El gitano (2: Folando con Miguel)

Klaus, recibe un llamado de Miguel y va a su encuentro.

El regreso a su piso fue muy particular, nunca, en su vida, hasta ahora, Klaus había sentido tanto desasociego, siempre su vida se fue desarrollando entre certezas, hoy, inesperadamente surgio la incertidumbre en ella, y esa sensación, tan natural en otras personas, apareció casi como monstruosa en la realidad de Klaus.

Llegó a su edificio, saludó al portero distraidamente, oprimió el botón del ascensor correspondiente a su piso y se ensimismó en sus pensamientos, volvió a la realidad al abrir la puerta de su semipiso y encontrarse con ese cuadro que le era tan familiar: sus hijos jugando, su mujer con la suavidad que siempre la caracterizó, bellamente vestida, esperándolo con una angelical sonrisa en los labios; la diferencia fue que hoy ese cuadro le hizo sentir terriblemente mal, tanto, que apenas saludó y debió dirigirse raudamente al baño, descompuesto, a pesar de no haber comido en el día.

Nuevamente, al dirigirse a su alcoba trató de hacerlo, como días atrás, antes que su esposa, para poder simular estar dormido cuando ella entrase a fin de no tener que enfrentarse con una situación que, de ordinario, lo llevaría irremediablemente a hacer sexo, pero hoy no lo podría hacer, tenía una enorme confusión y un secreto deseo de estar con ese gitano, que se había ubicado por detrás suyo en el colectivo, del cual no sabía siquiera su nombre.

Los siguientes dos días pudo realizar normalmente sus actividades, no utilizó el transporte público para ir a trabajar, pudo hacer el amor con su mujer ciertamente satisfactorios y le producían cierta tranquilidad, pero cuando estaba solo, su mente volaba a esos dos hombres, especialmente al que se había mantenido detrás, recordaba su olor a macho, la respiración acelerada muy cerca de su oído, se empalmaba sin remedio y la ansiedad hacía presa de él.

Estaba viviendo su tercer día después de aquellos acontecimientos, tomando su liviano almuerzo en un restaurante muy refinado del cual era cliente, cercano a su empresa cuando sonó su teléfono móvil, con un movimiento casi automático contestó la llamada esperando que fuera su esposa que habitualmente lo llamaba a esa hora, pero no fue así, una voz muy varonil se introdujo a través de su oído y lo fue envolviendo irremediablemente con su sunsualidad, no la pudo identificar, era una voz masculina, grave, sensual con la que mantuvo el siguiente diálogo:

-Klaus?-

-Sí, quién habla?

-Miguel-

-No te ubico-

-Recordás hace tres días en el sesenta?-

Inmediatamente se le vinieron a la cabeza los recuerdos, su verga alcanzó un tamaño considerable casi al instante y contestó:

-Sí, recuerdo-

Miguel le respondió en tono casi imperativo

-Quiero estar con vos-

-Vos solo?-

-Sí-

-Dónde?-

-Vos elegís el lugar porque además estará a tu cargo-

-El hotel Uruuguay dentro de media hora-

-Perfecto-

Miguel cortó la comunicación y Klaus quedó pensando cómo saolucionaría sus compromisos después de la cita que acababa de concertar apresuradamente, tenía varios. Llamó a su eficiente secretaria, le ordenó que cancelara sus citas, inventó un pretexto, le había surgido un compromiso inesperado al que debía acudir necesariamente, su secretaria tomó nota y le preguntó si volvería por su despacho, Klaus le respondió:

-iré de inmediato a firmar los papeles que han quedado pendientes de la mañana y me retiraré de allí-

Klaus, una vez en su oficina, firmó lo que era urgente, se dirigió a su baño privado, tomó una ducha, se cambió los boxer que traía puestos tomando uno limpio de la muda de ropas que tenía siempre en la oficina previendo viajes de emergencia que ocurrían con cierta asiduidad y se dirigió al hotel.

