El Guardian (Los secretos de la tía Zulia II)

Nos metemos en el papel del tercer esclavo.

Metido en mi caseta huyo del sol mas fuerte que me avisa de la proximidad del medio día. Con el castigo en mi boca babeo desconsolado la bola mordaza impuesta por la señora Mariela por mi supuesto atrevimiento esta mañana. No lo comprendo, ¿como es que soporto dolorido las marcas de fusta en mi espalda y trasero?. ¿Que hice mal?. Ladré la llegada del coche de mi dueña, y su empleada me castigó por obedecer a mis funciones de perro guardián. Dios!, no eran ladridos de extraños para ahuyentar. Solo quería mostrar mi emoción por la vuelta de mi ama. Sabía que era el coche, he visto como salía temprano y luego al poco volver de nuevo. O es que no iba mi dueña en el interior?. Mariela solo se limitó a pegarme y a mandare a callar, que sin decir nada recogió los restos de mi desayuno del plato para perros y me dejó con la incertidumbre y esta bola en mi boca que casi me asfixia.

A la sombra de la reducida caseta de madera espero dolorido. La cadena no me permite ir muy lejos. Está atada al collar metálico fijado a mi cuello, y tan solo me permite cinco metros de distancia desde la argolla de hierro fijada en el suelo justamente en la entrada de la caseta. Tengo mi sitios para cada caso. Mis necesidades en el relieve mas profundo del terreno, el cuadro de mármol donde no muy lejos hay una manguera para mis duchas frías de la mano de Mariela, y el llano para dar mis paseos en círculos cuando mas nervioso estoy.

Siempre voy desnudo, llevo muchos años desnudo. Tan solo el collar que llevo viste mi cuello.

Fui comprado en esta sociedad por la señora Zulia hace dos años. Ella me sacó de un club experimental dentro de la sociedad Marla Uribe. Mi adiestramiento en el club fue mas allá de las condiciones normales de un hombre como esclavo o ser inferior a la mujer.  Este club experimentó con mas de cincuenta varones de la sociedad un nuevo prototipo.  El hombre voluntario sin familia en la sociedad como animal fue el programa inicial. Esta era la condición a los que no pertenecemos a las tres generaciones de la sociedad. Los que venimos fantaseando con esta situación por puro placer sexual y los que no nos importó perder lo poco que nos quedaba, perdimos la humanidad.

Estoy muy por debajo de el marido y su esclavo doméstico Carlos. Soy su mascota. El perro de la señora Zulia.

Antes dormía en el interior de su mansión, muchas veces incluso en una alfombra bajo su cama. Siempre estaba limpio, depilado y mi collar de perro era de cuero con brillantes. Me tenía muy bien cuidado, y a pesar de que nunca me utilizó para sus momentos sexuales, yo me conformaba con sus cariñosas caricias bajo mi vientre. Muchas veces eyaculaba solo. Pequeños accidentes los cuales nunca tuvo intención mi dueña. Mi utilidad era solo de divertirla, compañía y sobretodo yo era quien con mi lengua limpiaba sus zapatos antes y después de salir. He llegado a correrme solo con esto, ya que pasaba semanas sin eyacular y siempre excitado las veinticuatro horas. Bueno, alguna vez Mariela me dejaba rozar mi pene en sus pantorrillas cuando esta leía  o andaba con el ordenador, pero me castigaba por esos accidentes. Me obligaba a lamer todos mis derrames donde quiera que haya eyaculado. Zulia poco a poco fue aburriéndose de mi debilidad y los castigos cada vez eran mas intensos. Pronto esta situación llevó a Zulia a plantearse si soportar mis continuas babas seminales o ocultar mi sexo con alguna prenda. El cubrimiento del sexo masculino esta prohibido en esta sociedad, que en caso de artefactos de castidad, esto deben ser transparentes de silicona o jaulas. Pero la abertura para orinar no remediaba la situación. Así que se decidió por darme mi lugar fuera de sus brillantes suelos. Aquí en este verde llano muy cerca de las rejas de entrada para los coches estoy desde entonces.

