El gaucho nicanor

Un hombre viejo encuentra tras la muerte de su padre unos escritos que cuentan esta historia...

EL GAUCHO NICANOR

Ahora que ya estoy viejo y a punto de cumplir los ochenta años y antes de que mi memoria empiece a fallar, voy a narrarles la historia del gaucho Nicanor Godoy. Un gaucho pobre que vivía feliz en una casita pequeña junto a Matilda, su mujer. Una niña de ojos inquietos y pícaros, joven y de una hermosura rara y misteriosa.

Estoy hablando de años anteriores, en que yo tampoco vivía. Es que hace mucho tiempo, tal vez veinte o mas. Fue cuando murió mi padre que revisando entre sus cosas encontré estos escritos.

Así conocí al gaucho Nicanor, que como dije, era un gaucho pobre, limpio y honrado. Trabajaba en la estancia de don Dorado, un buen hombre. Allí hacía todo lo que se le encomendaba.

Pero resultó que una tarde cayó la partida y sin más lo reclutaron para la frontera, se lo llevaron como a un delincuente. No pudo ni avisarle a la Matilda. Claro que ella lo busco y los patrones también y toda la gauchada en general, pero no hubo caso y no lo pudieron encontrar.

Los días fueron pasando y del Nicanor, este gaucho pobre, que les decía, ni noticias.

Así fue que pasado el tiempo se conchabó en la casa del señor juez de paz, que había siempre en todos los pueblos. Este señor juez la trataba muy bien a la Matilda. Y tarde o temprano empezaron las habladurías, tal vez generadas por la misma familia del juez. Ustedes saben como son esos pueblos. La casa del señor juez era un caserón enorme y allí, digo, en esos lugares, las paredes escuchan.

Resultó ser que habrá pasado cerca del año y el Nicanor volvió de la frontera. Llegó a su casa y se reencontró con la Matilda. Le contó parte de lo pasado y así fue que el gaucho volvió a trabajar con don Dorado y todo se volvió normal. Como era antes.

Una tarde en que el Nicanor se fue para el pueblo a comprar unas cosas al almacén de Fausto, se cruzó en la calle con doña Sara. Esta lo miró y lo saludó y le preguntó como andaba y todas esas cosas. Al final le pregunta si no había escuchado las habladurías.

__¿Qué habladurías doña Sara?__preguntó Nicanor inocente

__Viste que se escuchan tantos rumores…

__¡Entonces déjelos ahí!...__dijo el gaucho tranquilo

__Pero que no son rumores…son de verdad

__Y cuente mujer entonces y listo, que somos gente grande

__Cuando termines de comprar, pásate por  mi casa que yo te cuento__ dijo la doña

__Ansina haré__contestó el gaucho y siguió camino.

Hechas las compras el Nicanor Godoy cayó por la casa de doña Sara.

__Bueno resulta que una tardecita yo ya me estaba yendo de lo del patrón, el juez

__¡Ahá!

__Y que escuché como unos ruidos en una de las bodegas que tiene el patrón, tiene dos, no sé si sabías, me acerco despacito y que es lo que veo…

__¿Qué es lo que ver doña?__pregunta Nicanor

__Y estaba la Matilda…con el aparato del señor juez, en la mano y ella lo acariciaba y se sonreía y parece que le gustaba…¿sigo?

__Siga pues

__Así la tuvo un momento, la apretaba con fuerza porque estaba muy dura, eso se notaba, la verga del patrón es grande y muy linda, a ella se le notaba que le gustaba, se la metió en la boca, comenzó a chuparla con tantas ganas que yo la verdad que la envidiaba y el señor suspiraba y le pedía que siguiera, entre tanto ella se fue quedando desnuda, lindo cuerpecito tiene la Matilda, los pantalones del juez cayeron definitivamente al piso y ella tragaba su herramienta y tragaba

