EL GENIO DE LA LÁMPARA ME HIZO FELIZ 2da parte
Segunda parte del relato...
EL GENIO DE LA LÁMPARA ME HIZO FELIZ 2ª PARTE
Eran sobre las seis de la tarde cuando, me puse en marcha hacia la casa de María. Antes hice una parada táctica. Me metí en un sexshop y realicé varias compras. Cuando salí del mismo, pensé que me había gastado un pastón en tonterías que a lo mejor no iba a usar, pero bueno ahí estaban.
Llegué a casa de María, me recibió en pantalón vaquero viejo y recortado, aunque no todo lo que yo hubiera querido y… Madre de mi vida!!! Con una de esas camisetas que ella solía usar cuando yo iba a su casa a recoger a su hermana (mi ex mujer), esas camisetas viejas a las que recortas las mangas y si no llevan sujetador se le ven todas las tetas.
En la entrada, todo lo que me tenía que entregar, fotos, papeles y recuerdos de mi anterior vida de casado con su hermana, todo metido en una caja. Me entristeció algo, pero enseguida pensé a lo que había ido a casa de mi ex cuñadita. En un principio pensé, Bah!!! Digo las condenadas palabras mágicas y me la follo, pero quería que fuera algo especial, algo… distinto. Siempre he sentido algo por María, quizás lo que sentía no lo sentía yo, sino mi polla, pero se que algo había. Me dediqué a hacer la cena que le había prometido, mientras ella iba y venía a la cocina, preocupándose que no me faltara nada y sobre todo rellenando el vaso del vino blanco que había llevado para la comida, el cual estábamos gastando mientras la preparaba. Yo estaba ya con un puntito de alcohol, bastante bueno, que me hacía perder toda clase de pudor y vergüenza.
Llegó la hora de la cena, había preparado una pasta de espinacas, que si bien no quiero colgarme medallas, me sale de muerte, aunque la íbamos a tomar sin vino, ya que había caído todo mientras cocinaba. Charlábamos sin parar de anécdotas de nuestra vida. María siempre se ha caracterizado por no tener pelos en la lengua, así que podríamos hablar de casi de todo, desde que tipo de consolador le gusta más, a qué tienda prefiere comprar la ropa, pasando por sexo y cualquier tema. La conversación se tornó un poco picante, en lo que se refiere al tiempo que llevábamos sin echar un polvo. Me dijo que desde que lo dejó con su ex marido, no había estado con un hombre, siempre con esa cara de picantona que ponía, que me volvía y me sigue volviendo loco.
-Pues hace como unos diez meses que no echo un polvo, cuñado!!! El alcohol le ayudaba a hablar de este modo.
-Pues yo también –le dije mintiéndole- cuñada hace tiempo que no cato un buen culo –mentiroso, esta mañana has petado uno, pensé…-
-Sabes cuñado? Que cuando mi hermana me dijo que tenía novio, pensé que iba a ser un pedazo de tío bueno, y cuando te conocí pensé que eras de lo más normalito, pero con el paso del tiempo, has conseguido gustarme…. Como persona y como hombre… siempre has estado ahí, cuando estaba triste y cuando estaba de cachondeo, no se por qué mi hermana te ha dejado escapar.
-Te recuerdo cuñada –le dije- que fui yo quién dejó a tu hermana, me puso los cuernos. Por si no lo sabes me la encontré follando con un tio y encima cuando los cogí, el tio le estaba dando por culo a tu hermana, cuando a mi en la vida, me ha dejado ni si quiera meterle un dedito por ahí.
-Qué tonta era mi hermana y que estrecha ha sido siempre, hay que probar de todo, verdad cuñado?.... me decía estas palabras con su cara a escasos centímetros de la mía.
Ya está. Este es el momento, pensé. Voy a decir la frase de los cojones y voy a follarme a mi cuñada. Pero de repente ella me besó en los labios. Fue un beso dulce, cariñoso, tierno…. Nada libidinoso. Era un beso de adolescente, como si fuese la primera vez que una mujer besa a un hombre. Le correspondí evidentemente y ese beso tierno y dulce, se tornó un beso apasionado. Mis manos querían tocar ese cuerpo, tan deseado desde hace tiempo. Sentados uno al lado del otro en el sofá, seguimos besándonos. Nuestras manos se entrecruzaban los dedos, apretándose.. quizás para liberar algo de tensión, para alargar ese momento y no pasar a la acción tan rápido.
