El gay del insti (2 y final)

Tras liarse con Adrián, Santi pasará la noche con Carlos, el chico de la habitación de al lado que lo había escuchado todo.

El gay del insti (2ª parte)

Gracias a todos los lectores por su valoración y sus comentarios, me han animado a seguir contando las aventuras que viví en mi viaje de fin de curso con mis compañeros. Antes de leer este relato recomiendo leer la primera parte, El gay de insti , para saber de qué va el asunto y quienes son los protagonistas. Sigo con la historia.

Pasé todo el día siguiente evitando tanto a Adrián como a Carlos. No quise juntarme mucho con Adrián por miedo de que pensara que iba detrás de él después de lo ocurrido esa noche. Y a Carlos lo evitaba más que nada por vergüenza, ya que él lo había oído todo. Cuando llegó la noche, volvimos a salir de fiesta al mismo lugar que el día anterior, donde podíamos bailar, beber y pasárnoslo bien. Yo estuve todo el rato con mis amigas y amigos más cercanos, pero noté como Carlos aprovechaba la mínima para acercarse a mí, ya fuera si me quedaba medio solo, si iba al servicio o a la barra a por alguna copa, y era más bien algo extraño, pues aunque lo conozco y nos llevamos bien, no frecuentamos el mismo grupo de gente, él suele ir con los más macarrillas de la clase. Me sonreía mucho y me decía cosas como intentado entablar conversación, a lo cual, poco a poco y a medida que pasaba la noche y yo me iba poniendo más contento, iba accediendo más. Hubo un momento que yo estaba con mis amigos sentado en un sofá del local y él se acopló, pero mis amigos se levantaron para ir a la barra y yo me quedé sentado con él. Empezó a hablarme de tonterías, era evidente que él también había bebido algo, y yo le empecé a seguir el juego, porque aunque yo no tuviera planeado nada con él, la verdad es que el chico estaba bastante bueno, y me estaba empezando a dar morbo la situación. Estuvimos hablando un buen rato sobre tonterías, yo pensaba que sacaría el tema de lo ocurrido la noche anterior con Adrián, casi deseaba que lo hiciera, pero no lo sacó. Cada dos por tres me pegaba una palmadita en la pierna o el pecho, cosa que, unida al comentario que me había hecho en el desayuno, interpreté como señal inequívoca de lo que pretendía. Cuando se le acabó la copa llevábamos ya muchísimo rato hablando y él me dijo algo que fue ya totalmente lo que estaba esperando.

  • Yo estoy ya agobiado de estar aquí, me voy al hotel, ¿te vienes?

  • Tendría que esperar a Adrián, que tiene él la llave de la habitación – le contesté.

  • Adrián tardará, que se le ve muy contento, si quieres quédate a dormir en mi habitación, que como no tengo compañero sobra una cama.

  • Bueno – le dije, y los dos nos levantamos para salir del local.

Carlos no tenía compañero porque éramos impares los de la clase y le había tocado a él quedarse solo por sorteo en la habitación. Aún no os he descrito al chaval. Es un chico alto, de espalda bien ancha, fuerte, con carnes donde agarrase, como a mí me gusta, pero no gordo. Es moreno y tiene el pelo algo larguito y rizado. De cara es muy muy guapo, destacan sus ojos azules de pillo que me atraen mucho.

Cuando llegamos a su habitación me dijo si quería beber algo, yo le dije que sí y sacó una botella de Vodka que tenía en la maleta para prepararme un cubata mezclado con cola. Él se preparó otro igual y se sentó en la misma cama donde estaba yo, detalle que no me pasó desapercibido pese a que había otra cama libre. Empezamos a beber y a charlar un rato más cuando, ahora sí, sacó el tema.

  • Bueno, ¿qué tal anoche con Adri? Cuéntame.

  • Pues nada, bien, ¿qué quieres que te cuente? – respondí yo.

  • Yo no sabía que le gustaban los chicos, ¿tu sí?

  • Qué va, si no le gustan, pero estaba medio ciego, de calentón, y ya sabes.

  • Joer, pues para no gustarle parecía que disfrutaba el cabrón.

  • Tú no le habrás dicho nada a él ni a nadie, ¿no? – pregunté yo preocupado.

  • No tío, tranqui, yo no soy así.

Seguimos bebiendo un rato más y hablando. Me preguntó cosas como desde cuando me gustaban los chicos, si había estado con gente de la clase, etc, hasta que yo le pregunté:

  • ¿A ti te gustan los chicos?

  • ¿Se me nota? – contestó él con una sonrisita.

  • No, de normal no, yo hoy lo he notado por tu comentario de esta mañana y que no has parado de perseguirme esta noche.

