El gran sábado de Maite (1)

¿En qué ambiente se movía aquel jovenzuelo para tener el descaro de ir a buscar a su amante casada a su propia casa, presentarse a su cornudo marido y llevársela tras anunciar su promesa de una gran satisfacción sexual?.

  • Encantado de conocerlo señor. Maite me ha hablado mucho de usted.

  • El gusto es mío. Le ha hablado mal supongo.

  • No, que va. Lo ha alabado mucho. Sobre todo por su gran generosidad.

Maite acababa de presentar su amante, Tomás, a su marido Luis. Tomás había ido a buscarla a su casa para salir ese sábado noche a correrse una juerga loca como él la había prometido. ¿Qué cómo se había llegado a situación tan sorprendente?.

Maite había atrapado a su marido en un lío con su secretaria y estaba dispuesta a solicitar el divorcio. Para él eso hubiera sido nefasto, ya que Maite era la propietaria del 80% de la acciones de la floreciente empresa que él dirigía en calidad de administrador único. Tras días de súplicas y negociación Maite accedió a no divorciarse si él le concedía a ella por escrito libertad para tener todas las aventuras que quisiera. Es decir, responder a los cuernos puestos clandestinamente con una cornamenta pública y consentida de multitud de puntas.

Las aventuras de Maite se hicieron cada vez más osadas y desvergonzadas. Primero se folló a todos los amigos de su marido, siguió por los empleados de la empresa incluida la secretaria que provocó la situación, pasó a los clientes y ahora se entregaba con ardor a muchachitos que ligaba en las discotecas sin el menor reparo a su edad y posición social.

Tomás, su actual amante no tendría más de 20 años. Para que su marido, de 50, estableciese comparación, le había citado en su propia casa para irse juntos después.

  • ¿Y qué chochón, estás ya lista?

  • Tengo que terminar el maquillaje, tomaos una cerveza mientras.

  • ¿Llevas bien rasurados tus bajos, coño grande?. No veo la hora de comerme ese coño tan enorme y apetitoso.

  • Si, mi niño. Tengo todo el monte de Venus sin un solo pelillo y dispuesto para que tu boca se beba todo el caldo que destila cuando tu lo manejas.

  • Oiga señor, no entiendo como permite usted que una señora de bandera como ésta se vaya conmigo a follar. Le agradezco mucho su generosidad, pero yo no entiendo como desaprovecha semejantes carnazas.

  • Pues ya ves. Cosa de ella. Parece que no le basta conmigo. Respondió Luis no sabiendo muy bien si contar el pacto con su mujer y sus antecedentes o mejor quedar como cornudo consentidor.

  • Yo la pegaría de ostias y la tendría encerrada en su habitación con los agujeros bien llenos. La verdad es que, pese a su edad, esta hembra está de merecer cantidad de polvos.

Maite no cabía en si de vanidad de que, aun con tan burdo lenguaje, aquel jovencito alabase su anatomía ante el infiel marido. La verdad es que la mujer era un monumento a sus 42 años. Bien cuidada por la regalada vida con solo dos hijos a los que no tuvo ni que cuidar porque para eso podía pagarse niñeras, deportes, saunas, y salones de estética muy visitados habían conservado bien su cuerpazo: De 1,78 de estatura, grande por todas partes pero de carnes bien distribuidas, grandes tetas naturales con agraciado desplome, de enormes aréolas oscuras y pezones gordos como un meñique cuando se excitaban. Vientre deliciosamente curvado sin gramo de grasa, pandero enorme y elevado. Muslones largos, macizos y rematados en piernas robustas de grueso tobillo. Todo ese gran volumen de carne magra envuelta en una piel morena, sedosa e inmaculada. En fin, un océano de carne apetitosa y acogedora para perderse en él chupándolo y comiéndolo hasta el fin de la eternidad.

