El gran auto café (2)

(confesiones/control mental/fetichismo/jovencitas) esta segunda parte, es un poco breve, pero con contenido interesante, el erotismo va avanzando y cada vez se va metiendo mas dentro de mi ser

pasaron un par de semanas despues de mi primer maravillosa experiencia sin saber nada de el. Hasta que un día, camino a la escuela, el me estaba esperando, mi corazón se emociono, lo vi y me quede petrificada, me saludo y me abrió la puerta, no dije nada ni el dijo tampoco nada, como si nada hubiera pasado, solo platica trivial, eso me molesto mucho, por dentro estaba que ardía de coraje, quería reclamarle, gritarle, casi hasta golpearlo, mi rabia era enorme, pero la contenía ¿Cómo era posible que después de lo que paso con el regalo de la ropa interior no me vio en dos semanas? ¿Cómo era posible que ni siquiera un comentario hiciera ahora?

Llegando a la escuela, me iba a bajar sin decir nada, cuando me detiene de la mano y me dice: "quiero ver tu ropa interior", esta vez no sentí emoción, quise ignorarlo, hacer como que no escuche, quería demostrarle mi coraje, pero algo dentro de mi necesitaba ese juego, y no sabía ya si eso volvería a suceder otra vez, lo desee tanto durante estas semanas, que me dispuse a hacer lo mismo de la vez anterior, abrí la puerta y baje mi pierna despacio, pero me detuvo y me dijo: "no, no así, quiero verla en mis manos". Me regrese, me quede viéndolo fijamente con expresión de pregunta, sentí como algo caliente subiera desde mi estomago por mi pecho hasta mi cuello “anda, que esperas” me dijo, me senté en el asiento sin despegar la mirada de sus ojos, cerré la puerta, levante mis caderas y metí mis manos bajo la falda del uniforme, recorrí mi ropa interior hasta mis rodillas, me senté nuevamente, todo esto sin dejar de verlo fijamente a los ojos, como retándolo y al mismo tiempo pensando “esto quieres?”  Y levante mis piernas ligeramente, deslice mis panties por mis medias, por mis zapatos, todo muy lento, sin que se me viera nada y se las puse entre sus piernas, presionando para que entraran (mis panties) entre ellas. Sin dejar de verlo, abrí la puerta, baje una pierna despacio, apoye mis dos manos en el asiento del carro, gire mi cadera dando la espalda hacia la calle, levante mi trasero y baje la otra pierna, arqueando mi espalda, saliendo de auto literalmente de nalgas, no me importaba si alguien me veía, no me importaba si se daban cuenta de lo que estaba haciendo, pero quería que el viera lo que yo estaba haciendo y que otra persona podía verlo.

Gire rápidamente con un desplante de superioridad, dejando que mi cabello suelto volara  y camine hacia la entrada de la escuela exagerando el movimiento de mis caderas, sin voltear a verlo, sin esperar a que me dijera algo. Todo ese día fue excitante otra vez, en clases me pasaba pensando en lo que hice con él, me sentía sucia pero sexy sabiendo que no traía nada abajo y que nadie lo sabía, pero que si no tenia cuidado, podrían darse cuenta, era como un juego, Tengo que decir que es bastante difícil andar así en la escuela, todos los hombres están al pendiente del más mínimo descuido de las chicas para poder ver debajo de las faldas, hay escaleras que subir y todos los alumnos lo hacemos al mismo tiempo, hasta los profesores están esperando un leve descuido de las alumnas que muestre su parte prohibida.

Ese día fue especial, hasta cuando me sentaba en mi silla de metal, el frio en mi trasero desnudo me excitaba, cuando caminaba por el pasillo del tercer piso, sentía como el aire entraba por abajo y varias veces amenazaba con levantarme la fada y dejarme en evidencia, es algo curioso, cómodo e incomodo al mismo tiempo, es sexy, excitante, prohibido, libre.

