El hotel del sexo
Una pareja acude a un hotel que podría llamarse "Paraíso" en vez de "Eros": todo está permitido, todo es libre, todo con respeto, todo con pasión...
Mi mujer, Marta, siempre había sido reacia a practicar sexo fuera de la pareja, en cambio yo no, y aunque me costó bastante hacerla partícipe de mis deseos, un buen día conseguí convencerla para disfrutar con terceras personas y sacarle todo el jugo a esa maravilla que es el intercambio de parejas. Algunos creen que esto debilita la estabilidad matrimonial, pero tanto yo como Marta hemos descubierto que no es así, pues nos queremos muchísimo y disfrutamos tanto haciendo el amor nosotros dos, como el hecho de vernos mutuamente felices en la cama con otra persona.
Marta tiene 28 años muy bien puestos, pues aunque no sea una mujer 10, tiene un cuerpo bastante bien formado, es algo bajita, con 1,60 de altura, una cintura estrecha, un culo muy bonito y las tetas más bien pequeñitas pero redondas con unos pezones pequeños y oscuros. Lo más bonito es su cara, con unos lindos ojos negros, naricita respingona y un pelo muy moreno y rizado. Su piel es muy suave y morena, casi se podía decir que es mulata. Su coñito es precioso, siempre lo lleva recortadito con un pequeñito triángulo, que me encanta comerme.
Tras conocer a varias parejas con las que hemos venido manteniendo una serie de sesiones de sexo, conocimos a Montse y Tomás que nos informaron sobre la existencia de un hotel en la costa levantina, llamado HOTEL EROS, en el que el sexo se practicaba con total libertad. No me lo pensé mucho y tras convencer a Marta viajamos hasta allá.
El hotel en cuestión estaba situado en una pequeña isla a la que solo se podía acceder en barco y todo el complejo turístico pertenecía al hotel. Tras recoger nuestro equipaje, dos hombres y una mujer bastante atractivos y completamente desnudos nos recibieron, se trataba de dos médicos y una enfermera, nos llevaron hasta una sala que hacía las veces de enfermería. Nos invitaron a desnudarnos y a continuación nos hicieron un chequeo médico completo. La enfermera era morena y con un cuerpo bastante bien formado y los hombres bastante musculosos. Lo más importante para ellos naturalmente era que no tuviésemos ninguna enfermedad venérea ni nada parecido. Tras efectuar todos sus análisis y exploraciones tanto a Marta como a mí, los resultados fueron óptimos y a partir de ahí pudimos disfrutar plenamente de nuestra estancia en aquella isla.
Todo el personal que trabaja en el hotel se diferenciaba de los turistas en que llevaban una pajarita roja en el cuello. Todos ellos bastante bien escogidos, pues eran muy guapos y con unos bonitos cuerpos, tanto ellos como ellas. Una preciosa recepcionista, rubia y con un tipo de infarto y dos tetas enormes, que además era muy simpática, nos dio la bienvenida:
"Bienvenidos al hotel Eros, donde esperamos disfrutéis de la estancia"
Su voz era muy dulce y cálida, sus tetas perfectas y un coñito muy bien depilado entre dos asombrosos muslos. No pude remediar una erección casi inmediata, que ella evidentemente percibió.
"¿Es vuestra primera visita?"
"Sí"
"Veréis que bien os lo vais a pasar".
A nosotros todo aquello nos parecía algo extraordinario y le pregunté intrigado:
"¿Cómo funciona todo esto?"
"Esto, como tu dices, es lo que nosotros llamamos el hotel de la libertad sexual. Como veras todos estamos desnudos, disfrutamos viéndonos así y siempre que podemos y la otra persona lo desee practicamos sexo sin inhibiciones, con naturalidad, compartiendo tus más ardientes fantasías con varias parejas diferentes"
"Si alguien me gusta, como tú por ejemplo, ¿cómo puedo proponerle sexo?"
"Ja,ja, ja. ¿Yo te gusto?. Gracias.
