El hijo del zapatero (9)

Ahora Javier metes sus dedos y su lengua en las rajitas peludas y en los culitos estrechos de su caliente madre, Doña Ana, y de su hermanita Karina.

El hijo del zapatero

Capitulo IX

Doña Ana, y sus hijos, Karina y Javier se disponían a abandonar el agujero por donde estaban mirando a Emma y Carmela, sin embargo se detienen en la segunda rendija, ya que Karina, al asomarse, alcanza a ver que Alondra está recostada en el sofá dándose masajes en su voluptuoso cuerpo. Ahora es doña Ana la que experimenta ese doble placer que rato antes había tenido su hijo: por un lado, observa la forma en que se cachondea Alondra con su mozo y por la otra, recibe todo el afecto de sus hijos a través de diversas caricias: metidas de dedo, mamadas, masaje de tetas, de panochas, de culos. Karina toma una participación más activa, ya que no se detiene, por un lado satisface los deseos calenturientos de sus madre y por otro, participa con Javier sin inhibiciones; Javier hace lo suyo: dispone a su antojo de las nalgas de su madre… y desu hermana.

¡Mira mamá! ¡Ahora Alondra se masajea todo su cuerpo! ¡Mira cómo se mueve! ¡Se agita! ¡Gime, mamá! ¡Hasta acá se oye!

¡Deja ver! ¡Ahhhhhh! ¡Cabrona de Alondra! ¡Se está agasajando sola! ¡Hummmmmm! ¡Y lo hace a toda madre! ¡Ahhhhhhh! ¡Se ve que está bien caliente la puta! ¡Hummmmmm! ¡Ya se metió la mano por abajo de su vestido! ¡Mmmmmmmhhhh! ¡Ahhhhhhhhh! ¡Seguro que se está tocando los pelos de la panocha, su clítoris y su rajita, se ha de estar metiendo el dedo y no se qué más! ¡Ahhhhhhhh! ¡PINCHE ALONDRA! ¡Hummmmmmmm! ¡Ahhhhhhhhhh! ¡Hijitos! ¡Aaahhhhh! Me van a perdonar, ya nos retirábamos, pero a mi esa mujer no va a ganarme en calenturas y cachondeos, ¡Hummmmmm! ¡Ahhhhhhh! Estoy cachonda por la mamada que le hice a mi hijo, por las mamadas que le hiciste hijita, y ya como ansias de que me cojan, voy a levantar también mi vestido como lo está haciendo la puta de Alondra; es más ¡Ayúdenme! ¡Karina levanta mi vestido! ¡Javier! ¡De una vez por todas! Ya es tiempo de que atiendas a tu madre como debe de ser. ¡Mete tu mano entre mi calzón! Yo sé que esto también lo deseabas desde hace mucho tiempo hijito. Bueno, ¡Ahora es cuando!

Los hijos obedecen sorprendidos por las inusuales órdenes. Karina va levantando lentamente el vestido de su mamá, dejando ver unos calzones de un color negro brilloso, se notan que son nuevos, además, se dejan ver un par de muslos carnosos, calientes y firmes; resaltan las combas de sus tremendas nalgas, también se trasluce una pelambrería que se confunde con el color de la prenda y que intenta escaparse por sus bordes; la visión tan cercana del cuerpo de doña Ana es un espectáculo que prende, que calienta, como si fuera una corriente eléctrica que se extiende rápidamente hacia Javier y Karina; Javier vuelve a sorprenderse, primero la emoción de ver por la rendija a Emma y Carmela, luego de contemplar sus calzones, sus piernas, sus nalgas, sus panochas, sus culitos, después, las tremendas mamadas de su madre y su hermana, ahora la orden de meter su mano entre el calzón de Ana. Como ya está encendido no tarda en dirigir su mano hacia el objetivo:

¡Aggghhhhhh! ¡Hijitoooo! ¡Qué bien me masajeas! ¡Ahhhhhhhh! ¡La pinche Alondra te ha de haber enseñado! ¡Ahhhhhhhhh! ¡Hijito! ¡Mmmmmhhhh! ¡Mete tus dedos en mi rajita húmeda! ¡Que tus dedos se resbalen lentamente! ¡Despacio! ¡Síiiiii! ¡Asíiii! ¡Ahhhhhhhhh! ¡Qué placer! ¡Te quiero hijito! ¡Hummmmmmm! ¡Qué bien lo haces! ¡Ahhhhhhhhh! ¡Tú también Karina! ¡Hummmmmmm! ¡Hijita! ¡Bésame! ¡Acaríciame! ¡Hazme lo que quieras, hijita! ¡Ahhhhhhhhhh! ¡Cabrona de Alondra! ¡Mmmmmmmhhhhh! ¡Qué bien se agasaja! ¡Ahhhhhhhh! ¡Rápido hijitos! ¡Cachondenme! ¡Ahhhhhhhhhh!

