El hijo adoptado

M/F, incesto

-¡Walter!

Patty se quitó su largo y ondulado pelo rubio de delante de los ojos y miró con el ceño fruncido la puerta del dormitorio de su hijo adoptado.

-Walter, sé lo que estás haciendo ahí dentro. Estoy harta de escuchar cómo te la meneas en tu habitación todos los días. Walter, ¿me estás escuchando?

Su hijo adoptado adolescente no respondió. Los golpes secos continuaron, incluso más fuertes. Era el sonido del cabecero de la cama golpeando la pared mientras Walter se cascaba la polla moviendo la mano de arriba abajo por ésta.

-¡Walter!

Patty dejó escapar algunos tacos y golpeó enfadada la puerta. Tenía treinta y cuatro años y estaba muy buena. Sus ojos azules combinaban muy bien con su pelo rubio y además su cuerpo era delgado y tenía grandes tetas.

-Walter, préstame atención.

Walter gimió y el cabecero continuó golpeando la pared aún con más fuerza. Posiblemente estaba a punto de salpicarse el pecho con una buena descarga de leche. Patty se dio la vuelta enrojecida y se fue por el pasillo. Llevaba puesta ropa informal, unos vaqueros y una camiseta azul que hacía que sus grandes tetas se movieran con libertad al no llevar sujetador. Era lo que una ama de casa normal llevaría puesto, pero ella no se sentía normal. Y era porque ahora estaba divorciada. La casa y la pequeña pensión alimenticia era lo único que la hacía recordar su largo matrimonio. También era porque tenía un joven y atractivo hijo adoptado que estaba obsesionado con masturbarse.

Todo había comenzado hacía seis meses, tras el divorcio. Walter era un chico muy atractivo de dieciocho años. Era alto y musculoso y tenía un gran bulto en su entrepierna que Patty, a pesar de su pudor, no había podido pasar por alto. Patty había leído que el deseo sexual de los chicos puede ser muy intenso, pero eso no la había preparado para el hecho de que la polla de Walter parecía estar todo el tiempo dura.

Ella suponía que su aspecto tenía algo que ver con ello, ya que Patty era más delgada de lo habitual, tenía piernas largas y el culo redondeado de una chica joven. Sus tetas eran tan grandes que la mayor parte de sus sujetadores tenían que ser hechos a medida. Su cuerpo siempre había puesto a los hombres cachondos y temía que su único hijo no fuera una excepción. Durante los últimos meses, la había mortificado ver su polla poniéndose dura mientras se la comía con los ojos.

-Al menos, podría tratar de controlarse -pensó Patty- y tratar de no meneársela tanto.

Eran las tres y media de la tarde y Walter llevaba en casa una media hora. Había corrido literalmente hacia su cuarto con los pantalones obscenamente abultados por su erección. Dos minutos más tarde habían empezado los golpes. Ahora los oía al menos cuatro veces al día.

Había intentado hablar con él, cariñosa y severamente al mismo tiempo, pero no la escuchaba. Lo único que decía es que no podía dejar de tocársela cuando se le podía dura.

-Bueno, tendrá que aprender a ignorarlo -pensó Patty.

De repente, se dirigió al armario del pasillo y encontró la llave del cuarto de Walter colgada en un clavo. Se dirigió con decisión hacia su habitación consciente de que iba a sorprender a su hijo en el acto. No era normal que un chico se masturbase tanto. Walter tenía que aprender a controlar su deseo sexual.

Patty entró en su cuarto. Walter se dio cuenta enseguida de que había entrado. Como Patty había esperado, el chico estaba tumbado boca arriba con los pantalones por los tobillos. Había un bote de aceite para bebés sobre su mesilla de noche. El chico tenía la lengua fuera por uno de los lados de la boca mientras se la cascaba, moviendo su mano de arriba abajo por su palpitante y dura polla.

Patty la miró. Era la primera vez que se la veía dura a su hijo adoptado. Por mucho que quería, no podía evitar la curiosidad. Había imaginado que tendría una polla relativamente pequeña, aunque era ya casi un adulto, pero se dio cuenta de que se había equivocado. Walter la tenía enorme. La gorda y larga verga sobresalía sobre su vello púbico. Debía medir unos 22 centímetros y tener el mismo grosor que su muñeca. El bálano era con una manzana pequeña, de color rojo oscuro y relucía a causa de sus líquidos preeyaculatorios.

