El Hombre de la Casa 6

Roberto se adapta muy bien a su nueva vida, donde tanto su madre como su tía han aprendido a divertirse con él mientras cuidan de su bienestar.

Saludos a todo el mundo. Me complace informar que he decidido retomarlo. El capítulo 6 servirá tan solo de transición para ampliar la trama y, como dije anteriormente, las ideas para el desarrollo de estas hace mucho tiempo que están meditadas. Gracias por los consejos de como debería seguir, aunque muchas cosas ya están más que planeadas. De momento aquí teneis este sexto episodio.

Seguramente será algo semanal y habrá que esperar un poquito más a cada capítulo porque quiero escribir, repasar, corregir y mejorarlo tanto como pueda en el proceso. Muchísimas gracias por vuestros ánimos, y para culquier cosa estoy a vuestra disposición.

EL CAMBIO DE ESTILO DE VIDA

La mañana siguiente me desperté y la vi a mi lado, tumbada y mirándome. En su mirada se podía intuír que estaba sumergida en sus propios pensamientos.

-Buenos días, Roberto -me dijo con una tímida sonrisa. Acto seguido acercó sus labios a los míos y me dio un beso muy tierno y dulce.

-Buenos días, mamá -le respondí con voz de recién levantado. Le di el mejor abrazo del que me sentí capaz, ya que al fin y al cabo no me podía mover como hubiera querido.

-Cuidado, hijo -me dijo con un dulce voz.- Aún estás en reposo, ¿Recuerdas?

Asentí. Y, mientras ella correspondía el abrazo, dije:

-Aunque me siga doliendo el cuerpo estoy muy feliz.

-¿Feliz? -dijo mi madre con una pequeña carcajada.- ¿De qué, cariño?

-De despertarme y ver que no fue un sueño.

Me volvió a besar mucho más apasionadamente que antes. Entonces noté mi erección matutina y comprobé que volvía a tener ganas. Empecé a tocarla tanto como pude, empezando por sus tetas. Por desgracia, al incorporarme, el dolor del cuerpo pudo conmigo. Emití un quejido involuntario.

-¡Robe! -se alarmó mi madre.- Descansa... Lo de anoche han sido ya demasiados esfuerzos para ti...

Me resigné porque ganas no me faltaban.

-Además ahora no sabemos a que hora podrían llegar tus hermanas. Por suerte no nos hemos apalancado durmiendo, porque si nos encontraran así... -puso gesto de horror.- Te voy a preparar el desayuno ¿Vale? Aunque si quieres dormir más puedes... Debería acompañarte a tu cama porque Marta y Laura fliparían de verte durmiendo aquí...

-Vale, mamá... -respondí.- Pero ya estoy harto del reposo...

-No te queda otra, cielo. -me dijo justo antes de besarme en la frente.

Me ayudó a ir a mi habitación y me recosté en mi cama. Ella bajó a la cocina y no tardó en regresar con un rico desayuno. Había traído para ella también y se sentó en mi cama para desayunar conmigo. Iba en un batín rosado de tela fina que no se había atado demasiado fuerte. Podía ver su canalillo en la obertura que le quedaba a la altura del pecho.

-Lo de Marta y Laura me preocupa un poco... -me confesó.- Que tu tía me haya convencido que esto que hemos hecho no es TAN raro no significa que el resto de gente lo pueda descubrir alegremente. Yo confío en Isa como en nadie más en este mundo y nos puede guardar el secreto, pero...

-Ya lo entiendo, mamá. -interrumpí.- Ni una palabra.

-Es una suerte que ayer nos dejaran la casa para nosotros dos... -miró al techo y suspiró.- Pero con ellas en casa nos debemos comportar como si todo fuera normal.

-De acuerdo.

-Porque tú... -miró entonces al suelo sonrojándose.- ¿Querrás volverlo a hacer, no?

-¡Por supuesto! -dije yo ante tal obviedad.

Mi madre se rió un poco avergonzada. Me dio otro beso en la frente y me acarició la nuca. Vi su canalillo muy cerca de mi cara y me quedé paralizado. Cuando se volvió a quedar sentada donde estaba siguió hablando:

-Pero tu reposo absoluto también nos limita un poco.

-Ya, bueno... -respondí con tristeza.- Me gustaría poder moverme bien.

-Hijo... -dijo mi madre con ternura y una sonrisa.- Podrás.

-Mami... -dije con un hilo de voz, esta vez mirando yo a mis propios pies.

-Dime, cariño.

-¿Entonces lo podremos hacer más veces cuando esté recuperado?

