El hombre rudo de la playa
Un encuentro excitante en un atardecer en la playa con un hombre muy especial.
Siempre he sentido muchísima atracción por hombres muy masculinos, incluso diría que mas bien primitivos.
Donde haya un hombre velludo con rasgos duros y de haber sido un trabajador incansable, que las condiciones climáticas haya curtido su piel, no hay otro.
A mi esos hombres refinados, con su vello rasurado, cejas depiladas y demás no me interesan nada en absoluto.
Muchas tardes calurosas de verano, cuando el sol comienza a bajar y la temperatura es más agradable, aprovecho para bajar a la playa un rato, pasear y darme un baño en el ocaso del día, la mayoría de la gente se ha marchado ya de la playa y es sumamente agradable.
Uno de esos días me encontraba caminando por la orilla, realmente la playa estaba solitaria casi era de noche, el calor insoportable y sin dudarlo me despojé de mis pocas ropas y me sumergí en el calido mar a disfrutar de su frescura y energía que me daban sus olas. Al salir anduve un poco cerca de donde había dejado mis cosas escurriendo el agua de mi cuerpo y sin saber de donde salió un hombretón se puso ante mis ojos.
Su aspecto físico era como he dicho antes el de un hombre curtido por las brisas y el sol en largar horas de trabajo, una buena mata de vello cubría su pecho y zona pubica y su cuerpo se veía trabajado pero no excesivamente como es mas normal en gente que va al gym.
El hombre comenzó a pasear delante de mí, estaba completamente desnudo y le colgaba un buen instrumento de entre sus piernas, no dejaba de mirarme y yo me sentía muy excitado por exactamente aquel prototipo de macho era el que me atraía.
No lo dudé un instante, debía tomar la iniciativa en aquel tema antes que se echara a perder, no podía permitirme el lujo de dejar ir esa estupenda ocasión con la playa desierta, entrando en la oscuridad y semejante semental a mi alcance.
Me fui hacia la orilla, cerca de donde el se encontraba y mirándolo con descaro fui examinando cada una de las partes de su anatomía, era un ejemplar bien masculino que le gustaba lo mismo que a mi y yo le iba a dar una satisfacción a su cuerpo y al mío.
Mi presa estaba excitada, se tocaba la polla con lujuria y el pollón se le inflamaba a cada instante que iba pasando. Yo no me quedaba atrás y me cacharro se mostraba airoso ante tan bella panorámica. Decidí que el ataque debía ser inmediato, no quería jugar más al morbo, y me adelanté a entablar el primer contacto con el hombre.
Buena tarde hace ¿verdad? Dije al hombretón.
Pues si, ahora es cuando se está bien en la playa, que no hay nadie.
Tenía una voz bronca y ruda, pero también se denotaba en él algo de ternura.
¿Te has bañado ya? Preguntó mi nuevo amigo
No, aun no me he metido de lleno al agua ¿está fría?
Pues si quieres nos damos un bañito juntos, así nos refrescamos un poco, estamos los dos un poquito calentitos, dijo esto haciendo una señal a nuestras partes que se mostraban bien excitadas.
Asentí con la cabeza, mientras que le sonreía picadamente y nos fuimos metiendo al agua. El mar a esas horas era calido, a penas había holas y se podía nadar cómodamente, una vez nos cubría el agua por la cintura nos acercamos el uno al otro, Manolo , que así se llamaba el hombretón me agarró por la cintura atrayéndome hacia él, su cuerpo velludo comenzó a acariciar el mío, su miembro se paseaba por mi vientre produciéndome un enorme placer, manolo acercó su áspera cara a la mía y colocó sus labios calidos sobre los míos, hurgó con su lengua dentro de mi boca y nos fundimos en un profundo beso de lo mas lujurioso.
Después de andar acariciándonos durante un buen rato, Manolo tiró de mí hacia la orilla y nos salimos del agua, colocamos una toalla en la arena seca y nos tumbamos el uno junto al otro. La llegada de la noche nos protegía de miradas curiosas y la soledad de la playa daba un aire más placentero a nuestro encuentro.
La rudeza de su aspecto físico contrastaba con el verdadero ser que escondía dentro de si manolo, era cariñoso y agradable, no dejó de prodigarme caricias y besos mientras rozaba su miembro contra mí, saboreaba mis pezones, sus dedos se paseaban por mi cuerpo y besaba mi cuello y orejas con suma delicadeza.
Yo estaba extasiado, inmóvil ante todo aquel placer que me prodigaba ese hombre, pero hice el esfuerzo de moverme, no podía desaprovechar aquel cuerpo tan apetecible, me incorporé y saboree cada rincón de Manolo con mi lengua, unos gordos pezones los fui amamantando con cariño, después degusté su pecho velludo, bajando y bajando hasta tropezar con una gruesa verga de considerable longitud que la lamí como niño que lame su helado de frambuesa, después durante un buen rato me pasé a los dos hermosos cojones llenos de vello , ¡que ricos que sabían! Saladitos por el baño de mar, los engullí dentro de mi bocaza y los ensalivé enteritos con mi boca.
Manolo gemía como un perro, lleno de gusto y ya enloquecido, me agarró y me besó con toda sus fuerzas y comenzó a colocarme la punta de su polla en las puertas de mi ano. La misma saliva mía unida a sus flujos me sirvieron de lubricación y de un empellón me colocó dentro de mis entrañas la punta de su capullo, después de un instante y al ver que di un leve quejido presionó introduciéndome el resto de su tremendo aparato.
Comenzó la follada, que ricura de semental me estaba ensartando como a un pollo, se movía con suma habilidad lo cual me procuraba un gusto indescriptible que duró durante un buen rato en que Manolo comenzó a ponerse rígido y era señal inequívoca de que la corrida venia en camino, sacó su cacharro de mis adentros y comenzó a pajearse sobre mi barriguita al instante abundante lecha fue cayendo sobre mi, estaba calentita y me daba un placer increíble sentirme llenito de la leche de ese berraco peludito, tras el, comencé a correrme yo también y entonces manolo, se dejó caer sobre mi y me besaba con todas sus ansias.
La noche había caído por completo, solo nos acompañaba la luna y el ruido de las olas del mar, estábamos llenos de semen de los dos, nos dimos un baño y después de secarnos nos despedimos.
Manolo volvía a su casa caminando mientras que yo debía volver a mi coche para regresar a casa, otro día, espero verle pronto para repetir ese magnifico anochecer.