El hijo del zapatero

Esta es la historia de una familia española venida a México en 1985 a ejercer la venta y compostura de calzado. Familia que se establece en Poza Rica, estado de Veracruz, México. Se narran los hechos tal y como suceden: llenos de erotismo, de incesto, de pasión carnal, de infidelidad, de sexo. El hijo del zapatero es el eje de la historia, pero no falta la presencia de su madre, su padre y sus hermanas. Esta familia se relaciona con otras. El relato se desarrolla en capítulos; puede parecer que algunos datos le falten a un capítulo, pero se recuperan en el otro.

EL HIJO DEL ZAPATERO

Capitulo 1

¡No por favor! Don Alfredo, ¡Por el culo no!, ¡Aghhh! ¡Mmmmhhhh!. Usted no sabe lo que duele, pero ¡Agghhhh!, ¡por favor no! ¡Mmmhhh!, siento el pedazo de carne hasta los intestinos. ¡Ahhhhhh! ¡Mhhhhhhhh! Qué placer!. ¡Métala toda! Ahora no se le ocurra sacar la verga porque ya no vendría a comprarle zapatos. Ahora ¡métamela hasta los huevos! Apóyese bien en mis nalgas y ¡empuje!... ¡empuje cabrón!

¡Seguro! dijo Don Alfredo, -le voy a meter mi espada hasta el último centímetro, ¡Quiero que sienta todo mi tronco! ¡Tome putita, esposa del juez!

Doña Ana, en cada envestida ponía sus nalgas, su culo y todo su cuerpo muy pegadito a la gran verga de Don Alfredo; ella sentía la penetración de una verga cabezona, dura y caliente en su ojete… un ojete que parecía pedir más… y no dejaba de jadear:

¡Qué lindo es usted Don Alfredo! Con su verga me mata de placer… ¡ahhhhh! …¡Mmmhhhh!… ¡No le afloje! ¡Mmhhhh!… ¡Ahhhhhhhhhhh!

Don Alfredo conocedor de las artes sexuales lentamente sacaba su verga del hoyito apretadito de su cliente y así despacito la volvía a meter:

  • ¡Ahhhhhh, ahhhhh, mmmmhhhhh!, Don Alfredo, métala toda, hasta el fondo, ¡Entiérrela sin compasión! Aghhhhh, mmmmhhhhhhhh,

Usted decía que le dolía Doña Ana. Si desea se la saco para que descanse.

¡Qué descansar, ni que la chingada! Si puede, ahora métala con todo y huevos.

¡Pues ahí le va!

Un rato antes, Don Alfredo, con su lengua había recorrido el ano de Doña Ana; con la puntita de su lengua le hacía cosquillas, con su saliva había humedecido y ponía a tono el orificio por donde habría de entrar lengua, dedo y verga; un dedo que abría camino para que feliz entrara la verga.

  • ¡Dios mío! ¿Qué tanto me hace Don Alfredo? ¡Ahhhhhhh!, ¡Mhhhhhhh!, ¡Aghhhhhhh!. Siento su cálida respiración, ¿Acaso es su lengua la que me produce un dulce cosquilleo en mi culito? ¡Mhhhhhhh, aghhhhhhhh!. Siento que sus dedos juegan en mi agujero, todo esto me está agradando ahhhhhhhhhhhh y me siento transportada al paraíso mhhhhhhhhh. ¿Acaso piensa meterme su cosota en mi agujerito? ¡Me lo va a reventar! ¡Tenga compasión de mí!

Don Alfredo, parecía no escuchar, agarrado de la cintura de su amada le da tremendas sacudidas que provocan múltiples orgasmos en la mujer… ambos gimen de placer y la conclusión de la faena se acerca. Don Alfredo, jadeante, resoplando como un toro, saca su arma, poco a poco, del culo de Doña Ana y ésta gime:

¡Ahhhhhhh… Ahhhh, Ahhhh, mhhhhhh!, ya valió madre, ¡coño! ¡me vengo! ¡Ahhhhh, mmmmhhhhh! Ahhhhhh…! Don Alfrmmmmhhh…. Papacito…¡Ahhhhhhhh!

Descarga la mujer todo su placer y jadeante dice

¡Qué hermoso es, Don Alfredo! ¿Me deja mamarle la verga para extraerle todos sus jugos? ¿Sí?… ¡shoppp…, shoooppp…shhooooop! ¡Ahhhhhhhh!

Se escucha la clásica succión y lengueteo, mientras el hombre eyacula lleno de placer:

  • ¡Ahhhhhh…. Ahhhhhh…. Ahhhhhh.!, ¡Mi bella y puta Doña Ana!.

