El gitano de ojos verdes (3)

Llega mi turno de disfrutar (aún más).

El gitano de ojos verdes: mi turno

Tan incansable que apenas se había corrido dentro de Fierro se volvió hacia mí y me dijo:

-Es tu turno

-Pero eres demasiado grande- dije tembloroso. Su mano me cruzó la cara.

-Lo sé- aseveró orgulloso agarrándosela con ambas manos (y aún sobresalía el glande) -todo el mundo lo dice, pero todo el mundo lo goza.

Yo estaba prácticamente paralizado mientras aquél machote, aquél ejemplar de virilidad se iba deshaciendo de sus ropas, revelando un cuerpo poderoso de piel aceitunada con la ligera sombra del vello completamente recortado. Era una visión para quitar el aliento. Sus hombros eran bien anchos y los pectorales definidos y cuadrados, con unos pezones duros que parecía pedir guerra. Los abdominales los tenía bien marcados al igual que los brazos, todo ello, como su polla, marcando unas cuantas venas. De hecho, una de ellas empezaba justo debajo de su ombligo y continuaba todo lo largo de su majestuoso cipotón.

-Eso decía el mariconcete este y ahora es todo un adicto a esto ¿verdad, Fierro?- preguntó al sudoroso cuerpo que yacía a su lado que respondió con un suspiro. -Ahora vas a saber tú lo que es bueno.

-Pero...- comencé a decir y su polla me cruzó la cara.

-No quiero oír nada de peros. Cuando acabe contigo vas a ser adicto a mi lefa. Ahora date la vuelta- rugió. Yo estaba casi paralizado, no sabía bien como reaccionar. Sabía que ese tio me iba a dar por culo quisiera o no. Una parte de mi pensaba que aquello iba a ser la hostia, la otra estaba muerta de miedo. No me dio tiempo a reaccionar y me empujo, haciéndome caer de espaldas. -Te voy a empalar. Y cuando acabe me vas a dar las gracias.

Manejándome como un muñeco a su disposición, me dio la vuelta y me puso boca a bajo. Se colocó entre mis piernas, haciéndome separarlas, con lo que mi ano quedaba a su disposición. Empezó a lamerlo con lametones rápidos y profundos. Su barba rozaba mi piel, su lengua generaba escalofríos a lo largo de todo mi cuerpo. Y me iba relajando poco a poco sintiendo su experimentada lengua relajando mi culo. Después introdujo uno de sus dedazos mientras seguía lamiendo con fruicción. Mientras me seguía dilatando para adaptarme a sus dimensiones colosales, Fierro ya se había recuperado de la tremenda cabalgada de la que había sido objeto. Se puso en cuclillas ante mi y acariciándome la cabeza me dijo:

-Ya verás lo que vas a gozar- una ancha sonrisa se dibujo en su cara. Mientras me acariciaba no me di cuenta de que en mi parte trasera los dedos se había retirado y habían sido sustituidos por el cabezón de la polla. -Toma aire...

Pero todo el aire que pudiera tomar con mis pulmones no era el suficiente para soportar lo que estaba entrando por mi trasero, aquél enorme trozo de carne lleno de venas que parecía invadirme por completo, poco a poco entrando mas y mas dentro de mi. Las lágrimas empañaron mis ojos y un grito ahogado se quedó en mi garganta. Aquello era más de lo que estaba acostumbrado y de lo que era capaz de soportar. Pensé que me desvanecía, que perdía el conocimiento, pero mi macho me tenía bien agarrado por las caderas y no había nada que se interpusiera entre sus ganas de follar y mi culo casi abierto en canal por su poderosa verga. Cuando pensé que no podía más, sus cojones chocaron con mi culo, ya tenía todo bien dentro de mí. El dolor era intenso, pero me sentía lleno, como no me había sentido en toda mi vida. Empezó a moverse lentamente dentro de mi, poco a poco su polla se deslizó hacia fuera, luego hacia dentro, un lento movimiento que cada vez que atacaba mi próstata me hacía gemir de placer, a pesar del dolor que sentía al tener su ariete de carne alojado en mi interior.

-Bufff, que apretado tienes el culito, puta- dijo el follador. -Sé que te sientes lleno ¿eh? ¿Te gusta como te estoy jodiendo?

Yo no podía casi ni responderle, me parecía que me falta el aire. Me agarró del pelo.

-Te gusta ¿no?

-Sí...- conseguí responder con un hilo de voz.

-Pues toma- empezó a joderme a un ritmo infernal, su polla dentro de mí como un martillo neumático que me estaba dejando el culo en llamas. Yo estaba perdido en lo que estaba sintiendo, era una mezcla de cielo e infierno. -¡Toma polla maricón de mierda! ¡No te vas a poder sentar en una semana! ¡Te estoy dejando el culo bien abierto! ¡Mi polla te esta taladrando un nuevo ojete! ¡Seguro que nadie te había petado el culo como yo! ¿Eh maricon? Joder, como me gustan los culos prietos como el tuyo y romperlos con mi pollón.- Mientras hablaba incrementaba aun mas el ritmo diabólico de su follada, cada vez con más velocidad y más fuerza. Con un último golpe de sus caderas, en medio de un gemido prolongado, más parecido a un rugido animal, su lefa hirviente me llenó las entrañas. -Qué suerte, dos putas para mi hambrientas de polla- dijo retirándose de mi interior. Yo estaba destrozado, me sentía lleno de su leche de semental. Nadie me había roto el culo como aquél pedazo de hombre que parecía una máquina de placer. Me di cuenta de que me había corrido, mi vientre estaba pegajosa de mi abundante corrida.

-Fierro, ven aquí y límpiame la polla- mi gitanillo no deseaba otra cosa que servir a aquél pavo que nos tenía a su merced para lo que deseara.