Ella me miró y, tras un no muy largo silencio, sonrió ampliamente y exclamó:

-¡Claro que sí, hijo! -se recostó para abrazarme por la cabeza de nuevo, quedando sus tetas a la altura de mi cara.- Es muy raro, pero ya me da igual. Yo también lo deseo.

Con mi cara entre sus tetas ya no pude aguantar más. Me restregué con frenesí por aquel canalillo.

-¡Jajaja! -se rió mi madre.- Como te conozco ya...

Acto seguido me puso la mano en el paquete y mientras me miraba a los ojos murmuró:

-Lo que imaginaba...

-Es que me pones mucho, mamá... -dije mientras ella me buscaba los labios para morrearme. Después del morreo ella contestó:

-Y tú también a mi.

Intenté incorporarme a pesar de mi dolor, pero no me pareció fácil.

-Hijo... -dijo ella.- Ya te he dicho que no tú no haces más esfuerzos por hoy... -hizo una de sus famosas pausas.- Aunque... Habrá que hacer algo con esto.

Me apretó un poco la polla por encima de los calzoncillos. ¡Que placer me dio!

-Me pongo así porque vas por casa con este batín tan abierto... -dije jadeando.

-Ay... Tetas, tetas, tetas... Te flipan ¿eh? -se rió mi madre.- Sigo diciendo que eres clavado a tu padre... También le encantan.

Me incomodó un poco el comentarió y su burla amistosa, pero sonreí.

-Anda ven -se levantó mi madre agarrándome la mano. Se la di y ayudó a que me levantara. Me sentó en el borde de la cama mientras me dijo:

-Si te pareces a tu padre la mitad de lo que creo... Esto te va a encantar...

Ella se arrodilló en el suelo, enfrente de mi. Me quitó rápido el boxer y liberó mi pene erecto. Ella hizo una mueca golosa y lo empezó a acariciar. Lo lamió y se lo metió en la boca sin muchos preámbulos. Yo aún no lo sabía, pero la mamada no era la parte importante. Aún así mi madre se entregó a fondo con ella y se entretuvo un buen rato haciéndomela. Entonces se la sacó de la boca y me dijo muy excitada:

-Ahora hijo, cómeme las tetas...

Se abrió el batín y me las puso frente la cara. Me volví a maravillar, como si fuera de nuevo la primera vez que las veía. No vacilé ni un segundo en hacer lo que me pedía. Le chupé los pezones con intensidad.

-Robe... -dijo ella- Lámelas bien... Que queden llenas de saliva...

Así lo hice. Mi madré me soltó la polla (seguía pajeandome durante todo el rato, excepto en aquel momento) y se sujetó una teta con cada mano.

-Ven... -me dijo con un susurro muy sensual.- Lame aquí...

Y me aprisionó otra vez la cara en su canalillo. Yo la obedecí encantado de estar ahogado entre aquellas dos maravillas. Pasé mi lengua por enmedio y aquella zona quedó húmeda de mi saliva. Poco después mi madre se apartó de mi.

-Ya verás como esto te encanta... -dijo sin soltarse las tetas y arrodillándose a un nivel más bajo de nuevo.- Tu disfruta...

Sus pechos se dirigieron a mi polla e hicieron contacto. La punta de su pezón directamente con mi frenillo me dió un gustillo enorme, y más aún cuando me agarró el falo y lo deslizó por sus tetas en su totalidad. Estuve unos segundos sintiendo aquel enorme placer hasta que finalmente ella acorraló mi polla entre sus dos berzas. Mi pene quedó aprisionado en su canalillo y mi madre comenzó la fricción. Cuando comprendí que me estaba haciento una paja con sus pechos sentí el increíble placer que esto me suponía. Suspiré y miré al techo.

-¿Qué tal, cariño? -me preguntó coqueta.

-Mamá... -pude articular.- No me lo puedo creer... De verdad que no.

-¿Pero te gusta? -preguntó con interés.

-¡Me encanta!

-Disfrútalo, hijo.

Mi madre se iba recolocando cada cierto tiempo para que mi polla no saliera de allí enmedio y la fricción lubricada con saliva fuera lo más placentera posible. La miraba encantado y la veía laboriosa, concentrada en el placer de su hijo. Aceleró el ritmo de su cubana y yo moví un poco institivamente mis caderas para aumentar aquella fricción, ya que cada vez sentía menos dolor. No sé cuantos minutos duró exactamente, pero noté por momentos el orgasmo crecer poco a poco dentro de mi. Cuando iba a estallar avisé a mi madre, porque se iba a manchar mucho, a juzgar por lo que sentía en mi interior:

-Me corro... ¡Cuidado!