En la esquina lo esperaba Miguel, al verlo, sintió un ligero desencanto porque había pensado que se encontsraría con el otro joven, del que solamente recordaba sus ojos, su olor y su respiración agitada, pero, inmediatamente recordó que el número de su teléfono había colocado, en el apuro, en el bolsillo de este hombre que ahora tenía enfrente, también muy hermoso y que lo miraba con cierto aire de superioridad, bajo de BMW y se encontró cara a cara con él.

Se saludaron sobriamente, entraron al hotel, el conserje in mostrar ningún interés, les alcanzó la llave de la habitación 213, entraron al ascensor y se dirigieron a ella prácticamente sin hablar, una vez transpuesta la puerta, de pronto, Klaus se encontró totalmente inmovilizado, no sabía como conducirse, nunca había estado en una situación similar y mucho menos con un hombre, por un momento tuvo la intención de salir corriendo, pero las piernas no le respondían, sentía las manos transpiradas y una gota de sudor corría por su sien izquierda.

Miguel, más joven y también mucho más experimentado, al ver el estado de Klaus, lo tomo fuertemnte por la cintura, le apoyó totalmente su pelvis al cuerpo, buscó su boca y la rozó primeramente con sus labios apenas abiertos, casi como relajados, de modo de permitir que Klaus pudiera superar su estado de nerviosismo, jugó suavemente con sus labios carnosos apoyados sobre la boca de Klaus, movió con lentitud la cabeza, de modo que sus bocas cambiaran el sector de apoyo, entreabrío más los labios, dejó asomar la punta de su lengua, humedeció con ella los labios de Klaus, que los entreabrió apenas y con decisión la introdujo en el interior de la boca, obligando a Klaus a abrirla algo más para permitir el acceso de ese caliente y húmedo intruso dentro suyo. Por primera vez en su vida Klaus tenía dentro suyo parte de otro varón, la sensación era electrizante.

En realidad el interés de Klaus estaba centrado en el compañero de Miguel, por ello, entre los hondos suspiros y jadeos que le provocaban la intrusión de esa palpitante lengua extraña en la boca y con voz entrecortada por el deseo preguntó:

-¿Cómo se llama tu amigo?-

A lo cual Miguel respondió:

-Intuía que era él quien te interesaba, pero si lo querés saber, primeramente deberás ser mío-

Miguel, un poco decepcionado, dijo ésto mientras con su boca recorría el cuello, áspero y varonil de Klaus y fregaba casi con violencia su miembro enhiesto contra el de Klaus que ya estaba a punto de reventar.

Klaus comprendió por el tono de las palabras, a pesar que fueron dichas con la voz entrecortada por la excitación, que si quería averiguar más debería someterse a todos los pedidos de Miguel por extraños que le parecieran. Su estado de cachondez, en el cual las barreras del pudor habían empezado a caer de a una, le hicieron responder:

-Haré lo que quieras-

Miguel, haciendo gala de una firmeza que Klaus consideraba invasiva, procedió con habilidad a quitarle la chaqueta y dejarla caer, sin cuidado, en el piso de madera de la habitación.

Empujó a Klaus hacia atrás con el peso de su cuerpo hasta lograr apoyarlo sobre la puerta, cuando lo logró un grave sonido produjo el choque del cuerpo sobre la madera, lo mantuvo totalmente aprisionado contra la misma, su pierna izquierda entre las de Klaus, su pija apoyada fuertemente sobre el costado de la pelvis, sus bocas unidas como si una fuera la continuación de la otra, su lengua metiéndose con lascivia a recorrer el interior de la boca de su compañero, comenzó con la incómoda tarea de sacarle la corbata de Cacharel que llevaba anudada alrededor del cuello.

