El gimnasio y el amigo de papa

El amigo de papa, este soltó una de sus perlitas, diciéndome… “Debes de saber que el tamaño no es tan importante, pero como dice el refrán… 'Más vale una que sobre a que falte', no te parece”. Soltándome cuando va a cogérmela… “No jodas que tú ‘pito’ está asustado, donde coño sea metido”.

El gimnasio y el amigo de papa

Antes de comenzar, debo decir que siempre o al menos en la medida de lo posible, me he considerado de esos que ha tenido cuidado de lo que me rodea y acontece, siempre he intentado ir con discreción y claro está con cautela, siempre con moderación por mi entorno, pero debo confesar que no siempre fue así, pues los imprevistos existen como los encuentros fortuitos. Dicho esto, comenzaré por un recordatorio que me sucedió…

Me ocurrió hace demasiados años, lógicamente era muy joven todavía, pero no creáis que demasiado, no tanto como para haber tenido ya mis pinitos, pero como siempre lo llevaba con la discreción que se merecía. Bueno el suceso que a continuación os voy a narrar, me ocurrió en aquellos años que siendo un adolescente a mi padre viendo mi anatomía le dio por apuntarnos en un gimnasio, pues no dejaba de decirme…

  • “Necesitas tener un cuerpo fuerte para que las mujeres te tomen en serio y con respeto, todo eso que comes que la verdad no entiendo donde lo metes, debes de generar músculos”.

Pues eso, cogió y me apunto a un gimnasio con él, pues de esa manera según él… ‘me veía obligado a ir’. Bueno tras inscribirme, comenzamos a ir juntos, normalmente en los turnos de mediodía o tarde noche, turnos que por su trabajo le venía mucho mejor. Durante esas primeras semanas coincidimos con un par de conocidos de mi padre, los cuales me los presento, cogiendo claro esta cierta confianza con ellos, cosa que mi padre me decía que me venía bien. Recuerdo incluso que cuando iba con mi padre al gimnasio, fuera aparte con el tiempo comenzamos a conocer otros, haciendo amistad e incluso tomando confianza, sobre todo porque estos no dejaban de hablar de sexo y futbol.

Pero con el pasar de los meses, como suele pasar, mi padre comenzó a faltar por motivos laborales, cosa que yo como consecuencia deje de ir al gimnasio también, pues no deseaba ir solo. Acabando mi padre por ‘sugerirme’ o mejor dicho obligarme a que fuera yo ya solo, pues según él… ‘ya era mayorcito para ello’, dejándome dicho que así de paso me fuera soltando un poco.

Por lo que poco a poco fui durante un tiempo solo al gimnasio, donde no hubo un conocido que no me ayudase a cualquier cosa, intentando estos que no notase la falta de mi progenitor. Recuerdo que incluso aquellos con los cuales hicimos amistad, pero claro esta era en compañía con mi padre, pues ahora me daba algo de reparo a pesar de tener confianza, pues a razón de esto último cierto día, me ocurrió tan ameno, siendo precisamente el comienzo.

Todo transcurrió tal día como cualquiera, recuerdo que había finalizado mis ejercicios, encaminándome hacia los vestuarios con la idea de llevarme bajo la ducha al menos unas horas. Ya en el vestuario, me encontré como es lógico algunas personas, abrí mi taquilla, tomé mis pertenencias para irme a duchar, y a la cual no me lleve más de veinte minutos. Tras la ducha y de nuevo delante de mi taquilla, comencé a secarme con la idea de coger las cosas para vestirme.

Cuando un conocido de mi padre llamo mi atención, conocido que estaba en la taquilla junto a la mía, pregunto primero por mi padre y las ausencias de este. Tras contestarle, iniciamos varios temas de conversación, temas que deje de secarme y acabar por sentarme con la toalla aún religada, prestándole toda mi atención. Sin tener prisa por vestirme, este me pidió que continuáramos la conversación mientras él se afeitaba, por lo que salimos de los vestuarios y continuamos en la zona de los lavabos.

Este hombre se le veía muy culto no solo por su forma de hablar, sino por todo en general, no dejo de hablarme mientras se afeitaba, hombre que como yo en esos momentos solo tenía como prenda una toalla religada en la cintura. Persona culta y madura que no dejaba de hablarme de los peligros, hablándome de las inseguridades que muestran algunos lugares, e incluso de aquellos que acechan a los más desvalidos.