Don Alfredo es un señor de unos 45 años, venido de España, fornido, alto, de tez blanca, de pelo ensortijado, bigotón, pelo en pecho, de mirada profunda, de manos grandes, dedos alargados, labios carnosos, de buena conversación (especialmente con las damas), dedicado a vender y reparar calzado a las mujeres de un pueblo veracruzano (Poza Rica). Ya sea por sus cualidades como comerciante o por su buen trato, las mujeres acuden con él. Su esposa, Alondra, también española, cuenta con 36 años; bonita, cara rectilínea, rubia, pechos grandes y redondos, de buenas caderas, excelentes nalgas, vientre plano y una mata de pelos en su sexo que jamás se afeita (esta es voluntad de Don Alfredo, porque opina que una mujer sin pelos, es como una comida sin sal); ella es sexualmente caliente y siempre sedienta de verga, de huevos, tanto que a veces ni el mismo Don Alfredo le da alcance. Tienen tres hijos nacidos en México: dos mujeres y un hombre; Sara de 18, Gema de 16 y Carlos de 14. Sara con un cuerpo divino: una cinturita de avispa, unas lindas piernas, una piel suave y la mirada profunda de su padre; heredó el tacto para tratar a los hombres, ella los escoge y se los coge (siempre por el culo, pues ésta es una orden de sus padres con la finalidad de llegar virgen al matrimonio, -aquí el macho mexicano exige a su futura esposa la virginidad como prueba de fidelidad y amor-). Gema cuenta con un trasero de esos redonditos, de ésos que piden a fuerza que sean tocados, manoseados y cogidos; sus nalgas paraditas hacen que sus compañeros de escuela, con cualquier motivo, constantemente la rocen con sus manos, con su verga, con el brazo, con lo que sea; Gema se distingue por tener la boca de su padre: labios carnosos, sensuales, parece que su boca tiene la medida para chupar una verga bien parada. Carlos es el centro de atención de la familia, el "coyotito" (así se le dice al hijo menor de la familia mexicana), mimado por papi y mami y por sus dos hermanas; cachondo a más no poder, con una verga de gran calibre que esté en desarrollo (su madre y sus hermanas conocen muy bien sus dotes) y que usa constantemente cuando se requiere que entregue mercancía a las clientes.

Doña Ana es la esposa del juez de barrio, un empleado de la refinería de Poza Rica. Debido a que su marido la descuida sexualmente hablando, ella se ve obligada a satisfacer sus instintos con Don Alfredo. Ella es alta, de buen porte, usa ropa fina, con un culo paradito, pelo negro, tetas medianas, labios delgados y ojos color de miel.

Nos quedamos en que Doña Ana y Don Alfredo terminaban sus juegos sexuales. Ellos, en apariencia no contaban que estaban siendo escuchados y observados por Carlos (el hijo del zapatero) y su madre Alondra, desde un escondrijo:

– Mami, ¿Ves lo que Yo?

  • Sí hijo, lo veo todo. Veo a tu padre con su verga bien parada; Veo a Ana con su sexo negro y velludo, sus nalgas blancas, redondas y grandes.

  • ¿Alcanzas a ver el culito de Doña Ana? -No muy bien, sus carnes y su pelambrería me lo impiden pero sé que esta caliente y deseoso de ser penetrado. Recuerda, hijo, que te estoy educando para que sepas tratar a una mujer, tal y cómo lo hace tu padre, por eso estamos aquí; trata de aprender: teoría y práctica.

Mientras observaban, su calentura iba en aumento, el hijo del zapatero tenía una verga descomunal, más grande y joven que la de su padre; este miembro estaba al aire y en el aire lo agarraba Alondra:

  • ¡Qué preciosa verga tienes hijo!… no la puedo ver por la oscuridad pero la siento muy caliente en mis manos. ¿Te gusta que te la agarre hijo?

  • ¡Sí! Siento muy bonito mamí y más cuando veo que a mi papá también se la soban de arriba abajo, ahora veo que Doña Ana se la lleva a la boca.

-No faltaba más… esa pareja no nos va a ganar… ¡Venga tu verga! ¡Esa es la verga de mi hijo!.

Alondra se pone en cuclillas y empieza a lamer la punta de la verga, lame el pequeño orificio, le da vuelta a la cabeza y la chupa, luego se despega pero para tomar impulso y abre la boca un poco más para introducirse medio garrote (en realidad no podía más, debido al tamaño del palo), chupa, succiona, lame, juega con su lengua:

¡Hummmm…! qué rico, ¡Hummmm, ssshhhooop, shoooop, shoop, hummmm….! Hijo esto es un manjar… no te muevas…. ¡Shooop, shooop, hummm, ahhhhh.! ¿Quién lo hace mejor Ana o Yo? ¡Mmmmhhhh, shhop, shoop!

– Tú mamí, tu eres mi madre.

El hijo del zapatero corresponde a las caricias de su madre agarrándole los dos senos y acaricando sus pesones por entre el sostén (su madre ya le había enseñado muy bien esa tarea):

¡Mamá! ¡Ya se lo va a meter!

