El hermanito de mi amiga.
La vez en que Paulina me platicó cómo se cogió a su hermano menor
El hermanito de mi amiga.
La vez en que
Paulina
me platicó
có
mo se cogió a su hermano menor
Hace tiempo que no escribía. Y aunque muchos de mis seguidores me preguntaron qué venía después, que les adelantara algo, la escuela no me había dejado siquiera aterrizar la idea que tenía para mi siguiente relato.Por suerte, esta semana me vi con menos tarea y ahora puedo seguir escribiendo. Hay algo que ya tenía pensado, y que les dije a mis seguidores: la historia que quería escribir es sobre la experiencia que una d
e mis amigas me confesó: se cogió a su hermano menor.
Antes de empezar, he de decir que ella no sabe que escribí la historia que me platicó. Por eso, como medida, decidí cambiarle el nombre, así como el de su hermano.
Todo empezó una buena mañana, después de un fin de semana
.
M
i amiga, el domingo por la noche, me mandó un mensaje para decirme que tenía que platicarme algo, que no podía ser por celular, así que no podía faltar a la escuela. En la primera clase llegué tarde, para vari
ar, y la profesora ya estaba dando la clase, así que no pude saber de qué quería hablar conmigo. Por suerte, después de esas dos horas de martirio con
la materia de p
sicología,
Paulina
y yo teníamos una hora libre antes de continuar con la siguiente clase, así que decidimos
ir a desayunar a la cafetería, sentarnos en una de las mesas más alejadas y comenzar con la plática. Yo estaba con la intriga total, pues por más que le insistí el domingo, no quiso decirme nada; cosa que me pareció rara, pues siempre me platica todo y no me tiene esperando como esta vez. Pensé que el chico que le gustaba se le había declarado, pues sabía que iban a salir ese fin de semana, o que, mejor aún, ya lo había hecho con él. Sin más, en cuanto nos sentamos,
Paulina
me miró
y me dijo: "me cogí a mi hermanito".
Quedé sor
prendida por la noticia. Y se figuró en mi rostro. En cuanto
Paulina
me lo dijo, miró hacia otro lado, para ver si no había nadie cerca y así continuar con su plática. Después de unos segundos, le dije "¿qué?". No sabía qué decir o hacer. Sabía que
Paulina
ya no era virgen desde el último año de la secundaria a la que asistió. Que en estos dos años de bachillerato se había acostado con varios novios y amigos, pero nunca mostró algún interés por algún familiar suyo, y menos aún en alguien como su hermanito, a quien quería con toda el alma.
Paulina
volvió a cruzar una mirada conmigo, con la intención de que le pidiera que confesara su secreto. Y eso hice, sabiendo que no podía dejar a una de mis mejores amigas así como así, le pedí que terminá
ramos de desayunar rápido y nos fuéramos a una de las jardineras de la escuela. Ella aceptó y después d
e
quince
minutos ambas encendimos un cigarro y fumamos mientras me platicaba lo que había sucedido.
Me dijo que todo sucedió muy rápido. Nunca había tenido interés con su hermano. Le parecía la cosa más anormal del mundo. ¿Cómo desear a alguien del otro sexo,
alguien con quien te has relacionado tanto tiempo, alguien que es de tu familia? Ella tampoco lo sabía. Lo primero que sucedió fue que en ese fin de semana sus papás tuvieron la noticia de que uno de sus tíos había muerto. El vivía en provincia y era muy querido. Sus papás decidieron ir al velorio, querían llevarse a sus dos hijos, pero no cuentan con vehículo propio y el gasto les era excesivo. La familia de mi amiga no tiene la solvencia económica suficiente y a veces ella tiene que conseguir trabajo temporal en vacaciones para ayudarle a sus papás. Decidieron que podían quedarse bajo el cuidado de la vecina del departamento contiguo. La señora Raquel es amiga de años de la familia y aceptó con gusto cuidarlos. No era necesario que estuviera con ellos todo el día, bastaba con que les preparara la comida y los atendiera por si alguno se ponía enfermo o tuviera algún problema. De todos modos, tenían el número de celular de sus papás, y ellos prometían regresar de inmediato. Así, se quedaron solos desde el viernes en la noche y para amanecer sábado Jorge, su hermanito que estaba ya en el último año de la secundaria, parecía estar más contento de lo común por esa noticia. "Para mí que ya lo tenía todo planeado", me dijo mientras me pidió el cigarro para darle una fumada más.
Después del desayuno, la señora Raquel regresó a su casa y los dejó solos.
