El gordo, el flaco y el feo (Primera parte)
Nada me importa, solo tener una verga que me de placer, un macho que me abra muy bien las piernas y me clave para hacerme sentir mujer
No hay nada más cierto que aquello que dice que no se puede juzgar un libro sólo por su portada y que las apariencias engañan. Lo malo de esto es que cuando uno conoce a una persona y se forma la idea errónea, la desilusión puede ser grande y la insatisfacción es bastante incomoda.
Alejandro llegó a mi oficina, era el reemplazo de un compañero que había sido trasladado, y desde ese primer momento impactó a todas las mujeres de mi lugar de trabajo por su atractivo. Era un hombre alto, con un cuerpo cultivado en gimnasio por muchos años, ojos verdes y una cara hermosa, de hombre, de macho. Desde que lo conocí me fascinó, me excitó y decidí que le iba a abrir mis piernas a ese hombre tan atractivo. Comencé a mostrarle mis piernas y a mover mi culo en frente de él. Por las noches cuando tenía sexo con mi esposo, pensaba en Alejandro y me imaginaba que me estaba clavando. El era casado y me decía que por esa razón no podía pasar nada entre nosotros. Eso me gustó más; aparte de ser atractivo, era un hombre dedicado a su esposa, pero yo le decía que ella seguiría siendo su esposa, que solo quería sexo y nada más.
Después de unas dos semanas de casi caminar con la falda subida en frente de Alejandro y de decirle que fuéramos a culiar, él me besó en la oficina y me agarró el culo y me dijo que no aguantaba más. Por la noche fuimos a tomar algo y luego entramos a un motel. Todo hasta acá era maravilloso, iba a tener a este atractivo macho entre mis piernas y estaba excitada, estaba mojada.
En el motel sucedió lo habitual, besos apasionados, caricias. Nos desnudamos y me tiró en la cama con fuerza, se colocó encima de mí y me lo metió. Comenzó a moverse rápido y me lo metía durísimo.
- Aaaahhhh aaaayyyyy aaaayyyyy papi, asiii ricoooo
Comencé a disfrutar la penetrada que me estaba dando, gemía, gritaba del placer, por fin tenía a este hermoso hombre dentro de mí. Pero de pronto sentí un chorro caliente recorriendo mi cuca y al mismo tiempo oigo a Alejandro emitir un sonido ronco y fuerte, lo vi y su cara mostraba el placer intenso. Si, se estaba viniendo, estaba llenando mi cuca de semen y no habían pasado ni dos minutos, yo estaba lejos de llegar a mi orgasmo y apenas comenzaba a disfrutar de su verga. Terminó de soltar su semen, me dio un beso, me lo sacó, se volteó y se recostó mientras que yo quedé insatisfecha, sorprendida y con una mezcla de tristeza, vergüenza y rabia. Todo lo que yo había hecho por seducir a ese hombre y me sale con estas.
En fin, esa noche no podía haber terminado peor, yo me fui a mi casa y él a la suya. Cuando entre a mi cuarto, afortunadamente estaba mi esposo, nos saludamos e inmediatamente le cogí su verga la cual se paró al instante, me desnudé y me monté en la verga de mi marido. Lo cabalgué durísimo, quería saciar toda mi excitación. Lo cabalgaba rápido y duro, mi culo estallaba cuando mi cuerpo bajaba y me introducía su verga hasta el fondo.
Luego mi marido me coloca debajo y comienza a metérmelo muy duro y rápido.
- Métemelo duroooo, reviéntame la cuca, reviéntame toda por favor… aaaa… aaaaayyyy ayyyy
Y mi macho lo hizo, me lo metió durísimo, literalmente me reventó la cuca porque hizo que me doliera, me lleno con su rico semen y pude saciar mis deseos de verga, quedé satisfecha y pude dormir para pensar al día siguiente en lo que había pasado antes con el tal Alejandro.
El lunes, cuando regrese al trabajo, me recibieron con música, pero no era nada de música romántica, me recibieron con una canción que se llama “muñeco de vitrina”, es interpretada por un artista llamado Darío Darío. Es una canción que habla de un tipo atractivo, pero que como hombre no funciona, esto me hizo preguntarme el porque estaban haciendo que la escuchara.
- Oiga Gustavo, porque me recibe con esa canción?