  • Es que tío…anoche me pusisteis…y tú estas super bueno – me dijo mientras pasaba su mano por mi pierna.

  • Tampoco te vayas a pensar que me follo al primero que vaya detrás de mí o que quiera descargar o probar con un chico – dije haciéndome el interesante, aunque en realidad estaba deseando acostarme con él.

  • Ya hombre, supongo que te los follaras si te gustan, ¿no? – su mano subía por mi pierna y ya casi rozaba mi paquete.

  • Claro.

  • ¿Y yo te gusto?

Decidí que era hora de dejar de hacer tonterías y pasar a la acción si quería divertirme con él. Deje mi cubata sobre la mesita de noche y también el suyo, y después me abalancé sobre su cuerpo tumbándome sobre él, los dos en la cama. Empecé a besarle los labios con ansia, al contrario que Adrián la noche anterior, Carlos sí que respondió a mis besos y lo que la noche anterior había sido tan solo un fugaz adelanto, se convirtió aquella noche en mi primer beso de verdad con un chico. Bueno, más que un beso parecía que nos quisiéramos arrancar los labios, se notaba que toda la noche de tonteo nos había puesto a los dos muy calientes. Mientras nos besábamos, Carlos empezó a desabrocharse los botones del pantalón, luego separó sus labios de los míos y me dijo…"mira"…enseñándome su polla completamente dura y de un tamaño que me pareció bestial en chicos de nuestra edad, alrededor de 20 cm.

  • ¿Qué te apetece hacer con ella? – me preguntó.

  • De momento esto.

La cogí por la base y me la metí en la boca sin esperar más. Pese a que se notaba que estaba limpia y se había duchado antes de salir, tenía ese sabor que siempre tienen las pollas y que me vuelve loco, ese olor característico. Carlos me dijo que esperara, me la saqué de la boca y él se empezó a quitar los pantalones, decía que quería estar más cómodo para disfrutar más y poder abrir bien las piernas. Se quedó con el suéter puesto, y verlo desnudo de cintura para abajo pero vestido por la parte de arriba me dio un morbazo enorme, además se dejó puestos los calcetines blancos, cosa que me excitaba. Cuando estuvo preparado se abrió bien de piernas y pude ver su rabo en toda su extensión, y unos huevos gordos y precioso que me decían…Cómeme…Sin esperar más me volví a meter su polla en la boca y empecé a chupar como si fuera mi primera vez. Carlos empezó a gemir de placer, movía su cintura favoreciendo mis movimientos con la boca. Me cogió la cabeza y empezó a empujármela para que me comiera todo su rabo, yo empecé a ver las estrellas, porque era realmente grande, pensé que no podría. Pero me comporté como un campeón y me la tragué hasta que mi barbilla estuvo completamente pegada a sus huevos. No contento con forzarme hasta que me la tragara toda, siguió empujando para que me mantuviera allí un rato. Yo empecé a gemir porque me ahogaba, y cuando vio que mi cara se descomponía debido a la falta de aire y a la angustia que me provocaba el roce de su polla contra mi campanilla me la sacó de golpe. Me dijo que yo era increíble, y eso me dio fuerzas para volver a empezar. Se la seguí mamando lo mejor que pude, sin que él me obligara a nada me la volví a meter hasta el fondo y la mantuve allí lo que pude, y el gemía como un loco de placer.

  • Ayer Adrián te la metió, ¿no?

  • Sí – le dije tras sacarme su polla de la boca.

  • Yo también te la voy a meter, levanta.

Me levanté y él me desabrochó los pantalones y me los bajó de golpe, estaba como poseído por el placer. Luego cogió la goma de mis boxers y también de un tirón que casi me los arranca me los bajó hasta los tobillos. Me encantaba que se pusiera así de burro conmigo. Se metió mi polla que quedaba durísima a la altura de su cara en la boca y me hizo una pequeña mamada rápida para volverme aún más loco. Luego me acabó de quitar los pantalones y los calzoncillos que estaban en mis tobillos y me hizo ponerme a cuatro patas en la cama. Se puso detrás de mí y empezó a ensalivarme a entrada del culo. Me metió de golpe un dedo, y di un pequeño grito de placer. Empezó a follarme con el dedito mientras me decía guarradas, nunca había estado más excitado en mi vida. Luego metió el segundo dedo, las paredes de mi culito se abrieron más al placer que me daba y que solo era el principio de lo que habría de venir. Luego se atrevió con un tercer dedo que me provocó un poco de molestia pero que acabó entrando. Tras mover un poco los deditos dentro de mí para abrirme bien, me los sacó y empezó a ponerse saliva en la polla.

