El grumete 7

Aparece un pirata legendario....

EL GRUMETE 7

Los días iban pasando en aquella nave portentosa. El “Ranger” navegaba siempre calmo. El Capitán Charles estaba ardido. Donde me encontraba me cogía. Aquellos días eran insaciables.

Una mañana estaba yo limpiando una escalera. Silbando despreocupado una canción.  Sentí de golpe unas manos que casi arrancaron un liviano pantalón que usaba  y acto seguido procedió a hundir su vergajo en mi ojete. Me penetró con voracidad. Hundía su taladro en mi. Rápido. Veloz.  Hasta llenarme de leche.

Otro día me encontró en la baranda de la nave y así de pie abrazándome en la noche a la luz de una luna redonda y brillante me cogió con ganas.

Todos los días estaba sobre mi. Aunque sea una vez por día .Cuando me encontraba me hundía su miembro en el culo. Insaciable. Además de que muchas noches dormía conmigo. Me cogía sin descanso. Sabroso. Volcánico. No quería dejarme. Estaba conmocionado con lo que le daba. Gozaba plenamente de mi. Era un macho cabrío. Mitológico.

Me buscaba y me encontraba. Me daba de mamar su gustosa pijota. Y yo la tragaba sin descanso. Siempre dura. Alzada. Erecta. Con los nervios enervados. Eléctricos. Potentes. Azulados. Anchos. Gruesos. Tragaba su leche hasta la última gota sin detenerme.

El Capitán Charles gruñía y rebuznaba cuando se vaciaba en mi. A toda hora. A cualquier hora.

Después de mucho tiempo. Creo que desde que había llegado al barco del Capitán Mollé. No había pisado tierra firme. Llegamos a unas islas preciosas. Profundamente verdes. Todos a tierra fue la orden y por supuesto accedí.

Íbamos en los botes de a seis. Llegamos a puerto. El lugar era muy poblado. En esos días el Capitán Charles se había hecho humo. Nadie sabía a ciencia cierta donde estaba. O tal vez nadie quería decírmelo. En realidad yo estaba despreocupado. Me sentía tranquilo y libre en cierta forma. Al lado mío caminaba y me guiaba por el lugar, aquel guardia que me había bañado cuando llegue al barco pirata.

Había muchos feriantes, mercachifles. Todo se vendía y se compraba. Las mujeres abarrotaban aquel lugar. El olor a comida inundaba el lugar. Había hombres que bebían indiscriminadamente. Y otros hombres que se ofrecían por monedas.

Andábamos por un lado y por otro. Las mujeres nos llamaban e invitaban a entrar en las tabernas que se repartían por aquí y por allá. Aquel guardia llamado Ismael, oriundo de las islas Antillas, me contaba historias de que un gran personaje habitaba aquellos lugares. No quería decirme quien era. Yo quería conocerlo. Quería saber de quien me contaba.

Llegamos a un lugar del poblado muy bello. Una casa colonial muy grande. Había unos guardias fornidos y negros en la entrada. Ismael se arrimo a ellos y los saludo con gran euforia. Ya se conocían. Yo observaba ante una gran escalinata. Pensaba entretanto que el dueño de ese lugar sería muy rico y poderoso.

Ismael, el guardia regresó a mi lado. Me señalo que ya podía entrar. Conocería al dueño de todo aquello. Ya había sido anunciado.

__¡Entra y puedes quedarte si te invitan ¡!

__¿Y la nave?__ pregunté inquieto

__¡No. No te preocupes, estaremos unos días en tierra!!!__ diciendo así se marcho. Los negros, uno de ellos, me guió dentro de la casa majestuosa. En una poltrona cómoda y de colores diversos un hombre de barba negra amplia. Pelo largo de color gris y envuelto en un pañuelo también colorido. Comía frutas perfumadas.

__¡Ven chiquillo, acércate!¡Acércate!__ dijo la gruesa voz. Yo me acerqué pensando quien sería ese personaje, un poco pintoresco.