Su espontánea respuesta la hacía más apetecible. Contesté con su misma naturalidad y mi mujer parecía estar excitándose con la situación. No me corté a la hora de piropearla:
"Sí, estás muy buena, me encantaría follar contigo"
"¿Ves?, tú mismo has dado en el clavo y ya me has hecho una proposición de sexo, así es como funciona esto, simplemente se lo pides a quien te apetezca y si esa persona acepta, siempre con el máximo respeto, ya está, así de sencillo, lo haces y punto. Yo ahora no puedo porque estoy trabajando y no nos está permitido hacerlo en horas de trabajo, pero tú también me gustas y me encantaría follar contigo, luego si quieres quedamos. Yo acabo mi turno a las 3 de la tarde "
Mi polla, tiesa como un roble, botaba al oírle decir esas palabras, todo aquello que ella decía con toda la sencillez del mundo me impresionaba, era una maravilla el poder hacer lo que quisieras con quien quisieras. Mi mujer también estaba intrigada con todo el asunto y le preguntó:
"¿Dónde se puede practicar el sexo?"
"Donde queráis, no hay límites, en el momento y en el lugar que más deseéis"
"¿Aquí mismo también?"
"Sí, veréis, acompañadme"
La seguimos hasta el hall principal y en uno de los varios sofás que allí había, estaba en pelotas una rubia algo madurita chupándole la polla a un chico joven y otro hombre le estaba metiendo toda su verga por el culo a la vista de todos, sin ningún recato. Eso parecía divertido. Marta se agarró a mi brazo y pude notar como sus manos ardían, sin duda estaba cachonda. La recepcionista, que se llamaba María nos sonrió.
"¿Veis que sencillo?"
Siguió enseñándonos el hotel, primero la cafetería, donde había bastante gente, pues era la hora del desayuno. La mayoría estaban comiendo, sin embargo una pareja estaba follando tranquilamente, él sentado en una silla y ella encima cabalgando sobre su polla. Yo alucinaba y Marta por supuesto también. Todo aquello nos estaba calentando muchísimo y mi polla no descansaba y se mostraba apuntando al techo . Luego nos enseñó el gimnasio donde había dos chicas guapísimas haciendo pesas, una de ellas tumbada en un aparato haciendo pesas y con todo su coño abierto como pidiendo que la perforaran, mi estaca daba espasmos al verla así. Luego nos llevó a la sauna, la piscina, el cine donde se proyectaban toda clase de películas X, una discoteca, una gran habitación que era el salón de juegos eróticos, luego nos enseñó los jardines que rodeaban el hotel, la playa, donde había alguna que otra orgía. Por lo que pude observar, casi todos los clientes del hotel eran jóvenes, aunque había alguno más mayor, pero por lo general había mujeres muy hermosas y según la opinión de Marta también muchos tíos buenos. Por último María nos acompañó junto a un joven botones, que por cierto a mi mujer le gustó mucho, hasta nuestra habitación, el muchacho recogió nuestras maletas, aunque en realidad casi no las íbamos a necesitar pues íbamos a ir en bolas todo el día.
Nuestra habitación era bastante amplia con un baño de hidromasaje y unas hermosas vistas a la piscina y a la playa. María nos enseñó todo y se despidió:
"Espero que disfrutéis con todo"
A continuación se abrazó a mi, pegando sus tetas a mi pecho y sacando su lengua me dio un beso más que ardiente ante los ojos de mi esposa. Después me susurró al oído con toda sensualidad:
"No te olvides que a las tres tenemos un polvo pendiente, me gustaría ser la primera en follarte hoy, ¿vale?"
"De acuerdo".
"Pero quiero ser la primera hoy, quiero que me inundes entera, ¿prometido?"
"Prometido".
Quien se iba a negar ante su proposición, mi polla estaba como una piedra, pero iba a resultar difícil no poder echar un polvo hasta las 3 de la tarde, teniendo en cuenta las hermosas mujeres que por allí había con ganas de guerra.
Marta y yo nos duchamos, nos dimos unos cuantos besos de precalentamiento, pero no pasamos de ahí, pues queríamos reservarnos para algo mejor. Después nos quedamos dormidos un par de horas ya que el viaje nos había dejado algo cansados.
A mediodía bajamos a la cafetería, pasando por recepción y la bella María me hizo un gesto muy sensual acercando su dedo a los labios y lanzándome un beso. Madre mía lo que me esperaba...
Entramos en la cafetería y la primera escena fue un hombre sentado en un taburete de la barra y una chica haciéndole una buena mamada. Marta me dijo con nerviosismo.
"Estoy supercachonda viendo todo esto..."