Javier, emocionado, está de suerte, con sus manos toca el sedoso calzón de su madre, con sus dedos palpa el monte de Venus, recorre y masajea todos los pelos que cubren su rajita, y se dirige hacia el caliente y húmedo agujero, donde introduce primero un dedo:

¡Aggghhhhhhh! ¡Hijito de mi alma! ¡Aggggggghhhhhh! ¡Me matas corazón! ¡Huummmm! ¡Qué rico tu dedo! ¡Aghhhhhhhhh! ¡Mételo y sácalo! ¡Con cuidado! ¡Aghhhhhh! ¡Mi cielo! ¡Agggghhhhhh! ¡Méteme otro dedo! ¡Agggggggghhhhhhhhhhh! ¡Qué rico! ¡Mmmmhhhhhh! ¡Karina, bésame en la boca! ¡Aggggghhhhhhhh! ¡Hijito! ¿Qué me estás haciendo! ¡Aggghhhhhhhh! ¡Qué ricura! ¡Aggghhhhhhh!

Luego, el joven, introduce dos dedos en un mete y saca tierno, suave y delicado… ¡Sabroso! Los gemidos placenteros de Doña Ana no se hacen esperar; ya alguna vez, Carlos, el hijo del zapatero había dicho que esos gemidos eran extraordinarios, sensuales, contagiosos. Javier mete y saca con maestría los dos dedos, lo hace una y otra vez. Además, Doña Ana siente el aliento del joven sobre su cuello, sobre su cara, se rozan los labios, poco a poco se trenzan en un prolongado y muchas veces anhelado beso incestuoso, cachondo, quemante, amoroso, la respiración de los tres se agita. Karina no aguanta más

¡Javier! ¡Hermanito! ¡Ahhhhhhhhhh! A mi también méteme tus dedos en mi rajita. ¡Mmmmmmmmhhh! ¡Ahhhhhhhh! Voy a levantar mi faldita de colegiala para que me hagas lo mismo que a mamá. No me quiero quedar atrás. ¡Ahhhhhh! Quiero que me agasajes. ¡Mmmmmhhhh! ¡Mete tus dedos! ¡Pronto, que me quemo! ¡Ahhhhhhhhhhh! ¡Mamá que emoción! ¡Ahhhhhhhhhh! ¡Nos mete los dedos a las dos! ¡Ahhhhhhhh! ¿Te gusta?

Y ahí tenemos a Javier, a dos manos, con la izquierda agarra la suave panocha de su mamá y con la derecha, la fresca rendija de su hermana. Madre e hija están de frente a Javier, de tal modo que éste besa apasionadamente a Doña Ana, y luego dirige sus labios a la sensual boca de Karina; la saliva resbala, las lenguas se juntan, las bocas se confunden: Karina besa con lujuria a su madre, mientras, los dedos de Javier invaden los recintos mojados de las mujeres calientes

¡Agggggggghhhhhh! ¡Mmmhhhhh! Hijito mío! ¡Mmmmmhhhh! ¡Ahhhhhhh!¡Qué bien lo haces! ¡Bésame! ¡Bésame mucho! ¡Ahhhhhhhhhh! ¡Me siento en la gloria! ¡Ahhhhhhh! ¡Tus besos! ¡Mmmmmmmhhhhhh! ¡Tus dedos! ¡Ahhhhhhhhhh! ¡Sigue! ¡Mmmmmhhhhhhh! ¡Asssíiii! ¡Sigue chiquito! ¡Ahhhhhhhh!