Las venidas de mi dueña y Mariela son imprevisibles, así que aprovecho mi escondite dentro de la caseta para tocarme. A pesar de todo, el calor, el escozor de la fusta en mi piel, y la soledad, sigo con el hormigueo recorriendo  el peso de mis genitales al aire libre. Estoy excitado con mis pensamientos morbosos sobre mi situación. Mi mente siempre guarda la última imagen de las visitas. En este caso de Mariela cuando vino a controlar mis primeros alimentos del día. Su imagen de oficinista y sus zapatos de salón de fino tacón pisando con cuidado el terreno mientras se los besos a cada paso delicado… Ummm! Una paja a escondidas…. Para que mi dueña no se de cuenta utilizo la caseta por que se de la existencia de una cámara en la entrada a su finca. No se si enfoca mi entorno, pero prefiero no arriesgarme a ser grabado fuera de la caseta.

Mientras tanto no muy lejos de la caseta de Saúl se escucha….

  • Los mantenerlos desnudos por norma, es muy importante. Sus penes son sus pensamientos, la prueba definitiva de su fidelidad. ¿Te has fijado que mi Marido respondía tus preguntas mientras que bajo su vientre su pene engordaba?

  • Estoo…

  • No pasa nada querida!, No te avergüences si lo has visto, es natural. Se que le ha excitado la llegada de un miembro mas de la familia. ¿Le has visto su miembro palpitar? ¿Lo vistes? Casi fue a donde Mariela empalmado…

  • La verdad que evitaba fijarme, tía. Por Dios, es incómodo.

  • El no puede disimular sus morbosos pensamientos ante nosotras. No te ofendas por eso… Siéntete orgullosa y no le des importancia. Aunque es mi marido, se que se empalma con cualquier mujer que lo domine. Es su naturaleza de esclavo y no me ofende… Al fin al cabo yo soy su dueña. Yo puedo disponer de cualquiera de mis esclavos y el solo tiene placer sexual cuando se lo permito.

  • Debes de tener una vida muy cómoda con eso de tener esclavos.

La sonrisa de Laura en ese mismo momento alegró mas el día a su tía que contaba y contaba las normas elementales de su sociedad. Ese comportamiento de tolerancia era la clave para seguir mostrándose mas abierta, suficientes como que los miedos desaparecieron.  ¿Que mas podría pasar?. ¿Otro esclavo?. ¿ Otro hombre perdido por sus impulsos sexuales?.

Se estaba acercando cada vez mas el medio día y el sol sobre el despejado cielo estaba quemando las pieles suaves de ambas damas mientras paseaban por un caminito de tierra clara entre palmeras. Ambas iban algo incómodas ya que en sus vestimentas dominan el azul marino y el negro. Estaban deseando llegar pronto a las proximidades de la entrada principal donde los arboles son mas frondosos.

Wauf! Wauf!

Ladro emocionado cuando veo a mi ama Zulia acercarse. Dudo un poco antes de lanzarme hasta ella, pues a su lado anda una jovencita.

  • Pero…

  • Saúl!

Corro de pies y manos!. La longitud de la cadena me permite llegar hasta las cómodas vans de mi señora y dueña.

Wauf Wauf!!!

  • Zulia!

Exclama Laura asustada en el momento que me ve corriendo de manos y pies . Mis rodillas toca el suelo con un entusiasmo exagerado y paso mi lengua sobre el empeine, sobre de la tela de las vans. Lamo todo lo que poedo del calzado en ambas piernas. Ellas pueden ver como muevo mis nalgas al aire, y mi costado rozando los pantalones de Zulia. Tan rápido, decidido,  e igual que a mi ama, voy a repetir el mismo proceso con la extraña. La chica queda de piedra y su miedo  se hace evidente al ver a semejante hombre desnudo lamiendo sus botas. Pero no se echa atrás, se limita a esperar y seguir exclamando de asombro. Como el supuesto perro jadeo y ladro  tan metido en el papel que se lo hago creer así. No pronuncio ninguna palabra a pesar de que Zulia mima sus palabras para mi.

  • Como esta mi perrito?!, Te estás portando bien?!

Respondo moviendo mi trasero, jadeo y ruedo por el suelo después de terminar de besar las botas de su acompañante.

Estay muy sucio y apesto, pero Zulia es muy cariñosa y se agacha de cuclillas  para que le rascarme la barriga. Luego toma mis genitales delante de una perpleja compañera….

  • Te has estado tocando verdad?!

Mis testículos son enormes entre los finos dedos de Zulia. El movimiento agitado consigue sacudirme gotas transparentes  de un pene mas que crecido. Parte le llega a las botas de la joven que mira de brazos cruzados.

  • Tía, lo estás humillando… Es degradante!