Apoyó su tórax, cubierto por una camiseta negra muy ajustada, al de Klaus, éste no podía siquiera pensar, tenía la mente obnubilada por ese contacto tan fuerte, tan distinto a los que estaba acostumbrado, con ambas manos y maestría aflojó el nudo, separó sus bocas para permitir retirar la corbata sin deshacer el nudo, se la sacó y la tiró al pie de ambos.

Las sensaciones de Klaus eran excitantes y extrañas, por un lado, se sentía atropellado por este gitano hermoso, por el otro, disfrutaba de un estado que no recordaba haber tenido nunca, por el otro, una vaga sensación de inquietud por el papel casi pasivo que le tocaba desempeñar en este momento.

Miguel, con la rapidez de una persona con larga experiencia, le desprendió los botones de la camisa mientras con la lengua iba explorando la abertura que paulatinamente se ampliaba con cada botón desabrochado, mientras, con la mano izquierda estrujaba fuertemente uno de sus pectorales.

Klaus elevó la cabeza, con los ojos cerrados, totalmente entregado, suspiró desde lo más profundo de su ser, dejando ir con el suspiro el poco recato que aún conservaba, su entrega era total.

Con ambas manos agarró la cabeza de Miguel, sintiendo en ella, la textura áspera de ese cabello grueso y abundante que la cubría, mientras Miguel bajaba cada vez más lamiendo a veces, mordiendo en ocasiones, ese duro abdomen trabajado con constancia de años de gimnasio, desprendido el último botón, Miguel se incorporó atacando nuevamente la sensual boca de Klaus, su enorme lengua volvió a introducirse en el interior de la boca, aunque este vez vez la respuesta fue otra, mientras con ambas manos metidas entre la camisa y los hombros y movimientos firmes, terminó la tarea de dejar desnudo ese torso maravilloso pero todavía inexplorado por una boca masculina.

Las caricias de Miguel no eran precisamente suaves, pero sí muy terriblemente apasionadas, insistentemente le volvía a cada instante a la mente la preferencia que notó en Klaus por su compañero, sentía rencor, se evidenciaba en la brusquedad casi rayana en la violencia, del movimiento de sus manos en el torso de ese hombre que por primera vez experimentaba el contactos entre varones.

Miguel de un solo movimiento se quitó la negra camiseta, dejando descubierto un torso igualmente bello como el de Klaus, la diferencia sólo era de color, mientras el cuerpo de uno era casi dorado, el del otro, era oscuro y cubierto en su parte delantera por una abundante pelambre, así, se confundieron en un violento abrazo en el cual se mezclaron los olores tan diferentes de ambos.

Mientras del cuerpo de Klaus emanaba una exquisita fragancia de colonia francesa de alto precio, del de Miguel surgía un olor áspero a macho, parecía un olor que traía consigo el recuerdo de las largas y violentas noches callejeras, mezclado con el del barato jabón de todos los días, pero, sin dudas, Miguel sabía que no necesitaba de nada más que de sí mismo y su desbordante sexualidad, propia de la juventud y de su raza, para seducir a cualquiera, hombre o mujer.

El placer a Miguel, no se lo otorgaba el género de su acompañante, sino el hacer sucumbir a sus encantos a cualquier persona refinada que encontrara a su paso, era casi una venganza por todo aquello que no había podido vivir hasta ahora, de este modo sentía que se apropiaba un poco del mundo del que disfrutaba la clase alta, esas sensaciones, ya de por sí complejas, se sumaban a la decepción que le produjo verificar que Klaus prefería a su amigo, producto de este coctel era la violencia contenida que afloraba irremediable y sistemáticamente.

Con fuerza dio vuelta a Klaus, lo puso de espaldas en dirección a la cama y con el peso de su cuerpo lo fue llevando hasta ella, mientras le desabrochaba el cinturón y hacía lo mismo con el suyo, al llegar al borde, de un fime empujón, hizo caer a Klaus, y se dejó caer encima, Klaus jadeaba presintiendo hacia dónde lo llevaría este verdadero macho.