__Siga doña Sara

__Si, si, bueno la Matilda besaba la verga bien parada del juez y gemía de placer. En un momento, quedaron los dos como Dios los trajo al mundo, yo miraba para todos lados por si no venía alguien más, parecía que en la enorme casa no había nadie…la verga del juez entró en la conchita de Matilda que se movía rozagante y muy ardiente, el juez se le había prendido a las tetas, que son tan lindas y redondas…__ mientras escuchaba esto, el gaucho Nicanor se estaba empalmando de una manera tremenda, el relato de doña Sara continuaba.__de repente el señor juez la subió arriba de un escritorio que había allí en le hundió la enorme pija dentro de ella, que daba grititos de placer y gemía como…vamos, una putita. Después de un rato el señor juez se apoyó en el escritorio y con los dedos se abría paso por el agujerito de la señora Matilda, le fue agrandando la entrada para después meterle la tremenda tranca. Ella dio un salto, se arqueó, y se sentó totalmente sobre la pija de el juez que mordí el cuello de la preciosa Matilda. El juez empezó a bramar y le soltó la leche en ese lugar tan estrecho y bueno eso es lo que yo vi, esa vez, no se si habrá habido otras o si fue la primera, no sé

__La verdad que me sorprende que mi Matilda ande haciendo esas cosas

__Y bueno pero la damita estaba sola, nadie sabía de vos__ decía la doña Sara, mirando de reojo la tremenda erección del gaucho Nicanor

__Bueno Nicanor, no te preocupes__ diciendo esto apoyaba la mano en la pierna de Nicanor. El gaucho miró a la doña que ya estaba entrada en años, pero que igual se mantenía en forma.

__Necesito ayuda__ dijo el gaucho

__Te ayudo claro__ la doña paso seguido, a través de la tela del pantalón apretó el fierro de Nicanor. Le aflojo el cinturón y metió la mano, alcanzando la verga. La sacó, agachándose llegó hasta la cabeza. La envolvió en saliva. Comenzó a ir y venir con su mano de mujer madura, yendo y viniendo y haciendo caer los pantalones al suelo. Ya el gaucho, se había quitado de una vez el pantalón. La mujer ahora acariciaba su huevos, los lamía y luego tragaba de a uno relamiéndose y quitándose de apoco sus prendas. Apreció un cuerpo conservado. Aún con sus partes bastante endurecidas.

Nicanor a esto no le prestó atención, la mujer lo llevó hasta una habitación semi oscura y los acostó en la cama, luego tomó la barra del hombre y se la clavó en ella. Cabalgándolo y mordiendo la boca de Nicanor

__No vayas a hacer una locura Nicanor

__¿Qué locura voy hacer?

__No sé hacerle algo al juez o la Matilda

__Pero no mujer:::¡Ahhhhhhhh!__ la mujer se hamacaba con la verga en su cueva húmeda y caliente. Mordía las orejas de Nicanor, el gaucho pobre, que la serruchaba sin descanso. La mujer sacó la pija de su funda y se acercó ronroneante hasta la boca de Nicanor. Este metió la lengua hasta el fondo en la concha jugosa. Gemía doña Sara y se retorcía. Así de a  poco se fue girando y llegó con su boca a la verga dura y caliente del gaucho Nicanor. El culito de doña Sara se alegró con la lengua del gaucho que llegó a acariciar esa entrada. Se fue abriendo paso, penetrándola, con su estilete. El túnel se fue ensanchando y el gaucho le ensartó dos dedos. Doña Sara gritaba de alegría. Ella movía su culo para que entraran esos dedos dentro de ella. Lentamente se fue acercando y tomando con ambas manos el pijón de Nicanor se lo fue enterrando de a poco en su culo sediento. La larga verga fue  perdiéndose entre sus nalgas lisas y hermosas. Los huevos chocaron en esas montañas y doña Sara sentía el contacto. La bella mujer acercaba sus pechos grandes y la boca del gaucho se apropiaban de ellos. Los mamaba. Los pezones se erguían desafiantes y rocosos. Besaba esas tetas y mordía apenas los pequeños amigos. Que se enderezaban. Que se levantaban estoicos.

