El grumete 3
El chico sigue dandole placer a los integrantes de la nave...
EL GRUMETE 3
Las tareas se realizaban sin descanso. Cuando el barco estaba detenido había que mantener limpio la cubierta y todos los rincones que generalmente no se limpian. Ahora a decir verdad el trabajo no era tan pesado. Encima estábamos sin Capitán `porque aún el hombre no había regresado de sus aventuras fuera de la nave.
Hacía unos cuantos días que el Capitán se había dedicado a sus paseos y sus encuentros amorosos con las damas de la isla.
Ryan el timonel se había fugado en un bote a tierra firme. Me sentía solo. Llegó la noche despiadada. Las aguas tranquilas se movían meciéndose suave. Baltasar el cocinero se hamacaba levemente. Había colgado su hamaca en la cubierta.
Canturreaba una canción que apenas se escuchaba y se empinaba un pequeño barril.
__¡Baltasar! ¿Cómo has estado?
__¡Muchachooo, que dices!!
__¿Qué estas tomando?
__¡Ah!¡Un poco de ron!
__¿Me das un poco!
__¡Claro, claro! Es feo beber solo. Ya he bebido mucho. Pero aquí se esta tan bien…__ me empine el barril. El líquido ardiente me quemó la garganta. Igualmente el sabor era rico. Debo decir que me gusto.
__¡Y muchacho!¿Que tal?
__¡Rico, rico. Sabe bien!!
__¡Ahhh!! A mi me gusta tanto. Los hombres de mar nos dedicamos bastante a la bebida…
__¡Seguro!
__¡Otros a lo que pueden. Por ejemplo a las niñatas!!
__¿Qué dices?
__¡No quiero entristecerte, tu sabes, el Capitán…
__¡Baltasar, dilo ya, que?
__Pues que el Capitán se ha ido, en busca
__De mujeres y eso conmigo que tiene que ver
__ Digo que el es asi
__Y esta bien. A mi no me preocupa…
__¿No?
__¡Claro hombre! La vida sigue, además, ya volverá…
__¡Ahh, muchacho ven aquí!...__ me abrazó estrujándome. Era un hombre grande.
__¿Y tu?__ pregunté
__¿Yo qué?
__Tienes alguna familia en algún sitio…__ su mirada se turbó. Se empinó el barril y luego pasándose el puño por la boca gruesa me miro. Sus ojos se volvieron vidriosos. Un loco recuerdo tal vez paso por su cabeza vaporizada con el ron.
__¡Ohhh, muchacho, me has hecho recordar a mi mulata, extraño esas caderas. Ese culo enorme, ahh! ¡Qué belleza de hembra. Me vuelve loco!!
__¿Y aquí?
__ Y aquí no siempre tengo la ocasión. Las muchachitas no sobran. Y los muchachitos tienen compromisos…__ acarició mi cara con sus gruesos dedos inflamados.
__¡Vaya, vaya, estas borracho!!
__¡Un poco. Pero los muchachitos también me han hecho gozar!!
__¡Bueno, tal vez yo podría ayudarte!¡Si acaso te guste un poco!
__¿Tu?
__Sí yo Baltasar…
__¡Creí que estabas solo con el Capitán!!
__¡Hombre, hombre!!__ diciendo así me acerqué a su boca y lo bese largamente. Sus gruesos labios cubrieron los míos. Su gusto a alcohol me atrapó y un vaho demencial lo cubrió todo. Su olor a macho brotaba de los porosa de aquel negro como la noche. Baltasar me abrazó fuertemente. Sin quitar su boca de la mía. Las lenguas chispearon. Arrancaron gemidos y suspiros hondos. Profundos. Una de mis manos llego a sus hinchados pechos. Su tetilla estaba tan dura de la excitación que deseaba meter eso en mi boca. Seguí acariciando un poco su barriga. El negro Baltasar gemía y se movía en la hamaca que ya no estaba tan quieta.
Me detuve a propósito en su hondo y ancho ombligo. Lo recorrí con mis finos dedos. Baltasar rugía frenético y caliente. Su baba bañaba mi boca sin dejarme. Su lengua se hundía, me perforaba. Su agitación era conmovedora y arrasadora.
Una víbora larga encontré por fin en mi recorrida. Mi mano se aferró a esa espada. El hombre se agitó un poco más encabritado. Salvaje. Primitivo.
