El hijo del zapatero (11)

Doña Ana es cogida, por primera vez, por su panocha y su culito al mismo tiempo. Su hija Karina corre la misma suerte.

Capítulo XI

Lo interesante de este capítulo es la experiencia que tienen madre e hija de ser cogidas por la panocha y por el culo al mismo tiempo. Doña Ana siente las vergotas de su hijo y de Carlos; la dulce Karina no se escapa y también es penetrada por sus dos agujeritos.

Diez minutos hacía que Carlos, el hijo del zapatero, había llegado de la calle buscando a su madre para que le diera de cenar. En la cocina no encontró gente alguna, entonces se dirigió a la zapatería, pero tantos ruidos provocados por los suspiros, jadeos, gemidos y gritos de placer hicieron que desviara el rumbo y se encaminara hacia el lugar, alguna vez secreto, donde está el agujero que permite observar los calzoncitos, las panochas y los culitos de las hermosas mujeres que se prueban los zapatos. Carlos se sorprende por una inusual escena: observar, dentro de la zapatería, los cuerpazos desnudos de madre e hija ofreciendo, sin inhibiciones, sus rajitas peludas, sus nalgas y sus culitos a Javier; y éste, clavando con toda su fuerza, su enorme miembro en esos agujeritos apretados, cerrando la faena con la tragazon de semen, limpieza y mamada de verga que las damas realizan.

¡Buenas noches hijito! Realmente es una sorpresa el que nos encuentres en estas fachas, ya nos descubriste y ni modo. Un precio había que pagar. Antes, yo le cobré a tu madre mi silencio para no denunciar ante las autoridades la existencia de este agujero fisgador. Pudo más mi curiosidad y aquí nos tienes. Ya no tengo armas con que luchar, así que tú dirás, estamos a tu entera disposición.

¡Mucho rollo! No es para tanto Doña Ana, déjese de dramatismos, en este mundo todo tiene solución, menos la muerte. No cabe duda que usted está que se cae de buena, desde aquí veo que todavía sus carnes están firmes: buenas tetas, buenas nalgas y muy bonita su panocha peluda. Karina, un placer conocerte en estas condiciones, tampoco "cantas mal las rancheras", veo que heredaste el cuerpo de tentación de tu madre y…. ¡La calentura! ¡Chiquita!

¡Delante de mis hijos no digas esas cosas!

¡Uyyyy señora! ¿Ya saben ellos que usted gemía y gritaba de placer y que me la cogí por sus tres agujeros cuando mi mamá le fue a dar el culo a Javier? ¿Saben ellos que cuando viene a comprar zapatos, es para que mi papá la consuele y le clave su macanota, ya que su esposo no lo hace? ¿Saben sus hijos que…?

¡Ya cállate infeliz! ¡Pinche hijo del zapatero! No eres un caballero. ¡Eres puro cabron! ¡Igual que tu padre! Y ¡Puto como tu madre!

¡Mamí! ¿Es cierto eso? ¿Ya conoces la verga de Carlos? ¿Por qué no me lo habías dicho? Sabía que tratabas de manera especial solamente con don Alfredo, porque nos fía el calzado. ¿Cuál verga te pareció más rica? ¿La del padre o la del hijo?

Tranquila, tranquila hija. Son cosas de mayores que luego te explicaré. Bueno, Carlos, una vez más, nada ganamos con discutir. Ya te dije hasta de lo que te vas a morir, pero ese no es el caso. ¿Nos vas a dejar ir o nos vas a denunciar con mi esposo el juez?

Ni una cosa ni la otra. Usted dijo que todo tenía un precio y que hay que pagarlo, así que aviéntenme todas sus prendas para guardarlas en el armario de la zapatería, voy a poner la ropa bajo llave. Quiero que sigan en pelotas porque la fiesta aún no termina.

Los tres: Doña Ana, Javier y Karina obedecen y le lanzan vestidos, falditas, pantalones, sostenes y calzones a Carlos, el cuál no se cansa de ver los sensuales cuerpos desnudos de Doña Ana y su hija, Karina. Y es que en realidad no les falta nada. A Javier es obvio que ni caso le hace. Una vez que tiene la ropa en sus manos se dirige al almacén y la guarda en un cajón al cual le pone candado, regresa y da la siguiente orden:

  • ¡Caminen! Vamos a mi recamara para que se den una buena ducha porque veo que han quedado todos bien batidos. Nada mejor que un cuerpo limpio y perfumado para que siga la función de está noche.

