El Gavilán Fonseca y su Palomita

Mi noche con Carlos Luis Fonseca, un cuarentón alto y fuerte mulato que me hacía caer la baba. Este hombre era un Venezolano casado que viajaba a los Estados Unidos y traía bultos a familias de gente como negocio. Le gustaba mucho las mujeres y la diversión. Mis senos le llamaron la atención.

Mi familia tenía muchos contactos en los Estados Unidos y una de las maneras en que hacían dinero era rentando varios cuartos en la casa grande que estaba cerca de la ciudad y del aeropuerto. Allí teníamos mucho tráfico de personas, la mayoría eran españoles, franceses o argentinos.  A veces eran una pareja, pero la mayoría de las veces eran hombres solos o en grupo buscando fiesta y diversión. Extranjeros trataban sus vacaciones como vacaciones de sexo.

Uno de los visitantes que más a menudo teníamos era un tipo que se llamaba Carlos Luis Fonseca.  Carlos Luis era un cuarentón alto y fuerte mulato que me hacía caer la baba. Este hombre era un Venezolano que viajaba a los Estados Unidos y traía bultos a familias de gente como negocio.  Le gustaba mucho ponerse cadenas de oro y tenía un bigote negro grueso con un reloj bien grandote. Le gustaba vestir camisas de manga larga grandotas que dejaban ver el tamaño de su pecho, pero siempre se las quitaba casualmente y se quedaba en camisetilla blanca. Como era tan alto, y con brazos grandes y piel cubierta por vellos gruesos, siempre me llamaba la atención.   Siempre andaba con su cabeza bien rapada y una barba candado bien gruesa. Su esposa vivía en Santiago de Cuba así que él siempre estaba solo andando en la Habana o a Miami.

Carlos Luis era amigo bien cercano de mi tío y de mi padre.  Habían sido militares juntos durante una unión de los ejércitos de Cuba con Venezuela y habían estudiado juntos hacia muchos años.    Carlos Luis era mujeriego empedernido como muchos de los hombres en mi entorno.  Carlos tenia 3 hijos con la mayor siendo de mi edad ya que había sido un perro en su juventud. El ganaba con el negocio de los viajes, pero lo que le gustaba era alejarse de su esposa y pasar varios días o un fin de semana en la ciudad fiestando y conociendo mujeres.

La verdad que él siempre me ponía bien caliente. Él era bien respetuoso y siempre saludaba con mucho entusiasmo. De joven le gustaba saludarme con un abrazo haciéndome cosquillas hasta que yo me callera al suelo o en sus piernas.  Sus grandes manotas eran difíciles de escapar y recuerdo su sonrisa grande y sus cejas gruesas cuando me daba un beso en la mejilla.  Le gustaba vestir colonia muy fuerte de hombre… se llamaba Bleu de Chanel. También era distinguible su crema de afeitar, pero ya en estos tiempos tenia barba y no se afeitaba, pero la mantenía bien acopladita y peinada.  Aunque siempre había sido un hombre de pelo bien negro, su barba demostraba muchas canas las cuales lo hacían ver más delicioso todavía.

A veces se ponía a hacer historias de sus aventuras sexuales y yo escuchaba atentamente y hasta me mordía el labio inferior.   Él era siempre dominante en todas sus anécdotas y le encantaba penetrar a sus mujeres por todos lados. Muchas de ellas no aguantaban sexo tan intenso o lo dejaban de ver íntimamente. Mientras más putas eran sus jebas, mejor para él.

Su rutina durante una visita era irse a bailar a una discoteca cercana y regresar borracho, usualmente con una chica y varios amigos (también en pareja) y meterse a la piscina a nadar hasta que el alcohol y las ganas de coger los obligara a irse a su cuarto rentado.

Me imaginaba que su esposa siendo una mujer tan humilde y tan tranquila realmente no le daba satisfacción sexual.   Él tenía el tipo de ser macho alfa de los que necesita mucha atención.  Carlos Luis no era de muchas palabras, pero era bien masculino y seguro de sí mismo. Se afeitaba bien y se vestía bien. Era obvio que se la pasaba en el gimnasio.