No era para menos, pues yo ya tenía la polla apuntando al cielo y me dolía. Nos sentamos en una de las mesas y un camarero que a mi esposa también le atrajo bastante, nos sirvió unas copas.
En la mesa de enfrente a nosotros había un hombre masturbándose observando a mi esposa. Me le quedé mirando pero él ni se inmutó, siguiendo con su tarea. Tras unos minutos se acercó a nuestra mesa y dirigiéndose a mi mujer le preguntó:
-"Hola guapa, ¿sabes que tienes un chochito muy lindo?, me gustaría comértelo."
Mi mujer se quedó un poco sorprendida con el descaro de ese tío y yo un poco irritado, pero después pensé en que todo aquello era lo normal y el sólo hecho de ver follando a mi mujer con aquel extraño me gustaba.
Marta me miró y yo asentí con la cabeza. Dudó por un momento y luego se lanzó comentándole a aquel hombre:
-"¿Te gusta mi coñito?, pues es todo tuyo."
El tío no lo dudó, se colocó en cuclillas donde estaba sentada mi esposa, le abrió las piernas y sin dejar de masturbarse empezó a lamerle el coño. Yo tenía enfrente la cara de placer de Marta y eso me excitaba enormemente e instintivamente comencé a masturbarme viendo la escena. Marta empezó a jadear cada vez con más fuerza y se corrió entre gemidos, a continuación lo hizo él desparramando todo su semen sobre el cuerpo de ella. Con la misma se limpiaron con una servilleta de papel cada uno y el tío se despidió con un ardiente beso comiéndose los labios de mi mujer. Me quedé mirándola y viendo su cara le pregunté:
"Has gozado ¿eh?"
"Muchísimo, esto es genial"
Luego pasamos al restaurante y tomamos una deliciosa comida a base de ostras, marisco y algún pescado. Cuando estábamos en los postres se acercó una chica hasta mi mesa, rondaría unos 35 años pero muy bien cuidados y me preguntó sin rodeos:
"Hola chato, ¿quieres follar conmigo?"
Aquello parecía lo más natural del mundo, pero a mí no dejaba de sorprenderme. Respondí recordando mi cita con María.
"Ahora mismo no puedo, ¿podemos quedar luego?"
"Vale, nos vemos en la discoteca a las 7"
Me dio un beso en la boca y desapareció. Qué locura, qué desenfreno, qué maravilla todo lo que sucedía en aquel hotel.
Al poco rato una pareja joven se acercó a nuestra mesa, él rubio y bastante fuerte con la polla igual que yo apuntando al techo y ella estaba muy buena, con el pelo muy cortito color castaño, unas tetas grandes y un chochito completamente depilado. Él se dirigió a mí y me dijo que había estado observando a mi esposa y que estaría loco por follársela a cambio de que yo me tirase a su mujer. También aceptamos la invitación, pero recordando a María y aguantándome a pesar de mi excitación, le dije que podía follarse a Marta y yo lo haría con su mujer por la tarde.
El tipo tomó de la mano a Marta y se la llevó a la piscina y su mujer y yo salimos tras ellos, pues ambos queríamos ver la escena. El tío se tumbó en una toalla y su polla parecía que iba a estallar.
"Mira cómo me tienes preciosa, ¿no te gustaría comerte este caramelo? - le dijo a Marta señalando su polla."
Marta me miró y dudó pues se sentía algo cohibida todavía, me sonrió, yo le guiñé un ojo y a continuación estaba con la polla de aquel tío metida en la boca. Le estaba haciendo una mamada de campeonato. Su mujer, que se llamaba Sonia, se sentó a mi lado en una toalla y desde allí observamos con detenimiento toda la operación. Ella estaba cachonda y empezó a acariciar mi glande y mis huevos. Le volví a pedir que no hiciera correrme pues tenía una cita pendiente. Ella aceptó pero me dijo:
"Bien, que no quieras correrte tu, no quiere decir que no lo haga yo ¿no?. Cómeme el coño por favor, estoy muy cachonda".
No tuve que contestar, la tumbé sobre la toalla y metí mi cabeza entre sus piernas, lentamente pasé mi lengua por el interior de sus muslos y luego sus ingles, para luego seguir chupando los fluidos que emanaban de su chochito pelado. No tardó en correrse cuando mi lengua jugó con su botoncito.
