El Heavy
Una pequeña discusión y ella propone un reto, hacerselo con el pr5imero que pase. Un chaval, de unos 20 ó 22 años, un Heavy melenudo. Infideldiad consentida.
"El Heavy".
El tema volvió a salir a relucir. Sus preguntas acerca de si de verdad me excitaba saber que otro podía follarla, se iban haciendo más y más directas, más insistentes. Y cada respuesta se iba enfadando más y más claro. Si respondía con la verdad, malo, pero si mentía peor. Pues si no te gusta la respuesta, no preguntes pensaba yo. Y ya lo estar yo delante, era el no va más. Dijo que no me entendía. Como fantasía la gustaba que la contara cosas, pero si lo pensaba en serio no lo gustaba nada, pero nada de nada, aunque eso si, como me pusiera tonto... Mira no lo busques, que a lo mejor te lo encuentras. Eso era tanto como decir que si me pasaba, que me ponía muy pesado, podía hartarse y hacerlo, aunque solo fuera para darme en los morros.
-. ¿Qué me estás diciendo, que por fastidiarme serías capaz de montártelo con otro?...
-. ...
-. Mira eso me suena a amenaza barata.
-....
-. Déjame en paz, no seas pesada. Mira ¿sabes lo que te digo? Que no te creo capaz de hacerlo. Dudo que te atrevieras.
-. ¿De verdad quieres verlo? .¿Qué no te lo crees? Ya verás tú...
El guante estaba lanzado, el reto aceptado. Estuve esperando casi media hora en el portal. Bajó tal y como estaba antes, con el gabán, pero tenía un bolso. Comenzamos a caminar hasta el coche. Conducía ella.
Llevaba una falda y el liguero. En el primer semáforo, delante de mí se quitó las bragas. Se había recortado el vello alrededor de los labios y se la veía perfectamente la raja. Al siguiente semáforo fue el sujetador. Luego aparcamos el coche y comenzamos a caminar.
El desafío fue subiendo de tono. Al principio era tan solo un beso, se iba a morrear con un tío delante de mí. Como pasaba de todo, "elevó" la apuesta, un manoseo. Caminábamos por unas calles oscuras y no pasaba nadie.
El heavy apareció de repente por una esquina... Era un chaval jovencito de unos veinte o veintidós años.
Al pasar a nuestro lado ella le paró. Directamente le preguntó si estaría dispuesto a echarla un polvo. La cara que puso fue de sorpresa. Miró de uno a otro desconcertado e hizo ademan de marcharse.
Sin tiempo para que reaccionase le explicó que era por una apuesta. Según ella, yo no me creía que fuera capaz de joder con el primer tío que apareciera, es más, el tío se rajaría y diría que no. Muy hábilmente le picó.
-. Si no te gusto, o no te atreves, lo dices y ya está.
Miró para todos los lados y como no pasaba nadie, segura de sí misma le dijo: mira. Se abrió el gabán y se remangó la falda. Su coño bien depilado asomó entre el liguero. Se quedó de piedra. Dejó que se lo contemplara un ratito.
-Puedes tocarlo.
Y sin esperar respuesta le cogió la mano y se la llevó entre las piernas. Gimió como si de verdad la gustara. Se retorció un poco. Como si sintiera un escalofrío de placer. Teatro. Era imposible que al primer toque le gustara tanto como pretendía hacerle creer.
-. Mira que pechos tengo. ¿O prefieres llamarlos tetas?
Ahora sí que se quedó helado. Cuando quiso mirar se encontró que uno a uno se estaba quitando los botones.
Abrió la blusa y dos tetas enormes aparecieron frente a él. Los dos estábamos sorprendidos, sin saber qué hacer. Yo no la creía capaz de tanto, él no se creía lo que le estaba pasando.
Boquiabierto, con cara de lelo, permitió que le guiase la mano despacito hacia los pechos. Nada más tocarlas, como si le hubiera dado un calambre eléctrico, las retiró. Se puso muy nervioso y no paraba de decir que si no le metiéramos en rollos raros, que películas chungas no, que a qué jugábamos y cosas así.
En ese momento se acercó un coche... Rápida intentó taparse, pero no pudo evitar que vieran parte de la escena. Al pasar la dijeron una burrada.
Con cara de estar enfada le dijo directamente que si quería follar adelante, y que si no, se buscaba otro. Indeciso me miró. Antes de que abriera la boca, un poco furiosa, le dijo, casi le gritó, que a mí no me mirara, que era cosa de ella.
