El hotel rural
Un joven italiano, abandonado por su novia, acude a consolarse a un hotel de la sierra, lleno de parejas y lleno de sexo.
EL HOTEL RURAL
A pesar de que aun no era verano decidí adelantar las vacaciones. Necesitaba ya un mes para poder relajarme, desconectar de las rutinas y presiones diarias de mi trabajo. Hola, me llamo Andrea, tengo 28 años, soy Italiano pero vivo desde hace 10 años en España. Soy abogado, trabajo en un importante buffete de Madrid desde que acabé la carrera. Hace poco más de dos meses que lo he dejado con mi novia, por la que aún siento algo. No hubo terceras personas, la rutina diaria y el vernos tan poco a causa de nuestros trabajos ha terminado dinamitando la relación. Se veía venir. Así que ahora estoy solo en Madrid, sin amigos, sin novia, sin familia y con muchísimo trabajo. Es todo este cúmulo de cosas lo que me llevó a adelantar mis vacaciones de verano a la primavera.
Una tarde en el gimnasio escuché como dos personas hablaban de una casa rural en un pueblecito de la sierra que tenía muy buena pinta, alquilaban habitaciones y aunque el precio era más bien alto, por lo que escuché, me decidí a llamar y alquilar una habitación para un par de días. Yo solo.
Así que pedí las vacaciones, hice las maletas metiendo todas las cremas y potingues que nos "obligan" a consumir para ser "metrosexuales", cogí mi BMW y me fui directo a la sierra.
Tras dos horas conduciendo llegué al destino. Mas que una casa rural aquello era un hotel rural. Hecho de piedra, con grandes balcones y puertas antiguas de madera el hotel estaba rodeado de abundante vegetación y muy cercano a un gran lago donde habían, encalladas, varias lanchas a motor.
Aparqué el coche junto a otros que habían aparcados. Hacía calor, demasiado para estar en Abril, así que antes de entrar me hice una coleta en el pelo, para ir más fresco. Cogí la maleta y entre al hotel. En la recepción había una señora o señorita morena que arreglaba un centro de flores, estaba de espaldas y antes de decir nada me quedé observándola. Llevaba unos vaqueros bastante ajustados que marcaban y resaltaban un trasero, grande pero con una forma redonda muy apetitosa. Fue entonces cuando me acorde de mi ex y del tiempo que llevaba sin sexo. Antes de que se diera la vuelta y me viera pasmado observando su culo decidí toser para que se girará. Y así lo hice.
Se dio la vuelta y pude constatar lo que ya me imaginaba, era una mujer preciosa. Tendría en torno a los 35 años, era morena, con el pelo ondulado y ligeramente húmedo. Tenía unos ojos marrones grandes, la piel morena y los labios bien pintados de rojo y muy, muy carnosos. Tenía una buena figura, aunque lo intenté no pude percibir las características exactas de su pecho, la blusa blanca era demasiado amplia, solo supe que eran grandes y que me moría de ganas de verlos.
Me dio la bienvenida al hotel, firme los papeles y me dio la llave. En un intento por ver si se animaba a acompañarme hasta la habitación, para poder disfrutar un rato más de su cuerpo, le pregunte si era muy difícil llegar a ella, me contestó que no y lejos de venir ella a acompañarme llamó a su compañero, un chico joven, de unos 23 años, rubio con el pelo corto y bastante alto. Por la ropa que llevaba parecía el jardinero. Fue él el que me acompañó. Puede constatar, por el cruce de miradas, que entre el jardinero y la recepcionista, que también era la dueña del hotel, había algo más que una simple relación laboral, es lo que tiene ser abogado, que te fijas en cada detalle, por pequeño que sea.
El chico, Javier, me preguntó por el camino si había venido solo. Le conté muy por encima lo de mi novia y lo cansado que estaba del trabajo y que necesitaba descansar. Cuando llegamos a la habitación, le di la correspondiente propina.
