El gaucho nicanor 3
Continua la historia de este gaucho...
EL GAUCHO NICANOR 3
Doña Sara se había encontrado aquella tarde con Matilda y se habían ido caminando despacio y tranquilas por las calles del poblado. Charlaban animadamente de cosas referidas al Nicanor
__Y le conté todo tal cual vos me pediste
__¿Y?
__Y nada, un poco se sorprendió, no se enojo, lo tomo como superado, yo no se a lo mejor por las cosas que el paso no tuvo nada pa reprocharte mi hijita
__A lo mejor doña
__Pero hablo de venganza, de dejarme
__Pero no querida, no diga esas cosas__ mientras hablaban habían llegado al portal de la casa de doña Sara
__¿Queres pasar mi hija?__invito doña Sara
__Bueno, no tengo mucho para hacer, mientras espero al Nicanor__las mujeres entraron en la casa. El sol de la tarde iba cayendo tras un manto de polvareda que se levantaba porque un pequeño viento se iba encorvando en aquellos parajes perdidos.
__Sentate querida
__Esta bien
__Ponete cómoda…¿Te sirvo un anisito?
__Déle doña
La mujer apareció con dos copitas y bebieron en silencio.
__Ahhh ta rico ¿no?
__Si
__y los gustos hay que dárselos en vida ¿No te parece Matilda?
__Claro que si doña, creo en lo mismo
__Porque un día te morís….¿y?... no, yo por eso he pasado por muchas experiencias
__¿Si?
__Si, claro, vos sos pichona todavía…Aunque el otro día, ese día que te vi, la verdad que tenes un cuerpito moldeado
__¡Ay no diga eso doña!
__¿Porqué no?, que acabo de decir
__Tiene razón…__ la mujer se levantó del asiento y sirvió otras dos copitas que las mujeres bebieron entre risas pícaras.
__¿En serio pensas que hay que hacer cosas?
__Claro doña ¿porque le mentiría yo?…
__¿Alguna vez besaste a una mujer?__la Matilda se ruborizo, pero no emitió un sonido de sorpresa. Solo dijo que no con la cabeza.
__No tengas vergüenza, yo podría enseñarte…__dijo la doña Sara
__¿Usted cree?
__No es lo que creo, es lo que siento, y siento ganas de comerte esa boquita__diciendo esto se acerco a Matilda. La chica no se movió. Levanto la barbilla, doña Sara, puso su cara cerca de la de Matilda, paso su lengua por sobre los labios de la chica, que empezó a sentir un hormigueo feroz en su conchita. Sintió que se le mojaba lentamente, pero a chorros. La lengua de doña Sara se abrió paso entre los dientes blancos de la esposa de Nicanor. Los labios se fundieron en un largo beso. Una vez despegadas doña Sara miró a los ojos de Matilda que brillaban de lujuria y deseo. Volvió a besarla comiéndole la boca carnosa. Hundió su lengua en la profundidad de la boca de Matilda que degustaba ese beso. Allí sintió una mano de doña Sara que apretaba una teta por sobre el vestido. La vagina de matilda explotaba en aguas, la calentura iba aumentando.
La doña la llevo a la cama, se tiraron en ella entre abrazos y labios y lenguas que se retorcían dentro de las bocas, por sobre los cuellos. Matilda estaba ya despojada de toda timidez. El deseo era mucho mayor. Estaba aprovechando el tiempo. Dejaba que doña Sara la acariciara y ella también acariciaba.
Las mujeres quedaron desnudas entre las sábanas ardientes. La boca de doña Sara llegó a la cuevita de Matilda. Ella se abrió como una flor para que la mujer explorara su interior a gusto y placer. Los gemidos de Matilda desbordaban el interior de la pequeña casa.
La boca de la mujer madura entraba en la bella cueva de la chica. Sus líquidos saltaban por todas partes. Era un abundante manantial de miel. La doña bebe y traga y come.
__¿Te gusta chiquita? ¿Te gusta así?
__¡Siiiii, siga doña, ah, ah, sigaa así así __ gimoteaba Matilda totalmente entregada a la boca de la mujer. De pronto apareció un dedo dentro de la cueva. Luego dos, los orgasmos de Matilda se sucedían. Doña Sara se apropiaba del clítoris lo mordía suavemente y Matilda llegaba al cielo. Lo chupaba. Jugaba con su lengua, lo rodeaba, lo apretaba con los labios. Matilda arañaba la tela de las sábanas. Tiraba del pelo de la doña y apretaba aún mas la cara de esta sobre su conchita sabrosa.