Él seguía mirándome. Segura de sí misma, le sujetó la cara y se la volvió hacia ella, para que la mirara. Le estaba sonriendo con picardía. Miró para ambos lados y segura de que esta vez no sería sorprendida, empezó de nuevo a abrirse el gabán. Comenzó enseñándole el muslo y muy despacio en plan exhibicionista se lo abrió: Primero apreció el coño... luego otra vez los pechos desnudos. Intentó volver a animarle pero en tono de ultimátum le repitió la oferta: o lo tomas o lo dejas.
Alucinado, dije algo así como tú sabrás qué es lo que haces, dirigiéndome a los dos al tiempo, pero sin mirar a ninguno.
Nervioso dijo que si quería. ¿Pero dónde? Miramos para todos los lados. En mitad de la calle era demasiado. Un portal de una casa vieja abierto unos metros más adelante sugirió el sitio.
Muy morboso el sitio, pero creo que dijo que si porque en cierto modo se sentía a salvo. No se la iba a follar allí. Era una forma de tensar la cuerda para no terminar. Como mucho alguna pajilla, pero nada más. Un riesgo controlado. La conocía como si la hubiera parido.
Nada más entrar cerramos la puerta procurando no hacer ruido. El heavy, como si fuera un profesional, miró rápido los buzones. Según él, era evidente que en la planta baja no vivía nadie. Tampoco en los primeros. Tal vez en el tercer piso. Del segundo no dijo nada. Controlaba el tema, se había tirado a más de una en los portales.
-.¿qué pasa tron? Cuando no hay pasta hay que montárselo como se pueda...
Nos colocamos debajo de la escalera. Olía a viejo, a humedad. El sitio en sí era de lo más cutre. Por unas cristaleras muy sucias entraba la luz del patio.
Ninguno de los tres sabíamos qué hacer. Ella estaba allí en un rincón, con la gabardina abierta dejando entrever todas sus vergüenzas. El heavy mirando con ojos de búho, con sus melenas, la chupa de cuero, las muñequeras de "pinchos" y los pantalones tipo mallas a punto de explotar por la entrepierna.
Todos con ganas, o de empezar o de acabar. Sin embargo nadie se atrevía a dar ningún paso. Durante unos minutos el silencio fue tremendo. Todos esperábamos que alguien diera el primer paso. Fue él. Tartamudeando, inseguro, dijo que nunca lo había hecho "con una tía así", que mejor se marchaba.
-. Mira vieja, paso de rollos, mejor me piro.
Me miró con cara de sorpresa. Yo no dije nada. Su cara se fue trasformando en cara de mala leche hasta tornarse desafiante. No podía permitir el no salirse con la suya. Su orgullo podía resultar herido. No había llegado tan lejos para nada.
-. Pues si es la primera vez, mejor así te desvirgo... Siempre he querido desvirgar a un tío, dijo mirándome despectiva, ¿o te da miedo jovencito?.
Casi ni le dio tiempo a reaccionar. Sus dedos le agarraron el paquete. Pero si ya estás preparado, dijo melosa. Su mano recorrió insinuante su pene por encima del pantalón. Antes de que se diera cuenta se la había sacado de los pantalones. Rápida comenzó a meneársela. Se la tenía agarrada como si fuera el mango de un futbolín. Pegada completamente a él y restregándose contra su cuerpo, empezó a susurrarle con voz lasciva y provocadora.
-. ¿Qué quieres hacerme?... Soy toda tuya... Jódeme como quieras... ¿Te da corte que sea mayor que tú?... Mejor... No me asustaré de nada... Pídeme lo que te apetezca... Ummm... Estoy deseando meterme tu polla... Por cierto no estás nada mal, pero que nada, nada mal dotadito... (Mentira, su pene no era nada del otro mundo) Puedes follarme como quieras... Te voy a hacer de todo...
Supongo que pretendía animarle, pero lo único que consiguió fue que se cortase más todavía. Estaba como petrificado.
Le cogió las manos y se las fue llevando por todo el cuerpo. Le guió primero por los pechos. Luego se las fue bajando hasta los muslos. Ella sola se rodeó con sus brazos y las dejó en las nalgas.
El chaval estaba nervioso, me miraba sin saber qué hacer. Se le notaba como el deseo y la indecisión le iban subiendo, se iban apoderando de él por igual. Yo le hice un gesto como de resignación, diciéndole que adelante que yo ni podía ni quería hacer nada, era cosa suya.