¿Qué nos vas a hacer Carlitos? ¡Hijito! ¿Nos vas a violar? ¿Nos vas a secuestrar?

¡Nada de eso! ¡Me las voy a coger! Tengo rato que no clavo mi verga ni en mi madre, pero hoy tengo hasta para escoger. Usted está todavía muy buena señora y no se diga su hijita. Las quiero, pero bañaditas, perfumaditas.

Los cuatro se dirigen a la recamara alfombrada de Carlos, quien al ir detrás ve como se contonean las nalguitas de Karina y las nalgotas de Doña Ana, también observa como las grandes tetas de las mujeres se bambolean en un vaivén muy excitante. A Carlos se le va subiendo la temperatura…, y su garrote, pero ya es un chico maduro, sabe esperar su oportunidad y aguanta. Ordena a Javier que abra la puerta del baño y las llaves del agua, luego le indica que tome el jabón y lave las rajitas y culitos de su madre y de su hermanita. Javier nunca ha hecho esto. Temblorosamente desliza el jabón por el cuerpo de su madre: talla con delicadeza el cuello, los hombros, los brazos, las axilas, sus grandes tetas. Las tetas las toma con las dos manos y siente que se le resbalan, que se le escapan; las vuelve a tocar, las levanta como si las estuviera pesando, se le vuelven a escapar y las vuelve a atrapar, como si fuera un dulce juego. Increíblemente Javier descubre que las sensaciones de estar bañando a su madre también lo van poniendo cachondo, nota que los pezones de Doña Ana se han puesto más grandes de lo normal.. Ella emite leves gemidos cada que siente las caricias de su hijito. Javier sigue su tarea en el abdomen de su madre, desliza lentamente el jabón hasta llegar al monte de Venus y ahí talla de tal manera que se forma una espuma blanca que se desparrama hacia abajo, no queriendo, el jabón, ocasionalmente, se introduce en la rajita de su madre, la cual exclama:

¡Huuummmmm! ¡Ahhhhhhhh! ¡Tus manos! ¡Hijito! ¡El jabón! ¡Que me cojan! ¡POR FAVOR! UNA VERGA! No soporto más. ¡Estoy bien caliente! ¡QUIERO UNA VERGA ADENTRO! ¡YAAAAA!

Al decir esto, revive la carne de Javier y su miembro se endereza. Carlos no es la excepción, su herramienta quiere atravesar su pantalón. Javier continua lavando las partes intimas de su madre y como sabe que falta lavar el ojete de su progenitora, la voltea y no puede más que asombrarse del brillo, redondez y tamaño de las nalgas de su madre; se olvida por un momento del jabón y agarra con ambas manos cada cachete, se da cuenta que no le caben y mejor las soba, las masajea e instintivamente dirige su boca hacia el agujero para dar un beso negro, un beso largo, prolongado, sentido, y extendido por un suave y vibrante lengüeteo; una vez que Javier satisface su instinto, lava cuidadosamente "el chiquito" de Doña Ana (aquí en México así le decimos al culo, también le nombramos ojete, fundillo, rabo, cola, recto, ano, trasero, agujerito, anillito). El jabón hace su trabajo y ha limpiado cuantos restos hayan quedado de las batallas sexuales entre madre e hijos. Javier continúa con las grandes piernas de Doña Ana y prácticamente se está dando un banquetazo: las recorre y las admira.

-Mamá, sinceramente no sabía que estás más buena de lo que imagine, tienes un cuerpazo: unas nalgas blancas, grandes y redondas, unas tetas enormes, una panocha muy sexi, un culito hermoso y apretado, es cierto lo que dice Carlos, no sé porque papá no te hace caso.