Su
hermano dijo que se iba a poner a hacer la tarea en la computadora. Y como sólo cuentan con una, mi amiga prefirió irse a dormir otro rato más; tenía sueño después de haberse despedido tarde de sus papás la noche anterior.
Paulina
estaba por con
c
iliar el sueño cuando escuchó un ruido extraño. Después es
c
uchó
algunos gritos leves de
una
mujer y se le hizo bastante raro. Se acercó a la puerta y desde ahí se hizo más claro el sonido. Miró a lo lejos, donde se encontraba la computadora, y vio de espaldas a su hermanito menor viendo un video pornográfico. De inmediato salió a su encuentro y le dijo:
-¡No mames, Jorge! ¿Qué estás viendo?
-Nada, hermanita, nada -d
ijo
él mientras cerraba rápido la ventana del video y apagaba el sonido d
e la computadora- ¿No estabas durmiendo?
-No me cambies la pregunta, ¿Qué te pasa? ¿Estás mal de la cabeza o qué?
-¿Por qué?
-No tienes edad para andar viendo e
sas cosas. Tienes que ser adulto para poder verlas.
-Tú también las ves y no eres
adulta -dijo Jorge, y eso sorprendió de nueva cuenta a mi amiga.
-¿Cómo sabes eso? ¡Eres un chamaco
mentiroso!
-Pues eso dice el historial
de la computadora
.
Paulina
no sabía mucho de computación, no tanto como su hermano (quien se la pasaba más tiempo en la computadora que ella). Tuvo que usar un último recurso.
-Le diré a mis papás lo que andabas haciendo.
-Diles y les diré que tú también lo haces.
-¡
A veces e
res un fastidio!
Le gritó
Paulina
y se fue a encerrar a su cuarto. No podía delatarse ante sus padres. Aunque ella ya tenía experiencia en el sexo, daba siempre la imagen a sus papás que aún era virgen y que esperaría al hombre adecuado. Sus encuentros sexuales se habían resumido en mentiras
:
decir que iba con una amiga o tenía algún trabajo pendiente o se quedaba en una
pij
amada
con otras compañeras
, mismas que la encubrían
. Otras veces se iba de pinta de la preparatoria y regresaba a la hora en que supuestamente salía.
A l
a hora de la comida nada pasó a mayores. Parecía que aquel incidente se había olvidado. Después de que la señora Raquel se fue de nueva cuenta a su departamento,
Paulina
intentó salirse para ver a
l chico que le gustaba
, con quien había quedado de verse para salir. Cuando estaba por abrir la puerta fue descubierta por su hermanito y éste le dijo que a dónde iba. "No tardo, voy a la tienda", le dijo y lo encerró con llave. Toda la tarde se la pasó con
Iván, salieron a comer y terminaron en una pulquería que quedaba cerca de la casa. Para cuando regresó
Paulina
, ya estaba algo tomada, Iván se despidió con un beso y un apretón de nalga, algo que le había gustado mucho, pero cuando le dijo que si podía pasar ella se negó porque estaba su hermano y le dijo que iba a ir a la tienda. Obviamente se trataba de un engaño. Iván quiso insistir pero en ese momento apareció Raquel, quien con su rostro de haber descubierto la escapada de
Paulina
, terminó por
espantar
a Iván quien se despidió de inmediato. Cuando
ella
quiso meterse
,
Raquel el preguntó dónde se había
metido y ella le respondió lo mismo que le dijo a su hermano: "sólo fui a la tienda y me lo encontré en el camino". Después entró a su casa y se fue a su cuarto para que su hermano no se diera cuenta de que regresaba un poco borracha. Decidió descansar un rato para ver si así se le pasaba. Sin querer se comenzó a dormir.
Estaba ya pronto por a
nochecer
cuando
Paulina
sintió que alguien la tocaba. Primero fue como un leve cosquilleo. Después reconoció la forma de las yemas de dedos que le recorrían los muslos de las piernas, casi a la altura de sus nalgas. Sabía que se trataba de su hermanito. En lugar de regañarlo como lo hizo en la mañana, prefirió ver hasta dónde era capaz él de llegar. Lo detestaba
un poco
, a su edad era muy pequeño para pensar
en
esas cosas... aunque ella ya lo había hecho cuando tuvo la misma edad que Jorge. Sabía que esa edad es donde la hormona del sexo se despierta para ya nunca apagarse. Donde el misterio se nos
revela
y le encontramos sentido a la palabra
"
deseo
"
y
"
excitación
"
.
