El hombre del parque (1)

...de nuevo vuelvo a verme envuelta en una morbosa situación...

EL HOMBRE DEL PARQUE… ¿HASTA DONDE LLEGARÉ?

Mi vida continuaba "casi" como la de cualquier persona, mi marido había asumido mi comportamiento e intentaba disfrutarlo como yo. Atrás habían quedado las conversaciones de cama en las que él intentaba darle morbo a nuestra vida sexual y, a veces, me insinuaba la posibilidad de situaciones en las que intervenía alguien más, ahora el morbo estaba allí y esas hipótesis eran una realidad. Después del cambio radical que supuso mi estancia en el Parador y el periodo siguiente en el que mi recién descubierta sexualidad me tenían totalmente transtornada, la situación se fue calmando, seguía teniendo encuentros con mis amantes y mi cuerpo reaccionaba ante cualquier llamada o encuentro con ellos, pero la ansiedad que me consumía antes iba bajando en intensidad. A veces veía a hombres por la calle y me imaginaba lo que me harían en la cama, no intentaba ligármelos pero me ponía caliente lo que era aprovechado por mi marido, solo o con alguno de mis amantes.

Casi todas las mañanas me iba al parque con mi hermana y allí nos entreteníamos contándonos nuestras cosas y tomando el sol con mi hija. Más de un día me encontré con el hombre que tanto me había inquietado (y calentado), la primera vez que lo vi – Involucrando a mi marido (3). La consumación – y siempre me desnudaba con la mirada mientras me decía obscenidades, comentarios sobre lo que me iba a hacer con mi coño y mis tetas cuando me tuviera en sus manos, como me iba a follar etc… Sus ojos y su voz provocaban en mí una reacción incontrolable, mi vientre comenzaba a temblar, mis piernas flaqueaban y mi corazón latía con una inusitada fuerza…como le dije a mi hermana, ese tío me calentaba y me daba miedo al mismo tiempo, si le veía de lejos normalmente tomaba otro camino, pero había veces que me dirigía hacia él esperando ansiosamente sentir su mirada en mis pechos y oír las barbaridades que me decía. Una mañana bajé solo con la niña y en el ascensor estaba mi vecino Antonio (leer En manos de la experiencia 1 y 2), como cada vez que nos veíamos, nada más cerrarse las puertas del ascensor metió una de sus manos bajo mi falda y acarició mi entrepierna por encima de las bragas, mientras que con la otra me sobaba las tetas, yo también le apreté la polla por encima del pantalón y le besé los labios. Llegamos abajo, me dio las gracias y nos despedimos, mientras caminaba hasta el parque pensé en la primera vez que estuve con él, rememoré como le dije que podía hacer conmigo lo que quisiera menos penetrarme, como se autocontroló cuando me tuvo a su disposición y, sin embargo, no me folló… tuve que volver a su casa y pedírselo… Totalmente distraída no me di cuenta que estaba en el parque hasta que oí la voz ronca y que tanto me inquietaba, que me decía al oído

  • Te voy a reventar el coño y el culo y me pedirás más –

Me aparté de él bruscamente y continué mi camino, lo que venía pensando e imaginarme desnuda con ese hombre masacrando mi cuerpo, hizo que una oleada de flujos se desbordara de mi coño, mi cuerpo tembló mientras notaba como mis jugos bajaban por mis muslos. Tuve que sentarme en un banco porque mis piernas no me sostenían, le veía en un lugar desconocido arrancándome la ropa y poseyéndome como un animal mientras que yo gritaba de placer y le suplicaba que me follara con todas sus fuerzas. Poco a poco fui calmando y recuperé el sentido de la realidad, mi hija estaba dormida y, levantándome me dirigí hacia donde me esperaba mi hermana, mi vientre temblaba convulsivamente y mi sexo chorreaba. Cuando encontré a mi hermana ya estaba casi bien, pero ella me notó algo y me preguntó le conté que me había vuelto a encontrar con ese hombre y lo que me había dicho pero no mi reacción, ella me aconsejó;