Ese día no esperaba verlo, estaba segura que me castigaría por mi desplante, o simplemente desaparecería como solía hacerlo, pensé que me iba a hacer lo de la ocasión anterior, ya lo veía venir. Llego la hora de la salida, espere a que todos bajaran para poder yo bajar las escaleras, me dirigí a la salida siempre recordando el no traer nada debajo de mi falda, cuando para sorpresa mía, lo primero que veo en la puerta, es el gran auto café, ahí estaba el, con las manos detrás escondiendo una flor pero que no pudo pasar desapercibida por mis amigas, las cuales me preguntaron que quien era, no les conteste, evadí a respuesta diciendo que era alguien que mi papa había enviado por mí, no me creyeron e hicieron burla, hicieron notar lo de la flor y con una sonrisa que no pude ocultar, me limite a decir que no sabía nada, que quizá iba a ver después a su novia, me despedí y me dirigí hacia él, haciendo una seña con mi rostro de que disimulara lo de la flor, que no hiciera nada sospechoso, el me entendió y se fue a su lado, yo subí al carro sola y arrancamos.

No me comento nada al respecto, más que nada, el jugaba con mi mente, yo veía la flor que había dejado sobre el tablero, pero no me la daba, no comentaba nada de ella, el silencio era desesperante, hasta que abrió la boca y pregunto que como había estado mi día, solo respondí que bien, que normal, quise entrar en su juego, ahora sería mi venganza, si él esperaba escuchar de mi algo acerca de una experiencia causada por la ausencia de mis panties, se iba a quedar con las ganas, porque no diría nada. Pero la conversación, dio un giro, directamente me pregunto, que si me había gustado andar así, le dije que no le había dado importancia, que no era nada del otro mundo, incluso me atreví a decirle que ya lo había hecho antes, aunque esto último era una mentira.

Siento que mi venganza surtió efecto, aunque el demostrara total indiferencia, llegando a la casa, le pedí mi ropa interior, pero no me la dio, insistí y me volteo a ver con una mirada fuerte, como de regaño, pero al mismo tiempo paso sus manos hacia el asiento trasero y tomo una caja que yo no había visto, me dijo: "ahí hay otro regalo, mañana quiero que lo uses" la historia fue la misma que la de primer regalo, “no la abras hasta mañana, te la pones, paso por ti”, etc, etc.

Ya era octubre y a veces hacia frio por las mañanas, muchas de nosotras llevábamos unas medias gruesas blancas largas bajo el uniforme, nos era permitido usarlas en estas temporadas, así como ropa un poco más invernal pero que pareciera parte del uniforme. Tengo que aclarar esto por lo que seguirá a continuación.

Estuve sumamente tentada a abrir la caja en ese momento, como en una represalia por lo que había “sufrido”, mas recapacite y me di cuenta que eran esta clase de emociones las que me estaban dando vida, así que decidí esperar, esa noche no me fue difícil dormir como la vez anterior, creo que aun seguía algo molesta. Por la mañana desperté, y olvide la caja, me metí a bañar muy normal, Salí, seque mi cuerpo, abrí mi closet y saque mi ropa interior, pero cuando iba a ponerme el uniforme, vi la caja, una pequeña emoción recorrió mi cuerpo, aunque tengo que aceptar que no fue igual a la primera vez.

Abrí la caja esperando ver más ropa interior, y así fue, solo que esta vez, no era exactamente lo que esperaba, era lencería, era un corsé blanco con un liguero, y medias blancas, pero ¿cómo iba yo a usar eso? Sabía cómo se usaban, pero jamás en mi vida me había puesto algo así, inclusive yo sentía que eso era para gente grande, que lo usaban las novias en la luna de miel, pero jamás alguien de mi edad.