Paulina
h
izo como si siguiera du
rmiendo, manteniendo una respiración leve, pausada. Jorge continuó con el camino de sus dedos y le empezó a tocar la cintura, una cintura esbelta, de caderas anchas, que empezaba en una espalda delgada y terminaba en unas nalgas redondas, no tan grandes, pero sí bien levantadas. Pronto le quitó a su hermana la cobija que cubría el resto del cuerpo y
Paulina
hizo un ademán como si estuviera por despertarse; cosa que espantó a Jorge
,
quien se alejó d
e la cama, pero al darse cuenta de que su hermana sólo se movió para quedar boca arriba, continuó examinando su cuerpo.
-¿Por qué no lo paraste ahí? -l
e pregunté a mi amiga.
-Es que... soy una estúpida por lo que voy a decir, pero estaba mojada...
-¿Por lo que te estaba haciendo? -pregunté d
e nuevo, incrédula.
-No tanto por eso. Es que no sé, eran muchas cosas. Primero me había quedado de ver con Iván, y cuando me besó al final y me agarró las nalgas sin que me pidiera permiso ni nada, no sé, me mojé de inmediato. Tenía ganas de cogé
rmelo allí mismo.
Además ya traía unos pulques encima y bueno, tú sabes qué tan cachonda me pone el alcohol.
.
.
-¡Qué pendejada dices, eso no justifica lo que hiciste!
-Es que no lo justifico, sólo quería contarle a alguien. Pero si crees que soy un monstruo mejor así ya déjalo.
-No, no me mal entiendas,
Pau
, sólo que yo no lo entiendo.
Encendimos un par de cigarros más, ahora uno para cada quien. Después de otra fumada, ella continuó con su historia.
Seguía aparentando estar en un profundo sueño. Jorge se acercó y volvió a tocarle la cintura, cerca del ombligo, mientras sus dedos subían cada vez más y más.
Paulina
pronto sintió cuando los dedos de su hermano comenzaron a tocar por encima de su blusa
hasta llegar a s
us senos redondos que, aunque no son muy grandes, son igual de firmes que sus nalgas. Para ese momento, ella ya estaba más que excitada. Sentía cómo se había humedecido su braga y el calor inmenso que sentía dentro de su vagina. Hizo hasta lo imposible para mantenerse en la posición que se encontraba. Su hermanito le comenzó a tocar la cara, para ver si despertaba y al confirmar, o creer, que no despertaría por nada, le alzó la blusa para ver el
brassier
blanco que traía puesto, se lo jaló de un lado, hacia abajo, y así pudo salir un
a de sus tetas
. Un
a teta
de color como la canela
con el
pezón que estaba bien parado
.
N
o resistió tocarlo con el dedo pulgar e índice
y
apretarlo un poco, lo suficiente para que
Paulina
no despertara. Jorge parecía estar al cien, estaba por intentar besar ese seno que se veía desesperado por probar cuando llamaron a la puerta. Era Raquel, quien venía a prepararles algo para la cena. Jorge salió
lo más
rá
pido
que pudo
del cuarto
,
al ver que
Paulina
hacía como que despertaba y se fue de inmediato a la sala para encender el televisor. Después de que volvieron a tocar,
ella
le gritó a Jorge de que
abriera la puerta, pues seguro se trataba de la vecina. Eso hizo y Raquel entró directamente a la cocina para prepararles unas quesadillas y un chocolate. Para cuando les pidió que se sentaran, Jorge ya estaba en la mesa y poco después salió
Paulina
de su cuarto. Ambos aparentaron la mayor de las calmas, como si nunca hubiera pasado nada. Comieron en paz mientras veían en la tele
visión
la novela de Raquel y media hora después, en un corte comercial, ella se fue a su departamento y les pidió que cerraran bajo llave y le entregaran las llaves, para así prevenir que ninguno de los dos se saliera.
Terminaron y
Paulina
le dijo a Jorge que ahora a ella le tocaba ocupar la computadora, así que Jorge se quedó viendo televisión en la sala hasta casi las doce de la noche y cuando ya no había nada qué ver prefirió irse a su cuarto.
Paulina
, mientras tanto, se puso a ver series en internet mientras buscaba cosas sobre relaciones entre hermanos. Sabía que estaba mal, pero también no comprendía su excitación. En varios foros que había visto no encontró
n
a
da que le sirviera a decidirse y cuando pensó que Jorge ya estaba durmiendo, comenzó a examinar el historial para ver qué había visto su hermanito por la mañana. Descubrió que Jorge estuvo viendo videos de hermanastros teniendo sexo, además de páginas donde había relatos de amor filial entre hermanos. Eso la volvió a excitar. Se sentía deseada no ya sólo por Iván, sino también por su hermano menor. Entonces la idea malévola se le vino de inmediato a la mente. Se excitó de tan sólo pensar que podía ser la primera en desvirgar a su hermano. ¿Pero cómo hacerlo sin sentirse culpable?
