El grupo de Victor (19: El colega del chaleco)

Los tíos apoyados en el pasillos nos piropeaban y nos tocaban como pulpos ...

EL GRUPO DE VICTOR (19)

(EL COLEGA DEL CHALECO)

Salimos al pasillo denuevo en busca de otro cuartucho, yo iba detrás de Andrés siguiendo sus pasos, durante el tiempo que habíamos estado follando, el lugar se había ambientado bastante, había gente por todas partes y el estrecho pasillo era un gallinero. Los tíos apoyados en la pared nos piropeaban y nos tocaban a nuestro paso, las manos eran tentáculos de pulpos, como zarpas de animal posándose en nuestras nalgas, muslos, espaldas, … como catando el genero y tentando el producto. Había hombres de todo tipo, altos, bajos, jóvenes, maduros, guapos, morbosos, raros de ver, en calzoncillos, desnudos, vestidos de cuero, con tapa rabos, … etc.

Algunos de ellos estaban bastante buenos, sobre todo un tío que iba con un chaleco de cuero negro y la cabeza rapada a lo militar. El colega se percató de la mirada que le eché en el paquete, por que sin pensárselo dos veces nos siguió y se metió en el mismo cuartucho en el que entramos Andrés y yo. Estaba semi  oscuro, iluminado por la luz de algunas velas desperdigadas por la habitación, el olor que te golpeaba la nariz, era una mezcla de humo de porro, sudor de hombre, alcohol y esperma pegado en las paredes de varios días sin limpiarlos. Había tíos por toda la estancia, cada uno a su rollo, … mamadas de dos, folladas en trío, comidas de boquetes de culos, chupadas de sobacos, alguna lluvia dorada, varios hombres arrodillados alrededor de un colega, mientras lo lamen todos a la vez, … en una palabra … vicio.

Pude distinguir en la penumbra, en una esquina al fondo del cuarto, al chaval que vimos al entrar en el antro, … el que estaba mamando las pollas de los dos tíos en la barra, y lo tenían atado por el cuello con la correa de perro. Ahora estaba apoyado por el abdomen, boca abajo en una especie de potro, con las manos esposadas a la espalda, espatarrado de piernas, el culo bien abierto con el boquete mojado de saliva y la polla estirada hacía abajo por el caballete, empalmada, dura, llamando mi atención por su grosor, babeando pre-cum por el capullo y pidiendo a voces una mamada. Algunos tíos se acercaban al niñato y lo sobaban, le tocaban el culo, el boquete del ano, se lo lamían con la lengua, apretaban con sus manos los huevos del niñato, y pasaban por la raja del culo, restregándole el nabo sin metersela dentro. Era como un juego perverso, hacerle de sufrir, poniéndolo calentón al límite, cachondo perdido, … para luego dejarlo con las ganas y el deseo, de encalomarse una buena polla por el culo.

Me dirigí hacía donde estaba el chaval, la escena y el niñato en sí, me había puesto realmente cachondo, y muy caliente, pues ya tenía otra vez mi cipote duro como una barra de acero. El tío del chaleco de cuero me agarró del brazo, llevando mi mano hasta su paquete, noté en ese momento en la palma, el calor de su miembro, el hinchazón que había adquirido su cipote, debajo de la tela y lo abultado que se le veía, cuando mis ojos fijaron la mirada en su bragueta. Con la otra mano agarró mi cuello y llevó mi cabeza junto a la suya, pegó sus labios con los míos, y me comió la boca en un largo beso, metiéndome la lengua hasta la campanilla. Su boca sabía a semen de varios tíos, un gusto áspero a polla se pegaba a mi paladar, de haber mamado mucho aquella noche y de haber chupado muchos nabos. A mí me encantó aquel beso, me puso mas cachondo aún si cabe, pensar e imaginar todas las pollas que habían pasado por esa boca de mamón, y de como le habría sacado a lametones, la leche de los huevos a los tíos, mientras se la tragaba gozando de placer.

Nos acercamos hasta el chaval apoyado en el potro, … al que le llamaban “perro baboso” ... estaba bastante ocupado con la polla de un tío, haciéndole una pedazo de mamada, mientras éste sometía al joven cogiéndolo por la cabeza, tirándole de los pelos con fuerza, envergandolo, y follándoselo sin piedad por la boca. El cabrón se agachaba para coger impulso y embestirlo con mas fuerza cada vez, el niñato babeaba sin parar dejando escapar la saliva, sin poder introducirse del todo aquel rabazo, aguantando los insultos y las vejaciones del que le jodía el boquino.