__¿No sabes quién soy?__ preguntó

__¡No mi señor, pido disculpas!!_ dije educadamente

__No pidas perdón. Soy el pirata Barba Negra…

__¡Noo, no puede ser!

__¿Qué , imaginabas otra cosa?

__No mi señor. No esperaba conocerlo jamás. ¡Es un honor!

__¡Siéntate!__ me senté maravillado

__¡Es usted muy famoso!!__ largué indisciplinado

__¡Bueno, come lo que quieras!!__ dicho esto encendió un enorme habano y lanzo el humo por los aires. Empecé comiendo algunas frutas que sabían sabrosas.

__¿Y tu de donde vienes?

__Vengo del Ranger señor

__¡Oh, si, si el Ranger. El Capitán Charles.!!

__¡Sí señor!

__¡Un gran Capitán!

__¿Lo conoce señor?

__¡Fue mi discípulo, como no!

__En realidad soy como su prisionero…

__¿No digas?

__Me embarqué en la nave del Capitán Mollé…

__¡Ah, la armada!

__¡Sí señor!__ el pirata maduro Barba Negra empezó a beber un poco de vino que tenía guardado en tinajas de color rojo. Me sirvió en una copa. Bebí.

__¡Eres un prisionero raro. No estas encerrado, ni encadenado!

__Es que, bueno, el , me tiene un cariño…

__¡Ah, ah, ah ya veo, ya veo…si, ese Charles es un puerquillo irreverente y perverso…__ diciendo así rio de buena gana aquel pirata extraño.

__¿Porqué dice eso Señor?

__Porque navegué con el. Y bueno sabes lo que es eso. Noches interminables, días eternos, tormentas, batallas, sangre, muerte y también, bueno la carne, llama, el fuego, tu entiendes__ claro que entendía. Entendía a donde nos llevaría aquella conversación. Las copas se sucedían entretanto una tras otra.

Mi sangre se iba convulsionando de a poco. Mi cabeza se iba encendiendo. Fumaba el puro que el pirata ya me había convidado.

__¡A decir verdad, el Capitán Charles estuvo por aquí y me hablo de ti!

__¿Cómo?¿Soy un rehén, un premio?

__¡Vamos chico, no te enojes!__ diciendo esto el Capitán pirata Barba Negra, se acarició su garrote, y luego ,lo saco a la luz.

__¡Míralo!¿Lo deseas?__ me preguntaba el vil mientras meneaba su mástil grueso. Me acerqué. El se quedó quieto. Acaricié el miembro duro y gordo. Pasé mis dedos por el.

__¡¡Ooh mi pequeño es tan sutil, me gusta, no se ha equivocado Charles, ahhh, sabroso!!__ el hombre se estiró cómodo en la poltrona. Acaricié su pecho. El me miraba y acariciaba mis cabellos. Suspiraba el pirata. Se relamía. Yo masajeaba suavemente aún su mástil erguido.

Rodee con mi lengua aquel rico y potente  sable. El hombre se estremeció. Se dejo ir. Se relajó esperando mas. Chupe la cabeza. Volví a pasar la lengua, pegando latigazos con ella en la dureza bravía de aquel hombre. Jugaba con aquella preciosa vara. El gemía brutalmente. Lamía a lo largo. Rodeaba otra vez. Llegaba y hurgaba en sus bolas. El se retorcía. Hablaba entre dientes. Bufaba. Se tensaba.

Dejé un momento su poronga. Fui lamiendo desde el estomago hasta su pecho. El me abrazaba y me aplastaba contra las tetillas gordas. Las metía en mi boca. Chupaba sonoramente y el daba gemidos estruendosos. Mi mano atrapaba su erguida tranca y la masajeaba despacio. Alargando su placer.

Barba Negra quito mi ropa casi con manotazos salvajes. Apresó mi culo.

__¡Oh que maravilla!¡Tu ojete es tan fresco, tan duro y joven!¡Oh me encantas!!__ al decir esto su vara se tensaba aún más. Mi lengua siguió camino al cuello. En tanto el pirata hurgaba en mi agujero. Metía un dedo. Lo salivaba y luego otro. Se extasiaba unos instantes y luego se retiraba.

Comí su boca. Aún tenía el sabor del vino y el tabaco, su lengua jugo en mi interior. La saliva pronto baño nuestras bocas y labios y cara. Su barba hacia cosquillas, pero era tan de macho que me enloqueció. Mi verga fue tomada de asalto por su mano grande. La apretó un poco. La movió. Yo suspiré hondamente.