  • No te preocupes, perro ladrador poco mordedor –

No respondí, solo pensé que ese "perro" era ladrador y mordedor y que quería hacerme "su perra", un nuevo estremecimiento me recorrió el cuerpo. Al rato volvimos y tomamos una copa en el bar de costumbre, Víctor, el dueño de la zapatería entró al poco rato y me hizo una seña, me levanté para pedir algo en la barra y me puse a su lado, con disimulo le dije que ya iría a verlo. Volví con mi hermana, mi mente seguía ocupada con el inquietante hombre del parque y continuamente le veía violándome, pero eran violaciones en las siempre terminaba rendida a él y disfrutando, pronto disfrutaba de

Mi hermana se marchó y yo me dirigí a casa, mi marido ya estaba allí, le besé y le pasé la mano por la polla, sonrió y me dijo:

  • ¿Qué te pasa? –

  • Quiero que me folles… que me folles como si no lo hubieras hecho nunca

párteme el coño, el culo… lo que quieras… necesito sentirme maltratada y

sucia.

Observé como su cara se transfiguraba y le mordí los labios, note que los míos estaban calientes como todo mi cuerpo. Mientras él le daba de comer a la niña de comer a la niña, yo me quite el vestido y la ropa interior que llevaba y me puse el tanga mas sugestivo que tenía, no dejaba nada a la imaginación, mi hendidura se marcaba perfectamente en la exigua tela que apenas tapaba mi vello púbico y mis muslos brillaban con el flujo que manaba de mi sexo. Cuando entré en la cocina mi marido me miró con deseo, me exhibí ante él como si fuera una puta buscando un cliente, en poco tiempo la niña estaba acostada y nosotros, enfebrecidos, nos sobábamos camino de la cama, le arranqué la ropa y me tendí con las piernas abiertas y los brazos en cruz

  • Demuéstrame que eres un hombre – le reté –

Se abalanzó contra mí y comenzó a morderme las tetas, el vientre, el cuello… estaba como loco y su violencia me encantaba. Bajó a mi entrepierna y trató de arrancarme el tanga, no podía, lo apartó y me mordió el coño, me dolió un poco y la imagen del hombre del parque me vino a la mente… Perdí la cabeza

  • ¿Eso es todo lo que sabes hacer? – le pregunté,

Redobló sus esfuerzos y pareció perder la razón, me manejó como una pluma, me puso boca arriba, boca abajo, me azotó, me mordió…era una furia desatada, pero en mi mente él no estaba, era el hombre del parque el que me estaba destrozando

  • ¡¡¡Reviéntame el coño y el culo!!! – le pedí recordando las palabras que me dijo esa mañana.

Sentí como su polla se introducía violentamente en mi coño, grité como una posesa y le pedí más

  • ¡¡Más fuerte!!… ¡¡quiero más!!...¡¡atraviésame con tu polla!!...

La cama crujía como nunca, parecía que se iba a partir, noté como me subía las piernas a sus hombros y me levantaba el culo, sacó la polla del coño y me la puso en el culo

  • ¡¡¡Noooo!!! – le rogué

Era demasiado tarde, apretó fuertemente y mi esfínter cedió, sentí como mis entrañas se abrían mientras un dolor insoportable me atravesaba el cuerpo

  • No, por favor… - supliqué

No hubo respuesta, su polla siguió ensañándose con mi dolorido culo, entraba y salía con una fuerza increíble

  • Me duele, sácala… - le rogué mientras las lagrimas anegaban mis ojos.

No hubo piedad y juro que es verdad, en mi mente era el hombre del parque el que me follaba y estaba cumpliendo su palabra, me estaba destrozando… veía su cara descompuesta mientras me enculaba con fiereza, esta imagen desencadenó un tremendo orgasmo en mí

  • ¡¡¡Me cooooooorrrrrrooooooooo!!! – grité mientras apretaba mis nalgas contra esa polla que me horadaba.

Sacó la polla del culo y me ensartó por el coño… una sensación de alivio me hizo relajarme

  • Pídeme que te folle – me ordenó.

  • ¡¡¡¡ Follame!!!! – grité.

No se lo hizo repetir, martilleó mi sexo, lo sentía entrar y salir mientras todo mi cuerpo vibraba bajo el placer que semejante ataque me estaba proporcionando. Notaba como en mi vientre crecía un orgasmo que me llevaría al éxtasis; jadeaba, sudaba, gemía… me estaba matando, quería dureza y me la estaba dando en demasía, el rostro sudoroso y contraído del hombre del parque me machacaba el cerebro. De pronto noté como la polla que me invadía parecía hincharse en mi interior, mis músculos vaginales la atraparon y estalló, su caliente semen anegó mi conducto vaginal mientras mi vientre se abría y arrojaba una catarata de flujo, levanté mi pelvis para sentir su miembro en lo más profundo de mi ser y un grito escapó de mi garganta.