La última vez que nos habíamos visto había sido durante su última visita cuando nos encontramos en la playa en una fiesta nocturna y me vio por primera vez en traje de baño de mujer de dos piezas. Había muchos amigos y conocidos del cerca entonces se puso tenso y tímido, pero yo había visto la lujuria en su boca y en sus ojos.

Recuerdo fantasear que me cogia boca arriba. En mi fantasia veia su cara sobre mi y mis tobillos en sus hombros.

Fue la misma lujuria y deseo que vi en sus ojos cuando llegó aquel dia inesperado a rentar uno de nuestros cuartos sin darse cuenta que estaríamos solos la mayoría de la tarde y noche.

Despues que le di sus llaves, me llamo y me pidió que le hiciera compañía para cenar.

Durante la cena me miraba profundamente y sus labios me ponían muy caliente.

Para la cena, yo salí con mi licra corta y apretada y mi penecito bien escondido. Me quite el sostén para que los pezones se me resaltaran. Yo sabía que él lo iba a notar.

“Wow, como has cambiado.” Me dijo mirándome los pezones y la cintura y caderas.

“Gracias, Carlos. ¿A que se le debe la visita del galán de la isla?”

“Galan yo? Yo ya soy un viejo, ya casi puedo ser tu padre.”

“Si fueras mi padre, te rogaría porque me ensenaras muchas cosas.” Me sonreí yo, jugando con mi pelo.

“Y tú le coqueteas así a todos los machos? Con esa pinta de ricota que tienes, ve a ver y ten cuidado.”

“Yo así le coqueteo a un macho de verdad,” dije mirándolo hacia arriba ya que era mucho más alto que yo, “si me parece que tiene los hierros necesarios para hacerme ver las estrellas… que bien te queda esa camisa… me encanta cuando te abres la camisa y se te ve ese pechote peludo canoso.”

“Creo que es mejor que me vaya a mi cuarto. Ya te estas pasando. Sabes que soy casado.”

“Está bien pero ya que estas aquí puedes entrar y mirar que es lo que tiene mi lavadora que no funciona?”

“Vamos a ver.”

La lavadora estaba justo detrás de la piscina y estaba llena de ropa interior y lencería. Enseguida vi a Carlos darse cuenta y hacer un silbido.

“Por qué silbas?”

“La verdad porque me parece increíble que tú seas tan hembra y sensual y te compres ropa como esta.  Mi mujer jamás en la vida se ha puesto nada así y mira que le he rogado y le he regalado.”

Y levanto una tanga mia roja bien femenina y escandalosa.

“Que sexy es ponerse lencería especialmente una que el macho le regale a uno.  A mí me encanta vestirme bien sexy en la intimidad y hasta a veces salgo así a la calle.”

“Y te excita ser así? ¿Has tenido parejas de hombres gay aquí en la habana?” Me pregunto el acercando su cuerpo al mio.

“Gay? ¿Maricones? Yo no me visto de cabaretera para buscar maricones, mi amor, a mi lo que me gusta es la carne de macho varón masculino 100%.” Le dije mirándolo a los ojos.

“¿Ah claro, pero que hombre macho de verdad se singa a una, así como tú? ¿Eso quiere decir que son bisexual?”

“Para mí no, bisexual es si yo me comportara como hombre. Yo soy bien femenina y me visto de jeba y en la cama brindo placer como hembra sumisa.”

“Te gusta ser penetrada y cogida como hembra?” Carlos estaba ahora parado al lado de la lavadora con un brazo recostado en ella y el otro apretándose el bulto.”

“Me vuelve loca. ¿Me entrego toda… te estas excitando? Ven y siéntate aquí al lado de la piscina que yo te voy a traer un trago.”

Volví con dos tragos y una toalla para él. Enseguida note que se había quitado la camisa y estaba recostado en la silla con un brazo detrás de la cabeza y demostrando su axila peluda.

Le di su trago y me quité mi ropa quedándome en las dos piezas de traje de baño.  La parte de abajo era un hilo dental y por delante me veía planita. Enseguida vi como el me miro de reojo.

