El hombre misterioso (2)

El hombre misterioso sigue llamando a Ana.

Pasaron varios días y Ana no paraba de pensar en lo sucedido. Cada vez que recordaba lo ocurrido en el cine se excitaba mucho. De hecho se había masturbado varias veces pensando en ello. Llego un momento en que pensó que el desconocido no la volvería a llamar nunca. Sus sentimientos eran enfrentados. Por un lado no quería que la volviese a llamar, que todo pasase sin más, un encuentro excitante con un hombre misterioso. Algo con qué fantasear en el futuro y además se había conseguido un dinerito que le permitiría sobrellevar mejor sus asuntos económicos, ya que su trabajo en unos grandes almacenes apenas le llegaban para llegar a fin de mes. Pero por otro lado deseaba que la volviese a llamar, que volviese a pedirle que hiciese algo excitante.

Un día al volver del trabajo, en el correo había un sobre sin remitente. Lo abrió en su casa. En su interior había otro pañuelo como el del cine, una pequeña llave y una entrada para una exposición en un museo de la ciudad. Aunque lo dudó un poco, pronto el morbo supero cualquiera de sus dudas y fue al museo a ver la exposición con el pañuelo en el bolso. Cuando llevaba un rato mirando la exposición sonó su teléfono.

Ana, sabes que me gustas más sin sujetador.

El desconocido colgó. Aunque Ana se había arreglado algo más de lo que haría para ir a ver un museo, la verdad es que no se había puesto una ropa muy sexy. Pero estaba bastante excitada así que decidió ir al cuarto de baño y quitarse el sujetador. Al fin y al cabo llevaba un vestido amplio y apenas se notaría que iba sin él. Cuando volvió a la exposición sonó el teléfono.

Vete a la consigna 7 y ábrela con la llave que te mandé. Dentro hay una bolsa con una ropa que me gustaría que te pusieses en el cuarto de baño. Si lo haces te pagaré lo de siempre.

Ana fue a la consigna cogió la bolsa y fue al cuarto de baño. Al abrirla vió que se trataba de un mono de cuero. Le quedaba muy ajustado y remarcaba notablemente sus curvas. Además el cremallera frontal no subía mucho más allá de su barriga dejando un más que generoso escote a la vista. Dentro de la bolsa había también 1.000 euros. La verdad es que con esa ropa parecía una prostituta. Pero a estas alturas su excitación era tal que ya no pensaba racionalmente.

Al salir de nuevo a la exposición notaba como todas las miradas se clavaban en ella. Algunas con deseo y muchas con indignación. Tras un rato, que a ella le pareció una eternidad, sonó el teléfono.

Estás preciosa. Coge un taxi que te lleve al antiguo polígono industrial.

Ana se sintió aliviada de poder salir de allí llamó un taxi y le indicó a donde quería ir. El taxista no la perdía de vista por el retrovisor. Era un hombre mayor, sucio y bastante gordo. Sonó el teléfono.

Si te abres el traje y le dejas ver los pechos al taxista te doy 1.000 euros.

Ana hizo lo que le pedía el hombre misterioso. La verdad es que estaba muy excitada. Al taxista se le salieron los ojos de las orbitas al ver aquellos dos hermosos pechos al aire. Ana estaba avergonzada pero sobre todo muy excitada. Al llegar al destino se cerró el traje. Pago el viaje y se bajó. Sonó el teléfono.

Vete a los antiguos altos hornos. Entra en el edificio de oficinas abandonado y sube al primer piso. Entra en el primer despacho.

Ana hizo lo que le pidió. Al llegar a los altos hornos buscó el edificio de oficinas y subió al despacho indicado. La habitación estaba vacía. Sólo había una silla de madera en el centro con 1.000 euros sobre ella. Sonó el teléfono.

Siéntate en la silla y ponte el pañuelo.