Nos quedamos quietos por unos minutos, cuando mi marido se salió de mí, le miré, estaba empapado en sudor, igual que yo

  • ¡¡Bufff!! ha sido increíble- dijo

  • Si – contesté lacónicamente –

El momento de magia había pasado, disfruté muchísimo, pero el hombre del parque ya no estaba allí y algo me faltaba… había follado con un hombre y ahora estaba con otro, sentí pena por mi marido le di un beso y me di la vuelta para dormir, quise hacerlo desnuda y sucia… tal como me había dejado aquel hombre

Los siguientes días no tuvieron nada de particular, no fui por el parque y no vi al hombre… bueno el segundo día creí verlo a lo lejos, el corazón me dio un vuelco pero desapareció y no pude confirmar que fuera él, empezaba a preocuparme… me estaba obsesionando. Mi marido estaba contento, el último polvo le tenía eufórico y sabía que me había hecho disfrutar y mucho… lo que ignoraba es que había tenido ayuda "externa".

Una mañana quedé con mi hermana para ir de compras y comer fuera, llamé a la "canguro" y a las dos me fui a la parada de autobús que me dejaba en la puerta del Centro Comercial en el que nos habíamos citado, me había puesto unos vaqueros, una camiseta y unos zapatos cómodos. Cuando llegué a la parada había mucha gente, al llegar el autobús subí, dentro estaba casi lleno y me dirigí al final que parecía estar un poco menos ocupado, me coloqué en un rincón y me relajé. De pronto noté que alguien se apoyaba contra mis nalgas, iba a volverme para protestar cuando me hablaron al oído

  • ¿Ya estás dispuesta para darme tu coño? – susurró.

Me quedé paralizada, era él y mil pensamientos cruzaron por mi mente, pensé en marcharme pero no podía ni quería. Cerré los ojos y noté como se restregaba contra mi culo mientras sus manos me tomaban por la cintura, casi de inmediato una de ellas se apoderó de mi entrepierna por encima del pantalón, me pregunté por qué me lo había puesto aquel día, casi siempre iba con falda o vestido. Mi pecho comenzó a agitarse cuando sentí como me bajaba lentamente la cremallera y, luego, desabrochaba el botón de la cintura, no quería ni mirar alrededor por si alguien nos observaba, enseguida noté como su mano acariciaba mi vientre y bajaba hacia mi sexo que comenzaba a humedecerse, se metió por debajo de la cinturilla de mis braguitas y jugó con mi vello púbico. Mi respiración se agitaba por segundos mientras él se demoraba un poco antes de alcanzar su objetivo, recorrió con un dedo mi caliente hendidura y me hizo morderme los labios para no gritar, mi cuerpo ardía mientras su mano continuaba conquistando mi vientre que ya se había rendido

  • ¿Te gusta? – preguntó.

Asentí con la cabeza, sentía como mis labios vaginales se iban abriendo para él que, hábilmente, había metido su otra mano por debajo de mi camiseta y acariciaba mis pechos por encima del sujetador. Esta vez no pude evitar un gemido, en ese mismo momento metió dos de sus dedos en mi ardiente cueva y noté como me corría y mojaba mis muslos y su mano. Continuó jugando con mi sexo, oía el ruido que hacía mi mojado coño bajo la manipulación de su mano y, suponía que alguien más también lo oiría, pero no me importaba

  • ¿Sabes lo que voy a hacer contigo? – oí de nuevo su voz.

De nuevo asentí, mientras mi coño seguía destilando jugos..

  • ¿Y lo deseas? –

Por tercera vez mi cabeza afirmó.