Una vez en la cama, abrazándolo con fuerza, Miguel cambió las posiciones de ambos quedando él abajo y Klauss arriba y casi como una órden le dijo:

-Lo que resta te toca a vos-

Klaus comprendió lo que debía hacer, sacando de algún lugar de su inconsciente una habilidad que desconocía en estas lides, bajó la cremallera del jean de Miguel y tomando al pantalón de la cintura, lo comenzó a bajar, Miguel con un par de movimientos ayudó a que ese pantalón tan ajustado que marcaba su cuerpo a la perfección quedara por debajo de las caderas.

Quedó a la vista un boxer de un blanco inmaculado, de donde terminaba la prenda, surgía un par de piernas formidables cubiertas de un espeso vello oscuro, formaban, la prenda y las piernas, un bello y sensual contraste que, si era posible, elevaba aún más la excitación de Klaus.

Por debajo del boxer, la palpitante verga, larga y gruesa, pedía atención inmediata, Klaus cerró una de sus manos sobre ella y sintió un inmenso placer, apoyó su cara sobre la pelvis de Miguel, sintió en sus mejillas el calor de ese mimbro y el modo en que en él repercutían los latidos del corazón de su dueño.

Mientras con sus manos continuaba con la tarea de bajar los pantalones de Miguel, apoyó la boca sobre ese pedazo de carne y aspiró, por primera vez, ese olor tan característico de sexo y transpiración sabiamente mezclados que irremediablemente conducen al placer.

Klaus se incorporó, con desesperación se quitó la ropa que aún le quedaba puesta, una vez totalmente desnudo, dirigió su vista hacia la cama y vio a Miguel también desnudo, con las piernas abiertas, el miembro apuntando al techo, las manos entrelazadas debajo de la cabeza, dejando expuestos, de manera casi impúdica, unos sobacos cuya cavidad estaba poblada de una pelambre abundante y se sintió estraordinariamente atraido por esa parte del cuerpo de su amante.

La oscura anatomía de Miguel desplegada sobre la cama casi de manera obsena, resaltaba sobre el edredón blanco que la cubría, la belleza estaba presente en cada rincón de ese cuerpo en la plenitud de la edad, klaus lo miró con un deseo incontrolable y con movimientos, ahora lentos, se arrodilló, cubrió con su boca el glande rosado y húmedo de esa pija espectacular y comenzó a mamar con fruición como lo hacía cuando era apenas un bebé.

Recorrió los redondos y oscuros huevos con la boca, lamió la verga en toda su extensión, trató de memorizar hasta sus últimos detalles, la cabeza rosada y grande, el cuerpo, con venas azuladas que parecían indicar caminos alternativos a recorrer con la lengua, la piel tersa, la temperatura elevada, el palpitante deseo que acompasadamente la movía imperceptiblemente, la acarició, la volvió a mamar, ahora intentó metérsela hasta el fondo en la boca, no lo pudo hacer, era demasiado grande para su tan poca experiencia.

Acarició a Miguel y fue besando todo su cuerpo, las largas y fornidas piernas, los pies que parecían esculpidos por Miguel Ángel, subió por el costado de la zona pélvica sin despegar los labios, introdujo la lengua en el ombligo rodeado de espesos vellos oscuros, subió por el abdomen, se entretuvo en las tetillas, que se erectaron automáticamente, recorrió con la lengua los alrededores, también oscuros, de esos pezoncitos de ensueño, se atrevió y metió la nariz en uno de los sobacos, olían bien, probó el sabor de los vellos que de ese lugar brotaban, se sentían ásperos, en tanto, su pija se había arrimado a la de Miguel y comenzaron, juntas, una danza muy particular, como si cada una de ellas hubiera sido hecha para danzar junto a la otra, Miguel, sin proponérselo, fue cambiando su actitud, ahora le invadía una extraña ternura. que surgió, lentamente, como respuesta al modo en que fue tratado por de Klaus y decidió en consecuencia, hacerle gozar con todos los secretos del sexo que conocía.