–                   Tío:. ¡Pedazo de mierda! … ¡Maricona chupa pollas! … ¡Mamón come nabos! … chupa como tu sabes, como el otro día, … vaciame los huevos de leche y tragatela toda.

El tío que le metía la polla al niñato en la boca, era realmente asqueroso, se comportaba como un chulo putas, un cabronazo de mucho cuidado, un vicioso de mierda y bastante perverso. Soltaba la cabeza del chaval para agarrarle los cachetes del culo, abriéndolos y separándolos del todo a lo bestia. Mi nuevo amigo, se arrodilló en el suelo entre las piernas del chaval, le agarró la polla por el tronco, se la ordeñó un par de veces y se la tragó en la boca de una sola zampada. El mamón era bueno, sabía como chupar una polla, se le veía en la cara como gozaba, de gusto y de placer. Se sacó la polla del pantalón, comenzó a pajearsela con la mano suavemente, deslizando el pellejo del prepucio lentamente, lubricando el capullo rosado con el líquido preseminal, apretando su mano sobre el tronco y haciendo que el glande se hinchase por la presión. Yo aproveché el estiramiento de cachetes del chaval por las manos del tío cabrón, para pegar mi lengua a su agujero anal y proporcionarle unos cuantos lametones. Conforme me comía aquel delicioso culo, flexioné mis piernas hacía abajo, agachándome hasta sentarme con mi trasero, encima de la polla del nuevo colega y así encularme a gusto, al tiempo que degustaba el sieso del niñato. El cipote del cabrón entró entero en mi ojete, el agujero de mi culo no puso ninguna resistencia, al contrarío, … aquel cipote me rellenó el boquetón, igual que se rellena un pavo en navidad. El tío mamón cabalgaba mi culo que daba gusto, sentía dentro de mi como engordaba el cipote, como me golpeaba con el cabezón la próstata, como resbalaba todo su tronco dentro y fuera super lubricado de pre-cum, y el sonido que hacía su polla mientras me follaba, unido a los ruidos de nuestras bocas de mamones, que no paraban de chupar culo y polla del chavalito. Los ruidos no provenían solamente de nosotros, por toda la estancia se escuchaban gemidos de hombres gozando, disfrutando del sexo, dando rienda suelta a sus deseos, recibiendo y dando placer a otros.

Eché un vistazo a mi alrededor, e hice un barrido con mis ojos por toda la habitación, … a unos cuantos centímetros no muy lejos de mi, estaba Andrés tirándose a un nota por el culo, le estaba metiendo la polla mientras lo tenía subido en lo alto de una mesa, y otro tío agachado por detrás le chupaba el boquete del culo, … en una esquina, había un tipo subido en una especie de camastro con cadenas, como esos artilugios que se ven en las películas porno sado masoquistas, varios tíos alrededor se disputaban el culito del colega y esperaban su turno para encularlo, mientras se ponían la polla a tono masturbándosela con la mano y restregándosela por la cara,

en otra esquina al fondo del cuarto, dos jóvenes de no mas de 18 años, estaban apoyados de frente contra la pared, dándome la espalda, desnudos por completo, solamente calzados con unas botas de militar, espatarrados de piernas como cuando te cachea la policía, y un tío ya maduro devorándole a lamidas el ano a los dos, … mas o menos en el centro del cuarto, tenían a un niñato con pinta de maricón plumera, rodeado por un circulo de unos siete tíos, que  obligaban al chaval a chuparles las vergas, se meaban encima de él, y después le hacían limpiarles el nabo en la boca, bebiéndose las últimas gotas de orina.

Mientras ojeaba el panorama, yo seguía a lo mío, que era follarme al colega del chaleco, el cual se había desprendido de la polla del “perro baboso” y me tenía cogido por las caderas, subido encima de él y pegándome unos pollazos en el trasero, que me hacía ver las estrellas. Mi polla pegada en su abdomen no paraba de babear pre-cum, manaba sin control por mi capullo del gusto que me daba, le estaba poniendo los marcados músculos, brillantes de líquido y notaba dentro de mí, que si no paraba de frotarme el cipote con su estómago me correría enseguida. Paró de follarme en seco, besó mis labios con frenesí, me comió la boca con hambre, como un animal felino, saciando su lengua, quitándome saliva y dándome la suya. Me quitó de encima sacándome la polla, nos levantamos, colocó con su mano mi cipote en el boquete del niñato, se puso detrás de mi y preparó su verga en mi culo. La metió entera en mi ano bruscamente, como antes lo había hecho, haciendo que yo se la clavara al “perro baboso” con violencia por el movimiento y sacándole un grito de dolor al chaval. Que gusto follarme al niñato, al perro, estaba buenísimo el chavalito, un cuerpo delicioso, una polla grande, gorda, capullona, unos huevos gordos y un culito para correrte dentro de gusto. Lo que mas morbo me daba, y me ponía super cachondo, era saber lo putón, lo maricón mamona, las pollas que se había follado y los cipotes que le habían metido por ese culo, que yo me follaba ahora. Me tenía calentón perdido, disfrutaba tirándome el ojete del niñato, recibiendo al mismo tiempo una buena follada en el culo, de un pedazo de hombre, como un tren de bueno y abriéndome de par en par el boquete del ano.