Gustavo era un hombre con barriga de cervecero, era también algo pasado de kilos, cabello negro encrespado y no era muy alto, era el conductor de un pequeño camión que transportaba artículos delicados. Desde que Alejandro había llegado al trabajo, y todas las mujeres nos habíamos interesado en él, Gustavo comenzó con sus chistes hacia mí, diciéndome que me debería fijar en un hombre de verdad y que hombres serios era lo que había.
- Pues susanita, usted fijándose en el tal Alejandro, perdiendo el tiempo y por estos lados hay hombres de verdad que darían todo por usted.
- Y eso a usted que le interesa? Como así que perdiendo el tiempo? Usted que me quiere decir?
- Hagamos una cosa, quiere saber? Acépteme ir a almorzar hoy y le cuento
- Listo, vamos a almorzar, pero deje de molestar con sus chistes y con sus cancioncitas.
Le acepte la invitación para que me contará que era lo que sabía, porque la verdad me intrigada bastante, además también quería saber quien más sabía algo o si alguien más sabía lo que me había pasado o tal vez todo era un simple chisme y Gustavo lo estaba utilizando para invitarme a almorzar.
Durante el almuerzo estuvimos conversando de muchas cosas, una charla interesante para mi sorpresa, además que me hizo reír mucho. Pero lo que me contó sobre Alejandro si que me sorprendió. Me dijo que se había enterado que era malo en la cama porque ya se había culeado a muchas mujeres del trabajo y ellas habían regado el cuento de que cuando estuvieron con el, no habían sentido ni cosquillas.
- Y eso que tiene que ver conmigo? – le pregunté a Gustavo
- Susanita no te hagas, tu estabas detrás de ese tipo como loca y además ustedes salieron el viernes, no es difícil adivinar en qué terminó todo. Y pues las otras viejas no me importan pero usted si, porque usted me gusta y yo no haría eso que hizo ese tipo, si tengo algún problema, miro a ver como lo resuelvo.
Eso que dijo Gustavo me gustó, de resolver el problema que sea. Si un hombre no funciona en la cama, que trate de resolverlo. Por lo menos a mi no me importa si se toma una pastilla o hace cualquier cosa, el caso es que me clave duro y me satisfaga.
Gustavo todo el tiempo me hizo reír, aparte que me trataba muy bien y de cada cinco palabras que hablaba, por lo menos tres eran halagándome y diciendo lo hermosa que le parecía. Ya cuando salimos del restaurante, comenzó con cosas más pesadas como por ejemplo diciéndome que quería ir a pasar la noche conmigo, o que el si era un hombre de verdad. Cuando llegamos al edificio donde trabajamos me despedí con un beso en la mejilla, pero cuando me voltee para irme a mi oficina, el me dio una pequeña palmada en mi culo.
- Oiga Gustavo que le pasa? No se equivoque
- No me equivoco en nada, mas bien venga y le digo algo
Y diciendo esto me tomo de la mano y nos metimos al ascensor, el colocó el piso a donde iba, el cual era el parqueadero donde se cargaban las cosas en los camiones.
- Mira susanita, vamos a hablar. Usted me gusta mucho y no es justo que usted se fije en un tipo como ese
Nos quedamos en silencio mientras el ascensor abrió la puerta y llegamos al parqueadero. Cuando salimos le tomé una mano y lo besé en boca. Gustavo no era atractivo, era gordito, pero creo que sentí el efecto que producen en mí los hombres atrevidos y que me dicen que estoy muy hermosa.
Gustavo de inmediato respondió el beso y comenzó a besarme apasionadamente. Sus brazos rodearon mi espalda y me abrazó fuerte mientras recorría toda mi boca con sus labios e intentaba succionar todo lo que encontraba a su paso. Sentía sus besos calientes y llenos de deseo, su lengua comenzó a recorrer mi boca y a enredarse con la mía mientras sus manos empezaron a bajar suavemente por mi espalda hasta detenerse en mi cintura. Me tomo con sus dos manos y me apretó fuerte hacia el, haciendo que nuestros cuerpos estuvieran muy juntos y yo pudiera sentir como su verga estaba lista para hacer feliz a una mujer.
Sus besos estaban haciendo que mi boca se derritiera por el calor y la pasión que Gustavo tenía hacía mi. Sus manos se deslizaron suavemente otra vez hasta llegar a mi culo. Sin pensarlo, subió mi falda y me agarro el culo por encima de mis medias y mi tanga. Detuvo su delicioso beso por un instante.