Cuando levanté la vista para ver a mi mujer, el tipo se la estaba follando por detrás y le agarraba las tetas. Marta gritaba de gusto y estaba teniendo un orgasmo muy profundo. El tipo descargó a continuación toda su leche en el estrecho coñito de mi mujer, entre espasmos y jadeos.
Tomamos unas copas en la piscina los cuatro y charlamos amigablemente quedando en volver a tener un nuevo encuentro para esa misma tarde.
Mi mujer que en principio era reacia a ir al hotel, ahora estaba encantada y deseosa de volver a que la perforase una nueva polla caliente y yo no digamos cómo estaba.
Por fin dieron las tres en el reloj, mi hora tan deseada. Mi mujer se quedó tomando el sol en la piscina y yo acudí a mi cita con María. Allí estaba aquella preciosa mujer esperándome en recepción. Qué tetas más bien puestas, qué culo tan apretado y duro, qué cara más linda, qué coñito más apetitoso... Me sonrió y me dio la mano dirigiéndonos al gimnasio.
"Habrás cumplido tu promesa ¿no?"
"Por supuesto, tengo el aparato dolorido de no poder desahogarlo."
"Qué bien, quiero ser la primera en descargar tus huevos"
Como me ponía la tía, aparte de buena, me ponía cachondo con sus insinuaciones y sus frases. Luego me dijo:
"Vamos al gimnasio a hacer algo de ejercicio"
Aquello me dejó un poco desorientado, ¿no habíamos quedado en echar un polvo? ¿hacer ejercicio? ¿quizá la entendí mal?
En el gimnasio solo había una pareja besándose y magreándose junto a la sauna. María se despojó de su pajarita roja, distintivo de los empleados del hotel y me hizo sentarme en un banco de pesas. Ella se sentó sobre mis muslos y empezó a pasear sus tetas por mi cara. Llevé mi mano a su culo pero ella me la apartó diciendo:
"No, no me toques..."
Aquella chica me volvía loco, primero me pedía follar con ella y ahora no me dejaba tocarle el culo. Me sonrió viendo mi cara de gilipollas.
"No te preocupes, hombre, tendrás tiempo, primero quiero que hagamos un juego"
Por supuesto, podía hacerme lo que ella me pidiese, me dejaría humillar, pegar o martirizar por ella, me había estado reservando para tirarme a aquella espectacular rubia y lo demás no me importaba, si conseguía follármela, el mundo para mí se podía acabar después.
Me hizo agarrarme sobre mi cabeza a las manivelas que sujetaban las pesas, creo que unos veinte kilos. Me ordenó:
"Vamos arriba y abajo, uno, dos, uno, dos..."
Yo subía las pesas sin dificultad y ella seguía pasándome las tetas por la cara, notaba sus duros pezones arañándome las mejillas. Su mano agarró mi polla y cada vez que yo subía las pesas ella bajaba la piel de mi miembro. Era algo extraño pero muy placentero, ya que el hecho de sentir resistencia en mis brazos y gusto en mis genitales era algo que no había probado hasta entonces. Por suerte mi boca estaba libre y pude chuparle y lamerle sus espectaculares tetas. Su delicada mano subía y bajaba la piel de mi pene a cada movimiento que yo hacía con las pesas. Aumentó el numero de pesas hasta alcanzar los cuarenta kilos y esta vez arrodillada entre mis piernas metía mi polla en su boca cada vez que yo levantaba las pesas. Qué gusto, qué maravilla, qué sensación tan extraordinaria. Sus tiernos labios se apretaban contra mi glande y bajaban hasta hacer desaparecer por completo mi instrumento en su linda boca.
Después cambiamos de aparato, era el de remo, me senté en el banco y ella se abrió de piernas frente a mí, quedando su sexo a la altura de mi boca. Cuando yo remaba hacia atrás me alejaba de ella y cuando retornaba hacia delante mi lengua pasaba por su chochito recortado y le daba una leve lamida, así una y otra vez, adelante y atrás. Cada vez que mi lengua se ponía en contacto con su sexo, ella gemía.