-Córrete así, cariñ... -empezó a decir mi madre mientras mi esperma salía como una erupción volcánica, blanco y cálido, esparciéndose por sus tetas y su canalillo- Oh... ¡sí! -se interrumpió a ella misma al verlo.

Me estuvo acariciando la polla con sus tetas durante un buen rato. Me encantaba como me alargaba el placer durante el máximo tiempo posible. Cuando se separó de mi, vi su entreteto todo blanco a causa de mi semen, y sus tetas chorreando también un poco. Ella sonreía un poco sonrojada. Aquella escena fue un gran deleite. Me habló dulcemente:

-Te ha gustado ¿no? -sonrió un poco más.- Tal y como me imaginaba... -Yo no sabía que decir, quería agradecerle todo aquello pero no tenía palabras.

-Mamá...

Simplemente me abrazó con su cuerpo prácticamente desnudo, con las tetas aún pegajosas, pero no me importó. Noté aquella piel que por fin podía acariciar cuanto quisiera. Otra vez me sentí en una nube cuando de repente oímos el ruido que hace la llave al abrir la puerta de casa.

-¡Ya estoy aquí!

Era la voz de Marta, mi hermanita pequeña, que hablaba desde el piso de abajo. Mi madre me miró con gesto de aterrorizada y dijo muy rápido:

-Te tapo con la sábana pero límpiate rápido la corrida. Yo me voy pitando a la ducha.

Y salió de mi habitación veloz pero silenciosa mientras yo obedecía.

-¿Hola? -volvió a sonar la voz de Marta.- ¿Hay alguien despierto?

Se oyeron sus pasos subiendo por la escalera. También se empezó a oír el agua de la ducha. Entonces vi que no había motivo para estar paralizado y en silencio.

-¡Hola Marta!

-¡Buenas, tete! -dijo mientras picaba a mi puerta (que ya estaba abierta) entrando respetuosamente a mi habitación. Yo respiraba un poco nervioso pero intenté que no se me notara. La cuestión es que no contaba con algo que me alteraría aún más mi tranquilidad. Además del susto que nos había dado unos segundos antes, Marta iba vestida con una camiseta de tirantes nueva, mucho más ajustada de lo habitual en ella. En su cuerpo tan joven, aquellas tetas destacaban demasiado y verle el canalillo era algo hipnotizante. Me quedé alucinado como de costumbre.

-¿Has dormido bien? -me sonrió.

-Sí, bueno... -balbuceé.- Lo que se puede.

-¿Todo bien, tete?

-Bueno... -disimulé.- Que tengo ganas de volver a tener dos brazos y unas piernas funcionales.

-Bueeno, todo llegará. -me sonrió aún más.- ¿Y mamá?

-En la ducha.

-Ah.. -dijo ella con un ligero gesto sorprendido. Nuestra madre casi nunca se duchaba por la mañana y mucho menos en verano teniendo piscina.- Bueno, me bajo a nadar un ratito. ¡Que tengas un buen día!

-¡Tu también!

Se metió en su habitación y me la imaginé quitándose aquella atrevida prenda para ponerse el bikini que ya le empezaría a quedar pequeño si aquello seguía creciendo así. Realmente, habiendo sido saciado tanto y tan recientemente. ¿Como podía seguir pensando de aquella manera?

Después de aquella pequeña advertencia del destino, mi madre y yo nos dimos unas horas prudenciales de cara a poder tener la intimidad necesaria para hablar del tema a solas. Ocurrió aquella tarde cuando tanto Laura como Marta estuvieron de nuevo fuera de casa. Mamá estaba en la cocina terminando de fregar unos platos y yo me acerqué a ella para abrazarla desde sus espaldas. Mi madre rió con suavidad diciendo:

-Enseguida termino, cielo, y estoy por ti.

Nos sentamos en el sofá. Ella iba de estar por casa con una de sus camisetas de tirantes largas. No llavaba pantalones debajo, así que le podía ver los muslos perfectamente cuando se puso la mar de cómoda al sentarse. No tardó en sacar el tema:

-Bueno... Vaya susto esta mañana cuando Marta ha llegado tan pronto.

-Ya ves, mamá... -reflexioné.- Si nos hubiera pillado...

-Hijo. -Me interrumpió.- Esto NO puede pasar. ¿Entendido? Y menos con Marta, con lo inocente que es... Tendría un trauma y nos llamaría locos de por vida. Porque lo hemos aceptado, pero sigue siendo una locura.

-Tienes razón, mamá -le dije.- Debemos tener más cuidado.

-Totalmente. -respondió tajante.- Seamos madre e hijo normales la mayor parte del tiempo, por favor... Debemos guardarnos para ocasiones especiales. Tienes dos hermanas a las que tenemos que respetar viviendo con ellas. Solo cuando estemos seguros de que no estarán ni llegarán de repente, entonces podemos...