Al instante, la madre divorciada y sexualmente frustrada sintió un nuevo y vergonzoso deseo en su coño. Nunca había podido imaginar que ver la polla dura de su hijo adoptado le pondría el coño tan caliente y mojado.

-Muy bien, Walter, para ahora mismo.

Walter levantó la cabeza y por fin se dio cuenta de que su madre estaba en su cuarto con él. Suspiró soltando su enorme verga y cruzó los brazos detrás de la cabeza. No hizo ningún esfuerzo para cubrir su órgano copulador y éste continuó moviéndose a causa de sus latidos sobre su barriga. Patty se sentó al lado del adolescente en la cama, tratando de no fijar la vista sobre su polla. Podía sentir sus pezones endureciéndose y sobresaliendo de su camiseta. Deseó llevar puesto un sujetador para evitar que sus tetas se menearan delante de su hijo adoptado.

-¿Desde cuándo te cuelas en mi habitación cuando la puerta está cerrada con llave? -refunfuñó Walter-. ¿Es que no puedo tener un poco de intimidad?

-Sabes perfectamente que estaba llamando hace un momento. Creo que es suficiente excusa para usar la llave. Walter, sabes que tenemos que hablar de esto. Lo único que haces últimamente es hacerte pajas y eso no es normal. No te vas a desarrollar con normalidad si te pasas todo el tiempo tocándote la polla y corriéndote.

-No puedo evitarlo -dijo Walter sonriendo-. Mi polla se pone dura y me apetece meneármela. ¿Qué pasa, es malo?

-¿Es que no conoces alguna chica que pudiera... ? -Patty se sonrojó, parando justo antes de decirle a su hijo que se buscara una jovencita cachonda para follársela. ¿... ayudarte a pensar en cosas más normales?

-¿Cómo follar? -dijo Walter con una sonrisa aún más amplia-. Joder, mamá, follo con un montón de tías. Si quieres me traigo una a casa mañana y me la follo aquí mismo. Lo único que pasa es que me gusta mucho meneármela, da mucho gusto.

-Por... por lo menos podías subirte los pantalones cuando estás hablando con tu madre. Esto me da mucha vergüenza.

-Bueno, tú eras la que quería hablar, mamá. Además, tú no eres mi madre verdadera. No quiero parar ahora, llevo todo el día con los huevos llenos de leche y tengo unas ganas tremendas de correrme.

Y entonces el bien dotado hijo sorprendió a su madre de nuevo llevando su mano a su polla y agarrándola con fuerza. La sorprendida madre no pudo evitar mirar cómo se la cascaba otra vez, despacio y con fuerza, moviendo su mano de arriba abajo por el tremendo miembro.

-¡Walter!¡Walter, por Dios! -jadeó Patty, abrumada por la ira y un irrefrenable deseo incestuoso-. ¡Cómo te atreves a hacer eso delante de tu madre!¡Quita la mano de tu polla ahora mismo!

-No quiero, mamá. Da gusto.

Y entonces Walter miró sin tapujos sus tetas, suspirando al mirar los enormes pechos que se balanceaban de un lado a otro bajo su camiseta.

-Joder, las tienes grandes de verdad, mamá. A veces pienso que te las chupo mientras me hago una paja. Es incluso mejor podértelas ver de verdad.

-¡Walter!

Patty estaba tan sorprendida que supo que tenía que hacer que su hijo dejara de masturbarse en ese mismo momento. Bajó una mano y trató de retirar un dedo de su polla, pero Walter quitó la mano entera y lo siguiente que Patty supo fue que tenía la polla de Walter agarrada con su mano.

-Mmmm, ¡qué gusto, mamá! ¿Por qué no me la meneas tú?

-Guarro asqueroso...

Entonces Patty comenzó a hacerlo. No sabía qué le pasaba o qué la había llevado a empezar a cometer el peor pecado imaginable con su hijo. Su coño estaba muy mojado, palpitándole de tal forma bajo sus bragas que no podía pensar con claridad. Se sentía abrumada por la ira, la frustración y el deseo, una incontrolable lujuria.

Walter se limitó a permanecer allí, sonriendo mientras dejaba a su caliente madre hacerle una paja. Patty miraba fijamente su enorme polla, haciendo muecas de repugnancia mientras su mano subía y bajaba tan rápido como era posible.

