El gimnasio, un lugar de desahogo y algo más
Me siento agobiado no pudiendo bajar la vista, pero al mismo tiempo avergonzado al bajarla después, pudiendo ver su polla, sintiéndome mal al verle sonreír burlonamente, preguntándome ¿Te gusta?, y pecando de ingenuo vuelvo a mirar por curiosidad, soltándome esté Anda ven cógela.
El gimnasio, un lugar de desahogo y algo más
No desearía ser pesado, pero ante el aluvión de correos preguntando por mi persona, deseando ver tanto imágenes de su momento o como estoy en realidad. Me veo en la necesidad de volverlo a repetir, y aunque es cierto que raro es el relato que no me detallo, detallando tanto mi físico o fisionomía, y cuando a algunos tienen la suerte que les muestro como soy, llegan a dudar de mi naturaleza llegando a sugerir… ‘Photoshop’.
Pero es un hecho verídico, nací con una ‘X’ de más, o sea un bebe con una apariencia masculina a pesar de ser XXY. Pero con el tiempo, mientras el resto de chicos, experimentan esos primeros años cambios en su adolescencia, ya sabéis, están en el proceso de masculinización de la pubertad. Otros como yo (XXY), no maduramos completamente, o tenemos una pubertad parcial, advirtiendo en nuestros cuerpos algunas cualidades de feminización.
Aquellos años había una confusión total, debo decir que los médicos no daban la información adecuada a lo que me ocurría, o simplemente no estaban tan al corriente como hoy día. Escuchaba hablar a mi alrededor de mí síndrome, comentarios que me asombraba y que no daba crédito, como que tenías que elegir entre ser heterosexual o ser gay. Y para más inri, además, mi físico no ayudaba y eso nunca había manifestado comportamientos afeminados, juntándome con amigos de comportamiento no muy recomendado, quizás lo hacía más por aparentar que otra cosa.
Y mi interés por las chicas era como cualquier chico, simplemente no tenía suerte con ellas, ya que más de una me tomaba como un bicho raro. Dándome por ese tiempo encima por espiar parejas, o quedándome viendo revistas X, revistas para heterosexuales, no fijándome ni de lejos en los tíos que salían. Pero cierto día surge la chispa, cuando un señor de estatura baja (metro sesenta y muchos centímetros), barrigón, con apenas cabellos y bigotes, le llame la atención.
Hombre que se acercó y me pidió ver esas revistas conmigo, petición extraña pero ingenuo de mi... acepte, no viendo mal en ello, persona que poco a poco me estuvo como quien diría… ‘seduciendo’, atrayéndome hacia ese deseo que deseaba pero que aún no había probado. Comenzando con posar su mano sobre mi muslo, continuando por acariciar mi muslo, ¡cuello e incluso vientre… mmmm!!. Transmitiéndome una serie de sensaciones extrañas para mí, pero que no las vi malas, ¡dejándole hacer más por morbo o la misma adrenalina… mmmm!!.
Como consecuencia de este nuevo descubrimiento, comencé sin saberlo a explorar el sexo homosexual, aunque no fue directamente, ya que fui instruido. Estas sensaciones y conductas solo aumentaron mis confusiones, viéndome que no era una conducta propia de un chico hetero, aunque me veía sin fuerza para poder evitarlo. Y por otro lado, yo no me sentía homosexual, pues no me sentía atraído por los hombres, pues mi atracción hacia estos era prácticamente sexual. Me explicare mejor, me sentía más atraído hacia hombres mayores que jóvenes, me veía deseado por cincuentones en adelante, y para nada mostraba interés por menores de cuarenta o de mi edad.
Desde que me iniciaron me vi como heterosexual, pues solo buscaban disfrutar de mi físico y sobre todo ordeñarme, pues rara vez fue el día que no llegaba a obtener hasta dos orgasmos. Disfrutando de ser un objeto de placer en sus manos, pero por otro lado me avergonzaba de mí mismo, no deseando que nadie supiera de esta faceta mía. Viéndome a mismo etiquetado, pues, aunque no deseaba involucrarme en el sexo homosexual, si es verdad que me sentía atraído por lugares que era para ese fin, dejándome hacer por maduros para su placer, e incluso yo mismo me lo daba (introduciéndome objetos).
