El frenesí de mi esposa

Tras casi una década de matrimonio, el esposo supera la etapa de celos y empieza a fantasear con ver a su esposa en el coito con alguien más. Él, incluso, se encarga de hacerla sentir lo más sensual posible y vestirla como una auténtica diosa para entregarla a otro macho.

Mi mujer, Elena, y yo hemos estado casados desde hace 7 años. Tenemos un hijo y estamos buscando tener más en un futuro cercano. Desde que nos convertimos en novios, ella mantiene una línea muy, muy coqueta. Es sensual y atrevida. Suele usar tangas muy sexies (uf) y tacones altos (UF!). Desde cuándo? No lo sé. La quise a ella para mi futuro, no para mi pasado y le agradezco infinitamente ser así.

Sexualmente sí era algo recatada. Tipo "me gusta verme bien pero no sé mucho del sexo". Bendito mundo del porno, horas disfrutando de sexo de todo tipo me permitió irla, en realidad, pervirtiendo. La primera vez que le enseñé mi verga, temerosa pero decidida me la chupó delicadamente, dado a que era la primera vez que mamaba una verga, o eso decía. Yo a veces lo dudo pero procuro no molestarla con eso. Y si sí lo había hecho, agradezco a aquél buen samaritano que le enseñó como mamar una verga. Tiene una destreza con la lengua impresionante.

Antes de casarnos ya habíamos hecho varias cosas que no imaginaba: 69, anal, grabarnos, coger en el auto. Me topé con una diosa del sexo moldeable y perfectible. Sólo le hacía falta alguien en su vida que descargara en ella todos sus fetiches y fantasías.

Raramente, a pesar de todo lo anterior, yo era muy celoso. No podía tolerar a sus amigos como talvez ella hubiera querido, ni que se le quedaran viendo. Sin embargo sé que ella no le fallaría a nuestro matrimonio y todo quedaría en simples miradas morbosas hacia su silueta e intenciones vagas con mi mujer. Talvez mis celos se basaban en un "consiganse su culo con tanga y su mamadora profesional, ella es mía". Algo irreverente viviendo de alguien que ya se había masturbado pensando en ella viendo una foto engalanada por ese par de piernas sensuales.

Nuestra relación sexual se basaba en poses diversas y en, sin pelos en la lengua, decirnos lo que queríamos hacer. Ya sea orinar mientras la penetro u orinarle en la cara, que me la chupe cariñosamente (así como yo puedo pasar horas lamiendo su vagina hermosa y depilada mientras le meto un dedo en el culo), o bien que le dé de nalgadas y le diga que es mi puta y le eyacule en la boca o mezcle mi semen en una malteada que ella religiosamente bebe. Es, simplemente, perfecta.

Algo que me quedó marcado mucho una vez mientras cogíamos sin protección (me encanta ver como se le escurre mi leche en esas paredes vaginales rosaditas y que la embarre con sus dedos mientras termina de masturbarse) furiosamente, le dije "eres una puta?", a lo que respondió "no, soy tu puta". Me quedó claro que ese regalo de Dios es sólo mío. Cuántos no desearían tener a una profesional, dedicada, cariñosa y entregada, comportándose como una dama en la mesa y una puta en la cama. Sí, CUÁNTOS?

Dos situaciones, efímeras talvez, me hicieron empezar a cambiar mi paradigma sexual para con ella. Entre las fantasías que hemos tenido, es vestirla como una auténtica puta fina, ir a la calle y fingir que trabaja en la zona roja de la ciudad y posteriormente pasar por ella a negociar unas mamadas y unas cogidas, literal como una puta. Pero y si alguien se me adelantaba al ver esa sensual minifalda contoneandoae sobre su culo, sostenido por unas tersas piernas torneadas coronadas por un par de tacones de charol negros. A esa imágen yo sólo le añadiría el tremendo escote que me gusta que enseñe. Cómo iba a reaccionar yo? Cómo iba a reaccionar ella? El sólo imaginar la infinidad de posibilidades lubricaba mi glande.