-...¿Follar? -continué yo, ya que se había atascado en esta palabra.

-Follar. -dijo ella con una sonrisa, aún no pudiéndose creer que lo que estaba diciendo fuera cierto.

Me puse a reír de ver su cara. Por mucho que llevara tiempo deseándolo había que reconocer que la situación era muy surrealista. Ella se rió conmigo.

-Bueno... También es verdad que tenemos una cómplice... -dijo mi madre pensativa.- Si tía Isabel se las llevara un día de compras y nos quedáramos la casa...

Recordé entonces a mi tía Isabel. Ella me había ayudado días atrás y además había ayudado a que mamá aceptara la situación. Me pareció que en aquel momento esta última también cayó en la cuenta de la profundidad de los hechos más recientes.

-¡Hay que ver! -Soltó.- A tu tía aún no la he llamado para contarle NADA de como ha ido la cosa... Seguro que va a alucinar aunque ya se lo espere...

Yo me quedé callado con mis pensamientos. Se volvió  dirigir directamente a mi:

-Robe... Esto es aún más enrevesado... -dijo en voz más bajita.- Casi me olvido de... Bueno. Esta conexión que habeis hecho tú y ella estos días.

-Ya... -suspiré viendo que me leía el pensamiento.- Es para flipar.

-Ella también estaba preocupada por ti y no dudó ni un segundo en ayudarte. Es lo que tiene ser tan abierta de mente... y estar un poco loca.

-Nos ha acabado contagiando su locura -me reí yo.

-Bueno, es que a ella estas cosas le divierten mucho -respondió. Se quedó un rato callada y siguió.- De hecho...

-De hecho ¿Qué? -pregunté yo viendo que mi madre hacía otra de sus pausas que se alargan.

-Contigo también. -continuó.- Contigo también lo ha hecho por diversión... Aparte de ayudarte.

No supe que decir. Entonces ella habló de nuevo:

-Hijo... A ti te gusta tía Isabel, esto está claro ¿No?

-¡Mamá! -me sonrojé yo.- Sí, pero me gustas má...

-No te he preguntado eso, cariño. -me interrumpió en tono amable.- Solo digo que si ella también te gusta.

-Sí. -admití.- La verdad es que sí. ¡Pero tú más!

-¡Jajaja! -se rió con soltura.- Eso no lo dudo... -Y se agarró las tetas con las manos, sujetándolas un poco hacia arriba para aumentar la longitud de su canalillo visible.- Porque yo las tengo más grandes. ¿A qué sí?

-¡Mamá! ¡Por favor! -exclamé riendo nerviosamente.- ¡Que uno no es de piedra!

-¡Jajaja! Pues hoy ya has tenido tu ración de estas, mejor nos controlamos -dijo volviendo lentamente a un tono más serio.- Cualquiera de tus hermanas podría entrar ahora mismo por la puerta.

-Entendido -me resigné yo. Respiré y volví al tema.- De todos modos tú simplemente me gustas más que ella... Porque sí. Y ya.

-Hijito... -dijo ella con cierto tono emocionado.- Que vergüenza admitir lo tonta que me pone que me digas eso...

-No la sientas, mamá -le respondí.- Es la verdad.

-Vale... Gracias. -contestó.- Volviendo al tema. Lo que hemos empezado a hacer es muy raro, pero... Si me pregunto a mi misma si me sentaría mal que lo hicieras de nuevo con tía Isabel... La respuesta es no.

-¿No? -pregunté confuso.

-Que no me sentaría mal. Es algo vuestro, de vosotros dos -continuó explicando.- No puedo juzgarte a ti de que tengas relaciones con tu tía ni tampoco a ella por tener relaciones con su sobrino... Especialmente si tenemos en cuenta que... ¡Por Dios! ¡Yo soy tu madre!

Me volví a quedar callado.

-Y si algún día conoces a una chica de tu edad... -dijo ella.- Bueno, da igual. Que yo no voy a acapararte. Nunca.

-Mamá... -contesté.- No te preocupes, de verdad. No nos queremos hacer daño.

-Lo sé -respondió ella mirándome a los ojos.- Lo sé, cariño. Solo digo eso. Tu vida es totalmente tuya. Eres mayor para tomar decisiones y tía Isabel siempre será buena y sincera contigo. Eso te lo garantizo.

-Vale, mami. -concluí.- Pero si algo te molesta házmelo saber. No más sentimientos ocultos. ¿Vale?