- No puedo aguantar, ven acá, vas a llegar un poco tarde a tu oficina.
Me tomo de la mano y nos dirigimos a una puerta; era la puerta de una bodega donde se guardaba alguna carga. La abrió, encendió la luz y apenas cerró la puerta, se abalanzó hacia mí como una fuera que quiere devorar su presa. Me beso de nuevo con más pasión de la que había tenido antes. Me subió otra vez la falda y me apretó el culo, luego bajó sus manos y acarició mis piernas mientras su lengua recorría toda mi boca y sus besos calientes me estaban destruyendo los labios. Comenzó a darme pequeños pellizcos en mis piernas y luego me dió dos nalgadas en mi culo para terminar apretándolo nuevamente pero mucho más fuerte. Me empujó y me recostó contra una pared, metió sus manos por dentro de las medias y me agarro el culo de nuevo. Su boca caliente y llena de pasión se despegó de mi boca, recorrió mi mejilla y luego lamió mi cuello para después comenzar a dar pequeños chupones. Sus manos terminaron de apretarme el culo y comenzaron a acariciar mis piernas. Subí mi pierna izquierda y él la agarró para sostenerla mientras la apretaba fuerte.
Yo estaba disfrutando demasiado de ese momento, de ese hombre, quería que continuara con el inmenso placer que me estaba dando, estaba entregada a él y no quería que se detuviera por nada. Sus manos me quemaban, su boca hacía que me derritiera y su pasión terminaba con cualquier pudor que pudiera quedar en mí.
Soltó mis piernas y con sus manos comenzó a desabotonarme la blusa, lo hacía de una forma delicada mientras yo con mi mirada le decía que era suya que me diera placer.
Cuando mi blusa estuvo abierta, subió mi brasier y comenzó a chuparme la teta derecha mientras apretaba la teta izquierda. Mordió mi pezón y apretó el de la otra teta. Yo emití un leve quejido, pero era más el placer que sentía que el dolor. Chupó y apretó ambas tetas, luego me beso nuevamente y me apretó por la cintura. Me movió de la pared donde estábamos y me llevó hacia una mesa. Me colocó de espaldas hacia él, se acercó, me apretó nuevamente las tetas y comenzó a besarme él cuello. Detuvo sus besos y subió hasta la cintura mi falda. Apretó mi culo y le dio dos nalgadas. Comenzó a desabrocharse su pantalón y se lo bajó. Yo ni siquiera voltee a verle su verga porque lo único que quería era que me lo metiera ya. Yo estaba excitada, estaba mojada, yo misma sentía el olor a sexo que se desprendía de mí, solo estaba ansiosa por tener la verga de Gustavo adentro.
Con mi falda completamente subida y mis tetas al aire, él comenzó a bajarme mis medias al mismo tiempo que bajaba mi tanga. Lo hacía con delicadeza pero al notar que no bajaban rápido, se ayudó con su pie para bajar mi ropa más rápido hasta que llegó abajo. Luego el se agachó y me quito las medias y la tanga de una de mis piernas, luego se puso de pie nuevamente y me abrió las piernas.
Uy me lo clavo delicioso, me lo metió con fuerza, llegó al fondo de una, con tan solo la primera embestida había dilatado por completo mi húmeda cuca y había llegado hasta el fondo. Su verga era gruesa y estaba tiesa y dura como un pepino. Cuando me lo metió solté un grito de dolor y de placer. Él agarró mi culo, lo acariciaba, luego se agachó un poco y apretó mis tetas, me beso el cuello, me acarició las piernas y luego agarro mi culo de nuevo, le dio un par de nalgadas.
- Que culo, que piernas, como me encantas mi amor, me fascinas Susana… que piernotas… uy este culooo
Y diciendo esto comenzó con sus salvajes arremetidas, comenzó a clavarme su verga con fuerza, con movimientos rápidos, duro, hasta el fondo. Me estaba metiendo una culeada deliciosa y brutal, sus movimientos eran de una bestia descontrolada, me lo metía y me lo sacaba duro y yo sentía como esa verga gruesa rozaba las paredes de mi cuca la cual estaba a punto de sacar fuego.
