El grumete 8

El grumete debe enseñar al chico amante del gobernador de la isla...

EL GRUMETE 8

El Capitán Barba Negra me despertaba cada mañana con una erección vibrante. Los días que siguieron a nuestro primer encuentro fueron cada vez mas ardientes y calientes. Tanto o mas que el clima de aquellas verdes islas.

Habían ya partido el Ranger y el Capitán Charles. Había quedado en custodia, según me contó el pirata. Barba Negra era mi protector y custodio. Seguía estando en carácter de prisionero.

Ahora casi, le pertenecía, a este voraz pirata, entrado en años y que se comportaba como un salvaje. Me daba verga durante todos los días. Me bañaba en semen. Era una máquina de coger. Un furioso amante. Por supuesto que yo agradecía sus baños de leche. Me encantaba. Nunca imagine despertar esa pasión en los hombres.

Supongo que mucho tendría que ver mi juventud. Luego lo comprobé con el paso de los años. Otros jóvenes y otros grumetes me fueron reemplazando, pero eso fue en años futuros.

Como dije me despertaba con su vara lista para cogerme. Y así lo hacía. Chupaba mi culo. Lo bañaba en saliva. Me mordisqueaba las nalgas. Metía con furia su lengua áspera y gruesa en mi agujero. Me giraba y ponía mi culo hacia arriba. Y chupaba incansable unos buenos momentos. Arrancaba gemidos explosivos de mi. Luego cuando me había calentado lo suficiente, con su espada me atravesaba., la hundía inclemente y comenzaba a serrucharme sin tiempo.

__¡¡Oh si si si mi Capitán, cógeme, hazme tuyo!!__ imploraba yo cuando su estaca se adentraba profundamente en mi cuerpo. Levantaba mas mi culo. Para facilitar su penetración.

Así pasaba el tiempo. Chupando mi cola. Entregando su vergón para que yo lo disfrute con mi boca. Lo coma. Lo trague. Disfrute de aquella lanza que luego me atravesaba. También a veces , me cogía, irremediablemente en la fuente que había en un patio del caserón donde habitaba aquel pirata. Mientras me refrescaba o tomaba un baño para quitarme restos de sus embates como amante. Distraído recibía sus ataques por detrás. Allí mismo me hacía suyo. Penetrándome por detrás. Apoyándome contra los bordes de aquel estanque. Y con fuerza y pasión me entraba con su taladro. Haciéndome gozar otra vez.

Un día de tantos en que estábamos descansando, por así decirlo. El Capitán me dijo

__Tengo que pedirte un favor…

__¿Qué es mi Capitán?

__Mira el tema es así, resulta que el gobernador de estas islas, que es un amigo, se ha enterado, no sé como, de tu presencia…

__¡Tan importante soy Señor…!__ comenté risueño

__¡Sí, sí has visto! No te decía, bueno, no se como se ha enterado de tu presencia aquí y de que bueno, eres un experto amante…

__¡Aha, eso es!!

__Y como yo quiero quedar bien con el, me conviene, es política, le he propuesto que iras a ayudar…

__¿Ayudar?

__Resulta que  tiene un chico con el. No es un sirviente, creo que es el hijo de un pariente lejano o algo así, que ha venido a visitar las islas y bueno parece que se atraen, pero el chico no es tan bueno, el gobernador quiere prepararlo bien, darle un aprendizaje, ahí es cuando entras tu…__ pasamos toda la tarde discutiendo como sería aquel encuentro y sobretodo que sacaría yo de todo aquello. Porque estaba cansado de sentirme un prisionero.

Uno de los negros me llevó a la casa del gobernador. Otra mansión majestuosa. Imponente. Entramos a una sala. Me dejaron solo. Era enorme. Se respiraba fresco. Se estaba bien allí. Me sentía bien. Vestido y bañado como un señorito de alta sociedad. Este Barba Negra estaba en todo los detalles.