-Vale. -concluyó.- Por cierto... Ya va siendo hora de ducharte. ¿no? ¿Vamos allá?

-De acuerdo -dije recordando de repente el rumbo que habían tomado las duchas con mamá durante los últimos días. Aunque ella misma había dicho en tono bromista que ya había tenido mi ración aquella mañana.

Durante la ducha se me puso más bien morcillona, no tan dura como de costumbre. Lo comenté a modo de broma y ella dijo que era normal con las dos corridas de la noche y la de esta mañana. Que no me preocupara, que ya abría tiempo para jugar y que así nos podíamos conscienciar para no poner en peligro nuestro secreto. A pesar de eso, cuando me envolvió con la toalla para secarme me dio un tierno beso en los labios.

. . .

Los días transcurrían con lentitud. Yo me iba encontrando un poco mejor y deseaba que pronto se acabara mi estado dependiente. Llegó un dia muy significativo en el que mi madre me anunció:

-Robe, hoy nos vamos las tres de compras a Barcelona y pasaremos todo el día fuera. Seguro que estarás bien solo, que cada día te vemos mejor... -se puso muy maternal y contunuó.- Tienes comida para calentar al microondas, pero por cualquier urgencia tía Isabel estará por aquí. ¿De acuerdo? Llámala si hace falta.

-Uhms... -balbuceé yo.- De acuerdo...

No supe si lo decía con segundas y evidentemente no iba a preguntarlo con mis hermanas delante. No pude hacerlo porque ya no se separaron en ningún momento y las vi marchar por la puerta minutos después. Me quedé solo y en silencio. Me puse algo de música y pensé en qué podía hacer. ¿Y si la llamaba? Realmente no había ninguna urgencia... Aunque...

Me di unos minutos. Pasaron lentos y pensé que era una tontería, realmente tenía ganas de llamarla.

-¿Diga? -dijo mi tía con su sensual voz cuando me contestó al teléfono.

-Hola tía, soy...

-¡Roberto! -exclamó.- ¿Como estás? Te han dejado solo, ¿No? ¿Necesitas algo?

-Pues sí... -contesté con vergüenza.- Y no... Bueno...

-Dime, dime -siguió ella con un tono que me pareció sutilmente picante.

-Bueno, sí. Como voy a estar aquí solo todo el día... -le dije.- Si en algun momento te quieres pasar...

-¡Oh! -respondió.- ¡Piscina con mi sobrinito! ¡Planazo!

-Bueno, que aquí estoy.

-Tardaré un poco más de un hora, pero allí estaré.

-Vale. Hasta ahora.

Colgué el teléfono y de nuevo me pareció una pasada. ¿Vendría con intenciones de?... El corazón me iba a mil por hora. Aquella hora se me hizo eterna y me distraje tanto como pude. Me apareició una erección bastante notable durante esa espera pero intenté no hacerle caso. Cuando por fin sonó el timbre fui a abrir tan rápido como pude.

-¡Buenos días, chaval! -dijo mi tía con su habitual euforia al saludar. De nuevo iba con un vestido que le marcaba la figura y el bikini estaba visiblemente debajo.- Que buen día hace. ¿No?

-La verdad es que sí -dije invitándola a entrar.- Pasa.

-¿Y esa música? ¿Esto que suena no es... Extremoduro?

-Correcto -respondí.

-Pero esto es en plan muy suave no... -dijo pensativa.- Cuando yo era joven daban mas caña.

-¡Bueno! -este disco lo sacaron el año pasado y ya te digo que es increíble. Te lo recomiendo. También tiene partes de más caña.

-A mi me encantaba el Agíla, y los anteriores... -me comentó.- Pero le daré una oportunidad a este. Me fío de tu criterio, no en vano le propuse tu nombre a tu madre por lo que nos flipaban en aquella época...

-Sí -respondí.- Algo me ha llegado... Erais super jóvenes cuando mamá me tuvo. Pero mamá ahora ya solo los escucha de fondo por mi o por Laura, que también le gustan.

-Bueno... ¿Y tu bañador?

-Es verdad... -dije.- En mi habitación.

-Subo a buscártelo yo, -espetó enérgica.- Espérame aquí.

-Armario izquierdo. -grité mientras subía la escalera.- Tercer cajón.

Bajó con uno de mis bañadores con estilo de surfista y me dijo con una sonrisa pícara:

-¿Te ayudo a ponértelo?

-Vale...

Al acercarse a mi y al percibir yo su olor me excité. Volvió mi erección con un poco más de fuerza y se me notó a través del pantalón corto de mi pijama.

-Vaya, vaya... -dijo risueña.- Al final me voy a acostumbrar a tu forma de saludarme...