Al poco rato oyó como alguien abría la puerta. Ana estaba muy excitada. Notó como se abría su traje dejando sus pechos al aire. Luego noto una lengua que recorría sus pezones. Se los mordisqueo hasta ponérselos duros. Ana estaba cien. Luego como le cogía la mano y se le llevaba hasta un pene erecto. Sin duda era el mismo del otro día. Ana empezó a pajearlo. Luego noto como el hombre acercaba el pene a su rostro. Ana le dio un beso y luego empezó a recorrerlo con la lengua. Finalmente se lo introdujo en la boca. Noto como dos fuertes manos la obligaban a mover la cabeza rápidamente. Poco después notó como su boca se llenaba de semen. Nunca había hecho una felación antes y el sorprendió el sabor dulce que llenó su boca. El hombre la sujetaba e impedía que sacase su enorme polla de la boca por lo que no tuvo más remedio que tragarse toda la eyaculación de su misterioso amante. Ana estaba muy caliente. Noto como el hombre le quitaba el mono. Ella le ayudó a hacerlo. Luego él le cogió las manos y se las ató con un pañuelo detrás de la silla. Lo siguiente que sintió es como la lengua de su amante recorría su húmedo clítoris. Estuvo jugando un rato con su lengua hasta que ella tuvo un orgasmo descomunal. Sin tiempo para recuperarse notó como su pene otra vez erecto chocaba contra sus pechos. La levantó de la silla pero la mantuvo atada. El se acostó e hizo que ella se sentara sobre su enorme polla. Al notar ese trozo de carne tan duro dentro de ella tuvo un nuevo orgasmo. Empezó a cabalgarlo con ganas cuando de repente notó como otra polla enorme se apoyaba en su cara. Ni había notado entrar a alguien más con la excitación. Pero con lo caliente que estaba no dudo en empezar a comerse este nuevo pene mientras cabalgaba ansiosa a su primer amante. Después de un rato notó un tercer pene erecto junto a su cara. No dudo en empezar a chuparlo mientras noto que le echaban sobre su primer amante. Tal y como estaba, el segundo amante introdujo su enorme polla por su culo. Al principio noto dolor pero pronto fue sustituido por el enorme placer de tener tres enormes pollas en su interior. Poco tiempo después la pusieron de rodillas y uno tras otro los tres amantes se corrieron en sus pechos. Ella tuvo el orgasmo más salvaje que había tenido nunca y quedo rendida en el suelo. Noto como los hombres abandonaban la habitación tras soltarle las manos. Oyó como sonaba su móvil. Se quitó el pañuelo y descolgó.

Eres una amante excepcional. En la silla te he dejado 2.000 euros. Mil por el polvo y otros mil por quedarme con el mono de cuero impregnado con tu aroma. Te he dejado ropa en la habitación de al lado. Ha sido un placer follarte.

Ana fue a la habitación a vestirse. Al lado de la ropa había un ordenador encendido. Mientras se vestía llegó un aviso de que se había recibido un mensaje nuevo para Ana. Intrigada abrió el mensaje. Se trataba de una confirmación de que un video había sido subido satisfactoriamente a una página web. Ana asustada entro en la web, se trataba de una página porno y entre las novedades del día comprobó escandalizada que estaba el video de lo ocurrido en la habitación de al lado. Los tres hombres que se la follaban estaban encapuchados y no pudo reconocerlos. Entre el pañuelo y el montaje de video a ella tampoco se le reconocía. Al lado del ordenador había una nota con el login y el password para acceder a la cuenta de la página web.

Llamó un taxi y se fue para su casa. Se sentía muy extraña, por un lado asustada por si alguien llegaba a reconocerla en el video, por otro lado estaba tremendamente excitada por haber follado con aquellos tres desconocidos. Llegó a su casa y el morbo le hizo entrar en la página. En este rato su video ya había tenido numerosas descargas, lo que la hizo sentirse extrañamente halagada. Se estaba excitando mucho y decidió entrar con el login y el password que le habían dejado. Al poco de entrar varios usuarios del foro le estaban mandando mensajes sobre el video y poder follársela también. Ella no contestaba pero sólo con estar conectada ya había muchos usuarios escribiéndole. La mayoría no serían más que pajilleros que le decían la primera guarrada que les venía a la cabeza pero la verdad es que se estaba excitando mucho. De repente entro en el chat un usuario le llamó mucho la atención su Nick era "desconocido del teléfono". Le mando una invitación para un chat privado. Ana aceptó.

Porque no les das una alegría a tus fans y les enseñas tus hermosos pechos.

Me da mucha vergüenza.

Viendo el video no te van a creer. Además no tienes porque enseñarles tu rostro.

Está bien.

Ana no se podía creer lo que iba a hacer. Se puso de pie delante de ordenador y se puso una máscara que había traído de Venecia para que no la reconociera nadie. Luego escribió en el chat que les iba a hacer un regalillo y conectó la cámara web. De inmediato multitud de usuarios le mandaron una invitación para que los viese a ellos también. Ana aceptó una cuantas invitaciones al azar incluyendo la de su amante desconocido y empezó a quitarse la camisa sensualmente. En la pantalla pudo ver como un montón de hombres y alguna mujer se empezaban a masturbar, lo que la hizo excitarse aún más. Se quitó el sujetador y vio como todas las poyas ya estaban muy duras. Llevada por el momento se quitó la falda y las bragas luego empezó a masturbarse. Cada vez que veía que alguien se corría ella se excitaba más y más hasta que finalmente tuvo un orgasmo bestial al mismo tiempo los más resistentes de sus fans.

Quedó extenuada. Al rato se reincorporó y vio que el chat estaba en plena ebullición. En conversación privada con su amante desconocido había seguido toda su masturbación hasta manchar la cámara con su semen.

Desconocido del teléfono ¿te ha gustado?