-¿Te gusta? ¿Es esto lo que quieres qyue te haga, Walter? ¿Tú propia madre? ¿Eres tan guarro que quieres que tu propia mamá te la menee así?¿Quieres que mamá te la chupe también? ¿Te gustaría eso, verdad? ¿Te gustaría que tu madre se metiera tu polla en su boca y se tragara tu semen?

Walter respondió retirando su mano de su polla y sentándose en el filo de la cama. Miró a su madre intencionadamente, sonrió y después señaló arrogantemente a su dura verga.

-Sí, eso es lo que quiero. ¿Por qué no te pones de rodillas ahora mismo, mamá? Mi polla necesita que la chupes ahora mismo.

-Niño guarro, asqueroso...

Sus palabras se apagaron mientras empezaba a hacer lo que su hijo le había pedido. Se puso de rodillas delante de su enorme y dura polla. Se dio cuenta de que estaba respirando con dificultad y de que sentía mejor sus palpitaciones en el coño que en el pecho. Se sentía como si hubiera perdido todo control de sí misma, como si hubiera perdido la capacidad para distinguir entre sus sueños y lo que realmente estaba haciendo. No se podía creer que iba a meterse la polla de su hijo adoptado en la boca y que se iba a tragar su semen.

Patty apretó sus dedos alrededor de la palpitante polla de su hijo, deslizando su mano hasta la base de ésta. Miró fijamente el glande rojizo y gordo durante unos segundos viendo cómo la gorda corona relucía a causa del pegajoso semen. La lujuriosa madre bajó la cabeza apretando los labios contra el agujero por donde salía la orina. Sacó la lengua desvergonzadamente y chupó los sabrosos líquidos que estaban en la punta de su polla.

-¡Ahhhhhh!¡Qué gustazo, mamá! -dijo Walter retorciéndose sobre el filo de la cama y sujetando la cabeza su madre con las dos manos-. Métetela en la boca, mamá. Sabes que quieres hacerlo. ¡Ahhhhhh, chúpamela bien!

Patty cerró los ojos tratando de olvidar que era el tipo de madre capaz de mamársela a su propio hijo adoptado. Poco a poco dejó que sus labios se deslizaran por el palpitante órgano copulador, sorbiendo ruidosamente mientras avanzaba centímetro a centímetro. Se detuvo cuando se había metido más de un tercio, ya que de haber seguido se hubiera atragantado.

Entonces, la caliente madre comenzó a chupar la polla con mucha fuerza, manteniendo los ojos cerrados mientras mamaba contenta la dolorosa rigidez de la erección. Una absurda voz sonaba en lo más profundo de su mente tratando de justificar lo que estaba haciendo. Estaba intendando demostrarle lo mal que se siente uno al dejar que tu propia madre te chupe el nabo.

Patty chupaba la sabrosa polla más y más fuerte, asombrándose de las ganas con las que se la chupeteaba y lamía a su hijo adoptado. Hizo un esfuerzo para aproximar su cara al vello púbico, atragantándose incapaz de meterse la totalidad de su órgano de una vez. La enorme polla respondió a sus húmedas y fuertes chupadas poniéndose más dura y grande. El bálano se hinchaba de forma obscena, latiendo en el cielo de su boca.

-Mmmmmmmmmmmmm -gorjeó Patty.

Sus obscenas y ruidosas chupadas se habían vuelto muy fuertes y podían oírse en toda la habitación. Comenzó a subir y bajar la cabeza rápidamente, follándose la boca con la enorme polla del chico. Sus dedos apretaron con más fuerza la base de ésta y empezó a meneársela mientras le chupaba y relamía el glande, lengüeteando el salado semen que salía del enorme miembro viril.

-¡Mamá, me voy a correr... ! -gimió Walter-. ¡Ahhhhhhh... Puedo sentirlo, mamá!¡Va a ser de los gordos!¡Aghhhhhhhhh, chúpamela más rápido... !¡Eres una chupapollas buenísima!

El escandaloso y repugnante cumplido era música para sus oídos. Patty sintió que se sonrojaba mientras chupaba con todas sus ganas arrugando sus mejillas a causa de la enorme erección cubierta de semen. Su puño era casi invisible de lo rápido que subía y bajaba por la polla. Se moría de ganas de tragarse un buen chorro de leche de nabo, de sentirse obligada a tragársela toda lo más rápidamente posible.