En otra ocasión en una plática cualquiera, me comentó que una prima le preguntó que por qué no se convertían en prostitutas por un día. Mi boca decía "vaya, qué.... Raro?" pero mi mente se cuestionaba "... Vender sus servicios sexuales? Permitir que alguien más se la coja? Que se meta otra verga?... Y si lo disfruta?". Mi mente estaba a mil por hora, pero no salió ninguna palabra de mí.

Claramente, mi mujer (sí, MI mujer) no ha tenido ninguna necesidad de hacer eso, ni pensarlo siquiera. He trabajado muy duro para darle a ella y los nuestros un castillo en el aire.

Todo en conjunto y tras largas noches extrañando sus mamadas y sus gemidos (ella sólo gime o grita si está borracha o estamos fuera de casa), la bendición del porno en línea fue de nuevo mi paliativo ya que la veo sólo 2 veces por semana. Una cosa llevó a la otra y me encontré con la nada oculta ni rara práctica del "cornudismo": infidelidades consentidas.

Qué clase de carajo permitiría que a su esposa, la madre de familia, a quien recibió vestida de blanco en el altar para jurarse amor eterno, la penetrase otra verga por todos sus orificios? ... Y si le gusta? Y si la cogen más y mejor que yo? La semilla de la duda estaba sembrada.

Ella gusta de salir a bailar, práctica que no comparto por mi personalidad, pero me esfuerzo por ella. Tiene un grupo de amigas que a veces los viernes por la noche se reunen para bailar y olvidarse de todo un rato, beber y divertirse.

Su indumentaria para ello incluye vestidos promedio para una mujer de su edad o faldas realmente provocativas (la he incitado y provisto de lo necesario para que no tenga excusa) que usualmente guarda para satisfacer mis fetiches: que se adivinen sus nalgas, se disfruten sus piernas y lleve un par de aretes (tacones) que las catapulten hacia ojos ajenos. Sin bra ni licra sería lo ideal para mi, pero no puedo comprometer su comodidad por mis caprichos. En esas noches de baile, esas prendas se convierten en mis cómplices a distancia.

Pues bien, no es secreto para nosotros que incluso la animo a ir a esos lugares para que, mientras bebe y baila, algunas vergas empiecen a pararse imaginando tener el privilegio y placer de tener a mi mujer ensartada por el culo y terminando en su boca hasta que les drene la última gota, lo cuál ella sabe hacer muy bien. Sabe mandar una carga de leche caliente directo a su estómago. Por otro lado, en la soledad de nuestra habitación, hay otra verga parada: la mía, imaginando las miradas lascivas y las pujas entre mirones por tener la dicha de fornicar sin compasión a la dueña de mi vida.

La noches rematan con los primeros rayos de sol, con ella un poco mareada siendo la puta desinhibida que vive muy adentro de ella, contándome los inútiles intentos de diferentes cabezas intentando seducirle. En alguna ocasión, mientras me contaba, la excitación era tal que al penetrarle su pequeño culo, no hubo dolor, ritual para el cuál se necesita tiempo y preparación. Sudor, jugos vaginales, semen y saliva entre nosotros permitieron eso? O su excitación era tan mayor a la mía que su culo ansiosamente se preparó a sí mismo para recibir mi verga? El celoso se convirtió en aquel que disfruta que deseen a su hembra, su puta. Me excita, me podría arrancar la verga a jalones pensando que algún macho más experimentado que yo la arrincone en la pista de baile buscando pellizcar sus pezones y excitarla hasta el grado que ella diga "vamos...". Sí. Soy otro.

Es mi esposa, a la vez de mi amiga y confidente. TENÍA QUE DECÍRSELO. No, pequeña. Ya no sólo quería que te desearan. Necesitaba tener a alguien más en escena.