Mucho

A mí también me ha gustado ver cómo te corres. Me pones muy cachonda.

El desconocido se desconectó del chat. Ella también después de un ratito.

El viernes cuando salía de trabajar vio que el taxista que la llevó al polígono industrial abandonado estaba esperando delante de la puerta. Ana se quedó pálida ¿Cómo la había encontrado? El taxista se le acercó y le dijo que le habían mandado a recogerla y le dio una nota. Ana la abrió y la leyó: "Ana ¿te acuerdas de este hombre? el seguro que se acuerda de ti y de tus hermosos pechos. Si quieres ganarte otros 1.000 euros dile que te lleve al Hotel Parish a las afueras de la capital, hay una reserva a tu nombre para todo el fin de semana".

Ana se lo pensó un poco. Lo del amante desconocido era excitante pero un viaje de cuatro horas con aquel hombre que le resultaba asqueroso no le agradaba tanto. De todas maneras la idea de lo que la podía esperar en el destino la animó a aceptar.

Durante el viaje el hombre no le quitaba ojo. Después de un rato le llego un mensaje al móvil "Se buena y vuelve a enseñarle los pechos" Durante un tramo que vió que había poco tráfico decidió desabrocharse la camisa y quitarse el sujetador dejando entrever sus pechos y se puso el pañuelo. El taxista no podía creerse lo que estaba pasando de nuevo. Después de un rato sonó el teléfono móvil del taxi. Después de un rato se cerró de nuevo la camisa y siguió callada y avergonzada el resto del viaje.

Llegaron al hotel a las 10 de la noche y fue a la recepción. Se trataba de un hotel bastante lujoso con spa y casino. Le indicaron cual era su habitación y un botones la acompaño hasta ella. La habitación estaba bastante bien y sobre la cama había 1.000 euros y una nota: "Ponte la ropa del armario y baja al casino a las 11. Pide que te lleven a la mesa 17.". La ropa que le había era un traje de noche negro con muchas transparencias con un muy generoso escote y que dejaba la espalda al aire y una tanga negro. Se lo probó y comprobó que se le translucían los pezones un poco. A estas alturas ya no estaba para reparos ya que su excitación era máxima.

Bajó al casino, había bastante gente muy arreglada aunque con su vestido y su figura ella llamaba bastante la atención. Entre la gente que estaba jugando en las tragaperras estaba el taxista que la había traído que se quedó embobado al verla.

Se acercó a uno de los camareros y le preguntó por la mesa 17. El camarero la acompañó hasta otro salón en el que había cuatro hombres jugando al póker. Al entrar uno de los hombres se puso en pie y dijo:

Usted debe ser Ana. La estábamos esperando siéntese con nosotros.

Ana sonrió y se limitó a sentarse en una silla que había libre. El camarero le preguntó si quería algo y Ana le contestó que no. Luego se fue y cerró la puerta tras él. Los hombres parecían centrados en la partida y la voz de ninguno de ellos le recordaba a la de su amante desconocido. Tras un rato de partida uno de los hombres se retiró y se fue. Los tres hombres que quedaron invitaron a Ana a jugar un rato. Ella había jugado muchas veces por internet y al fin y al cabo si su amante la mandó bajar aquí sería para jugar, por lo que uso los 1.000 euros que le había dejado en la cama para jugar. Le fue bastante bien y llegó un momento en que los otros jugadores echaron el resto y apostaron una cantidad que ella no tenía. En ese momento sonó un intercomunicador y oyó la voz del desconocido:

Ana cubre la apuesta con su vestido.

Los hombres aceptaron. Ana se quedó muda, tenía una buena mano pero podía perder. Y así fue. Los hombres la miraron y le dijeron que debía pagar lo que había perdido. Ana se quitó el vestido dejando su precioso cuerpo al descubierto a excepción de la tanga negra.

El desconocido volvió a hablar:

La siguiente mano de Ana la cubre con una felación.

Los tres hombres aceptaron. Ana estaba asustada pero se estaba empezando a excitar y la verdad es que los tres hombres eran bastante atractivos.

Empezaron a jugar y finalmente ganó uno de los tres hombres. Le sonrió a Ana se abrió el pantalón y sacó un pene que ya semierecto tenía un tamaño considerable. Ana se arrodilló y comenzó a chupársela, a lamerle el tronco suavemente. Luego se introdujo el glande en la boca y finalmente se trago aquella enorme polla. Empezó a mover la cabeza rápidamente consiguiendo que el hombre alcanzase el clímax, momento en el que le llenó la boca de esperma. Fue tan abundante la corrida que no pudo contener todo el semen en su boca y parte se escurrió por la comisura de sus labios.