Tomó la iniciativa, lo acostó boca arriba, colocó con calidez una almohada debajo de su cabeza, Klaus estaba totalmente entregado a él, le levantó una pierna y comenzó a acariciarla con la lengua, Klaus gemía y se retorcía de placer, Miguel con los movimientos de sus brazos hizo que levantara la otra pierna, las abrió apenas, de modo que quedara frente a su cara ese hueco oscuro que le daría placer.

Acarició los alrededores del hermoso y virgen culo con la boca, jugó con los abundantes vellos que lo rodeaban como protegiéndolo, buscó introducir su lengua en él, notó cómo Klaus lo iba relajando de a poco, introdujo la punta, Klaus emitió un leve quejido, con la presión de sus manos, abrió más esas piernas que ahora rozaban sus mejillas, apoyó su dedo índice en el orificio, no lo introdujo, dejó que Klaus encontrara el momento, Klaus indicó con un leve movimiento que estaba preparado, Miguel, acercó su boca a la verga, se entretuvo lamiendo la cabeza y jugando con el frenillo, en el mismo momento introdujo la primera falange del dedo que tenía apoyado, con las dos sensaciones en el mismo instante, Klaus no sintió dolor, se movió emitiendo fuertes balbuceos de placer.

Miguel, dispuesto a hacerle gozar al máximo y dándose cuenta que Klaus estaba a punto de eyacular, abandonó el juego y subió por el camino que le indicaban los vellos, se entretuvo también él, en el ombligo, la diferencia estuvo dada porque corrió su cabeza hacia el costado y mordió ligeramente esa dura cintura, Klaus dio un respingo, Miguel se aplastó encima y buscó con desesperación su boca, se sumergieron en un beso que produjo un torbellino en la mente de ambos, por fin habían sintonizado, ahora el placer sería el máximo.

Miguel dio vuelta sobre sí mismo, puso su cabeza a la altura del sexo de Klaus y dejó sus genitales justo encima de su boca, no necesitaron decirse nada para comenzar un espléndido sesenta y nueve que llevó a las nubes a ambos, cambiaron la posición y estando Klaus debajo y con la pija de Miguel el la boca, éste último, luego de unas succiones maestras, dejó ese miembro erecto y dirigió su boca nuevamente al culo, ahora sí, un intenso mete y saca de la lengua en ese orificio, terminó de relajarlo y lo dilató lo suficiente como para meter el dedo mayor, Klaus se movía con frenesí, Miguel introdujo ahora un segundo dedo en ese culo ensalivado, luego de que Klauss se acostumbrara metió el tercero y entendió que el camino estaba abierto para lo que quedaba por hacer.

Nuevamente tuvo la iniciativa de cambiar de posición, acostó esta vez a Klaus de costado, hizo que adelantara la pierna que había quedado arriba, se acomodó detrás, sostuvo la pierna de Klaus adelante y un poco arriba, sujetándolo firmemente con la mano, acomodó su pene en la puerta de esa cueva, húmeda y oscura, que lo esperaba ansiosa para darle placer y comenzó a introducir su verga palpitante y cubierta de precum, Klaus gimió sin poder contener la potencia de sus gemidos.

Le introdujo la cabeza y se mantuvo quieto hasta que Klaus se hubo acostumbrado a ella, siguió con la penetración de esa enorme poronga que hacía retener la respiración a Klaus, con cada pedazo que iba acomodándose dentro suyo, al rato, los huevos se rozaron los glúteos, el goce de ambos era tremendo, uno por recibir al otro y el otro con la enorme satisfacción de ser recibido, el mete y saca fue aumentando el ritmo, ahora Klaus hacía fuerza para atrás cada vez que Miguel arremetía, consiguieron unificar sus movimientos quedando totalmente encastrados uno en el otro, se volvieron uno.