  • Tranquila Laura, se lo que hago. Este es el mas pervertido de mis propiedades masculinas. El muy cerdo se ha estado masturbando en la caseta.

  • No me lo puedo creer!, ¿Realmente le gusta ser tu perro?.

Sin soltar mis genitales en un puño furioso responde…

  • ¿Que si le gusta?,   Este sinvergüenza pasa las veinticuatro horas de su vida excitado. Por eso lo he sacado fuera de casa y ahora es mi perro guardián.

  • Ay Tía, puedes dejarle sus genitales?. No soporto ver eso…

Zulia me atiza cinco veces  sobre lmis testículos.

  • El pobre lleva mucho tiempo sin ver mas mujeres por aquí… Salvo la fiesta del mes pasado, el resto apenas me ha visto salir y entrar, solo a Mariela a diario cuando lo pasea. Tu presencia  lo enloquece de excitación, pero no muerde!

Se ríe Zulia a pesar de mi agonía  por recibir esos manotazos.

Nada mas soltarme gateo hasta Laura y vuelvo a lamer el cuero de sus botas. Prácticamente le había limpiado el poco de tierra clara que había cogido por el camino. Me las trago para mas asombro de Laura que solo se limita a mirarme desde su altura. Mientras, Zulia va al puesto de baño  y toma la manguera del póster.

  • Ven Saúl! Estás muy sucio.

El agua fría sale de la boca de manguera y me devuelve a otra realidad. Mi simulación de un perro es para Laura un síntoma de demencia que con agua se va calmando.  La miro con los ojos abatidos mostrando desconsuelo. En ese momento Laura ve como el rubor me crece mientras tirito de frío.

  • Le haces sufrir!

Zulia se ríe al mismo tiempo que abofetea mis nalgas marcadas de varios castigos.

  • Es un buen chico, pero sus impulsos sexuales a veces desquicia. Créame si te digo que este sinvergüenza es capaz de montarte la pierna al menor descuido.

  • ¿Como los perritos?!!

  • Querida, el realmente no se ve así mismo como una persona. Lleva mas de un año que no articula palabra mas que gemidos y ladridos. No es capaz de dar dos paso de pie y su intelecto se ha reducido al puro instinto sexual.

  • Pero… Supongo que el tiene problemas mentales, no?

  • Nooo, para nada. Es solo que no quiere ser otra cosa. Mira le voy a quitar el collar….

Me lo quita del cuello y…

  • Saúl, vete! Eres libre. Vete de mis tierras!

Mis gemidos como llantos se oyen a varios metros. Lamo las vans de Zulia suplicando con sonidos de mi estómago.

  • Lo vez? Dime ahora si antes sufría

  • Pero te aprovechas de su demen…

  • ¿Demencia?, No es demencia. Solo es un hombre que reconoce su lugar.

La última frase de su tía la deja perpleja.

  • No lo puedo creer! Que me lo diga el!

  • No, el no va hablar, pero te besará las botitas si es verdad lo que te he dicho.

No dudo, gateo hasta Laura y beso sus botas repetidas veces hasta que ella retrocede algo asqueada.

  • Lo vez? El no quiere ser otra cosa.  Ven Saúl que te voy a poner tu collar de paseo.

Zulia saca de la caja del contador de agua otro collar diferente con el añadido de una correa. El escondite de otra correa dedicada al paseo. El anterior collar se deja cerca y ahora me pone otro mas convincente para el paseo. Realmente  es un collar de perro de cuero marrón prolongado con cadenas finas y el mango ya en la mano de Zulia.

  • Laura, vamos a dar un paseo y hablamos de algunos detalles que tienes que entender.

Durante el paseo…..

Empapado de agua sigo el tiro de cadena con mi costado rozando los pantalones de mi dueña. Tan agradable como el sol que me va secando, siento sus mimos olvidando ya su pasado enfado por tocarme. Ellas hablan de mi, de la sociedad, y del terreno al mismo tiempo que los pasos mas animados me obligan a andar de pies y manos. Tan solo hinco mis rodillas al suelo cuando paran. La mirada se pierde al horizonte o baja a los calzados de las damas. La casa cada vez mas cerca consigue que me motive a pesar de ser ignorado la mayor parte del camino por mi dueña inmersa en explicar mi situación. ¿Por que le cuesta tanto entender a su sobrina mi situación?. No lo puedo entender. Mi gozo me lleva al cielo por cada mimo y por cada caricia de las suaves manos de mi ama durante el paseo. Hubiera querido lo mismo de la joven, pero ella incomprensiblemente sufre por verme así.