Me tomo por la cintura y se detuvo un momento, comenzó a hacer giros con su cadera y yo sentía que su verga era como un Taladro abriéndose paso, sentía delicioso porque mi cuca se abría un poco más. Volvió con sus embestidas duras y brutales y mis nalgas estallaban cuando me lo metía hasta el fondo y su cuerpo gordo chocaba con el mío.
- Ayyyy Ayyyy Ayyyy Ayyyy ayyyyy Ayyyy papiiii ayyy Ayyyy ayayayyyy ayyyyy oooohhhhh aaashhhhhh ricooo durooooo – gemia yo como poseida
- Mi amoooorrrr susanaaa te amooo me fascinaaasss….. Que culoteeeee que piernotaaasss que cuconooon
Y arremetió su embestida, me tomo de los hombros y me lo metió con más fuerza, me lo metió mas duro y yo tuve un orgasmo delicioso e intenso. Mi cuca comenzó a tener las contracciones de una rica venida. Gustavo se dio cuenta de esto y paro con sus metidas, sacó su verga de mi cuca, me volteó para que yo quedara de frente a él y sentada al borde de la mesa. Me beso apasionadamente, luego chupó y apretó mis tetas, subió mis piernas a sus hombros y me lo metió. Su verga se introdujo de un solo golpe hasta el fondo y comenzó nuevamente con su mete y saca fuerte y rápido. Por primera vez vi su verga, era gruesa, venosa, tiesa, carnuda, deliciosa y me excitaba aún más verla como se metía en mi cuca y me daba todo el placer que me estaba regalando.
Cuando Gustavo sacaba su verga para volver a meterla duro, salía llena de fluidos, salía llena de mis líquidos de sexo y de excitación. Con mis piernas abiertas y en los hombros de Gustavo, con mi falda subida, mis tetas al aire y mi tanga y mis medias bailando en una de mis piernas, él me lo metía de una forma descomunal, me lo metía demasiado duro y demasiado rápido. Yo tuve que recostarme en la mesa porque no aguantaba el placer que me estaban introduciendo. Mis tetas ahora se movían de arriba hacia abajo y me comencé a retorcer mas de placer cuando Gustavo, con sus manos, comenzó a sobarme mi clítoris mientras seguía con sus penetradas brutales.
Movía sus dedos en mi clítoris de forma rápida, pero a la vez delicada, haciendo que sólo sintiera placer. Inevitablemente tuve otro orgasmo, pero este vino acompañado de un delicioso squirt. Salió mi líquido mientras me venía y Gustavo sacó su verga de mi cuca para que el chorro saliera con más libertad. Cuando termine de venirme, él me tomó de las manos, hizo que me sentara y comenzó a besarme de una forma delicada, de una manera amorosa. Yo estaba totalmente destruida por la super culiada que me habían pegado y sabía que mi cuca seguiría recibiendo esa verga porque Gustavo no se había venido todavía. Me acordé de lo que había pasado con Alejandro y comparé esa mala experiencia con la mega clavada que este hombre, para nada atractivo, me había metido y supe que, así yo estuviera agitada, sencillamente por agradecimiento tendría que sacarle toda la Leche a Gustavo.
Así que mientras nos dábamos ese beso, agarré con mi mano derecha su verga, la cual todavía estaba parada y tiesa. Lo comencé a masturbar lo que hizo que Gustavo me besara con más pasión. Yo pare el beso, lo separe de mí y me baje de la mesa donde estaba.
- Tírate en el piso mi amor, quiero estar encima de ti
Y Gustavo coloco su ropa en el piso, se acostó sobre ella y yo de una me senté en esa verga tan deliciosa, en esa verga que estaba amando con mi alma por todo el placer que me estaba dando. Me la introduje hasta el fondo; no tuve problema para que entrara, mi cuca estaba dilatada y húmeda, así que entró toda sin ningún esfuerzo. Mi idea era sacarle toda la Leche a Gustavo, sacarle todo su semen y que me llenará la cuca, quería dejarlo seco. Comencé a moverme de abajo hacia arriba para sacarme y meterme su verga; mis movimientos fueron rápidos desde el comienzo, y yo comencé a sentir placer nuevamente. Mi cuca tenía una mezcla entre dolor y placer, pero me encantaba. El placer que comencé a sentir de nuevo hizo que me desesperara, así que mis cabalgadas ahora eran muy fuertes e intensas, la verga de Gustavo se introducía hasta el fondo y hacía que mi cuca quemara. Mi culo estallaba con el cuerpo de él cuando bajaba y su verga estaba totalmente adentro. Gustavo hacía caras de placer mientras su verga me taladraba completamente. Él me agarraba el culo y me estrujaba las tetas. Cuando me acarició y me agarró las piernas, comenzó a hacer un movimiento hacia arriba, queriendo meter mucho más su verga. Yo me quedé quieta y dejé que el llevara otra vez el ritmo de la culeada. Él se movía rápido y fuerte y su verga golpeaba mi cuca haciéndome temblar de placer y por los fuertes movimientos de Gustavo. En un momento me tomó por la cintura y con sus brazos intentaba hacerme bajar mientras con sus movimientos de cadera me metía más y más fuerte su verga. Me lo estaba metiendo durísimo.