El Capitán pirata masajeaba mi pija y fue llevando mi cuerpo hasta que puso mi vara en su boca y la engulló. Yo arqueé mi espalda. El fagocito mi arma.  Tenía mi humanidad en su boca mientras levantaba mis nalgas con sus rudas manos de pirata experimentado. Sus dedos jugaban con mi arito goloso. Bañaba mis bolas de saliva descaradamente. Tremendo placer me hacía sentir aquel macho en el, umbral de la vejez.

Se bebió hasta la última gota de mi líquido. Chupó y mamó como hambriento.

__¡Ahhh hacía tanto tiempo que no estaba con un mancebo como tu!!

Pasaba un poco más la lengua por mi miembro que seguía esgrimiendo su altivez joven. Fue entonces que busco mi anillo y llegó con su lengua hasta allí. Explorando. Extasiándose. Lamiendo. Besando mi agujero que se abría feroz. Las sensaciones me aturdían. El gozo era pleno. Quería que aquel pirata me poseyera de una vez. Necesitaba de su verga en mi culo.

Así fue que me fui corriendo hasta llegar a su poronga alzada y presta. La acaricié un poco con mis dedos. La sentí saltar y moverse endurecida y briosa. Mi ojete chorreaba saliva espesa. Me coloqué el animal en la entrada. El pirata resoplaba ardiente. Empuje mis carnes contra aquel arrebatado mástil. La cabeza fue entrando. El pirata se contorsionaba muy caliente. Daba gemidos al aire. Aferrándose como un salvavidas a mis caderas gentiles. Apretaba mis tetillas y movía su cabeza de gigante de un lado a otro. Lentamente el embolo subía y bajaba. Se tomaba su tiempo. Ensartándome gustosamente. Cuando bajaba mi verga golpeaba su vientre inflado y eso me calentaba un poco más. Las bolas se aplastaban en su humanidad y se sentía muy bien.

__¡Que bien te mueves, ohhh, sí, sigue así, dame placer pequeño!!__ me decía el Capitán pirata. Mis manos apretaban su pecho. Lo masajeaban. Mis dedos recorrían su piel. Sus erectos pezones indicaban su placer. El seguía pellizcando mi cola. Mis nalgas. Las sobaba y las abría. Jugaba con ellas, además de seguir taladrando mi culo. Penetrando sin pausa. Llenándome.

Sus labios llegaron a morderme. Nuestras lenguas se juntaron. Un silbido atravesaba nuestras fauces. Alaridos tenues. Bufando. Resoplando.

__¡¡Oh mi querido, querubín, dame placer, ohh, si así, dame esa cola maravillosa!!

__¡Es tuya  mi Capitán, cógeme, sigue así cógeme, ahh, ahh!!!

El hombre sacó su garrote de mi interior. Me fue acomodando dulcemente de espaldas. Levantó mis piernas por sobre sus hombros y volvió a enterrar su tronco en mi anillo sediento. Yo suspiraba, en tanto enterraba y taladraba mi culo. Aquella vergota vigorosa. Endurecida. Mi verga daba saltos. Vibrando. El besaba mi boca y con una mano agarraba mi tronco. Lo acariciaba un momento. Luego lo dejaba. El placer que sentía era máximo. Lamía mis orejas y mordía mi cuello.

__¡Que lindo tu culito!¡Ahhh, quiero seguir cogiéndote!¡Quiero llenarte, rebalsarte el ojete!!__ mientras susurraba esto arremetía con su espada en mi culito abierto y relleno. Sentía mi leche volcarse y saltar por los aires. Se pegaba a su panza rellena pero no abultada. Una curva, una protuberancia. El apoyó su boca en la mía. Nuevamente nos comimos a besos. El no dejaba de resoplar y suspirar. De a momentos se quedaba quieto. Me pasaba la lengua por los ojos y la nariz. Besaba mi frente.

Volvía a arremeter contra mi anillo. Sus bolas golpeaban en mis cachas. Esas bolas estaban llenas y rígidas. Mas lento, mas rápido. Sacando y volviendo a penetrar en mi túnel. Yo arañaba su espalda. Trataba de agarrarme. Tomaba sus caderas. Apretaba sus nalgas. Las apretaba y les pasaba mis dedos finos.