La habitación era enorme, estaba en el primer piso, el hotel tenía tres plantas. Estaba decorada rústicamente y tenía unos grandes ventanales que daban a una enorme terraza con vistas al lago. Aproveché que hacía calor para desnudarme, llenarme de crema bronceadora y tumbarme al sol en la terraza. Me quede dormido, soñé con la dueña del hotel y la escena que se había quedado clavada en mi memoria cuando llegué al hotel. Le follaba salvajemente en la misma recepción del hotel, ella estaba pegada a la pared de piedra y mientras le envestía nos fundíamos en un apasionado y excesivamente salvaje beso, jugando con nuestras lenguas y lanzándonos constantes miradas de deseo. Cuando desperté, el sol se estaba ocultando y yo tenía una tremenda erección que no dude en aprovechar masturbándome lentamente junto a la suave brisa que refrescaba el ambiente de aquel primer atardecer en el hotel. Por culpa del trabajo había olvidado el inmenso placer de la masturbación, de la auto satisfacción, al fin y al cabo nadie conoce mejor que uno mismo su cuerpo. Me vino a la mente mi primera paja a los 13 años, junto a unos amigos y con un recorte de una revista porno que nos habíamos encontrado.
Tras una ducha, por cierto el baño era compartido, y tras aplicarme todo el repertorio de cremas hidratantes, exfoliantes, tonificantes y demás baje a cenar. Según me dijo la dueña, cenábamos todos los huéspedes juntos. Parece que bajé muy pronto porque allí no había nadie. Bueno si que había alguien, estaba la dueña junto al jardinero, Javier en la recepción. Este la tenía cogida por la cintura y de vez en cuando la apretaba junto a el y le daba un beso rápido. Cuando me vieron se separaron y me ofertaron sentarme en un salón que había junto a la recepción. Me senté en uno de los sillones a esperar. Ya había anochecido y por las ventanas no se veía nada. Pasaron un par de minutos y llegó Javier con un par de cervezas. Estuvimos hablando hasta que bajaron el resto de huéspedes. Me preguntó sobre mi trabajo, mi vida en Madrid y le conté con más detalle el por qué lo había dejado con mi novia después de tantos años. El chico parecía bastante interesado en lo que le contaba. No se explicaba como desde que lo había dejado con mi novia no había tenido otra relación, ni siquiera sexual, sobretodo con el físico que tenía. Si el se había atrevido a indagar tanto sobre mi vida yo no iba a ser menos y como buen abogado inicié un interrogatorio. Pude averiguar que llevaba trabajando allí cerca de un año, que efectivamente se encargaba de la jardinería y del mantenimiento y por la sonrisa que puso, aunque no contestó, también averigüé que tenía una relación, aunque solo fuera sexual, con la dueña del hotel. La conversación se fue calentando y tras tres cervezas me atreví a decirle que su jefa estaba muy buena y que era un privilegiado si podía follarsela cada noche.
La conversación terminó cuando bajaron los primeros huéspedes. Era una pareja más o menos de mi edad 28-30 años. Ella era pelirroja y tenía el pelo muy corto. Era delgada, aunque no excesivamente, algo ancha de caderas y con unas tetas pequeñas pero duras y firmes ya que las llevaba sin sujetador, marcándose dos pequeños pezones en la camiseta de tirantes blanca. Él era negro, muy alto, sobre los dos metros, sin pelo y con unas gafas de pasta rojas que contrastaban mucho con el negro de su piel. Era un tipo muy musculoso que dejó en ridículo mis bíceps, de los que tan orgulloso estaba yo. Bajaban por la escalera riéndose y cuchicheándose cosas al oido. Ella lo llevaba cogido por el culo - ¿a qué tiene morbo la pelirroja?- me susurró Javier. Respondí afirmativamente aunque yo últimamente veía morbo en cualquier persona. Esta no se va de aquí hasta que yo la haya probado-, siguió Javi. Le miré sorprendido sin contestar pues estaban ya al lado nuestra.
Nos presentaron, se llamaban Alexis y Mónica.