¡Síiiiiiii! ¡Hermanito! ¡Asíiiiiiiii! ¡Ahhhhhhhhhh! A mí también méteme dos dedos. ¡Ahhhhhhhh! ¡Mejor tres! ¡Mmmmmmmmmhhhhhh! ¡Ahhhhhhhhh! ¡Qué rico! ¡Mmmmmmmmhhhhhhh! ¡Ahhhhhhhh! ¡Tus dedos! ¡Yo también te quiero! ¡Ahhhhhhhhhh!

Entre besos, agasajos, metidas de dedo y respiraciones agitadas, calientes y frenéticas, no tarda Ana en tener un lento, prolongado y sentido orgasmo:

¡Aggghhhhhhhhhh! ¡Qué bonito! ¡Hijito de mi alma! ¡Ahhhhhhh! ¡Qué bonito! ¡Siento que me vengo! ¡Ahhhhhhh! ¡Mmmmmhhhhh! ¡También la cabrona de Alondra se viene! ¡Ahhhhhhhhhhhh! ¡Hasta acá se oyen sus gemidos y sus gritos! ¡Ahhhhhhhhhh! ¡Hijitos míos! ¡Qué placer! ¡Ahhhhhhhh! ¡Me vengooooo! ¡Ahhhhhhhhhh! ¡Me vengo! ¡Ooohhhhh! ¡Agggghhhhhh! ¡Hijita! ¿Tú también? ¡Ahhhhhhhhhh!

¡Aggghhhhhhhh! ¡Ssssíiiiiii! ¡Mamáaa! ¡Yo también me corro! ¡ahhhhhhhh! ¡Javier! ¡No saques tus dedos! ¡Mételos más ¡Aggggghhhhhhhh! ¡Sigue! ¡Mmmmmhhhhh! ¡Asíiiiii! ¡No pares! ¡Me vengooooooo! ¡Ahhhhhhhhh! ¡Me corrooooooooo! ¡Ahhhhhhhhhhh! ¡Que lindooooooo! ¡Mamá! ¡Javier! ¡Ahhhhhhhh!

Ana y Karina quedan completamente desfallecidas por lo sucedido, las dos se ponen en cuclillas para tomar fuerzas, desde ahí se les ven los calzones, negros los de Ana, blancos los de Karina; la agitación de ellas disminuye lentamente, sus respiraciones se van tranquilizando; Javier no ha soltado las panochas, al contrario las sigue masajeando, sigue con el mete y saca de los dedos. Pasados unos tres o cuatro minutos, Karina se incorpora y toma el lugar de su madre, se pone a mirar muy atentamente por el agujero y

Oye mamá, ¿Quién es el hombre moreno que está con Alondra? ¡Ese no es Don Alfredo! A don Alfredo tengo el gusto de conocerlo muy bien con ropa y sin ella, pero éste que estoy viendo no lo conozco. Es alto, fornido, joven y guapo. Tiene el pelo quebrado.

¡Ehhhhh! ¿Cuál hombre? ¿De qué hablas? ¡Déjame verlo Karina!

Sí mamá, ahí está un muchacho grandote y fuertote sobando las nalgas de Alondra.

¿Cómo? ¿Qué dices? A ver. Déjame ver. ¡Ahhhhhhhh! ¡CABRONA! ¡Hummmmmm! ¡Pinche Alondra! ¡Ahhhhhhhhh! ¡Ahora se va a meter con el mozo, su empleado! ¡Ahhhhhhhhh! ¡PINCHE! ¡Lo va a gozar la culera! ¡Mmmhhhh! ¡Esto se va a poner mejor! ¡Se a poner bueno!

¿Es el sirviente del qué me habías hablado, mamá? ¿Ese es el costeño que te metió su garrote por tus dos agujeritos y que te hizo gozar como nunca? ¿Es el joven que te provocó varios orgasmos?¡Huuuyyyyy, mamá! Te quedaste corta en tu descripción. ¡Es un mango! Y eso que no le he visto su macana.

¡Espera hija! ¡Soy tu madre y llevo preferencia! ¡Ahhhhhhhhh! ¡Déjame observar con atención! ¡Mmmmmmmmmmhhhhhh! ¡Esto sí que no me lo pierdo! ¡Ahhhhhhhhhhh! ¡Quiero ver hasta donde van a llegar este par de cabrones!

