El Hereje

Una buena opción para un frío Domingo en el que decides quedarte en casa. ¡Follarte al quinceañero que te lleva el periódico!

Las campanas de la iglesia sonaban de forma tan insistente que parecía que querían llegar hasta el último rincón del pueblo con sus tañidos.

¡El objetivo final de ese repiqueteo era asegurarse de que nadie  en el pueblo faltaría a la misa de doce!

Yo asistía al mismo, arrodillado entre los pies de ese hombre mamando su duro rabo con seguridad, …¡Sabía que mientras oyera esas campanas sonar disponía de tiempo  más que suficiente para ayudar a ese hombre a obtener la descarga matutina de semen que esas gordas y peludas pelotas habían almacenado durante toda la semana en espera de mi  dominical visita!

Benito me sujetaba la cabeza con sus grandes manos. Estaba dispuesto a que un hereje como yo no escapara de esa casa sin recibir el castigo que merecía.

★★★

¡No acudir a misa es pecado! Solía decirle su devota esposa mientras lo observaba desperezarse sobre la cama.

¡Querida, ya sabes que yo no soy de curas,… ni de beatas! …¡Ve por mí...y si el cura dice algo importante me lo cuentas al volver!

¡Eres un hereje! Le reprochaba la mujer mientras lo dejaba haciendo el gandul, en la habitación.

¡Acuérdate de traer churros! Le dijo él con un chillido antes de oír como la puerta se cerraba de un portazo por culpa de la furia con la que la cerraba su mujer.

Llevaban ya tantos años hablándose de esa forma que para él ese era el trato normal entre un hombre y una mujer, dentro de una relación estable de pareja. El hombre estaba seguro de que su esposa no le había pedido el divorcio, por las profundas convicciones religiosas que arrastraba.

Benito no estaba dispuesto a dar ese paso por sí mismo. Se había más que acostumbrado a la sequía marital en su matrimonio y había terminado buscando una solución al problema.

¡No era un hombre de misas,… pero tampoco era un hombre de putas! ...Gozaba de una posición respetable como director de una oficina bancaria.

¡No era plan que lo vieran entrando en un lupanar para desahogarse!

¡Se había convertido de nuevo,… en lo que fue durante muchos años antes de que se uniera con esa mujer en esa  suerte de matrimonio concertado entre dos familias de bien!

¡Benito se había convertido en un pajillero adolescente!

★★★

Las vibraciones del sonido, procedente del portazo,  hacían estremecer cada rincón de la casa, pero lo único que vibraba con vida propia era su dura polla bajo el pantalón del pijama.

El hombre apartó las sábanas con una patada y miró orgulloso el bulto expectante.

¡Todavía a su edad conservaba la rigidez propia de un quinceañero!. Pero con una ventaja con respecto a estos.

¡Su polla había crecido ya todo lo que debía de crecer y engordado todo lo que debía de engordar!

Al bajar la goma del pijama que velaba por el encierro del pollón vio como  el rabo saltaba buscando el aire.

Una polla adulta, con esas gordas venas marcadas de un color azulado que la recorrían desde la base, se le mostraba ante él expectante. ¿A qué vamos a jugar hoy?…Parecía preguntarle la roja cabeza mientras vibraba unos segundos.

¿Lento y con mucha saliva o rápido y sin lubricación para que el sonido del zaca-zaca, invada la habitación?

Su mano mojada en saliva tiro de la piel haciendo que el capullo saliera a saludarlo.

¡Buenos días le decía la polla mientras Benito empezaba a masajearla lentamente!

Las sensaciones que subían desde esta parte de su cuerpo le hacían estremecer de placer. ¡El hombre no tenía prisa por acabar! …¡el repiqueteo de las campanas de la iglesia le aseguraba que su mujer todavía tardaría en volver!

La casa permanecía en silencio. ¡No habían tenido hijos, por lo que no tendría que preocuparse porque alguien entrara de improviso en la habitación y le sorprendiera a su edad haciendo esas cochinadas en la cama! …

La polla intentaba reaccionar a la fuerte presión que se le ejercía endureciéndose más aún, … pero el timbre de la puerta entró en escena para oponerse de una forma casi rotunda al meneo.