- Ayyy mi amor ayyy mi cucaaaaa, me la vas a explotar
Gustavo hizo una cara de placer extremo mientras se movía y me lo metía con una fuerza hasta grotesca. Sentí su chorro de semen que salió a presión, salió con toda la fuerza de la pasión. Me llenó la cuca, era caliente, estaba hirviendo y esto hizo que me viniera otra vez, que tuviera otro orgasmo delicioso. El semen comenzó a chorrear por la verga de Gustavo y llegó hasta su cuerpo, mis piernas también se untaron con su leche. Yo quedé casi que inconsciente y me tuve que tumbar sobre su pecho.
Nos quedamos un rato juntos; yo recostada en su pecho y el abrazándome, acariciándome la espalda y mi cabeza. Cuando me repuse, lo miré a los ojos y lo comencé a besar, el respondió agarrándome el culo y pegándome unas nalgadas suaves, sacó su verga que chorreaba semen aún, nos seguíamos besándonos y acariciándonos. Lo volví a mirar fijamente a los ojos y le dije gracias por hacerme sentir mujer.
Comenzamos a vestirnos y nos dábamos besos, me hacía reír y me decía que me apurara para que no llegara tarde al trabajo.
- Mi Susanita, ve a tu trabajo. Te parece si esta noche nos vamos a un motel y pasamos la noche juntos?
- Pero Gustavo, tu tendrías problemas con tu esposa. Con mi marido no habría problema porque él se va de viaje esta tarde, pero tu esposa está en tu casa
- No te preocupes, déjame yo arreglo todo. Por pasar una noche contigo soy capaz de todo.
Y así quedamos para irnos al motel por la noche. Yo no pensé en nada mas durante toda la tarde, solo veía el reloj y deseaba que avanzara rápido para irme con mi gordo y que me clavara de nuevo de la misma forma en que lo había hecho a medio día.
La hora llegó y efectivamente Gustavo me llamo para que saliera. Cuando nos vimos nos saludamos como si fuéramos solo amigos, le dije que había un problema para nuestro plan, y era que yo no tenía ropa para venir a trabajar al día siguiente. Él me dijo que eso no era problema, que fuéramos a un almacén de ropa para mujer y que él me compraba lo que yo quisiera. Así lo hicimos, compré ropa nueva para el día siguiente, fuimos a comer y a tomar algo y nos fuimos rápidamente a un motel.
Cuando entramos en la habitación, Gustavo me tumbo en la cama y se tiró encima de mí. Comenzó a besarme el cuello y de una abrió mi blusa, esta vez la abrió con fuerza y los botones salieron a volar. Nos besamos en la boca apasionadamente, yo lo rodee con mis piernas y el comenzó a acariciarlas por encima de las medias, me las acariciaba todas y también llegaba hasta mi culo, el cual apretaba y pellizcaba.
- Susanita mi amor, acá estando más solos y sabiendo que nadie nos va a escuchar, voy a sacar toda la pasión que tengo por usted y ahora si le voy a reventar la cuca
- Cláveme ya, cláveme duro, yo solo quiero abrir mis piernas y que usted me lo meta duro
Me quitó la ropa con fuerza, hasta la rompió. Rasgó mi falda, mis medias, rompió mi tanga. Él se quitó su ropa y su verga estaba nuevamente dura y tiesa y lista para introducirse en mi cuca. No dejé que se montara encima de mí, lo que hice fue acercarme a él y comenzar a mamarle la verga. Se la lamí toda con mi lengua y luego la introduje por completo en mi boca, comencé a chupársela, a succionar queriendo sacar lo que hubiera adentro. Gustavo estaba de rodillas en la cama y mientras yo le chupaba su rica verga, él comenzó a moverse con sus caderas como si mi boca fuera mi cuca, mientas se la mamaba y él se movía también me agarraba de mi pelo y empujaba mi cabeza para que yo me introdujera aún más su verga dentro de mi boca.