“Y tu esposa? ¿Ella te brinda placer a ti?”

“Placer a mí? Hace más de 8 anos que no hacemos nada.  Yo he tenido momentos de locura y le he puesto tarro, pero la verdad que la mayoría de las veces ando como chimenea echando humo…”

“Me imagino que tienes buena chimenea.” Sonrei.

Hubo una pausa y el me miro a mi culo. “mira que bien se te ve la tanga. Dios mío, me estas confundiendo.” Y se puso la palma de la mano en la cara.

“La tanga no es la que se ve bien. Lo que se ve bien es mis nalgas.” Le dije acercando mis nalgas a su lado.

“Y las caderas y tus piernas.  Me encanta lo lampiña y lisa que se ven tus piernas. ¿Te depilas?”

“Yo no tengo mucho pelo corporal, pero me hago depilación total. ¿Y tú?”

Este macho me observo de pies a cabeza luego de yo haber dicho lo de la depilación.

“Yo? YO no me depilo. Yo tengo todo peludo y ni la barba o el bigote me acuerdo de afeitarme a veces.”

“Me encanta cuando tienes la barba crecida.” Le dije acariciando su barba y pecho con mis manito y uñas largas. “Y me parece tan masculino que no te depiles ni rasures. Me encanta que un hombre este peludo y macho. Además, tu pecho y brazos son grandes y gruesos…estas que eres una delicia.”

Entonces flexiono sus brazotes y me pregunto si me gustaban así. Yo con la cabeza dije sí.

“Estos músculos son de cuando yo entrenaba en el ejército y recientemente porque trabajo en la construcción. Mira mis manos que endurecidas están.”

“Quieres venir a ponerme loción bloqueadora?” Le dije sentándome en la orilla de mi silla.

Lo vi pararse y acercarse a mi silla. Sin camisa era un gorila peludo con rizos negros y canas en todo su torso y estómago. Un tatuaje cubría su brazo y hombro derecho. Tenía una espalda bien ancha y con su altura, sus cadenas y cabeza rapada añadía un toque viril increíble.

Entonces se sentó detrás de mí en mi asiento con sus piernas abiertas de modo que yo quede sentada con mi espalda a él.

“Que piel tan suave y linda tienes, es increíble.” Dijo con su voz masculina mientras empezaba a aplicar la loción a sus manos.

“Tuya para masajear.”

Y sentí sus manotas empezar a frotar y masajear mis hombros. De mis hombros a mis brazos y de ahí a mi cintura y lados. Entonces me pare para que pudiera abarcar mi estómago y mis piernas. De mis muslos se pasó a mis nalgas las cuales apretó con ambas manos y le dio una nalgadita. Mis nalgas temblaron y se sacudieron suavemente bien sensual.

“te puedo tocar tu arete del ombligo?” me dijo el con su voz ronca y profunda.

Entonces me acosté en la silla boca arriba con mi cabeza descansando en sus muslos. Allí pude oler su desodorante y sudor de macho.

Sus manos se deslizaron por mi estómago y jugaron con el arete. Ahí mismo me desabroche la parte de arriba del traje de baño y deje que cayera al piso, liberando mis tetitas.

Sus ojos grandes como platos las miraron y se pasó la lengua por los labios. Con sus manos las apretó y masajeó suavemente y luego con presión. Mis pezones se endurecieron y agrandaron como anticipando su boca. Puse mi mano detrás de su cuello y le puse su cara en mi teta. El se movio de lugar para evitar mi teta.

“¿Mami, tu no crees que tú eres muy joven para mí? ¿Yo tengo casi 43 y tú?”

“19 acabaditos de cumplir”

“Por eso estas tan rica y femenina. Me tienes bien encendido y no sé si deberíamos seguir.”

“Acaba lo que empiezas, papi.”

“Yo estoy muy viejo para ti.”

“Viejo? Tu estas hecho y derecho como me gustan a mí.”

“te gustan los hombres mayores?”

