El helado no sacia mi Sed
Vladimiro se siente mal porque Tatiana no pueda compartir con él el helado, pero ella sabe un medio de poder probarlo, con gran gusto para ambos.
-¿´Tas seuda ´e que do quiedes .? Preguntó Vladi, ofreciéndole de nuevo una cucharada, y Tatiana negó amablemente con la cabeza, sonriendo. Llevaban poco viviendo juntos, apenas dos o tres semanas. Después de su primer encuentro sexual, el anciano conserje dijo a la joven que si iban a seguirse viendo, en realidad no valía la pena que ella siguiese viviendo en el campanario, ¿no le era más cómodo vivir con él? Si quería no correr mucho, tenía el cuarto de su hijo, podía dormir en él Tatiana había sonreído hasta las orejas y de un salto se colgó de su cuello y le llenó la cara de besos. Desde entonces vivían juntos, y no, Tatiana no dormía en el cuarto vacío, sino con Vladi. Aunque, todo hay que decirlo, dormir, no dormían demasiado
Los dos estaban sentados en el sofá del saloncito de la pequeña casa del conserje, mirando una película del oeste, en blanco y negro. Ya estaba terminando, y después se acabaría la emisión, así que, como ambos ya habían cenado, era probable que salieran a dar un vuelecito por los alrededores A pesar de que era relativamente temprano, apenas las diez, era invierno y todo el mundo se acostaba temprano o estaba metidito en casa, así que no había peligro de ser descubiertos.
Aunque es cierto que había una sensible diferencia de edad entre los dos, ésta no era especialmente apreciable cuando se trataba de seres como ellos. Vladimiro y Tatiana eran vampiros. De castas distintas, pero vampiros. Tatiana pertenecía a los Lacrima Sanguis, la segunda casta más poderosa en el esquema vampírico, eran la única casta que poseía la fertilidad, y eran muy dados a la creación artística en general, y a la literatura y poesía en particular. Vladi era un Chupacabras. La última casta vampírica, y si se caracterizaban por algo, era por ser la vergüenza del mundo vampiro debido a lo poco usual de su dieta. No sólo tomaban sangre y vísceras animales sin ningún reparo, sino que también podían tomar leche, huevos, miel casi lo único que no podían tomar, eran cereales y derivados de los mismos, como pan o pasta, pero no tenían ningún problema con los lácteos ni con el azúcar, como demostraba la enorme tarrina de helado de chocolate que el conserje estaba degustando. Tatiana, incapaz de digerir la leche ni nada que no fuera sangre o vísceras, no podía tomarlo, y sabía que Vladi se sentía un poco mal por no poder compartir con ella el helado, aún cuando no fuese culpa suya.
-Huele bien - convino la joven, para quien el helado era algo similar a un perfume: olía muy bien, pero no se te iba a ocurrir bebértelo. El anciano, con la boca llena, asintió.
-Me da rabia que no puedas tomarlo, me da apuro comerlo delante de ti, puedes creerme, me da rabia que tú no puedas tomarlo, me da apuro. A Vladimiro, los estudiantes solían llamarle "Vladi dosveces", por frases como la precedente.
-No importa, de verdad. Disfrútalo sonrió ella, pero se quedó pensativa, con una traviesa sonrisa en los labios.
-Ojalá pudiera hacer que pudieras probarlo. Tatiana le miró, y sonrió más - ¿Qué?
-Bueno, coagulito en realidad, SÍ hay un medio de que puedas - Vladimiro se quedó pensativa unos segundos, ¿cómo iba a poder ? Y entonces, cayó en la cuenta de qué quería decir ella, y le devolvió la sonrisa. Se levantó de inmediato a guardar la tarrina de helado, aún sin marca alguna, porque era un sabor experimental, más que la del Club RICO (Reuniones de Idolatradores de los Congelados Orgiásticos) y se sentó de nuevo junto a ella, presentándole el cuello. Tatiana le miró, golosa, pero en lugar de morderle, como él esperaba, le abrazó tiernamente, poniendo sus piernas sobre las de él, y le besó. Sus labios se deslizaron sobre los del anciano, en una caricia de seda húmeda, presionaron y su lengua se abrió paso dulcemente entre ellos, buscando la del conserje, que respondió de inmediato, y mutuamente se dedicaron infinidad de caricias. Las manos de Tatiana acariciaron muy despacio el cuello de su compañero, la nuca sus dedos aletearon, ligeros, buscando el inicio de su pecho, casi lampiño por completo, haciendo cosquillas, caricias tan suaves que el gemido de dulzura derrotada que se escapó de la garganta del conserje, apenas si fue percibido por éste.