Nicanor comenzó a acelerara sus movimientos y largo chorros de semen dentro del túnel fogoso de la doña que se retorcía y gemía intensamente. Apretaba los hombros del hombre y buscaba sus labios y los mordía hasta casi lastimar. Ella luego se fue relajando sin salir de la montura y dejando que Nicanor lamiera suave sus pechos.

Se quedaron unos momentos más prodigándose caricias. Como viejos amantes. Como viejos conocidos. Se prometieron volverse a ver. Ella quedó enloquecida con este amante que no había conocido antes.

Nicanor salió de allí y quedo con la historia contada por doña Sara dándole vueltas por la cabeza. Se encontraba con el dilema de hacerle frente al juez o no. El tenía lo suyo. Habían pasado muchas cosas en ese año en la frontera, quien era el para reclamar algo

No obstante un tardecita que vio que en la casa del juez la familia se retiraba en carruaje hacia algún paseo tomo coraje y llamó a la puerta.

Lo atendió el mismo juez, el se presentó

__Buenas don, soy Nicanor Godoy, el marido de Matilda

__¡Ah! Sí sí, claro, pero pase usted amigo__ el gaucho pobre entró en la casa enorme. El juez era un hombre bastante joven, quizá de su misma edad. También se dio cuenta que el juez no tenía una pizca de nerviosismo. Era como si lo hubiera estado esperando.

Llegaron a una sala inmensas, con sillones de color bordo, elegantes y grandes, escritorios y lámparas, además de grandes ventanales que daban a un verde jardín.

__Siéntese amigo y dígame que lo trae por aquí?

__Mire señor…

__¡Perdón! ¿Desea beber alguna cosa?

__Sí por favor, una cañita, ¿Puede ser?

__Pero como no__ sirvió y se sentó frente a Nicanor en un gigante sillón que más parecía una cama que un sillón

__Bien yo sabía de usted y que había desaparecido sin dejar rastros, y sabía también de lo preocupada que estaba Matilda, ella lo busco, ¿usted sabía esto?

__Sí claro pues…

__Después ella vino a mi casa buscando ayuda y yo se la dí, sin pedir nada a cambio

__¿Está seguro señor?

__No dude de mi palabra buen hombre, ya le han ido con cuentos

__Y la verdad que quiere que le diga

__Ella no se va a ir de su lado, todos tenemos necesidades, o ¿Usted no?

__Claro señor

__Y bueno, no se olvide de eso, ahora de ahí a irse para otro lado…quiero decir, ¿Me entiende?

__Y mas o menos…

__Lo que digo que se pueden saciar necesidades, sin tener nada que ver con otros sentimientos…mire Nicanor ¿Puedo llamarlo así?

__Claro señor juez

__Su mujer, Matilda es una hermosa mujer, creo que no le falto ¿Verdad?

__Seguro que no don

__Y bueno ella puede colmar sus deseos y quien podría acusarla de algo, solo la chusma que está en todos lados…¿Otra cañita?

__Bueno…__ el señor juez sirvió otras dos cañitas, los hombres se miraron y chocaron las copas

__¡Salud!

__¡Salud!

__Además su Matilda quería en algún momento sentir este pájaro en su jaula__ diciendo esto el señor juez se tomo la verga por sobre el pantalón y se la apretó

__Soy un poco loco con el sexo, no tengo límites y me da por mostrar__ diciendo esto se aflojó el cinturón y los pantalones cayeron al suelo, así apareció ante la vista de Nicanor un pedazo de pija que aún no se había levantado del todo__ se da cuenta a ella no le podía faltar este pedazo ¿Qué le parece? Pero  Vení Nicanor acércate, mírala de cerca.__ Nicanor recordó otros momentos y la sangre comenzó a calentarse. La tremenda poronga iba creciendo. El gaucho se acercó, la miró, y sin decir mucho paso sus dedos por sobre la cabeza, miro al señor juez __Sí claro, tócala es toda tuya Nicanor__ Nicanor fue acariciando y animándose cada vez más. Finalmente tomo la verga entre sus manos. La sintió endurecida, la movió suave para arriba y para abajo, palpó los huevos del buen señor juez que gemía caliente. Nicanor se fue arrodillando. Abrió la boca y fue tragando el sable que entraba ajustado en su boca. Los ojos en blanco del señor juez indicaban lo bien que lo estaba pasando. La boca busco los redondos huevos del juez. La lengua babeó las bolas, las inundó de saliva, las acarició suavemente, con los dedos acariciaba la venosa poronga que se ensanchaba cada vez mas. Los gemidos del señor juez inundaban la habitación. Este con sus manos apresaba la cabeza de Nicanor. La llevaba contra su fierro. Las manos del gaucho se aferraron a las nalgas del señor juez, las palpó duras, musculosas, la verga de Nicanor se levantaba y golpeaba en contra de su pantalón. con una de sus manos como pudo se bajo el pantalón y se acariciaba la pija mientras devoraba el mástil brioso del señor juez.