Sentí como abrochaba el botón de mi pantalón, mientras me decía al oído

  • Mañana a la misma hora en este autobús…sin pantalones

Sentí como sus manos se retiraban de mi cuerpo y dejé de sentir la dureza de su miembro en mis nalgas. Yo continuaba paralizada y no me atrevía a volverme, miré a través de la ventanilla cuando el autobús frenó en una parada, me di cuenta de que la mía era la próxima y comencé a recomponerme, subí la cremallera y me ajusté la camiseta. Cuando me di la vuelta el hombre no estaba, pensaba que todo el mundo me miraría pero nadie parecía haber visto nada, llegué a mi parada y me bajé, mi hermana ya me estaba esperando y nos fuimos directamente a comer. La tarde fue muy placentera y nos divertimos mucho, pero de vez en cuando el trayecto en el autobús y la cita de mañana venían a mi mente y me estremecía. Cuando nos íbamos a despedir me inventé una excusa para pedirle que el día siguiente se quedara con mi hija a partir de la una y media.

Cuando llegué a casa aún no estaba mi marido, cuando se fue la canguro me quité la ropa pero me dejé las bragas que aún retenían la humedad de mi coño. Una mancha oscura, disimulada por el color del pantalón, me hizo recordar la sesión del autobús, me miré al espejo solo cubierta por mi prenda interior, vi mis pezones erizados, la hendidura de mi sexo perfectamente marcada en las bragas, mi vientre casi plano… el día siguiente un nuevo hombre tendría todo aquello, me poseería y me haría gozar, estaba segura de que esa persona sabía lo que yo necesitaba y me lo iba a dar… como yo le iba a dar a él todo lo que me pidiera

De pronto me vi reflejada en el espejo acariciándome los pechos, cerré los ojos y bajé las manos a la entrepierna, aparté la braguita y comencé a tocarme imaginando que era el hombre del parque quien lo hacía…El ruido de la puerta de la calle al cerrarse me hizo reaccionar, me puse rápidamente una bata y salí de mi dormitorio, mi marido acababa de llegar y me besó. Preparamos la comida de la niña y, después de acostarla, cenamos nosotros. Le conté "casi" toda la jornada de tarde y nos quedamos viendo la tele. Yo sentía esa extraña excitación que me asaltaba siempre que iba a tener una nueva aventura, el cosquilleo de mi vientre era el mismo que cuando me dirigía al Parador o cuando esperaba a mi taxista para que me comiera el coño o mientras esperaba para subir a casa de mi vecino y pedirle que me follara…Nuevamente comenzaron a fluir jugos de mi vientre, su peculiar olor fue inmediatamente captado por mi olfato… y también por el de mi marido que me abrió la bata y buscó mi sexo con sus manos, le dejé hacer, yo estaba como flotando y cuando me bajó las bragas levanté mis caderas para facilitarle la maniobra, cuando vi que acercaba su boca a mi coño me abrí de piernas para dejarle un completo acceso a él. Yo quería suavidad, bastante dureza me esperaba el día siguiente, y mi marido pareció leer mi pensamiento, me lamió suavemente, su lengua y labios me trabajaron con dulzura mis labios vaginales y el clítoris, besaba la cara interna de mis muslos acariciaba suavemente mi orificio posterior, mi vientre se agitaba lentamente y un continuo hilo de flujo manaba de mi interior. Todo sucedía a cámara lenta, parecía que nos habíamos fumado un porro, mi garganta emitía un ronroneo continuo mientras el seguía a su ritmo. Mi vientre parecía hincharse poco a poco, un orgasmo se estaba gestando en su interior, yo me dejaba llevar y disfrutaba, miré a mis pechos por mi abierta bata y vi mis exultantes pezones, estaba llegando al punto de no retorno y levanté mis caderas, en ese momento subió una mano y acarició mis pechos al tiempo que me besaba el clítoris… me vacié en su cara, él intentaba recoger con su boca todos mis flujos, pero era imposible fue una auténtica riada.

Me quedé atontada durante unos minutos y cuando me recuperé vi que mi marido seguía lamiéndome, le dije que se levantara y me abrazara y le di las gracias. Al poco tiempo me levantó en sus brazos y me llevó a la cama y me tendió en ella

  • ¿Te importa que lo dejemos por esta noche? – le pregunté.

  • No, en absoluto, te quiero – contestó.

  • Y yo a ti - le respondí.

  • ¿Te traigo un camisón? – volvió a preguntar.

Mi lado perverso volvió a salir, recordé el día siguiente y a mi hombre del parque

  • No – contesté – tráeme las bragas que me quitaste en el salón.

Se levantó y me las trajo

  • Están sucias – dijo –

  • Da igual – contesté –

Al ponérmelas sentí las manos de aquel hombre manoseando mi sexo, este era su trofeo, serían para él.