Cambiamos de nuevo de aparato. Yo me tumbé en una camilla y ella se agarró a pulso en una barra que colgaba del techo. Cogí mi pene por la base y su chochito estaba rozando mi glande. Dejó caer todo su peso sobre mí y mi polla se metió en su conejito con un ensamblaje perfecto. El gusto que sentía era increíble, notar las paredes de su vagina apretándose contra mi dura verga. Luego subió a pulso y su chochito salió hasta quedarse otra vez con la cabeza de mi glande en su agujerito. Volvió a dejarse caer y así varias veces. Al final ella se soltó de la barra y comenzó a cabalgar con maestría sobre mí, consiguiendo que me corriera en su interior como un colegial, luego lo hizo ella entre jadeos. Fue un buen polvo y quedamos en volver a hacer ejercicio para otro día. Nunca me había cansado tanto follando, pero fue muy divertido.
Cuando volví a la piscina para reunirme con Marta, la escena que me encontré me dejó impresionado: Mi mujer, tumbada en el suelo estaba rodeada de tres tíos. Uno estaba con sus rodillas entre su cabeza y metiendo su verga en la boca de ella. El segundo estaba tras el primero, sentado sobre el estómago de Marta y haciéndose una cubana entre las tetas de mi mujer y el tercero tenía las piernas de ella sobre sus hombros y estaba follándosela con fuerza. Me quedé alucinado y mi triste polla volvió a recuperarse y a ponerse como un garrote. Me senté en una tumbona y empecé a masturbarme viendo aquella excitante escena.
Una mano retiró la mía de mi polla y me preguntó dulcemente:
Hola, ¿quieres que te ayude?
Era una preciosa mujer, bastante jovencita, con el pelo moreno y rizado muy largo y con unas curvas vertiginosas. Me sonrió y me preguntó de nuevo:
Ella es tu mujer ¿verdad?.
¿Eh?, sí, sí.
Pues el que se la está follando es mi novio. ¿qué te parece?
Pienso que están haciendo una orgía increíble.
¿Me dejas que te la chupe mientras disfrutas de la visión?
Una vez más me quedé perplejo y tardaba en acostumbrarme a todo lo que me estaba sucediendo. Aquella morenaza se arrodillo y comenzó a hacerme una mamada bestial, prácticamente me estaba follando con su boca a una velocidad tremenda.
Seguí mirando la escena que vivía mi mujer, aunque la mamada que me estaban haciendo casi no me permitía tener los ojos abiertos. El primero en correrse fue el que tenía la polla en la boca de mi mujer llenándola con su leche por la cara, los labios y el pelo. Casi a continuación se corrió el segundo sobre sus tetas, salpicando al tío que tenía delante. El tercero tardó un poco más, pero cuando Marta comenzó a convulsionarse por el orgasmo que estaba disfrutando el tío se corrió dentro de su conejito, al tiempo que seguía martilleándola con su polla. El siguiente fui yo, soltando toda mi leche en la boca de la guapa morena que me estaba lamiendo el capullo. Los chorros de semen le llegaron hasta la garganta, pero lejos de apartarse se tragó todo, saboreando con la lengua los últimos vestigios que le quedaban entre los labios.
Mmmmm, qué rico...
Después se incorporó y me dio un profundo beso juntándose nuestras lenguas en un forcejeo alucinante. Después nos despedimos quedando para follar más tarde, cuando yo me recuperara.
Marta se acercó a mí y me dijo:
Hola cariño, ¿sabes?, cuanto más follo más me apetece seguir, es como una droga...
Pues a mí me está pasando igual y disfruto mucho viéndote cómo te lo pasas.
Puedo decir que durante toda la tarde tuvimos varios contactos más, con gente diferente, en la sauna, en la piscina, en el bar y hasta en el cine. Después de una tarde tan agitada nos fuimos a dormir para recuperarnos, pues estábamos exhaustos y con nuestros sexos doloridos. Yo no me desperté hasta bien entrada la mañana siguiente. Cuando abrí los ojos, Marta no estaba a mi lado. Me imaginé que había bajado a desayunar. Me di una relajante ducha y bajé al comerdor en su busca. Tras ojear por todas las mesas no pude ver a mi mujer, eso sí varias parejas estaban pasándoselo de lo lindo. Me dirigí a recepción y allí me atendió mi preciosa María con su linda sonrisa.
Hola, ¿qué tal?
Bien ¿y tú?
Muy bien, tendremos que repetir ¿no?
Claro, preciosa.
Cuando quieras...
