El gusto es mío
Una noche de aburrimiento. Una visita al internet y el chat con un desconocido, conversación que me llevaría a un encuentro caliente...
Esa tarde entré a platicar en línea en una sala gay. Por lo general solamente me doy una vueltecita por las salas, antes de dejarlo y concentrarme en alguna otra cosa, porque también generalmente las salas parecen estar llenas de gente tratando de molestarle a uno sin siquiera conocerlo. Esta vez sin embargo, la sala parecía caliente de la cantidad de personas que buscaban establecer alguna conexión y darle salida a sus antojos. La cantidad y la calidad de las solicitudes parecían bastante interesantes y al parecer se estaban relizando conexiones rápidamente, ya que había precipitadas salidas de la sala, para ya no volver. Bien, suerte y que lo pasen bien.
La cantidad de mensajes de solicitudes estaba teniendo su discreto efecto en mí, que sentí el principio de una erección. Como no estaba en conversación con alguen, me llevé una mano a la entrepierna y me empecé a acariciar el miembro bajo la ropa. Entonces sucedió.
La pregunta obligatoria. De hecho ya me habían llegado mensajes privados de otros usuarios pero no me había molestado en contestar, pues sus nombres de pantalla eran más bien vulgares. Este, sin embargo, me empezó a llamar la atención.
Para mí la sala siempre tenía una presencia física por lo que siempre me refería a ella como si entrara o saliera de un espacio real.
No lo había pensado pero sí, me apetecía ver hasta donde llegaba esto.
Le dí mi descripción. Nunca pienso en mí como un Adonis, pero al parecer mi descripción le hizo interesarse más:
De alguna manera, me decidí a que se hiciera algo real, por lo que cuando le contesté lo hice para interesarlo más:
Me dió su dirección (no quedaba lejos) y terminamos la comunicación. Me gusta dar una buena imagen por lo que me dí una ducha rápida y me puse ropa fresca. Tomé mi coche y fuí a su casa. Vivía en un edificio de departamentos que me pareció bastante agradable. Llegué al departamento indicado y toqué la puerta.
¿Eduardo? - Era el nombre que me puse.
Qué tal.
Pasa por favor, cómo estás? Yo soy Alberto
Encantado de conocerte, Alberto.
Cuando lo ví me dió gusto que no hubiera mentido acerca de su apariencia física. Era poco más alto que yo, como de 1.80 y regular de cuerpo. Lo que más me agradó es que fuera lampiño y se veía al menos en mi imaginación como delicado. Me ofreció algo de beber y yo acepté refresco, pedí permiso para fumar y nos sentamos cómodamente para platicar de lo que nos interesaba.
¿Oye y has hecho esto muchas veces?
No, apenas es la segunda vez. La primera vez me tocó conocer a un tipo medio raro y por eso lo dejé por algún tiempo y no me había vuelto a animar hasta esta vez.
¿Y, ahora que me conoces, no te parezco raro yo también?
Lo miré a los ojos. En todo este rato se había sentado más bien cerca de mí, por lo que lo tenía muy cerca de mi rostro y podía yo percibir que también se había duchado. Punto a favor.
No, me pareces bien, me siento a gusto contigo.
Tengo una película porno puesta, ¿quieres que la veamos un rato?
Por mí perfecto. Y si quieres nos quitamos la ropa de una vez.
!Perfecto¡
Nos desnudamos. Pude ver y el pudo ver, que ambos ya teníamos una erección a medio camino. Su pene era más pequeño que el mío pero de todos modos lo veía antojable. Siendo lampiño él, tenía pocos vellos en el pubis y se veía como modelo de fotografía que se afeita el vello en los lugares estratégicos. Mi erección creció un poco más y provocó en él un comentario apreciativo.
Tienes buena verga, mi rey.
¿En serio? Pues, ya lo sabes...a tus órdenes
Nos sentamos en el sillón de la sala para ver la película. Alberto se sentó muy junto de mí con su pierna tocando la mía y pasando un brazo sobre mi hombro. A mí se me hizo muy íntimo y muy rico por lo que también le pasé mi brazo sobre su hombro. La película que estábamos viendo era gay y mostraba a varios tipos en una orgía. Uno estaba acostado boca arriba para mamarle el culo a otro hombre que a su vez estaba mamando el pene de otro. Un cuarto hombre se afanaba en empalarse en la verga rígida del primero y todos gemían de placer. Nosotros nos masturbábamos al unísono. Volteé a verlo y me excitó más todavía ver a un hombre con su verga de fuera y masturbarse excitándose conmigo. Yo me masturbaba pausadamente porque claro que no quería venirme pronto. Repentinamente él acercó su cara a mi rostro y me besó el lóbulo de mi oreja y se dedicó a seguirlo suavemente con la punta de su lengua y sentí su voz entrecortada por el deseo:
Mmmmm papito como estás rico cabrón - Su mano había dejado su verga para tomar la mía, cosa que correspondí.
Me calientas, puto, sigue tocando mi verga putito, no dejes de tocar...
¿Que quieres hacerme, mi rey? ¿Quieres cogerme? ¿O quieres que te mame esa verga?
Mámamelo, métetelo en la boca, chúpalo y saca mi leche, puto. Quiero que chupes esa verga que es para ti, putita.