Poco a poco fue animándose, cada vez sus caricias eran más y más lujuriosas. Ella colaboró abriéndose la blusa de par en par. En unos minutos se la estaba magreando como un auténtico salido. Más que acariciarla, la estaba estrujando las tetas. Lo hacía tan fuerte que de vez en cuando la hacía quejarse.
-. Espera, cariño, tan fuerte no... Me haces daño... le decía con voz melosa.
Le cogió la mano y le dirigió en sus movimientos, como enseñándole. Se dejó guiar un poco, pero en cuanto se lo soltó volvió a hacerlo tanto o más fuerte que antes.
Al rato agachó un poco la cabeza y empezó a comérselas. Bueno más que comérselas, se las devoraba jadeando con auténtico ansia. Ni ella pudo evitar el mirar cómo se lo hacía. Por la cara que tenía no debía de disgustarla aunque de vez en cuando ponía algún gesto de dolor. No me extrañó, empezó lamiéndolas como un perro, pero luego se las metía todo lo que podía en la boca y las daba dentelladas. Dejaba en ellas la marca de los dientes, las miraba y sacaba una lengua viscosa. La daba unos lametones lujuriosos a más no poder. Ella se dejaba hacer y le acariciaba la espalda animándole con sus jadeos a que no parase.
En cuanto vio que los pezones se la ponían de punta, se lanzó a retorcérselos. Agarraba las tetas y se las apretaba haciendo sobresalir aun más los pezones. Primero los frotaba con los dientes y luego cuando menos lo esperaba se los mordía. En cuanto les tenía sujetos con la dentadura retiraba la mano. El seno la quedaba colgando y tiraba de ellos hasta que la hacía quejarse. Dejaba caer el pecho y en cuanto la carne dejaba de temblar iniciaba otra vez la operación con el otro. Varias veces le dijo que así no la gustaba, que la hacía un poco de daño, pero no la hacía caso y continuaba chupándola los pezones con fuerza. Parecía disfrutar con esos pequeños gestos de sadismo. Poco a poco fueron apareciendo manchas rojas en sus pechos.
De reojo miraba al bulto cada vez más grande de mis pantalones y sonreía satisfecha, sintiéndose ganadora. Sin embargo de donde no podía apartar la mirada era de sus maltratadas tetas.
Sin dejar de chuparlas, le vi bajar la mano a su entrepierna. Ella se remangó del todo la falda y no sé cómo consiguió sujetársela con el cinto para que no se cayera. Se quedó así unos segundos, completamente expuesta. Me miró retadora. Se supone que en ese momento yo debía haber detenido el juego. Obviamente si no lo hacía se la iba a follar.
Un movimiento para alejarse de él. No lo permitió. Con violencia la empujó contra la pared y metió la mano entre las piernas. Le vi recorrer los muslos y nada más llegar a su sexo encoger los dedos agarrando con fuerza los labios. Por la cara que puso tuvo que hacerla daño al estrujárselo tan fuerte. Se encogió un poco. Su mano más que acariciar la restregaba el coño. Se le notaba que mucha experiencia no tenía, más bien ninguna, eso si, ganas tenía un montón. Pacientemente le agarró la mano y le fue guiando. Con movimientos circulares, fue enseñándole como masturbarla.
Al poco empezó a murmurar. Ya no sé si era de verdad o de mentira.
-. Así... sigue así... le decía cerrando los ojos.
Sin dejar de tocarla el coño, volvió a lamer sus pechos. Ella le apretaba la cabeza contra sus senos y gemía.
Se la notaba que ya estaba disfrutando. Al rato, dejó de acariciarla y retiró la mano. Se la puso frente a la cara y ella sacó la lengua lamiéndole los dedos. Él se dejó chupar y ella se metió dos dedos en la boca.
-. Vieja... ¿Ya sabes a dónde van a ir?...
-. Si... métemelos ahí...
-. Serás puta... Chúpalos bien...
Caramba con el heavy. Me sorprendió ese arranque de chulería, pero más me sorprendió que ella no dijera nada de nada.
Los movía dentro de la boca en todas las direcciones...
-. Joder como chupas... Ni que fuera una polla... Veremos si cuando te meta la picha en la boca la chupas igual...
Cuando les sacó les tenía llenos de saliva. Ella misma se separó los labios franqueando su entrada. Un gemido. Una prolongada inspiración. Su pecho se llenó de aire y dejó reclinar su cabeza hacia atrás.
Adelante, atrás. Con decisión. Mirándola con chulería, con aplomo. Penetrándola con los dedos. Sin pausa. Buscando hurgar en todas las direcciones.
