El hotel de la playa

Este relato es la continuación del relato "De cena...", aunque se pueden leer perfectamente por separado.

Llevaba sin saber casi nada de él unas dos semanas; se había ido de viaje de negocios al extranjero y en estos casos no solía tener apenas tiempo para hablar conmigo, por lo que nos comunicábamos por mail.

En mi último mensaje le había contado que tenía una oferta laboral; hacía unos meses la empresa en la que trabajaba había tenido que cerrar y ahora una antigua compañera de la universidad que iba a dejar su trabajo para mudarse a otra ciudad con su marido me había recomendado para cubrir su puesto como asesora de recursos humanos en una importante empresa de organización de grandes eventos. Aún no había podido conocer a su jefe ya que, al coincidir con el comienzo del verano, estaba muy ocupado con varios eventos y sólo habíamos podido hablar por teléfono; sin embargo me había confirmado ya que el puesto era mío, confiaba totalmente en el criterio de mi colega y entraría a trabajar un par de semanas antes de que ella se fuera.

Ahora llegaba al fin su respuesta a mi último mensaje, donde me decía que como volvía ya de su viaje y había que celebrar lo de mi nuevo trabajo, aprovechando que aún me quedaban unas semanas para entrar a trabajar, había cogido habitación en un hotel en la playa. Nos juntaríamos directamente allí y ¡sólo quedaban dos días!


Llevamos ya tres días idílicos en una preciosa isla, en un hotel en primera línea de playa; lo primero que veo nada más despertar desde la cama es el mar,… y lo primero que siento sus brazos rodeándome, recordándome cómo me he entregado a él y cómo me ha hecho sentir como ningún otro lo había hecho jamás.

Yo siempre he dormido poco, así que me despierto antes que él y disfruto de los primeros rayos de sol que entran por el ventanal del balcón, de las sábanas frescas en mi piel y del sonido del mar y las gaviotas. Me acurruco entre sus brazos y su torso desnudo, pegado a mí, como sin querer dejarme escapar, y noto su profunda respiración en mi nuca… Cierro los ojos con placer al sentir en mi muslo la dureza de su miembro ya despierto; deslizo mi mano entre las sábanas y nuestros cuerpos, hasta llegar a él, y lo acaricio suavemente, noto cómo se endurece aún más y noto también la humedad entre mis piernas. Me giro y él cae suavemente boca arriba, descubro su cuerpo apartando la sábana con cuidado de no despertarle y me quedo observándolo, disfrutando de la visión tranquila y sosegada de mi hombre; no es “perfecto”, no saldría en la publicidad de una revista, pero me encanta, es todo lo que puedo desear, todo en él ejerce una atracción sobre mí difícil de controlar. Deseo sentir sus brazos acercándome a su cuerpo, su cálido pecho, su boca besando mi cuello, sus susurros,… y su polla en mi interior, abriéndose camino en mi calidez.

Deslizo mis labios lentamente por su cuerpo, desde su boca, su barbilla y su cuello, pasando por su pecho, su vientre,… disfrutando cada centímetro, embriagándome con su olor,… hasta su erguida polla. Mis labios acarician ahora su mástil, suavemente,… hasta la cima del duro miembro; retiro lentamente la piel y beso su capullo. Voy abriendo ligeramente mi boca, rodeando con mis labios la suave piel; de nuevo reacciona y noto como se va endureciendo más.

  • Buenos días a ti también princesa, ¿te has levantado golosa?

  • Ay, ¿te he despertado? Lo siento, buenos días, esque la vi así… no me pude resistir, jaja.

  • Sigue, sigue nena, ojalá me despertaran así todos los días.