Vladimiro se dejó vencer sin ninguna resistencia, disfrutando de los maravillosos besos de su pareja. El conserje pensaba que besar bien, consistía en que te dieran ganas de pasar al segundo acto, mejor cuanto más rápido te venían desde que estaba con Tatiana, había cambiado su definición; ella besaba tan bien, que te olvidabas de que existía el segundo acto. No querías que parase nunca, sus besos eran un placer infinito en sí mismos. Ahora mismo, la lengua de la joven retozaba dentro su boca, jugando al "a que no me pillas" con la suya; cada vez que Vladi intentaba rozarla, ella se apartaba, y acariciaba por otra zona, forzando al conserje a penetrarle la boca, y ya dentro de la suya, le pescaba la lengua entre los dientes, entre los labios, y succionaba de ella, mamándole la lengua, apresándosela y acariciándole la puntita con la suya lo volvía loco.
Vladimiro sentía su hombría presionando la tela vaquera del pantalón que llevaba puesto, pero, por disfrutar de aquélla lengua un rato más, bien podía esperar. No obstante, Tatiana, muy despacito y con ternura, le soltó la boca, besándole los labios, la cara, bajando imperceptiblemente en cada beso, hasta llegar a su cuello. La respiración del conserje estaba acelerada, y más aún cuando ella besó su cuello, justo en la zona donde se une con el hombro, más cerca de la nuca que del pecho, y empezó a lamer y succionar suavemente la piel.
-Aaah - un gemido se le escapó y puso los ojos en blanco, sintiendo un placer, un calor maravilloso expandirse desde el beso por todo su cuerpo, como si tuviera chocolate caliente en el pecho, bajando sensualmente por su estómago, hasta llegar a su sexo. La joven, en medio de gemiditos muy suaves, producidos por su propia excitación, lamía su cuello, abrazándolo y acariciándolo, aspirando la piel, retozándola entre sus dientes Un latigazo de placer tan intenso que al conserje le pareció que se derramaba encima, y tuvo que apretarla contra él, en una convulsión de gusto, mientras todo su cuerpo se regocijaba. Vladi sabía que ella le había mordido, que estaba succionándole la sangre pero sólo sentía placer, un placer infinito por regla general, el mordisco de un vampiro, produce excitación sexual, incluso orgasmos, pero el pinchazo de los colmillos, el dolor del bocado, es algo que se siente, que duele y sorprende con ella, no. Tatiana tenía un modo de morder, tan delicado y delicioso como el de besar. No había dolor alguno, sólo placer, un placer inenarrable "no es de extrañar que tuviera tantos novios; ninguno de ellos llegó a darse cuenta realmente de que ella se estaba alimentando, cuando fingía besarlos", pensó él.
Tatiana chupaba del cuello de su amante, paladeando en su sangre el sabor dulce del chocolate que éste acababa de tomar, y devolviéndole a cambio un placer indescriptible la mano de la joven bajó descaradamente a la entrepierna de él, y empezó a acariciar sin reparo, mientras Vladi se estremecía, apretándola entre sus brazos, notando que no iba a ser capaz de aguantar mucho más, sus caderas daban golpes convulsos, su boca se abría en un gemido mudo y entonces, la joven se detuvo. Lentamente, dejó de succionar, acarició con la lengua la piel, y muy despacio, se retiró de él, relamiéndose. No quedaba herida en el cuello, sólo una zona roja, un "chupetón", que la joven besó fugazmente.
-Está muy rico - sonrió, traviesa. La sangre, es sangre, pero dentro de eso, siempre tiene un cierto regusto a lo que uno haya comido recientemente. En seres de gusto y olfato tan desarrollado como los vampiros, por poner un ejemplo, los diabéticos son considerados como una golosina. Tatiana estaba adorablemente colorada, y su mano no cesaba de acariciar la virilidad de Vladi. Es curioso el chocolate, sabe a sabe parecido a cuando a cuando tengo ganas de ti Y ahora, tengo ganas. Sigo teniendo Sed.