Habíamos platicado la posibilidad de realizar un trío MHM, sin embargo nunca se ha podido concretar. La sola idea de ver a mi mujer haciendo sentir como una hembra a otra de su especie mientras relleno su culo con mi verga, me volvía loco. Por qué negarle al mundo al pedazo de mujer que tengo a mi lado? Sin embargo, mi nueva mentalidad desplazó la idea de verla saboreando una vagina para sustituirla por verla mamando una verga. OTRA verga, mientras permanezco a lo lejos viendo a mi puta, siendo la puta de ocasión de otro.

La sola idea hacía que mis huevos producieran suficiente leche para inundar cualquiera de sus agujeros, le generaba furia a mis embestidas y exaltaba las venas alrededor de la única verga que esa mujer se ha metido en los últimos 8 años. Una madrugada, sudados, en la oscuridad de nuestro lecho, ella boca abajo recibiendo la fuerza de mis embestidas, le susurré: "dilo...". Ella permanecía gimiendo tenuemente, jadeante y excitada. Tras unos segundos, lo exclamó por fin: "ayyy... Sí mi amor, quiero coger con otro.". Estaba hecho. Mi compañera de vida deseaba ser una hot wife.

Cuántas veces? Con quién? Cuándo? Tenía tantas dudas y ansiedad por saber las respuestas que olvidé que mi leche salió a chorros para bañar sus entreñas apenas me dijo esa frase. No recuerdo la última vez que solté tanta leche adentro de ella, por cualquiera de sus agujeros. Mi mente le gritaba "vístete, no te pongas ropa interior, vamos a salir a buscar alguien que te coja frente a mi YA!" pero mi sentido común nunca se vió nublado: la seguridad y confort de ella por encima de todas mis malditas perversiones. A fin de cuentas, ya me había dicho que sí. Lo demás era puro trámite. Lo que ya no sabía si seguía siendo mi fantasía... O ya era la suya? Era sólo verla siendo la puta de otro o era ella por fin convirtiéndose en la puta de alguien?

No perdí el tiempo y le busqué una cartera de prospectos para su libre elección, a la vez que ella me confió que vería quién de sus conocidos tendría el honor de tener desnuda en la cama a la mujer de expertos labios mamadores, de senos enorme, carnosos, pezones discretos. A esa vagina rasurada, dulce y coqueta. A ese culito que podría pasar por virgen ante el ojo más adiestrado. A esas nalgas paraditas, redondas que invitan a ser golpeadas de vez en vez. Pero sobre todo, a esas piernas de infarto que AMO ponerme sobre mis hombros para admirar desde arriba sus tetas rebotar al ritmo del vaivén de mis cogidas mientras beso sus pantorillas adornadas por esos tacones que rompen el silencio sólo para hacerlo más hermoso con cada paso que da camino a meterse mi verga en su boca.

Pasó el tiempo y como su esposo y compañero, nunca le apresuré. La amo por encima de todo y sólo quiero lo mejor para ella. Tendría que llegar por sí sólo el momento, hasta que un fin de semana, emocionada como quinceañera me dijo "ya sé quién! Cuándo le digo que lo hacemos?". Un resorte se formó en mi pantalón que gritaba "no me toques que al más ligero roce, exploto en un orgasmo inigualable!". En verdad mi mujer ya sabía de quién iba a ser puta por una noche?

Un antiguo compañero de la preparatoria de ella tiene entre sus piernas la herramienta que profanará de manera inimaginable alguno de los 3 agujeros que posee el cuerpo de mi diosa y en los cuáles he derramado indistintamente mi virilidad.

Había que tener todo preparado: SEGURIDAD, SALUD Y CONFIANZA. Iríamos a algún lugar antes? Condones? Claro. Sin duda. Lamento comunicar que adentro de esos agujeros sólo reside y residirá mi líquida masculinidad. Qué haré yo? Ella quiere que yo esté presente o eso la inhibirá? Y si me escondo y me masturbo frenéticamente decenas de veces mientras mi esposa goza y hace gozar a otro en la cama? Quería que todo saliera a la perfección. No era mi momento, ni su momento. Era nuestro momento.  Pero más que lo que yo quisiera, era lo que ella quisiera. Su boca iba a saborear otras formas y dimensiones por mi culpa, en mi nombre. Era mi heroína.

