El género prohibido
Cansado del cine comercial decido dedicarle parte de mi tiempo a la realización de películas porno.
Perdonen que no me presente, al menos que no diga mi nombre real, porque si lo dijese no me creerían. Quiero decir que he de ocultar mi nombre verdadero pues soy un director de cine famoso y con mucha reputación y para ciertas cosas voy de incógnito. Me explico: mis películas tienen enorme fama y estoy encumbrado gracias a decenas de premios y galardones. No, no diré ninguno de esos títulos míticos.
Pero he llevado doble identidad dentro de mi vocación de dirigir. Digamos que una de las grandes productoras cinematográficas del mundo me ofreció un enorme contrato años atrás y como al negociar yo era el que estaba en condiciones de exigir, pedí que necesitaría que desviaran parte del presupuesto de las grandes superproducciones para yo poder realizar en mi tiempo libre otro tipo de películas, concretamente las del "género prohibido". O sea, pornografía. ¿Qué le podía hacer, si esas pelis siempre habían sido mi delirio? La productora me dijo que contase con ello, ya que por mucho dinero que costasen, sería una minucia dentro de los enormes presupuestos que manejaban. Por otro lado a la postre mis películas pornográficas entraron como un ciclón en el circuito de las distribuidoras y produjeron suculentos beneficios. Utilicé otro nombre como director de películas porno: Pedro Almofollar.
Empezar con la primera película fue difícil, pues no conocía ese mundo tan suculento de actores y actrices porno, pero me rodeé de un magnífico equipo que se puso a mis órdenes. Yo sólo tenía en la cabeza buenas historias, buenas ideas y ganas de proyectar en la pantalla morbosidad y muchas de mis fantasías recónditas, cosa que en las películas "serias" no podía hacer, a pesar de que en muchas de ellas el elemento sexual era decisivo.
El productor me preguntó qué necesitaba para la primera película, cuyo guión yo mismo había escrito. Le pedí cuatro actores y dos actrices, aparte de tres o cuatro extras. Necesitaría una casa y una oficina que bien podían ser un plató decorado, nada más. "Olga, ama de casa" sería el título y era sencillamente una fantasía; la de aquellos hombres que a lo largo de su jornada laboral desean echar un polvo con una tía buena. El argumento fácil de intuir: Olga es una ama de casa abnegada que despide amorosamente a su marido, Roberto, todas las mañanas que éste se dirige a la oficina. Ella acaba descubriendo que él le es infiel, pues Roberto se lo monta con su secretaria (escena en la oficina), entonces Olga pasa a la acción después de dudarlo un poco. Estos titubeos son precisamente lo interesante de la peli; el hecho de que ella no decida súbitamente ponerle los cuernos también a su marido es lo que calentó al espectador de aquella película. Al fin, Olga descubre el sexo al margen de su matrimonio, pero sin salir de casa. Con un encargado municipal de sanidad doméstica, con el repartidor del súper y con el cartero. Cuatro escenas sexuales en un filme de algo más de 80 minutos y que, como digo, todas reflejan la fantasía del hombre que quiere follar a lo largo de la jornada laboral, tal como lo hace el marido de Olga con la secretaria, o los tres trabajadores con Olga.
Natalie Beauty, la actriz que hacía de Olga, era una mujer espléndida, sin ser algo físicamente explosivo. Me sorprendió gratamente el hecho de que interpretase en un grado más que aceptable, pues eso era lo que yo buscaba. No me encargué directamente del casting, pero mis ayudantes acertaron con ella y también con el actor que hacía de marido, Alfred Coach. La película tuvo un enorme éxito, tanto que no hubo más solución que rodar una serie de continuaciones en las que siempre eran protagonistas Natalie y Alfred en sus papeles de Olga y Roberto como matrimonio. Estos fueron algunos títulos exitosos: "Olga veranea en Ibiza", "Lady Love y Olga", "Matrimonio liberado" o "Preséntame a tu esposa".