Llené su verga con mi saliva y esto hizo que me la pudiera introducir por completo porque estaba cada vez más lisa, me la introducía hasta que estuviera toda dentro de mi boca a tal punto que me atragantaba. Gustavo comenzó a moverse un poco más rápido y me jalaba del pelo, yo le pasaba mi lengua por toda su verga, se la pasaba por la punta y por el glande, me la introducía y la succionaba, quería que se viniera en mi boca, quería probarle el semen a mi macho. Pero él tenía otra cosa diferente en mente. Me quitó con fuerza y me tumbo sobre la cama, me abrió las piernas, y comenzó a chuparme mi cuca. Me lamió mi clítoris de arriba hacia abajo y con su boca me lo chupó, me lo humedeció y con sus labios me lo acarició. Luego paso su lengua por mi cuca, introduciéndola un poco y haciendo círculos, rozando mis labios vaginales. Con su lengua recorría toda mi cuca, lamía mi clítoris y luego bajaba hasta mi cuca e introducía su punta. Dejó de lamerme y ahora comenzó a chuparme la cuca, la succionaba y movía su cabeza de un lado a otro con desespero mientras que al mismo tiempo pasaba su lengua y me rozaba los labios vaginales. Yo me retorcía de placer y le agarré su cabeza fuerte para que no dejara de hacerme sexo oral y él por el contrario, chupaba con más desespero y lamía mis líquidos y se los pasaba. Me seguía chupando la cuca con desespero mientras que con sus manos me acariciaba las piernas y luego subía y me apretaba las tetas. Yo estaba a punto de llegar a un orgasmo, mi cuca estaba lista para venirse, estaba lista para ser penetrada y esto lo notó Gustavo porque detuvo su delicioso sexo oral.
Me abrió aún más mis piernas y se montó encima de mí y sin pensarlo ni tener consideración alguna, me metió su verga con fuerza en mi cuca; llego hasta el fondo y yo emití un quejido de dolor, no importó que mi cuca estuviera húmeda, sentí un leve dolor. Gustavo comenzó a clavarme de la misma forma brutal como lo había hecho más temprano. Mientras lo hacía me besó e introdujo su lengua en mi boca; recorrió toda mi boca con su lengua caliente, mientras su verga destrozaba mi cuca con su mete y saca. Se colocó sentado en la cama sin sacarme su verga y colocó mis piernas en sus hombros, él estiro las suyas hasta que quedaron totalmente extendidas, se abalanzó sobre mí y comenzaron nuevamente las embestidas. Gustavo se impulsaba hacia arriba con la ayuda de su pies y de sus manos y me sacaba la verga y cuando me metía su verga gorda, era con toda la fuerza del peso de su cuerpo, porque después de impulsarse hacia arriba, él solo se dejaba caer para que su verga rompiera y destrozara mi cuca llegando hasta el fondo de mi cuerpo.
- Aaayyyyyy ayyyyyy me dueleeeee ayyyy aaaayyyyy aaaaahhhhh me duele…..no pares no pares…asiiii papiiii
- Mamasota ricaaaaaaaaa
Se detuvo y volvió a sentarse en la cama, ahora tomó mis piernas en sus manos y las abrió como el largo de sus brazos lo permitieron y comenzó con sus embestidas nuevamente. Movía sus caderas de una forma deliciosa, de una forma rítmica y solo movía sus caderas para metérmelo bien. Mis tetas se movían de arriba hacia abajo y nuestras miradas se encontraban mientras yo recibía su verga en mi cuerpo. Volvió a colocar mis piernas en sus hombros, pero no paró ni un solo instante su clavada. Colocó mis dos piernas en un solo hombro suyo, me las abrazó con sus brazos mientras seguía metiéndomelo muy duro, durísimo. Ahora solo me abrazó y me sostuvo las piernas con un solo brazo, el otro lo utilizó para acariciarme una pierna. Teniendo mis piernas abrazadas y sostenidas en un solo hombro, él se reclinó un poco para verme la pierna del lado contrario a donde estaban recostadas. Mientras me la veía, con su mano libre la acariciaba y la recorría y después comenzó a apretarla y a darle pequeños pellizcos. Cada vez que me acariciaba la pierna, sus embestidas aumentaban de intensidad, eran más duras, con más fuerza, ya eran unas metidas con rabia, como queriendo matarme a punta de vergasos. No paraba de mirarme la pierna, de acariciármela, de apretármela ni de pellizcarla.