Al conserje le hubiera gustado tumbarse sobre ella, lo intentó, pero la joven le frenó. Sus ojos estaban ligeramente rojos, y su boca se abría en una sonrisa hambrienta, donde se veían sus agudos colmillos blancos. Se arrodilló en el sofá, y abrió la bragueta de Vladi, descubriendo su erección. Éste intentó recordar cuándo había sido la última vez que le habían hecho sexo oral, pero no fue capaz. Un hornillo húmedo y suave se cerró en torno a su miembro, y le privó de la capacidad de pensar Tatiana besaba su pene con la misma destreza con la que antes besase su boca, jugueteaba con su lengua, su saliva candente se escurría por el tronco, haciéndole chiribitas de placer, y sus dedos acariciaban con suavidad sus bolitas.
Vladi gemía sin poder contenerse, echando tiernas sonrisas de gustito cada vez que ella le acariciaba con la lengua, ¡Drácula, que buenísima estaba su boca ! La joven gemía y reía muy bajito, y su respiración cosquilleaba la piel de su amante. Su boca subía y bajaba, en caricias húmedas, aspirando dulcemente, y su lengua era un animalito travieso y juguetón, que acariciaba por aquí, ahora por allí cada roce era una sorpresa para él, un respingo de gusto, una sensación increíble. El conserje acariciaba la cabeza de su compañera, y con la mano derecha, empezó a acariciar sus nalgas, cubiertas sólo por el vestido tan sueltito que llevaba lo levantó y empezó a acariciar la piel, bajando cada vez más, acercándose al centro, de donde salía tanto calor pero no fue capaz de rozarlo. Tatiana se sacó su miembro de la boca para acariciarlo a lengüetazos y darse golpecitos contra la cara, y el ver algo semejante, atrajo toda su atención.
-Me gusta darte placer - susurró ella, con su vocecita casi inaudible quiero beber también de aquí, igual que bebo tu sangre dámelo, coagulito dame de beber - le miraba con esos enormes ojos, verdes otra vez, tan grandes y tan tiernos, entornados y húmedos de excitación, y Vladi sintió un subidón de placer que le hizo gemir y le laceró desde los tobillos a los riñones. Tatiana se metió de nuevo su pene en la boca y aspiró, sin dejar de mirarle, lamiendo voluptuosamente, poniendo los ojos en blanco, como si tenerle en la boca le diese un placer maravilloso Vladi notó que la presión en sus testículos crecía cada vez más, el placer le subía en olas cálidas, haciéndole sentir que cada roce húmedo de la lengua de su compañera, era mejor aún que la anterior, no podía resistir más, y se dejó vencer, el calor pareció estallar en sus bolitas e intentó conservar los ojos abiertos para mirarla, quería ver cómo ella lo tragaba un placer asombroso salió a presión por su pene, sus nalgas se contrajeron para ayudar en la descarga, y un calor delicioso se expandió por su cuerpo, una satisfacción asombrosa y una ternura sin límites le invadieron, cuando vio la sorpresa en los ojos de Tatiana y su garganta moverse, tragar y deglutir hasta dejarle seco por completo
El conserje acarició las mejillas de su compañera, mientras ésta le daba lengüetazos muy suaves en el glande, rojo como una cereza, provocándole deliciosos escalofríos qué bueno había sido. Su miembro aún daba convulsiones, expulsando gotitas blancas, y Tatiana las limpiaba una por una, dando lamidas circulares interminables haaaaaaaah se sentía como si le hubiese succionado la vida entera, si aún estuviese vivo necesitaba comer algo. Atrajo a Tatiana hacia sí, y la besó en la boca, metiéndole la lengua. La joven intentó negar con la cabeza, pero Vladi no tenía escrúpulos, ¿ella le daba sexo oral y él iba a hacerle ascos a su boca ? La joven, viendo su aceptación, le apretó contra ella, feliz. El conserje intentó retomar las caricias en las nalgas de su compañera, acariciar su sexo, pero ella negó, divertida.
-Estás muy cansado, primero tienes que reponer fuerzas. Vladimiro hizo un mohín de fastidio, pero enseguida contestó:
-¿Entonces, vamos a dar un paseíto por ahí? sugirió él Podemos ir al matadero, hay vacas preñadas, seguro que los terneritos han nacido ya, ¿quieres que demos un paseo por allí? La sangre de ternero recién nacido es deliciosa. La joven asintió, preguntándose jocosamente si eso de "Vladí dosveces", se le podría aplicar también en el sexo