-Bueno... ya me conoces -dije yo.

-Y eso que -continuó con un tono insinuante.- Según me han dicho últimamente te han mimado bastante ¿No?

-Mamá... -comencé a hablar después de quedarme unos segundos mudo.- ¿Te lo ha contado ya?

-Sí, sobrino, sí -me informó.- ¡Que locura, por favor! Mira que se veía venir pero aún así es tan... ¡Flipante! Pero es que creo que tanto ella como tu estais TAN felices con eso...

-Pues sí... -contesté.- Y gracias a ti.

-No me las des -sonrió.- Yo lo estoy disfrutando también como la que más.

Me volví a quedar mudo.

-Además ya me ha comentado que bueno... Que tú y yo... -aquí pareció ser mi tía la que se trababa. Algo inusual en ella.- Bueno, que le da igual lo que hagamos.

-Bueno... -continué.- Eso dijo, sí...

Sonrió y me miró. Estaba más cerca de mi que al inicio de la conversación. Puso su mano en mi cintura y me besó muy lentamente en la boca, abriendo los labios. Nuestras lenguas se entrecruzaron. Se rió cuando se separó de mi.

-Pues nada -dijo con su voz más sensual.- Sigamos con la locura.

Después me agarró el falo por encima del pantaón y continuó diciendo:

-Vamos a hacer algo con esto, que si no... No podrás nadar.

-Pero si igualmente no pued..¡ooh! -gemí al notar como me lo empezó a acariciar.

-Siéntate -me sugirió siguendo con su risa.- Ya lo haremos de pie cuando estés recuperado.

Me senté en el sofá del salón y me liberó la polla que se encontraba en estado de extrema dureza. Ella lo miró con lujura:

-Vaya con los jóvenes... -dijo mientras me volvía a mirar a los ojos.- Tu madre me comentó que te gusta mucho esto...

Y se metió mi pene en la boca. Empezó el movimiento para estimularme y lo sentí... Diferente al de mi madre. Tenía otro estilo. Recordaba al de mi madre más suave y cariñoso, pero el de mi tía era más bien "técnico", como si supiera justo que puntos de mi glande atacar para poder causar mi eyaculación. Como si se hubiera entrenado para la ocasión. Yo le acariciaba la cabeza con mi mano izquierda y bajé hasta sus tetas. Ella sacó mi pene de su boca y se quizó el vestido quedando en bikini. El resto me lo dejó a mi, ya que rápidamente prosiguió con su felación y yo pude sacarle las tetas del bikini para amasarlas con gusto. Mi tía seguía chupando y se ayudaba con la mano para darme más placer. Realmente no podría aguantar mucho más:

-Tía -gemí.- Creo que ya...

-Uhmmm -murmuró ella. Con la punta de su lengua empezó un movimiento muy rápido que fue demolidor. Con su mano me masturbó intensamente mientras mi chorro de esperma comenzó a brotar. Gemí como un poseso y ella se pringó toda la boca, le salpicó en la mano y un poco en la cara y barbilla. Eché mucho esperma, ya que mi madre no me había podido "vaciar" en un tiempo.

-Uou... -dijo tía Isabel con los ojos muy abiertos y mi semen por sus labios y barbilla.- ¿Pero tú donde guardas tanta leche?

-Lo siento tía -me disculpé.

-No, no.. -respondió ella.- Ya me gusta que vayas tan salido... Yo tengo el coño mojadísimo ahora.

-¿En serio? -pregunté con sorpresa.

-Sí, pero no te preocupes -dijo ella quitándole importancia.- Ya te enseñaré a devolverme el favor cuando te puedas mover más...

-¿Te refieres a..?

-Sí, Robe, sí -se rió.- A comerme el coño.

Entonces me reí yo. De nuevo aquella sensación de alucine, de que aquello debía ser un sueño.

Después de aquello nos fuimos a la piscina y ella, en vez de ponerse bien la parte de arriba del bikini, se la acabó de quitar:

-¡Está muy bien situada esta piscina para que el vecindario no nos pueda ver! Ya ves tú que falta me hace llevar esto para nadar...

Me reí contento. No la podía dejar de observar. Se puso a nadar en topless, con cara de feliz y relajada. Yo me volví a sentar en la escalera con mis piernas en remojo. Se hizo un silencio que emanaba tranquilidad. Después nos tumbamos a tomar el sol hasta que mi bañador quedó seco del todo. No sé si estuvimos varias horas en este estado de calma, hasta que mi tía dijo:

-Bueno, Roberto... ¿Vamos a comer?

Entramos en la casa y le dije que no hacía falta cocinar nada, que había comida suficiente para los dos, preparada para calentar. Me puse a ello, que ya estaba harto de ser un inútil.