Nunca me hubiera imaginado que una tía tan buena me pudiera pedir algo como eso, todo parecía un sueño.
¿No has visto a mi mujer por ahí?
Sí, hace un rato bajó a desayunar y luego se fue con dos chicos jóvenes en dirección a la playa.
Gracias, María, nos vemos luego.
Así que la zorra de mi mujer ya había encontrado con quién divertirse. Me fui hasta la playa y allí estaba ella a cuatro patas chupándole la verga a uno de los chavales y el otro metíendosela con fuerza por el culo. Junto a ellos había dos chavalas jóvenes haciéndoles fotos. Me acerqué hasta donde estaban y me senté junto a las dos chicas, una de ellas con una cara de niña, muy guapa, no tenía apenas tetas y eso la hacía más cría, la otra no era tan guapa, pero tenía unas tetas redondas como melones, seguramente a base de silicona. Mi polla ya había conseguido ponerse a 1000 y ellas me lo corroboraron.
Ja, ja, ja, mira como viene éste....
Hola, ¿puedo sentarme con vosotras?
¿Sólo sentarte?, ja, ja, ja...
Me explicaron que los tíos que estaban tirándose a mi mujer eran sus respectivos novios y estaban tomándoles fotos de recuerdo. No me gustaba mucho la idea de que mi mujer apareciese por ahí en fotos que a saber dónde iban a parar, pero después ellas me dijeron que eran fotos privadas y que no las iban a publicar ni nada de eso, ya que sus padres las matarían. Las pregunté :
¿Qué edad tenéis?
La de las tetas gordas me dijo con su sonrisa:
Yo tengo 19 y me llamo Paloma, ella es Clara y tiene 18. Aquel que está enculando a tu mujer es mi novio, se llama Pablo, tiene 20 años y el que tiene la polla metida en la boca de ella se llama Hugo y tiene 18 también.
Respondí un poco sorprendido por las edades que tenían las chicas:
Pues no aparentáis tener 18 y 19 años...
Es que nos conservamos muy bien...jajajajaja.
No me creía que tuvieran esas edades y posiblemente habrían falsificado algún documento para poder entrar en el hotel, pues una de las condiciones para utilizar el establecimiento era ser mayor de edad.
La más atrevida era sin duda la que me hablaba y la otra no abría la boca. Paloma me sonrió de nuevo y me preguntó:
Y... ¿tú cómo te llamas?
¿Eh? ¿yo?, sí, me llamo Mario, tengo 32 años...
Ja, ja , ja, ja...
No paraban de reír por todo. Cuchicheaban entre ellas como dos crías que parecían y debían ser.
¿Qué pasa? ¿por qué tanta risa?
Nada, nada, no te mosquees. Pero es que hemos llegado esta mañana y todavía no hemos mojado, porque a Clara le da vergüenza. Me ha dicho que le gusta mucho tu polla y que le gustaría comérsela.
Pues nada, cuando quiera, que no se corte...
Volvieron a hablar entre ellas y se rieron de nuevo observándome de arriba a abajo. Yo ya estaba impaciente y mi polla no digamos. Le pregunté a Clara:
Bueno ¿qué? ¿no te decides?
Fue, como siempre, Paloma la que respondió:
Todavía no se atreve, pero yo sí, si no te importa empiezo yo...
Adelante.
Me tumbé en la arena y ella se arrodilló sobre mi polla, la tomó por la base y comenzó a masajearla suavemente con mucha lentitud. Su amiga nos observaba pero no se acercaba. Paloma abarcó con sus labios la punta de mi pija y me daba pequeños mordisquitos, luego su lengua rodeó mi glande y posteriormente sus labios abarcaron todo mi pene y se lo introdujo por completo en la boca. A pesar de su juventud, se la veía toda una experta y me hacía una mamada sensacional. Su lengua y sus labios en contacto con mi aparato producían un ruido que me encantaba, de vez en cuando Paloma me miraba a los ojos para ver mis reacciones y yo a duras penas le sonreía. Mientras tanto mi mujer seguía en su afán de ser enculada y de comerse un buen trozo de carne joven.
Paloma sacó por un momento su boca de la succión que estaba haciendo con mi verga y le dijo a su amiga:
Clara, haznos unas fotos.
