El hospital 4

Alfredo es continuamente subyugado y ahora goza incoscientemente ser dominado. Pronto será tiempo para que despierte sexualmente.

El hospital 4.0

Aceptación

En los siguientes días, la “terapia” de Alfredo, ahora renombrado Álex, continuó. A base de drogas estimulantes y sedantes, Suarez y su cohorte de enfermeros y médicos iban empujando al muchacho poco a poco a un mundo de sensaciones prohibidas y deseos ocultos, haciéndolo sentir cosas que nunca hubiera querido probar pero que ahora, poco a poco, empezaba a aceptar y a querer. Mientras estaba sedado, se convertía en un dócil animalito, atento a lo que sus amos le decían. En sus periodos de relativa lucidez, Alfredo era incapaz de recordar lo que le habían hecho pero le quedada una sensación de haber sido ultrajado. Sin embargo, al no recordar y al no tener ninguna evidencia, a él mismo le resultaba difícil saber qué le habían hecho. El único con el que sentía que podía hablar abiertamente era con Raúl, pero nunca los dejaban a ellos solos, de forma que no podía decirle lo que pensaba. Tan sólo una semana después de haber ingresado a la clínica, Alfredo se encontraba en una condición crítica. La “terapia” que le aplicaban era demasiado intensa y las drogas que le ponían le confundían a tal grado que ya no sabía qué era real y que no. Ahora era de tarde y él estaba en su habitación, esposado a la cama y desnudo bajo las sábanas como siempre. Sergei había terminado de depilarle la entrepierna. Porqué le depilaban y qué relación tenía eso con su “enfermedad” era algo que él normalmente no hubiera entendido pero ahora casi le parecía natural. El doctor Suárez entró, acompañado de Takeo, el paramédico.

“Hola, Álex. Es tiempo de tu terapia” dijo, mientras procedía a insertar una jeringa en la intravenosa. Ahora la tenía en el brazo izquierdo. “Ya sabes cómo funciona, ¿verdad? Te voy a hacer algunas preguntas y tú debes contestarte correctamente. Cada vez que me contestes mal, tendremos que castigarte” dijo, señalando el dispositivo de shock eléctrico que Takeo le estaba colocando en sus pezones. “Además, esta vez vamos a hacer una modificación: Cuando contestes especialmente bien, te vamos dar una recompensa. Suena bien, ¿verdad? ¿Acaso no te gustaría que te demos un premio?” Álex alcanzó a asentir mientras los medicamentos empezaban a hacerle desvariar. Sintió que le quitaba las sábanas y levantaban sus piernas. Hacía unos días habían colgado unas cuerdas del techo, que normalmente se usaban para sujetar piernas enyesadas y férulas pero ahora las usaban para retener las piernas de Alfredo bien alto, dejando totalmente expuesto e indefenso su múltiples veces explorada cueva anal. A continuación, sintió un objeto redondo y un tanto gelatinoso internarse en sus entrañas y luego disolverse en ellas, generando al instante calor y una sensación de cosquilleo que no le gustaba mucho. Empezó a mover la cadera, en un vano intento de calmar esa sensación de vacío.

“Calma, calma, ya nos encargaremos de llenarte en un momento” dijo Víctor. “Empecemos. ¿Cómo te llamas?”

“Álex Solano”

“Muy bien, Álex. ¿Qué te gusta hacer?”

“Me gusta el fútbol. Me gusta jugar con mis amigos. Me gusta ser bueno” dijo Álex, tal como había aprendido a contestar en sesiones anteriores.

“¿Te gusta ser bueno? Excelente. ¿Eres bueno con tus amigos?” Alex dijo que sí. “Te gusta complacer a tus amigos?...” Otro sí.  “Takeo es tu amigo. ¿Vas a complacer a Takeo?”