Salió de su acceso de inmodestia al escuchar a su marido:

  • Chico, tiene los agujeros muy conocidos para mi. Te cuento un chiste sobre el presidente yanqui Roosvelt, el primero de ellos: Visita una granja experimental de producción de huevos de gallina. Le cuenta el gerente: Cada gallo hace 20 inseminaciones al día. Interviene la mujer de Roosvelt: ¿Qué te parece comparado con los hombres?. El presidente, imperturbable, pregunta al gerente: ¿Y todos con la misma gallina?

  • Jaaajaaaa. Muy bueno. Pero yo, además de su esposa tengo a mi novia.

  • Me parece heroico que puedas satisfacer a las dos, pero tienes unos 20 años, veremos a mi edad si no te ponen los cuernos no una, sino dos mujeres.

  • Jaajaaa, me alegro de que tenga usted tan buen sentido del humor. Realmente lo admiro por la elegancia con que se toma el hecho de que yo venga a su casa a llevarme a follar a su esposa.

  • Ese es un problema de ella. Si sigue fornicando con gente tan poco discreta como usted.

Tal y como se ponían las cosas, Maite decidió que no tomasen juntos la cerveza ofrecida y tomando de la mano a Tomás con sus largos y cuidados dedos terminados en un perfecto lacado de uñas color perla se lo llevó con ella al baño para terminar de acicalarse.

  • Imbécil, no tienes por qué provocar a mi marido, en realidad bastante aguanta desde que comencé a añadir puntas a sus cuernos. En lo más íntimo le tengo cariño y, si de alguien entiende la crueldad es de mi, que tengo razones, pero no de ajenos, y menos si me van a joder de inmediato. ¿Qué planes tienes?

  • Tengo pensado hacer una fiesta en casa de mi novia, sus padres están fuera y es un gran chalet. Será para ti una sorpresa.

  • ¿Sorpresa?¿En qué sentido?.

  • Será el día de tu vida en que te quedes más satisfecha de sexo. Lo demás no te lo digo porque dejaría de ser una sorpresa.

  • Bueno. Anda y sal que voy a mear antes de irnos.

  • Déjame verte mear y comprobar que tienes ese enorme chocho bien pelado.

  • Está bien. Mira y verás como está suave y gordo como las cachas de un bebé.

Maite no dudó en mear en la taza del inodoro mientras el jovenzuelo miraba atentamente la salida del dorado líquido en cascada desde aquella gran vulva descaradamente prominente sin camuflaje alguno. Pero en determinado momento la señora se puso graciosa y separando los labios con sus atractivos y enjoyados dedos y subiendo las caderas, la cascada se convirtió en un chorro bien concentrado que bañó la cara del muchacho.

Tomás se enfadó, no por haber sido meado en la cara, sino por el olor que su ropa desprendería el resto de la tarde. Maite le pidió disculpas por la gracia y, después de lavarse fueron los dos a pedir prestada una camisa al marido. Éste accedió a regañadientes, comentando algo sobre "encima de cornudo, descamisado".

El bueno de Luis regresó con tres camisas para que eligiese el amante de su esposa y unas cervezas para tomar mientras ella terminaba de acicalarse. Tomás seleccionó una de las camisas y al mudarse, Luis apreció los atléticos atributos del muchacho y los tatuajes que éste ostentaba en torso y brazos, todos ellos relativos al sexo.

  • Y dígame Luis, usted no tiene una amante.

  • Si, mi secretaria, pero Maite se la tira también. No se como se la ligó, pero ahora la compartimos.

  • Su esposa me dice que aún se acuesta con usted, que le quiere mucho.

  • Bueno eso dice. Yo también la quiero pese a lo zorra que es y los ornamentos que me pone en la testa.

  • ¿Quién folla mejor, su secretaria o ella. Se han acostado los tres juntos alguna vez?

  • Maite es mucho más experta y más guarra, pero tiene los agujeros muy abiertos. Mi secretaria tiene 22 años y un chichi y un culete bien cerraditos. No nos hemos acostado los tres, pero no es mala idea, se lo sugeriré algún día.