“Me vuelven loca y con tu altura y cuerpazo, estoy derretida.”

Hubo una pausa y me beso. Después dijo:

“Ven y vamos a meternos al agua.” Y me cargo en sus brazos y caminó conmigo al agua.

Los dos nos entramos juntos y en cuanto mis pies tocaron el fondo, tire mis brazos alrededor de su cuello y en puntitas me empine a besarlo.  Sus manos abrazaron mis caderas y me alzaron hacia él, era un hombre alto. Sus fuertes brazos alrededor mío y su pecho velludo contra mis pezones.  Su boca encontrando mis tetas rápidamente y yo comenzando a gemir. Podia oler su fuerte colonia de macho.

“Papiiii, que rica boca tienes.” En su aliento y su cuerpo sentía lo dominante y fuerte que era conmigo. “Te voy a complacer en todo lo que me pidas, mulato rico.”

Sentía su cuerpo fuerte y grandote junto al mío. Sus manos y sus dedos recorrían mis piernas, mi espalda, la raja  de mi gran trasero. Sus labios contra mis labios y su lengua invadiendo cada rincón de mi boquita.   Hasta en la manera en que me besaba se sentía su dominio y su hombría.

Por fin dijo, "mi niña, me has calentado y tengo ganas de hacerte el amor varias veces y bien profundo.   Si tú me das la oportunidad yo te puedo enseñar lo que es ser dominada y cogida por un macho bruto."

"Papasote, mi cuerpo joven y afeminado se muere por sentir tu pasión y tus besos. Estoy Lista Para ser tu hembra y también para que me penetres Y me llenes con tu esencia de macho."

Su pinga estaba erecta como una piedra. Yo sabía que este era el momento que yo había esperado por muchos años.   Yo sabía que dado el momento correcto él y yo tendríamos sexo y él sería mi hombre y yo sería su hembra.

Entonces metí mi mano en sus pantaletas Y agarré su pinga con mi manita suavecita. Su miembro era grueso, carnoso y se extendía hacia arriba con una curva. A la base de su miembro podía sentir el monte grueso y masculino de vellos púbicos.   Al empezar a sobarle su miembro, el suspiro bien profundo y me dio un beso en el cuello. Yo me sonreí y le susurré en el oído,

" quiero que me la metas completa en todos mis huecos y que me llenes de leche y si puedes, me preñes."

"Me agrada lo puta qué eres y lo sumisa que te pones con un macho. Sube al cuarto tuyo y báñate Y límpiate bien profundamente que me voy a dar un trago de whisky y cuando suba te quiero encontrar en lencería y bien preparada para darme placer y hacerme sentir delicioso.   Y quiero que te pongas tacones, por favor."

" Te espero en la terraza del segundo piso ya que hay un espejo bien grande en la esquina  de esa habituación y me encanta poderme ver en un espejo."

El sonrio.

Después de darle un beso, me salí de la piscina y subí las escaleras hacia mi cuarto. Enseguida me metí a la ducha y me hice un lavado interno bien profundo hasta que la agua corría completamente clara. Me puse lubricación interna en mi rajita y me metí un tapón que me agrandara para estar lista y abierta para Carlos.

Me puse loción en todo mi cuerpo para suavizarlo y feminizarlo.   Me retoque de las cejas y las hice un poquitito más finas. Me puse maquillaje en los ojos y en los cachetes y finalmente me puse lápiz labial.   Me hice un moño con mi pelo y lo alcé para que se me diera mi cuello. Los rizos de mi pelo caían alrededor de mi cuello.   Me eché un poco de perfume de mujer y procedía ponerme medias blancas de lencería de encaje qué me llegaban hasta los muslos. Me puse un vestido negro bien apretado y bien corto qué cubrían desde la mitad de mis senos hasta la mitad de los cachetes de mi culo.   Me puse un par de tacones rojos y bien altos que me hacían ver como una prostituta de cabaret.   Alcance una braguita blanca de encaje y me la puse al mismo tiempo que use unas benditas para esconder mi clítoris y alcanzar poder tener el frente bien plano como una vagina para la seducción.