Después de rodar la intensa serie sobre Olga, fue necesario cambiar una serie de puntos. Entre otras cosas porque Natalie Beauty, que como dije era una mujer espléndida, decidió dejar el porno. Tuvo suerte y se casó con el vicepresidente de una compañía aérea francesa. Estuve tentado de ofrecerle un papel "serio" en una de mis películas formales, pero finalmente fue mejor no hacerlo,y acerté, ya que la actriz con la que trabajé para ese papel se llevó el galardón de la academia a la actriz revelación del certamen.
El nombre de Almofollar se hizo famoso en el millonario mundo del porno y hube de buscar a un actor de pega para que apareciera como Pedro Almofollar en entrevistas de distintas publicaciones, revistas, programas de televisión o incluso con el cometido de recoger premios como el que dieron en el festival erótico de Barna al mejor director de películas pornográficas de 2003 por la película: "El goce está en el roce".
La producción de está película fue muy particular ya que me costó el divorcio con mi primera esposa. Hasta entonces jamás tuve ningún problema con mi matrimonio y mi tarea de dirección en pornografía, pero "El goce está en el roce" fue un trabajo tan intenso que Marion, mi esposa, me lo recriminó no porque se tratase de pornografía, pues ella había estado al tanto de mi incursión en el género, sino porque descuidaba mi otra película seria, que por cierto, fue un fracaso de taquilla. Esta vez yo quise estar presente en el casting de los actores y actrices porno, pues trabajaríamos básicamente con una hornada de nuevos talentos de italianos e italianas y sin salir de Roma. No fue difícil elegir a los machos: Angelo Milani, Dino Dantescchi y Silvio Mantegna eran un buen trío de sementales, guapos, esculturales y de buena picha. Para elegir a las chicas la cosa fue algo más complicada porque había mucha calidad entre las aspirantes. De varias de ellas obtuve un dossier con fotos, sus trabajos, las críticas de los especialistas, etc. Lorena Benarrivo, rubia, tetona, de labios gruesos y lascivos, y todo suyo (detesto a las operadas), fue la primera en ser elegida.
Tenía veintidós años y había trabajado anteriormente en un par de películas porno de escasa calidad, pero me contaron que era una actriz que al menos sabía moverse a las órdenes de un director. Sería una buena actriz secundaria. Masima Pitti era una chica resultona simplemente, pero según yo mismo pude comprobar en alguno de sus trabajos era una serpiente que se contorsionaba en la cama: una chica de goma, perfecta para ciertas escenas. Pero necesitaba a la protagonista. Me costó decidir. Cuando vi a Fiorella más o menos lo tuve claro, pero mis ayudantes italianos intentaron hacerme desistir. Fiorella del Duomo era ya madura para el papel de protagonista (treinta y nueve), lo había intentado todo en el mundo del arte y espectáculos. Cine de serie B, telenovelas, concursos de televisión, teatro alternativo Finalmente optó por el porno casi arrastrada por el capullo de su representante. Al tener un rostro más o menos famoso, su primer contrato para una peli porno fue suculento y ganó una buena suma, pero el resultado fue catastrófico y el film no recaudó ni un cinco por ciento de lo esperado, entonces el nombre de Fiorella del Duomo se devaluó. En aquella primera película suya su interpretación fue nefasta pues se advertía de sobra que le daba asco y vergüenza trabajar en algo así. Fiorella ya había perdido toda oportunidad de trabajar en algo serio y finalmente perdió los escrúpulos y se lanzó desenfrenadamente a hacer cualquier papel en pornografía y a sumar títulos fuese cual fuese la calidad de la producción. Pero las productoras se fueron olvidando de ella progresivamente y pudo retirarse con unos pocos ahorros, pero su marido, otro mierda tal y como lo era el representante, la chuleaba y la tenía arruinada. Cuando Fiorella acudió al casting acababa de separarse y estaba desesperada, se lo noté en el rostro. A pesar de los consejos de mis ayudantes me empeñé en contratarla y como su caché andaba por los suelos nos salió barata.