La mujer madura con la boca llena de jugos fue besando el cuerpo de la chica que estaba en una nube de placer. Llegó a los pechos de la chica y la boca mamó y mordió las tetas generosas de Matilda. Matilda hundía entre tanto los dedos en la vagina de doña Sara que también salpicaba con sus jugos, amasaba entre sus finos dedos un carozo generoso que tenía la mujer. Las corrientes eléctricas sacudían los cuerpos de las dos bellas damas envueltas en erotismo y sensualidad sin remedio.
La boca de Matilda se abrió y la almeja de doña Sara vertió los líquidos en el cálido recipiente. La lengua se movía intrépida y sagaz. La doña guiaba a su alumna que aprendía rápidamente como dar placer a otra mujer. La conchita de Matilda recibieron las caricias de la lengua veloz de doña Sara y ella a su vez ofrecía la de ella en la cueva hirviente de la mujer madura. Las manos y los dedos iban y venían. Las gargantas sacaban sonidos salvajes, guturales.
Doña Sara lentamente hundió un dedo en el anillo de la chica, Matilda se arqueó y entregó placentera su agujero. Dos dedos entraron sin remedio y ya la joven mujer grito de placer teniendo otro tremendo orgasmo. Replico estas caricias en la entrada posterior de doña Sara que agradecía, mientras su lengua se hundía ahora en el aro marrón de Matilda. La lengua se clavaba entrando y llenando de saliva el pequeño objeto que se agrandaba momento a momento. Los dedos se volvían a hundir y la chica explotaba. A su vez la lengua de Matilda hacía lo mismo en el cuerpo de doña Sara que se retorcía implacable.
Las mujeres continuaron deleitándose, gozándose mutuamente. Los grillos entonaban las primeras melodías de una noche que se anunciaba cálida, estrellada, bien de verano. Ellas continuaron un rato más abrazadas y dándose besos pasionales y suaves, acariciándose.
Al rato doña Sara como en un ensueño se incorporó en la media luz del anochecer.
__Voy a mostrarte algo__ dijo y se perdió de la habitación. La figura de la mujer se adivinaba revisando cajones. Abriendo y cerrando __¡Aquí está!__ de nuevo apareció con un enorme falo brillante.
__¿Lo ves?__dijo la doña
__¡Guauuu!__ exclamó Matilda. Sin decir nada se le hizo agua la boca.
__Me lo regalo un amigo. Es de China. ¿Te imaginas? Nosotras estamos tan lejos de ese lugar y vamos a usar algo de allá__ la doña le pasó la lengua larga y ancha como una cinta. Matilda se sonrió. La mujer madura le beso los pechos. La muchacha volvió a sentir una terrible descarga eléctrica. En tanto con el aparato acariciaba ya la entrada de la vagina que palpitaba feliz.
En eso estaban cuando escucharon golpear a la puerta.
__¿Quién será?
__No sé….¿Voy?
__Y no lo sé
__Voy a ver quien es…__ diciendo así la doña como estaba salió de la cama para ver quien estaba golpeando la su puerta.
Cuando llego allí, miro a través de una pequeña ventana que le mostraba quien estaba en la puerta. Su sorpresa fue grande cuando vio que era el mismo Nicanor.
Abrió la puerta suavemente con una mirada extraña y perversa, de lujuria total y susurro al oído de Nicanor que no entendía nada. __¡Estoy con alguien!
__Bueno me voy…__dijo el gaucho
__No, no quédate, aguarda unos minutos y luego asómate despacio, te va a gustar lo que vas a ver y si quieres puedes participar
__¿Qué pasa?
__Ya vas a ver__ sonrió la doña perdiéndose otra vez en el cuarto.
__¿Quién era?__ preguntó la mujer de Nicanor.
__Nadie, nadie querida, sigamos__ diciendo así, la bonita mujer, se tiró sobre la delgada y firme figura de Matilda. Se besaron y entre caricias y caricias la mujer hundió el pene de marfil y la muchacha gimió ensanchándose aún más. Las tetas de la chica fueron comidas por la doña. Mordía los pezones que se habían endurecido una vez más. La garganta de Matilda profería gritos y exclamaciones.
El gaucho se fue asomando como le había dicho la doña Sara. Abrió los ojos grandes cuando vio enredadas a las dos mujeres amándose sin reticencias. Y su sorpresa fue otra cuando la que tenía clavada una estaca de marfil en su concha era su mujer, su Matilda. La verga del hombre se subió de inmediato.