Él seguía empujando con fuerza, se los metía a tope. Con ellos dentro retorcía la mano de un lado a otro como una rosca tratando de meterla aun más. Cuanto más la empujaba más parecía gozar. La temblaban hasta las piernas.
-. Basta ya... Para ya por favor... me he corrido dos veces... me vas a matar...
Moví la cabeza afirmativamente. Entendió que debía parar, pero antes la empujó la mano con todas sus fuerzas. Tanto que la hizo ponerse casi de puntillas. Dio un pequeño grito. Casi consigue meterla hasta los nudillos.
Puso la misma cara que cuando la penetraba a lo burro por sorpresa. Me dio la sensación de que sintió lo mismo que si una gigantesca polla la poseyese. Durante unos segundos contuvo la respiración. Luego fue expulsando el aire lentamente según se los iba sacando.
-. Descansa zorra... Ahora voy a mear... Vete preparando el chumino, en cuanto vuelva te voy a meter hasta los huevos...
En lo que se iba a mear, se aproximó a mi... Empecé a meterla mano en los pechos y en el coño. Lo tenía calado. Ella puso la mano en mi entrepierna y por encima del pantalón me la acariciaba. Sin dejar de tocármela se acercó al oído.
-. Eres un cabrón por dejarme hacer esto...
.- ¿Cómo por dejarte hacer esto?. Tú te has metido sólita, así que es tu problema no el mío...
.- ¿De verdad vas a dejar que ese niñato me folle? Eres un maricón... y encima la tienes más dura que una piedra.
.- Si... y tú le tienes chorreando...
-. Cerdo... deja de tocarme... vas a conseguir que me corra otra vez...
Jadeando mientras la masturbaba me agarraba cada vez con más vigor la polla. Me la apretaba cada vez con más fuerza. Sus caricias se mezclaban con los suspiros.
-. Disfrutas viéndome en manos de otro... Te gusta ver cómo me joden... Cornudito... Te da igual lo que me haga, ¿verdad?, tu lo único que quieres es gozar mirando... Ni te importa que me trate como a una puta...
-. ¿Y tú qué? ¿No disfrutas?... Pues que yo sepa ya te has corrido un par de veces... o ahora me vas a negar que no te ha gustado lo que te ha hecho...
Ya era todo igual, solo contestaba con jadeos y movimientos de la pelvis.
-. Quieres que esto siga hasta el final verdad...
-. Si...
.- ¿Te vas a dejar follar por él?,...
-. Si... lo estoy deseando...
-. ¿De verdad quieres que te la meta?...
-. Si...
-. ¿En serio quieres que te acabe follando delante de mi?.
-. Ya te he dicho que si, y le voy a dejar que me haga de todo. Estoy deseando sentir su polla dentro...
Empecé a correrme mientras la escuchaba contarme cómo quería que se la tirarse. Ella tampoco pudo seguir mucho tiempo. Se pegó a mi cuerpo y se abrazó con fuerza ahogando los gemidos mientras se corría otra vez.
Se situó a nuestra altura y no dijo ni palabra. La verdad es que sobraban. No solo había visto la escenita, había oído perfectamente toda la conversación. Cada uno sabía qué iba a pasar. Se dejó manejar. Permitió que la girara. Se colocó apoyándose en las manos. Respiraba cansada y la costaba sostenerse recostada en la pared...
Sin apenas dejarla tiempo para reponerse, volvió a remangarla la ropa. Durante unos segundos se quedó mirando su trasero. Apoyada contra la pared volvía la cara mirándome.
Con la palma completamente abierta acarició sus nalgas recorriendo sus formas desnudas. Parecía disfrutar con la suavidad de su piel.
No decía nada mientras sus manos se paseaban una y otra vez por su culo. Con voz susurrante, pero enérgica la ordenó que se abriera más. "Ábrete de piernas so puta".
Me miró con gesto de cansada, pero obediente separó más las piernas. Metiendo la mano por debajo, se abrió más los labios dejándole el coñito preparado. Luego se dejó caer contra la pared y con las dos manos se agarró las nalgas para permanecer abierta del todo.
Tenía la polla apuntándola directamente al agujero. Empecé a calentarme aguardando ansioso el momento. Sin embargo en vez de metérsela directamente que es lo que yo esperaba, se quedó mirando su abertura.
Curioso la separó los labios con dedos y luego, inesperadamente empezó a darla palmadas en la vulva. Su primer "ay" sonó a niña cursi y me hizo gracia. La golpeaba como si quisiera poner más blandos los músculos, como si quisiera relajar la entrada.