Me sonríe con dulzura y vuelvo encantada a mi tarea. Beso la base de su polla, sus pelotas, paso mi lengua por ellas, lamiéndolas lentamente,… las rodeo con mis labios, las saboreo en mi boca… Le miro y veo cómo me observa, recorre con deseo mi cuerpo; hay una mezcla de ternura y picardía en su mirada que ahora se ha parado en mi boca besando su miembro, me sonríe y se acomoda la espalda en la almohada, así que sigo. Apoyo de nuevo mis labios en su glande y dejo que se deslice en mi boca entreabierta, su polla va avanzando dentro de ella, acariciando mi lengua,... Antes de llegar hasta abajo vuelvo a subir por su polla lentamente…y comienzo a pajearla con mi boca.

Me excita el poder que mi boca ejerce sobre su polla, buscar que disfrute de las sensaciones y que termine corriéndose e inundándome la garganta con su leche; noto como mi coño se empapa y comienzo a gemir, deseando que él se dé cuenta de mi excitación y empiece a masturbarme. Sin embargo, noto su mano en mi nuca, presiona mi cabeza muy suavemente y me invita a introducirme más profundamente su miembro a través de mi garganta; abro más la boca y dejo que se cuele cada vez más mientras continúo mamándosela,… Cada vez se adentra más y cuando he acomodado mi garganta a su polla y me estoy esmerando en una profunda mamada vuelvo a notar su mano en mi nuca, esta vez más fuerte; presiona mi cabeza contra él, instintivamente me resisto e intento sacarla de mi boca, pero me sujeta firmemente. Una oleada de calor recorre mi cuerpo y desemboca en mi coño que se empapa aún más,… trato de abrir más mi boca, que pase más profundamente y, finalmente, mi nariz choca con su vientre y mi barbilla con sus huevos. Siento que me cuesta respirar y evitar las arcadas que produce su polla en el fondo de mi garganta, resulta imposible introducirla más y tampoco puedo retirarla ya que su mano me sujeta fuertemente; él agarra mi cabeza y comienza a follarme la boca, las sensaciones inundan mi cuerpo y mi excitación va en aumento; sentir mi boca siendo así usada,… sus embestidas taladrando mi garganta buscando el orgasmo,… me siento orgullosa de poder darle todo ese placer,… y entonces noto como su leche caliente y espesa riega mi lengua y mi garganta, trago como puedo el delicioso y abundante líquido, procurando que nada se desperdicie; cuando al fin saca su polla mi lengua limpia con esmero todos los restos de leche y relamo mis labios recogiendo hasta la última gota; noto las lágrimas que han resbalado por mi cara por el esfuerzo, pero me siento inmensamente satisfecha.

Levanto la mirada y busco sus ojos, me sonríe y me coge la cabeza, ahora mucho más suavemente, acerca sus labios a los míos y me besa dulcemente, abrazando con sus enormes manos mi cuerpo, pegando mi pecho al suyo, sujetando mi cuerpo contra el suyo,…

  • Nena, estas mojadísima, hay que ver lo que disfrutas comiéndome la polla, jaja, juraría que lo has disfrutado tu incluso más que yo.

Río tontamente: - Pero podrías hacerme disfrutar más aún… - Abro mis piernas mostrándole mi sexo, deseoso de orgasmo.

  • Verás princesa, aún hay que desayunar, coger unas hamacas en primera fila en la playa,… Tenemos muchísimo tiempo para disfrutar, pero ahora deberíamos espabilar, ¿no crees?; ponte un bikini y uno de esos vestiditos y vamos a aprovechar el día.

  • Bueno, pero me lo debes, ¿eh?, jaja. Voy a asearme un poco…

  • No… a mí me excita saber que vas mojada por mí,… además con el bikini, ¿qué más da? ¿Te vas a poner ahora tonta con estas cosas?

  • Si no es por ponerme tonta, pero tal como voy… ¡van a oler que estoy cachonda! Jaja.

Me sujeta por los tobillos y me arrastra por el colchón con cuidado, acerca su cara a mi coño y aspira (lo que hace que yo me vuelva loca y me ponga aún más cachonda): - Mmm, hueles a zorrita en celo, a necesidad de sexo, van a desearte todos hoy en el hotel, en la playa,… ¿me vas a hacer renunciar a disfrutar de eso? Venga, vístete rápido y bajemos.