__¡¡Ohh, eres la cosa mas dulce que he comido en estos días…ahhh, hacía tanto, eres una delicia, quiero que te quedes conmigo, ahh…!!!__ muy caliente susurraba eso en mis oídos aquel hombre sabio. De pasados guerreros y bandidos. Con aventuras con cientos de marineros, negros, oficiales, piratas, mujeres. Incontables días y noches teniendo fiestas de sexo. Me estaba pidiendo que me quedara con el. Pasión. Me montaba aguerrido. Yo me preguntaba que ¿a cuantos mancebos y grumetes habría tenido en su larga vida en el mar y en tierra? ¿Porque intentaba seducirme a mi que apenas me conocía?

Estaba en esas tribulaciones cuando saco su herramienta de los profundo. La blandió por los aires mientras tomándome de los hombros me acomodaba de costado. Me levantaba una pierna y hurgaba ya con su machete fenomenal y rocoso en mi agujero agrandado. Volvió a clavarme  y me mordía los hombros.

Ardía mi cuerpo. Me sentía divagando por los cielos. Sus quejidos agonizantes se perdían en mis oídos. Eso me calentaba totalmente. Ya el Capitán había agarrado mi pija. Se iba despertando. Se iba levantando otra vez. Claro que mi juventud me permitía todo aquello. Que se pudiera levantar con tanta frecuencia. Amasaba mis pelotas. Su saliva entraba en mis oídos. Las mordía. Sus dientes se clavaban en mi cuello. Rebuznaba como caballo alzado.

__¡¡Oh por favor que esto no se termine nunca, eres precioso. Tu anillo me encanta!!__ sus vaivenes chocaban a mis nalgas. Empujaba el pistón hasta lo más hondo de mi. Su tranca se iba inflamando cada vez con más potencia. Me serruchaba sin clemencia. Me perforaba sin descanso.

__¡¡Cógeme mi Capitán, cógeme, así, así, papi ohh sigue sigue, ahhh!!__ gemía yo fuera de toda cordura. El hombre iba y venía dentro de mi. Su vergón latía y se inflamaba un poco más. La sentía endurecer mas y mas.

___¡¡Oh querido, ohhh, ¿Quieres mi crema? ¿La quieres?

__¡¡Ohh si mi Capitán, dámelo toda!!__ el Capitán Barba Negra aceleraba sus embestidas. Era un fragor exquisito. Yo presentía que aquel hombre iba a explotar de un momento a otro.. pero era de retener bastante. Su experiencia lo llevaba a hacer un amante excelente. No por cantidad sino por calidad.

Su pitón se hinchaba y se hinchaba. Mi cola se agigantaba más y más sin freno.

Comenzó a balbucear cosas. Palabras sueltas. Apretaba sus dientes. De vez en cuando me moría un poco más las orejas. Me apretaba un poco más la verga sin soltarla. Se apretaba un poco más a mi. Se detenía. Lo sentía flotar. Me sentía volar.

__¡¡Oh si te llenare de leche!!!__ diciendo así sacó su tremenda pijota y fue lanzando chorros de semen en mi orificio. Una pequeña boquita que se abría y latía como la boca de un pez. Regó mis nalgas. Mis bolas. Su tripón seguía largando crema por un buen rato entre gemidos, palabrotas, suspiros. En ese trance me vacié una vez más sobre la poltrona. Ayudándome yo mismo.

Una vez que se hubo vaciado, la serpiente, fue perdiendo dureza. El hombre me abrazó un poco más y empezó a besar mis labios y a chuparme la boca. Con caricias en todos lados de mi cuerpo. Desparramando los líquidos y mezclándolos. Sus dedos se perdieron en mi cola. Me cogía suave con los dedos. En tanto me arrancaba gemidos de placer inacabables.

__¡Debes quedarte conmigo!!¡Quédate precioso, quédate conmigo!!__ casi me rogaba aquel estandarte de los mares. Nos quedamos dormidos. Cuando amaneció, su pijota, me saludaba enhiesta y comenzó a cogerme suave. Yo tenía hambre, pero tuve que llenarme de verga hasta que aquel ardiente hombre se hubo saciado.-