¡Javier! ¡Qué palabras son esas! ¡Más respeto para tu madre! Pero… ¿En serio estoy como dices? ¿Mis nalgas, mis tetas, mi culo? No sabes cuanto me halaga tu opinión. Ya me manoseaste y me cogiste a tu antojo la noche de hoy, pero por lo que veo aún no has llenado de mí.

¡Ya cállense! ¡Javier! Ahora lava a tu hermana, se nota, a leguas, que desea que le hagas lo mismo que a tu madre.

¡Gracias Carlos! Ya estoy cachonda de ver cómo se le mete el jabón a mi mamá en su panocha y en su culo. Ahora sigo yo. Rápido hermanito. ¡Báñame! ¡Soba mis pechos! ¡Mi rajita! ¡Mi culito! ¡Por favor! ¡Yo también estoy deseando un buen garrote!

Javier continúa con su trabajo y atiende a Karina. Le coloca el jabón en la espalda y lo desliza por los hombros, por la cintura, por las redondas nalgas; en su momento lo resbala por el canal que separa los dos cachetes y parece como si se perdiera, la única pista es la espuma que resbala en la entrepierna. Javier no pierde tiempo y con sus manos talla la panochita y el culito de Karina, les pone jabón y vuelve a tallar. El baño es un buen pretexto para palpar las carnes juveniles de la hermana, la cual emite leves gemidos de cachondez cuando siente que el jabón resbala, cuando siente la mano que talla, cuando siente el agua que cae. A Karina le palpitan sus agujeritos: su panochita ardiente y su culito rosadito. Ella se voltea para seguir con la limpieza de sus tetas. En este momento Javier no se contiene y le pasa el jabón a su madre:

¡Mamá! Síguele tú. Voy a tomar las tetitas de mi hermana para darme un agasajo.

Efectivamente, con ambas manos Javier agarra cada seno de su hermana y los "carga", los pesa y hace que los pezones se pongan erectos; y así como besó el culo de su madre, así succiona cada seno, lo hace como si fuera un bebé al que no le han dado su alimento maternal. Se queda succionando un seno, después de un rato sigue con el otro.

¡Ahhhhhhhhhhh! ¡Hermanito! ¡Sigue! ¡Sigue! ¡Hummmmmmm! ¡Qué rico mamas! ¡Ahhhhhhhhh! ¡Mis tetas! ¡Sigue hermanito! ¡Sigue!

Mientras tanto, Doña Ana ha tomado el jabón y se dirige a bañar a su hijo.

¡Quién lo dijera! Yo bañando a mi bebé de 15 años. ¡Pero qué bebé! El garrote que te cargas es tu principal virtud hijito, déjame lavarlo porque, según mi experiencia, lo vas a necesitar en unos momentos. ¡Mmmmmmm! ¡Qué huevotes! ¿Carlos? ¿Puedo mamarle la verga a mi hijito? ¿Me das permiso de chupar este paletón?

¡Claro señora! ¡Mámele la verga a su hijo! ¡Tráguesela, pero no lo exprima porque le tengo un trabajo especial.

Total que entre jabonazos aquí y talladas allá; manoseos a las nalgas, a las tetas, a la verga, a los huevos; mamadas a las panochas, a los culitos, a los huevos; besos a los senos, a la boca y cuanta parte atractiva del cuerpo humano existe, concluye el baño entre una vaporosa nube que genera el agua caliente de la regadera. Carlos les avienta unas toallas para el secado y los encamina al tocador para que se unten cuanta crema, loción o fragancia encuentren a la mano. Una vez hecho lo anterior, exclama:

¡A la cama las mujeres! Y tú, Javier, ¡Al sillón!

Para este momento ya Carlos también se ha desnudado. En pelotas se sube primero a la cama y con una señal indica a las damas que se suban al KING SIZE y que empiecen a mamarle su vergota.

¡Doña Ana! Tráguese mi verga. Usted ya sabe como. Karina, chiquita, lame mis huevos y de pasada chupa mi ojete.

¡Mamá! No me opongo a mamarle los huevotes a este ejemplar, pero de ahí a que le chupe su agujero negro, no me atrevo, me da asco.

¡Hazlo hijita! Carlos es muy limpio se pone perfume hasta en la cola. Además, en su momento, él te va a corresponder metiendo su lengüita en el tuyo. ¿Verdad mi amor? ¿Verdad que también nos vas a chupar nuestro culito?