Ella se fue agachando aun más y al hacerlo hacía destacar más su culo. Separó aun más las piernas. Unos cuantos manotazos directos a las nalgas. Así podía recibir mejor los azotes. Se la veía perfectamente el agujero abierto y los labios hinchados por la excitación. Antes de decidirse, o cuando se quedó a gusto, la dio dos buenos cachetes.
Justo cuando ya la tenía a punto de metérsela, volvió la cabeza medio sonriendo.
-. Sigue... Dame más azotitos, pero no lo hagas muy fuerte.
Su voz sonó avergonzada, como si la acabaran de sorprender en uno de sus mayores vicios. Volvió a sorprenderme. Yo nunca la había pegado ni en el culo ni en el coño y mira tú por dónde la gustaba.
Miró sonriendo con cara de triunfador.
-. So zorra... te va la marcha...
Ni que decir que le faltó tiempo para volver a azotar su coñito, y ni que decir que lo hacía a su aire. Tan pronto la daba pequeños cachetes mezclados con suaves caricias que la hacían jadear, como auténticos guantazos que sonaban secos. Ella tan pronto gemía como se quejaba. Hizo ademán de quitarse el cinto... deduje que iba a golpearla con él,... con un simple movimiento de cabeza mirándole fríamente a los ojos le dije que no. Debí dejarle que lo hiciera. Solo por verlo.
Luego se escupió en la mano y se extendió la saliva por el pene. No sé para qué, porque debía tener el coño chorreando. Repitió la operación y cuando lo tuvo bien recubierto, aproximó el pijo a la entrada. No dejó ni acomodar el capullo. Nada más tenerla entre los labios empujó y la metió todo de una sola vez. Estocada hasta las bolas. El gruñido no fue precisamente de desaprobación.
Delante de mis narices empezó a metérsela. Veía desaparecer el capullo una y otra vez en su coñito... Por muy increíble que pareciera se me estaba poniendo aun más dura. Empezó su baile de mete saca a velocidad de vértigo. La tenía agarrada por las caderas y se la cabalgaba estilo perro. Ella no paraba de gemir y se ayudaba con la otra mano.
Yo no podía apartar los ojos de su agujero. Se lo estaba barrenando con auténtico ansia. Sus meneos la hacían temblar hasta las tetas.
Su blanco culito destacaba provocador entre la gabardina negra. Fue como si me leyera el pensamiento. Sin dejar de taladrarla me preguntó si me la había jodido alguna vez por el culo.
-. Si...
-. ¿Y qué tal?...
Le contesté con un simple gesto alzando las cejas.
-. ¿Mola joder así a una tía?...
Afirmé con la cabeza y le animé.
-. Pruébalo... Venga ábrela el ojete... No te cortes.
Ahora la que miró con cara de sorpresa fue ella... El que la porculizara no era precisamente lo que más la gustaba, no decía que no, pero tampoco lo pedía, y si podía evitarlo, mejor que mejor.
Ante su indecisión repitió la orden, pero, ahora reforzada con dos azotes en las nalgas.
-. ¡¡Que te abras el ojete so puta!!...
Ahora si obedeció. Echada un poco hacia delante separó sus nalgas dejando preparada su segunda vía.
-. Hazlo despacio por favor...
El tío pasaba de todo, él a lo suyo a follarséla. Lo mismo que antes, en cuanto enfiló la picha, se la enhebró entera. No la dio tiempo ni a dilatar. Menudo chillido. Todo su cuerpo se tensó. Otra vez a lo mismo. La falta de lubrificación le impedía meterla a gusto. Ella se quejaba con cada viaje.
Hazlo más despacio le sugerí, pero no hizo caso, y terminó sacándola...
Creí que iba a volver a follarla, pero la mandó poner de rodillas...
-. Ahora me vas a hacer una buena mamada...
-. Eso no me gusta... así no...
-. Tú me chupas la picha y a callar.¡¡¡Vamos Zorra!!!.
Tenía la polla completamente empalmada y del capullo le colgaba un hilillo de semen...
Obligada se puso de rodillas delante de él. Se bajó los pantalones hasta casi las rodillas. Él la abrió la gabardina y se la echó hacia atrás bloqueando los hombros e impidiendo que se resistiera.
Unos segundos mirando sus pechos antes de metérsela en la boca. La hizo restregársela entre las tetas. Luego la sujetó la cabeza y se la metió en la boca a lo bestia. Ella se la agarró y comenzó a hacerle una buena mamada. No la quedaba más remedio.
