El Gallego (2)
La segunda y última parte de la historia de Marcos y Victor. Amor y romance en una historia bien hecha.
El Gallego (Segunda y última parte)
El empezó a articular muy difícilmente las palabras más impactantes que había escuchado en toda mi vida:
"Víctor, no me odies ¿oíste? Tu sabes que yo te respeto y te quiero pero tengo que decirte algo que me pasa desde que era muy pequeño Víctor, no tienes que responder nada, solamente quiero decirte esto y bueno liberarme Víctor Manuel, creo que te amo..."
Por unos instantes, y mientras Marcos me miraba fijamente; mis pensamientos desistieron. No entendía el lugar en el cual estaba y había perdido la noción del tiempo. Sólo su voz rompió mi trance. "Víctor, joder ¿qué piensas? ¿Quieres que te lleve a la graduación o a tu casa? De pronto empecé a asimilar la revelación de mi eterno compañero. Pensaba: "¿Marcos también está enamorado de mí? ¿Cómo es eso posible?" Decidí preguntarle: "Pero Marcos, tu eres homofóbico Digo, si me amas en ésa manera significa que tu eres " Y antes de haber terminado mi exposición me interrumpió: "Yo no sé si soy gay o heterosexual o bisexual o marciano. Yo lo único que sé es que ¡TE AMO! Y digo, coño; no podía decirte nada Tu nunca me has dado señales de que podrías sentir lo mismo" Y yo entendí que tenía razón, al saberme resignado por su absoluta heterosexualidad, decidí no hacer nunca muestra alguna de afecto que fuese más allá de los límites permitidos de manera intrínseca entre los amigos, no tenía idea
Y allí lo tenía. El hombre al que siempre había amado secretamente con todo mi ser, estaba sentado junto a mí sólo a minutos de haberme confesado su amor. Sentía la adrenalina fluir por todo mi cuerpo como nunca antes. Sudaba frío, mi corazón latía más rápido cada segundo que pasaba. Imaginé todo el tiempo que habíamos perdido por no tener el coraje para expresar nuestros verdaderos sentimientos y emociones. Mis discursos mentales vieron su fin cuando Marcos volvió a preguntar: "Víctor, ¿vas a decir algo? Oye, si no me quieres ver más no importa, eh?" A lo que respondí: "¿Cómo no te voy a querer ver más Marcos? Eres Marcos. Digo, somos Marcos y Víctor, ¿no? Mira, lo que pasa es que estoy algo confundido. ¿Podemos subir un momento a tu casa? Y él sin pensarlo dos veces, desactivó el seguro del carro y corrió a abrir la puerta principal de "La Guzmanera"; una de las pocas casas de semejante dimensión ubicadas en la más lejana y vulgarmente elitesca urbanización de la ciudad de Maracay. Mientras Marcos se esforzaba en abrir las puertas con la mayor rapidez posible, yo me ocupaba en pensar hasta en el más mínimo detalle pero como de costumbre, en nada de lo que me estaba pasando -. Por mi mente transitaban cosas como: "¿Cómo es posible que los Correa sean tan ricos? ¿Cómo es posible que siendo Marcos tan humilde y popular, sea parte de ésta familia?" y por último y más desconcertante: "¿Cómo es posible que me haya enamorado de un hijo de papá, de un World-class holidaymaker ?" Recordando mis firmes convicciones socialistas para aquél momento, típicas de todo jovencito que recién comienza a leer la literatura económica. En fin me acordé de lo que siempre ha dicho mi mamá: "el amor es absolutamente ciego a la hora de flechar a dos personas; ni siquiera su sexo parece importar", momento en el cual me pregunté el por qué jamás le había comentado a mis padres sobre mis preferencias sexuales.
Iba a seguir pensando de no haber sido porque Marcos finalmente logró abrir todas las puertas, rejas, ventanitas y barreras que presentaba la casa para evitar la muy común visita de los amigos de lo ajeno.
No había absolutamente nadie en casa. Ni siquiera Gabriel, el hermanito de Marcos estaba en casa. Supongo que estaba en alguna práctica de baseball. Marcos encendió todas las luces y me preguntó si quería algo. Le dije que me diera un poco de agua, la cual él buscó inmediatamente y me la dio. Le dije: "Marcos siéntate" Lo cual hizo sin objeción, mirándome de nuevo fijamente a los ojos, como suele hacerlo. En su mirada había emoción, alegría y melancolía mezclada, ansias, amor y deseo. Mi espíritu lloraba de felicidad por estar viviendo aquél momento.