Me dormí, y de nuevo fue una noche inquieta, varias veces mi mente inventó situaciones que quería vivir y varias veces me desperté empapada en sudor… y en flujos.

Me desperté, y mi primer pensamiento fue para la jornada que se avecinaba, me desperecé y fui a orinar, mi marido estaba en la ducha y descorriendo la mampara me envió un beso. Al bajarme las bragas vi que estaban hechas una ruina, el olor era intensísimo, pensé en olvidarme de mi intención de regalárselas al hombre que en unas horas me iba a follar, pero algo me decía que a él le iba a encantar, me las subí y me dirigí a la cocina a preparar café. Desayune con mi marido y cuando se fue levanté a la niña, comió y la bañé, la puse en el parque con sus juguetes y comencé a prepararme. Me bañé y me maquillé, vi que mi vello púbico estaba un poco desarreglado y largo cogí las tijeras y la maquinilla, pero algo me hizo pensar que a él le gustaría más así, de modo que lo dejé como estaba. El siguiente paso era escoger mi ropa interior, elegí un tanga verde claro completamente "indecente" y un sujetador de media copa a juego, me estaba vistiendo para él con lo que suponía le gustaría más. El vestido por el que me decidí era de punto, abierto por delante y la falda con el vuelo suficiente como para que él tuviera completo acceso al coño y al culo. Se acercaba el momento y me empezaba a faltar el aire, estaba caliente como un horno y mi cuerpo se estremecía en espera de la acción. Las horas se hicieron interminables, me levanté de un salto cuando llegó mi hermana que se me quedo mirando y me dijo:

  • Parece que la cita es masculina –

No le contesté, solo sonreí y me despedí de ella.

Cuando llegué a la parada él aún no había llegado, pasó uno y esperé, sabía que vendría y efectivamente al poco tiempo apareció, se puso a mi lado sin decir nada, cuando llegó el autobús me tomó del brazo y me condujo hacia la puerta, pagó los dos billetes y me llevó al fondo, al haber pasado uno un poco antes, había pocos pasajeros, me sentó en un asiento adosado al lateral y se separó de mí, le miré con sorpresa, pero cuando vi que él se sentaba justo enfrente, lo comprendí, quería que me exhibiera ante él, mi coño respondió de inmediato y noté como comenzaba a humedecerme. Le miré y vi que tenía su vista fija en mí, poco a poco a poco mis piernas se fueron abriendo, solo él podía verme y me abrí completamente, le estaba enseñando mi intimidad cubierta tan solo por un mínimo trapito transparente, mi coño estaba expuesto a su ávida mirada. Se levantó y se me acercó, no me moví, solo miré el bulto que empezaba a formarse en su entrepierna y me estremecí, desabotonó un botón de arriba del vestido y dos de abajo, pensé que ya no hacía falta mantener mis piernas abiertas, el vestido abierto prácticamente dejaba al descubierto mi tanga, no hice el menor gesto para cubrirme. El autobús paró y se subieron dos o tres personas, ninguno llegó hasta donde estábamos, cuando arrancó el vehiculo se sacó la polla, era de un tamaño parecido a las que yo conocía, pero las mas gruesa que había visto y sobre todo su glande era enorme, cerré los ojos y lo imaginé penetrándome…mi flujo continuaba manando de mi ardiente sexo.

  • Tómalo – me ordenó.

Ni lo dudé, un asiento frontal y su cuerpo me protegían de miradas indiscretas, lo cogí con las dos manos y comencé a acariciarlo, su piel era muy suave y sentí como se hinchaba con mi manipulación, pronto vi como una gota de liquido transparente aparecía en el orificio de su glande, lo lamí con la punta de mi lengua mi lengua, oí como un gemido se le escapaba y me metí el glande en la boca, esta vez respondió con un bufido, le sopesé los testículos y me agarró de la cabeza, esa polla me sabía a gloria, la quería dentro de mí…De repente se apartó

  • Hemos llegado – me dijo.

