El hijo del panadero
Seducción de un joven ayudante de panadero
Hola a todos. En esta ocasión quería contaros la primera vez que seduje a un chico yo solito. Estaba yo acabando el instituto, y pasaba el verano en la playa, con mis padres. Por las mañanas ellos solían bajar a la playa hasta la hora de comer, y yo tenía por costumbre bajar por la tarde con mis amigos, así que por la mañana disfrutaba de la casa entera para mí y mis juegos, como os comenté en otro relato.
En la zona el Mar Menor donde yo veraneaba, lo habitual era que pasaran repartidores de distintas panaderías que te lo traían a casa. El nuestro era el de toda la vida, pero ese año empezó a acompañarlo su hijo, que era el que hacía la entrega mientras el padre conducía. Se trataba de un chaval, un par de años más joven que yo, pero que no lo parecía; alto, delgado, con un cuerpo muy moreno por el sol del verano y bastante guapo. Efectivamente, él es el objeto de este relato, pero en un principio no me llamó la atención.
Una mañana estaba yo en pleno jueguecito: masturbándome completamente desnudo con un pequeño frasco de desodorante metido en el culo después de chuparlo bien y con un mini espejo portátil que usaba para mirarme fingiendo que era una cámara que me grababa para miles de espectadores. Cuando estaba deliciosamente cerca de correrme, sonó el timbre.
Pensé ignorarlo y seguir, pero insistió así que me puse un bañador mientras gritaba "¡Voy!" y bajé a abrir, con mi culo bien lleno y la polla tan dura que el bañador no disimulaba nada. Me di cuenta mientras bajaba la escalera y viendo que era el panadero, le dije que entrara a la casa cruzando el porche y yo aproveché ese tiempo para intentar disimularlo, pero no había manera.
Abrí la puerta interior y le dije que pasara y lo dejara en la cocina, como siempre, mientras buscaban en el monedero. Cada vez que me movía sentía más el tarro en mi culo y me gustaba. Cuando levanté la vista con las monedas, me di cuenta de que el chico, Raúl, tenía la mirada clavada en mi polla, que se notaba durísima en el bañador, lo que encendió mi calentura aún más. Callé durante un segundo y le dejé que mirara y entonces dije:
Perdona el retraso, es que estaba haciendo una cosa y me has pillado a la mitad.
No hay problema -dijo él levantando la vista y sonrojándose-. Para eso estamos.
Intentaré que mañana no me pase otra vez. Toma, quédate el cambio.
Toqué su mano durante un instante y no dejé de mirarle a los ojos en todo momento, a ver si entendía lo que le insinuaba y él con un "Gracias" salió y se fue corriendo, creo que algo inquieto. Yo me quedé cachondísimo y allí mismo me quité el bañador, me puse de rodillas para poder meter y sacar el frasco de mi culo y me masturbé hasta correrme pensando en su mirada ávida.
A la mañana siguiente estuve todo el rato muy excitado, pero no quise tocarme de momento. Cuando oí que llegaba su furgoneta, con un característico tono de bocina, me desnudé y me puse un bañador bastante más ajustado y me coloqué la polla ya muy dura para que se quedara bien visible en diagonal hacia la cadera. Encajaba perfectamente e incluso algo de líquido salió de lo cachondo que iba y humedeció la tela; quedaba perfecto para mis planes.
Esperé unos minutos y por la ventana lo vi aparecer con el pan debajo. Vino directamente y tocó el timbre, yo grité que pasara que estaba abierto y esperé en el último peldaño de la escalera. Cuando entró fingí que bajaba en ese instante. Quería que pudiera contemplar bien mi polla.
Hola pasa, pasa -le dije-. Perdona, me has vuelto a pillar ocupado otra vez.
No hay problema -me dijo mirándome con nerviosismo, porque mi polla era más que evidente.
Pasó a dejarlo en la cocina y yo me quedé ahí plantado hasta que salió. Entonces me puse a hurgar lentamente en el monedero para que pudiera mirar a placer y en ello lo sorprendí cuando levanté la mirada. Sin darle el dinero le dije:
Menudo calor para llevar el pan, tío. ¿Lo haces todos los días?
De lunes a viernes, sí -contestó con un gallo.
Ah, qué bien. Pues este fin de semana mis padres se van de viaje, ¿por qué no te vienes a comer y a bañarte en la piscina? Podemos ver una peli. Y yo pido unas pizzas geniales.