Finalmente le dije: "Marcos yo también he estado enamorado de ti siempre, y no creo; estoy seguro de que te amo" Dije todas éstas palabras temblando de emoción. Me sentía febril y como si fuese a vomitar en cualquier momento. Y se hizo el silencio. Marcos solamente me miraba, cada vez más profundamente. Yo no movía mis ojos de los suyos, tan café como siempre; mucho más abiertos de lo normal. El estaba sentado justo frente a mí, en un couch extensible. Sentí cómo su respiración se hacía más lenta, pesada y profunda. Sentía que mi corazón iba a estallar. Sentía que tenía una fiebre en extremo alta. Sentía.
Marcos me dijo: "Te amo Víctor". Su voz temblaba como si fuese a llorar. Yo no pude contener las lágrimas y le dije: "Yo también Gallego". Me preguntó que si me podía abrazar y por supuesto le dije que sí. Cuando me tocó, al momento de colocar sus brazos alrededor mío; sentí como mi mundo se caía en pedacitos, mi cuerpo se estremecía. Solamente pensaba en Marcos y sus latidos acompasados a los míos. Él temblaba, yo temblaba. Creo que él también lloraba. Duramos así por horas creo, tocándonos y envolviéndonos por primera vez. Aquél momento es lo más sublime que he vivido en toda la vida. Finalmente nos separamos un poco pero continuábamos tomados de las manos, palpando sutilmente nuestros dedos. Vimos nuestras recién encontradas miradas y acaeció la gloría. El momento que siempre había soñado. Temblando los dos, nos acercamos aún más; podía sentir su respiración y su aliento en mi rostro. Nuestras mejillas se acariciaban por vez primera, nuestras narices chocaban en un momento de emoción torpe. Nuestras manos palpaban lo que otrora fue un territorio vejado, hasta que al fin sucedió. Marcos me dijo: "Quiero besarte Víctor, te amo". Yo, un poco nervioso empecé a colocar lentamente mis labios sobre los suyos y él respondió. Nuestras bocas se acariciaban con movimientos un tanto toscos pero tiernos. Por fin nuestras lenguas se tocaron. No recuerdo haber sentido nada sexual al momento, todo me sabía a amor; simple, puro y fuerte amor. Dios, ¡cuánto había anhelado aquél momento!
El tiempo pasó sin avisarnos. Nuestros labios seguían unidos cuando inesperadamente sonaron las puertas de la casa. Alguien estaba llegando. Era Gabriel que efectivamente regresaba de una práctica de baseball. Sonriente nos dijo en tono burlesco: "¿Qué tal? ¿se están proponiendo amor eterno o algo así? Pregunta que nos dejó un poco desconcertados por lo que Gabriel replicó: "Oigan, ¡no sean pesados! Ahora uno no se puede jugar con nadie acá Por cierto, papá y mamá están abajo. Te estaban buscando por todas partes Marcos". Él le explicó que de pronto se sintió cansado y quiso venirse a casa, cuando me encontró en el camino y decidió traerme. En ése momento entraron a la sala los padres de Marcos. El señor José Antonio, su papá; le preguntó que por qué se había ido de la graduación. Marcos le dijo lo mismo que a Gabriel y además le manifestó que había tomado su carro porque pensaba que iba a regresar a la graduación. El señor contestó algo como: "Ah, O.K. No importa, llegamos en taxi. Víctor, ¿te vas a quedar ésta noche?" Me preguntó. Ví a Marcos, él asentía con la cabeza y le dije a su padre que sí, que me iba a quedar ésa noche.
Los padres de Marcos se retiraron y Gabriel fue directamente a dormir. Estábamos solos una vez más, sentíamos que lo podíamos todo en ése momento. Era un sentimiento de poder y alegría sobrenatural. Finalmente Marcos me dijo que le acompañara a su habitación. Le dije que subiera recordándole que conocía bien el camino porque tenía que llamar primero a mi tía Marina, que me estaba acompañando en casa ya que mis padres estaban en el exterior.
Cuando llegué a la habitación de Marcos, lo encontré sentado al borde de su cama. Me dijo que me sentara a su lado pero que primero cerrara la puerta con llave; para estar más seguros. Estábamos muy conscientes de lo que iba a suceder a continuación, pero tan inocentes de la experiencia que nos aguardaba. Empezamos a besarnos de nuevo, pero ésta vez de una manera mucho más apasionada. Él colocaba sus manos en lugares donde nunca antes había explorado, lo mismo hacía yo. Siempre quise sentir su espalda, sus piernas, sus nalgas, sus brazos. Quizás por el nerviosismo, quizás por las ansias de sentir; ambos hacíamos las mismas cosas y nos tocábamos simultáneamente las mismas partes del cuerpo. La pasión y el fuego acallado durante tantos años comenzaban a surgir.