Pues este, mientras estaba hablándome de forma efusiva comenzando a gesticular con sus brazos, cuando en un momento dado, esa toalla se le deslizó el nudo y acabo cayendo a sus pies, quedándose este desnudo ante mí. Mi primera expresión fue sonrojarme claro está… no era para menos, pase apenas unos segundos de estar inmóvil cortado a dirigirme con rapidez hacia esa toalla a modo de recogerla y dársela, evitando de esta manera qué este estuviera desnudo.

Pero fue mis nervios y mi torpeza que nada más tirarme y agacharme a recogerla, momento en que esta persona se giró ante mi inesperado movimiento, acabando por golpearme de forma fortuita con su miembro en mi rostro. Golpe con aquello que no esperaba, cayendo hacia atrás y no por el impacto, sino al resbalar al pisar mi propia toalla, desasiendo el propio nudo y soltarse esta, quedándome desnudo ante este.

Aquello fue una situación muy incómoda por no decir embarazosa durante escasos minutos, permanecí allí tendido hacia atrás sin prenda alguna que tapara mis vergüenzas, permanecía expuesto ante este ‘tiarrón’. Persona que siendo amigo de mi padre se podría haber tapado, o incluso haberme ayudado a taparme, pero no este permanecía allí de pie mirándome. Y es ahí en esos precisos momentos es cuando me fijo mejor en esta persona, hombre canoso de la edad de mi padre o algunos más… cincuenta y pocos, persona alta y corpulenta, podría decirse que el gimnasio le ayuda.

Esa persona que no hizo nada por alejarse y menos por taparse, simplemente permanecía callada e inmóvil mirándome, persona que dio la sensación que aquello que le colgaba entre sus piernas le dio por crecer, aquella visión me dejo aún más petrificado. Imaginaros, esa persona inmóvil y cuyo vástago le fue creciendo a medida que estábamos ahí, quizás fuera por mi desnudez o raíz de ese momento tan incómodo. Pero en todo caso, rompió el hielo al preguntarme…

  • “Vas a estar todo el tiempo hay tumbado en el suelo, venga levántate que vas a coger frio en tu ‘culito’”.

Note que su forma de hablar era distinta y aún más a la forma a como se refería a mi trasero, ese hombre que me tenía cohibido, persona que continuaba desnudo sin pudor alguno a mostrarme su virilidad. Dándose cuenta que debía de gustarme lo que veía, pues mi miembro dejo de estar flácido a pasar a estado morcillón, dándole a este por preguntarme…

  • “Vas a estar todo el tiempo hay tumbado en el suelo, venga levántate que vas a coger frío en tu ‘culito’”.

Note que su forma de hablar era distinta y aún más a la forma a como se refería a mi trasero, ese hombre que me tenía cohibido, persona que continuaba desnudo sin pudor alguno a mostrarme su virilidad. Dándose cuenta de que debía de gustarme lo que veía, pues mi miembro dejo de estar flácido a pasar a estado morcillón, dándole a este por preguntarme…

  • “Vas a levantarte o acaso quieres algo”.

Yo permanecía callado y algo temeroso, pero me fui incorporando, primero me puse sentado y sonrojado acabé por arrodillarme, colocándome en posición de poder levantarme, pero llevado por la vergüenza permanecía con mi cabeza bajada. Pero que durante unos minutos ninguno de los dos nos movimos, aprovechando este por golpearme a propósito con su miembro mis mejillas un par de veces, observando que ni me inmutaba. Acto seguido sentí una de sus manos posarse bajo mi barbilla, tomándola y levantándola, subiéndola yo y enderezando mi cabeza, dándome cuenta de que mi rostro quedaba a la altura de su ingle, encontrándome con algo que no esperaba. No siendo otra cosa que ver como este, mientras me tenía con una de sus manos sujetada por la barbilla, vi como con otra tomaba su tronco, comenzando a acercar su miembro hacia mi boca. Miembro cuyo glande se topó con mis labios entreabiertos, soltándome este…

  • “Mira… te gusta lo que vez, dime…”.

  • “Venga… contesta, no te cortes… dímelo”.

Dice e insiste…

  • “Venga, si te gusta… abre esa boquita”.

