.

-          Joder nena, si tuviera diez años menos te tomaba por esposa, ¡Qué coño tienes!

-          Venga, vete ya por favor.- Dijo Alina limpiándose con papel de cocina y subiéndose el pantalón.- Y esto se acabó

-          Ya veremos.- Respondió él saliendo del cobertizo cuando se oyó el coche de Manuel volver y aparcar en la entrada de tierra. – Ale mozo, me llevo un par de cosillas, me ha alegrado mucho ver a la zagala de Pepe tan mayor, cuídala mucho

-          ¡Encantado señor!- Le dijo Manuel saliendo del coche con los bebederos

Volvieron a casa como si nada y aquella noche, del calentón que llevaba, follaron como conejos. Su padre llamó y preguntó por los animales diciéndole que volvían el sábado, que si podía pasar el viernes a echarles de comer que estarían cansados y no podrían pasar. Aceptó a regañadientes.

Llegado el viernes Alina tuvo que bajar sola de nuevo, pero esta vez salió bastante antes para ver si podía evitar a Juan, aunque le empezaba a coger el gusto a que la tratase tan cerda. Dejó escaldando unas verduras para hacer un puré y cuando hirvieron siguió la ruta

Estaba en el recinto de las gallinas revisando los bebederos nuevos y rellenando alguno cuando volvió el pesado de turno y cogido a la valla la saludó.

-          ¿Qué tal chiquilla? ¿Hoy vienes solita no?

-          Sí, pero no tengo tiempo para tonterías

Él entró en el recinto apartando las gallinas con el pie y se le acercó.

-          Venga va, siempre dices lo mismo- La cogió de la mano para que dejase el bebedero.

-          Mi padre ya viene mañana, así que se acabó esta mierda, yo me voy ya a casa y en adelante se ocupará él.

-          Pues vamos a pasarlo bien una última vez ¿No?

-          ¡Te he dicho que pares! ¡Ya está!

Juan la acorraló contra el recinto de las gallinas ponedoras. Ella le esquivó y se fue hacia el cobertizo de la entrada, no sin cierto morbo de saber que seguro él la seguiría, y así fue.

-          ¿Te lo digo en otro idioma o qué? ¿Es que tengo que llamar a la policía?

-          Para ser tan puta no callas ni debajo del agua. ¡Déjate de remilgos que se te nota que quieres polla!

La cogió con ambas manos del culo y la subió a la mesa. Sin mucha dulzura que digamos le quitó el jersey que usaba para limpiar a los animales y le desabrochó el sujetador. Comenzó a tocarle las tetas y a comérselas, y le metía mano como un desesperado, quitándole las bambas llenas de mierda de gallina y los pantalones.

-          Seguro que tú y tu mozo habéis jodido aquí mil veces, se te ve muy suelta.

Bajó los besos y lametones al estómago y después a su entrepierna, oliéndole el coño encima de las bragas y pasando la lengua por los bordes donde resalían los pelos.

-          Joder chiquilla, como te huele el chochete,  si esperabas visita podrías haberte adecentado un poco ese matorral...- Le quitó las bragas y le abrió el coño con las manos.- Vaya coño tienes, se nota que te lo han jodido bien- Hundió la lengua en sus flujos y le dio un buen repaso

Alina aún sin quererlo se dejó hacer y empezó a gemir y a estrujarse las tetas disfrutando de la comida de coño. ¿Quién iba a negarse, aunque fuera un viejo salido? Dejó de comérselo cuando estaba a punto de correrse.

-          Si ya decía yo cuando empezaste a hacerte una moza, con esas tetas que calzas...-Metió dos dedos en el coño.- que la hija de éste acabaría siendo la más puta del pueblo....- Volvió a comérselo sin dejar de meterle mano.- Y poco me equivocaba.

Le había cogido el gusto a que le hablase con ese vocabulario tan soez. Juan lamía como un poseso, no muy bien pero sí con ganas. Metía sus dedos sin dejar de chupárselo, Alina se dejó llevar y le agarró la cabeza contra su entrepierna teniendo un delicioso orgasmo.

Juan se relamió el bigote mirándola, se sacó la polla y se le echó encima. Ella se revolvió para quitárselo y se bajó de la mesa.