Cuando me coloque el corsé, me sentí extraña, pero excitada, el corsé tenia junto el bra, es decir, era una sola pieza, cada botón que abrochaba, sentía como iba apretando mi cintura, era una sensación cómoda, firme. Me puse la tanga (porque esa si era de tanga) pero me coloque las medias altas para el frio de la escuela en vez de las de seda que traía el paquete y les abroche los seguros del liguero, me pare frente al espejo, una vez más desconocía a la persona de la imagen, ¿acaso era una modelo de una revista?, No lo sé, pero no era yo, era contrastante aquella cara de niña con un cuerpo apenas formado y ropa de mujer. Encima de eso comencé a ponerme mi uniforme, jamás imagine en mi vida hacer algo así, de hecho, jamás en la vida me había atrevido siquiera a usar tanga en la escuela (entiéndase por tanga, la ropa interior de hilo, que va entre las pompas)

Así salí a la calle, estoy segura que nadie había usado en la escuela un corsé y liguero bajo su uniforme, me sentía nuevamente excitada, el sentir los resortes del liguero en mis piernas estaban provocando que mi ropa interior se humedeciera.

A una cuadra de mi casa, el ya me esperaba en el auto café, ya tan parte de mi,

me subí y disimuladamente subí un poco mi falda como si no me hubiera dado cuenta, dejando ver el liguero, logre ver que sus ojos se clavaron en mi pierna, el mantenía fija la mirada en ella, pero tenía que voltear a ver el camino, creo que eso fue desesperante para él, cuando voltee a ver la ventanilla y me vi en el espejo, me veía radiante y pude notar que tenía una enorme sonrisa, en ese momento me di cuenta que ya no recordaba el coraje, ya no estaba molesta, pero ahora los papeles se cambiaban, era yo quien jugaba con él.

Ya casi llegando a la escuela, me dice: "hoy vas a ser alguien diferente, ya estás en momento" no respondí nada, pero lo veía con una sonrisa algo picara, como frunciendo los labios y sonriendo al mismo tiempo, esperando que dijera mas al respecto, como era de esperarse, no dijo nada, llegamos a mi escuela y espere que me dijera que bajara del auto de forma sensual o algo como lo que acostumbraba decirme, pero nada dijo, no di mucha importancia.

Toda mañana en la escuela estuve pensando en sus palabras, ¿Qué sorpresa me daría ahora? Yo creo que ese año fueron mis peores calificaciones por estar siempre distraída, durante las clases me sentaba con las piernas juntas, ya que si las cruzaba, se notaria el liguero, era como un juego que el ejercía sin estar ahí, me controlaba ahora hasta en mi forma de sentarme, y eso me excitaba, me gustaba el sentirme incomoda, entre clase y clase, me paraba a caminar y sentía el liguero en mis piernas. Volteaba a ver a mis compañeros pensando que se darían cuenta, pero no era así, veía a mis amigas y me preguntaba si sabían lo que se sentía traer una prenda como esta, pero reaccionaba y me contestaba a mí misma, era obvio que ni siquiera lo habrían imaginado alguna vez, las veía tan inocentes como yo lo era. Ansiaba la salida, una vez más los minutos pasaban lentamente, la ilusión de el tiempo cuando una está desesperada, es como una tortura china, como la gota que cae sobre algo, al principio inofensiva, pero al final mortal.

Finalmente, el timbre salvador se escucho, rápidamente me pare y tome mis cosas, y me dispuse a bajar, no me importaba si en las escaleras veían lo que usaba debajo, quería llegar a la salida, no puedo decir si era sorpresa o no, pero el no estaba, me dio tanta rabia que se me salieron lagrimas de coraje, mis amigas me veían extrañadas, aunque siento que ya sospechaban algo, era muy evidente, algunas solidarias me preguntaban que si estaba bien, otras no decían nada, rechine los dientes y apresure el paso, no quería dar explicaciones.