-¡Trágatelo todo, mamá! ¡Me corro... !

El chico agarró su cabeza levantando el culo de la cama y metiéndole la polla más profundamente en la boca. Patty se atragantaba, pero al fin sus esfuerzos fueron recompensados. Una tremenda lluvia de semen salió disparada de la hichada polla y llenó la garganta de la madre amante del semen.

-Mmmmmmmm -gorjeó Patty.

El zumo de polla estaba llenando su boca, salpicando los agujeros de su nariz y siendo tragados. Mantuvo la enorme polla lanza-semen en su boca, disfrutando el sabor de la semilla de su hijo adoptado. La caliente madre comenzó desvergonzadamente a chupar y menear la polla de su hijo mientras se tragaba su semen, todo al mismo tiempo. No quería soltársela hasta que hubiera chupado hasta la última gota de semen de la corona de su polla.

Después de aproximadamente medio minuto concluyó la explosión de semen y la hermosa madre tenía llena la barriga del semen por el que tanto había suspirado en secreto. Levantó la cabeza de la entrepierna de su hijo adoptado, aturidada y desesperadamente cachonda y relamiéndose la boca. Patty respiraba con dificultad y su coño estaba tan mojado que había empapado totalmente sus bragas.

La polla de Walter estaba todavía muy dura, y palpitaba delante de su cara. A Patty le dio un espasmo en el coño al imaginar ese enorme complacecoños hundiéndose en su peluda raja y entrando y saliendo de ésta.

-Bueno, supongo que ya estás satisfecho, Walter -jadeó ella-. Ya has conseguido que mamá te chupe la polla. Supongo que ahora quieres hacer otras guarradas con mamá.

Walter asintió sonriendo. Patty se puso de pie toqueteando los botones de su camisa y sin poder apartar la mirada de la polla enorme del chico.

-Pues entonces quítate el resto de la ropa, Walter. Ya que hemos empezado más vale que nos quitemos estos deseos de encima de una vez por todas.

Walter sonrió de nuevo quitándose los zapatos y bajándose los pantalones del todo. Lo único que llevaba ahora puesto era la camiseta, pero no necesitaba quitársela para echarle a su madre el polvazo que obviamente necesitaba. Se incorporó y la vio desnudarse. Patty se sintió orgullosa al quitarse la camiseta revelando sus enormes tetas.

-Te gustan las tetas de mamá, ¿verdad Walter? -le preguntó.

Patty llevó las manos de su delgada cintura hasta sus enormes tetas, manoseándolas lascivamente. Los pezones que coronaban las dos tetas de copa D tenían a su alrededor amplias areolas rojas y estaban duros y erectos. Patty se quitó los zapatos y se desabrochó los vaqueros. Entonces, llevando sólo las bragas puestas, se subió junto a su hijo a la cama.

-Ya puedes chuparle las tetas a mamá, Walter. Supongo que también habrás pensado en hacerlo cuando te la meneabas.

Walter se limitó a asentir y se puso de rodillas al lado de su madre, poniendo las manos sobre sus gigantescas y firmes tetas. Con mucho ahínco, estrujó y apretó los enormes melones, moviéndolas de un lado a otro y pasando sus pulgares por los pezones. Patty se estremeció al sentir el placer de sus tetas ir directamente a su coño.

-Pue... puedes chupármelas si quieres -jadeó.

Walter se repantigó sobre ella, abriendo la boca lo suficiente para meterse uno de sus pezones dentro. Empezó a chupar ruidosamente la enorme teta de su madre, frunciendo los labios como cuando había mamado leche de pequeño. Patty gemía, la necesidad de su coño se hacía cada vez más acuciante. Acunó cariñosamente la cabeza de su querido hijo adoptado, animándolo a que chupara tanto como quisiera sus tetas.

-Puedes tocarme el coño -le susurró-. Supongo que también quieres hacer eso.

Walter deslizó su mano y la llevó a través de sus muslos para después poner un dedo sobre su coño. Entonces dejó de chuparle las tetas y la miró con aire triunfalista a los ojos.

-Mamá, tienes el coño goteando.