Se sentaron con nosotros ha tomar algo mientras llegaban los demás. Teniéndola tan cerca de Mónica pude apreciar que aunque no tenía un cuerpo de escándalo si tenía un punto de morbo, pero mis miradas se dirigían inconscientemente a la recepción.
No tardaron en bajar el resto de huéspedes, eran 3 parejas. Me sorprendió que una de las parejas fuera muy joven, unos cinco o seis años menos que yo, la chica era un autentico bombón, rubia, alta, con un culito pequeño, redondo y carnoso que se marcaba perfectamente en un pantalón blanco bien ajustado del que sobresalía por su parte de arriba el comienzo de un tanga rosa. Con una cintura de avispa de la parte superior sobresalian dos tetas de tamaño medio, como dos melocotones, bastante separadas pero exageradamente redondas. Se acercó a darme un beso para presentarse, fue un beso que duró más de lo que suele durar un beso de cortesía y se pegó a mi tanto que pude notar su pecho, duro, junto a mi pecho. Me dijo que iba muy elegante y que era muy guapo, busque con la mirada a su pareja para ver si le había molestado sus elogios hacía mi pero me di cuenta de que no estaba atento ya que había comenzado a hablar con Javier.
La verdad es que me di cuenta que Elena, así se llamaba la joven, tenía razón, me había puesto una ropa que desentonaba con la informalidad del momento. Llevaba un vaquero con una camisa blanca y una chaqueta negra. Opté por quitarme la chaqueta, sacar la camisa por fuera y quitarme la coleta dejando suelto el pelo.
La siguiente de las parejas eran un hombre de unos 50 años, que se mantenía muy bien y parecía más joven y una chica de la que después supe que era Brasileña (aunque desde un principio por su magnífico culo lo intuía). Ella no tendría más de 30 años. De piel morena, ojos negros y pelo moreno rizado, tenía un pecho extremadamente grande que se mostraba casi completo por un enorme escote. Además de un culo grande, pero a primera vista bien duro, en los pantalones azules ajutados también se marcaban, pero por la parte delantera, los labios de un apetitoso chochito. También nos presentamos. La chica se llamaba Daniela y él era Andrés. Tuve la mala suerte de que Daniela no se acercó a darme un beso.
La última de las parejas era una pareja gay, de mi misma edad. Me enteré que eran profesores de derecho de la misma universidad en la que yo impartía charlas de la misma materia un par de veces al mes.
Enseguida me di cuenta que era el único que estaba fuera de lugar allí, sin pareja, era yo, aunque por las miradas que Elena, la chica joven, me seguía lanzando supe que mi soledad iba a durar poco, sintiéndolo mucho por su novio.
Pasamos al comedor a cenar. Nos sentamos todos en una misma mesa, incluida la dueña, que por cierto se llamaba Carmen, y Javier, el jardinero. La conversación giró entorno a mi. A todos les sorprendía que estuviera allí solo. La conversación derivó hacia las relaciones de pareja, lo complicadas que son... Se hizo tarde y cada uno se fue para su habitación. Solo Carmen y Javier se quedaron en el comedor recogiendo todo.
En mi habitación hacía excesivo calor así que me quede solo con los calzoncillos, aun así seguía haciendo calor por lo que tuve que bajar a decirle a Carmen que la bajara un poco. Iba a vestirme para bajar pero decidí bajar solo con los calzoncillos y una pequeña camiseta de tirantes de la que usaba en el gimnasio. Me apetecía que Carmen me viera así. Baje al mostrador silenciosamente para no despertar a nadie aunque supongo que la gente no estaría precisamente durmiendo. No vi a nadie así que pasé detrás del mostrador. Carmen estaba agachada debajo del mostrador recogiendo algo.