Intenté abrocharme el vestido pero me lo impidió, me levanté mientras él se guardaba la polla, miré hacía abajo y vi la abertura del vestido, solo el hecho de caminar haría que se me viera el tanga. Me cogió del brazo y me hizo caminar hacia la salida, le seguí como un corderito sin preocuparme porque alguien me viera o no. Al bajar observé que estábamos en un barrio que yo no conocía, parecía humilde pero estaba muy bien cuidado. Esta vez me tomó de la mano y comenzó a caminar no sabía hacia donde nos dirigíamos, pero estaba deseando llegar. Me soltó la mano y pasó su brazo por encima de mi cuello, su mano descansó en mi pecho y me lo acarició con fuerza, gemí y apoyé mi cabeza en su hombro, metió la mano bajo el sujetador y me apretó con más fuerza

  • Siiii… - susurré mientras sentía como mis pezones se endurecían.

Dejó su mano en reposo durante unos instantes y me removí

  • Maaasss… maaasss… quiero más – le pedí.

  • ¿En la calle? – preguntó.

  • Dónde tú quieras – repuse.

Había perdido la decencia, el pudor, la prudencia… todo me daba igual solo quería que ese hombre dispusiera de mi cuerpo a su antojo. Hice una cosa que nunca hubiera sospechado que haría en la calle, bajé la mano y acaricié su polla por encima del pantalón, me tomó de los hombros y me colocó frente a él, le miré con pasión, estaba rendida no tenia noción del tiempo ni del lugar, solo sentía un fuego interno que me consumía.

  • ¡¡¡ Reviéntame el coño y el culo, lo prometiste!!! – casi le gritaba, había perdido la cabeza y estaba al borde de un ataque de histeria.

Me cogió con fuerza del coño y me dijo secamente:

  • ¡¡¡Calla!!! –

Sentí como su mano apretaba mi chorreante sexo y me quedé muda. Sacó la mano y tomándome del brazo me arrastró con él, daba grandes zancadas y yo, trastabillando, intentaba seguirle, la gente con la que nos cruzábamos nos miraba, pensé que todos ellos estaban viéndome claramente el coño. Me metió en un gran edificio que parecía una fábrica abandonada, se movía por allí como si lo conociera a la perfección, al fin llegamos a una estancia en la que había una mesa y un colchón, el lugar estaba descuidado pero no sucio, se desnudó lentamente y se quedó mirándome, mi mirada iba del colchón a él, no sabía que hacer hasta que me decidí, desabotoné el vestido y me lo quité, a continuación puse mis manos a la espalda y desabroché el sujetador que cayó también al suelo. Me quedé solo con el tanga, me agaché y saqué de mi bolso un paquete y acercándome a él se lo ofrecí lo abrió y vio que eran unas bragas usadas, me miró interrogante

  • Son las que llevaba ayer, es un regalo para ti – le dije.

Las acercó a su nariz y aspiró profundamente

  • Huelen a hembra en celo –dijo.

Me tomó en sus brazos y me tendió en la mesa dejando el culo al borde de uno de los extremos, me quitó el tanga y levantó mis piernas hasta que las rodillas me tocaban el pecho, tenía mis dos orificios a su disposición y yo estaba ansiosa porque los utilizara. Pronto su lengua se introducía en uno y otro y mi cuerpo comenzaba a hervir de nuevo, tan pronto era su boca la que mordía mi coño y sus dedos penetraban mi ano, como al contrario. En pocos minutos mis caderas se convulsionaban mientras mis manos masacraban mis pechos. Gritaba salían toda clase de obscenidades… Tómame, fóllame, mátame, poséeme, no tengas compasión de mí, soy tuya, atraviésame con tu polla… eran algunas de las cosas que mi cerebro disparaba a través de mi boca

No sabía cuanto tiempo llevábamos así, cuando de pronto se detuvo, lo miré enfebrecida

  • Ha llegado la hora – dijo en voz queda.

  • Siiii – musité.

  • Pídemelo – ordenó.

  • ¿Cómo te llamas? – le contesté con otra pregunta.

  • Alberto – repuso.

  • Alberto - repetí – para mí siempre serás el hombre del parque y quiero que me revientes el coño… el culo… mi cuerpo entero…Hazlo ya por favor necesito sentirte dentro de mi

  • ¿Por donde quieres que empiece? – preguntó.

  • Tu mandas – le dije desfallecida.