¡Claro que sí! Hasta van a recibir algo más. ¡Pinches putas! ¡Putísimas!

¡Carlos! ¡Nos ofendes! Todavía te vamos a mamar el troncote, los huevotes, tu agujerito, y nos sales con que somos esa cochinada, ¡Somos pero bien decentes! ¡Somos la familia del juez! ¡A ver! Presta tu garrote para que veas como te lo mamo.

Diciendo y haciendo, Doña Ana se abalanza sobre el miembro erguido de Carlos, lo toma con sus manos, lo acaricia suavemente y lleva la puntita de su lengua a la puntita del vergón, recorre el agujerito por donde empieza a salir un líquido transparente que la ciencia llama preseminal, con sus labios lo succiona y con su lengua juguetea en el agujerito. Después chupa el glande como si fuera un dulce bombón, también lo succiona con delicadeza y lo baña con saliva, vuelve a chuparlo como si fuera una paleta y le da una repasada con la lengua. ¡Un trabajo maestro que repite incontables veces! Una vez que el glande ha sido satisfecho a plenitud, la boca engulle el resto de la carnosidad; si algún lector, en sus tiempos vio la película de GRAGANTA PROFUNDA con LINDA LOVELACE donde chupa, mama y se traga por completo una vergota descomunal de su médico, pues así se atraganta Doña con la macana de Carlitos. Por otro lado, Karina llena de babas los huevos y con su boquita atrapa uno de ellos, lo aprieta y lo suelta, atrapa el otro y hace lo mismo, con su lengua vuelve a mojarlos y sigue con su tarea hasta que se acuerda que debe dirigir su lengua y sus labios hasta el ojete negro cubierto de pelos, ahí, con su lengua los aparta y encuentra el anillito, calientito, palpitante y ansioso de ser acariciado por la linda boquita de la bella Karina, ella lo lame amorosamente, desliza su lengua alrededor del hoyo, lo besa y intenta meterle la puntita

¡Huuuuuuummmmmmm! ¡Ahhhhhhhhhhh! ¡Hijas de su chingada madre! ¡Ahhhhhhhh!¡Qué placer! ¡Hummmmm! ¡Pinches putas! ¡Ahhhhh! ¡Qué bien lo hacen! ¡Ahhhhhhhhhhh! ¡Cabronas! Casi hacen que me venga, parecen expertas, ¡Pinches viejas mamadoras! ¿Qué te parece Javier? ¿Te imaginabas de lo que eran capaces tu madre y tu hermana?

Javier no parece escuchar, está como hipnotizado, se encuentra sentado en un sofá observando la escena, no es inmune a cuanto acontece arriba de la cama, él nunca ha visto que alguien extraño se agasaje con las redondas, desnudas y firmes carnes de su hermana y mucho menos ha visto que su progenitora se pegue, como becerro hambriento, de una vergota; una verga que no es la de su padre. Eso le causa una morbosidad especial, porque aprecia en toda su magnitud los movimientos ondulatorios de las mujeres, que dejan ver todo lo que la naturaleza les obsequió: unas nalgas blancas, duras y redondas, un culo tentador, una panocha ardiente, unas tetas hermosas y una linda carita angelical. Con todo eso, a Javier le hierve la sangre y se le para su enorme herramienta, no sabe si de coraje porque esta imposibilitado o porque su hermana y su madre complacen los caprichos del HIJO DEL ZAPATERO. En eso, Carlos exclama:

-¡Ahora sigo yo! ¡Doña Ana! ¡Karinita! Pónganse en cuatro patas y apunten hacia Javier para que vea como me agasajo con sus nalgotas, para que vea como les chupo la panocha y a ver que siente al verme sobar sus culitos.