De nuevo tenía su culo delante mía, en una posición inmejorable. Al darse la vuelta se asustó al verme y yo me asusté también al ver la erección que tenía y que se veía perfectamente. Le dije, tartamudeando, que si podía bajar la calefacción un poco. Me preguntó, con la mirada clavada en mi paquete, que si tenía calor. Le contesté que más que calor lo que estaba era muy caliente. Se sonrió y se puso algo colorada. Cuando me iba a dar la vuelta para irme, ella seguía agachada debajo del mostrador, me cogió de la pierna, me acercó aun más a ella y empezó a acariciarme la verga por encima de los calzoncillos. Entonces fui yo el que reaccioné, me baje de golpe los slips, cogi la polla y la metí en su boca que ya estaba abierta esperándola. Notaba los labios carnosos recorriendo de arriba abajo la verga mientras su lengua jugaba con mi glande muy húmedo a causa de su saliba. Dejé que ella llevara el ritmo de la mamada, cogiendome por el culo con ambas manos. Era incrible que le cogiera casi entera la verga en la boca, tuve que controlar al menos un par de veces el ritmo para no correrme tan rápido. No podía controlar los gemidos y tenía la respiración entrecortada, aquella tía me estaba haciendo la mejor mamada de mi vida. Unos cinco minutos más tarde se puso de pie, poco a poco, pasando la lengua por mi abdomen y pecho hasta llegar a la boca, donde nos fundimos en un largo beso mientras permanecíamos abrazados golpeando y pellizcanado fuertemente su culo. Como pude, aun besándonos, le baje los vaqueros y mi mano pasó directamente a su chochito. Empecé a acariciarlo suavemente desviando mis manos de vez en cuando a sus muslos e ingles empapados por sus fluidos. Poco a poco fui introduciendo un dedo, luego dos, todo muy suavemente. Solo separábamos nuestras bocas para que ella soltara un largo gemido y yo me llevara a la boca los dedos para disfrutar de los deliciosos fluidos de su vagina.
Me tumbé en el suelo y ella se puso encima mia. Mi verga entró rapidamente y sin esfuerzo en su chochito y empezamos a follar salvajemente, jadeando los dos, y con sus grandes tetas, algo caidas, balanceándose sobre mi cara, era una pena que mi boca no llegaran a ellas. A parte de los jadeos y de la respiración entrecortada se escuchaban los chasquidos de mis huevos depilados sobre su coñito, señal inequívoca de que toda mi polla estaba dentro. Cuando se corrió me cogió del pelo y tiró fuerte, mordiéndose el labio. Quiso que yo me corriera sobre sus tetas, así que se tumbo boca arriba, yo me senté en su abdomen, puse mi polla, a punto de reventar, entre sus grandes pechos, los junto y apretó fuertemente y con un par de movimientos de arriba hacia abajo terminé corriéndome, empapando sus tetas y llegando incluso hasta su barabilla.
Terminamos los dos tumbados, yo encima de ella, dejando caer mi polla ya fláccida sobre su aun húmedo coñito y de nuevo besándonos, esta vez más relajadamente. Nos dimos las buenas noches y sin vestirme subí a la habitación, deseando tener el segundo encuentro con Carmen.
Ni que decir tiene que dormí como hacía tiempo que no dormía. Aún así, a las 7 de la mañana, más o menos, empezaron a entrar los primeros rayos de sol por la gran ventana de la habitación. Ya sin sueño, me levanté, salí a la terraza y empecé a hacer unas abdominales con la suave y aun fresca brisa de la mañana. Sin prisa salí de la habitación con la toalla, las cremas etc...para darme una ducha antes de bajar a desayunar. El baño, que era compartido, era muy grande y en ese momento tuve la suerte de que estuviera desocupado y no tuve que hacer cola.
Estaba en la ducha cuando escuché que alguien abrió la puerta del baño. Supuse que al ver que había alguien en la ducha se habrían salido pero no fue así. Al rato cuando fui a coger la toalla vi que estaba Elena desnuda sentada en el taburete. Sin poder reaccionar, embobado con su cuerpo me dijo que no tuviera prisa que ella esperaba. Así que salí de la ducha desnudo y empecé a secarme haciendo como si no me importara que estuviera allí. Ella seguía mirando y cuando yo le miraba a ella se sonreía. Aun desnudo me era cada vez más difícil evitar la erección. Justamente aquel día opté por ponerme un tanga que me había regalado mi ex porque decía que tenía un gran culo y con el tanga quedaba mejor marcado en los pantalones vaqueros, lo cual no iba a disimular mucho mi verga cada vez más gorda.