Yo era de esos que me dio por calentar un día sí y otro no a un conocido, dejándolo bastante excitado, y al día siguiente cuando tocaba, evitaba pasar por donde solíamos y de esta manera evitaba ser visto por esté. Tomando caminos de vuelta a casa diferentes, e incluso alternativos para evitar ser seguido, pero siempre con discreción. Reconozco que me gustaba calentarlos, e incluso a veces dejarlos tirados, pagándolo más de una vez, como aquella vez que uno me siguió, atrapándome y mediante la fuerza me introdujo entre unos matorrales. Pude haber negarme o haberme defendido, pero el morbo por la situación como el mismo subidón, me hacía comprobar como terminaría aquello.
Recuerdo que entre empujones me hizo adentrarme entre la maleza, tirando de mi maleta escolar hacia el suelo, mis aparentes (fingidas) protestas me las quito con una bofetada (no buscada, pero si encontrada). Hombre mayor (cincuenta y muchos años) que prácticamente se me echo encima, comenzando a magrear mi cuerpo en general, mientras intentaba besarme sin mucho éxito la verdad, ¡contentándose con mi cuello... uuummm!!. Mi actitud de dejadez le dio alas, comenzando a despojarme de algunas prendas, como la chaqueta y suéter, empezando a lamer y besar mi pecho, ¡chupando mis pequeñas tetillas y en especial mis pezones... ooohhh!!.
Y no contento con esto, arrodillarse al tiempo que tiraba de mis pantalones y calzoncillos hacia abajo, dejándomelos a la altura de mis rodillas. Tomando mi miembro, pequeño... sí, pero que estos disfrutaban de ellos, pues tras llevárselos a la boca, ¡comenzaba a chupármelos durante largo rato... ooohhh!!. Todo esto sin dejar de acariciar y magrear mi cuerpo, y sobre todo en especial mis nalgas, ¡habiendo comenzando por introducirme uno de sus dedos... uuummm!!, follándome con esté... ooohhh!!.
Y tras mi corrida en su boca, cuyo hombre no dejaba de chupar, saborear y tragar hasta la última gota, a pesar de verme como me retorcía de placer y me estremecía. Toco mi momento, pero en esos años, aun no había saboreado polla alguna con mi boca, no en cambio sí que había masturbado. Pero esté hombre se contentaba de otra manera, pues tras girarme y hacerme inclinar hacia delante, estirando los brazos hasta apoyarme con las manos al árbol, evitando que separará mis piernas. Acabando por colocar su polla entre mis muslos apretados, comenzando a moverse como si me estuviera penetrando, ¡sintiendo su glande en más de una ocasión golpear mi flácido miembro... mmmm!!.
Y todo esto sin dejar de gemir y suspirar, elevando la voz en más de una ocasión, no cayendo que podría atraer a otros (mirones), como muchas veces ocurrió. Curiosos que aparecían, y que esté para su mayor disfrute dejaba que miraran, a pesar de la humillación que fuera para mí. Donde otras veces animado por esté mismo, animaba a esos curiosos a tocarme, desconocidos que les daba ya sea por acariciar pecho o espalda, ¡como por introducirme sus dedos en mi boca... uuummm!!.
Y luego tras la corrida, dejándome todo empapado de su semen, me ayudaba a vestirme y despedirse con un... ‘hasta mañana’, mientras yo seguía mi camino hacia casa, ¡todo impregnado con su leche... uuuffff!!. Quedándose esto en anécdotas, como otras tantas, historietas que las recuerdo como si hubieran sido ayer mismo, ¡morbosas y llenas de todo tipo de tabú... uuummm!!. Y los años pasan, donde ese periodo de la pubertad prácticamente me evitó, impidiendo en verdad que la pudiera al menos saborear. Pero dejando estas anécdotas aparcadas aun lado, comenzare con mi experiencia...