Yo me encargué de la logística acorde al día que ella decidió. Reserve la habitación de motel así como una mesa para tres en un pequeño y discreto bar local. Vaya, todo lo necesario para no tener un imprevisto que cambiara el curso de los planes. Al verificar que todo estuviera en orden en la habitación, no pude dejar de imaginar que en pocas horas, el culo de culto de mi esposa se posaría desnudo sobre esas sábanas, descansando su sutil y femenino cuerpo totalmente al natural, vestido sólo con un par de tacones de lazo del color de su piel cuya única condición es que está prohibido quitárselos, mientras con los ojos cerrados engullía la verga de su amigo y su clítoris de agrandaba debido a esa extraña pero potente y nunca experimentada excitación, lubricando las paredes de humedal como preparativo para la ceremonia de recibir un miembro nuevo tras 8 años.

Esa imagen en mi mente hizo que casi de inmediato experimentara una erección con abundante lubricación que me orilló a masturbarme de pie, al lado de la cama. Fue en cuestión de segundos que abundante semen salió fuertemente disparado hacia las sábanas que poco después recibirían seguramente vestigios de otra leche y los flujos vaginales de mi mujer.

Corrí a casa, donde ella aguardaba encerrada en la habitación preparándose para la ocasión. Me llamó para preguntarme que cómo se vestía. "No lo sé mi amor. Esta noche mi puta no viene, esa, que sabe qué me gusta. Por qué no le preguntas a la puta que vive en ti?", finalicé.

Al llegar, mi mente se negaba al oscuro deseo de mi cuerpo y la voluntad de mi verga de tirar la puerta de la habitación y hacerle el amor a mi esposa como quizá nunca se lo he hecho, provocado por la situación y hacer mío ese culo sin piedad. No quería arruinar su sesión de embellecimiento. Cómo se vestirá mi mujer?

Al poco rato la puerta se abrió. Su inconfundible taconeo avisaba su salida. Tenía esos tacones con los que me la había imaginado momentos atrás. Sus piernas, brillantes e infinitas sobresalían debajo de un short negro, muy pequeño que por atrás llegaba justo a cubrir apenas el inicio de su culo. Su blusa negra con una tela transparente a la altura del escote dejaba adivinar dos cosas: el canal entre sus tetas y la falta de bra. Un par de pezones duros confirmaban lo que a la vista quedaba. La cereza del pastel fue ver unos labios rojos, candentes, brillosos, como pocas veces ya que su belleza natural no lo necesita. "Te gusta?", me preguntó apenas me vio. Sin saber cómo, me dirigí hacia ella, la tomé de la cintura por atrás, le besé el cuello y dirigí una de sus manos a mi entrepierna. Mi dura verga no dejaba lugar a dudas. Ella suspiró y noté cómo apretaba mi verga entre sus manos. Eramos los cómplices perfectos. Se dio la vuelta y me dio un rápido beso en la boca. "Es indeleble", me dijo con un tono pícaro y sensual y mirada atrevida. "Eso a qué viene? O sea que no le va a dejar roja la verga a su amante? O que el semen forastero no va a opacar ese brillo?", me pregunté. Le permití enfilar camino delante de mi y aproveché para apretar su culo con furia y meterle mano por debajo y descubrí lo que tanto le había pedido antes: no llevaba ropa interior. Esas delicadas prendas negras eran lo único que separaba la desnudez de mi musa de la vista de cualquier extraño. Ella sólo volteó y me miró atrevidamente de nuevo y me guiñó el ojo. Sensaciones indescriptibles me invadieron y un frío recorría mi cuerpo en todas direcciones. Centímetros antes de salir, me dijo "espera! Me falta algo" y corrió de vuelta a la habitación para volver segundos después con ese maldito caminar tan sexy que sabe hacer, ahora ataviada con sus lentes en su rostro. "Sé que te gusta lo que ves, y después de él, vas tú".