Río divertida, con mis piernas aún abiertas a los lados de su cuerpo; me da un sonoro pero delicioso azote en uno de los muslos y me levanto rápidamente para vestirme. Me pongo el bikini más sexy que tengo, negro y pequeño, y un vestidito playero semitransparente y escotado de color gris perla. Efectivamente, en el restaurante del hotel, algunos hombres me miran y él, dándose cuenta de ello, me coge de la cintura y me guiña un ojo, me besa en el cuello y me susurra: - No pasas nunca desapercibida preciosa… sabes que te follaría aquí ahora mismo, sobre una de estas mesas,…

Me ruborizo y noto el calor en mi cara, pero me encantan esas salidas que tiene, esa forma de jugar con mi imaginación,… Desayunamos tranquilamente, él se acerca a hablar con el cocinero, me fascina la facilidad que tiene para relacionarse con la gente, no tiene vergüenza ni reparo. Cuando acabamos me dice que me adelante yo a coger las hamacas, que le ha pedido al cocinero que le enseñe algo que ha visto y le apetece hacer. Me echo a reír y accedo, así aprovecharé para calmarme un poco, sino no sé cómo voy a pasar el día con este calentón.

Llego prácticamente la primera a la playa, tiene razón, así logro las mejores hamacas, casi al lado del agua con una sombrilla a cada lado que nos asegurará sombra todo el día. Bastante cerca hay un chiringuito, me doy cuenta de que desde allí me miran unos chicos que lo están abriendo y poniendo en marcha, uno de ellos me sonríe directa y abiertamente y le devuelvo la sonrisa. Tiene un cuerpo fibrado y bien cuidado, probablemente será tres o cuatro años más joven que yo y tiene una sonrisa amplia y sincera; aunque es realmente guapo no tiene pinta de ser ningún engreído. Me giro, algo ruborizada porque ese chico se haya fijado en mí y me lo haya mostrado tan descaradamente y pensando que, quizás a media mañana si nos acercamos a tomar algo, podría cruzar algunas palabras con él.

Me dispongo a abrir las sombrillas, pero el bolso de playa se me vuelca, así que me pongo a recoger las cremas, fundas de gafas de sol, unas revistas,… y al volver a levantarme ahí está el joven con su sonrisa, se le nota algo azorado: - Em… ¿te ayudo con la sombrilla? Joder, igual te parezco un descarado y me mandas a la mierda…, yo no sabía si acercarme, pero mis amigos me han animado y… bueno, no sé, creo que me han liado, jaja. – Gesticula muchísimo, se le nota nervioso y eso me enternece. -Mira, eres preciosa y he visto que estabas sola, no puedo entender que una mujer como tu esté sola… o si no lo está que le hayan dejado sola,… bueno, yo tampoco sé por qué estás aquí sola, igual me estoy metiendo donde no me llaman,… Uf, la estoy liando, ¿verdad? Piensas que soy un gilipollas o un crío,…

  • Tranquilo, ¿cómo te llamas?- Contesto con una sonrisa.

  • Pau, me llamo Pau, ¿y tú?

  • Yo me llamo Verónica, pero me puedes llamar Vero -. Continúo dulcemente, intentando que el muchacho se sienta cómodo: - No estoy sola, mi compañero vendrá en un rato, pero me encantaría que pudiéramos conocernos algo más. Con la sombrilla… puedo yo, gracias, pero si después me acerco, ¿te querrás tomar algo conmigo? Creo que por ahora te necesitan más tus amigos, que tenéis que poner eso en marcha y la playa se va a llenar enseguida.