Al parecer las palabras fuertes hacían de estimulante para él como para mí. Olvidando la película que estábamos viendo se abalanzó contra mí, me abrazó fuertemente al tiempo que su boca buscaba la mía, no lo hice esperar y nos unimos en un beso caliente y desesperado. Su lengua fornicaba a mi boca, saliendo y entrando de entre mis labios y eyaculando gotas se saliva que mi boca absorbía ávidamente. Lo dejé hacer y también hice lo mío, metiendo mi lengua en su boca acribillándola como si fuera una verga en un culo ansioso. Cayó encima mío y al abrazarlo rodeando sus nalgas con mis manos, sentí en mi entrepierna la dureza de su verga, apretándose contra la mía. Eso lo puso a mil y también abarcó mi trasero con sus manos para también acariciar suavemente mi culo con su dedo medio. Me calentaba enormemente. Nos acostamos en el sillón para seguirnos besando. Tomé también sus nalgas en mis manos y pasamos lo que a mí me pareció una eternidad besándonos y acariciándonos hasta que él se arrodilló para mamarme el palo que en esos momentos tenía una erección que ya sentía hasta dolorosa.
Después de un rato de esa postura Alberto decidió:
Vamos a la cama, mi rey. ahí vamos a pasarlo mejor todavía.
Hmmmm, ¿mejor que esto?
Se puso de pié. Su verga quedó frente a mi rostro y sin pensárlo más me lo metí en la boca y con mis manos empecé a acariciar y masajear sus huevos, lo que lo hizo gemir suavemente. Después de unos minutos se separó de mí y me hizo ponerme en pié para irnos a la recámara. Tomó mi verga para guiarme a su cama como si tomara la mano de alguien querido y no me hice de rogar. De un cajón tomó un condón y me lo puso, tras lo cual se acostó boca abajo, con las piernas abiertas, sumiso y esperando y deseando que lo penetrara:
- Ya estoy listo papito, ven cógeme.
Aunque no lo necesitaba, me masturbé con la visión de ese culo ansioso, que esperaba recibir mi miembro. Me arrodilé frente a ese trasero y lo acaricié con una mano mientras con la otra me masturbaba. Acaricié brevemente su culo y luego lo penetré. Su culo era la cosa más rica que había probado. Apretaba mi miembro y lo envolvía con una sensación de calor y humedad que en ese momento se me antojaba mejor que cualquier otro lugar en el que hubiera puesto mi miembro. Alberto no dejaba de gemir y en su excitación quería saber que tan bueno estaba su culo para mí. Entre mis propios gemidos le dije que era el mejor, que me encantaba penetrarlo y que también tenía unas nalgas maravillosas. Pude adivinar su necesidad de oír que le dijeran cosas, que encajaban con mis ganas de decirlas:
Más papacito, dime más cosas por favor!
Mmm puto, que rico te estoy cogiendo, eres la puta más cachonda que me haya cogido
¿En serio papacito, no hay otra puta mejor que yo?
No hay otra más rica porque tú coges excelente y eres una putita de culo muy rico
¿Me vas a venir a coger otra vez?
Todos los días voy a venir a verte para culearte, te voy a hacer que me mames todo antes de cogerte.
Ay sí ay sí, yo te mamaré tu verga y me voy a empinar para que me cojas rico como ahorita. Que me vuelvas a meter tu cosota y que me hagas tuyo.
Mmm ooooh si puta, puta cogelona y caliente, puta puta puta
¡Siii, soy tu puta, toda tuuuyaaaa!
El intercambio de palabras estaba teniendo efecto en ambos y aunque me estaba conteniendo para no venirme tan rápido y gozar más el momento, no pude aguantarlo más y solté mis chorros de semen dentro de su culo mientras gemía y me agitaba como poseso. Por dulce y excitante que sea el sexo es un duro ejercicio, por lo que apenas pude separarme para acostarme y descansar. Apenas pude contestar a sus preguntas de que cómo había estado, ofuscado como estaba por esa venida tan intensa. Cerré los ojos un momento y me acosté sobre un costado. Mientras descansaba lo sentí a mi lado masturbándose a mi espalda. Sonreí y me puse boca abajo y después de ponerle un condón lo hice ponerse encima mío con su verga entre mis piernas (nunca me han penetrado) y lo animé suavemente a cogerme de esa manera. Había untado mi entrepierna con lubricante por lo que se debería sentir muy parecido a un culo. Para animarlo más lo tomé de las nalgas y lo acercaba a mí con movimientos parecidos a los de mete-saca. De esta manera y volviéndole a decir cosas sucias, pude pagarle el favor y lo sentí corriéndose entre mis piernas mientras gemía escondiendo su cabeza en mi hombro. Lo besé dulcemente en la mejilla y luego en la boca mientras sentía los últimos espasmos de su verga pulsar entre mis piernas.
Después del sexo nos quedamos dormidos unos minutos, después de lo cual nos dirigimos a la ducha para asearnos. Aunque nos duchamos juntos y aún ahí nos acariciamos y volvimos a besar, era claro que ambos teníamos ahora ganas de que esto acabara. Después de vestirnos nos despedimos y me fuí. El deseo se había ido pero no me importó, mientras manejaba de regreso a mi casa pensé que nos podíamos volver a encontrar en el chat.
Saludos y gracias a todos mis lectores y hasta la vista!
Bocaccio Jr.