  • Te he metido tres para que te entre mi rabo de 20 cm – me dijo

  • Va métemela ya, por favor.

  • Estás cachondo, ¿eh guarrete? – noté su polla dura ponerse en la entrada de mi culo con un poco de presión – Allá voy.

El muy cabrón pegó un empujón que me hizo gritar de dolor. De un solo golpe me la clavó partiéndome en dos, y yo grité como un loco. Puso su mano tapando mi boca para que dejara de hacer ruido.

  • Ya está, no grites, ya está… ¿Quieres que todo el mundo se entere de que te la estoy clavando, putita?

Afortunadamente, como me había abierto bien el culo con los tres dedos, el dolor, aunque intenso fue solo un pinchazo que se apagó enseguida y me tranquilicé rápidamente. Cuando notó que me relajaba, sin quitar su mano de mi boca, cosa que tengo que decir que me ponía a mil, empezó a follarme el culo sin compasión. Dios, me encantaba que fuera tan duro conmigo, que me utilizara. Adrián me había utilizado la noche anterior para descargar, pero esto era diferente, ahora Carlos me utilizaba para obtener placer, porque yo le ponía cachondo, porque llevaba toda la noche o todo el día mejor dicho deseando clavármela y reventarme el culo. Su polla entraba y salía de mi culo velozmente, haciéndome gemir de placer como jamás nadie lo había hecho, haciéndome sentir su puta. De vez en cuando paraba el ritmo y me la sacaba casi hasta el final para volver a metérmela de golpe. Como vio que esto me gustaba y que mi culo estaba ya completamente acostumbrado a su miembro, empezó a sacármela del todo y una vez fuera, cuando veía mi culo abierto pidiendo más me la clavaba de un golpe haciéndome estremecerme de placer. Lo hizo tres o cuatro veces antes de seguir follándome a saco como lo estaba haciendo hasta ese momento.

Cuando se cansó me la sacó y me dijo que me tumbara en la cama boca arriba. Luego cogió mis piernas y las levantó hasta ponérmelas sobre sus hombros y me la volvió a meter.

  • Quiero ver la cara de puta que pones cuando te follo.

  • Sí, soy tu puta, fóllame fuerte.

Tiraba todo su cuerpo contra el mío en cada embestida. Ahora eran más profundas y placenteras. Tener las piernas abiertas de esa manera y notar su cuerpo encima del mío frotándose contra mis huevos hizo que me volviera completamente loco de placer, y empecé a gemir y gritar esta vez sin control, ya no me importaba nada si alguien nos oía, y por lo que parecía a Carlos tampoco, porque el también jadeaba y gemía de lo lindo. En una de esas embestidas me dio tanto placer que de mi polla empezaron a brotar chorros y chorros de leche que fueron a parar a mi pecho y al suyo. Dios, nunca me había corrido de esa manera. Carlos aún tardó un poco más. Siguió partiéndome el culo mientras me daba cachetes en las piernas y las nalgas, y al cabo de un rato así noté cómo su cuerpo se tensaba y me sacaba la polla del culo para ponérmela delante de la cara. Empezó a tirar leche como si fuera un surtidor, yo abrí la boca todo lo que pude y varios chorros fueron a parar a mi lengua, aunque muchos otros, porque no recuerdo cuántos fueron, una animalada, me llenaron la cara de semen. Mi nariz, mis ojos, mis mejillas, mi barbilla, incluso mi pelo estaban completamente llenos de semen que goteaba y resbalaba por mi cara. Nunca me había sentido tan puta y realmente nunca había disfrutado tanto.

Cuando Carlos recuperó el aliento cogió un trozo de papel higiénico que tenía cerca y me lo dio para que me limpiara un poco antes de levantarme. Cuando mi cara dejó de gotear fui al servicio para quitarme lo que quedaba de mi cara, antes de que se secara y fuera más difícil. Al volver encontré a Carlos tumbado en la cama, desnudo y fumándose un cigarro.

  • No sabía que fumabas – le dije.

  • No fumo mucho, solo de vez en cuando, y esto requería un cigarro, ¿quieres uno?

  • No, gracias.

  • ¿Te ha gustado? – me preguntó tras darle una calada al cigarro.

  • Ha sido increíble – le dije sinceramente. – Nunca me habían hecho disfrutar así.

  • ¿Ni siquiera Adrián?

  • Ni de lejos. Además, es la primera vez que lo hago con un chico porque le gusto, porque quiere hacerlo conmigo, y no porque es un hetero calentorro que quiere descargar con lo primero que se ponga a tiro. Tú me has hecho disfrutar.