Miro detrás de él y todos sus amigos siguen atentamente la conversación a unos metros, Pau se gira hacia ellos y me responde ya con más seguridad: - Sí, tienes razón, luego con más tranquilidad,… Por favor, ven a tomar algo sobre las once y algo, que es cuando me toca el descanso y me encantará invitarte a algo, hago unos mojitos que están de muerte. – Y vuelve a sonreírme ampliamente.

  • Perfecto, pues luego estamos Pau – Y me despido con dos besos. Al llegar donde sus amigos, éstos se arremolinan a su alrededor dándole palmadas en la espalda, imagino que preguntando por la conversación. Me hace gracia la forma de desenvolverse del chico y la reacción de los amigos, tendrán unos 25 años y tienen aún esa frescura de los más jóvenes.

Al momento llega él y me pregunta por el muchacho: - Vaya nena, ya has ligado, eres un poco fresca, ¿eh? Aprovechando que estoy yo ausente te pones a calentarle el rabo a un crio,… - Está juguetón, me abraza por la cintura, me besa en la boca, el cuello, los hombros,… mete una mano por la cintura de la braguita del bikini y acerca su dedo a mi culo: - ¿Me has dicho que te debía algo, no?

Saco su mano de mi bikini, fingiéndome ofendida, siguiéndole el juego: - No tienes remedio, ¿cómo vamos a hacer aquí nada? – Después acabo de abrir las sombrillas y poner las toallas en las hamacas. Me quito el vestido y me siento en una de ellas, la más cercana al chiringuito.

Él se sienta en mi misma hamaca, a los pies, para lo que tengo que abrir las piernas para dejarle sitio, dejando una a cada lado: - No sé para que pagamos dos hamacas si luego te me vas a pegar…

  • ¿Y por qué no íbamos a hacer aquí nada princesa? Si estamos aún solos en la playa, que está todo el mundo de resaca, somos los únicos que a la noche no nos vamos de fiesta. Mira, el chico de las hamacas está allí al fondo, y ahí los del chiringuito, pero están a lo suyo; solo tu nuevo “amigo” no te quita el ojo de encima y sé que no te importaría nada que él te viera disfrutando,…¿me equivoco preciosa?

Pone especial énfasis al decir “amigo” y mientras pasa delicadamente sus dedos por mi coño, sobre el bikini. No puedo evitar reaccionar, cierro los ojos y empiezo a mojarme. Aparta un poco el bikini y pasa su dedo entre los labios de mi coño; saca el dedo ligeramente mojado y me lo lleva a la boca: - Mira a ver si a ti te parece que esto es de no querer darle el gusto al chaval, ¿cómo se llama? – Chupo ávidamente su dedo mojado en mis jugos y él vuelve a bajar la mano.

  • Pa… – Justo cuando voy a contestar mete su dedo entero en mi coño, se desliza fácilmente e interrumpe mi respuesta un inevitable gemido.

  • Mira a tu amigo nena, ¿cómo dices que se llama? Esque no te he oído bien. - Siento la malicia en su voz,…

Miro hacia el muchacho que observa intrigado la escena, creo que aún no se ha dado cuenta de lo que pasa exactamente: - Pau...- Mete dos dedos esta vez en mi coño, de golpe; cierro los ojos con lujuria, me excita escucharme decir su nombre mientras él me tortura lentamente; aunque me avergüenza bastante saber que el joven está mirando mientras él me toca y que él me oye gemir nombrando al muchacho.

  • Vero, no cierres los ojos, no le hagas ese feo al crío, sigue mirándole, anda – Continúa masturbándome y trato de mantener mi mirada en Pau, que ya se ha dado cuenta de lo que ocurre y mira boquiabierto la escena. Él cuela tres dedos en mi coño y yo apenas puedo contener los gemidos, estoy sumamente excitada con él follándome con sus dedos y el perfectísimo y joven Pau observando con la mano en el bulto que se ha formado en su entrepierna.