Alondra suelta por el momento la verga de su hijo y se dispone a mirar:

Ah… la acostó en el sofá para introducirle la verga en su vagina… Aquí no me puedes acostar, pero sí me puedes meter tu palo, deja voltearme y ponerte mis nalgas para que las sobes primero y luego con tus manos, me calientes la vagina, aunque caliente ya estoy. Ayúdame hijo, levanta mi falda larga y mete tus manos para que me quites mis calzones.

El hijo, obediente, no tarda en levantarle lentamente la falda y al hacerlo va tocando las torneadas piernas de su madre y la piel suave hasta llegar a palpar la tela de los calzones que cubren discretamente la raja peluda y un rico culito; le toma los calzones por la parte superior y los va deslizando hasta llegar a los tobillos, quedando prácticamente en el suelo y prácticamente, con la falda levantada, el camino queda libre para que el hijo del zapatero palpe a su antojo las frías nalgas y la caliente vagina de su madre.

Hijo, me estoy poniendo bien caliente al sentir que tus manos me tocan.

Más cachonda se pone cuando uno de los dedos le invade su rajita ya mojada por la calentura:

  • ¡Ahhhhhh, aghhhhhhh… ahhhhhhhhh!, No aguanto más, es demasiado, ¡ya cógeme hijo! ¡Cállate mamá, te van a oír!

  • ¡Qué me oigan los hijos de la chingada! ¡Me vale madre!

–¡Shhhh, shhhhh!, mamá

  • ¡Me importa pura jodida! Por eso la puta de Ana viene con mi marido, porque bien sabe que no hay mayor placer que agarrar, probar y meterse una verga… ¡basta de diálogo! Tú sigue hijo… ¡Mmmhhh, ahhhhhhhh, aghhhhh, mhhhhhhhhh!, tócame el culo, mi rajita, tócame toda… ¡Ahhhhhh, ahhhhhh…mmmmhhhh…! Es hora de meterla en mi rajita, en mi conchita, ¡hazlo ya! Mete tu verga dura, caliente y mojada en mi rajita… despacio, hijo… despacio… primero es lento… primero la puntita, luego la cabecita, ¿Cabecita? ¡Cabezota!... Así, así… ¡Ahhhhh, ahhhh mhhhhhh!, más adentro, creo que ya la voy sintiendo toda… ¡Ahhhhhhhhh, ahhhhhhhh!, bombea hijo, bombea y, si es que puedes, mira por el agujero, trata de fijarte qué están haciendo ese par de cabrones…. ¡Ahhhhhhhh, mmmhhhhhhhhh, aghhhhhhhhh! ¡Qué vergón tienes hijo! ¡Me estás haciendo inmensamente feliz! ¡Aghhhhhhhhh, mhhhhhhh… ahhhhhhhh! ¡Hijto! Te amo ¡Ahhhhhhhhhhh..… ¡

  • ¡Mamá! Doña Ana esta jadeando y le grita a papá: "¡Encájela toda! ¡No deje nada afuera! Usted si sabe coger, si sabe hacerme mujer, tome mis senos, ¡béseme! ¡tome mis labios!" ¡Se están besando, mamá!

  • Pues dame tus labios hijo, aunque sea de ladito, bésame y también tócame mis tetas, mientras disfruto tu garrote.. ¡Ahhhhhhh …. Mhhhhhhh …. Ahhhhhhhhhh …!¡qué rico!

El hijo del zapatero, obediente, le besa la oreja, el cuello, el cachete, los labios… la lengua.. al mismo tiempo empuja y empuja y siente que su miembro crece adentro de la caliente y chorreante vagina de su madre, siente las nalgas que golpean su vientre, nalgas que van y vienen, que se acercan y que se alejan… la mujer no puede más:

¡Hijito! ¡Me vengo! ¡Me vengooooo! ,,,,, ¡Ahhhhhhhhhhh, aghhhhhhhhhh, ¡qué felicidad! mi amormhhhhhh!.

En correspondencia el muchacho siente que le empiezan a temblar las piernas porque el orgasmo se acerca

¡Ahhhhhhh, aghhhhhhh! mamí,…. Que buena eres ¡Ahhhhhhhh, mamacitahhhhhhhh… no puedo detenerme… ahhhhhhhhh … ahhhhhhh ahhhhhhhh, mammaaaaaaahhhhhhhhh!

Madre e hijo, jadeantes, lujuriosos y cachondos sueltan un suspiro mutuo y ahogado, señal de que se han venido al mismo tiempo, se olvidan por unos instantes de la otra pareja; 10 minutos después.

  • Hijo, asómate por la rendija, y dime lo que está pasando.