Envuelta en una bata de flores que cubría mi lencería salí del baño y fui hacia la terraza. Los sonidos de mis tacones hacían eco y con cada paso sentía escalofríos y excitación por todo mi cuerpo. Me excitaba saber qué mi cuerpo sería usado como un juguete por un hombre tan macho y apasionado.   Cada esquina y cada detalle de feminización eran dirigidos a él para su placer. Ya en la terraza pude ver que él había traído un colchón y lo había puesto en el piso en el medio de la habitación. En el colchón había almohadas, una sábana, una toalla y al lado pude ver que había lubricación personal.   Mi macho había construido un nido de amor para nosotros y justo en la esquina estaba el espejo grande en el cual me pude ver cuando me senté en el colchón y entre los almohadones. En el espejo, reflejada sobre el colchón estaba una chica semidesnuda que parecía una geisha.   Mi rostro y mis piernas y hasta la manera en que yo estaba sentada reflejaban una feminización completa e Irreversible.

"La verdad es que te ves muy bella y me tienes ya caliente a millón."  Su voz profunda me hizo saltar Y entonces lo vi quitándose los zapatos y la camisa, después sus pantaletas, pero se puso una toalla alrededor de la cintura.

Despacito, se acercó al colchón y se agachó uniéndose a mi y poniendo su cuerpo grande y peludo y su pecho contra mi espalda.   Sentí su mano acariciar mi estómago y mi cintura y lo sentí jalarme para que estuviera más cerca de él. Entonces extendí mis manos y puse un brazo alrededor de su cuello mientras la otra mano acariciaba su Barba y su cuello y seguía hasta más abajo sentir su pecho fuerte y musculoso cubierto por una capa gruesa de vello corporal.   Sus manos gigantes recorrían mis muslos y mis piernas y acariciaba mis nalgas mientras su boca me besaba debajo de la oreja y su voz profunda y varonil susurraba:

" eres un bomboncito y te quiero dominar completamente de pies a cabeza para que seas mi hembra.”

Entonces sentí que sus manos me quitaban la bata y me desnudaba para que mi cuerpo quedará solo con la lencería y los tacones rojos. Despacio, me quito el sostén y expuso mis pezones. Me ordeno que acostara boca arriba. Poco a poco me beso cada esquina de mis piernas y mi cuello. Senti el peso de su cuerpo sobre el mío y mis piernas se abrieron para darle espacio.

Entonces sentí su boca sobre mis pezones y mi cuerpo se alzó con un gemido femenino e inocente.   Con este hombre entre mis piernas y mis tetas en su boca, empecé a sentir placer.  Mientras más agresivo y dominante actuaba el yo me ponía más sumisa y femenina. La química que teníamos era increíble y podía sentir el bulto de su pinga pinchándome entre las piernas y debajo de su toalla.  De un momento a otro, la toalla desapareció y su miembro me rozaba.

Mis gemidos se intensificaban como si fuera actriz de película porno. Mis manos recorrían sus hombros musculosos mientras le rogaba que me hiciera suya. El me apretaba y me metia sus dedos en mi boca.

Entonces de un solo se puso de pie y me ordenó que me pusiera de rodillas. Sin titubear me puse de rodillas inmediatamente frente a frente con su miembro masculino erecto y duro como una piedra.  Era un hombre hecho y derecho con una pinga larga y gruesa con una cabezona semi-cubierta por su prepucio. La base de su pinga estaba cubierta de pelos gruesos y oscuros que se extendían hasta sus huevos los cuales colgaban exageradamente como un toro. Mis ojos se enfocaron en los de el.  Tenia una mirada de bestia.

"Ahora abre tu boquita y deja que mi pinga penetre para que puedas sentir el sabor de un macho. …Así me gusta como mi princesita. Ahora Abre tu boca Un poquito más para que mi pinga entre hasta tu garganta. Quiero qué te atragantes y que sientas mi capullo en tu garganta."