-Estupendo -dijo ella.- Yo voy a cambiarme mientras se calienta.

Y se fue al salón aún con los pechos al aire caminando por mi casa, vistiendo solo la braga del bikini que no le tapaba demasiado su redondeado culo. La imagen me pareció inusual y muy excitante. Cuando volvió lo hizo con el vestido playero otra vez puesto, pero ya no se le veía bikini debajo, si no un sujetador de ropa interior.

Comimos charlando animadamente, como cualquier sobrino con su tía con la que se llevaba fenomenal. Después de poner los platos y cubiertos en el lavavajillas nos tumbamos en el sofá. Iba a hacer la sugerencia de poner algo en la tele pero mi móvil sonó de repente. Había recibido un sms.

-¡Vaya! -dije mientras lo leía.- Es mamá... Dice que espera que esté bien... Que van a seguir paseando por la tarde y a ver algo al cine...

-¡Oh! -contestó tía Isabel.- Tu madre nos está diciendo claramente que tenemos tanto tiempo como queramos...

-¿Qué dices? -me sorprendí.- Si ni siquiera sabe que estás aquí.

-Seguro que se lo imagina -me dijo traviesa.- ¿Qué mejor forma de pasar el día que invitando a tu querida tía a tu fantástica piscina?

-¿Tú crees? -pregunté.

-Cielo... -contestó.- Tu madre y yo siempre hemos sido muy cercanas. Nos hablamos con sinceridad de todo. Las dos sabemos que tanto yo como ella te ponemos... bastante cachondo ¿Por qué no decirlo así? -cambió a un tono más melancólico.- Y hemos sido jóvenes. Te tuvo de muy joven y eran tiempos locos... Ella eligió una vida familiar y yo alargar esa locura. Pero tu madre está hecha de una madera muy similar a la mía y es mucho más abierta de mente de lo que parece. A los hechos me remito.

-Vaya... -contesté sin saber más bien que decir.

-La cuestión es que ni ella ni yo somos tontas -continuó.- Siendo honestos con lo que deseamos los tres... Cuando me dijo que se iba a pasar el día a fuera ya me imaginaba yo que era para dejarnos la casa a nosotros.

Me volví a quedar tan callado y alucinado como cuando asimilaba estas cosas. No me percaté que tía Isabel se estaba acercando lentamente a mi. Lo suficiente como para decirme en voz muy bajita y sensual:

-Así que... ¿Como quieres pasar la tarde?

No contesté. No hacía falta y además mi boca quedó tapada por la boca de mi tía durante unos segundos que se alargaron de forma deliciosa.

-¿Vamos a tu cuarto? -me dijo volviendo a su tono travieso.

Me ayudó a subir la escalera pero me noté con suficiente fuerza para hacerlo a más velocidad de la que me había acostumbrado. Me estaba recuperando y mi excitación me daba mucha energía para ello. Cuando llegamos a la habitación nos seguimos morreando y la empecé a tocar con mi único brazo bueno. Ella me pasaba las manos por la espalda y se restregaba junto a mi cuerpo. Mi erección estaba pegada a su vientre y disrfuté de aquella sensación.

-Túmbate -me comunicó sugerente.- Ponte cómodo.

Lo hice y ella lo hizo encima de mi. Se quitó el vestido de forma muy sensual. Quedó en un conjunto de ropa interior increíblemente bello, de color morado y de lencería de encaje. Mis ojos se salían de us órbitas:

-Uau... Tía... Estás...

-Me compré este conjunto el otro día -me comentó como si no le diera importancia. Cambió el tono a uno mucho más sexy para continuar.- Y hoy lo estoy estrenando hoy. ¿Te gusta?

-Me encanta...

Aún con el conjunto puesto (y yo con el bañador), ella restregaba su entrepierna con la mía para darnos placer. Se estuvo un rato así hasta que se dio la vuelta y se puso de espaldas a mi. Entonces vi que la parte de abajo del conjunto era un tanga precioso. El culo redondo de mi tía destacaba debajo de su más bien fina cintura. Solía fijarme más en las tetas, pero aquello era increíble también. Le toqué el culo suavemente mintras ella me sacaba la polla del bañador. En aquella posición me empezó a masturbar mientras acercaba su culo y su coño a mi cara. Aquella visión era de infarto. Aún lo fue más cuando noté que mi polla entraba en su boca.

-Uhmmm -murmuró ella cuando escuchó mis gemidos.