Así fue, Paloma volvió a su tarea de comerme como una artista toda la polla y Clara nos fotografiaba desde distintos ángulos. Después Paloma sacó mi polla de su boca de nuevo y volvió a comentarle a Clara:
¿No te animas?, este caramelo está riquísimo...
Yo estaba deseoso de que se animara y por suerte y tras convencerla su amiga, se arrodilló al otro lado de mí y entre las dos me chupeteaban, me mordían y me besaban toda mi verga. Yo mientras no paraba de gemir y de decirles lo bien que me lo hacían pasar. Casi sin poderlo remediar me vine entre jadeos y soltándo mi leche por sus caras. Entre las dos terminaron de limpiarme la herramienta y una a la otra se lamieron las caras sin dejar un rastro de mi leche.
A todo esto mi mujer había cambiado la posición y estaba siendo follada por uno boca arriba y el otro de rodillas metiéndole la polla en la boca. A los dos jóvenes se les veía fuertes y potentes y mi mujer pareció disfrutar bastante con ellos, pues no paraba de gemir y de gritar de gusto. El primero se corrió sobre su tripa y sus tetas y el segundo dentro de su boca casi al mismo tiempo. Las chicas no paraban de hacerles fotos. Paloma se acercó a mí y me dijo al oído:
Clara todavía esta algo cortada, pero quiere que se la metas. Nunca lo ha hecho con nadie que no fuera su novio y no se atreve a proponértelo, díselo tú ¿vale?
Nada más decirme aquello, mi polla volvió a pegar un bote y a mostrarse a todo su rendimiento. Hice caso a sus palabras y le pedí a Clara:
Oye Clara, estás muy buena, me gustaría follar contigo...
La proposición fue clara y contundente. En cambio la respuesta fue silenciosa y solo dijo sí con un movimiento de cabeza. Su novio me miró con cierta preocupación, supongo que por ser el primer hombre en follársela aparte de él, le tranquilicé diciendo:
No te preocupes, no la voy a lastimar...
Paloma rió a carcajadas. Todos nos rodearon y se sentaron para ver bien el espectáculo. Ayudé a Clara a tumbarse en la arena. La agarré por los tobillos y los acerqué hasta mi cintura. Agarré mi polla por la base y subiendo y bajando por su rajita fui lubricándola y calentándola. La chica cerraba los ojos y sus pezones estaban erectos. De un golpe me colé dentro de su coñito y comencé a follarla con lentitud. Su chochito era estrecho y poco perforado lo que me proporcionaba un gusto increíble. Nuestros cuerpos chocaban con cada embestida y sus pequeñas tetillas temblaban. Seguí bombeando con mayor velocidad hasta que la chavala se corrió agarrándose a mis tetillas y arañándome el pecho, me llegó a hacer bastante daño, pero la dejé pues parecía estar disfrutando de lo lindo. Su conejito se notaba más caliente e hinchado y la vista de estar follándome a aquella muñequita me hizo tener una corrida en su interior de las que hacen historia. Cuando nos separamos ella se incorporó y me besó en los labios con ganas, supongo que agradecida por el buen rato que habíamos pasado. Nuestras lenguas se entrelazaron y disfrutamos de un nuevo polvo, esta vez ella encima y yo debajo. Todos aplaudieron cuando terminamos.
Por la noche, tras la cena, Marta y yo nos dimos una ducha y bajamos a la discoteca del hotel. Allí me encontré a una chica con la que había quedado el día anterior, era una chica muy guapa con unos ojos verdes muy grandes, el pelo cortito, unas buenas tetas y un coño apetitoso. Salimos a la pista de baile, juntamos nuestros cuerpos y nos acariciábamos por todas partes al ritmo de una música lenta. Mi mujer nos observaba y me sonreía desde una mesa. Yo seguí magreando a la chica y ella hacía lo propio, hasta que se arrodilló y se metió mi polla en entre sus labios, comenzó a mamármela con ganas y yo cerraba los ojos al tiempo que seguía el ritmo de la música en un adelante y atrás metiendo la polla hasta la garganta de aquella preciosidad. Después nos dirigimos a una mesa y la tumbé en el sofá, coloqué sus piernas a lo largo de mi cuerpo hasta colocar sus pies sobre mis hombros y de una embestida le metí mi polla en su agujerito. La tía estaba muy cachonda y no paraba de germir al tiempo que me pellizcaba los brazos.