Pues no sé... -me contestó- le pregunto a mi madre y mañana te digo, ¿vale?
Claro, mañana nos vemos y me dices -era jueves, así que por mí perfecto.
Vale, adiós - y salió disparado.
Cuando a mí me hicieron una proposición similar, unos años antes, en la piscina municipal. pasé la noche entre dudas que solo resolví pajeándome varias veces hasta que me atreví a dar el paso. Imagino que si era su primera vez, él pasó una noche algo similar.
La mañana siguiente continué con mi plan, y cuando oí que llegaba, puse en el ordenador una porno gay y lo puse en la habitación cuya puerta estaba junto a la cocina, dejándola entreabierta. Yo me desnudé y me puse el mismo bañador ajustado, con una sorpresa, para que se notara mi erección. Solo los preparativos me tenían completamente cachondo.
Cuando llamó le dije que pasara y de nuevo fingí que salía de la habitación donde estaba el ordenador. Se quedó plantado en la puerta y mirándome con su cara nerviosa.
- Vaya, siempre me pillas igual -le dije mientras me acercaba a la mesa-. Pasa y déjalo en la cocina.
Pasó junto a mí y me encantó la cara que puso cuando vio la pantalla con el vídeo en el que un tío se comía goloso dos pollas. Tardó un poco más de lo habitual en guardar el pan y cuando salió se le notaba visiblemente un bulto en la entrepierna. Me miró con unos ojos que me excitaron mucho y me preguntó, con la voz tensa, si seguía en pie lo del sábado.
Yo me lancé, y mirándole su paquete, eché mano a mi polla palpándola y le dije "Claro que sí". Él abrió mucho los ojos y asintió con la cabeza. Sin dejar de tocarme le pregunté:
- ¿Nos vemos aquí a las doce?
Él asintió de nuevo e hizo amago de dirigirse a la puerta. Yo le dije: "Espera, el dinero" y me giré para sacar el monedero de un cajón a la altura del suelo. Al agacharme lentamente pudo ver la sorpresa que le tenía preparada, y es que con ese bañador tan ajustado se notaba perfectamente la silueta del frasco de desodorante que llevaba metido en el culo desde que oí que llegaba.
Con un suave gemido me levanté y me giré. Él estaba con la boca abierta y me miraba sin decir nada, así que le puse el dinero en la mano. Fue un breve contacto, pero con esa mirada que tenía me había puesto al límite. Entonces me preguntó haciendo un gesto con la cabeza hacia la habitación con el vídeo:
¿Te gusta eso?
Si -le respondí sosteniendo su mirada-. ¿Y a ti?
No llegó a decirme nada, y murmurando una despedida salió a la calle. Mi paja tras eso fue monumental, chupando el frasco con el olor de mi culo y gimiendo.
Pasada la calentura me pregunté si quizás había ido muy lejos y lo había asustado. No me había quedado claro con su reacción, pero se le notaba novato. No iba a salir de dudas hasta la mañana siguiente.
Toda la noche estuve excitadísimo, por más que me masturbara. Su mirada en mi polla, ávida, y la cara tras ver mi culo, me perseguían y calentaban.
Tras despedir a mis padres por la mañana, hice los preparativos por si finalmente llegaba. Además de preparar mi culo, puse el ordenador en la mesa del sofá. Me desnudé y esperé nervioso a ver qué pasaba. La excitación me pudo cuando llamó al timbre. Por la ventana lo vi, con una toalla al hombro, camiseta de tirantes y bañador.
Le dije que entrara, que estaba abierto, y me enrollé la cintura con una toalla. Cuando entró estaba claramente nervioso y me saludó con un tímido "Hola". Le dije que se sentará, indicándole el sofá y que si quería una coca-cola. Al asentir fui a la cocina y traje dos, sentándome en el mismo sofá. Empezó a bebérsela y sus ojos nerviosos iban de mí al ordenador. Le dije:
- Si quieres dale al PLAY.
Pareció dudar unos segundos y le dio. En la pantalla apareció un tío siendo follado por otros dos por la boca y el culo, son una cara de placer absoluto.
Estuvo mirándola dos o tres minutos, mientras yo permanecía en silencio viendo cómo se excitaba y su polla se agitaba. Se le notaba dura desde que entró, pero ahora se veía como una piedra. Yo estaba a mil de ver su cara y el hambre que mostraba a cada instante.
