El Historiador (1)

Estaba yo trabajando en un ensayo sobre la Historia de los Pueblos Bárbaros por lo cual decidí solicitar una entrevista con el Dr. Javier Gutiérrez Basurto. Estábamos hablando de los temas específicos cuando comenzó a contarme algunas vivencias de sus viajes alrededor del mundo. La que sigue es muy aproximadamente esa recopilación.

Capítulo I

Estaba Javier a bordo de un crucero por las islas del Pacífico cuando el Capitán (JR) se le acercó para preguntarle si quería pasar una noche divertida.

JGB: Pues hombre, siempre me gusta pasar una noche divertida. ¿Qué me propone?

JR: Tenemos a bordo unas jóvenes dispuestas a todo. Será una pequeña fiesta para no más de una docena de hombres solos.

JGB: Me imagino que se refiere a que tienen a bordo unas putas.

JR: Es aproximadamente así.

JGB: Hombre, o son putas o no lo son. ¿O es que Ud. cree en eso de estar "un poquito embarazada"?

JR: Es que son putas y esclavas.

JGB: ¿Cómo es eso?

JR: En la cubierta más baja del barco se alojan estas mujeres. Puedes coger con ellas pero además puedes hacerle otras cosas.

JGB: ¿Otras cosas como qué?

JR: ¿Qué le haces a una esclava cuando no te sirve adecuadamente?. Pues debe recibir un castigo. Allí abajo hay algunos instrumentos de castigo para usar sobre ellas. Lo más frecuente es azotarlas con un látigo.

JGB: Realmente estoy sorprendido. ¿Ellas aceptan ese trato?

JR: No solamente que lo aceptan sino que si no lo reciben, puedo tener problemas a bordo. Ellas están aquí para ser cogidas y castigadas. Es parte de sus exigencias.

JGB: ¿Exigen que sean castigadas?

JR: Efectivamente.

JGB: Bien dígame dónde y a qué hora

JR: Plataforma 1 (debajo de todo) a las 9:00 pm en punto.

A la hora indicada estaba Javier en la entrada de la Plataforma 1. En unos minutos se reunieron 12 hombres, a los que se les permitió el paso al salón interior. Allí había 12 jóvenes mujeres vestidas con sugerentes ropas, aguardando ser elegidas por otros tantos asistentes.

Una música suave sonaba en el ambiente y comenzó algo así como un baile. Y digo algo así como un baile porque las mujeres bajaban sus manos para acariciar los penes de sus compañeros, mientras que los varones acariciaban tetas, culos, conchas y otras intimidades de sus compañeras. Como nadie era muy celoso, las parejas se intercambiaban y aquello podría terminar en una orgía.

Antes de las diez de la noche las mujeres ya se habían despojado de sus ropas y la intensidad de la luz bajó lo suficiente como para que aun los más tímidos avanzaran en sus contactos íntimos.

Cerca de la media noche todos los hombres habían vaciado completamente sus bolas y ya no quedaba ni una gota de semen en sus cuerpos. En esas circunstancias entró el Capitán del barco.

JR: Señores, ¿Cómo se han comportado estas esclavas?¿Los han servido adecuadamente?. Según me informan no ha sido así y merecen ser castigadas. ¿Quién quiere comenzar con la primera?

Todas las mujeres ya estaban en fila para ser atadas al poste dónde serían flageladas. Había dos tipos de látigos colgados en el interior de un armario. Uno corto, muy grueso y con nudos en la punta y otro más fino pero mucho más largo. A la primera de las mujeres le ataron las muñecas con una cuerda que fijaron en lo alto del poste. Todo su cuerpo desnudo quedaba expuesto.

JR: El primero que elija un látigo y comience.

Uno de los hombres se acercó y descargó dos azotes en el culo de la joven. Luego siguieron otros. Javier fue el último, que se sorprendió a sí mismo castigando a una inocente puta. Una vez que los doce hombres habían descargado algún azote en el cuerpo de la primera joven, ataron a la segunda. Así sucesivamente hasta que las doce mujeres fueron flageladas.

La escena había excitado a alguno de los hombres presentes y también a las putas que solícitamente ofrecieron sus cuerpos. Luego de este polvo de despedida, cada uno se retiró a su camarote.

El historiador, fiel a su deformación profesional, quiso entrevistar a algunas de la mujeres que habían participado. Así con permiso del Capitán comenzó a dialogar con una de ellas.

-¿Qué la lleva a condicionar su participación en la orgía que luego sea flagelada?-

-La historia es muy larga, pero siento que es la única forma en que debo pagar mis pecados.-

-¿De esa manera cree que se está redimiendo?-

-Por lo menos todo esto me hace sufrir mucho.-

-¿Verdaderamente goza cuando tanto cuando es violada sin consideración alguna como cuando es castigada?-

-¡Nooo!¡Sufro mucho! Mire como tengo mi espalda. Lleno de marcas del látigo, pero así era como se trataba a las mujeres que cometían los delitos que yo cometí. Por ese motivo debo ser humillada, violada y castigada.-

-Francamente, no te entiendo.-

-Es difícil de entender por quién no esté en esta situación. Hemos venido a este barca, alojadas en el peor lugar para ser tratadas así.-

Luego entrevistó a otra de las muchas, quizás la más joven. No tenía más de 20 años. Formuló la misma pregunta.

-¿Qué la lleva a condicionar su participación en la orgía que luego sea flagelada?-

-Si no estoy segura que luego de ser cogida por todos los que quieran hacerlo, voy a ser castigada, creo que no gozaría de las corridas.-

-¿Necesita ser flagelada para gozar de los polvos?¿Es eso lo que me está diciendo?-

-Usted pensará que tengo mentalidad de esclava, Quizás sea así. No se me había ocurrido esa posibilidad, pero que mi condición en este barco es la que más me calienta. Me gusta ser tratada así.-

Frente a tan contundentes declaraciones Javier sólo atinó a tomar nota de la situación y reflexionar sobre las mismas más adelante.

Cuando me contaba esto, Javier se preguntaba qué le había ocurrido ese día que fue capaz de empuñar el látigo y castigar el culo de una, las tetas de otra, el vientre de una tercera o las piernas de una cuarta.

Debo reconocer que me sorprendió muchísimo la historia, especialmente pensando en Javier, un hombre respetado en todos los círculos literarios de historiadores. En fin, así son las cosas. Cuando finalizó con este relato, ya me disponía at omar mis notas cuando pasó a platicarme sobre otra experiencia que había tenido en una isla del Pacífico Sur.