La doña lo vio de reojo mientras tapaba la boca de Matilda con su boca y las lenguas se enlazaban locamente. Nicanor notaba que su tronco se alzaba. Las dos mujeres se enredaban. Las manos, los brazos, todo era uno. El gaucho se fue quitando la ropa y por fin libero su pija al aire. Los huevos le latían. Se acercó por detrás de doña Sara que tenía su grupa levantada y lentamente le fue poniendo su verga en la entrada palpitante de su cueva. Debajo de ella Matilda veía aparecer el rostro de su esposo y pensó por un segundo que estaba en un sueño.
__No te preocupes querida esta todo bien, ¡Ahhhh!__ se contoneó la doña
__Pero…__ alcanzó a decir Matilda pero la lengua de la mujer se apresuró a beberle la boca y callarla.
__¡Solo disfruta!__pidió doña Sara.. las manos de Nicanor en tanto amasa las tetas gloriosas de su mujer. Se las ofrece a la doña que las come sin piedad arrancando gritos de parte de Matilda. La verga entra y sale de la vagina hirviente de la doña que se sacude y se arquea y se detiene y vuelve a empezar. El pistón va y viene. Penetra. Se hunde. Sale y vuelve a entrar. Mientras piensa que tendrá otra historia para contar, por ejemplo, a su nuevo amigo, el juez. La verga de marfil ahora busca el orificio pequeño de Matilda, que se entrega voluntariamente. Allí entra. Ella se sacude y gime. Nicanor alcanza los labios de su esposa y cruzan las lenguas. Se une a ese beso doña Sara. Las tres bocas se unen y juguetean.
Nicanor sale de la cueva de doña Sara. Ella guía con su mano la verga palpitante del gaucho y lo entra en la de Matilda. Doña Sara queda un instante mirando la escena. Solo acariciando suave los pechos de la muchacha que gime y gime teniendo un orgasmo tras otro.
Ahora la mujer madura acaricia la espalda de Nicanor que sube y baja, sube y baja. Pasa la lengua en la espalda del gaucho y llega a los glúteos. Los besa y los muerde y nota que el hombre nada dice, al contrario, lo disfruta. Sigue avanzando. Abre las nalgas y llega al anillo ofrecido por el muchacho que sigue entrando en su mujer. La lengua acaricia, el gaucho gime, suspira, goza. La lengua de doña Sara penetra y moja, se pierde en ese túnel que ya ha sido usado. Ella lo sabe, y se calienta aún mas. Acaricia con un dedo los huevos duros. Hace un pequeño camino y llega a la entrada. Hunde el dedo, y ese dedo entra, se pierde dentro del gaucho que se mueve totalmente ardiendo. Muerde las tetas de Matilda. Ahora entra otro dedo que va y viene.
El fierro de marfil se abre paso en la carne fogosa de Nicanor. Se le inflaman las narices. Bufa. Se relame. Siente que su culo explota, pero explota dentro de Matilda. La riega con su jugo. Mientras doña Sara hunde y hunde el falo brillante. Se pierde, vuelve a salir. Matilda ve como su marido goza con el pijón enorme clavado en su trasero y se desayuna de muchas cosas. Le gusta. Se relame. Ella también estalla en otro orgasmo perverso junto con la doña Sara que siente que el placer la inunda y le recorre cada célula y cada nervio de su cuerpo eléctrico.
La doña muerde el culo sabroso de Nicanor y llama a su lado a Matilda que mira como ese vergazo que hacía rato se había comido ella, ahora lo tenía hundido su marido. Y se movía. Sacando su culo hacia atrás y poniéndose mas y mas adentro ese falo de ficción que tanto lo hacía gozar. Nicanor gemía. Matilda se colocó frente a el y mordiendo sus tetillas hace que el hombre enloquezca. Doña Sara nota que la pija de Nicanor no ha bajado. La menea. La acaricia. Siente que la dureza continúa. Matilda se la come, la traga. La chupa. Llega a sus huevos y los acaricia, lamiéndolos. Casi los muerde. Se los mete a la boca de a uno los engulle. Vuelve al garrote. Lo aprieta. Lo sacude, en tanto doña Sara no deja de cogerlo con su aparato. Sabe que el gaucho lanzara el chorro en cualquier momento y lo espera, abre bien su boca y recibe el disparo cuando la leche de Nicanor comienza a aparecer, tomando hasta la última gota que le ha dado su marido.
Luego busca la boca de doña Sara que ya ha sacado el pijón del culo del hombre y se reparten la bebida, entre besos y lamidas, tragan, degustan, se besan salvajes y perdidas en ese laberinto de pasión que están construyendo. Luego se unen a Nicanor y se entrecruzan las caricias y las sonrisas cómplices.-