Patty se sonrojó. Sabía que su coño estaba mojado, pero lo que no sabía era que estaba tan mojado que hasta sus muslos estaban impregnados de fluidos vaginales. Walter parecía fascinado ante el caliente y jugoso coño de su madre. Agarró sus bragas y se las empezó a bajar, pero la parte que cubría su coño se quedó pegada a éste durante un momento. Ahora su apetitosa madre estaba completamente desnuda. Walter separó sus muslos y miró fijamente el húmedo y excitado coño.

-¿Por qué me miras así, Walter? -jadeó Patty. ¿Por qué no me metes la polla ya? Sé que eso es lo que quieres hacer, a pesar de que soy tu madre.

-Quiero chupártelo primero -musitó Walter.

Entonces se repantigó entre sus largas piernas y elevó sus muslos para que su boca tuviera más fácil acceso a su excitado y sabroso coño. A Patty le costó un poco darse cuenta de que su hijo adoptado quería comerle el coño. Entonces se estremeció al sentir su lengua por primera vez lamiendo entre los perfumados labios de su coño.

-¡Ahhhhhhh, Walter! ¿Por... por qué estás haciendo eso? ¡Ahhhhhh!¡Ahhhhhh!

Walter estaba demasiado ocupado chupando como para responder. Era obvio que adoraba el sabor del coño de su madre y lo que se sentía al deslizar la lengua de arriba debajo por su rosa y reluciente conejo. Patty tuvo entonces miedo de cómo reaccionaría ahora, ya que estaba ya de por sí muy cachonda y no sabía cómo de increíblemente caliente se podía poner cuando su hijo le pusiera el coño más húmedo y hormigueante.

-No, Walter... No... ahhhhh... no tienes por qué chuparle el coño a mamá... ahhhh... Fóllame, Walter. Sé que eso es lo que quieres.

Walter no respondió. Mantuvo los labios del coño de su madre separados con los dedos para poder meter la lengua más hondo en su agujero perfumado. Los fluidos seguían fluyendo en cantidad de sus profundidades vaginales y su clítoris estaba muy hinchado y duro, sobresaliendo en la parte superior de su raja cubierta de pelo.

Walter movió la lengua hacia arriba probando su habilidad como chupador de coños y comenzó a mover el clítoris de su madre de un lado a otro. Su desnuda madre chilló agarrando su cabeza con dos manos. Entonces comenzó a mover sus caderas hacia arriba para que le follara el coño con la boca.

-¡Sí, Walter! -gritó ahogadamente Patty-. ¡Ahhhhhh! Mamá necesita que se lo chupes... ¡Ahhhhhhh! Lámeme el clítoris, Walter. Oh, ¡chúpalo, chúpalo, chúpalo bien, haz que mamá se corra!

Walter siguió chupando y besando su coño, deteniéndose sólo para acariciar su cara con los pelos de su vulva. Estiró los dedos metiéndolos en el estrecho interior del coño de su madre. Patty se estremeció con su hijo adoptado haciéndole un dedo mientras le lamía el clítoris.

-Chúpamelo, Walter, por favor...

Walter puso su clítoris entre sus labios:lo chupó suave pero intensamente, haciendo ruidos al chupar y al mismo tiempo metiéndole los dedos en el coño. Patty sentía el orgasmo cerca; sus pezones y ano se estremecieron con la placentera sensación preorgásmica. Entonces empezó a correrse incontrolablemente mientras su hijo adoptado seguía comiéndole el coño.

-¡Cómemelo, Walter!¡Ahhhhhh! ¡Chúpamelo, chúpaselo a tu madre! ¡Me corro!¡Me corro!

Su excitado coño tuvo espasmos y lanzó fluidos para que su niño pudiera chuparlos y tragárselos. Walter siguió chupándole el clítoris y haciéndole un dedo, llevándola al punto álgido del orgasmo. Un minuto después, los espasmos remitieron y Patty sintió una acuciante necesidad en lo más profundo de su coño que jamás había sentido antes. Necesitaba desesperadamente sentir la polla gorda de su hijo adoptado entrando y saliendo de su coño.

-Puedes follarte a mamá ahora, Walter. Sé que eso es lo que quieres de verdad. Venga, Walter, métemela, date prisa.

Walter se puso encima de su desnuda madre colocándose entre sus muslos con la polla húmeda tocando su estómago. Impaciente, Patty agarró el pene y lo guió a su coño. Gimió y se mordió un labio al sentir la dura polla penetrándola y abriendo los pronunciados labios de su coño que luego apretaron la dureza invasora.