Cuando se giró hacia mí, su cara estaba roja de vergüenza y excitación, pero yo solamente me eché para atrás y abrí la toalla, dejando mi polla empalmadísima por fin al aire. Tímidamente puso su mano sobre mi pierna, y yo la cogí y la llevé directamente a mi polla, que empezó a masturbar suavemente. Yo lo miraba atentamente mientras él no apartaba los ojos de la paja que me hacía.
Entre suspiros de placer empecé a gemir y a decirle "Así, así". Él se abalanzó sobre mí y empezó a morrearme. Yo le respondí y lo atraje sobre mí. Mientras acariciaba su cuerpo, le quité la camiseta y le comí los pezones. Él gemía y gemía. Subí a morderle el cuello y a besárselo y él me apretaba la cabeza más mientras jadeaba.
Bajé las manos hacia su culo y se lo acariciaba y estrujaba. Él tumbado sobre mí, de costado, me cogía la polla y la pajeaba. Apartándome un instante de sus besos, le pregunté:
- ¿Quieres chuparla?
Asintió, así que le di unos suaves empujones en los hombros, y suavemente le pasó la lengua de arriba a abajo, en todo su contorno, metiéndose la cabeza en la boca. No lo hacía mal si era novato, pero empecé a indicarle:
- Métetela entera en la boca, así, bien, ahora saca y métela otra vez, uf, así, cabrón, chúpala bien, con la lengua, sí... Sigue... Te gusta chupar pollas, ¿eh? Toma, así...
Él me miraba con cara de vicio y asentía, empezaba a metérsela casi entera, yo le acariciaba la cabeza y le daba ánimo. Por fin tenía esa boquita en mi polla, pero si seguía así iba a correrme pronto. Lo paré y lo subí a seguir besándonos. Nos dimos la vuelta y yo quedé sobre él.
De su boca, pasé a su cuello y le daba mordiscos mientras él jadeaba. De ahí bajé a su pecho y su vientre. Mientras le miraba a los ojos, le bajé el bañador, y me metí toda su polla de golpe en la boca. Hacía días que no saboreaba una polla y la de Raúl no estaba mal de tamaño, así que empecé a comérsela con voracidad, metiéndomela entera y sacándola para volver a empezar y relamerme con mi propia saliva. Pensaba enseñarle a hacer una mamada.
Mis manos le acariciaban por todo el cuerpo y mientras me arrodillaba en el suelo, me restregaba la cara por su polla, húmeda y dura. Cuando pensé que se correría pronto, le subí las piernas y bajé mi legua a su culo. Debía de ser la primera vez que le hacían un beso negro, porque empezó a jadear y gemir muy alto.
Seguía haciéndoselo a la vez que le masturbaba y empezó a gritar que se corría, así que me la metí en la boca y me tragué toda su leche mientras continuaba chupándosela. Era muy abundante y se me cayó por las comisuras una parte, pero no dejé de hacerlo hasta que sus temblores pasaron.
Me miró a los ojos y sonrío, a lo que yo le contesté abriendo la boca para que viera su leche y me la tragué toda. No suelo hacer eso, pero la cara que puso valió la pena. Tiró de mí hacia arriba y nos besamos un rato.
Noté que su polla estaba de nuevo dura en pocos minutos, así que comencé a pajearla hasta que estuvo en su máximo esplendor. Cuando lo conseguí, me puse a horcajadas sobre y lentamente me la fui metiendo en mi culo, que por fin recibía su ración de polla. Él me miraba y miraba como iba entrando, y yo disfrutaba de la sensación.
Cuando la tuve toda dentro, apoyé mis manos en su pecho y empecé a moverme arriba y abajo, para sentirla más y más, mientras empezaba a gemir, cada vez más alto:
- Uf, así... Joder, que bueno... Sí, métela todo, sí... Vamos, fóllame el culo, bien fuerte, ah... Así, así... Joder, Dios... Que ganas tenía...
Le di una cabalgada profunda, hasta los huevos. Mis gritos le pusieron a mil y cogiéndome el culo con sus dos manos, empezó a bombearme y a jadear, gruñendo "¡Toma, toma!" Yo apoyé mis manos en sus hombros, me incliné sobre él e intensifiqué el ritmo.