Pero era inevitable, María hacía tiempo que no cataba una polla y estaba calentísima. Y yo… que os voy a contar de mi.
María se levantó, se quitó la camiseta y el pantalón vaquero recortado que llevaba y en bragas se dirigió a su cuarto, sin decir palabra y sin mirarme, quizás pensando que yo iba a seguirle….. Pues claro que iba a hacer si no!!!
Cuando llegué a la habitación ella estaba recostada sobre uno de sus lados, dándome la espalda. La abordé desde atrás fundiendo mi cuerpo con el suyo y con mis manos acariciaba sus pechos, que por fin eran míos. Ella gimió dulcemente cuando toqué su cueva y como automáticamente adoptó la postura del perrito, a cuatro patas, como se suele decir. Llevé mi lengua a su coñito, no me podía creer que sus flujos vaginales se estuvieran mezclando con mi saliva. Movía la lengua rítmicamente hacia adentro y hacia fuera de su cueva, mientras con uno de los dedos acariciaba su clítoris.
Me arriesgué y coloqué otro de los dedos en su culo temiendo que me recriminara la acción, aunque viendo que no ponía ningún impedimento, continué acariciándolo e introduciendo poco a poco el dedo en su estrecho, aunque no virgen culo. Mi lengua seguía lamiendo su coño, mientras metía y sacaba un dedo de su ano. Me estaba volviendo loco, quería hacerlo todo a la vez, quería comerle su jugoso coño mientras le metía un dedo en el culo y con la otra mano me dedicada a acariciarle todo su cuerpo, no daba abasto. Logré que se corriera varias veces, cayendo aparentemente exhausta en la cama jadeando como una perra. Me recosté a su lado viendo y disfrutando del placer que le había dado. Cuando hubo recuperado el aliento, volvió a su cara, esa mirada maliciosa, como preparándome a lo que me iba a hacer. Comenzó besándome en la boca para bajar por el cuello, mi pecho y tras una fugaz parada, se metió mi polla en su boca. Jamás había sentido tanto placer con una mamada como esa. No tengo ni puta idea de lo que me estaba haciendo. Sólo se que me estaba volviendo loco. Me llevó al borde de la cama obligándole a adoptar una postura bastante extraña. Es como si estuviera en una sala de partos y yo fuera la futura parturienta. Mientras se relamía comiéndome la polla, acariciaba los huevos con una mano y con la otra se dedicaba a acariciarme el perineo, haciendo paradas cortas en mi ano. Hasta que comenzó a hacerme una cosa, nueva hasta ahora para mi. Un beso negro. Su lengua era mejor que su dedo. El placer era extraño aunque muy bueno. Siempre he pensado que todo lo que esté ahí para dar placer, por qué no utilizarlo. Fuera tabúes me dije, así que me puse cómodo y me dejé hacer.
Después de la sesión de lametazos en mi ano, mi enorme polla, parecía que iba a reventar. Continuó con la mamada, aunque con un extra. Se embadurnó su dedo con lubricante y comenzó a acariciarme mi puerta trasera, para a continuación meterme poco a poco un dedo. Fue acomodándose en el interior poco a poco. El hecho de haberme relajado ayudó a ello. Comenzó a acariciarme la cara anterior del interior de mi ano, justo detrás de mi polla, cuando de repente comencé a ver lucecitas de colores y a sentir un placer indescriptible. Mientras mi polla entraba y salía de su boca y apenas diez segundos después sin sacar mi polla de su boca y su dedo de mi culo, me corrí dentro de ella, creyendo que estaba abandonando mi cuerpo y que me estaba muriendo, del placer que estaba recibiendo.
-¿Qué coño me has hecho?- le dije.
-Eso se llama masaje prostático cuñado.
-Ex cuñado, le dije……..
Continuamos follando toda la noche, sin tabúes, probándolo todo y dejándonos llevar por la pasión, que buena falta nos hacía. No hizo falta decir frase ninguna, aunque…… lectora, por si acaso sirve de algo…. “Eres el sol de esta noche”.
FIN