- Susana mi amor, puta maldita, puta malparida, perrota deliciosa, puta rica, puta hijueputa, que piernotas, usted no sabe cuánto soñé con sobarle estas piernotas, puta callejera, piernona, puta, minifalduda…ooooooggggggg ooooooggggggg
- Cállese gran hijueputa, cabrón de mierda, cállese y rómpame la cuca más bien
Dejó de acariciarme la pierna y volvió y las abrió muy bien, siguió con su metida, con su clavada descomunal. Pasó sus brazos por debajo de mis piernas para sostenerlas y alcanzo a apretarme las tetas recostándose en estas. Y ahora me lo metía con más fuerza, sus movimientos alcanzaron la velocidad del sonido por lo menos y la fuerza de ochocientos rinocerontes. Llegue a un orgasmo delicioso que me hizo retorcer de placer y me hizo quedar inconsciente por un rato.
Gustavo seguía apuñaleándome, seguía matándome con la intensidad de su clavada y no parecía estar cerca su venida. Como yo ya había tenido mi orgasmo, mi cuca me dolía con la tremenda culeada que me estaban pegando, pero eso no le importó a Gustavo, al contrario, lo excitó más.
- Me duele, me duele, me duele, vente yaaaaa, lléname la cuca de semen…me duele, vente yaaaa
- Rico que le duela puta malparida, para que se dé cuenta quien en su hombre.
- Vente ya que me duele
Pero nada que se venía y este gordo no paraba de clavarme, parecía que tuviera el físico de alguien atlético. A mí me dolía ya mucho, así que le dije algo que pensé que lo iba a poner a tope, por fortuna funcionó.
- Uy papi, mi amor, te gusta estar clavando a esta minifalduda?, te gusta estar clavando a la que se pone minifaldas y tú la ves llegar todos los días, te gustan mis piernas?
Y diciéndole esto, y sin que él se detuviera o mermara su clavada, soltó un chorro de semen que sentí que atravesó todo mi cuerpo por la fuerza con la que salió y con lo caliente que estaba. No paraba de salir semen, me sentí completamente inundada.
Sacó su verga y se recostó a mi lado, nos miramos y nos besamos, nos abrazamos y duramos así un buen tiempo, sin decirnos nada, solo mirándonos y sabiendo que habíamos sentido un placer inmenso. Luego hablamos de muchas cosas, tomamos cerveza que pedimos en el motel, nos reíamos. Volvimos a tener sexo varias veces durante toda la noche, me lo metió en cuatro, me lo metió yo acostada boca abajo y el encima, me lo metió por el culo.
La noche transcurrió de esa forma, entre risas, cerveza, sexo duro, dormíamos un rato y el me despertaba con sus besos y abriéndome las piernas para metérmelo. Cuando llegó la hora de salir, nos duchamos juntos y volvió y me lo clavó, en la ducha.
Nos vestimos, yo con mi ropa nueva y él con la misma ropa porque iba para su casa. Cada uno se fue por su camino. Nos dimos un beso y quedamos en volver a vernos y hablar todos los días.
Yo he tenido enredados entre mis piernas a hombres atractivos y con muy buen cuerpo, pero jamás pensé que un hombre atractivo fuera tan mal amante y que un hombre gordo y hasta feo, me pudiera dar un sexo tan delicioso y tan desaforado como me lo había dado Gustavo. Esta experiencia me había sorprendido bastante, por fortuna para bien, pero las sorpresas continuarían y las lecciones seguirían, no solo enseñándome que los hombres que son buenos amantes, pueden ser cualquiera sino que en realidad a mi lo que me excita es tan solo tener una verga dentro de mi cuca y de abrir mis piernas a un macho que quiera romperme por completo.