El milagro de "El goce está en el roce" residió en que fue tal el entendimiento al que llegamos en el equipo, y sobre todo entre Fiorella y yo, que esta mujer fue relanzada de nuevo al estrellato del porno y ya es casualidad, que al igual que Natalie Beauty se casó con un millonario al abandonar la carrera cinematográfica, Fiorella corrió igual suerte casándose con un comerciante milanés.
En la película intenté volcar todo el arte posible y que el sexo explícito encajase milimetradamente en la trama. O sea, pretendía que la historia tuviera valor en sí y no por la escena evidente de sexo. Lo erótico tenía que flotar eso sí, y habría coitos, mamadas y corridas para satisfacer al espectador, pero a base de una historia lo más realista posible que invitase a pensar que lo que sucedía en la pantalla era algo que le podía estar ocurriendo a nuestros vecinos más cercanos o a nosotros mismos.
"El goce está en el roce" es una historia que trascurre en una pequeña ciudad, de escasa población, donde la vida es aburridísima y muy tradicional. Matrimonios con hijos, vida rutinaria, desidia Hay tres parejas de amigos, uno de esos matrimonios lo integra Fiorella, que tiene el nombre de Marga. Los seis amigos se reúnen habitualmente los sábados por la noche, cuando ya han acostado a sus hijos. A ninguno se le ha ocurrido jamás algo como una orgía, pero no quiere decir que no lo piensen, que lo deseen o fantaseen sobre ello, pues a lo largo del filme predomina la voz en off que deja saber lo que pasa por cada una de sus mentes, sobre todo la de Marga. Hay escenas de sexo sí, pero son las que dejan escapar la imaginación de los protagonistas, pues si alguno de los hombres folla con la esposa de otro es simplemente porque lo está imaginando. Si hay una escena real es la que lleva a la cama a alguno de los matrimonios. La historia ha de verse abocada a que suceda realmente algo morboso, pues a lo largo de las reuniones las conversaciones de este grupo de amigos giran en torno al sexo y las fantasías y todo se va calentando. El desenlace es una fascinante escena en la que las otras dos mujeres descubren sus tendencias lésbicas y acaban apartándose del grupo para gozar juntas las dos, mientras los tres hombres, entre ellos el marido de Marga, se hacen cargo de nuestra protagonista y esta vez es real. La secuencia pasará a los anales del cine porno por cómo cubren de semen los tres tíos a Fiorella del Duomo de cuya boca caen borbotones de leche.
Lo que se piensa mayoritariamente de los actores y actrices porno es que son viciosos y que fuera de la pantalla, en la vida real no son capaces de experimentar el sexo en una dimensión plena, como el resto de los seres humanos. Su aparición en la pantalla es simplemente trabajo, aparte de que muchos de ellos lo hayan elegido porque precisamente les gusta el sexo.
Acababa de divorciarme de mi mujer, Marion, y tenía unas ganas ilimitadas de juerga. Tras el éxito de "El goce está en roce" y los premios recibidos, decidí invitar al equipo de actores a pasar un fin de semana en mi lujosa hacienda de la Costa Azul. Fiorella del Duomo no pudo asistir y aparte de las personas del servicio sólo nos juntamos allí Angelo Milani, Dino Dantescchi, Silvio Mantegna, Lorena Benarrivo, Masima Pitti y yo. El encuentro en principio fue demasiado formal y si todos aceptaron mi invitación fue porque me admiraban y tenían grandes expectativas y ganas de continuar trabajando conmigo en futuros filmes. Digo esto porque por ejemplo Angelo y Masima se detestaban, y eso que les tocó hacer de pareja en la peli y tenían un par de escenas de sexo entre ellos. A su vez Dino y Silvio tampoco se dirigían la palabra y claro, la situación era un poco tensa. El viernes por la noche todos cenamos en el jardín. Pronto Angelo Milani me dijo que una de las chicas del servicio que había servido la cena le había gustado. Se trataba de Grace, una chica bonita de cabello oscuro a lo garçon que no estaba nada mal, y si lo que Angelo pretendía era cepillarsela esa noche lo tendría fácil, ya que según tenía entendido a través del resto de miembros del servicio, Grace era una tía fácil que se iba a la cama con el primer guaperas que se lo pidiese y nadie más atractivo que Angelo en aquella velada. Presenté a ambos y noté que se gustaban; lo demás fue pan comido para Angelo, que sin dificultad llevó consigo a su habitación a la cálida Grace.