Efectivamente, Carlos se baja de la cama y acomoda los traseros de las damas para que Javier disfrute de un panorama cachondo en el que se ven perfectamente los glúteos, los pelos de la panocha y casi hasta el culo de cada una de ellas. Carlos toma con sus manos las nalgas de Doña Ana, las soba, las acaricia a llenar y con sus dedos palpa el culito primero, luego la rajita, se regresa al agujero negro y le da otra pasada a la rendija; acto seguido, procede con las nalguitas y la panochita de Karina, aquí combina su trabajo dando lengüetazos a diestra y siniestra, ya chupa el culito, ya succiona la panochita, ya mete su lengüita, ya introduce sus dedos. Carlos le da placer a Doña Ana, le da placer a la joven Karina y las pone encendidas Esto provoca que el clima de la habitación vaya subiendo de temperatura y que las mujeres excitadas exclamen:

¡Hummmmmm! ¡Ahhhhhhhh! ¡Carlitos que nos haces! ¡Sigue! ¡Sigue hijito! Me transportas a la gloria, ¡Mi cielo! ¡Ahhhhhhhhhhh! ¡Me vengo! ¡Mi rey! ¡Me vengo! ¡Ahhhhhhhhh! ¡Que placer! ¡Esta noche ha sido maravillosa! ¡Ahhhhhhhh! No me esperaba esto! Pero un favor. ¡CARLOS, YA METEME TU VERGOTA1

¡Mamá! ¡Qué felicidad! Siento cosquillas en mi culito y en mi rajita! ¡Ahhhhhhhhh! ¡Qué rico! ¡Te quiero Carlitos! ¡Soy tuya también! ¡Otro favor! ¡CLAVAME TU HERRAMIENTA! ¡Please! ¡Dónde quieras corazón!

En la cabeza de Carlos claro está que se va a coger a la madre y a la hija, pero ellas no saben la sorpresa que les espera. Carlos se acuesta boca arriba y ordena que Doña Ana se monte en la macana; la señora presurosa cumple el ordenamiento, se encaja en su rajita el duro miembro del joven y empieza a cabalgar agitadamente por un buen rato, lanzando tremendos gritos placenteros y jadeando como un animal en celo. De repente Carlos detiene la cabalgata y le habla a Javier.

-¡Carnal! ¡Ya no estés de bobo! ¡Ahora o nunca! ¿No deseas cogerte el culo de tu madre ahora que lo tienes a tu disposición? Cuestión de que te acomodes y metas tu chilote en su agujerito. Hay tu dirás.

  • ¡Mamá! ¿Puedo? ¿Deseas que te ensarte mi verga en tu culito?

¡Pinche Carlos! ¡Sólo a ti se te ocurre! Pero ¡Ahhhhhhh! ¡Qué emoción! Nunca en mi vida me habían cogido dos hombres al mismo tiempo. ¡Claro que sí hijito! ¡A ti no puedo negarme. Sé que me va a doler porque ustedes se cargan unas vergotas potentes, grandes, jugosas y nuevas, pero bien vale el esfuerzo. Voy a empinarme más hijito para que puedas introducir tu garrote en mi culo, pero hazlo despacio mi amor para que no me lastimes, méteme tu macana lentamente para disfrutarla, ya que también tengo metido el troncote de Carlos en mi panocha. Quiero saber que se siente tener dos estacas clavadas en mis agujeros calientes.

Javier toma entre sus manos su fenomenal herramienta, la soba, la pone en condiciones de ataque y la dirige hacia el apretado objetivo oscuro, no sin antes lubricarlo con su saliva y masajearlo con sus dedos. Coloca la puntita en la entrada del anito de Ana y ahí mero empieza a empujar:

¡Aggggghhhhhhhhh! Cabrón. ¡Aggggggggg! Duele. Espera hijito, vuelve a mojar y lubricar mi ojete. ¡Hummmm! Así, así, lento despacio. ¡Agggggghhhhhhhh! ¡Qué rica verga! Esto si que duele de a madre, ¡Aggggghhhhhhh! ¡Ahhhhhhhh! ¡Hummmmmmmm! Pero que rico estoy sintiendo. Sigue hijito.¡Aggghhhhh! ¡Méteme toda tu cosota! ¡Hasta el fondo mi vida! ¡No te detengas! ¡Ahhhhhhh! Tú también Carlos. ¡Empujen cabrones! ¡Putos! ¡Chínguenme! Perfórenme. Denme sus garrotes. ¡Aggggggghhhhhhh mi culo! ¡Me duele! ¡Ahhhhhhhhhh!.