Al principio le sonó como algo lejano, demasiado distante como para prestarle atención. Pero de nuevo el timbre volvió a sonar. ¡Ahora no había duda!

¡Alguien en la calle estaba llamando a su puerta! …¡el visitante había venido para fastidiarle la paja!

Caminó con cara de mala ostia por el frío pasillo. Tendría que encender la caldera esa mañana,… estaban en pleno mes de febrero y el frío invadía las casa irremediablemente desde el mismo momento en el que la calefacción se apagaba para ahorrar algo de gasoil.

Un nuevo toque de timbre lo cabreó aún más. Miro de nuevo hacia su entrepierna. El bulto bajo el pijama era difícil de esconder, por lo que se colocó detrás de ella al abrirla.

Al otro lado de la misma lo esperaba un adolescente, con un par de bolsas en las manos. En la primera portaba un par de periódicos dominicales con sus correspondientes suplementos. De la otra se desprendía el calor y el aroma inconfundible que emanaban una docena de churros recién hechos.

¡Buenos días Sr Benito! Le dijo el titubeante zagal mientras meneaba de un lado a otro las dos bolsas.

¡Hace tan solo unos segundos lo que se meneaba de un lado a otro y con bastante mas ritmo eran las peludas pelotas de ese hombre!

¡Me manda su mujer, para que le traiga el periódico y estos churros! Le asaltó el muchacho al ver como el hombre no reaccionaba, a la presentación

El hombre salió hasta el umbral de la puerta para arrancar la bolsa de entre las manos del muchacho, sacando uno de los churros bañados en azúcar.

Le dio un primer bocado mientras volvía a mirar al chico.

Lo sorprendió mirándole directamente al paquete,… en el pijama todavía se dibujaba una tienda de campaña de un tamaño considerable.

¡Buenos días Juanito! …¿Esto es de mi mujer? La pregunta parecía ir dirigida hacia las bolsas pero el hombre se refería exclusivamente al paquete que portaba en su entrepierna. La pregunta buscaba una única respuesta en la cabeza del banquero ¿podré ceder esto que durante tanto tiempo le ha pertenecido a la estrecha de mi mujer a este crio recién llegado?

¡Buenos días Sr Benito, iba con mi madre y mi abuela a misa y al encontrarnos con su esposa me ha mandado a mi a comprarle estas cosas para su desayuno! …

¡Me ha dicho también, que le recuerde que hoy comen en casa de su hermana! …¡Que ella se irá para allá después de misa de doce!... ¡que le esperara allí!

El hombre miraba al chico notando en este la miraba lasciva. ¡Se sintió complacido al notar como a su edad todavía era capaz de provocar esa sensación,…aunque fuera en un quinceañero! …¡Pero estaba seguro de que el joven no se atrevería a dar el paso!

…¡O al menos no lo haría mientras permaneciera fuera de su casa y pasando frío!

¿Has desayunado Juanito? Le dijo mientras le ofrecía la bolsa para que cogiera un  churro.

¡Me tengo que ir! …¡Me esperan en la iglesia!

¿Dónde vas con tanta prisa? …¿por qué no pasas dentro? …¡Mira aquí hay demasiados churros para mí solo! ...y puesto que mi mujer no piensa volver después de misa. ¡No creo que se moleste porque los comparta contigo! …¿Qué me dices? …¡Si quieres la porra … te la dejo para ti!

★★★

El hombre había entrado en el porche para encender la caldera, y mientras lo hacía no paraba de darle vueltas a esas imágenes que seguían frescas en su cabeza.

La mirada de ese joven era de puro deseo al mirarle el bulto palpitante bajo el pijama, pero él tampoco se atrevía a intentar nada que pudiera comprometerlo.

Conocía al chico bastante ya que su madre limpiaba en su casa un par de veces por semana.

Alguna vez lo había visto en su casa sentado en la cocina esperando a que su madre acabara de limpiar. Recordaba como se había ilusionado, como nunca antes lo había visto, cuando un día al meterlo en su despacho le entregó una colección de comics que se regalaban con el suplemento dominical. Desde ese día, de vez en cuando se pasaba por su casa para recoger los ejemplares que el banquero guardaba semanalmente para él.