Ana se incorporó y volvió a su silla. El hombre que había ganado indicó que se retiraba de la partida porque ya había ganado mucho más de lo esperado esta noche. Los otros dos hombres llamaron por le interfonillo para que el camarero les buscase un nuevo jugador. Ana tenía ganas de seguir, estaba muy excitada y la felación que acababa de hacer la había puesto a cien. Así que dijo:

La siguiente partida subo la apuesta. El que gane le masturbaré con mis pechos, hasta que se corra en mi cara y luego le dejaré que me folle el y un amigo suyo.

Los dos hombres sonrieron viciosamente pensando en follársela entre los dos. En ese momento se abrió la puerta y entró el camarero que traía al nuevo jugador. Se trataba del taxista que había tenido suerte en las tragaperras y los dueños del casino lo habían invitado a la partida para ver si se dejaba parte de las ganancias en el casino.

Al entrar en la habitación y ver a Ana casi desnuda al taxista casi se le salen los ojos. Estaba alucinando. Le preguntaron al taxista si aceptaba la apuesta de Ana en vez de dinero y este dijo que si encantado. De hecho ya se podía ver que estaba erecto. Ana quiso volverse atrás pero su amante dijo por el interfono que una apuesta es una apuesta. Rezó por ganar la mano, o al menos que la ganase unos de los otros dos. Pero todo salió lo peor posible y aunque el taxista no tenía ni idea de jugar acabó ganando.

El taxista se volvió hacia Ana para reclamar su premio y a esta no le quedó más remedio que hacerlo. Se acercó al hombre y sacó sucio pene del pantalón. No era muy larga pero era bastante ancha y muy venosa y olía bastante mal. Se arrodilló e introdujo la polla entre sus pechos. Lo estuvo pajeando un buen rato y aunque en varios momentos parecía que el taxista se iba correr, al final lograba contenerse y prolongar un rato más la situación así que Ana tuvo que meterse la polla en la boca y darle una buena mamada hasta conseguir que se corriese dejándole la cara llena de semen.

Por el interfono habló el desconocido:

Ahora te la puedes follar con un amigo.

Genial. Voy a llamar a un amigo taxista de la capital.

Os esperará en el gimnasio del hotel en una hora.

El taxista se fue encantado. Ana estaba desesperada. Esperaba que con la mamada le hubiese llegado. Al poco rato un camarero le trajo un albornoz y subió a la habitación y pensó en irse. Pero como siempre algo en su interior se lo impedía. A las 11 menos cuarto sonó el teléfono de la habitación. Era el desconocido:

En el cuarto de baño tienes una muda para ir al gimnasio. Baja ya.

Fue allí y vió un short y top diminutos. Se los puso. Le quedaban bastante apretados y marcaban notablemente su figura. También había un pañuelo.

Bajó la gimnasio y vio que estaba todo a oscuras menos una máquina de pesas. Delante de ella había una cámara grabando. Se puso el pañuelo y se sentó en la máquina. Al poco rato llego el taxista con su amigo. Nada más llegar se quitaron los pantalones. Le acercaron las pollas a la cara. Ella empezó a chupárselas con desgana. La polla del amigo era descomunalmente grande. El taxista le quitó el top y empezó a comerle los pezones. Su amigo se arrodilló y le quito el short. Pronto notó como le empezaba a meter un dedo en su entrepierna y luego otro. Poco a poco se fue excitando, lo que provocó que se humedeciese, momento que el amigo aprovechó para introducirle el puño y empezar a follarla con él. Al principio resultó molesto pero pronto empezó a sentir un placer descomunal y tuvo un orgasmo. Entonces el amigo se acostó en la máquina y la sentó sobre su polla. La inclinó hacia él y dejo el culo descubierto para que el taxista empezara a follársela por ahí. Tras un rato bombeándola por sus dos orificios la pusieron de rodillas y la obligaron a comerse la corrida de los dos.

Después se fueron y la dejaron en el suelo extenuada. Ella se levantó, se puso su ropa y se fue a la habitación. Se dio una ducha para quitarse el olor de esos dos apestosos. Al salir vio que había un ordenador portátil sobre la cama. Estaba conectado a la página web del otro día. El desconocido ya había subido el video del gimnasio y otro con lo sucedido en la partida de poker en los que había tenido cuidado de que no se la reconociese pixelando su cara. Al igual que la otra vez un montón de usuarios ávidos ya lo estaban. Al lado del ordenador había una nota: "Conéctate". La ducha la había recuperado bastante del cansancio así que se conectó.

Al igual que el otro día, nada más conectarse un montón de usuarios empezaron a escribirle y pedirle que conectase la cámara. Ana escribió:

¿Queréis que nos masturbemos juntos?

Hubo un casi unánime sí. Ana estaba buscando con que ocultar su cara cuando en el chat escribió el desconocido del teléfono:

Necesitamos algo más.

Por un momento el chat cesó esperando que proponía el desconocido.

Continuarᅅ…..

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