Me dijo que le gustaba que llevara depilado el paquete. Con una media sonrisa le dije que justo hoy tocaba pegarle un repaso porque ya empezaban a salir de nuevo los pelos. Me pidió que le dejara a ella depilarme. Me senté al borde de la ducha, ella se puso de rodillas y comenzó a untarme la espuma de afeitar por los huevos y por la verga completamente tiesa. Pasaba suavemente la cuchilla, le dije que dejara un poco de pelo justo encima de la polla pero no me hizo caso y me quitó hasta el último pelo de la zona. Yo solamente pensaba en cogerle la cabeza y pegarla a la polla, pero pensé que sería mejor que fuera ella la que decidiera lo que quería hacer conmigo. Fui a coger una toalla para quitar los pocos restos de espuma que quedaban pero ella se adelantó y comenzó a pasar la lengua eliminando todo los restos. Aquello me puso los pelos de punta.
Me dijo que me pusiera de pie para ver que tal había quedado. Me di una vuelta en plan "modelo" y se empezó a reir. De repente nos quedamos en silencio, se puso de pie y me puso de espaldas a la pared con las manos en alto. Me acarició la espalda y bajó hasta el culo en el que empezó a pegar pequeños mordiscos alternados con algún que otro beso, pero yo me moría de ganas de probar su cuerpo, su culito tan pequeño pero tan redondo y carnoso y su pecho firme y duro. Así que me di la vuelta, le puse a ella contra la pared, separé sus nalgas lo que me dio la expléndida visión de un agujerito pequeño, que parecía que aun estaba intacto, pensé que me costaría meter la polla en aquel lugar por lo que opte por empezar metiendo un dedo lubricado con mi propia saliva y luego dos. Pero no fue así, no me costó nada meterla, su culo se fue dilatando rapidamente conforme la verga hacia presión sobre tan cerrado agujero hasta que entró toda entera. Reconozco que al principio le envestía salvajemente, clavándole la polla a gran velocidad y con demasiada fuerza, los suaves gemidos pasaron a ser pequeños gritos de placer, pero cuando bajé un poco el ritmo y empecé a follarla más suave, ella me exigió más velocidad y más dureza. Al cabo del rato cambió la postura, agachándose un poco más y haciéndome por tanto más facil y más rápida la penetración ya que la pude coger por la cintura y marcar yo los movimientos.
Acabamos sudando así que nos dimos de nuevo una ducha, esta vez los dos juntos, con constantes toqueteos. Nos enjabonábamos mutuamente, deteniéndose ella sobre todo en mi culo, que al parecer le había gustado, y mucho. Yo sobretodo enjabonaba sus pechos, comprobando así de primera mano su extraordinaria dureza. De vez en cuando se escapaba algún lengüetazo sobre sus firmes pezones. Le ayude a vestirse, entreteniéndome sobretodo en ponerle el tanga y el sujetador. Cuando acabó salió del baño y yo empecé a afeitarme y a ponerme todas las cremas y demás...
Cuando baje al comedor me esperaba un desayuno muy completo. Como si supieran que me hacía falta después de las energías que había gastado y no solo por las abdominales. Me era difícil mirar a Carmen, que estaba muy provocativa aquella mañana, y a Elena extremadamente guapa después de lo que habíamos hecho, pero aun me parecía más difícil mirar a Javi, el jardinero, y a Toni el novio de Elena. El desayuno fue muy distendido aunque me cortaban aunque también me excitaban las constantes miradas de Carmen y Elena como pidiendo una segunda vez, que yo por supuesto estaba dispuestos a darles. Ir a aquel hotel había sido la mejor idea de mi vida.