Apareció el gobernador. Era un hombre alto. Todavía joven. Bien parecido. De aspecto atlético. Su cabello no era tan largo. Estaba vestido ligeramente. Una camisa blanca. Pantalón del mismo color, bien pegado al cuerpo. Su bulto, tal vez ya caliente, se notaba.

__¡Siéntate, por favor!__ me senté en un sillón amplio frente a aquel caballero

__Bueno seguramente tu….

__¡Amigo!__ dije yo

__Nuestro amigo común Barba Negra te ha dado detalles…

__Claro Gobernador, esta bien, entiendo, mi tarea aquí

__¿Estas de acuerdo entonces?

__¡Por supuesto!__ dije yo.

__¡Entonces acompáñame a las habitaciones!!

__¡Como no!!__ y seguí al hombre por unos pasillos anchos y adornados de distintas figuras y colores.

La habitación estaba bien iluminada. Allí recostado en la cama. Un chiquillo rubio y desnudo nos esperaba. Me acerqué a el y acaricié su cuerpo. Tenia lindas piernas y una cola marcada y bien dibujada. Su pene estaba semi duro. Lo toqué suavemente e intentó levantarse. Giré y miré al hombre con su cara roja de la emoción y la calentura. Se sentó en el borde de la cama.

__¿Como te llamas?__ pregunté al mozalbete.

__Claudio señor__ dijo el chico con voz suave.

__¡Observa!__ pedí y me acerqué al gobernador. Abrí la camisa del hombre. Despacio. Mirando al hombre que se emocionaba y dejaba hacer. Quité la camisa. Acaricié el pecho que era sin vellos. Sus tetillas se apresuraron a pararse. Muy duras. Las rocé con mis dedos. El hombre entrecerró los ojos y lanzó un primer suspiro. Mordiéndose los labios finos. Seguí y alcance el ombligo. Jugué con el. El chico me observaba y su verga saltaba para un lado y otro,  totalmente duro. Miraba por el rabillo. El gobernador suspiraba y se tensaba. Imaginé su verga parada y dura. Es más sabía que estaba por romper el pantaloncillo.

Acaricié su herramienta por sobre el pantalón blanco.

__¡Ves, así se acaricia a un buen macho!!__: sabía que estas palabras enardecerían un poco más a aquel hombre maduro que ya gemía ardido. Mientras acariciaba su tripa por arriba de la tela, besaba sus tetillas, las chupaba. El hombre acariciaba mi cabeza y la apretaba contra su pecho.

__¡Creo que le gusta al hombre!!__ dije como al pasar y dueño de la situación

__¡Ohh sí, si cómelas, cómelas!!!__ gemía el Gobernador. Acto seguido. Corrí su pantalón. El se incorporó un poco y los fui bajando hasta sacárselos del todo. Una linda y grande verga saltó por los aires. La miré. Luego le fui pasando los dedos. Mientras el hombre gemía y sudaba en gran cantidad. Besé su cuello. Lo mordí. Aferré y moví su tranca para un lado y para otro. Lo masajee brevemente.

El chico me miraba lamiéndose. Deseoso. Alzado. Me arrodillé frente a aquella pijota. La olisqueé. Le pasé la lengua como quien prueba una comida.

__¡¡Hummmm, esta muy rica!! ¿Quieres?__ le dije al chiquillo.

Se vino junto a mi. Me miro como latigueaba con mi lengua sagaz aquella poronga que latía enloquecida. El hombre apretaba las mandíbulas y se aferraba con sus manos a las sábanas.

__¿ves como el macho se enloquece con estas caricias?__ le mostraba al muchachito que tragaba saliva deseando mamar aquella vergota. La saqué de mi boca y se la di al chico. Su lengua rodeó, copiándome, la cabezota del hombre que daba grititos y rebuznaba como asno.