Sin romper la mirada, me tragué su gran pinga hasta donde más pude. Con mis ojitos le dejé saber qué le tenía ganas y que yo quería ser su hembra. Él me sacó su pinga de la boca, me dio una bofetada y me escupió en la boca.   Yo empiné mi culo para atrás a la misma vez que me apreté los pezones y lo miré como una nena puta rogando por pinga.

"Tú quieres que papi te penetre.  Me encanta que seas tan puta.  Acuéstate y levanta tus piernas cómo una hembra enseñando su vagina.”

Yo me acosté y abrí mis piernas despacio.  Poco a poco me fui abriendo hasta que mis rodillas estaban sobre mis tetas. Mis piernas cubiertas por la lencería y mis tacones al final. Mi culo y caderas eran tan anchos que me veía como una mujer.

“Así me gusta, ábrete para que yo pueda ver tu culo porque te voy a coger en esta posición primero" dijo el. “Mirate en el espejo, mi niña.

Miré al espejo y me vi abierta con piernas tan femeninas y con un macho semental peludo entre ellas.

Entonces mi macho puso una almohada bajo mi culo y me abrió el culo con sus manos. Senti sus dedos gruesos y rudos.

Después movió la tanga fuera de lugar para ver mi huequito.  Le sorprendió mi tapón.

“Te metiste un tapón, puta. Te querías preparar para mí.  Me gusta que seas preparada y abierta. Ábrete y déjame sacarte el tapón.”  Y con sus dedos lo saco dejándome vacía. Yo deje salir un gemido bien femenino.

Mi macho me abrió las nalgas y me levanto el culo lo suficiente para meter su lengua en mi chocha.

“Ay papi, que rico.” Yo gemía.

El me metía la lengua como si fuera una vagina. Su barba raspaba mi chocha. Me sentía abierta y quería que me hiciera suya.

“Ay macho, que rico me comes. Papi quiero que me singues bien rico.” Mis manos acariciaban su cabeza rapada.

Con su agresividad tosca, mi macho me metió dos dedos y grite un poquito. Me abrió mi chocha y después escupió fuertemente en mi hueco. Yo estaba sumamente dilatada.

“Eres tremenda hembra. Estas abierta y mojada, mi amor. Dime lo que quieres.”

“Quiero tu pinga, macho.”

“Quieres esta pinga de macho casado?”

“si, papi, por favor… déjame ser tu mujer, tu hembra.”

Entonces abrió mis piernas y se acomodo sobre mi.  Puso la cabezota de su pinga contra mi chocha y estando tan mojada se fue adentro la cabezota.

“ayyyyyyy macho, que grandota… que delicia.”

Entonces él se incorporó sobre mí con mis piernas en sus hombros y me dejo entrar la pingota poquito a poquito.

Yo cerraba los ojos mientras Carlos me abría más y más. Con cada embestida qué me daba este macho delicioso, más yo gemía como una hembra en celo.

Sus labios y dientes arrasado mi cuello y su barba me hacían sentir deliciosa.   Sus manotas me levantaron el culo mientras sus huevos tan grandes me pegaban se balanceaban duro contra mi culo.  En el espejo podía ver sus huevotes y espalda sobre mi.

Con mucha fuerza siguió aumentando la intensidad de sus embestidas mientras que mis uñas las enterré en su espalda.

Mi culo hacia sonidos bien mojados y a veces se escapaba aire como si fuera vagina.  Carlos respondia con gemidos masculinos. “Que culo mas hambriento.”

“ese culo es tuyo, papi.

" ven párate conmigo mi reina qué te quiero hacer el amor bien apasionado como Dios manda entre un hombre y una mujer... Me encanta lo mojada que estas. ¿Te gusta esa pinga?"

Al decirme esto se paró conmigo y me levanto cargada en sus brazos de frente a el y su lengua invadió mi boca una vez más. Me dejo caer mi peso sobre su pinga y me penetro completamente hasta los huevos. Que dolor.   Yo trataba de hablar, pero entre suspiros y gemidos no lograba decir nada. Me sentía completamente poseída y por fin entendía el propósito mío cómo perrita afeminada.  Esa era mi pasión.  Ser hembra y complacer a un macho de tal calibre. Me dolia, pero era un buen dolor.”