“Si, voy a complacer a mis amigos, voy a complacer a Takeo” balbuceó Álex. El paramédico y el doctor sonrieron y se miraron mutuamente. Takeo tardó sólo un momento en quitarse los pantalones y los calzoncillos, se subió a la cama y puso la cabeza de su verga erecta en posición para ensartar al chico.

“Takeo es tu amigo. Él te quiere ayudar con tu terapia. ¿Quieres que te ayude? ¿Quieres que te dé un premio?” Álex asintió de nuevo. Takeo tomó las piernas del muchacho para apoyarse y de un golpe, suave pero firmemente y sin detenerse, introdujo su mástil en el muchacho, quien sacó un leve gemido a modo de queja.

“¿Te gusta jugar con tus amigos?... ¿Sí? Muy bien… ¿Te gusta jugar con hombres?... Muy bien… ¿Te gusta jugar con mujeres?”

Álex asintió y al instante sintió un toque de electricidad en sus pezones. Antes de ponerle los electrodos, Takeo le había untado un gel conductor, de forma que la descarga era más intensa. Álex se quejó. “ Vamos de nuevo. ¿Te gusta jugar con hombres?... Bien… ¿Te gusta jugar con mujeres?...”

“… eh… no… no me gusta jugar con mujeres” dijo Álex, medio dudoso. Sintió otra descarga.

“No te escucho muy convencido. De nuevo. ¿Te gusta jugar con mujeres?”. Esta vez, Álex lo negó claramente. Después de esto, siguieron una cuantas preguntas de relleno, todas ellas con respuestas negativas, para ‘reforzar’ el estímulo. Luego Víctor volvió a preguntar. “¿Te gusta jugar con mujeres?” Álex, llevado por la inercia, dijo que no. “Muy bien, creo que es hora de un poco de premio” anunció Víctor. A lo cual, Takeo, que todo este tiempo había estado dentro de Álex, empezó a mover su falo, rozando deliciosamente las entrañas del muchacho, calmándole esos deseos que tenía de ser frotado y llenado. Álex lanzó un intenso suspiro de alivio. Víctor continuó.

“¿Te gusta el futbol… ¿Te gusta jugar con hombres?... ¿Te gustan los hombres?...” Álex dio asintió a todo esto, en respuesta a lo cual fue recompensado con más estocadas en su apretado culito. Víctor repitió la pregunta una y otra vez.

“¿Te gustan los hombres?”

“Sí”

“¿Te gustan los hombres?”

“Si, me gustan.”

“¿Te gustan los hombres?”

“Si, si… ahh.. sí me gustan…ahh…ah…”

“¿Te gustan los hombres?”

“Si… por favor… si, me gustan… ahhh… ahh me gustan… por favor, más…” dijo Álex en un crescendo de éxtasis

“¿Te gusta el sexo con hombres?” espetó Víctor. En ese momento, Álex, todavía sin dejar de gemir al ritmo de las embestidas de Takeo, se quedó callado sin embargo. Víctor hizo una señal con la mano y Takeo se detuvo y sacó su verga. En un instante todo se calmó. En la habitación sólo se escuchaba la respiración agitada de Álex, como un eco a la pregunta decisiva. Víctor repitió. “¿Te gusta el sexo con hombres?” Álex siguió sin contestar. Luego de una pausa, Víctor repitió por tercera vez. Ante el silencio, Víctor lanzó una descarga bastante fuerte y la mantuvo. Álex dio un salto, con una expresión de sufrimiento. Luego de varios segundos, el shock se detuvo. Álex respiraba entrecortadamente. Víctor pulsó el interruptor de nuevo, y luego una tercera vez. Para entonces Álex estaba cubierto de sudor e incluso su verga, que se había puesto erecta ante la penetración, había perdido su turgencia y yacía flácida en su vientre.

“Vamos, Álex, tu puedes hacerlo” lo animó Takeo. Víctor repitió la pregunta. “¿Te gusta el sexo con hombres?” Álex miró al médico y a Takeo alternativamente, sin mirarlos realmente. En su mente ambos eran sólo sombras, espectros que lo acosaban, que le atacaban y que lo dominaban. Con voz temblorosa, asintió quedamente. “Dilo más fuerte, chico, que se escuche”

“Si, me gusta”

“¿Qué te gusta?”