-En ese punto debiste de haberte detenido. -le dije mientras miraba el reloj de mi celular para ver la hora, aún faltaban
veinte
minutos para la siguiente clase.
-Sí, lo sé, pero ¿acaso tú te detienes? ¿te hubieras detenido a algo que en ese momento ansí
as?
No le respondí, la verdad es que no, las veces en que me excito no paro hasta no quedar satisfecha, hasta no sentir un orgasmo que me inunde por dentro.
E
ntendía
a Paulina
en ese punto. Encendimos los últimos cigarros de la cajetilla y me terminó de contar.
Su papá guardaba algunas botellas de alcohol que le habían regalado en su cumpleaños, y otras que había obtenido en reuniones familiares. Él casi no tomaba y
Paulina
de vez en cuando
tomaba de
una. Esta vez tomó una botella de tequila, tomó un vaso cualquiera y se sirvió hasta la mitad para tomarlo de un solo sorbo. No lo logró,
así que
tuvo que beberlo espaciado
y siguió
así hasta sentir la sensación de mareo que tenía horas antes, con los pulques
. Después volvió a servirse y esta vez dejó la botella en el lugar donde estaba y fue directo, con todo y vaso -ahora casi lleno- al cuarto de su hermano. En cuanto entro, Jorge
despertó
y le preguntó qué hacía adentro
en su cuarto.
-Tómate esto
-le acercó el vaso
.
-Claro que no
-lo
olío
-,
es tequila
.
-Te conviene
-se lo volvió a ofrecer
.
-¿Por qué?
-la miró.
-No te hagas. Si bien que me metiste mano hace rato
...
Su hermano tuvo una expresión de sorpresa, un gesto que lo delató.
-¿Qué dices?
-Deja de mentir. Me hice la dormida.
-Entonces también mentiste.
-Sí, pero al que van a castigar mis papás es a ti. ¿Te imaginas qué te harán si les digo que
me
anda
bas
haciendo cosas malas?
-No les dirías.
-No les voy a decir si ahora tú haces lo que yo quiero.
-¿Cómo?
-Sí, yo ya me dejé hacer lo que tú querías: me hice la dormida para que me tocaras. Ahora me toca a mí, y lo que quiero es que te tomes este vaso.
-¡No lo voy a hacer!
-Tú te lo pierdes...
Esa última frase se la dijo con un rostro de lujuria. Un rostro que su hermano no conocía, pero identificó de inmediato. Sabía que no iba a delatarlo con sus papás, que quería seguir con lo que sucedió en la tarde. Por si las dudas, preguntó.
-¿Qué me perdería?
-Cosas...
-¿Co
mo cuales
?
-Como las de la tarde...
Jorge volvió a hacer una expresión de incrédulo. No sabía si su hermana le estaba jugando una broma, o si de verdad iba a suceder lo que él estaba pensando
, lo que había deseado desde quién sabe cuánto tiempo
. No había nada qué perder, así que tomó el vaso y se lo bebió
en varios
de tragos
.
-¡No mames, Jorge, era
más
despacio!
El ardor en la garganta le produjo un deseo de vomitar,
síntoma que
pasó a los pocos segundos. Después comenzó a sentirse mareado.
-Recuéstate, para que s
e
te quite.
Su hermano obedeció y pronto ya lo tenía ahí: en la cama, indefenso, mareado y con la sensación de saberse deseada por él.
-Ahora me toca tocar...
Paulina
se le acercó de inmediato a la cama, le fue tocando el pecho hasta llegar a la parte de abajo, cerca de su sexo. Su hermano seguía debatiéndose entre el mareo y las ganas de seguir consciente.
Aunque Paulina sabía que su hermano ya bebía cerveza con sus amigos, también sabía que el tequila lo emborrachaba muy rápido. Quería que ambos se olvidaran por un momento de que eran hermanos, pero por más que intentó, no pudo sacarse de la mente esa idea: cogerse a su hermanito.
-¿Ya lo has hecho, Jorge?
-No, nunca.
-¿Te gusto?
-Sí, hermana, mucho.
-¿Has pensado en mí, cosas sucias?
-Para, hermana, claro que pienso.
-¿Cómo que?
-Que te he imaginado desnuda.
-¿Te has tocado pensando en mí?
-Muchas veces, hermanita.
-¿Me desnudo para que te toques?