__¡¡¡Así, así, ohh dadme placer, puerquillos, ohh, así, así!!!__ mientras mi boca llegaba a las bolas. Las comía. Claudio me observaba sin largar la chota engrosada del Gobernador. Tragué las pelotas. Las engullí. Se las obsequié al chico. Que repitió el mismo gesto. Intentado hacer gozar al hombre que retozaba a mas no poder. Volvía a la carga con la tranca. La hundí en mi boca jugando con ella. Dejándola un momento balancearse elásticamente de un lado a otro. Un muñeco loco con vida. La sangre fluyendo. Sus venas a punto de estallar. Dejé al chico haciéndose cargo de la herramienta mientras me quitaba la ropa. Yo también tenía una erección de los mil demonios. El chico goloso alcanzó mi pija y se la metió también en su boca. Estuvo un momento así. Aproveché para acariciar al gobernador. Nos besamos. Pasamos y chocamos nuestras lenguas salobres. El gobernador también me acariciaba. Hundía un dedo en mi agujero que se abría para el.

__¡Que apetitoso anillo tienes!!!__ comentó el hombre. En tanto Claudio dejo de comer mi pija. Vuelvo a atrapar la verga del hombre. La beso. La vuelvo a meter dentro de mi boca. No quiero dejarla aún. Claudio besa mi cuerpo. Chupa mi pija. Mete su lengua insaciable en mi cola. La llena de saliva.

__¡Ven Claudio, mira, observa, mira como llegó al macho y beso su ojo!!!__ diciendo esto bajo mucho más y abro el aro del gobernador. Loe entro con la lengua.

Escarbo en el agujero y el hombre goza tremendamente. Aguantándose apenas para no largar la leche. Lo dejo un momento. Vuelvo a atacar las bolas y llego otra vez al agujero del macho alzado. Se besan con Claudio.. el chico rodea con su manita la vergota del hombre, en tanto se saborean. Los miró dejando un poco el cuerpo en vibración del gobernador.

__¿Ven aquí Claudio, chúpame el culo!!__ casi le ordenó al mancebo que sin dudarlo mete su lengua y chupa. Me lame y llena de saliva mi agujero. Un momento después hago que el gobernador se acueste del todo en la cama. Lo trepo. El chico guía la vergaza al agujero. Lo siento. Hago presión. Con las dos manos abro bien mis nalgas que chorrean saliva y calentura. Voy comiendo de a poco la pijota del macho que sacude su cabeza y se retuerce en tanto me taladra. Ya se ha hundido  en mi túnel. Lo goza. Lo abre. Claudio pasa la lengua a medida que el sable va y viene. Besa las bolas del gobernador que grita como un animal en celo.

Entra y sale. Cuando sale Claudio aprovecha y traga el sable. Luego lo guía nuevamente a la entrada. Allá se hunde sin remilgos. Se escuchan los gemidos de todos. Claudio se ha apoderado de mi dura pija. La come con ganas. El hombre me taladra sin descanso. Creo que me va a llenar de un momento a otro.

Antes mi leche salta por todos lados aunque Claudio trate de tragar lo que sale de mi. Los escupitajos saltan incontrolables. El guía la pija a su boca. Me limpia hasta la última gota. El gobernador aprieta mis tetillas fuertemente. Me arrastra contra el. Nos pegamos en besos salvajes y ruidoso. Mi ojete totalmente abierto recibe su chotaza en un ir y venir.

Gime, gime el hombre y lanza chorros y chorros de liquido dentro de mi. Me quedó quieto. El jadea. Lamemos nuestros labios. Claudio saca la vergota de su macho. Se prende a ella. Las gotas que caen de mi agujero también son tragadas por el goloso muchacho, que no pierde nada. Quiere comer y tragar todo. Limpia la vergota de su hombre y chupa hasta sacar todo de mi culo que chorrea la cantidad espesa de semen.

Quedamos los tres sobre la cama. Yo en medio del gobernador y Claudio, el chiquillo del otro lado. La tranca del hombre estaba semi caída.