Primero la obligó a hacérselo con la boca y luego la forzó a lamérsela... Él la empezó a dirigir. Su lengua le lamió no solo la polla. Siguiendo sus instrucciones se internó incluso más allá de los huevos. Si llega a estar desnudo le lame hasta el ojete.
Agarró su cabeza y la empezó a follar la boca a toda velocidad. Con dificultad, ella ponía las manos en las caderas intentando que no la metiera tan adentro. Se la metía tan fuerte y tan al fondo que la daba hasta arcadas. La debía estar jodiendo hasta la garganta.
Le di un golpe en el hombro y le dije que más despacio.
-.Tranqui tío... primero tiene que aprender lo que es un buen rabo, luego verás que suave se pone...
Caramba, mira el heavy loco este, ahora me va a dar clases y todo. El chaval se estaba "creciendo".
-. Te gusta chupar pollas ¿eh? Aquí tienes dos...
Tu ven aquí, me dijo, ¿o te vas a quedar todo el tiempo mirando cómo me la paso por la piedra?... ¡Vamos joder, dala caña!
Agarrándola por los pelos separó su cabeza y sacó su pene completamente lleno de babas de la boca. Respiró aliviada.
-. Venga zorrón, sácale la picha.
¡Increíble! Le obedeció al segundo... En cuestión de menos de un minuto tenía las dos pollas en la boca. Si me lo dicen no me lo creo. Pasaba de una a otra con una rapidez increíble. Como si estuviera acostumbrada a hacerlo todos los días. Incluso intentaba meterse las dos al tiempo mientras nos acariciaba los cojones...
-. Joder tía... Eres una come pollas cojonuda... Anda que no tienes escuela so puta... Si se te ve en la cara... Como sigas así, me voy a correr en tu puta boca... ¡Qué cojones! Te lo has currao ... ¡Abre la boca hija puta que te vas a tragar hasta mis mocos!. ¡Me vas a vaciar los huevos!
Un pequeño empujón y se colocó frente a su cara. Volvió a usar su boca en exclusiva. Ella se limitó a obedecer y a dejar que esa polla se apoderase a placer de su boca. Solo hizo una cosa, recogerse el pelo para que no se lo salpicase. Tenía los ojos cerrados.
Cuando ya estaba a punto, el chaval la sacó de la boca y se la meneó delante de su cara. Se la restregaba por los labios y la retiraba. Ella sacaba la lengua y la buscaba. El tío volvió a agarrarla por los pelos y se separó un poco. Era evidente lo que iba a pasar. Su corrida se estaba acercando. Un sonido gutural, como un grito silenciado. Un joderrrr que putaaaa y sin más empezó a correrse salpicándola.
Toma rabo zorraaa, repetía cada vez que eyaculaba. ¡Trágatelo todo puta!. Los chorros iban directamente a su cara. Más de uno la entró en la boca, pero no hizo ni ademán de apartarse. Sabía que así me cabrearía más.
En cuanto el chaval acabó de correrse, tiró de los pelos y se la metió otra vez en la boca. No tuvo que decir nada. Se la chupó ordeñándosela hasta que se le quedó fofa.
Estaba alucinado. Excitado a tope. Sin acabar de creer lo que acaba de ver.
El heavy, con toda la tranquilidad del mundo. Se colocó el "paquete" y se guardó la polla. Ella seguía arrodillada. Manchada de semen. Jadeando. Con el rímel corrido.
Sujeté mi polla por la base. Iba a utilizarla inmediatamente, pero en ese momento sonó el teléfono del Heavy.
-. ... No... ya ves tronco... Que no joder que no estoy en casa tío, ... que va.... no tronco, que me he encontrado a unos notas... Me miró como pidiéndome permiso - la vieja está muy buena... si,... menudos melones... y no veas como la va la marcha... Si tío... ¡joder eso es muy fuerte!... No sé...
Una mirada. Asentí... Suficiente. Nos entendimos sin palabras. Ella también. Ahora la que miraba con cara de alucinada era ella.
En cuanto acabó la conversación, tiré de su ropa, la saqué la gabardina y la blusa al tiempo. Todo al suelo, como si fuera una manta campestre. Fuera la fada.
-. ¿ no estarás pensando en...? ¡¡¡Ni se te ocurra!!!.
La hice ponerse a cuatro patas. El Heavy me la sujetaba.
Ahora le tocaba mirar al otro. Si, mientras llegaban sus amigos.
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