  • “No pasa nada, venga hombre… ábrela”.

  • “Venga… sé que te gusta, no has apartado la vista de mi polla”.

Dice al tiempo que suelta la maquinilla de afeitar de su mano, maquinilla que deja sobre la encimera del lavabo, acabando por dirigir su brazo hasta posar su mano sobre mi nuca. Momento en que muevo, acabando por descubrir sin intención alguna mi miembro, cuyo estado de erección es evidente, dejando a la vista mis ocho o quizás diez centímetros, tamaño que me tenía acomplejado con mis dieciséis años.

Miembro que este nada más vérmelo vi cómo se humedecía los labios, dándole por mirar hacia atrás y en dirección hacia la entrada, como si se cerciora que no íbamos a ser molestado. Mirada que vuelve en segundo, comenzando a deslizar su glande por mis labios. Soltándome nuevamente…

  • “Dime… no te cortes, ¡te gusta mi polla… eeehhh!!”.

Sintiendo acto seguido como con su pie derecho palpa mi miembro, presionando un poco e intentar pajearme con sus dedos… ooohhh!!. Soltándome eso de…

  • “Tú padre no sabe nada de esto, bueno… supongo que no”.

Dice y prosigue hablando sutilmente…

  • “Sabes que eres su hombrecito… su machito, no veas como habla de ti entre nosotros, supongo que si tú padre supiera esto… serías una vergüenza para él”.

Yo me estremezco entreabriendo mis labios, aprovechando este para hundir un poco más su glande en mi boca, pero al mismo tiempo, sintiendo como mi tronco se aloja entre los dedos de sus pies, alojándose entre el dedo gordo y el dedo siguiente, cuya excitación me ha hecho soltar algo de precum e impregnar sus dedos. Diciéndome por esto…

  • “Estas todo salido… mira que chorreón me has soltado”.

Siento como comienza a pajearme con sus dedos mi miembro… ooohhh!!, como mueve su pie sin mover el talón del suelo, como mueve su pie de delante hacia atrás, movimiento que desliza sus dedos por mi tronco… ooohhh!!. Estremeciéndome y arrancándome un par de gemidos, gemidos que me vuelvo a separar un poco más mis labios, aprovechando este nuevamente en introducirme su glande… uuummm!!. Soltándome…

  • “Así… uuummm!!, toda dentro poco a poco… uuummm!!, mucho mejor… uuuffff!!”.

No deja de mirarme, soltándome primero sarcásticamente…

  • “Sabes… en otro lugar, ese chorreón que me has soltado en píe, ¡te obligaría a recogerlo con la lengua… uuummm!!”.

Coge y sonriente, suelta después…

  • “Tenemos suerte, otros días a esta hora, no podríamos estar como estamos”.

Volviéndome a animar a chupársela, comenzando a preguntarme por si había visto alguna película erótica o pornográfica, pregunta que iba dirigida precisamente a cuando la chica se la está chupando al chico, sugiriéndome que haga lo mismo. Mientras el no deja de mover su pie y de paso masturbarme, movimiento que hace también con su pelvis, moviéndose de atrás hacia delante, metiéndose dentro de mi boca su glande, sintiendo el placer de sentir como mis labios lo roza una vez tras otra. Volviendo a decir…

  • “Y pensar que tu padre, ¡nos comentó el otro día que tú tienes un par de amiguitas de esas con derecho… eeehhh!!”.

Dice y sarcásticamente vuelve a deja caer…

  • “Supongo que se callara que tendrás también un par de amiguitos con derecho, o quizás seas tú de esos que les va los hombretones, ¡los machitos mayores y maduros como yo… no!!”.

Volviendo a replicar…

  • “Aunque si tu padre no sabe nada… quizás habría que contárselo, no crees…”.

Me mira fijamente y cuyo rostro me hace pensar que este tiene otras intenciones, no dejo de escucharle, como habla con doble sentido y con temor que haga realidad sus insinuaciones. Volviendo a soltar…

  • “Bueno, quizás todo dependa de cómo me hagas replantearme mis intenciones, supongo que no habrá falta explicarte los modos, ¡supongo que eres ya mayorcito para eso… no!!”.