Por la corta distancia de la cadena no doy saltos y vueltas al rededor de ellas. Las emociones se pueden controlar con tan solo el mandato de mi ama, pero las palpitaciones de mi pene ladeando a cada paso hace que a veces cerrara los ojos de placer. Deseo que paren  para montarles sobres sus piernas, deseo mas caricias, deseo mas atención… No puedo controlar mi desordenada imaginación  por las que pasan imágenes de lo que podría pasar una ves dentro de su casa. Mi lengua fuera de mi boca lo dice todo ya que se me había mandado a callar por los molestos ruidos de jadeos.  Tengo el objetivo firme de entrar a la casa aunque no  tenga claro esa posibilidad.

A pocos metros de la entrada lateral de la casa las mujeres se detienen… Zulia vio unas de mis pelotas de juego en el suelo y recogiéndolo me llama a mirarla. Ambas me ven desde arriba con aires de burla, y Zulia laza lejos la pelota de goma…

Nada mas desengancharme la cadena de mi collar salto de manos y pies en busca de la bola. Pero en el momento que tomo la bola entre los dientes me doy cuenta de la trama de la bola. Ya no solo el hecho de devolverla… La idea principal no está en el juego. Se da  cuenta de que mi excitación, y de alguna manera quiere reducirla. Me cansa. Lo hace siempre antes de dejarme entrar a su casa.

Puede que entretenga y divierta a Laura mientras hablan con profundidad de mi adiestramiento.  Mientras tanto voy perdiendo la cuenta de las veces que voy en busca de la pelota lanzada por turnos entre mi ama y la joven. Estas llegan a sentarse sobre los escalones de la entrada, mientras  yo sigo mis carreras  en busca de la pelota. Solo disfruto los momentos que llego y suelto la pelota en mano de cualquiera de ellas. Es mi única oportunidad de besar el calzado por agradecimiento.  A veces una caricia es suficiente electricidad pero el cansancio disminuía mi excitación.

Laura fue aceptando el rol dominante al tiempo que lanza la bola. Poco a poco se va convenciendo y el juego se convierte en una estrategia ideada por su tía. Una visión agradable la de una joven de 18 años que lanza la pelota lejos a un hombre robusto y desnudo que tan solo gatea y gime como un perro. Todo un logro para satisfacción de mi ama Zulia que ve el espectáculo. Entonces siento mi utilidad educativa en la que todo va encajando. Recordando la conversación en la caseta y durante el paseo, me doy cuenta de lo importante que soy  a pesar de que solo busco una pelota lanzada por todo el jardín. Laura y Zulia ríen y disfrutan del momento. Bien es cierto que no llego entrar a la casa, pero pasamos un rato alegre entre juegos y caricias. Laura se suelta y de vez en cuando me da palmadas en las nalgas. Me convierto en el bufón perfecto y mi entusiasmo por agradar es la mezcla perfecta para convencer a Laura de los beneficios de la sociedad.

Ya no puedo mas y el cansancio supera mi excitación sexual….Entonces llega Mariela en mi busca.

Se acaba el juego y Mariela engancha la cadena y me lleva lejos de ellas.

Con la pena y la falta de oxígeno miro en la lejanía como Laura y Zulia entran en la casa. No fui mas que un agradable rato para ellas, un juego, un perro de apariencia humana, nada mas importante que cualquier cosa que pertenece a mi ama Zulia. Se olvidan de mi y tropiezo con mi realidad  cuando llegamos a la caseta.  Allí en el suelo Mariela deja un cuenco de comida y agua que llegaba durante el camino de regreso. Allí me quita el collar de paseo y me pone el que sujeta de la larga cadena a caseta. Y allí me deja solo…. Comer, beber y vigilar el paso. Quizás una paja dentro de la caseta, no lo se… Tengo la impresión de que Laura disfrutó el momento. Me pregunto que ideas pasaron por su cabeza al mismo tiempo que me toco el pene con la idea fija de volver a verla.

Bueno, me voy hacer un pis antes. Termino mi plato y luego me sacudiré en la caseta hasta que Mariela vuelva a llevarse los restos y a dar manguera a la zona de mis necesidades fisiológicas.

Hasta otra entrega!