Ana abre bien los ojos para no perder detalle, porque no es igual estar viendo la figura de alguna mujer calzando algún zapato, por mucho que se le vean las nalgas, las panochas y sus prendas íntimas, que prever una acción donde la ¡VERGA! y las mamadas, cogidas y agasajadas, entre la caliente Alondra y su mozo, van a estar a la orden del día:

--¡Huuuyyy! Le está dando masajes en la espalda y le agarra las nalgas. ¡Hummmmm! ¡Qué emoción!¡Ahhhhhhhhh! ¡Su panocha! ¡uffffff! ¡Pinche Alondra! ¡Está feliz la cabrona! ¡Mmmmmhhhhhh! ¡Huuuuummmmmm! ¡Ahhhhhhhhh! ¡Hijito! Es momento de hablarte al chile, yo sé que cada vez que me sorprendes por la espalda para saludarme es para tocar mi cuerpo, para tocar mis nalgas, para tocar mis tetas, para tocar mi culo, también sé que tu herramienta me la pones en mis nalgas con toda intención, me he dado cuenta que aprovechas cualquier ocasión para ver mis calzones, para ver mis nalgas, para ver mi panocha, para ver mi culo, ahora ya no hay pretexto, estoy caliente, lo deseo y yo sé que tú también lo deseas, así que ya no hay obstáculos entre tú y yo, haz lo mismo que le están haciendo a Alondra: ¡Tómame! ¡Hummmmm! ¡Tócame hijito!¡Ahhhhhhhhhhh! ¡Tócame! ¡Ahhhhhhhhh! ¡Ahora sí! ¡Agasájate a tu madre! ¡Ahhhhhhhhhhhh! ¡Te doy permiso mi rey! ¡Mmmmmmmmhhhhhhh! ¡Ahhhhhhhhhh! ¡Soy toda tuya! ¡Ahhhhhhhhh! ¡Aquí están mis nalgas! ¡Mmmmhhhhh!¡Karina! Yo te quito tus calzoncitos y tú quítame los míos. ¡Vamos a darle las nalgas a Javiercito! Queremos que Javier vea lo que son un buen par de traseros!

¡Mamá! ¿Qué dices? ¿Enseñarle mi trasero pelón? Me da pena que Javier vaya a ver mis nalgas desnudas y… los agujeros, los pelos. ¡Noooo! ¡Mamá!

¡Andale! No seas remilgosa. Yo sé que le traes ganas a mi hijo; sé que lo deseas, que quieres enseñarle hasta el fondo, tu rajita, tu culito, tus pelitos. Es más, sé que quieres ser cogida, pero bien cogida por tu hermanito.

¡Callate! ¡Me da vergüenza con Javier! ¿Qué va a pensar!... ¡Bueno! Mamí tu mandas. Pareces adivina. ¡Vamos a quitarnos los calzones!

¿En serio se van a quitar los calzones? ¡Mamá! ¡Karina! ¡Ahhhhhhh! ¿En serio quieres que palpe todo tu cuerpo como yo quiero mami? ¿Tú también Karina? ¿Puedo hacer todo lo que yo quiera con ustedes? ¿Sus nalgas? ¿Su panochas? ¿Sus pechos? ¿Sus piernas? ¿Todo?

¡Síiiii, hijito! ¡Todo lo que tú quieras! ¡Ahhhhhhhhhh!¡Hummmmmm! ¡Hazlo pronto! ¡Ahhhhhhhhh! ¡Ya! ¡Por favor!

¡Síiiiii! Javier, agarra nuestras nalgas. ¡Mmmmmmhhhh! ¡Ya! ¡Hermanito!