El rato pasaba y tras los postres unas copas. Dino bebió tanto que pronto se convirtió en una piltrafa borracha y Narciso, mi chófer y mayordomo, lo arrastró hasta su habitación. Así la situación se relajaba un tanto, porque entre Lorena, Masima y Silvio no había ningún tipo de tensión. La compañía de aquellos dioses y diosas del sexo me era de lo más grato que uno pueda imaginar. Frescos, risueños, felices, simpáticos, abiertos, honestos, espontáneos, creía ser la persona más feliz junto a ellos. A pesar de que éramos de una misma generación, me daban la consideración de artista y me veneraban tratándome con una familiaridad inusitada. ¡Estáis en vuestra casa! fue lo primero que les dije cuando les recibí. Las chicas eran tremendas, y como ya he dicho, muy espontáneas, de modo que se desnudaron para darse un chapuzón en mi piscina aquella calurosa noche de verano. Esto no era importante porque ya las había visto desnudas durante el rodaje y andarse con pudor a esas alturas era infantil. Silvio hizo lo mismo y todos me animaron a hacer lo mismo, pero para mí era diferente, pues nunca me había mostrado desnudo: ¡Vamos jefe que era cómo me llamaban- desnúdate y salta al agua! He de reconocer que no me costó mucho decidirme. El agua estaba estupenda y allí los cuatro estuvimos jugando como niños durante un rato, empalmándome de inmediato y la verdad, haciendo poco por disimular la erección. Todo eran risas y caricias descaradas con muchas ganas de cachondeo. Al cabo de un rato Silvio me preguntó de manera privada que a cuál de las dos prefería yo, si a Lorena o a Masima.
El ofrecimiento me dejó estupefacto, pero Silvio me tranquilizó diciéndome: ¡Relájate jefe! Hemos venido a esto ¿no? Por no quedar como un estúpido asentí a modo de afirmación. Le dije que prefería a Masima y en unos minutos me quedé a solas con ella, pues ya estaba todo hablado. Me refiero a que ellas sabían de antemano los planes de la noche, si no fue que fueron ellas mismas las que lo prepararon todo. Yo estaba bastante ebrio y si elegí a Masima fue porque la tía iba como la seda en la cama; casi no había que moverse para follar con ella, pero quien me gustaba de verdad era Lorena. Tuve una idea: como Masima odiaba a Angelo no tendría inconveniente en aceptar mi perversa invitación, y es que lo estaba grabando con una cámara oculta en su habitación mientras se lo montaba con Grace, la sirvienta. Invité como digo a Masima a ver la escena y ella aceptó encantada. Angelo tenía empalada a Grace por el mismisimo culo cuando encendimos la pantalla y eso nos calentó tanto a Masima y a mí que de inmediato empezamos a meternos mano. Estaba tan bebido que no recuerdo bien como se sucedieron los acontecimientos. De lo que no tengo duda es que disfruté plenamente con aquella mujer echando al menos un buen polvo. Después dormimos.
A la mañana siguiente tenía una fuerte resaca y para recuperarme me encaminé desnudo hacia la piscina y me senté en el borde. No había nadie. Al cabo de unos instantes apareció Lorena que saltando a la piscina nadó hacia mí. ¿Me contratarás para tu próxima película?- preguntó. Cuenta con ello respondí yo. Y acto seguido se metió mi polla en su boca.