Volví a notar los hábiles movimientos de su lengua y su coño, aún tapado por el tanga que llevaba. Estaba muy cerca de mi cara y noté su olor y su calor. Me acerqué a él cuando de repente paró y se levantó. Con cara de extasiada me miró y me dijo:

-Dime, Roberto... ¿Tienes condones?

Asentí. Tenía una caja guardada por si alguna vez los necesitaba. Y aquel era el momento. Le indiqué donde estaban y ella mismo fue a buscarlos. Abrió la caja y sacó uno de su envoltorio. Me agarró de nuevo el pene y lo desenrolló para ponérmelo. Yo me dejaba hacer con estupefacción. Se quitó el tanga y se volvió poner encima de mi, para sentarse de lleno en mi polla, que agarró con una mano para hacer coincidir la punta de esta con la entrada de su vagina. Se sentó y acomodó mientras yo iba entrando deliciosamente dentro de ella. El placer era indescriptible a pesar de la fina capa de látex que nos separaba. Se inclinó hacia mi (acercando mucho sus tetas a mi cara) e inició un movimiento de caderas sublime para crear una fricción increíble. Era el paraíso.

-Deja que me mueva mientras lo siento dentro, Roberto -dijo mi tía gimiendo.- Que dura está...

Aceleró el ritmo y yo no pude resistir la tentación de chuparle los pezones mientras le acariciaba el culo cada vez más intensamente.

-¡Oh, sí! -dijo ella.- ¡Me encanta follar con mi sobrino!

Esto me excitó y le apreté la nalga con más fuerza.

-No pares, tía, por favor... -dije entre gemidos. Ella respondió:

-¡Dame un poco fuerte en el culo, Roberto!

Obedecí y empezó a gemir mucho más fuerte. Era escandalosa y me encantaba. Estuvimos follando un buen rato ya que yo tenía más fuelle del que hubiera tenido si no me hubiera corrido antes de comer. Fuera como fuese, también lamenté el hecho de no poder tener mi mobilidad habitual.

-¡Oh, por favor! -gritó mientras yo le daba cachetes en las nalgas cuando comprobé cuanto le gustaban.- Me voy a correr...

Y empezó a temblar. Sus ojos se cerraron e hizo una mueca de rabia. Gimió y gritó muchísimo más fuerte indicando que estaba disfrutando de un orgasmo muy intenso. Mi momento iba a llegar justo después.

-Oh... tía...

Y me tocó a mi. Noté como mi esperma llenaba el preservativo que me había puesto hacía unos minutos mientras sus movimientos siguieron augmentando de nuevo para darme más placer. Yo no podía contener ninguno de mis gemidos.

-Tía... -dije cuando recuperé el aliento.- Te mueves de una forma increíble...

-Jejeje... -se rió cerca de mi cara.- Ya aprenderás a moverte tú cuando puedas.

Nos besamos en la boca de nuevo.

Horas más tarde llegó mi madre con mis hermanas a casa. La escena que encontraron fue la de una tía viendo la tele con su sobrino lisiado.

-¡Tía Isa! -exclamó Marta.- ¡Qué sorpresa!

-Buenas. -dijo Laura.- ¿Qué tal?

-¿Como ha ido el día, família? -preguntó con naturalidad mi madre.

-Pues... -empezó tía Isabel.

-¡Muy bien! -dije yo con una sonrisa.- ¿Y el vuestro?

. . .

-Bueno... -dijo mi médico.- Creo que esto ya está mucho mejor. Lo vamos a quitar ya ¿Vale?

Intenté evitar dar botes de alegría. Después de tantas semanas con el brazo escayolado, el día en que me lo iban a quitar podría haber sido el más feliz de mi vida, si no fuera porque ese día lo superaría cualquiera de mis momentos íntimos con mi querida madre o mi fogosa tía. La primera era quien me acompañaba en aquella visita y vio con alegría como me quitaban el yeso. Mi mano derecha volvería a estar disponible otra vez, la mano con la que escribo, con la que como, con la que siempre me he masturbado... Si el pacto con mi madre hubiera quedado solo en aquello, allí habría terminado todo. Pero, por suerte, no había sido así. El Doctor se fue a hablar con la enfermera y nos quedamos mamá y yo solos en aquella consulta. Nos abrazamos y nos fundimos en un apasionado beso de amantes. Nos separamos rápido por si el médico nos pillaba, pero le dije bajito:

-Ya verás cuando lleguemos a casa, lo que te voy a hacer ahora que tengo dos manos...

-Tiemblo... -dijo ella levantando una ceja.- Tengo unas ganas de comprobarlo...

Sonreí. Ya me estaba acostumbrando a mi nueva vida. Mi madre, mi tía... ¿Quien lo habría podido imaginar?

CONTINUARÁ...