Andrés, mi amigo el empollón me miraba alucinado, veía como gozaba de la follada y jaleaba en voz alta al colega del chaleco, que hacía suyo mi culo.

–                   Andrés:. Jajaja, … ¡Que cabrón! … ¡Dale fuerte Cako! … Rompele el el culo a mi colega Victor, … Te gusta ese culo ¿eh?

–                   Cako:. ¡Uff! … Colega como está de bueno tu amigo, ¡Joder! … me tiene la polla empalmada desde que lo vi, … ¿Te gusta mi nabo tío? … ¿Estás disfrutando conmigo? … Victor … ¿Así te llamas tío?

–                   Victor:. Si, … estoy gozando de lo lindo contigo tío, … ¡Que polla tienes colega! … ¡Como me pones de caliente cabrón! … ¡Sigue! … ¡Que bien follas Cako! … y que bueno estás colega.

–                   Cako:. ¿Te gusta el culito del perro? … ¿A que da gusto follárselo y meterle hasta el fondo toda la tranca? … ¡Siiiii! … ¡Métesela!

–                   Victor:. Me encanta tío, … tiene un culo delicioso, … ¡Como me estrangula la polla dentro! … ¡Que gozada de boquete, maricón! … ¡Que gustazo dando y recibiendo!

–                   Andrés:. Que nos lo diga a nosotros, ¿eh Cako? … menudo polvazo le echamos el otro día, … ¡Como chillaba el mariconazo del gusto!

–                   Perro:. Pues tu colega no se queda atrás, … menuda polla mas rica tiene, y como folla de bien el cabrón … ¡Sigue así! … ¡Dame mas fuerte! … ¡Follame tío!

–                   Cako:. ¡Que pedazo de guarra, … maricona, … calienta pollas, … estás hecho Perro! … Y tú, Victor, … ¡Que culo mas bueno tienes amigo! … ¡Que me gusta follártelo!

Diciéndome las últimas palabras, se me escaparon varios trallazos de semen dentro del boquete del “Perro baboso”, vacié mis cojones en su culo, gritando de placer, agarrando con fuerza sus caderas, y sintiendo mientras me corría, la polla del Cako empalándome el ano. Fue una gozada tremenda, el cabronazo se puso todo bestia al escucharme chillar, pegaba pollazos rápidos, metiéndomela hasta los huevos, y haciéndome incluso daño. Al colega le daba igual que yo sufriera, el quería llenarme de leche caliente mi culito, mi agujero abierto y super violado por su cipote.

No tuve que esperar mucho tiempo, para sentir su esperma caliente quemándome el agujero, tanto la enculada como la corrida fueron de vicio, de placer, un gustazo para mi cuerpo y una experiencia que quería repetir mas veces. Los chorros de semen me caían por las piernas abajo, el cabrón tenía en los huevos una central lechera, no para de escupir leche por el capullo, empapándome por completo el ano y derramando gotas, que se escurrían a lo largo de su tronco y caían al suelo.

Al “Perro baboso”, le masturbé la polla con mis manos hasta que se corrió, me puso la barbilla pringada de semen del chicate que soltó por el nabo, retorciéndose de gusto con mi polla todavía dentro de su culo, y provocándome una calentura, que no se me bajaba la empalmaera ni a la de tres. Mi nuevo colega Cako, se acercó hasta la verga mojada de semen del chaval y se la lavó entera con la boca, la limpió a lametones, con ansia, sin dejarse una gota de leche encima del pecho. Hasta mis dedos los relamió, uno a uno se los fue metiendo en la boca, lavándolos y limpiándomelos por completo.

Yo no quería ser menos, quería el nabo del Cako, necesitaba probar el sabor de su esperma en mi boca, … me agaché entre sus piernas y tragué aquel cipote mojado de lefa. Le saqué brillo con mi lengua, contra mas chupaba, mas dura seguía mi verga, y la polla de él no se quedaba atrás.

La cosa prometía