" estás temblando, mi cosa rica.   Todo te tiembla mi niña."

Entonces el paro de penetrarme y mi beso intensamente y sus manos recorrieron mi cuerpo.   Su pinga aun dentro de mi. Entonces se dio cuenta que yo estaba llorando y que tenía lágrimas en mis mejillas.  Y que estaba teniendo un orgasmo anal.

"¿Estas bien, mi amor? Podemos parar si quieres.  Yo sé que yo a veces soy demasiado agresivo y dominante"

" No papito.  No lloro porque me estás haciendo daño.   Al contrario, Lloro porque me siento verdaderamente poseída y feminizada por la manera en que tú me coges."   Entonces le pasé mis deditos con uñas largas por la barba y le acaricie el cuello y lo besé.   “Me hiciste venir como si fuera una hembra.”

Enseguida él me respondió con su deliciosa lengua y mis manos siguieron acariciando sus hombros hasta llegar a sus brazotes cubiertos de pelos. Todavía estaba yo suspendida en el aire con su verga clavada completamente.

" me encanta lo sumisa y dedicada que eres a tu macho. La verdad que las mujeres no tratan así a nosotros los hombres.   Quiero seguir teniendo está conexión contigo.  Me encantan tus curvas, tus senos, tus nalgas, la manera en que me miras a los ojos y te ves que me quieres complacer cuando te penetro.   Y más que todo me haces sentir verdaderamente como macho.”

"Es que eres un animal y una bestia en la cama y no quiero más nada que complacerte y darte todo lo que quieras."

"Tengo leche para ti. Ponte en cuatro qué te voy a penetrar por detrás."

Entonces él me dejó bajarme de sus brazos y me puso en el piso en 4 mirando hacia el espejo. Me vi despeinada y con el maquillaje corrido y con el cuerpo sudoriento.   Pude ver que cuando se puso rodillas detrás mío era todavía un gigante. El contraste entre nuestros cuerpos era increíble:   Aunque éramos de la misma tonalidad de piel, yo me veía blanquita y suavecita mientras que su cuerpo estaba cubierto en una capa de vello oscuro.   Estando en cuatro patas mi cuerpo se veía mucho más femenino debido a las curvas y mi pelo largo. Yo sabía que él estaba bien excitado con mi apariencia femenina.

" no puedo dejar de mirarte cómo me encantan esas nalgas y esas piernas.”

Estábamos en uno de los momentos más ardientes de nuestra pasión. Era claro que la química entre nosotros era muy ardiente.   Él tenía manos de yeso y era un hombre muy dominante mientras que yo le respondía con mi suavidad y como puta sumisa.

Con mi macho detrás de mí, me pare en mis rodillas y empine las nalgas hacia su pinga y sentí sus manos grandes y duras agarrar mi cadera y me mordí el labio mientras gemía mirándolo a los ojos en el espejo.

Yo me empecé a balancear hacia atrás y él me respondía con la cabeza de su verga empujando en mi chocha.

"Mi bebecita cómo quiero que te abras bien esos cachetes para mí porque te quiero entrar profundamente y hasta los huevos."

Y entonces me agarré mis nalgas y me las abrí y él se deslizo completamente hasta los huevos haciéndome gemir.  Con una mano me agarro los pelos y con la otra me empezó a embestir.  Primero eran embestidas despacio y profundas y aceleraban y se ponían duras e intensas.

Yo gemía y gritaba como loca.

“Ahora si siento a la hembra que eres. Pinga! Que rica estas, mi puta. Te voy a reventar ese culo.” Y me daba duro.

“Papi, lléname de tu leche, por favor.”

“Eres tan jovencita y tan puta. Dale que me voy a regar.”

Por fin sentí su leche caliente llenándome mis entrañas. Enseguida me vine otra vez sin tocarme. Un charco aguadito y mis tetitas enrojecidas.

Cuando acabo de eyacular, sacu su pinga y me la dejo chupar.

ME sentía mujer.