Luego de unos momentos, el señor juez, levantó a Nicanor y los dos hombres se encontraron en un beso apasionado y goloso. El señor juez amasó la verga de Nicanor y acaricio las nalgas del gaucho, sin dejar de besar al gaucho rústico y campero. El hombre quito las prendas del gaucho y lamió las tetillas, mientras con sus manos acariciaba las bolas crecientes de Nicanor.

Los hombres se habían  casi acostado en el enorme sillón, completamente desnudos. Las caricias iban y venían, los dedos del juez llegaron al agujero de Nicanor, lo penetraron y la verga del señor juez creció un poco más de calentura.

__Siento que no es la primera vez que han andado aquí

__Y claro señor, un año para un gaucho es demasiado tiempo, ya le contaré por lo que pase…y de lo cual no me arrepiento, me han dado placer y he dado placer, como ahora, ¡Ahhhhh!__ diciendo esto Nicanor se colocó de espaldas y busco con su culo la enorme tranca del juez. Sintió como este suspiraba y colocaba la cabeza de su pija en la entrada de su boquete  volcánico. El falo del juez Avanzó sobre el orificio y fue entrando despacio, mientras Nicanor se contorsionaba sintiendo como era inundado de placer mezclado con dolor. La verga era grande. La sintió clavándose hasta el fondo. Gimió, pero se hundió en ese ensueño que era sentir otra vez una verga clavada en su ser. Las manos del señor juez masturbaban a Nicanor que sentía palpitar su pija. El señor juez lo colocó en cuatro patas y le entró nuevamente tomándolo al gaucho de la cintura y mordiéndole los hombros. Besándolo. Lamiéndolo. Arrancaba sonidos lejanos y que se acercaban impiadosamente. Los huevos de Nicanor eran rozados y apretados por las manos del señor juez. Nicanor se sentía lleno y entendía mas que nunca a Matilda. Como desperdiciar esta poronga. No se podía perder ese placer. El señor juez se sentó en el borde del sillón cama y fue sentando en su vara  al gaucho, despacio, con calma, Nicanor fue enterrando la pija dentro de el. Abriendo las piernas y de frente al señor juez fue penetrándose con la férrea verga que lo enloquecía. Las bocas se volvieron a juntar. El señor juez sentía la verga del gaucho en su panza y sentía como el líquido caliente le bañaba el ombligo. Mientras los gemidos de Nicanor llenaban el espacio. Cabalgó y cabalgó el gaucho sintiendo la perforación de lo mas profundo hasta que sintió las manos del señor que se aferraban a sus nalgas mientras el chorro de líquido blanco lo llenaba y se escapaba por su agujero dilatado y caliente. Abierto. Fogoso. Chorreando leche. Sentado hasta el fondo sobre el señor juez. La tranca de este seguía dura y empinada. Nicanor y el señor juez se besaban un poco mas calmados. Lentamente se fueron acostando en el sillón.

__Podrías contarme alguna historia de esas que dijiste__ dijo el juez

__Pero su familia regresara en cualquier momento

__No, se fueron unos días a la estancia, no volverán. Anda cuéntame…__dicho esto fue sacando su poronga que aún no descansaba del estuche resbaladizo. Nicanor sentía como le caía entre las piernas el líquido aún tibio.-