El jovenazo no pierde tiempo, ni siquiera permite que las damas se queden sin sus calzoncitos, Javier está ansioso, da un tremendo abrazo a su madre por la espalda y con sus manos toma los senos, los recorre suavemente, los aprieta; luego baja a la cintura, regresa a los pechos y con las yemas aprieta cada pezón hasta que se ponen duros, vuelve a tomar por completo cada seno, lo palpa, lo soba, lo aprieta, regresando con los pezones; pasa de nuevo a la cintura, baja sus manos, para tomar cada nalga de su progenitora, no le interesa que el calzón le estorbe, sólo lo hace a un lado, ahí se queda buen rato como queriendo grabarse la forma, la consistencia, la redondez, el tamaño y las dimensiones de ese par de glúteos atrayentes, sugerentes y deseables. Javier da unos pequeños empujoncitos como queriendo meter de una vez por todas su tolete entre los globos de su madre. Ana la siente, nota que la macana de su hijo ha cobrado vida de nuevo. Javier suelta por un momento a su madre y contempla las nalguitas de su hermana, con mano temblorosa toma una nalguita, la soba de arriba abajo, con la otra mano hace lo propio con la nalga que queda, soba las caderas, baja hacia las piernas carnosas, sube sus manos a la cintura, se da cuenta que Karina se estremece; Javier se pega al cuerpo de su hermana con lujuria, le agarra sus senos, los aprieta, toma los pezones y hace que se pongan erectos. Doña Ana resopla al estar viendo lo que pasa entre sus hijos y lo que sucede al otro lado del agujero:

¡Ahhhhhhh! ¡Hijitos de mi vida! ¡Que bonito se agasajan! ¡Mmmmmmmm! ¡Qué placer! ¡Ahhhhhhhhhh! ¿Ehhhhhh? ¡Le están quitando los calzones a Alondra! ¡Hummmmmmm!¡Ahhhhhhhhhh! ¡Ahora sí! ¿Qué esperas hijito para quitarme los míos? ¡Por favor! Arráncame los calzones. ¡Karina! Ayúdale, levanta mi vestido. Rápido, hijito, ¡Quitámelos! ¡Ahhhhhhhhh! ¡Quítame los calzones de una vez! ¡Por favor! ¿Karina ya te quitaste los tuyos? ¡Ya se le ven las nalgas blancas y pelonas a la cachonda de Alondra. ¡Huuuuuuyyyyyyy! Pinche negro las está tomando con sus manotas. ¡Mmmmmmmmmhhhhhhh! ¡Ahhhhhhhhhh! ¡Qué emoción! ¡Ahhhhhh! ¡Alondra y el negro! ¡Déjame agacharme para que puedas hacer lo mismo que el veracruzano! ¡Huuuummmmmm! ¡Siiiiii! Agarra mis nalgas pelonas. ¡Tómalas hijito! ¡No te quedes atrás! ¡Ahhhhhhhhh! ¡Karina! ¡Mmmmmhhhhh! ¡Tú también deja que te agarren las nalgas pelonas! ¡Rápido Javier! ¡Ahhhhhhhhh!

Todo va sucediendo tan rápido que Javier no lo puede creer, antes tomaba las nalgas de su madre y de su hermana sobre la ropa, sólo sentía las carnes a través de las telas, ahora las tiene completamente a su disposición, muy cerca, ve las combadas nalgotas de Ana, las no menos atrayentes nalguitas de Karina, ve la característica raja que queda entre cada nalga, y que, al inclinarse las damas, se abre dejando ver un pequeño orificio, oscuro el de Ana, rosadito el de Karina, ¡De seguro son sus culitos! Una mata de pelos se desparrama hacia la rajita, hacia la panocha. En realidad, Javier está como hipnotizado, no haya si quedarse a contemplar las delineadas y carnosas nalgas de su madre o tomar las de Karina. Al fin se decide por las nalgas de su mamá, dirige sus labios y su boca hacia el culito negro de su madre. El instinto animal hace que saque su lengua y que un suave lenguetazo recorra una de las nalgas, luego la otra y con la puntita de su lengua, babeando, muy lentamente, camina por toda la raja que señala la separación de cada nalga, brota un largo y sostenido gemido

-- ¡Huuuuuuummmmmmmm! ¡Ahhhhhhhhhhhhhh! ¡Hiijjjiiiiiittoooooo! ¡Nunca había sentido tan rico! ¡Tu lengua! ¡Ahhhhhhhhh! ¡Tu lengua! Voy a abrir más mis cachetes. Toma mis nalgas ¡Son tuyas! ¡Ahhhhhhhhhh! ¡Mi culo1 ¡Mi panocha! ¡Ahhhhhhhhh! ¡Papito! ¡Ahhhhhhhhh! ¡Qué rico! ¡Tómalo todo!