-¡Ahhhhhhhh! La tienes muy gorda, Walter. Me han metido muchas pollas, cariño, pero la tuya es la más gorda. ¡Ahhhhhhhhh! Vas a tener que meterla a la fuerza, ¿no? Pues venga. ¡Ahhhhhhhhhh! Métesela a mamá en el coño, cielo. ¡Rápido, rápido!

Walter separó las rodillas, poniéndose en una posición más adecuada para meterle la polla. Entonces empezó a meterla poco a poco, cada vez más hondo. Patty levantó la cabeza y miró abajo, viendo el pene lleno de venas entrando y saliendo de su estrecho coño. Era muy excitante y empezó a hacer movimientos pélvicos y circulares con su culo, clavándose la enorme polla de Walter.

-Puedes metérmela más hondo, Walter -jadeaba-. Venga, Walter, métesela a mamá lo más hondo que puedas.

Walter comenzó a meterla más fuerte, haciendo que su madre hiciera muecas de dolor y se estremeciera al estar follándosela de verdad, metiéndosela en su estrecho y excitado coño. Por fin, se la metió hasta el fondo, dejándola hundida hasta los huevos. Patty no se había sentido tan llena de polla en su vida. Su coño chupaba y se contraía sin control sobre el enorme falo penetrabarrigas.

Walter permaneció inmóvil sobre ella durante varios segundos, doblando los codos y aplastando las tetas de su madre con su pecho.

-Fóllate a mamá, Walter.

La intensidad del deseo incestuoso se hizo más aparente y Patty levantó las piernas tan alto como pudo y puso sus pantorrillas cruzadas tras la espalda de su hijo. Entonces comenzó a revolverse y a follar como una perra en celo, jodiéndose el coño en la polla de su propio hijo adoptado.

-¡He dicho que me folles! Mamá está muy cachonda ahora. Fóllame, ¡fóllame bien!

Walter sacó su nabo hasta que sólo su corono quedaba dentro, separando los labios del coño de su madre. Se estremeció al hundirse de nuevo por completo en su coño. Patty estaba ya follando como una máquina hambrienta de sexo y sus tetas se movían de un lado a otro mientras la polla de su hijo entraba y salía rápidamente de su conejo. Walter siguió el ritmo de su madre, metiendo su polla hasta el fondo de su resbaladizo coño que lo succionaba hacia dentro.

-Así, Walter. ¡Ahhhhhhhhhh! Oh, mierda, más rápido. Fóllale el coño a mamá tan fuerte como puedas. Me gusta fuerte y asqueroso, cariño.

Patty puso los brazos alrededor de sus hombros, abrazándole con fuerza mientras jadeaba y gritaba con su coño teniendo espasmos alrededor de la polla del chico.

-¡Fóllame, Walter!¡Fóllame, niñato pervertido!

Walter jadeó sobre su hombro y luego empezó a follarse a su madre lo más rápido que pudo. Movía su pelvis sin cesar entre sus muslos, gruñendo mientras metía su enorme polla similar a una flecha en las pegajosas profundidades del coño de Patty. La cachonda madre podía ya sentir ya una segunda serie de espasmos formándose en su entrepierna, haciendo que su invadido y violado agujero chupara con más fuerza la polla de Walter.

-¡Mamá se está corriendo otra vez, cielo!Fóllate a tu madre, fóllate a tu madre, que estoy muy caliente. ¡Ahhhhhhhhh! Me corro, Walter. ¡Me cooooooooooorrrrrroooooo!

Su coño llegó a un lascivo orgasmo rezumando fluidos coitales mientras sus paredes de piel rosa apretaban con fuerza la gigantesca polla de su hijo. Walter se desplomó sobre ella, metiendo la polla hasta el fondo dentro de ella. Entonces, el segundo chorro de semen salió de su polla. Patty la sintió salpicándolo todo dentro, corriéndose dentro de su coño e inundando su útero con un buen chorro de semen caliente y reparador.

Aún cachonda, ayudó a la polla de su hijo a terminar de vaciarse en su chocho. Pero ya le invadían sentimientos de culpa, vergüenza y repugnancia por haberle entregado el coño a su hijo adoptado. Ésta sería la primera y la última vez, pensó. No podría vivir si tuviera que aliviar la polla de su hijo cada vez que se le pusiera dura y dolorida.