Escucho nuevamente dejándome boquiabierto, explicación que me ha dado sutilmente y que me ha dejado por sentado sus pretensiones deshonestas, pero que su comentario es alto y claro, no necesitando una explicación, y menos aún que me lo aclare o repita. Miro hacia atrás, fijando mi ojos en la entrada, volviendo tras cerciorarme que no hay nadie, elevo mi brazo hasta que mi mano toma su tronco, miembro que no aparto de mi boca pero que comienzo a deslizarlo a lo largo de su tronco… uuummm!!. Este gime, mientras no deja de mirarme como deslizo mi mano ayudándome del precum a lo largo de su venoso tronco, mano que continua hasta la base hasta sus grandes y peludos genitales… uuuffff!!.

Mientras continuo con mi labor manual, yo separo un poco más las comisuras de mis labios al tiempo que deslizo su glande, siento el sabor de su precum que no deja de salir, comenzando a introducírmelo poco a poco sin forzar y sabiendo perfectamente mi limite, pues no deseo tener nauseas… aaahhh!!.

Me introduzco su miembro, entrándome un par de centímetros más tras su glande, momento que siento arcadas… pero que son soportables, me la saco un poco y me la vuelvo a introducir, poco a poco y cada vez más rápido, pero eso sí sin llegar a sacarme del todo su glande, volviendo este a introducírmela de forma violenta hasta que esta golpea mis amígdalas. Un grito en forma de gemido suelta por su boca, pidiéndome…

  • “Bueno aligera, como no vayamos acabando nos van a descubrir, pudiendo convertirse esto en un circo, o dependiendo de quién sea en una orgia”.

Palabras que tienen sentido, ¡comenzando a tragármela frenéticamente mientras lo masturbo… ooohhh!!, no dejándome el de masturbar con esos dedos, sintiendo yo como en breve me voy a correr, pero siendo aún peor para mí, pues no puedo decírselo. Bien recuerdo como este, apretándome su mano en mi nuca contra su pelvis, comienza a gemir mientras con la otra mano se sujeta al lavabo, comenzando a correrse dentro de mi boca… uuummm!!. Son momentos que quiero apartarme pero que él me lo impide, no quedándome otra que tragar en parte, mientras que, de una forma descontrolada, comienzo yo a correrme, echando mi semen sobre su pie y el suelo… aaahhh!!.

Me mira sudoroso y con rasgos extenuados, apartando su mano de mi cabeza, dejando de sentir la presión y poderme sacar su miembro morcillón, momentos en que me da por escupir parte de su corrida al suelo al tiempo que tosía. Recuerdo la escena como si hubiera sido ayer mismo, como sonriente pasa a un estado serio, soltándome…

  • “Bueno, pues ahora toca limpiarme el pie de tu corrida, mira que eres guarro y mancharme el pie, venga hazlo…”.

Y lo peor fue verme, como me inclino a limpiar su pie, momento en que este me soltó…

  • “No hombre no… con la toalla no, eso lo tienes que recoger con la boca y tu lengua, deja la toalla para limpiar el suelo”.

Me quede mirándole nuevamente sorprendido, no creyéndome lo que acababa de oírle, volviéndome este a insistir al tiempo que dejo la coletilla…

  • “Que quieres que cuando venga cualquiera y vea los restos de semen en pie y el suelo piensen, no seas iluso que al primero que señalaran será a ti, por lo que te consejo que te des prisa”.

Si fuerte fue el inclinarme antes para limpiar su pie y el suelo con la toalla, más fuerte fue el verme como le lamia la parte superior de su pie, como recogía los restos de mi semen… uuuffff!!. Continuando por incorpórame no sin antes limpiar el suelo con la toalla, toalla que precisamente luego me tendría que colocar. Viendo como este hace el gesto de mirar el reloj de su muñeca, clavando la vista en el reloj, levantándola y volver a mirarme, soltándome…

  • “Joder… creía que era más tarde, no has tardado en hacerme correrme ni un cuarto de hora, ¡eres todo un campeón... uuuffff!!”.

Dice y prosigue…

  • “Y dime… ¿Te ha gustado?, contesta… eeehhhh!!”.

Lógicamente negué con la cabeza, mientras me limpiaba la boca, la barbilla y el pecho de su corrida. Volviéndome este a soltar…

  • “Sabes, aunque no me lo admitas… sé que eres un chico vicioso, no lo niegues… se te nota en la cara, ¡y no veas como me pone eso… uuuffff!!”.