  • Nunca he visto a Maite con una mujer. Hoy tengo intención de follarla junto con mi novia y que me hagan un numerito lésbico, y después quiero que la follen unos amigos. Es una sorpresa.

  • Espero que tengas en cuenta el uso de condón, no me gustaría coger el SIDA u otra cosa.

  • Ya sabe que a Maite no le gusta el condón. Quiere siempre notar el esperma dentro. No se preocupe, mis amigos y yo temenos un círculo cerrado de relaciones y todos somos de garantía.

  • Ya estoy lista. Dijo Maite apareciendo en el salón rutilante y vestida de infarto.

  • Luis, no bebas mucho esta noche. No están los niños y cuando te quedas solo le das demasiado a la botella, deberías salir con tu secretaria.

  • No puede. Tiene que ir con su novio al curso prematrimonial en la parroquia.

  • Bueno. ¿Nos vamos, polla brava?

  • Déjame comprobar que no llevas bragas.

Maite se levanto su escasa falda y mostró su desnudísima vulva sin ningún recato. Tomás no pudo resistirse a hacerle una caricia en tan atractivo lugar y Maite se abrió de pierna para facilitarle la maniobra.

  • Bueno, bueno. Dijo Luis, si seguís así acabaréis en mi cama.

  • Venga vamos, mi semental. Vamos a esa fiesta prometida. Quiero pasarlo hoy a lo grande y dejarte después secos los cojones.

Maite tomó de la mano a Tomás y lanzando un beso a su marido se marcharon. En el coche Maite se subió bien la falda para mostrar su coño pelado a cualquier conductor que tuviese un vehículo alto. Últimamente se había aficionado al exhibicionismo. Ni siquiera se tapó cuando pasaron a buscar al hermano de Tomás, Julio, que tenía unos 17 años.

En el trayecto, Tomás jugueteaba con el chumino de Maite y de cuando en cuando metía un pare de dedos que daba a chupar a su hermano para que comprobase que buen sabor tenía su amiga. Julio preguntó a su hermano si le dejaría follar a la señora y éste le respondió que dependía de ella. Maite, ya muy caliente le dijo que dependía de la herramienta que tuviese y Julio quiso enseñársela de inmediato, así que abrió su bragueta y mostró un músculo bien trempado y mayor que el de su hermano. Maite, desde el siento de delante se volvió para agarrar la tranca y comenzar a pajeársela con sus hermosas manos de uñas impecablemente lacadas cuya visión sobre su propia herramienta hizo que Julio la endureciese más si cabía.

Después de manosear bien al excitado, largo y gordo salchichón, Maite se puso a lamerlo entre los dos asientos, por lo cual tuvo que levantar bien las nalgas ofreciendo un buen panorama de su negro agujero bien peladito a los otros conductores. Un autobús se golpeó con el auto de delante por la distracción del chofer.

Llegaron a casa de la novia de Tomás, Laura, antes de que Julio se corriese y protestó por dejarle a medias, pero Maite le prometió que más tarde le atendería a dedicación completa. Laura era una morenita preciosa y llena de curvas aunque de escasa estatura, a pesar de sus solo 17 años presentaba ya unas tetas muy apreciables.

Tomás presentó a sus dos hembras que se besaron descaradamente en al boca palpando sus respectivas lenguas el paladar de la otra. Laura aprovechó también para manosear las grandes nalgas de la amante de su novio.

  • Qué cuerpazo tienes Maite, no me extraña que mi novio se haya encoñado contigo. Si te folla como a mi te gustará.

  • Pues tu estás de miedo nena. No sé cómo Tomás puede con las dos.

  • Bueno, también le ayuda su hermano y algún amigo conmigo. ¿Tu no has probado todavía con alguno de sus amigos?.

  • Aún no, espero que en la fiesta de hoy me presente alguno y hagamos un trío.

  • Huy alguno. Tenemos bastantes invitados. Qué quieres tomar.