“Me gusta… me gusta el… sexo… con… hombres”

“A ver, de nuevo”

“Me gusta el sexo… con hombres” completó, luego de sentir un ligerísimo shock Luego repitió. “Me gusta el sexo con hombres” a lo cual recibió la sonrisa de sus dos dominadores.

“Muy bien, Álex. No fue tan difícil, ¿verdad? Vamos, dinos de nuevo qué te gusta y te daremos un premio.”

Álex repitió la frase, más seguro. Takeo le introdujo nuevamente y de golpe su larga verga. Álex podía sentirse lleno de verga e incluso sentir la suave piel de los huevos del japonés rozando sus nalgas. Como por arte de magia, su verga empezó a ponerse dura de nuevo, azuzada por las vigorosas empaladas del paramédico.

“Ahh… ahh.. me gusta el sexo con hombres… ahhh me gusta el sexo… ahhhhhh con hombres” repitió una y otra vez, arrastrado por el vigor sexual en su culo. La verga del paramédico le llenaba completamente, haciéndolo vibrar de emoción, empujando su mente a aceptar, a aceptar todo lo que le decían, a aceptar todo lo que le pasaba y a disfrutarlo, a disfrutar el dominio, la sumisión y especialmente a disfrutar y respetar esa cosa, ese ser maravilloso que le penetraba y lo hacía volar a las nubes.

“¿Cuánto te gusta?” le increpó Víctor.

“Ahhh… me gusta… me gusta mucho… ahh.. me gusta mucho el sexo con hombres…ahh.. por favor…, más… me gusta… más… me gusta más… con hombres… ah.. el sexo… ahh” siguió balbuceando el muchacho, embriagado de sensaciones que emanaban de su interior lleno de verga. Takeo siguió empalándolo con mayor y mayor ritmo, mientras Víctor le acariciaba el glande. Takeo pudo sentir cómo el muchacho constreñía su verga con delicia, con voracidad. Finalmente, Álex sintió como la verga del japonés se endurecía más y empezaba a lanzar su carga de fluido seminal en sus entrañas, caliente como un disparo, inundando su intimidad, al mismo tiempo que sus propias bolas se descargaban, lanzando su propia leche hacia arriba, cayendo en su vientre y sus piernas sujetas. El paramédico se retiró del interior del muchacho, dejando un hilo de semen colgando de su verga que, al romperse, cayó, escurriendo del orificio recién penetrado del muchacho. Takeo fue y regresó con una cámara, tomando una fotografía en close up de semejante espectáculo, mientras que Víctor le colocaba una nueva inyección al muchacho, con la que este cayó en un profundo sueño.

“Qué bárbaro. Este chico me mata.”

“Y vamos bien con él, dentro de poco estará totalmente a nuestro servicio.”

“Si, te creo. ¿Cuánto tiempo tenemos hasta que regrese la madre?”

“Todavía 5 días pero incluso eso es mucho” contestó Suárez mientras le colocaba a Alfredo unos audífonos con música ‘especial’. Detrás de la pista, una melodía calmada y lenta, había grabado en una frecuencia particular el mensaje que le quería enseñar: “Debo ser obediente con mis amigos… me gusta el sexo con hombres…”

“¿Qué hacemos con esto?” preguntó Takeo, señalando el semen que escurría del hoyito del muchacho.

“Hay que limpiarlo. Es tu desmadre así que te toca”, contestó Suárez, tendiéndole el equipo para enemas. Takeo puso una mueca en broma. Mientras su culo se llenaba de líquido, Alfredo, en sus sueños, se sentía flotar, rodeado de una música suave, que lo invitaba, lo inducía a ser obediente, a ser dominado, a disfrutar…


Espero que les haya gustado. Pronto vendrá el desenlace.

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