No recuerdo la primera vez en el cual mi padre me llevo a un gimnasio, pues en su cabeza estaba la idea de ‘masculinizarme’ mediante el ejercicio físico. Deseando apuntarme a cualquier deporte a modo de poder ejercitar mi cuerpo, gimnasio que poco a poco me vi de forma indirecta atraído, pero al mismo tiempo percibí que se interesaban en mi algún amigo de mi padre, hombres que cuadraban en verdad dentro del tipo que me atraían.
Cuando antes he mencionado que me vi atraído por el gimnasio, no me réferi a nada malo, sino simplemente como un lugar, donde podría escapar del mal rollo y malos pensamientos que me rodeaban. Debo decir que allí, una persona delgada no es sinónimo de ‘afeminado’ o de ‘maricón’, sino simplemente debe de trabajar su cuerpo y mente para conseguir las metas impuesta. Y el estar allí me servía para levantar los ánimos, e incluso cuando me sentía frustrado por alguna cosa, o por ejemplo como aquella vez.
Tiempo que estaba de capa caída (frustrado), pues a mi madre le dio por darme unas pastillas que decían que eran vitaminas C, fármaco que le había dado una tía hermana o que se yo. Pastillas del tipo como ‘estradiol, espironolactona, o acetato de ciproterona’, medicamento que resulto ser para aumentar las hormonas, pero precisamente no eran las masculinas. Y claro está mi madre lo hizo con toda su buena fe, ignorante de esto y más llevada por la información errónea. Pues, no llegando a pensar en los efectos de estos fármacos, aunque por cierto no eran irreversible si no has llegado a pasar tres meses de tomarlos. No dejando de disculparse, sintiéndose culpable de dármelos, pero tranquilizándola dentro de lo posible. Soltándome ella...
- “Es mirarte y verme reflejada cuando era niña, yo por ese tiempo era una chica sencilla y tímida, era una chica como tú…”.
Acabando con un beso en la mejilla, abrazándome poco después. Y a raíz de esto, cogió mi padre y me apunto a un gimnasio, lugar frecuentado por algunos compañeros y que él solía ir de vez en cuando. Mi padre para levantarme el ánimo, no dejaba de decirme que me vendría bien ir, además de mirar por mi salud, podría socializarme con algunos de sus compañeros, pudiendo estos animarme a salir con sus hijos e hijas.
Y en cierta manera tenía razón, pues poco a poco me anime a ir, acabando por hacer amistad con dos de ellos, presentándose como ‘Manuel y Manolo’. Hombres de edad similar a mi padre, cincuenta y muchos años, personas que no dejaban de animarme, picándome sobre todo ante alguna chica, o proponiéndome a entrarle con alguna madura. Amistad que se truncó cierto día, bueno en verdad no se rompieron sino más bien generaron una serie de problemas, viniendo a raíz cierto día. En el cual, tras terminar mi sesión de ejercicios, me dispuse a irme a los vestuarios para coger las cosas y ducharme, como es algo habitual.
Y recuerdo que cuando entré en los vestuarios, como es algo lógico había algunas personas, pero no en mi pasillo donde se encuentra mi taquilla. Donde tras desnudarme, tome mi toalla y la enrolle alrededor de la cintura, cogiendo otra para secarme, las chanclas y el jabón, encaminándome hacia las duchas.
Metiéndome en una de las tres duchas individuales que había, cabinas que encima no tenían cortinas, pero si al menos donde colocar las cosas. Tras entrar y comenzar a enjabonarme, como es normal en mí, acabando tras enjuagarme y salí hacía la taquilla para vestirme, caminé con mi toalla alrededor de mi cintura. Llegué y abrí esta, sacando de su interior la ropa, el calzado y todo esto sin llegar a quitarme la toalla de la cintura. Momento en que gire para hacerlo, encontrándome precisamente a Manolo, uno de los compañeros de mi padre, uno de los dos con los que había hecho amistad.