De manera intempestiva, me dijo: "Víctor, quiero verte desnudo. Digo, ¿puedo verte desnudo?" Tratando de disimular su nerviosismo. Me puse de pie frente a él y empecé a desvestirme. Me quité primero la camisa, luego las medias, el cinturón y por último; el pantalón. Marcos me veía sin cesar, de arriba abajo. Le dije que era su turno. Me senté en su sitio y él procedió a hacer lo propio. Cuando lo ví desnudándose, tomé conciencia de por qué lo estaba haciendo y eso, en realidad me excitó demasiado.
Solamente teníamos puestos nuestros bóxers. Nos veíamos incansablemente, nos tocábamos, nos besábamos. Parecía que el abrazo, que el roce iba a ser perpetuo. Marcos hizo algo que jamás imaginé iba a hacer: me tocó, digo; me tocó el pene. Me acariciaba suavemente los testículos, la entrepierna. Yo con ansias procedí a hacer lo mismo. Siempre había imaginado cómo sería Marcos, bueno digo ustedes saben sus partes, y caramba; resultaron ser mucho más de lo que yo me esperaba.
De pronto estábamos sumergidos en un ritmo eufórico de besos, abrazos, lamidas, rozadas. Nos tumbamos en la cama. Estábamos haciendo el amor. Yo había tenido sexo muchas veces, pero jamás había hecho el amor. ¡Cuánto amor sentía en ése momento! Ya no teníamos siquiera los bóxers puestos. Marcos me dijo desesperado: "Víctor, quiero ser tuyo" Yo lo dudé, le dije: "¿Estás seguro? Yo creo que duele, ¿oíste? A lo que respondió: "Necesito sentirte dentro de mí".
Al instante, se encontraba Marcos debajo de mí. Nos veíamos. Nuestras mirabas se encontraban en aquel mar de infinito amor delimitado por su habitación. Nos besamos largo rato y finalmente, Marcos subió sus piernas a mi espalda y me dijo: "Estoy listo, te amo".
Empecé lentamente a hacerlo mío. Él se quejaba un poco de hecho, a mi también me dolía un poco aunque todo con el tiempo se convirtió en el más cándido de los placeres. Sentía que la felicidad me desbordaba. Casi sin movernos, nos besábamos nuevamente, yo olía constantemente su cabello, él me acariciaba el pecho. Empezamos una danza ansiosa y poco a poco sentíamos cómo nos convertíamos en uno sólo. Éramos uno sólo. Lo amaba. Sentía su amor. Cuando terminamos de amarnos tan apasionadamente, llegó la ternura. Besábamos nuestros cuerpos. Nos decíamos palabras al oído. Nos tocábamos.
Finalmente, nos quedamos dormidos al amanecer. Cuando desperté, eran las 10:30 de la mañana. Llamé a Marcos, sonriente me dio un beso y así comenzó todo. Era la mañana del 10 de agosto, el cumpleaños número 18 de Marcos. Lo felicité y le dije que me iría a casa a cambiarme para luego volver. De hecho volví, celebramos Fue un cumpleaños bastante particular.
Ahora tengo 25 años, Marcos cumplió los 26 hace dos meses. Estamos viviendo juntos, de hecho; al escribir esto, el muy curioso me está gastando bromas para desconcentrarme. Así que si encuentran algún error, cúlpenlo a él.
¿Nuestros padres? Los míos lo saben. Mamá está feliz, papá se está acostumbrando y dice que por lo menos estoy con alguien que él conoce y aprecia. La mamá de Marcos, la señora Luzmila nos visita bastante seguido. Su papá lo corrió de casa. Gabriel, el hermano de Marcos dice que no hay un solo día en que el señor Antonio no vea las fotos y las cosas de su hijo. Quizás algún día también nos visite. Las puertas siempre están abiertas.
¿Qué hago? Lo mismo que mamá: soy profesor de Inglés. ¿Marcos? Abogado ¡Qué parejita! ¿no?
Les quiero, y espero que cualquier comentario que tengan me lo hagan saber. Si creen que la historia es muy cursi o aburrida, discúlpenme pero sepan por favor; que toda la narración es verdadera Sin embargo, tenemos algunas cuantas aventuras que muy pronto les contaremos.
Escríbanme Chao!!!
The End