Mi boxer y mi pantalón no pudieron ocultar más mi humedad, cosa que ella notó, arrodilló sobre sus hermosas piernas, para dar un besito a mi verga sobre el pantalón diciéndole "disfruta nene, que hoy me tienes que coger durísimo después de un asuntito que voy a tratar". Enfiló camino de nuevo hacia la salida y posteriormente al auto. Cada paso, cada taconeo frente a mi, me confirmaba una cosa: si Dios existe, a ella la hizo a mano, con el maná más exquisito. Excelente mujer, madre, amiga, compañera, profesional y por qué no decirlo? Puta.

Camino al punto de encuentro, no podía dejar de ver sus depiladas y torneadas piernas que invitarían hasta al más tímido a masturbarse en su honor (como yo lo había hecho años atrás).

El camino fue corto y llegamos a tiempo. Nos dirigimos a la mesa asignada y no menos de 10 cabezas (las de arriba y las de abajo), fijaron rumbo al caminar de mi esposa. Sí. Se ve súper sabrosa, lo sabe y lo explota. Al pasar deja un aroma que embriaga al más abstemio de los comensales. Nos sentamos y pedimos algo de beber. Al sentarse ella cruzó las piernas y se veía simplemente fenomenal. Atiné a mirarla a los ojos mientras ella bebía de su copa. La miré fijamente y para mi sorpresa, al terminar su trago, bajó su vaso y me dijo "yo también te amo. Tu mirada cristalina en silencio sigue siendo la misma que cuando nos dimos nuestro primer beso.". Hay algo que esta mujer no sepa? Ah, sí. No se imagina cuánto la amo, ni cuántas lágrimas he derramado para agradecerle a la vida haberla puesto frente a mi. Es mi manda personal.

Al siguiente instante, un caballero se posó a su lado y le dijo "Elena?". Su mirada lo decía todo. "Wow. Es en serio? Tanto sin verte, cómo has cambiado". Mi esposa respondió al saludo poniéndose de pie y abrazando a su amante por una noche. Al levantarse, su short ya se había subido un poco y el inicio de sus nalgas era ya visible. "Ay, qué pena", exclamó a la vez que se acomodó su indiscreta prenda. Más de uno alrededor ha de haber agradecido la escena. Nos sentamos los 3 a beber algunos tragos y por poco más de 40 minutos discutimos la dinámica. Yo no iba a interactuar a menos que expresamente mi esposa lo pidiera. Sólo podría masturbarme sentado en un sillón. Si mi esposa decía BASTA, era BASTA y cada quién para su casa. Su amante deberá de usar condón para cada penetración. Eso sí, la elección de poder ser penetrada por el culo o incluso si ella decidía no usar condón, era inapelable y yo no podía protestar. A cambio, mi pequeño capricho era solamente que no se quitara los tacones y que de ser necesario, yo me retiraría de su vista para evitar inhibiciones. Por último, estaba estrictamente prohibido hablar de esto fuera de la habitación. Sólo mi esposa y yo podríamos mencionarlo entre nosotros como un aliciente a la hora de coger.

Estando todos de acuerdo (sólo un pendejo diría que no teniendo al culo de mi mujer disponible para ser penetrado), pedimos la cuenta y nos retiramos. Nos fuimos en el auto de él por cuestiones de practicidad, sin embargo yo manejé: el juego había empezado. Nuestro amigo iba en la parte de atrás con mi esposa, acariciando suavemente sus piernas y recorriendo su cuerpo con sus manos, a mi juicio medio torpes. Para mi sorpresa, mi esposa sonreía y se notaba que su excitación iba en aumento. De un momento a otro se fundieron en un beso como si no hubiera nada ni nadie alrededor. Ella, con los ojos cerrados dirigió su mano a la verga de su amante de ocasión y hábilmente la sacó de su prisión de tela. Noté que ella no quería perder tiempo. No podía yo imaginar su nivel de perversión y excitación para hacer eso. Al no traer él ropa interior, su pene salió fácilmente. Él también sabía a qué iba: cogerse (o ser cogido?) por su excompañera casada frente a su marido.