__¡Eres un astro acariciando!!
__¡Quiero dejarte feliz!!
__¡Sigue así. Hazme feliz. Haz feliz a tu negro Baltasar.!!__ mis caricias fueron creciendo tanto como nuestra calentura. Bese el pecho del cocinero. Sus tetas infladas exhalaban placer. Su fuerte olor era tremendamente enloquecedor. Chupe las tetillas poderosas. Sin dejar su poronga que estaba tan dura como una roca granitea. Serpenteaba en mis dedos agiles y perversos.
Lamí su hendidura. Aprese sus bolas magnánimas. Llenas. Redondas. El hombre se agitó. Casi cayéndose de la hamaca, que se movía como si estuviera en tormenta bravía.
Mi boca llegó a la serpiente y tragué su cabeza brillante en la noche de luna. Mame aquella vara rocosa. Venosa. Mientras mis manos se regodeaban con las bolas enormes. La saliva empezó a lubricar aquella herramienta fabulosa.
__¡Ahhh niñote, haces que olvide a mi mulata, ahh, sigue sigue…!!
__¿En serio te gusta?
__¡Sí, sí, vamos, chupa, chupa!!!
__¡¡Tu sable es hermoso, me encanta chuparte!!__ las piernas del hombre se tensaban. Baltasar se revolvía para aquí y para allá. Su tronco parecía tener un resorte de tan duro que se encontraba. Saltaba para un lado y para otro. Era una soga gruesa y larga. La cabeza era tragada. El cocinero se enervaba. Inquieto. Caliente. Me metí las bolas en mi boca . el hombre se retorcía goloso. Colmado. Extasiado. Murmuraba palabrotas. Me metía sus dedos en los oídos y acariciaba fuerte mis cabellos.
En un momento se sacudió. Parecía un animal enorme en el mar. Su tranca empezó a largar chorros de leche. Mi boca recogió todo lo que pudo. Lo escuchaba gemir y rebuznar., un animal en celo. La serpiente no decayó. Quedo alzada como si nada hubiese ocurrido. Por el ojo de la misma algunas gotas fluían y las comí de buena gana.
Baltasar me atrajo hacia su boca. Todo esto lo hacía estando de pie. Al costado de la hamaca. Volvimos a besarnos hasta desangrar. Yo tomaba su enormidad viril. Con la mano lo sacudía sin dejarlo caer.
__¡Ven aquí, déjame probar tu culo!!
__¿Lo quieres?
__¡Claro que lo quiero, desde la primera vez que lo vi lo deseo!
__¡Eres un pillo enorme, bravucón!!__ me reía mientras el me alzaba como si fuera un pequeño pájaro perdido.
Mi ropa había caído al piso. Desnudo los dos el me colocó de tal manera que mi culo quedó frente a sus ojos. Frente a su lengua. Me fue lamiendo lentamente. Besando mis huevos ardidos. Pasaba su lengua en rededor de mi ojete inflamado y caliente. Su saliva se iba adentrando en mi a cada lamida. Casi sentado sobre su cara yo comía su enorme pijón. Lo sobaba y le daba grandes chupadas.
__¡¡Ahhh, tu anillo es tan dulce, ahhh, déjame probarlo y agrandarlo para que pueda cogerlo!!!
__¡Sí papi hazlo, es todo tuyo, cómelo, cómelo!!!__ su lengua se había posesionado de mi túnel. Penetrado y chupado se había abierto de manera descomunal. Su serpiente en mis manos era un resorte inagotable. Se movía de un lado a otro. Erguido. Baltasar resoplaba y gemía como loco. Mi lengua bañaba sus pelotas infladas nuevamente.
Sus enormes brazos me fueron acomodando. Abrí mis nalgas deseosas. Con mis manos guié la herramienta del hombre negro. Su cabezota rozó mi aro. Hice presión. La cabezota fue entrando. Mi calentura fue abriendo el camino un poco mas.
__¡¡Ohhh, despacio, despacio, clávala lento, déjame gozar ese culito hermoso que tienes niñote, ahhhh!!!—la verga del cocinero fue penetrándome hacia que mi cuerpo se sacudiera eléctricamente. Me fue llenando. Con mis dedos rozaba las bolas del hombre. Lo soportó unos momentos y luego me quitó los dedos. No quería acabar rápido.
Empezó a subir y bajarme de aquel mástil nervioso. Presto.