Después de desayunar cogí un libro, la última novela de Perez Reverte, me puse el bañador y me fui al solarium a leer un rato. Estaba yo solo. Debí de estar un par de horas leyendo hasta que me cansé y me asomé al balcón a disfrutar del paisaje. El solarium estaba orientado hacia la parte de atrás del hotel, donde habían unos jardines muy bien cuidados y con frondosa vegetación. Me pareció oir las voces de Javi, el jardinero y Toni, el novio de Elena, entre las plantas. Me disponía a saludarles cuando escuche la voz de una chica. Por el acento era indiscutible que era Daniela, la chica brasileña huésped también del hotel.
Me decidí a bajar para charlar un rato con ellos, pero cuando bajé me encontré con una escena distinta a la que me imaginaba, estaban echando un polvo impresionante. Me quede medio escondido detrás de un arbol a 10 metros más o menos de ellos. Sobre una tumbona de playa estaba Toni que tenia toda la verga dentro del peludo coñito de Daniella. Esta se movía agitadamente, haciendo movimientos circulares mientras que Javi, de pie se la follaba por la boca. Daniella no daba abasto, apenas podía respirar pues Javi no sacaba ni un segundo su polla de la boca. Era una estampa increíble ver aquel inmenso par de tetas morenas y con dos pezones gordos y casi negros moviéndose alocadamente de un lado a otro. Cuando Javi se cansó de que Daniella se la comiera se lanzó hacia sus tetas, metió la cabeza justo en medio de ellas y empezó a chuparlas y besarlas ansiosamente. El polvazo terminó con la mejor postura, Daniela, aun encima de Toni y follandoselo asalvajadamente se recostó sobre el cuerpo de este dejando visible su culazo que no tardó en ser tapado por Javi que la envistió y de un solo golpe se la clavó por el culo hasta el fondo. El primero en correrse, a juzgar por el gemido que soltó, fue Toni que permaneció en la misma postura y con la verga dentro de Daniela durante un rato largo. Después fue Javi que tras sacarla de aquel maginifico culazo y tras dos movimientos con la mano sobre su polla se corrió sobre el culo de Daniela. A juzgar por lo visto Daniela también tuvo que correrse varias veces durante el polvo.
Cuando acabaron Daniela se fue para un lado y Toni y Javi se quedaron hablando y riéndose un rato aun desnudos. Yo llevaba el bañador completamente empapado y tenía un calentón impresionante. Me acerqué a ellos como si no supiera nada pero ni se inmutaron. Al parecer me habían pillado mirando pues me dijeron que si me la quería follar tendría que pagar al igual que habián hecho ellos. Daniella era puta. De momento me iban demasiado bien las cosas como para tener que pagar por un polvo...aunque no se si me resistiría a no probar aquellas tetas.
El día transcurrió tranquilamente. Comí solamente junto a la pareja gay, Nacho y Manu, pues todos los demás habían ido a hacer excursiones y senderismo por la sierra y Carmen y Javi estaban trabajando y comieron más tarde. Por la tarde estuve en la piscina nadando un rato y en el jacuzzi. No entré en la sauna, cosa que suelo hacer muy a menudo en mi gimnasio, porque estaba ocupada por Nacho y Manu haciendo lo que al parecer se hacía en ese hotel a todas horas, follar.
Cenamos todos juntos y nos contamos todo lo que habíamos hecho durante del día. Bueno, todo todo, no...Como la noche anterior no tardamos mucho en subirnos a las habitaciones. Una vez allí hice el intento varias veces de bajar a buscar a Carmen con alguna excusa. Aquella noche no la encontré, no debía estar en el hotel. Salí al balcón de mi habitación a fumarme un pitillo. La habitación de al lado estaba encendida y disimuladamente me asomé (los balcones de cada habitación estaban separados por un pequeño muro) a ver quienes estaban allí. Era la habitación de Alexis y Monica, os lo recuerdo, la pelirroja y el negro. Como no podía ser de otra manera estaban follando, pude comprobar que el mito de que los negros tienen unas vergas descomunales no es un mito, es una realidad. Además de ser muy musculoso tenia un tranca bestial que contrastaba con la aparente fragilidad del cuerpo de Mónica, y digo aparente porque Monica estaba aguantando con una espléndida sonrisa las brutales envestidas que le daba su marido y su enorme verga. Cuando aparté la mirada de la ventana me asusté al ver a alguien en el balcón de estos. Era Javi, estaba sentado en una silla, mirando la escena que había dentro de la habitación, mordiéndose el labio y pasando su mano por encima del mono de trabajo acariciando con cierta fuerza su verga.