Hacía ya un tiempo que no venía por casa, … pero no estaba dispuesto a reprocharle que el retorno lo hubiera hecho esa precisa mañana para acabar fastidiándole la paja.

Al volver a la cocina lo encontró leyendo el “Gente menuda” que venía con el ABC ese domingo. Sobre la mesa descansaba el papel lleno de grasa y azúcar que envolvía la docena de churros.

Rozó con sus gordos dedos el radiador de fundición mientras notaba como este empezaba a calentarse. El ruido que hacía el metal al recircular el agua y el sonido de sus pasos alertó al muchacho de que el hombre había regresado hasta donde él estaba.

¡Estaba inquieto por encontrarse a solas en esa casa y con ese hombre! …

¡Benito lo notó al acercarse a la mesa! …¡La pierna del chico le temblaba nerviosa!

El hombre sirvió una taza de café con leche al muchacho, pese a que este le acababa de decir que en casa no le dejaban tomar café; para después servirse la suya mientras se sentaba justo enfrente del chico.

Había vuelto a notar en la mirada del adolescente como sus ojos se depositaban de forma insistente en su entrepierna. Notó la decepción en su mirada al comprobar cómo la hinchazón mañanera del hombre le había desaparecido.

Benito ajeno a esa decepción mojaba un churro en el café con leche mientras empezaba a interrogar al joven.

¿Y bien Juanito? …¿cómo es que llevabas tanto tiempo sin venir por aquí? …¡Tengo un montón de comics en mi despacho! …¡Pensaba que ya te habías cansado de leerlos!

¡No Sr. se apresuró a decirle el muchacho! …¡Me encantan estos comics! …¡Le agradezco que me los guarde! …¡Pero,… es que he estado muy liado... últimamente!

En las palabras del chico se apreciaban claramente las dudas, era como si estuviera maquinando en su joven cabeza,… ¿qué cosas podía si podía contarle al banquero y cuáles no?

¡Ya,...me lo imagino! …¿y qué clases de cosas te pueden liar tanto como para que no vengas a visitarnos? …¿te has echado novia, Juanito?

¡No,… señor,… de momento no! …¡Si no salgo de fiesta todavía!…¡Mi madre dice que aun soy muy joven para estar por ahí solo hasta las tantas!

…¡Es que me he buscado un trabajo! …

De nuevo una pausa… ¡Ayudo a una cuadrilla de albañiles a limpiar sus herramientas y todo eso!

¿Has dejado el instituto?... ¡No me había dicho nada tu madre!

¡No, no, … eso lo hago por las tardes, ...cuando se van a sus casas!. Ellos me encargan lo que debo hacer de cara al dia siguiente, como limpiar las herramientas,…recolocar sacos de cemento,… apilar y transportar los ladrillos...

¡De todo un poco!... ¡Es para ganarme algo de dinero para comprarme ropa y eso!

¡Me parece muy bien!… ¡Así ayudas a tu madre!

¿Cómo está tu abuela?… ¡Hace tiempo que no la veo!

Encima de la mesa se desarrollaba el interrogatorio con aparente normalidad pero por debajo de la misma las circunstancias eran otras. Las piernas de Juanito no paraban de moverse con nerviosismo. Acababa de ver como una de las manos del hombre se había metido debajo de la mesa para sobarse con descaro la polla por encima del pantalón del pijama.

¿Entonces eres una especie de chico de los recados? …

¡Si, más o menos! Le dijo mientras veía como la mano de ese hombre no regresaba. ¡Estaba seguro de que ahora estaba dentro del pijama agarrando la polla del macho! …¡El tío no llevaba calzoncillos bajo el pijama!... ¡Ese bulto se habría marcado mucho menos si lo hubieran encerrado en el slip!

★★★

Nervioso, como se ponía cada vez que pensaba en sexo, delante de un tío,  le dio un trago a la taza para beberse hasta la última gota de ese amargo café mientras se levantaba:

¡Me tengo que ir! …

¿Dónde vas con tanta prisa? …¡Todavía queda la porra sin tocar,… y está ahí para que te la comas tú! ... Benito lo agarró fuerte por la muñeca, mientras miraba hacia el cartón de churros que permanecía olvidado sobre la mesa.

