EL HIJO DEL JEFE: Nuevo orden en la oficina (I)

Bruno se encuentra, de la noche a la mañana, con que su jefe ha sido sustituido por el hijo del director general de la empresa. Un hombre especialmente atractivo, pero tan guapo como autoritario y cabrón que no le pondrá las cosas fáciles en la empresa ni en su vida privada.

A mis 27 años llevaba trabajando en el departamento creativo de una empresa de Publicidad y Marketing de Madrid 2 años, pronto se cumpliría el tercero. Tras cuatro años de licenciatura en un grado de publicidad creativa, un máster, y dos años de camarero tras el máster, conseguí trabajo en esa empresa. Desde casi el primer momento me hice un hueco por mi carácter echado para adelante, independiente, extrovertido y muy creativo. Mi jefe, director del departamento creativo y de planning me tenía como su mano derecha hasta que un día, sin aviso previo, un lunes, lo rebajaron a un puesto inferior. Mismo sueldo, menos responsabilidad. No era una mala noticia del todo si no fuera porque el nuevo director de estos dos departamentos, en el que yo estaba, iba a ser el hijo mayor del director general de la empresa: Juan Gallego.

Un tío realmente atractivo, de 1, 88, musculado en ese punto perfecto que está entre lo fibrado y lo excesivo, moreno de pelo, más corto por los laterales y perfectamente peinado en el centro, un poco de flequillo peinado hacia uno de los lados. Ojos color miel, barba cuidada de dos días, mandíbula perfectamente blanca, facciones duras pero muy atractivas. Siempre perfectamente vestido, trajeado pero informal y con un aire de chulería avalada por ser el ojito derecho de su papi, director general de la empresa. Todas las tías del departamento estaban encantadas. Todas hablando de él maravillas, embobadas cada vez que se les acercaba. A ver, las entendía en parte porque el pavo estaba para follarselo toda la noche, pero su carácter chulo y engreído, como caminando dos palmos por encima de los demás me ponía de muy mala hostia.

A mi últimamente me iban más lo tíos. Siempre he sido bisexual y he tenido un par de novias, pero desde hacia unos pocos años apenas me había follado un coño y prefería un buen culo de un tío fibrado.

  • Braulio, he pedido la propuesta del cliente hace 10 minutos – dijo Juan sacando la cabeza de su nuevo despacho acristalado y dirigiéndose a mi.
  • Bruno – dije cansado de repetirle mi nombre cada vez que en esa primera semana de su nuevo trabajo me llamaba como le salía del rabo – Voy… - dije exasperado
  • Eso, eso… - dijo como si se la sudara metiendo su cabeza dentro y haciendo un gesto con la mano como quitando importancia
  • Joder, lleva 4 días y no se ha aprendido el nombre ni de un solo tío- le dije a mi compañera
  • Pobrecito- dijo ella excusándolo – dale tiempo, acaba de llegar.

Una hostia es lo que le daría, pensé mientras me dirigía a su despacho.

Lo que más me jodía es que ya no era yo el centro de todas las miradas en la oficina. Realmente en nuestro departamento de creatividad éramos solo tres hombres. Mi exjefe, que ahora solo se limitaba a los trabajos del nuevo jefe que él no quería hacer, un becario gay con un poco de pluma y yo. Con la incorporación de Juan, todas las miradas iban a él. Todas esas miradas que antes me perseguían cada vez que hablaba o me movía. Siempre he llamado la atención por mi físico. Me considero bastante guapo, además me cuido en el gimnasio, estoy musculado, tampoco en exceso, y mi carácter siempre les ha puesto cachondas. Me mola vestir bien y un poco apretado, pero sin parecer una morcilla, lo suficiente que deje a la vista mi cuerpo trabajado. Últimamente llevaba el pelo muy corto y esa imagen de tío mazado, malote, joven y guapo les ponía a mil.

  • Aquí le traigo las dos propuestas que me ha pedido, estaba terminando de editarlas por eso he tardado, además…
  • Sí, sí, a ver…- dijo mirando a su móvil mientras lanzaba una mano para que le pasara los documentos cortándome en seco

Tras un rato de silencio observando las dos propuestas el cabrón puso los pies sobre su mesa, también de cristal, y colocando unos zapatos marrones de marca frente a mi.

  • ¿Esto es todo? – dijo lanzando los papeles sobre su mesa cerca de sus pies – Mira Braulio, me han hablado muy bien de ti, pero esperaba más, la verdad
  • Es bruno – volví a decir intentando tragarme el cabreo – y las propuestas son lo que el cliente ha pedido... si no le gustan podemos…
  • Nah. A ver… que te entiendo eh – dijo sarcástico mientras miraba a las tías a través de los cristales de su despacho – con semejante grupo de muñecas yo también me distraería, entiéndeme, ¿podemos hablar entre hombres no jaja? Están para repasarlas una a una y… jaja pero tienes que ser más preciso – dijo volviendo a mirarme y retomando la conversación.
  • Conozco al cliente personalmente, hemos trabajado antes con él y sé que..
  • ¿Estas diciendo que por llegar el último a este sitio no conozco a los clientes de mi padre, Braulio? - se echó para atrás en el respaldo llevándose una mano tras la cabeza y marcando un bíceps y tríceps enorme que le confería mucha más autoridad. Una pequeña mancha de sudor le salía del sobaco.

Mi cabreo iba en aumento y cada vez que decía mal mi nombre, ya empezaba a pensar que, a posta, me entraban más ganas de soltarle una hostia.

  • No, solo que..
  • No, Señor – dijo el cabrón de forma autoritaria corrigiendo mi forma de dirigirme a el con una sonrisa falsa

“No me llames Juan, llámame J” les decía con voz masculina pero cariñosa a mis compañeras el muy gilipollas. Sé creerá Millenial el muy….

  • No Señor – respondí con un tono un poco más burlón de lo que pretendía- Sólo que el cliente ya nos ha pedido antes algunas propuestas y siempre…
  • Dar siempre lo mismo no es progresar. Conmigo el modo de trabajar que tenía tu ahora nuevo compañero – dijo algo burlonamente refiriéndose a mi exjefe al que le había quitado el puesto - se ha terminado. Repite esas propuestas de forma más precisa y original y traérmelas.
  • Señor, puedo…
  • Buenos días, Braulio – dijo bajando los pies y poniéndose a escribir en el ordenador sin mirarme con un gesto claro de “pírate”.

El cabreo se me subió a la cabeza. Estaba apretando tanto la mandíbula que me estaba haciendo hasta daño.

Me di la vuelta y me dirigí a la puerta maldiciendo a toda su puta familia en mi interior, sobre todo a su madre por parir aquello.

  • Ah, por cierto – escuché hablar a Juan detrás de mí antes de salir – y cuando los tenga listos dile a Mireia que me los traiga, anda. No es nada personal, solo que está más buena jajaja

Salí del despacho y me fui directo al baño a reventar la escobilla imaginándome que era la cabeza de ese gilipollas. La partí en dos del primer golpe contra el váter. Con este cabrón nada iba a pintar bien

To be continued...


Darle cariño al relato si os mola, y así iré publicando más :)