Sin sacársela cambiaron nuevamente de posición ahora estaba nuevamente Klaus acostado boca arriba y podía ver la cara de goce de Miguel, éste había apoyado las piernas de su compañero en los hombros, las besaba y lamía a la vez que introducía y sacaba su verga hasta el final, el calce era perfecto, parecía como si un guante de fina seda lo estuviera envolviendo, en contraste con la boca exploraba palmo a palmo esas piernas cubiertas por un fino vello dorado tan diferentes a las suyas.

Miguel, sin sacarla, se acostó encima de Klaus, ambos buscaron sus bocas, Klaus comenzó a acericiar lentamente las espaldas de Miguel, comenzó en los sobacos, fue bajando las manos con suavidad, tratando de reccorrer cada accidente en la tersura de la piel de Miguel, siguió bajando las manos, se encontró con la depresión de la cintura, siguió, las manos comenzaron a subir acariciando los glúteos, era como rodar por las dunas en el desierto, por la suavidad de las ondulaciones y por lo caliente de esa piel morena, llegaron a la zanja que separa las nalgas, se prendió con fiereza y obligó a su compañero a enterrársela de un golpe.

Miguel, con el abdómen, había comenzado a masturbar suavemente la verga de Klaus, se dieron un interminable beso en el cual sus leguas compartieron abundante saliva, Miguel ya no podía más, las caricias de Klaus en su espalda y su abrupto y agresivo final, le hicieron perder todo control, comenzó a acelerar las embestidas, su verga, parecía un oscuro ariete perforando la tierra en busca de agua para calmar la sed, para saciar una ser que producía desesperación, Klaus se reotcía, gemía, para no gritar de placer y que sus gritos pudieran oirse fuera de la habitacíon, tomó el boxer de Miguel que casualmente vio al lado suyo, se lo metió en la boca pudo a la vez aspirar nuevamente ese olor tan particular de sexo y sudor de otro macho que ahor lo calentaba más aún.

Miguel estaba a punto de acabar, entre jadeos y con la voz entrecortada y casi en un susurro preguntó si la sacaba, Klaus, con la cabeza le hizo señas de que no lo hiciera, en una profunda estocada final derramó una enorme cantidad de semen en los intenstinos de Klaus, ala la vez, Klaus se corrió tambien de una manera teriblemente abundante que salpicó todo el pecho y la cara de Miguel, éste de un manotazo quitó la prenda de la boca de Klaus y se sumergieron en un profundo beso, mediante el cual, ambos, compartieron el semen que cubría parte de la cara de Miguel, hubieron de parte de los dos, otros trellazos, pero el de la comunión fue el primero, con él, ambos, se entregaron totalmente al otro.

Descansaron, uno en el otro, aquietaron su respiración, se acariciaron con la ternura propia de los machos que comienzan a quererse, Miguel recostó su cabeza sobre el pecho cubierto de semen de Klaus, respiró profundo mientras escuchaba el rítmico golpeteo del corazón de este joven que había conseguido romper su coraza a fuerza de inocencia y honestidad en la entrega, tomaron un baño juntos, había transcurrido mucho tiempo, un tiempo terriblemente valioso para ambos, porque fue tiempo de entrega sin retaceos, de una entrega total, se sintieron extraños, como más livianos, liberados, como si el ser de ambos se hubiera expandido hasta abarcar en su totalidad al otro.

Bajaron por el ascensor, se despidieron prometiéndose otro encuentro; al irse, Miguel volteó la cabeza y lo llamó cálidamente, Klaus se dio vuelta y escuchó:

-Se llama Marcos-

No contestó, solamente sonrió con ternura, caminó unas cuadras tratando de ordenar sus pensamientos, volvió al sitio donde había dejado su BMW, quitó la alarma subió al auto y en el momento de darle arranque ya había tomado una decisión sobre el rumbo que tomaría su vida de ahora en adelante.

Creía haber vuelto al mundo de las certezas pero cuan rquivocado estaba.