– Mamá, sin darnos cuenta ellos también se vinieron, los veo descansando, la señora le soba la verga a mi papá… espera, papá se levantó del sofá, ven a ver, a doña Ana la esta poniendo en cuatro patas, por lo visto sigue otra cosa.

Se la va a coger por el culo, yo conozco a Alfredo: primero le va a lamer el ojete, le va a poner saliva, luego le introduce un dedo hasta que se acostumbre el agujero; en seguida otro dedo, un tercero ya no porque le toca el turno a la verga. Hijo me estoy empezando a calentar de nuevo, ¿Vas a dejar a mamí sin su ración de verga por el culo? ¿Vas a permitir que sólo Ana reciba el tronco por su ojete?

  • No mamí, yo también siento que mi verga se pone tiesa, lista para el siguiente ataque, déjame complacerte.

-Bueno hijo, ¡Manos a la obra! Me voy a empinar, te voy a poner mis nalgas y mi culo para que con tu lengua me recorras mis glúteos y resbales tu lengua entre ellos hasta que encuentres mi agujerito, has movimientos circulares y ve introduciendo tu lengua. El chamaco, va cumpliendo cada una de las indicaciones de su madre… esta gime:

¡Ahhhhhhhh, ahhhhhhh, mhhhhhh!, ¡qué sabroso!

Mientras el hijo exclama:

  • ¡Ahhhhhhhh!, mamá, ¡Qué bonitas nalgas tienes! No las veo pero las siento, lisitas, redonditas, grandes, ¡Déjame tocarlas y agarrarlas para apoyarme y lamerte tú culito.

– Has lo que quieras hijito son todas tuyas, es más, me voy a agachar más para que puedas meter bien tu lengua, ¡ahhhhhhhhhh, ahhhhhhhhh, ahhhhhhhhhh!, ya la siento, puntiaguda, caliente, suave…. Métela hijo, húndela, ¡por favor! ¡Ahhhhhhhhh!, creo que me vengo, ¡Ahhhhhhhh, ahhhhhhhhh!, ¡estoy ardiendo! ¡Necesito una verga pronto, rápido, al instante! ¡Carlos! ¡La tuya! ¡No esperes más, métela en mi trasero!

Sí mamá.

Su hijo se incorpora ya con su tolete listo, parado, firme, con la punta roja y apunta directo al culo de Alondra.

– Ahhhhhhhhhhh, ahhhhhhhhhh, mhhhhhhhhh, ¡hijo! Despacio, primero desliza tu miembro entre mis nalgas, así, así… eso es…. Ya estás en la puerta, ahora empuja papasito, lento, suave, con cuidado… ahhhhhhhhhhh, ahhhhhhhhhh, mhhhhhhhhhhh, ahhhhhhhhh, mi bebé

  • ¿Te duele mamá?

  • ¡Claro que Sí! Que no ves que tienes una verga muy grande y yo un agujerito, ¡Me lo vas a reventar… pero dale, ahora eso no importa, ¡Ahhhhhhhh, mhhhhhh, mhhhhhhh!, ¡dale duro, con una chingada! ¡Ya la siento toda adentro!

– No es cierto mamá, falta la mitad.

-¡Hijito! Me vas a matar. ¿Quieres chingar a tu madre? ¡Ahhhhhhhhh, mhhhhhhhh, ahhhhhhhhh!. Pues ¡Chíngala!

En movimientos acompasados madre e hijo continúan en el mete y saca.

-¡Introduce tu verga! Métesela a tu madre, ¡Ahhhhhhhhh, mhhhhhhhhh!, ¡no la saques! ¡Me estás haciendo gozar, ¡Ahhhhhhhhhh, ahhhhhhhhh, mhhhhhhhhh!, ya es tiempo de que tus hermanas conozcan este placer.

Al oír esto, el muchacho siente que la segunda descarga viene:

¡Ahhhhhhhhhhm, mhhhhhhh, ahhhhh! mamá, ¿quieres que me coja a mis hermanas?

–Si hijito quiero que empiecen a sentir el dulce placer de una verga. ¡Ahhhhhhhh, mhhhhhh, ahhhhhhhhh!.

Pues con todo gusto ahhhhhhhhhhhh, ahhhhhhhhhhhhhhhh, mhhhhhhhhh.

Un largo gemido revela que Carlos ha eyaculado en el culo de su madre, quien, con su mano toma la verga de su hijito entre sus manos e inicia la mamada para dejarla bien limpia:

  • Shhooooop, shhhoooooop, shoooooop, ¿te gusta hijo? ¿Te gusta lo que te hago?

  • Si mamá, eres la mejor mujer del mundo.

Madre e hijo terminan fundidos en un abrazo. Alondra se sube sus calzones, se baja la falda; su hijo guarda su limpia herramienta y presurosos abandonan el lugar desde donde habían observado el encuentro sexual de Don Alfredo y Doña Ana.

Continuará

victorcostill@att.net.mx