Con aquella tía follé en todas las posiciones, luego llegó otra amiga suya e hicimos un trío monumental, la verdad es que la velada fue maravillosa, a todo esto ya había perdido el contacto con mi mujer y cuando me dirigí a mi habitación, Marta todavía no había vuelto. Me quedé dormido enseguida pues estaba agotado.
A la mañana siguiente me encontré a Marta a mi lado y a una chica de color junto a ella y ambas abrazadas, sin duda también habían gozado lo suyo. Mi mano se acercó a tocar la piel de aquella espectacular morena y cuando se despertó ni corta ni perezosa me agarró la polla y comenzó a mamármela sin mediar palabra, me corrí enseguida en su boca y se tragó todo, después se fue a duchar y se largó con viento fresco, Marta seguía dormida. Con esa postura que tenía no pude evitar comerle el coño enrojecido de haberlo usado durante todo el día y la noche anteriores.
Así pasaron los días en aquel hotel, follando con todo el mundo, tanto mi esposa como yo, lo pasamos de maravilla y precisamente el último día se celebraba una fiesta en la discoteca a modo de despedida-bacanal.
Se hizo un sorteo con los nombres de todos y nos fue tocando una pareja al azar. A mi mujer le tocó un chico alemán bastante fuerte y con un pedazo de polla desorbitante. A mi me tocó una mujer de unos 40 años pero que se conservaba de maravilla, rubia, ojos azules y unas tetas, que aunque de silicona, muy bien puestas.
El juego consistía en reconocer a la pareja que nos habían asignado, entonces tras meternos mano durante un rato, alguna chupadilla, un medio polvete de turno, nos fueron tapando los ojos con un pañuelo negro y así fue transcurriendo el juego, no sé lo que ocurría con el resto de la gente pero sí sabía lo que a mi me ocurría. El primer turno era de tacto, unas cuantas manos femeninas pasaron por mi cuerpo e hicieron que mi polla saltara de alegría. Unas manos recorrían mi pecho, luego eran otras las que abordaban mis muslos, otras acariciaban sutilmente mi polla, otras rozaban mi cabello, así poco a poco, hasta que una dijo ser mi pareja, pero falló. Luego me tocó el turno a mí y me iban orientando hasta donde estaban todas las chicas en círculo, acaricié piernas largas, muslos vigorosos, tetas grandes, pequeñas, pezones enormes, puntiagudos, caderas prominentes, coñitos calientes, hasta llegar a una que debía ser la mía y también fallé.
El segundo juego eran los besos que también fue muy divertido eso de probar muchas lenguas diferentes, tampoco acerté.
Después el juego consistió en adivinar con la lengua y eso se complicó aún más ya que cuando me chuparon diez o doce lenguas por mi nabo, no pude evitar lanzar una corrida espectacular sobre la cara de una de ellas. Mi pareja acertó, no sé como, pero adivinó por el sabor de mi piel que era yo el dueño de la polla que se estaba comiendo. En cambió yo volví a fallar a la hora de comerme unos cuantos chochitos y cuando creía haber adivinado pues resultó ser otra mujer
Luego vino el turno de la follada, solo tres metidas por turno, llegaba una chica se sentaba sobre mí, se clavaba mi estaca hasta lo más hondo, permanecía así durante unos segundos y luego volvía a salir y volvía a entrar por tres veces y decía un sí o un no según creyera si era o no su pareja. Luego el turno de los chicos y tres folladas, fue increíble ir metiéndola en más de cuarenta agujeritos diferentes y aunque no lo creáis pude reconocer el caliente conejito de Marta, inconfundible, estrechito, acogedor y el que mejor sabe apretarse a mi polla. Sin embargo volví a fallar a la hora de designar a mi pareja y por supuesto no gané el concurso. En cambio Marta quedó la tercera pues adivinó en dos de los juegos, pero hay que reconocer que la mayoría no dimos ni una. La pareja que ganó acertaron tres juegos cada uno y eso que no se conocían de nada. La verdad es que fue un juego muy instructivo y divertido.
La pena fue abandonar aquel fantástico hotel a la mañana siguiente y quedamos con mucha gente para vernos al año siguiente, creo que tanto Marta como yo nunca lo habíamos pasado tan bien.
Seguro que el año que viene repetimos
TARTUFO