__¡Eres un maestro excepcional!!__ me halagaba el gobernador mientras buscaba mi boca para besarme.

__Creo que el alumno es bueno…__ Claudio se sonrojo. Acarició mi mejilla. Deposito un dulce beso en mis labios. Pasando sus dedos en mi pija que pugnaba por levantarse nuevamente. Allí el hombre también empezó a tocarme las bolas. Y a morder mi oreja. Lamiendo. Besando. El chico fue hacia abajo y se metió chupando y lamiendo mi pija. Besando mis bolas alternativamente. Luego alcanzó con su mano el fierro del gobernador.

La metió en la boca. Claudio nos estaba mamando la verga al gobernador y a mi. En tanto el hombre me chupa la lengua y acaricia mis tetillas duras. El chico se adentra en nuestras vergas. Las besa. Se las golpea en las mejillas. Pasa la lengua por ellas. Disfrutando. Masajeándola. También toco la pija del gobernador. Luego invito a Claudio a que se me acerque. Me coloco detrás de el. Hundo mi cara entre esas dos medias lunas perfectas. Jóvenes.  Hambrientas. Deseando ser penetradas. Lo coloco en cuatro patas. Hago una seña y el gobernador se coloca detrás. Ayudo a apuntar su tronco sobre la entrada del chico. Empuja. Claudio se queja. Empuja. El chico tira hacia atrás

su culo fresco. La cabezota se hunde por fin en el agujero. El chico se queja. Da un leve gritito. Se aferra de sus caderas. El gobernante sigue metiéndose dentro de Claudio.

__¡¡Ohhh, tu culito es tan fino, me encanta, goza, goza…!!

__¡¡Sí papito estoy gozando contigo, dame esa vergota, dame, quiero mas…!!!__ se confesaba el pequeño chiquillo que se tragaba esa enorme vara. Yo lo besaba. Besaba su cuello. Completaba su goce dándole de mamar mi pija. Cogía severamente su boca hasta por fin largar toda la leche en su bocota. Que se abría pidiendo más y más. El gobernador lo serruchaba con paciencia y ardor. Los gemidos del macho se hacían oir. Y los del tierno muchachito aprendiz también.

Observaba como el hombre entraba su poronga en la arandela del chiquillo. Este sacaba mas y mas su cola felina y gustosa. El gobernador enterraba su sable. Se calmaba. Volvía a atacar en tanto susurraba palabras al oído del chico.

Me coloqué detrás del gobernador. Apreté sus pezones grandes y maduros. Los hice estirar lo mas que pude. El se detenía, dejaba de taladrar al joven y se refregaba contra mi verga aún dormida. Buscaba el frenesí de una dureza. Como sea fui bajando por la espalda. Con mi lengua. Bese sus nalgas conservadas. Lamí la piel. Mordí la carne. El seguía con entusiasmo penetrando a Claudio. Llegué a su centro. Mi lengua se hundió en aquella pequeña entrada. Los gritos del macho se hicieron eco en todo el lugar. Creí que se desquiciaría. Mi lengua se hizo paso. Su entrada se abrió como una flor de primavera. Sentí que se aferró con más ahínco de las caderas del chico. Apuro sus embestidas y con gritos guturales fue largando su leche dentro de Claudio en tanto yo hundía la lengua mucho más adentro.

El hombre quedó como desmayado sobre el cuerpo del chiquillo. Su verga latía adentro de este que gemía. Vi en su rostro algunas lágrimas de felicidad y gozo pleno. Seguí hurgueteando con mi lengua el agujero presto y deseoso del gobernador.

Esperaba. El macho convulsionaba. Como si una descarga eléctrica recorriera su cuerpo inflamado de placer y lujuria. Mi lengua seguía allí. El con mucho deseo gimoteaba

__¡¡Siiiii, continua allí, chúpamelo, bien, ahh, ahh!!__ diciendo así, luego Claudio, me contaría, que seguía largando líquido dentro de el. No sé el tiempo que estuvimos así. Cuando salí del lugar era de noche y todo el mundo andaba en las calles.-