Me dijo que si buscaba a Carmen, esa noche no estaba. Sabía que habíamos follado la noche anterior y no parecía importarle. Me invitó a pasar al balcon de Alexis y Mónica. Me dijo que pasará, que teniamos permiso y a ellos no les importaba que les vieramos, así que no teniendo nada mejor que hacer cogí una silla y me senté al lado de el mirando por el gran ventanal el polvazo que estanan echando. No tardó mucho en sacarse la polla del mono de trabajo, por cierto más corta que la mia aunque bastante más gorda, y empezar a meneársela. Decidí hacer lo mismo y aliviar el calentón que estaba arrastrando desde que por la mañana les había visto follando con Daniella. Me pegué una buena paja que me dejó muy relajado y me despedí de Javi que seguía en el silencio de la noche meneándosela a gran velocidad.
La mañana siguiente transcurrió como siempre. La verdad es que los dos días que llevaba en el hotel me habían servido para olvidarme de las tensiones del trabajo y también para olvidarme de mi ex. Tras una ducha, esta vez solo, baje a desayunar, leí los periódicos del día y me fui a andar por los alrededores. La temperatura seguía siendo, como en días anteriores, muy cálida así que me quité la camiseta y empecé a dar un paseo hacia el lago. Era un lago bastante grande, con aguas casi cristalinas y rodeado por verdes pinos salvo por el lado del embarcadero. El silencio era total, solo se escuchaba el piar de los pájaros que anidaban en los pinos. Desde pequeño me gustaba tirar piedras en los lagos y en la playa y llegar lo más lejos que pudiera. Estuve más de quince minutos lanzando con todas mis fuerzas, tanto que empecé a sudar y decidí darme un baño. Me desnudé dejando la ropa amontonada en la orilla del lago. El agua estaba congelada pero me propuse aguantar un buen rato, tenía la piel de gallina, los pezones se me arrugaron y por que no decirlo, la polla se me quedó del tamaño del dedo pulgar. Nadaba para entrar en calor hasta que escuché una voz que enseguida reconocí como la de Daniella, la brasileña. Tenia toda mi ropa en la mano.
Si quieres la ropa tendrás que salir a por ella me gritó desde la orilla.
Realmente no me importaba que me viera desnudo, lo que si que me importaba es que me viera con la verga en tal estado de encogimiento.
No le di más vueltas y salí.
Pues aquí estoy y no te fies del tamaño que ves, que el agua estaba congelada.
Yo podría hacer algo porque aumentara de tamaño.
Y yo me dejo que me hagas lo que quieras, pero que sepas que no te pienso pagar ni un euro.
Y ¿quién ha hablado de pagar?
Se de sobra que a Javi y Toni les cobrastes por aquel polvo de ayer.
A ellos si, pero a ti no...digamos que me gustas...
Mientras manteníamos aquella conversación yo no hacía más que estirar con la mano la verga hacia abajo y pensar en el polvo que había echado ayer Daniella con Toni y Javi, pero nada, aquello apenas aumento un centímetro, aun tenía un frio espantoso.