De repente sentí su embestida a la entrada del ano, un alarido salió de mi, noté como había entrado todo su glande pero nada más, abrí la boca buscando aire y otra embestida me hizo aullar de nuevo una tercera la hundió un poco más en mí y en la cuarta sentí como sus pesados testículos me golpeaba la parte superior de las nalgas, lloraba como una niña pequeña pero él, haciendo caso a mis peticiones, no tenía compasión. Al poco tiempo noté como sus penetraciones eran cada vez menos dolorosas

  • ¿Quieres que la saque?-

  • ¡¡¡Noooo!!! – le rogué – sigue follándome.

Su polla se deslizaba en mis instentinos cada vez con más facilidad, mi vientre comenzaba a entrar en erupción. Pronto me oí rogándole de nuevo

  • Dame mas fuerte… la quiero mas dentro...siiii…siiii…siiii… ¡¡¡me voy a correr!!!… -

Un potente chorro de flujos salio de mi vagina, estrellándose en el pecho y la cara de Alberto, en ese momento la sacó del culo y la metió violentamente en el coño, un nuevo estremecimiento me recorrió mientras notaba como me licuaba de nuevo. Comenzó a alternar sus entradas y salidas de uno y otro orificio mientras mis orgasmos se sucedían. Este hombre me había manejado desde el primer momento sin darme ninguna oportunidad, me había convertido en una marioneta que manejaba a su antojo… y yo lo disfrutaba, estaba totalmente entregada mientras él me penetraba sin descanso…estaba siendo follada…Hubo un momento que ya no sabía ni lo que sentía, solo era consciente de mi gratitud a esa persona que me estaba inundando de placer, quería sentir como me llenaba de su esperma para confirmarme que había tomado posesión de mí.

En un momento que me follaba por el coño me pidió que le tomara por el cuello y le abrazara, estiré las piernas y así lo hice, me levantó manteniéndome ensartada y se dirigió al colchón, era muy fuerte, se tendió y yo quedé encima, vi que el colchón no estaba muy limpio y él se dio cuenta

  • ¿Te da asco? – preguntó mientras levantaba las caderas y comenzaba la segunda parte del polvo.

  • Nooo - le dije quejándome – solo quiero que no pares de follarme.

Era extraño, pero a pesar de la postura, era él quien, con poderosos golpes de riñón, continuaba mandando, me cogió de los pezones y comenzó un rítmico machaqueo de mi coño que volvía a hervir al igual que mi vientre, cerré los ojos de nuevo y me concentré en el placer que estaba recibiendo, sentía llegar mi próximo orgasmo. Abrí los ojos y me sobresalté un hombre desnudo se masturbaba a mi lado, cuando Alberto se dio cuenta de que ya le había visto, aceleró su ritmo y pellizcó con más fuerza mis pezones, la mezcla de dolor y placer me hizo desfallecer, me derrumbé sobre el pecho de mi follador que soltándome los pechos me tomó la cara y me la levantó haciéndome mirarle

  • Ahora le vas a chupar la polla – me dijo –

Un débil si salió de mis labios, mientras sentía como su polla continuaba dándome un placer inenarrable.

  • Porque tu quieres mamársela ¿verdad? – insistió.

  • Quiero lo que tu me ordenes –le contesté rendida.

  • Pídele que te la meta en la boca – ordenó.

Me incorporé y miré al hombre que continuaba masturbándose, no me fijé ni en su aspecto, solo en su miembro

  • Ven, te quiero en mi boca… - le dije-

En segundos la tenía dentro, sabía bien y al menos estaba limpia. Pronto disfrutaba de las dos pollas, la del amigo crecía sin parar mientras mis labios y lengua la ensalivaban de arriba abajo y la de mi hombre del parque me martilleaba sin descanso. Oí como Alberto le ordenaba al amigo que me la sacara de la boca y así lo hizo, de nuevo me abracé a mi macho, sentía su dura polla muy dentro de mí, aunque ahora no la movía. Volvió a hacer que lo mirara

  • ¿Sabes lo que viene ahora? - preguntó mientras me acariciaba el pelo.

  • Si – le contesté con firmeza, estaba segura de lo que quería.

  • Adelante – me dijo.

Me incorporé de nuevo y me dirigí de nuevo al amigo

  • Quiero que me folles por el culo… Ahora… -

Me arrojé de nuevo en brazos de Alberto y levanté mis nalgas ofreciéndoselas sin condiciones. Pronto la sentí a la entrada

(CONTINUARA)