Me mira sonriente, mientras me ayuda a levantarme, posando una de sus manos en mi espalda, mano que siento como desliza hacia mis nalgas, mano que intento apartar. Pero este percibiendo mi malestar, me suelta…

  • “Sabes… ignoro si lo sabes o no, pero supongo que lo sabrás ya, sabias que la gran mayoría de los hombres maduros, llegamos a una edad que tenemos debilidad por los chicos jóvenes”.

  • “Bueno, e incluso para algunos… nos gusta aún más jóvenes, ¡sobre todo si ese cuerpecito se asemeja a una chica, no veas como se nos pone dura… uuuffff!!”.

Mientras habla me he religado de nuevo la toalla en mi cintura, sopesando la idea de volverme a duchar, más por quitarme este olor a sexo que por el mismo sudor. Mientras este no deja de acariciarme la espalda, hombros, cuello, orejas y finalmente nuca, caricias que me estremecen, aunque intento evitar que se note, cosa difícil cuando mis vellos están erizados. No deja de hablar, no deja de explicarme cosas, más parece que está en una de sus conferencias. Dejo que continúe, aprovechando por inclinarme para poder lavarme la boca, deseando quitarme no solo el sabor de su semen… sino de su mismo pie, deseando quitarme toda evidencia. Pero es inclinarme, cuando siento como se coloca detrás de mí, notando sus manos en mis caderas y como su verga esta nuevamente dura, miembro que este me lo aloja entre mis piernas una vez que ha subido la toalla… uuummmm!!. Volviéndome a soltar…

  • “Como me encanta verte ahí inclinado, mostrándote tan servicial, ¡como si estuviera esperando que te la meta… uuuffff!!, no veas como tengo la polla”.

Recuerdo que incluso intento apartarlo, cosa que esté tomándome la muñeca, tira de esta hasta topar mi mano con su polla, soltándome…

  • “Mira como esta, siéntela, esta así por ti, tómala… venga”.

Dice y sin dejar de restregar mi mano por su miembro, vuelve a decirme…

  • “Uuuffff!!... pídeme que te folle, venga…”.

Volviéndome a preguntar…

  • “¿Te han follado alguna vez?”.

  • “Dime… ¿Alguna vez te ha follado un hombre de verdad?”.

Me tenía asustado, no dejando de escucharle, volviéndome a insistir…

  • “Sabes, como me gustaría escucharte pedirme… úsame, oblígame, explótame, fuérzame o viólame, ¡no veas… uuummm!!”.

Pero gracias a Dios unas voces acercándose le hace soltarme, marchándome a toda prisa, acojonado hacia mi taquilla, pero al mismo tiempo excitado, sintiendo entre mis muslos cierta humedad, no precisamente mía sino de su glande. Fue llegar a mi taquilla y comenzar a vestirme a la carrera, incluso era mis ganas de marcharme que ni tan siquiera llegue a ponerme mis calzoncillos. Luego fue llegar a casa y mis padres preguntarme de cómo me había ido, claro está tuve que mentir en parte, no iba a contarle lo sucedido tras los ejercicios. Acabando esto por animarme a ir mañana también, momento en que puse excusas, pero dejando caer mi padre que me acompañaría.

Bueno, debo decir que es momento de dejarlo aquí, pero también es verdad que podría daros lo que me aconteció en nuestro último encuentro con el amigo de papa. Amigo que este soltó una de sus perlitas, diciéndome…

  • “Debes de saber… que el tamaño en verdad no es tan importante, pero como dice el refrán… 'más vale que sobre a que falte', no te parece…”.

Y cuando me está penetrando, momento en que le da por cogérmela, y suelta…

  • “No jodas que tú ‘pito’ está asustado, sabes que en estas condiciones no voy a poder pajearte, no pensaras que no funcionas por mí, no creo que pienses que por mi polla te estoy metiendo presión”.

Bueno lo dicho, ya me decís que os ha parecido, estaré esperando vuestras respuestas, deseando recibir vuestros comentarios, ya sea a este portal como a mi correo. Mi email es: jhosua 1974 @ gmail . com (obviamente todo junto como… jhosua1974@gmail.com ).