Cuando iba caminando hacia mi casa, me sentía ridícula usando esa ropa debajo, me sentía usada, quería detenerme en alguna parte y arrancar el liguero, y ponerme otra ropa interior, quería romper el corsé y permitir que mi agitada respiración fluyera, estaba tan concentrada en mi coraje que no me di cuenta que al final del parque por donde tenía que pasar, me esperaba el auto café. No sé si llore de coraje o de gusto y cuando me di cuenta, estaba casi corriendo hacia él, fue algo raro.

Me subí al coche enojada pero con una sonrisa y los ojos húmedos por las lagrimas,

Me pregunto que por que lloraba, solo respondí que por nada, no creo que le haya importado mucho o quizá el ya sabía la respuesta, después me pregunto que a qué hora llegaban mis papas, yo imagine que me iba a llevar a algún hotel, creí que tenía ganas de tomarme al fin, el solo pensar en eso, hizo que mi ropa interior se mojara nuevamente, aunque en realidad, nunca dejo de estarlo en toda la mañana. Respondí que llegaban siempre como a las cuatro. Encendió el carro y comenzó a conducir, con su clásico silencio.

Pasábamos por una avenida donde van los autos van muy rápido y nadie se detenía, los autos iban tan veloces que nadie ponía atención de lo que pasaba dentro de los demás autos. Me dijo, "híncate en el asiento y saca la cabeza por la ventana", como era costumbre después de una orden nueva para mí como lo era esa, me sorprendí y lo mire con cara de pregunta, pero lo obedecí sin cuestionar, me gire hacia la ventanilla, apoye mis manos en el borde y me arrodille, con las piernas juntas, sacando mi cabeza como si fuera un perro de los que pasean en carro, estoy segura que desde donde él estaba, tenía una vista maravillosa, aunque no estaba tan inclinada para que se me levantara demasiado la falda, si permitía ver la parte trasera de mis muslos, enmarcados por los resortes del liguero.

Me metió la mano bajo la falda, y me toco el trasero, era la primera vez que sentía su mano tocándome, cuando lo sentí, mis rodillas se doblaron un poco, mi estomago se tenso y mis ojos se cerraron mientras mi boca se abría soltando un pequeño gemido, casi imperceptible, me acaricio ambas pompis desnudas, ya que traía la tanga, después de un momento de acariciarme asi, me bajo la tanga de varios jalones, ya que al parecer, por tener la otra mano en el volante, se le dificultaba la tarea. Me la bajo hasta a mitad de mis muslos, y volví a sentir la mano cálida y enorme tocando mis curvas redondas, sentí como me tocaba con el dorso de su mano la parte interior de mis muslos y luego subía por en medio de mis piernas, sentía su mano, yo me mojaba mas y mas, al fin sentí sus dedos tocándome mi vaginita pero sin meterlos, cuando trate de voltear, me regaño y me dijo enérgicamente que no volteara, así lo hice.

Yo estaba muy excitada, un hombre mayor estaba tocándome, yo, una simple niña con un hombre grande, me sentía poderosa como cualquier adulta. Estaba yo en mis pensamientos  cuando sentí sus dedos abriendo mis labios. Finalmente metió un dedo en mi estrecha y húmeda vagina; cerré mis ojos y de mi boca salió un gemido que no pude contener, era una imagen que quedaría plasmada en mi mente para siempre, la velocidad del carro, el aire golpeando mi cara y agitando fuertemente mi cabello, los autos que a pesar de que no  prestaban atención, volteaban a ver la cabeza de una chica fuera del coche café. No sé qué pasaría por la mente de esos conductores.

Ese dedo hurgaba dentro de mí, como si buscara algo dentro, lo sentía en mis paredes internas de arriba y bruscamente en las de abajo, algo tocaba que me doblaba mis rodillas, las cuales hacia lo posible por mantener firmes, al mismo tiempo entraba y salía, a veces rápido a veces lento, sentía que topaba en el fondo y muchas cosquillas, dolor, placer y una extraña sensación que no puedo describir.