Persona que se encontraba de espalda en esos momentos, despojándose de sus ropas para irse a las duchas, hombre que se giró más al escuchar ruido proveniente de detrás de él. Él cual se giró, llevándome la sorpresa no solo de verlo desnudo (cosa obvia pues iba a ducharse), sino que esté encima estaba con su polla empalmada. Bajando mi vista hacia esta, visión que clave y que no pude apartar de ella, y que esté precisamente se dio cuenta. Me sonroje al verlo pues no lo esperaba precisamente, dándole a esté por romper el hielo del momento, felicitándome por los ejercicios realizados. Y ojo, todo esto sin llegar esté a cubrirse con la toalla, no cortándose ni un apis al estar así empalmado en mi presencia.
Pero fui yo quien finalmente me giré, acabando por darle la espalda, quizás más al verme muy nervioso y avergonzado, actuando como si nada, no quedándome otra que quitarme la toalla para comenzar a vestirme. Y escuchar ruido no muy lejos de mí, llegando a pensar que el compañero de mi padre por fin se había ido a duchar, dándome por girarme de nuevo para ponerme mis calzoncillos, y es cuando me lo veo a esté aun ahí de píe.
Y hay veo a Manolo... el compañero de mi padre, hombre de cincuenta y seis años, alto de un metro ochenta y seis centímetros, corpulento y de cuerpo velludo. Persona de apenas cabellos y con perilla, no dejando de mirarme, ¡y encima observo como el muy cabrón se está masturbando esos veinte centímetros que tiene por verga... uuuffff!!. Me siento abrumado, pero al mismo tiempo avergonzado, no pudiendo evitar volver a bajar la vista hacía su polla, persona que encima sonríe al verme embobado al verla. Dándole por decirme…
- “¿Te gusta?”.
Y me ruborice aún más, y él tuvo que notar que me sonroje, pues no dejo de sonreír, mientras veía como una de sus manos se deslizaba a lo largo de su tronco. Verga dura y brillante de sus propios fluidos preseminal, hombre que no dejaba de mirarme, y mientras se mordía el mentón inferior. Suelta…
- “Creo que sí… que te gusta”.
Dice y con ese tono mordiente, no deja de masturbarse, comenzando a oler el ambiente a ‘polla’. Volviendo a soltarme…
- “Anda ven y cógela, venga acércate aquí”.
Decía mientras yo me mantenía quieto, temeroso y asustado, pero aun así ni me inmutaba, y eso que mi miembro no había mostrado signos de excitación, pero aquella polla me tenía como hipnotizado. Y dice nuevamente...
- “No te hagas de rogar... ven aquí, venga que lo estas deseando”.
Pero yo seguía quieto. Además, estaba tan inserto en esa verga que ni tan siquiera me había dado cuenta de que, esté caminaba hacia donde yo estaba. Y a medio camino, decirme…
- “No me había fijado bien, ¡pero menudo culazo que tienes... uuuffff!!”.
Momento en que escuchamos un ruido proveniente de la entrada a los vestuarios, sonido de las puertas al abrirse y nos da por alejarnos, marchándose esté hacia el interior de las duchas, mientras yo me dispongo a vestirme e irme. Y ahí es cuando puedo decir que algo cambio, desde ese día ir al gimnasio fue diferente, pues, aunque continuaba con mis ejercicios programados por mi instructor. Cuando llegaba la hora de irme a los vestuarios, iba con temor, no dejaba de mirar hacia atrás para evitar que Manolo u otra persona me siguiera.
Llegaba a mi taquilla y con toda la prisa que podía me desvestía, tomaba mis toallas, chanclas y el neceser, y me iba directo a las duchas, ducha que continúe por utilizar las individuales. Ducha que en cierta manera me calmaba, quizás el agua la caer sobre mi cuerpo, o el silencio que impregnaba todo el vestuario.
Donde sales seguro hacia mi taquilla, caminando con el pensamiento de que lo del pasado día fue algo casual, voy con una toalla alrededor de mi cintura y la otra en la cabeza. Momento que llego a mi taquilla y no veo a nadie, si… escuchas voces, pero por la lejanía sabes de sobra que no está cerca.