Jorge asentó con la cabeza. No podía creerlo. Paulina se levantó de la cama y se fue quitando ropa por ropa, de forma sencilla, lenta, mira
ndo cómo su hermano se la comía ya en la mente, viendo realizado su deseo insatisfecho por años. No pudo evitar tocarse la verga, que se le pusiera dura. Paulina le pidió que también se desnudara, y él aceptó de inmediato. Se quitó todo, antes que Paulina continuara, y se recostó en la cama, con su verga dura. No era tan grande, apenas si podía notarse por lo delgada que era
. Paulina, que se había quedado en ropa interior, se acercó a la cama, colocó sus rodillas por encima del colchón y se quitó el
brassier
para dejar ver esas tetas firmes, color de canela como el resto de su cuerpo, y comenzó a jugar con ellas.
-Lámetelas, hermanita -le dijo Jorge, quien ya se estaba masturbando.
Eso hizo Paulina. Acercó su rostro
a una de ellas y con la lengua comenzó a lame
rse una. Jorge quiso darle otra orden, pero Paulina le recordó que era ella quien decidiría esta vez. Le pidió que se acostara boca arriba, cosa que hizo Jorge y después Paulina se levantó en la cama, se quitó las bragas que estaban húmedas por el calor de su sexo y se acercó lentamente al cuerpo de su hermanito.
Cuando menos se dio cuenta, Jorge sintió en su verga la humedad de la lengua de su hermana. Con su lengua comenzó a lamerle la punta, para despué
s lamer el
tronco de una verga que no era ni tan larga ni tan gruesa, pero eso no le quitaba lo dura. Su hermano comenzó a gritar de placer, sabiendo que solo estaban ellos dos, que el mareo parecía ayudar más a sentir y que estaba viendo cumplida su fantasía. Le dijo que se iba a correr, a venir, pero Paulina se detuvo de inmediato. Se sacó la verga de la boca y le dijo que no, que su primera venida tenía que ser dentro de ella. De inmediato Paulina estuvo a la altura del rostro de su hermano, tomó con su mano la verga y se la fue metiendo poco a poco. Jorge casi se vino de sentir el placer más maravilloso que hasta nunca antes había sentido. La humedad y el calor en un mismo lugar, en un mismo placer. Paulina se fue moviendo despacito, y para que su hermano no se viniera, le dijo que jugara con sus senos. Eso hizo Jorge, comenzó a tocarlos, a apretarlos, mientras su hermana se movía y lo montaba cada vez más y más rápido. Ella comenzó a gemir, despacio, sintiendo una verga dentro de ella, imaginando a
la vez que era la verga de su querido Iván, la verga también de su hermano.
-
Hermanita, no te muevas así, que me harás venirme dentro.
-No importa, entre más me pidas más rápido me voy a mover. Entiende que eres mío ahora que te desvirgué.
-Hermana, no, por favor...
Paulina gimió, supo que si lo hacía, su hermano no podía resis
tirse
. Y tuvo la razón, casi de inmediato Jorge se corrió dentro de ella, junto con un grito de deseo satisfecho. Paulina se bajó de su hermanito para comerse toda la leche que le sobraba a Jorge. Era espesa y abundante para ser una verga chica y delgada.
-Te felicito, hermanito, se ve que darás buena leche.
Jorge no entendía ya lo que sucedía, parecía que el haberlo hecho lo dejó sin movimiento ni reacción alguna. Después de secarlo todo, Paulina se fue a su cuarto. Antes de salir, le dijo a Jorge: "Nunca se te vaya a ocurrir decirle esto a mis papás". Jorge dijo que sí, y le dio unas gracias sinceras. Paulina no supo qué responder, y se fue a su cuarto para tomar unas pastillas de emergencia que tenía pensado ocupar cuando cogiera con Iván. Después se fue a tomar una ducha y se fue a dormir.
-¿Y qué pasó el domingo? -le pregunté a mi amiga, caminando rumbo al salón.
-Nada, un día normal. Jorge quería retomar la plática, pero lo cortaba cada que quería salir con el tema.
-Y ya que me lo contaste y lo sacaste todo, ¿cómo te sientes?
-Mal, me siento mal porque creo que mi hermano debía de tener una experiencia con otra chica, con su primer amor o algo así. No creo poder soportar a diario su mirada o sus ganas de volver a repetirlo.
-¿Lo repetirías?
-No... bueno, no ahora. Quizás cuando crezca.
-Eres una puta
coge hermanos -le dije en broma.
-Y tú una puta
coge maduros -me dijo riendo.
Luego, entramos a clases, con la idea de seguir siendo grandes amigas. De escuchar las cosas que le pasaban a la otra. Espero, si llega a leer esto por accidente, y se reconoce en estas páginas, no me tome a mal que haya platicado su historia.
Vianny