Daniella me hizo tumbarme en el suelo boca arriba. Llevaba unas mayas moradas muy ajustadas que marcaban su delicioso culazo brasileño. Se subió el top que llevaba dejando totalmente al aire unos pechos impresionantes. Se sentó encima de mi verga y comenzó a agitarse, primero más despacio y aumentando el ritmo. Las manos se me fueron directas a sus tetas y empecé a jugar con ellas y balancearlas. La verdad es que el roce de su culo sobre mi polla le hizo reaccionar y ponerse tan dura como en otras ocasiones, aunque el roce con la tela de las mayas era algo molesto así que con las manos tiré fuerte de la costura de estas y conseguí abrir un agujero justo en el culo. Le metí de un solo golpe la polla y comenzó a cabalgar sobre mi salvajemente, gritando y rompiendo el silencio del lugar. Tenía un culo muy prieto, la presión que notaba sobre la polla era tremenda. Sabía controlar el ritmo perfectamente, descansando a ratos con la única finalidad de que aguantara un poco más.
Eres un cabrón...tienes la polla enorme... decía entre pequeños gritos de placer
Ya te dije que no te fiaras del tamaño...el agua estaba muy fría le dije mientras seguiamos follado agitadamente.
Y además estas buenísimo...vaya cuerpazo...no has pensado alguna vez dejar tu profesión y pasarme a la mía...
Pues no, estoy muy a gusto con lo que hago...Por cierto vaya culazo que tienes puta...¿te importa que te llamé así?- hizo un gesto indicando que no- me va a reventar la polla dentro de tu culo.
Todos me dicen lo mismo...
Seguro que todos se vuelven locos follandote bien el culazo...la de veces que se habrán corrido dentro de él, zorrita...
Si pero a los demás les cobro por correrse dentro de mi culo, entre mis tetas, en la boca...
Se agachó para darme un beso en la boca y al inclinarse se salió la verga de su culo. Rápidamente volví a encaminar hacia dentro los 19 centímetros de carne.
Se que soy un privilegiado, pero tu también eres una privilegiada de poder follar conmigo...
Mientras hablábamos y le perforaba el culo no paraba de jugar con sus enormes tetas.
Escuché pasos pero no sabía quien venía. Daniella se sonrió.
¿quién viene?- le pregunté con la respiración entrecortada y entre constantes jadeos.
Cuando fue a contestar escuché detrás de mi la voz de Carmen, solo dijo hola y sin poder girarme vi como su ropa me caía al lado de la cara, salvo un tanga negro que cayó sobre mi nariz y boca. Desprendía un olor delicioso...Se puso de pie con las piernas abiertas a ambos lados de mi cuerpo, yo aun permanecía tumbado. Tenía justo encima de mi el delicioso chochito de Carmen, que parecía estar bien húmedo.
Daniella seguía encima de mi, Carmen acercó su coñito humedo a la boca de Daniella y esta sumergió su cara entre los muslos de Carmen, tomándose sus jugos y jugando con la lengua entre los carnosos y sonrosados labios de aquel chochito.
No me podía creer lo que estaba viendo. Estaba apunto de correrme pero tenía que aguantar un poco más, así que saque la polla del culo de Daniella y descansé un poco observando la excitante estampa que tenía sobre mi cabeza.
Pasado un rato seguía atrapado bajo daniella y Carmen y viendo que no me hacían caso volví a meter la polla en el culo de la brasileña. Esta vez le pilló por sorpresa y soltó un escandaloso grito. Esta vez fui yo quien marcó el ritmo levantando mi culo del suelo en cada envestida para llegar bien hasta el fondo de su trasero. A la misma vez y cogiendo a Carmen de los muslos le "obligué" a sentarse sobre mi cara , quedando su chochito justo encima de mi boca. Mi lengua empezó a jugar dentro de él.
Los tres gemíamos hasta que acabé corriéndome en el culo de Daniella y casi a la misma vez Carmen también se corrió, llenándome la cara de sus deliciosos fluidos. A Daniella le bastaron sus dedos, que desde hacía rato jugaban en su depilado chochito, para correrse...
Nos dimos un baño en el lago y fuimos para el hotel. Aquella fue mi última noche allí, pero mi relación con tres de las mujeres que compartieron conmigo aquellos dos días, no terminó con mi marcha del hotel, ni tampoco mi relación con dos de los hombres...¿con cúales?... La historia continuó en Madrid pero eso será objeto de otro relato.
Autor: ToniR.
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