Estoy a punto de correrme y de repente para: - Segunda vez que te quedas con las ganas hoy… Empieza a llegar gente cielo, ya lo siento -. No, no lo siente, lo disfruta enormemente, pero es verdad, por detrás empiezan a llegar los primeros grupos de gente, así que aun con los temblores del inminente orgasmo trato de recomponerme; vuelvo la braguita a su sitio, estiro la toalla, bebo un poco de agua,… Él me mira mientras divertido, pero no puedo evitar sonreírme con él, es todo parte del juego que disfrutamos los dos. Miro de nuevo hacia Pau, mientras me acerco a refrescarme a la orilla, sigue mis pasos estupefacto aún, con la mano acariciando instintivamente su paquete, por encima del pantalón. Veo cierta confusión en su mirada, quizás algo de pesadumbre,… pero al poco se dirige directo al baño del chiringuito, de donde tarda un rato en salir; su mirada entonces es de cierta vergüenza y aunque mira de vez en cuando hacia mí aparta rápidamente la vista.

Cuando vuelvo a la hamaca él me pregunta si quiero que le invitemos una noche a cenar y… a la habitación; dudo que el pobre Pau acceda después de ver todo esto, pero por mí estaría encantada. Me pide que no vaya hoy a tomar nada con el muchacho, que le deje con las ganas y la intriga y me propone ir al centro a comprar algunas cosas, que vaya a decírselo a Pau y que le diga que otro día tomaré algo con él, que aún estaremos unos cuantos días; puedo darle su teléfono (que no el mío) por si quiere contactar conmigo.

Así que me acerco al chiringuito y Pau se me queda mirando fijamente: - No pensé que fueras a acercarte Vero, después de ver lo que he visto creía que me habías tomado el pelo…- Le sonrío: - No Pau, me gustas mucho y me pareces un chico estupendo, me apetece mucho conocerte, pero hoy nos tenemos que ir pronto, no voy a poder quedarme a tomar nada. ¿Te parece si lo dejamos para otro día?

  • Claro, para otro día – Contesta irónicamente:- Bueno, Vero, encantado de conocerte y buen viaje.

No puedo evitar que me haga gracia su reacción, esa respuesta de orgullo casi infantil,…: - Pau, vamos a seguir aquí aun varios días, la relación con mi compañero es algo… “especial”, ya lo irás viendo; sé que es difícil de entender, pero por favor, confía en mí, voy a volver y vamos a conocernos más… “profundamente”, ¿vale? ¿Me darás la oportunidad, por favor?

  • Ok… esperaré. Vero, me has atraído mucho desde el primer momento en que te he visto,… Me ha costado acercarme ahí y hablar contigo,… igual tengo pinta de chulo pero te juro que nunca me había acercado así de descaradamente a una chica… o una mujer, no me gustaría que ahora desaparecieras sin más, me siento ridículo.

  • Mira, mi teléfono se estropeó nada más llegar, pero voy a darte el de mi compañero, así estaremos en contacto, ¿te parece?

  • ¿¿El suyo?? - el pobre Pau alucina.

  • Confía en mi Pau…- No puedo evitar acercar mi boca a la suya y besar cálidamente al chico, le veo tan inseguro e indefenso,... me enternece. Al separar de nuevo mis labios de los suyos le miro directamente a los ojos y susurro: - Por favor.

Él se acerca, intercambian los números mientras sus amigos observan toda la jugada extrañados, y nosotros nos alejamos de la playa.

Antes de subir al hotel a cambiarnos para ir al centro él me comenta que a la noche le gustaría ir al pub del hotel; me extraña porque sabe que esos sitios no me gustan, tanta gente, ruido,… pero no hemos ido ningún día y me está dando unas vacaciones maravillosas, por nada del mundo quiero quejarme y arruinar estos días mágicos por una tontería. Así que accedo y decidimos ir a comprarme algo con lo que esté deslumbrante a la noche. Está claro que algo trama pero ante su mirada pícara no puedo hacer nada más que dejarme llevar.