-          ¿No me irás a dejar así?

-          Te la chupo y en paz, ¿Vale?

-          Prefiero joder un poco....- Se le abalanzó a besarla en los pechos pero ella se zafó, le parecía muy personal el sexo de cara, se dio la vuelta y recostada en la mesa le ofreció el trasero

-          Venga, rapidito- Le dijo, contando que solía acabar en poco.

Esta vez Alina le dejó acceso más fácil y Juan la pudo colocar y meterla bien. Entraba y salía sin darle mucho placer y ella no reaccionaba a las embestidas sino al dolor de los golpes contra la mesa. La estuvo follando pocos minutos y se corrió más fuera que dentro de ella.

-          ¿Qué pasa chiquilla? ¿No te ha gustado? Si es que tienes el coño muy cedido, cerda, te habrán dado polla cientos... o tu solita, que veo por aquí que tienes para darte gusto.- Sacó un calabacín de la olla- Amiga por eso te gusta tanto el huerto.

Alina se limpiaba con una servilleta cuando Juan la hizo subir una pierna a la mesa y a meter la cabeza entre sus piernas. Tenía el calabacín de unos 18cm en la mano, dejó de chupárselo para abrírselo y colocarlo en la entrada empapada y de un solo golpe meterle casi la mitad de la verdura.

-          ¡Pero qué haces cerdo!- Le increpó. Él le metía y sacaba el calabacín sin mucha dificultad.

-          Esto si te gusta ¿Eh putita?

La verdad que tener eso metido en el coño le daba bastante más placer que la pequeña polla de Juan y él lo supo solo con verle la cara de gusto. Gemía y chillaba, tanto placer le daba que se cogió de la rodilla para abrirse más. “Dale, más adentro” Pensaba pero no quería decirlo en voz alta. Juan sólo dejaba de follarla con la verdura para comerle el coño e insultarla.

-          Caldito el que tienes aquí abajo...-Decía- un buen caldito de verduras le vas a dar al tito Juan.

Con el calabacín en el coño éste siguió rebuscando en la olla para sacar una zanahoria. Le escupió en el culo y la apuntaló. Alina quería negarse pero ya le daba igual todo, en especial cuando comenzó a meterla.

-          Mmmm joder, más.- Se le escapó con toda la zanahoria dentro y el calabacín penetrándola

-          ¡Qué culito más rico calzas! ¡Me tienes otra vez a mil!- tenía la polla dura de nuevo, metió y sacó la zanahoria varias veces más y cuando se lo hubo dilatado la sacó del todo para poner la polla.- ¿también te revientan el culo putita?- Le susurró metiéndosela.- No respondas, si se ve que te lo parten a menudo.

Alina estaba a punto de correrse de nuevo a falta de un poco de estímulo. Quitó la mano de la rodilla para ponerla en su entrepierna, cogió el calabacín quitándoselo de la mano y se lo incrustó lo más que pudo a la vez que se frotaba el clítoris.

Juan al verse más libre la agarró de las caderas y la folló el culo lo más rápido que pudo.

-          ¡Así cabrón así! – Le chillaba. Se sintió muy llena con la polla dentro del culo, por pequeña que fuera, y ese enorme calabacín hasta el fondo. Sus dedos aceleraron las friegas al clítoris.- ¡Sigue que me corro!- Y estalló en el orgasmo más intenso que recordaba en tiempo, apretando el culo por la contracción del placer y haciendo que Juan se corriera también echándose sin fuerza encima de ella

-          Joder nena, hacía años que no me corría así.- Le besó la nuca.- Eres una putita de primera

Se la sacó del culo y por suerte se corrió con poca cantidad. Juan se la metió en el pantalón sin siquiera limpiársela, le dio un cachetazo y salió por la puerta despidiéndose.

-          Si algún día te aburres te vienes a visitarme a mi finca, ya con tu padre por aquí me da cosa darte polla- Dijo con sorna

Alina, deshecha de placer, se puso en pie y se sacó el calabacín del coño, mirándolo con pena. “Mierda, media hora hirviendo para hacer puré a la basura” Fue lo único que se le pasó por la cabeza antes de tirar las dos verduras a la papelera, vestirse e irse a casa.