El grumete 6
El encuentro del grumete con el capitan pirata...
EL GRUMETE 6
Los truenos de los cañonazos sorprendieron aquella mañana tranquila. De la nada. De la niebla salió el “Ranger” y empezó a atacarnos despiadadamente. No dejando lugar a la defensa. El olor a pólvora, a sangre, a humo se apoderó de nuestra nave de forma casi inmediata. Los gritos espantados sobrevolaban el espacio. Los hombres se chocaban. Es decir corríamos sin saber adonde.
Había tomado mi espada y avanzaba buscando a los enemigos pero en la nave todo era confusión
__¡¡Atención!!¡¡Al abordaje, al abordaje!!__ gritaban desde varios puntos. Gritos de terror y de dolor. Gritos de guerra. Los cañonazos se sucedían cada vez más esporádicos. Pero aún sonaban. En un momento todo se nubló. El golpe en la cabeza me noqueó.
Cuando desperté estaba en un lugar ajeno a mi. Los barriles estaban amontonados en aquel lugar. Supuse que era una bodega. Estaba oscuro. Olía a humedad. Estaba bastante sucio y me dolía bastante el golpe que había recibido.
No sabía bien porque estaba vivo. En el lugar había como una especie de silencio. De vez en cuando se oían lejanamente unas risotadas. Mis muñecas estaban atadas con grandes sogas y había un grillete pesado y oxidado en mi pie derecho. Mis ropas estaban un tanto raídas y me sentía sucio.
El barco parecía estar quieto. No tenía noción de cuanto tiempo llevaba allí dentro. Tampoco sabía que sucedería conmigo. Sentía hambre. De pronto alguien vino. Bajo las escaleras. No dijo palabra. Solo acercó una lata con algo de comida y un jarro de agua.
Se fue. Me acerqué a la comida y la hice desaparecer en minutos. Después de sentirme algo mejor me quede dormido.
Entró alguien. La oscuridad permanecía en mis ojos. Sin decirme nada. Sin responder mis preguntas un extraño guardia con apenas una tenue luz, quitó el grillete, desato mis sogas y me condujo hacia arriba.
La luz del sol encegueció mis ojos. Atiné a taparme. El resplandor fue doloroso, pero también maravilloso. Me sentía libre, otra vez, con destino incierto, pero libre. Aunque así fueran los últimos momentos. Sentí las miradas sobre mi cuerpecito raído. Algunas risitas forzadas. El guardia se detuvo frente a una puerta. El barco no se movía. La piel de aquel pirata era de tez morena. Me hizo seña para que entrara en la habitación.
__¡Pasa, pasa!__ dijo una voz apoltronada en una butaca gigante. Botas hasta la rodilla. Un pantalón blanco y fino. La camisa atada al ombligo de variados colores. El cabello largo, recogido con una cinta.
__¡Adelante, no temas!__ volvió a decir. Camine unos pasos mas. Quede a distancia prudente. No sabía que esperar de aquello. El hombre era de tez blanca. Agradable. Era mas bien maduro o tal vez la vida de mar que siempre es dura.
__¡Así que tu eres el pequeño grumete!!!__ exclamó risueño
__¿Puedo preguntar?
__¡Oh si, dime!__ note el sarcasmo.
__¿Quién es usted?
__¡Ah, si claro!¡Que poco educado, no me presente!¡Capitán Charles Vane del navío ”Ranger”, que es donde te encuentras!
__¡Soy su prisionero!
__¡Digamos!
__¿Va a ejecutarme Capitán?__ el hombre soltó una risotada sonora
__¡Oh, no, no, salvo que quieras asesinarme!!
__¡No tengo con que!__ dije soberbio
__¡Ah, veo que lo intentarías!!
__No dije eso, Señor…
__¡Tu capitán me hablo de ti!
__¿Qué quiere decir que están vivos??
__¡Sí claro, no soy un criminal!!
__¡Pensé lo peor!!
__No no la mayoría esta bien. Solo me quedo con objetos de valor. Y bueno siempre hacemos algún trueque. Tu capitán acaba de levar anclas
__¿Y porqué no me he podido ir con el?
__Porque eres parte del trueque…prometí tratarte bien y es lo que haré… ahora te iras a dar una baño y a cambiarte de ropas…
__¿Señor?
__¡Dime!
__¿Estaré mucho tiempo aquí?
__No lo sé…__ dijo el Capitán Charles encogiéndose de hombros y sonriendo.
Entró nuevamente el desgarbado guardia. Me llevó hasta un lugar. Allí me despojo de las ropas. Con una estopa pasó por mi cuerpo unas especias espumosas de agradable aroma. Volcaba agua sobre mi cuerpo. Se detuvo un tiempo en mis carnosas nalgas. Luego en mis bolas, que dicho sea de paso estaban un poco llenas de tantos días sin tener acción. El guardia sonreía y percibió mi creciente excitación.