El muchacho no miró hacia ese lugar. Su punto de interés estaba en otro sitio. Al sacar la mano del pijama para apresarlo y evitar su huida, la polla de Benito saltió del pijama. El rabo estaba totalmente descapullado y las pelotas encerradas en el tejido de cuadros esperaban ansiosas el poder salir también  a escena.

Sus ojos ya no podían apartarse de esa polla. Las gruesas venas de un color azulado la recorrían desde la base hasta rodear el rojizo capullo.

La grasa de los churros se había pegado a las manos del hombre y con el sobeteo de nabo, este brillaba ayudado por los rayos de sol que entraban por la ventana.

¿Te gusta, verdad? ¡Vamos… puedes tocarla si quieres! …¿no ves cómo lo está esperando?

Su mano temblorosa se acercó a ese duro y vibrante pollón empezando a estirar de la piel en un lento meneo. La carne estaba tan prieta  y unida al mástil que apenas se movía el pellejo en el sube y baja. El rabo se agitaba  mientras las rodillas de Juanito se empezaban a doblar haciendo que su centro de gravedad se tambaleara.

Las piernas del hombre se abrieron en dos acogiendo al penitente que al arrodillarse se engulló la polla con ganas.

¡Es una buena porra! …¡No sabía que te gustaran! Dijo el hombre con un suspiro al notar como mamaba el crio.

Los ojos de Juanito miraron al macho, mientras sus manos acariciaban las pelotas cubiertas de vello. La boca completamente deformada por el grosor de rabo que estaba engullendo era incapaz de mantenerle la conversación.

Una rica mamada, era lo que menos esperaba ese hombre para un día como ese, por eso le estaba costando controlarse más de la cuenta.

¡Para, para,… nene,… vas a hacer que me corra! Le soltó mientras lo enganchaba del pelo para tirar de él con fuerza hacía atrás.

¿Quieres que probemos a metértela por el culo? Le pregunto al chico mientras su manaza lo sujetaba de la barbilla.

La respuesta fue innecesaria. Juanito se dio la vuelta y bajándose el pantalón hasta los tobillos se apoyó sobre la mesa.

El culo del crio se abrió al ser rozado con el anular para tragárselo por completo. ¡Anillo de casado incluido!

¡Tengo prisa Sr. Benito! …¡Hágalo rápido! Le dijo el crio para darle entender al hombre que no era necesario llevar a cabo tantos preliminares.

¡Como quieras,… pero luego no me digas que pare!

La manaza del hombre había cogido uno de los  ya fríos  churros para ser impregnada con el aceite. Después se restregó un poco sobre el brillante falo mientras los dedos se retiraban con rapidez del dilatado ojete.

El capullo se deslizó hacia adentro con la rapidez que reclamaba el chaval y el rabo empezó a abrir la cavidad trasera. La carne se introdujo con la avidez con la que el chico se había comido los dos primeros churros.

Un par de embestidas bastaron para que el chico se tragara la polla hasta las pelotas y entonces empezó un rápido folleteo.

Agarrado a la mesa, Juanito arqueaba el culo hacia atrás para tragarse el rabo hasta el fondo. ¡Gemía como un gato en celo mientras se mordía los labios!

De nuevo se oyeron las campanas de la iglesia y las gordas pelotas le golpeaban el culo, siguiendo el compás.

¡Estaban dando las doce! ...Y el hombre empezaba a soltar su caliente descarga.

★★★

El semen le salía a borbotones por el ojete cuando se sentó en el banco de la iglesia. ¡La bolsa llena de comics ayudo a que la mirada de los feligreses se dirigiera hasta ese lugar y no hacía el rostro avergonzado!

La cara acusadora del párroco lo recriminó por llegar tarde, mientras recitaba el sermón,… después llegó la de su madre que le preguntó con la mirada.

¿Cómo coño había tardado tanto en acercar una docena de churros y unos periódicos a una casa que estaba casi al lado de la iglesia?

El chico agachó la mirada con los carrillos rojos como un tomate. ¡Estaba avergonzado por llegar tarde a misa de doce,... pero sabía que desde ese mismo domingo, aquel retraso se iba a repetir muchas más veces!