  • Ven aquí – me dijo dando una palmadita a la cama para que me tumbara con él. Yo me acerqué y me tumbé a su lado. – Yo he disfrutado una animalada. No me importaría que lo hiciéramos a menudo. Me refiero a que si no tienes pareja y quieres estar conmigo

  • ¿Me lo dices en serio? – pregunté yo.

  • Aunque a mí no me gustaría que los demás se enteraran.

  • No tenemos por qué decirlo si no quieres – le dije mientras apoyaba mi cabeza en su pecho y acariciaba su brazo.

  • Vamos a dormirnos juntos si quieres, mañana lo hablamos, ¿vale?

  • Vale – contesté yo feliz.

Me puso su mano en mi barbilla suave y cariñosamente y me levantó la cabeza para darme un beso tierno que hizo que todo mi cuerpo se rindiera a él.

  • Buenas noches – me dijo.

  • Buenas noches.

Al día siguiente amanecimos como nos habíamos dormido, con mi cabeza en su pecho y su brazo rodeándome. Él me despertó con un suave beso en la mejilla, y luego uno en los labios. Jamás me he sentido tan bien, jamás un despertar había sido tan bonito y esperanzador. Estuvimos remoloneando un rato en la cama besándonos y acariciándonos. Luego nos vestimos para bajar a desayunar, pero antes me dijo que por qué no iba a mi habitación a recoger mis cosas y me quedaba todo el viaje en la suya, que sobraba una cama, aunque no pensábamos gastar más de una cama, pues íbamos a dormir juntos. Yo le dije que sí, evidentemente, y aunque era temprano me fui a mi habitación, que era la de al lado a por mis cosas para hacer el traslado y decírselo a Adrián.

Cuando entré lo vi sentado en su cama, leyendo. No se si me estaba enamorando de Carlos, pero ya no lo vi tan guapo como lo veía antes, y tampoco supe por qué me había puesto tan cachondo follar con él. Tenía una cara rara, como de no haber descansado mucho y estar de mal humor.

  • ¿Dónde has dormido? – me preguntó.

  • Aquí al lado, en la de Carlos, es que me cansé de fiesta y me dijo que podía quedarme para no molestarte.

  • No, si ya os he oído esta noche.

  • ¿Cómo? – dije yo sorprendido. - ¿Es que volviste pronto?

  • Nada más veniros vosotros.

  • Ya… - hubo un silencio incómodo.

  • Tío, me parece muy fuerte lo tuyo, perdona que te diga, ¿te vas a tirar cada noche a uno?

  • ¿A qué viene eso, tío? – le contesté molesto - ¿Ahora eres mi madre o algo?

  • No, pero anteayer te aprovechaste de mi borrachera, ayer de la de Carlos… ¿No sabes que no somos todos como tú o que?

  • Para empezar, yo no te obligué a hacer nada conmigo, es más, creo que por la cara que ponías no era precisamente una violación eso, y que sepas que Carlos ha estado conmigo porque yo le gusto, y él a mí. Hemos dormido juntos y me ha dicho que me vaya a su habitación todo el viaje, que es lo que voy a hacer – le contesté cabreado – y a eso he venido, así que pillo mis cosas y me voy con él.

  • Pues vete si quieres, así puedo dormir tranquilo sin ponerme un tapón en el culo. A ver lo que tardas en abrirte de piernas con otro.

  • Eres gilipollas, ¿no será que estás celoso?

  • Tira por ahí, anda.

  • Estás celoso, porque para mí no has sido más que uno más, del montón, insignificante, y aunque seas hetero eres un chulo que se cree increíble y te ofende que incluso para un gay no seas nada más que un polvete, esperabas que me derritiera por ti, ¿no? Que te jodan.

Me fui de la habitación enfadado con él, y cuando entré en la de al lado se lo conté todo a Carlos. Me escuchó y me dijo que no me preocupara por ese idiota. Luego me besó y me tranquilizó. Pasé el resto del viaje a su lado, y a su lado sigo ahora. Es mi pareja, nos queremos muchísimo, me da todo lo que necesito, incluidos unos polvos de infarto. Adrián difundió por el instituto que yo había intentado mamársela y que por eso me había tirado de la habitación. Carlos le partió la boca hace dos días y le dijo a todo el mundo que yo estaba ahora con él, yo me he ocupado de que se sepa que Adrián se acostó conmigo, para bajar esos humos que tiene y que todo el mundo sepa que no es el machito que dice. Que se joda. Ahora algunos sectores del insti le llaman maricón, cosa que normalmente no me gusta que se diga, pero si es para él me da igual.

Esta fue la historia de mi viaje de fin de curso con el instituto, espero vuestros comentarios para seguir escribiendo más historias. Un saludo.