Dejo a un lado la estopa. Ahora eran sus manos. Rugosas. Dedos largos. Flacos. Era alto. Uno de sus dedos jugaba ya en mi agujero exaltado. Receptivo. Caliente. La otra mano acariciaba mi pecho. Masajeaba mis tetillas. En tanto yo con mis manos, acariciaba por sobre la tela del pantalón la poronga creciente de aquel hombre.
Por fin bajé su vestimenta y saltó aquel pedazo de carne. La tomé con mi boca. La bese. El hombre se quejó. Se tensó sintiendo mi boca en su pedazo largo. Venoso. Duro. Envolví la cabeza de aquel miembro. El guardia apoyó su espalda en unas maderas que había en aquella especie de baño. Sus bolas peludas fueron devoradas. Los gemidos del hombre se elevaban. La vara saltaba de un lado a otro realmente erecta.
Ahora me hundía la pijota en la boca. Tragaba y el guardia empujaba mi cabeza contra su tronco alzado. La saliva chorreaba por el suelo. Las rodillas me dolían, pero no dejaba aquel pedazo. Realmente caliente quería sentir ese pedazo dentro mío. Con mis dedos iba abriendo mi ojete que llevaba días descansando. Necesitaba sentir aquel vergón dentro de mi. Deje aquel instrumento y me puse de pie. Pensaba que aquel hombre me poseería de inmediato. Cuando le di la espalda me corrió amablemente.
__¡No puedo tocarte!¡Eres del Capitán!¡El es primero!!__ dijo. Sonreí y con mis manos ataqué su barra. La masajee. Volví a caer frente a ese animal endurecido. Mame sin descanso y la descarga del guardia llegó presurosa incontenible. Larga. Pesada. El gruñido del hombre fue increíble. Lo chupe hasta vaciarlo. Hasta la última gota. Respiro un momento. Se recompuso. Acomodó sus ropas. Ayudó a secarme acariciando mi cuerpo alzado. Se detuvo unos instantes en mi pija dura. Volvió a clavar unos dedos en mi culo. Pero al momento me soltó. Me paso ropa. Luego volví a salir detrás de el.
En la mesa, estaba el Capitán Charles. Me invitó a sentarme en el otro extremo. Comimos despacio y tranquilamente. Bebimos vino a discreción. Hablamos poco.
De vez en cuando el Capitán me miraba y sonreía. Luego de comer, el Capitán Charles encendió una pipa. El humo fue haciendo dibujos por el aire.
__¡El Capitán de tu barco, me encargo seriamente por ti, ¿Porqué será?
__¡No lo sé Señor!
__¡Ese tono inocente que tienes!!
__¿No quiero faltarle el respeto Capitán!!
__¡No, no me lo faltas!!__ el hombre me miraba, mientras echaba el humo hacia el techo. Estaba con una bata brillante. Su pelo largo recogido.
__¡Pero ven, acércate!!__ dijo el Capitán en un momento. Me puse de pie y me fui acercando lentamente. Adivinando lo que aquel hombre querría. Me detuve delante de el. Toco mi cara. Despacio fue acariciando mis mejillas. En tanto no dejaba de fumar. Daba largos suspiros. Tocaba mis labios con sus dedos perfumados con tabaco. Acarició luego mis hombros. Fue quitando lentamente mi camisa. Paso sus dedos por mis tetillas que ya estaban parándose. Su mano fue bajando hasta mi ombligo. Yo entrecerraba mis ojos gozando. Mi verga se alzaba urgente.
__¡Tienes una suave piel!!!¡¡Eres tan joven!!¡¡Un bocado distinguido!!__ mi pantalón cayó sin problemas. Mi desnudez delante de aquel hombre se mostró tal cual era. Sus manos se abalanzaron sobre mis nalgas calientes. Apretó la carne. Las acarició de forma relajada y sensual. Paso sus dedos por mi ojete. El anillo se despertó lujurioso. Observaba su rostro transfigurándose a cada caricia. Su bata se movía a la altura de la entrepierna. El Capitán ya había dejado sobre la mesa la pipa.
__¡¡Ven, ven aquí, más cerca, dame tus labios, bésame, vamos chiquillo, ven…!!__ el hombre me tomo de la cintura y yo quedé cerca de su boca. Me incliné apenas y su boca me tragó. La lengua de fuego me alcanzó y me fagocito.
Así parado el me besaba y gruñía como animal. Me mordía la boca y me chupaba la lengua. Totalmente alzado. En un momento sin dejarme tomo una de mis manos y la dirigió hasta una portentosa verga que estaba tan dura como una piedra. La acaricié. Comencé a masajear aquella víbora gruesa y eléctrica.
Los gemidos del Capitán me avisaban que la estaba pasando de maravillas. Le gustaban mis caricias. Yo apretaba aquella masa de carne. La movía de arriba hasta abajo. La soltaba y sola volvía a mi mano aquel garrote. Ahora el Capitán Charles con su mano apretaba mis manzanas. Abría mi canal. Se metía dentro de mis nalgas.