A Javier se le resbala la saliva entre las nalgas de su madre, el babeo es constante, la respiración se acelera y la lengua trabaja frenéticamente en el agujerito del culo, en los labios mayores de la panocha; el jovenzuelo resopla, toma aire e introduce nuevamente su lengua en las cavidades maternas, en donde resbala y taladra suavemente, haciendo que Ana emita quejidos sensuales, gemidos y suspiros placenteros. Ana siente que su ojete es invadido por un intruso inusual, por una carnita joven, caliente, húmeda, temblorosa y puntiaguda; luego siente que su vagina goza con la entrada del visitante y que ambos jugos, vaginales y bucales, se confunden transportándola al paraíso. Javier se regresa al culito y ya no sólo desliza su lengua sino que ahora lo besa amorosamente y lo succiona:

¡Mmmmmmhhhhhhhh! ¡Mamá! ¡Ahhhhhhhhhhh! ¡Estas bien buena! ¡Tienes unas nalgotas como las de Alondra! ¡Ahhhhhhhhhh! ¡Qué bello agujerito tienes! ¡Calientito! ¡Ahhhhhhhhhh! ¡Quiero comérmelo todo! ¡Mmmmmmhhhh! ¡Qué sabroso! ¡Tu culito! ¡Ahora es mío! ¡Tanto que lo había deseado! ¡Ahhhhhhhhhhh! ¡Mamá! ¡Te quiero mucho mamá! ¡Ahhhhhhhh! ¡Tu culito!

¡Es tuyo! ¡Aghhhhhhhhhhh! ¿Qué me estás haciendo? ¡Hummmmmmmm! ¡Aggghhhhhhhhhh! ¡Hijito mío! ¡Mmmmmhhhhhhh! ¿Por qué no habíamos hecho esto antes? ¡Aggggghhhhhhhhh! ¡Es la gloria! ¡Mmmmmmhhhh! ¡Ahora me da más envidia con Alondra porque ella te gozó primero! ¡Aggghhhhhhhh! ¡No importa! ¡Mmmmmhhhh! ¡Por ahora eres mío! ¡Ahhhhhhhhhhhh! ¡ Siempre mío! ¡Ahhhhhhhhhh! ¡Hijitooooooo! ¡Me vengo! ¡Me vengo! ¡Aggggghhhhh! ¡Sigue hijito!¡Ahhhhhhhhhh!¡Me corro!¡Ahhhhhhhhhhh! ¡Me vengo! ¡Ahhhhh!

¿Y yo? ¡Javier! ¡Yo tengo lo mío! Me voy a empinar para que me hagas lo mismo que a mi madre.

Efectivamente, mientras Ana vuelve a arrodillarse por el tremendo placer que le ha causado su hijo, Karina también quiere lo suyo; se levanta su faldita, se inclina para que las redondas y bien formadas nalgas apunten directo a la cara de Javier. El muchacho todavía tiene en su boca los fluidos de su madre, pero no importa, mete sus narices entre las nalguitas de Karina y su lengua va a dar directo al rosadito anillo, lo lame, lo succiona, le pone saliva, lo rodea, lo chupa, lo recorre, lo besa, una y otra vez

¡Mmmmmhhhhhh! ¡Hermanito! ¡Tómame! ¿No estoy tan buena como mi mami? ¡Qué placer! ¡Mi culito está feliz! ¡Ahhhhhhhhh! ¡Méteme tu lengüita! ¡Aggggghhhhhhh! ¡Ahhhhhhhh! ¡Asíiiiiiii! ¡Qué rico! Lame también mi panocha. ¡Mi rajita! ¡Es tuya! ¡Chúpame todo! ¡Ahhhhhhhhh! ¡Ya la siento adentro! ¡Aggghhhhhhh! ¡Madre! ¡Aggghhhhhh! Ya me corroooooo. Me vengoooooo. ¡Ooohhhhhhh! ¡Qué placer! ¡Ahhhhhhh! ¡Gracias hermanito!

Ahí quedan tendidas, madre e hija. Satisfechas, por el momento. Unos segundos después, es Karina la que vuelve a incorporarse, y pudiera parecer casualidad pero, nuevamente dirige su vista a través de la rendija y

¿Qué creen?

¿Qué hijita?

¡El costeño le está metiendo la verga a Alondra!

Continuará

victorcostill@att.net.mx