Así anduvimos por las calles un rato y yo no me cansaba, sentía que mis rodillas me dolían un poco, pero creo que la excitación servía como un calmante del dolor, a pesar de todo, esto, después de un buen rato, empezaba a ser monótono, yo necesitaba más, ya ansiaba que me llevara a algún lugar y ahí me hiciera suya, lo necesitaba, mis labios se lo pedían (y no me refiero a los de mi boca). En ese momento, sus dedos salieron de mi y sentí como resbalaban por mis paredes, una ligera brisa llego a mis partes y esa sensación de vacío en el estomago me hizo sacar nuevamente un gemido. Comenzó a hablar, cuando escuche su voz, pensé “al fin”, yo esperaba que me preguntara a donde quería ir, o si estaba lista o que me propusiera alguna otra cosa como las que acostumbra, esperaba su orden, y así fue, hablo para darme una orden, desgraciadamente, no era la que yo esperaba “ya siéntate y acomódate” dijo, “ya es hora de llevarte” su comentario me dejo atónita, ¿Cómo? ¿Solo así? ¿Así me iba a dejar?

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Aunque no esperaba eso, no fue algo que no hubiera hecho antes, así era él, simplemente no era lo que pensaba, mi mente había volado, pero haciendo memoria, jamás me prometió algo, solo menciono que ya estaba en momento, ¿pero momento de qué?, Obviamente no me llevaría a un hotel, mi imaginación me había jugado una broma, me hizo imaginar algo que yo quería que pasara, no algo que él dijo que pasaría. Ahí pensé que aun faltaba para llegar a mi casa y que quizá ahí, en ese trayecto, me daría la sorpresa. Así que obedecí, me senté, me iba a acomodar la ropa interior, pero no me dejo, me detuvo mis manos que se dirigían hacia debajo de mi falda mientras arqueaba mi espalda, me dijo que así me fuera, lo obedecí como es costumbre y mi corazón latió nuevamente, si me pedía eso, es porque si tenía algo preparado para mi, ¿Qué sería?

Llegamos a mi casa y no hice el intento de bajarme, lo miraba a la cara esperando algo, yo pensaba “ya estamos aquí, ya me voy a bajar, ya no me hagas esperar más, la duda me mata” en un segundo vi sus labios comenzando a abrirse para decirme algo, pero solo abrió su boca en silencio durante unos segundos, como dudando en lo que me diría, esos segundos fueron eternos, cuando al fin hablo, dijo: "bájate, ya me tengo que ir, te veo mañana"

Sentí como mi temperamento cambio de inmediato, sentí el coraje que se apoderaba de mi en segundos, mis ojos se abrieron, mi boca se cerró y la apreté fuertemente con un gesto de odio y la respiración era tan profunda que parecía que no dejaría de aspirar. Me dio mucho coraje y él lo noto. Antes de que dijera algo, busque a tientas la forma de abrir la puerta, me baje enojadísima y azote la puerta, mi ropa interior estaba a media pierna pero no me importo. Corría a la entrada de mi casa y sentía como el resorte de la tanga me impedía estirar bien las piernas, abrí la puerta y la cerré de golpe, retumbaron todos los cristales, arroje mi mochila al suelo y subí corriendo las escaleras, entre a mi recamara, me saque los zapatos con los mismos pies, sin usar las manos y sin desabrochármelos,  me quite la blusa por arriba sin desabotonarla, con dificultad, pero mi coraje me cegaba, no me importaba si la rompía, arranque el botón de la falda y me la quite y como pude me quite el corsé, arranque varios botones en la desesperación, zafe las medias y me tire a la cama, estaba muy molesta, grite y llore hasta que me quede dormida. Sobra decir que después desperté cuando llego mi mama, y todo lo de la tarde no tiene relevancia, excepto que tuve que coser el botón que se arranco de la falda del uniforme.

el relato aun no termina, esperen la siguiente parte, y espero siga siendo de su agrada

les agradecere mi alimento, el cual son los comentarios que ustedes hacen