Su vergaza palpitante latía en mis manos. Aceleraba las embestidas. Mi mano movía el pistón. Lo sacudía. El hombre clavó algún dedo dentro de mi. Me tensé. Largue un largo gemido. Mezcla de suspiro y gritito de loca, de salvaje.
__¡¡Chúpame, chúpame, vamos, chiquillo, chúpame…!!!__ casi rogo aquel desquiciado hombre. Me coloqué de rodillas. Lentamente lleve aquella dureza a mi boca. La olfatee. Lamí la cabeza gorda. La bese. La acaricié con mis mejillas. La sacudía. Los gritos del hombre eran estruendosos y exagerados. De alguna forma apretaba mi cabeza contra el. Yo tragaba aquella tranca deliciosa.
__¡¡Ahhh, eres bueno, un demonio y un ángel a la vez, te voy a dar mi leche!!!__ el Capitán se sacudía. Vibrante. Llegué a sus huevos armados y redondos. Su caño lanzaba llamaradas de fuego. El se sentía poderoso, dueño de mi. Era el macho cabrío. Haciendo de mi lo que se le antojaba. Las bolas chorreaban saliva. El palo estaba por estallar. El quería darme su néctar.
Fue tomándome los cabellos y apretando los dientes. Así fue largando su líquido. Me apresuré a tragar. Tomé lo que mas pude. El se retorcía en el sillón. Su tronco lanzaba
chorros salobres. Espumantes. Mucha miel que succioné hasta el final. Luego de aquello seguí limpiando el sable con un amor y con una dedicación absoluta. Quedé un rato jugando con aquella tremenda vara que aún latía gigante y no se daba por vencida. Aquel macho era insaciable. Acariciaba su paquete con mi pija dura entre las piernas. Besaba las pelotas del hombre que seguía en éxtasis.
Me tomo de los hombros. Otra vez me puso de pie. Buscó mi boca y nos besamos irrefrenablemente. Lanzando estrellas por el aire. En un respiro pude hablar
__¿Soy su prisionero?__ pregunté
__¡Eres un dulce prisionero!!
__¿No me dejara libre nunca?
__¡¡Tal vez cuando me haya saciado!!__ dijo el hombre y me clavo los dedos en mi anillo fulgurante. Un rato estuvo cogiéndome con sus dedos y su vara enorme no dejaba de tensarse y moverse alocadamente sin rumbo.
Fuimos a los aposentos. Allí nos tiramos en la cama amplia. Acaricié su pecho ancho. Chupé sus tetillas. El gozaba de aquellas caricias. Volvía a tomar con mis manos su garrote firme. De acero. Los dedos jugaban en mi culo dilatado. Me los metía profundo. Mi boca succionaba sin descanso aquellos pectorales sabrosos.
Unos instantes después me giró y puso mi cola a su altura. Hundió su boca en mi aro oscuro. La lengua entró avasallante. Hurgando. Hundiéndose sin miramientos en mi cola ya abierta. La saliva que chorreaba abundante por mi agujero insaciable. Atrapé su poronga y la metí en mi boca para chuparla una vez más.
El Capitán jadeaba y sus ronquidos eran atronadores. Parecían truenos en una tormenta. Clavaba sus dedos jugando con mi abertura. Ya abierto por completo volvió a dejarme un instante. Se colocaba ahora , con su espalda apoyada en las sábanas claras. Su mástil apuntando rabioso. Supe que debía montarlo. Me acerqué a el.
Lo mime un rato más haciendo que aquel hombre se retorciera y pusiera sus ojos en blanco y casi que me rogaba que dejara la lanza y que ya la clavara en mi ojete lleno de deseo y lujuria. Lancé escupitajos sobre el pecho de aquel Capitán pirata y el con sus dedos tomaba y los llevaba a la boca. Saboreando mi esperma.
Apoyé su tremendo garrote en mi entrada. Empujé. Hice fuerza. Mi anillo se fue tragando la cabezota entró allí.
__¡¡¡Ohh dame tu culito prieto. Es tan bonito. Ahh, comete mi miembro, ahh!!!__ entro por fin la manguera. Mi canal estaba lleno. Abierto. Lo recorría a lo largo. Se ensanchaba. Empecé a cabalgar lento. Tomando mi tiempo. Sintiendo el gusto a aquella pijota enterrada en mi cola. El abría mis nalgas. Las sobaba y apretaba con desquicio. Daba largos suspiros. Apretaba los dientes. Deseando demorar su acabada. Yo franeleaba sus tetillas. Las pellizcaba mordaz. El daba grititos cerrando los ojos. Su serpiente dentro de mi me daba latigazos en el espinazo. Me estrellaba de placer. Era una brutal cogida. La sentí inflamarse un poco mas. Sus explosiones empezaron a llenar mi túnel. La leche salía endemoniada. Volcaba y volcaba. Sentí como se escapaba por los costados. El bicho baboso salió de mi cuerpo. Fue una catarata de fluidos yéndose. El Capitán me abrazo y me arrastro hacia sus labios. Nos sofocamos. Sin dejar de besarnos. Chuparnos las lenguas sin descanso. Quedamos así un largo largo tiempo.-