¡Mamá! Y ¿yo? ¿A qué hora me meten dos vergas? Se ve que las disfrutas. No seas golosa, te las vas a acabar y no me vas a dejar nada. Yo también quiero sentir una tolete en mi panocha y otro en mi culito. ¡Por favor muchachos! ¡Háganme feliz. Miren aquí estoy dispuesta. ¿No les agrada mi rajita caliente y mi culito rosadito! Son de ustedes. ¡Please! ¿Sí?

En este momento Doña Ana no tiene tiempo para andar con contemplaciones, ella se encuentra gozando un par de vergas que, alternadamente, entran y salen, por su quemante y peluda panocha, por su enrojecido y ardiente culo. No puede dejar de cabalgar, no puede retirarse, ella se encuentra en el clímax; es una nueva experiencia y quiere gozarla al máximo:

¡Hummmmmmm! ¡Hijitos! Más fuerte, por favor. ¡Agggghhhhhh! Aunque me duela. Javier, ¡Aghhhhhhhhh! ¡No la saques! Métela toda. ¡Ahhhhhhhhhh"! Carlos, ¡Gracias por castigarme así! ¡Hummmmmmm! ¡Me vengo! ¡Me vengoooooooooo! ¡Cabrones! ¡Hijos de su puta madre! ¡Mmmmmmmhhhhhh! ¡Ahhhhhhhhhhh! ¡Me vengooooooo!

Por ahí queda Doña Ana, a un lado de los jóvenes, sintiendo el máximo placer sexual que mujer alguna pueda desear. Carlos cambia de posición e indica a Javier que le toca acostarse para que reciba a la bella Karina. Antes, Carlos le da un tremendo beso en la boca a la joven como señal de afecto, le toma una de las tetas y se la mama, luego la coloca encima del garrote de Javier y le ayuda para que se acomode de tal manera que deje al aire libre su culito rosadito. Karina, ni tarda ni perezosa, resbala en su rajita peludita, toda la carne que le pertenece a su hermano; como su rajita está completamente húmeda y ansiosa, el tronco y todo lo demás, se introducen de inmediato en la rendija de la adolescente, la cual emite un sonoro gemido placentero. Karina sube y baja del mástil de su hermano, primero lo hace en forma lenta, luego acelera su movimiento y se establece un compás: sube y baja, baja y sube; resopla, porque lo que tiene metido no es cualquier cosa, es un buen garrote, es un pedazote de carne caliente; también las paredes vaginales de la jovencita arden, así que la temperatura en ambos cuerpos va en aumento y los jadeos no se hacen esperar

¡Mmmmmmhhhhhhhhhh! Hermanito. ¡Aggggggg! No sabía que tu verga proporcionara tanto placer. ¡Ahhhhhhhhhh! Siento cómo palpita dentro de mi rendijita. ¡Ahhhhhhhhh! ¡QUE RICO! ¡Mmmmmmhhhhhh! Creo que hemos desperdiciado mucho tiempo, me hubieras cogido desde que éramos niños, te hubieras quedado con mi virginidad. ¡Aggggggg! ¡Qué buena verga te cargas!

Mientras Karina le dice de cosas a su hermano, Carlos no pierde tiempo y toma con sus manos las nalguitas redondas de la joven cachonda. Luego las desliza abriendo los cachetes y queda a la vista un culito rosadito, chiquitito, carnosito, brillosito y apretadito que pide a toda costa un invasor. Carlos lo toca con sus dedos, lo palpa suavemente, le pone saliva, lo vuelve a sobar e intenta meter la punta del dedo índice, el anito se sobresalta y el dedito se aparta, pero ahí va de nuevo, el culito ya no se asusta y el dedito se va metiendo poco a poco, hasta perderse en el hoyito.

¡Mmmmmhhhhhh! ¿Qué me estás haciendo Carlos? ¿Acaso estás jugando con mi culito? Siento muy rico. Parece que un gusanito se me esta metiendo por la colita. ¡Hummmm! ¡Agggggghhhhhh! Ahora siento otro dos gusanitos, y más gruesos, ¡Ahhhhhhhhhh! ¡QUE FELICIDAD! ¡Sigue Carlitos! ¡Sigue!