__¡¡Ohh, eres maravilloso!¡¡Que placer!!!
__¡¡¡Sí cógeme, cógeme, mi buen cocinero, ahh, me haces gozar, me haces gozar!!! Diciendo esto bañaba su pecho con mi leche espesa. Baltasar lamía lo que le había llegado a la cara.
__¡¡Así báñame con tu liquido muchacho, dame tu leche!!!
El enorme pistón entraba y salía de mi cola. Ya un poco roja y con una abertura importante. Sentía que aquella vergota me taladraba. Me sacudía. Me cogía un poco velozmente de a ratos y otra el hombrón negro se quedaba casi quieto. Me tomaba del cuello y acercaba su boca a la mía. Me mordía el cuello. Dejaba su marca en mi piel. Aquel cocinero estaba realmente enloquecido conmigo.
Su lengua se pasaba por mis labios jóvenes. Apretaba mis nalgas con sus manotas gigantes. De vez en cuando me daba una palmada suave. Volvía a embestirme. Sentía aquella tranca entrando. Profundamente. Hasta sus huevos que golpeaban mis carnes. Luego quieto otra vez.
__¿Te gusta niñote?¿Estas cómodo con mi verga?
__¡Claro que estoy a gusto!¡Me gusta mucho tu pijón!¡Me coges tan bien!!__ su lengua mordía mi oreja en tanto daba gruñidos y soplidos que atravesaban el aire de aquella noche gloriosa.
Su perno me clavaba de nuevo. Mis gemidos se mezclaban con la saliva de nuestras bocas y lenguas que se chocaban en besos, lamidas y chupadas feroces. Con mis manos abría mis nalgas. La espada se inflaba cada vez más dentro de mi. Baltasar siempre acostado acariciaba mis tetillas. Llegaba a ella y las mordía. Primero una que se erguía erizada. Luego la otra. En ese proceso dejaba de moverse dentro mío. Sentía latir aquella herramienta en mi interior. Eso me calentaba mucho más. Mi pija había vuelto a crecer y ponerse dura. El hombre la acariciaba con sus gruesos dedos. La tocaba y luego la apresaba y la movía. La sobaba.
Así continuaba con su vergón dándome y dándome lo que yo quería. Sentía en mi túnel abierto como se mezclaban nuestro jugos. Acariciaba mi espalda. Pasaba sus manos por mis caderas. Me levantaba de allí. Y volvía a bajarme sobre su estaca para clavarla profundamente otra vez en mi ojete sediento.
Yo volvía a acariciar sus bolas grandes. Baltasar me abrazaba. Estrujándome contra su pecho. Su cabello quedaba sobre mi boca. Hasta que volvía a tenderse y yo podía también prenderme de sus tetitas gorditas. Las apretaba a gusto. Eso lo volvía loco a aquel hombre negro. Con los dedos rozaba los botones que se ponían rígidos.
Mi boca se prendía de aquellas frutas maduras. Chupaba su pecho. Mordisqueaba aquellas redondeces. El gritaba casi. Sus gemidos retumbaban en la noche llena de estrellas y lujuria.
Su vergota aceleraba las embestidas. Cabalgaba sobre aquella poronga sublime. El se aferraba cada vez mas fuerte a mis caderas.
Mi lengua no dejaba de saborear las puntas ennegrecidas y parecidas a botones negros. El se sacudía en mi interior. Sentía como se inflamaba un poco más su tremenda pija. Sabía que tarde o temprano acabaría.
Baltasar me serruchaba cada vez mas furioso. Ahora si se prendía a mis nalgas. Yo apoyaba mis manos en su pecho. Lo apretaba y el apretaba mi culo. Acelero y acelero las embestidas. Gruñendo sentí los escupitajos de su liquido dentro de mi canal.
El se movía. Gritaba. La leche salpicaba y llenaba mi ojete colmado..
Sobrevino el silencio. Nos quedamos en calma. Aún el estaba dentro mío. Me atrajo hacia el y nos besamos. Ahora un poco mas calmados. Sentía como su instrumento se iba desinflando. La leche iba chorreando entre mis nalgas.
__¡Baltasar, eres un salvaje!!!
__¡Tu no te quedas atrás pequeño. Eres muy ardiente!!!__ mientras nos acariciábamos en la noche, en las sombras, nos observaba con su verga totalmente alzada el oficial Jean, no tardo en sacarla y avanzar sobre nosotros…