Y es entonces cuando me da por abrirla y sacar mis prendas de vestir, la ropa interior y calcetines, y finalmente el calzado, retirándome la toalla que llevo alrededor de la cintura. Y es cuando escucho un ruido proveniente de detrás de mí, sonido que parece a propósito para girarme, y cosa que hago, pero con el miedo por ignorar lo que me voy a encontrar, aunque en verdad me lo imagino.
Y como el pasado día, no es otra persona que Manolo, encontrándose de la misma manera… desnudo, fingiendo que se va a ir a duchar, pero que mientras estamos uno frente al otro, esté no pierde detalle de mi persona. Y temo bajar la vista pues ya se lo que me voy a encontrar, además el movimiento de uno de sus brazos no solo me da entender, sino que me da la razón de lo que está haciendo.
Y recuerdo que Manolo comienza a hablarme algo que no atiendo la verdad, me siento abochornado y lo peor de todo es que me siento inmóvil. Este ríe y comienza a piropearme, volviéndome a animar a acercarme, volviéndome a pedir que coja su polla, ¡todo eso en un tono bastante apaciguado… uuummm!!. Y el humedecerme mi mentón superior con la punta de la lengua, le da a este por soltarme…
- “Como me gustaría que hicieras eso mismo que has hecho con tu lengua, pero con mi polla”.
Y es cuando me doy cuenta que cada uno de mis actos, parece una manera de provocación, sintiéndome nervioso, pero al mismo tiempo excitado, cosa que gracias a Dios no se me empalma. Y es cuando me pregunta por mi físico, pregunta que hace como…
- “Y entonces dime… ¿Cómo es eso que naces como un chico, pero con la fisionomía es de una chica?, pues das el pego prácticamente de espalda”.
Suelta y se queda tan pancho, dice y aunque me cuesta mirarlo, mi curiosidad me puede, no dando crédito al pedazo de polla que le cuelga, mirada asombrada que este no deja de reír. Y volver a preguntarme…
- “Dime… ¿Entonces nunca has visto a un tío desnudo aparte de tu padre?, te pregunto eso porque creo que lo que te ocurre es que tienes curiosidad y seguramente muchas preguntas, por no decir dudas”.
Calla y sin dejar de masturbarse, me dice…
“Si tú quieres, yo ye podría solventar todas esas curiosidades y preguntas que tienes, ya que no es bueno que crezcas con dudas”.
“Dime… ¿Qué decides?”.
Dice y pregunta, pero que mis respuestas no son dichas al aparecer en esos momentos Manuel, preguntando…
- “¿Qué ocurre aquí?”.
Yo callo, me visto y salgo a toda prisa, confiando en que el compañero de mi padre Manolo… calle, pues ya me cuesta mirar a uno a la cara, para que Manolo haga la gracia y acaben por ser dos. Y viendo que me acabo de pasar nuevamente en la extensión de mi relato, os lo dejare aquí hasta publicar el próximo. Y eso sí, antes de dejaros, debo decir hacia aquellos lectores que comparte conmigo sus criticas que, acepto todas ya que me enseñan a ver mis defectos. Pero no es mi intención entrar en un intercambio dialéctico al respecto, tampoco pido que nadie se crea mis vivencias, solo las comparto, porque son tan reales como la vida misma.
No me tengo que excusar porque un día me dio por ahí, y desde entonces vivo y disfruto mi vida con pasión, y de una forma de libertinaje, dándome por compartirlo con vosotros como manera de desahogo. Así que, aquellos que me leáis esto y no me crees, pienso que es tu problema, pero pienso que la vida hay que disfrutarla y vivirla, como uno sepa mejor porque pasa muy rápido. Y lo dicho, agradecer a todos aquellos que me seguís y me leéis, deseando que os haya gustado. Si queréis saber más de mí, me lo hacéis saber a mi email es: jhosua 1974 @ Gmail . com (obviamente todo junto).