De antemano Karina sabe lo que sigue. Carlos está preparando el terreno para colocar su herramienta en el ojete de la joven. El hijo del zapatero levanta con sus manos el trasero de Karina y dirige su macana hacia el agujerito dilatado:

¡Agggghhhhhhhhh! ¡Duele con madre! ¡Aggghhhhhhhhhh! Este ya no es un gusanito. Es un viborón. ¡Sacámelo Carlos! No lo aguanto. ¡Es mucha verga! ¡Aggggghhhhhh! Siento que tú y Javier me están partiendo en dos. ¡Mmmmmmhhhhhh! ¡Yo pensaba que dos vergas juntas eran los máximo! ¡Ahhhhhhh!

Momento hijita. Momento. Yo se que duele, pero relájate, coopera para que tu culito se adapte. Concéntrate y percibe el miembro de tu hermano en tu panocha, luego trata de sentir como resbala la vergota de Carlos en tu anito, intenta captar las dos carnosidades y disfrútalas. Yo sé que tu panocha lo anhela, yo sé que tu culo lo desea. Coopera hijita, coopera.

¡Es cierto mami! Ya siento rico. Siento como resbala lentamente la vergota de Carlos en mi culo ¡Aggghhhhhhhh! Aunque me duele. ¡Mmmhhhhhhh! ¡Pero que vergones se cargan estos animales. Por eso casi no los aguanto. ¡Agggghhhhhhhhhhh! ¡Qué emoción! ¡DOS GARROTES DENTRO DE MI!

Karina va pasando, poco a poco, del dolor al placer. Su culo está lleno de una potente verga, su rendija también. Doña Ana se arrima para que Karina le bese la panocha. Karina saca su lengüita y la introduce en la vagina de su madre, la cual gime y exclama:

¡Ahhhhhhhh! Hijitos míos. Todos juntos, pegados y gozando. ¡Chupa, hijita, chupa! Haz gozar a tu madre. Y ustedes, par de cabrones, entierren su estaca sin miramientos.

¡Mammmaaaaaaa! ¡Me vengo! ¡Ahhhhhhhhhh! ¡No saquen sus vergas! ¡Mmmmmhhhhhh! ¡Ahhhhhhhh! ¡QUE BONITO! ¡Es la gloria! ¡Me vengoooooooo! ¡Ahhhhhhhhhhhh! ¡Maaammmmmmá!

¡Hijita! ¡Yo también me vengo! ¡Otra vez me vengo! ¡Ahhhhhhhhhhhh! ¡Hijita!

Carlos, contagiado por las corridas de las mujeres, no aguanta más y saca su tolete del culito de Karina y lo lleva babeante, a punto de explotar, lo pone en sus rostros y lanza chorros de leche:

¡Ahhhhhhhhhhhh! ¡Pinches Putas! Tomen mi leche. Traguen cabronas. ¡Par de putisimas! ¡Ahhhhhhhhh! No dejen nada afuera. Chupen mi garrote. Límpienlo. ¡Ahhhhhhhhhh!

¡Mamaaaá! Mi leche. ¿La dejo dentro de Karina?

¡Nooooo! Hijito. Saca tu verga. ¡Karina levántate! Vamos a tragarnos la lechita de tu hermano.

¡Rápido mamá! ¡Ahhhhhhhhh! Ya va saliendo. ¡Ahhhhhhhhh! Ya va saliendo. ¡Me vengoooooooo! ¡Ahhhhhhhhhh! ¡Mis putitas! ¡Ahhhhhhhh!

Ahí quedan cuatro personas: tres jóvenes y una madre, totalmente desnudos, encima de la cama. Exhaustos. Ha sido una noche, una larga noche llena de sexo.

¡Carlos! Hijito. ¿Nos podrías dar nuestra ropa para vestirnos y poder retirarnos a nuestra casa?

Carlos, EL HIJO DEL ZAPATERO, se queda pensativo. Lo que viene es un largo, prolongado y pesado silencio que

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