El sudor me caía por la espalda y perlaba su cara y su cuello, así que me acercaba a él para limpiárselo y morderle, lo que le excitaba todavía más. Noté como se congestionaba, sus embestidas arreciaban y sus jadeos crecían, así que mantuve el ritmo y mirándolo a los ojos lo animé:
- ¡Vamos! Dame fuerte, córrete en mi culo, llénamelo de leche, no pares, quiero sentirla toda dentro de mí, dámela, vamos....
Entre bufidos e palabrotas, estalló en varios chorros que me inundaron el culo, mientras yo seguía moviéndolo adelante y atrás, y apretaba el esfínter para darle más placer. Cuando dejó de salir semen y empezaba a gotearme por el culo, cogí unas gotas con mi mano y empecé a lamerla ante su mirada cómplice, mientras con la otra mano me masturbaba.
Notaba su polla dentro de mi, todavía dura, su mirada puesta en mi, el semen cayendo por mis muslos y sus caricias en mi pecho, y en esa situación no pude aguantar más y entre gemidos algo fuertes, me corrí sobre su pecho como un fuente.
Caí desplomado sobre él y así permanecimos un rato, sintiendo nuestra leche en la piel y recuperando el aliento. Me encantaba que su polla nunca perdiera buena parte de la erección y tenerla aún dentro. Seguimos besándonos y acariciándonos, y cuando lo note de nuevo excitado, le propuse ir a la piscina a seguir, a lo que respondió que sí.
Salimos desnudos y lo llevé a la pequeña piscina que tenían mis padres atrás, a la única esquina en la que nadie nos podía ver (yo lo sabía bien) desde las casas vecinas. Nos metimos en la ducha y nos lavamos los restos de semen mientras nos besábamos.
Dentro del agua seguimos liándonos y masturbándonos. Apoyado en una esquina cogí su polla y la dirigí a mi culo. Entró fácilmente, ayudada por el agua, y así de pie en esa semi ingravidez, empezó a follarme mientras yo le rodeaba con mis piernas y abrazado a él le gemía burradas junto a su oído:
- Así cabrón, me vas a reventar el culo... Pero no pares, dame fuerte... Sí, así, más... Quiero que me partas en dos... Qué polla tienes, joder... Fóllame, así, así... Hostia, que bueno...
Él me cogía por las nalgas y me mordía en el cuello y los labios. La postura hacía que me penetrara hasta el fondo y me encantaba, pero era agotadora, así que en un descanso, salimos de la piscina y lo llevé sujetándole la polla a una tumbona donde me agaché con los hombros en el suelo y le ofrecí mi culo abierto.
Diciendo "¡Jóder!" se arrodilló y siguió follándome, conmigo a cuatro patas y su pecho en mi espalda. Me cogía por los hombros y me daba más fuerte aún. Yo apoyaba la cabeza en el respaldo de la tumbona y seguí masturbándome mientras solo era capaz de decir "Así, así...".
Me tenía arrinconado, y solo sentía su polla entrando y saliendo de mi culo, llenándome, con su aliento en mi nuca y sus manos sujetándome con fuerza, mientras me aplastaba más y más contra la tumbona, aunque seguía moviendo el culo al ritmo de sus embestidas. Comencé a correrme con espasmos y a apretar el culo. Puse el grito en el cielo y lo puse todo perdido de leche, pero él no paró y siguió un par de minutos embistiéndome hasta que noté sus chorros dentro de mi culo.
Nos quedamos así un rato recuperándonos y después nos tumbamos en el suelo y estuvimos hablando un tiempo y me confesó que aunque había fantaseado a menudo, no tenía experiencia con chicos.
El resto del día lo alternamos entre bañarnos y follar. Fue una tarde genial. Durante el mes que quedaba estuvimos liados, y yo procuraba recibirlo desnudo y preparado cada mañana cuando traía el pan y estaba solo en casa, y él llegaba ya cachondo y empalmado. Fueron momentos morbosos, de mamadas, besos, comidas de culo (creo que es lo que más le ponía) e incluso una vez me dio una rápida follada junto a la puerta y yo gemí como una puta del morbo de saber que su padre lo esperaba en la esquina.
Espero que os haya gustado la experiencia. Saludos y gracias por leer. Cualquier comentario o propuesta, a remyvelez85@gmail.com.