Mientras Laura preparaba la bebida pedida por Maite, ésta se puso a bailar con los dos hermanos, quienes no paraban de magrearla, sobre todo Julio que seguía con la polla enhiesta y atrapada por el pantalón. Maite, advirtiéndolo le bajó la bragueta y se la sacó para que no estuviese comprimida.

Cuando Laura se incorporó al grupo se sentaron los cuatro en un sofá a beber y tomás aprovechó para pedirlas el número lésbico que estaba deseando presenciar. Ninguna de las dos puso objeción y Maite se levantó delante de ellos para iniciar un strep tease y caldear más el ambiente. Lenta y voluptuosamente se desprendió de su escasa ropa: solo blusa y faldita dejando sus medias negras de malla ancha con liguero a juego. Laura quedó impresionada por la enorme vulva de la querida de su novio.

Advirtiendo Maite la cara de pasmo de la chica se dedicó a abrir sus labios con toda la obscenidad de que pudo hacer gala para mostrar su oscuro interior y la sonrosada prominencia de su meato urinario. Por último descapuchó su clítoris y mostró a los espectadores su glorioso tamaño, acorde con el resto de su gran humanidad. Girándose y poniéndose a cuatro patas enseñó a los chicos sus rotundas nalgas que separó con sus propias manos para mostrar descarnadamente su agujero trasero.

Mientras Maite se frotaba la vulva metiéndose los dedos de cuando en cuando, Julio y Tomás ya habían desnudado a Laura y amasaban un pecho cada uno. Cuando Maite se metió un dedo en el ano Laura se arrodilló en el suelo tras ella sin necesidad de animarla y su lengua tomó el lugar del dedo de Maite cuan esta lo sacó del ano para pasar nuevamente a sobarse la vulva frenéticamente.

Laura no tuvo mucha paciencia en su empeño de embutir la lengua en el ano de Maite y metiendo dos dedos de cada mano en el agujero posterior de la señora separó el esfínter para introducir holgadamente su cálido y ansioso apéndice. Mientras, los hermanos se habían tumbado boca arriba con su cabeza bajo la dama y succionaban fuertemente o mordisqueaban los esplendidos y jugosos pezones tan aparatosamente rodeados de su inflamada y generosa aréola y primorosamente colgantes en toda su enorme masa. Maite quería agarrar alguna de las pollas, pero eso significaba prescindir de la atención a alguno de sus pechos. Se conformó cuando Tomás, además de chupar y morder le comenzó a follar la vagina con los dedos.

Maite pronto comenzó a expulsar sus jugos cuyos chorretes se deslizaban por los macizos muslazos y Laura se apresuró a dejar el ano para lamer tan preciado néctar, subiendo desde la cara interna de los jamones a la fuente de aquel manantial. Para ayudarla en la tarea Maite bajo su pecho asfixiando casi a los dos hermanos con sus gruesas aldabas sobre sus caras.

No tuvieron más remedio que salir de debajo de ella. Tomás ofreció su polla a la boca de Maite quien se apresuró a mamar profundamente tras lamerla un ratillo. El chico notaba como la golfa aquella succionaba su glande tan potentemente que temía que toda la sangre se le acumulase allí. Por su parte el hermanito se dedico a tan enérgico amasado de las colgantes ubres que parecía querer ordeñarla mientras la dueña de los cántaros ordeñaba a su vez su pene con una mano y se apoyaba en el suelo con la otra.

Laura se colocó mejor, esta vez bajo ella, para seguir comiéndose aquel sabroso y copiosamente regado manjar que constituía la vagina de la señora. Su lengua se introducía sin dificultad en toda su longitud ya que Maite era una consumada experta en dilatar o cerrar el esfínter a voluntad. Dada la enorme abertura que sus orificios podían alcanzar, no tenía más remedio que ser ducha en aquel arte o sus amantes hubieran sentido que se follaban el túnel del metro.

Tan agradable menester fue interrumpido por una llamada a la puerta a la que no se hizo caso hasta que se puso insistente.

Tomás: Laura, Llaman a la puerta y por la insistencia debe ser la pandilla.

Laura: Vete tu a abrir.

Tomás: Si voy yo mi hermano se hace dueño de esta boca golosa donde tengo guardada mi tranca.

Laura: Pues que vaya el. Y no me jodais que tengo la lengua ocupada y no puedo hablar.

Rrrrrriiiiinnnng. Rrrrrriiiiinnnggggg. Rrrriinnnnnnng.

Tomás: Joder Julio, ve a abrir.

Julio: La anfitriona es Laura. Esta no es mi casa.

Laura: Cabrones. Con lo buenos que son los jugos de esta vieja.

Laura fue a abrir y, naturalmente, Julio metió su tranca en el caliente agujero que Laura había trabajado. Entró una alegre y alborotadora pandilla que no esperó a las presentaciones para que algunos de ellos comenzaran a comentar el cuerpazo de Maite y el trabajo que le hacían los dos hermanos. Entre las chicas, la mayoría comentaba que Laura era muy generosa dejando a su novio follarse a la señora casada. Maite barruntó que casi todos ya sabían su asunto con Tomás. Lo que es cierto es que los dos hermanos no dejaron de trabajar a Maite durante las salutaciones, ni ninguno de los recién llegados se sorprendió de la escena. Maite también dedujo que aquello sería una gran orgía y que esa era la sorpresa de Tomás.

El nuevo grupo lo formaban unos 12 chicos y 4 chicas. Todos aquellos muy agradablemente follables, al parecer de Maite y con la poca perspectiva que le permitía la polla de Tomás ocupando su boca. Entre las chicas era singular la presencia de una chiquita negra de no más de 16 años pero de un cuerpazo tan tremendamente grande como el de Maite. Enseguida la catalogó como una competidora en cuestión de quien se llevaría más esperma al final de la jornada.

Mientras Maite seguía siendo follada, parte de la panda se puso a bailar y beber y alguno, después de aprovisionarse de bebida se apuntó como colaborador o espectador de la actividad de la mujer. No tardó en tener varias manos, tanto masculinas como femeninas sobando sus nalgas, tetas, barriga y cualquier cosa salvo los agujeros, ya que Laura había recuperado la vagina, esta vez por debajo del gran cuerpo de la dueña, y expulsado a Julio quien ahora, sin el impedimento de la chica, pudo usar el culo de la dama.

Cuando los dos hermanos, tras propiciar tres orgasmos de Maite se corrieron dentro de sus respectivos agujeros, dos de los nuevos chicos intentaron ocupar las plazas vacantes, pero Maite estaba cansada de la posición y, ante el desencanto y protestas de Laura, privada del manantial de su coño, se levantó para tomar nota de lo que pasaba a su alrededor y, en todo caso, adoptar otra postura para seguir copulando.

De un solo vistazo percibió que la tal fiesta tenía poco de eso. En realidad era una orgía y estaba pensada así desde antes de empezar. En ese momento todo el mundo se encontraba despelotado y en una u otra posición y de una u otra manera, entregado al sexo. Sin embargo si percibió que, mientras dos chicas tenían a un solo varón dándoles caña y otra a dos, el resto se amontonaban alrededor de ella y de la negrita ...., bueno negrita por la edad y negraza por el cuerpo. El reparto era equitativo: Cuatro se encargaban de la negra y otros cuatro estaban expectantes alrededor de ella, sentada en un sofá y bebiendo una copa mientras tomaba fuerzas. Laura, como los dos hermanos vaciados, había quedado inactiva temporalmente y se quejó de que Maite estuviera manchando el sofá con el esperma de Julio que salía de su ano. La chica tomó la resolución de pedir a Maite que se levantase, inclinarla sobre el respaldo del sofá y sorberle el culo para evitar el derrame de semen. Inmediatamente dos manos de chicos diferentes se hicieron cargo de sus pendulones pechos y otra intentó –y consiguió meter dos dedos en su vagina -, pero Maite estaba más pendiente de la actividad de la negra.

CONTINUARÁ.

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