Su frenético beso seguía en curso y pude apreciar a mi mujer iniciar un vaivén con sus manos sobre la verga de su amigo. Sus cuidadas y recién puestas uñas de tono azul daban pequeños recorridos sobre el glande de su amante, que dicho sea de paao, coronaba una verga más grande pero delgada que la mía.

Apresuré el paso y llegamos pronto al motel. Me estacioné en la habitación, le abrí la puerta y ella bajó sensualmente del auto sin dejar de aprisionar la verga de su amigo con esas manos que tantas veces me han masturbado. Caminaron hacia las escaleras y ella no soltaba de la verga a su amigo. Lo jalaba como perro con correa y yo detrás de ellos, me fui sacando mi instrumento mientras subía la escalera, naturalmente completamente erecto y lubricado.

Al llegar al piso, lo primero que me dijo fue "siéntate aquí mi amor. No te muevas si no te lo digo". Me senté y con la verga de afuera, ella me la apretó y mordió sus labios (como sabe que me gusta). Para mi sorpresa, mi altura al estar sentado frente a ella me dejó ver su humedad sobre su ropa y sentir el aroma de su vagina complemente mojada. Me lo sé de memoria por vivir extasiado de mamarle la vagina a mi mujer. Ella estaba TAN o MÁS excitada que yo!

Su amante estaba a la orilla de la cama, con el pene apuntando al cielo. A él también le prohibió moverse hasta nueva orden y mi esposa se fue encima de él para besar cada parte de su cuerpo y despojarlo sensualmente de su camisa de manera lenta pero precisa. De pronto, se incorpora poniendo de nuevo sus delicadas piernas firmes sobre el suelo y se amarra el cabello. Me voltea a ver, me manda un beso coqueto, me guiña un ojo y dice "disfruta, cariño" .

Acto seguido, se pone en cuclillas sobre el piso de la habitación, toma con delicadeza la verga de su amigo y le da un pequeño beso en el glande. Repite la acción alrededor de su glande y empieza a pasar la lengua a lo largo de la longitud de ese pene. La acción continúa unos instantes más, de pronto se detiene, da un ligero suspiro y se traga la verga entera de ese desconocido. Centímetros a centímetro desapareció ese pedazo de carne, adentro de la boca de mi esposa que con maestría comenzaba un vaivén, puliendo la herramienta de un viejo conocido. VAYA! Así se ve cuando la mama? Es la cosa MÁS erótica que haya visto.

Aprovechando la posición, nuestro invitado intenta subir la blusa de mi esposa para despojarla de ella. Ni corta ni perezosa, ella alza los brazos sin dejar de mamar esa brillosa verga para facilitar el trabajo de su amante. En un par de segundos, sus jugosas y grandes tetas ya estaban al aire, evidenciando unos pezones tan duros como las vergas en esa habitación. Su amante le masajea con amor las tetas y ella emite el primer gemido. "Le gusta.. LE GUSTA!!" me emocioné mientras me masturbaba al ver desde lejos cómo mi esposa devoraba otra verga con frenesí.

La espectacular mamada duró más de 5 minutos. No sé cómo su amante pudo aguantar tanto sin llenar la boca de mi mujer de espesa y blanca leche. Al sacarla de su boca, se escuchó un "pop" que me hizo erizar la piel. Ella procedió a bajarse el short hasta los tacones, tomó impulso y me lo aventó con los pies.

Cayó justo a mi lado y como bebé hambriento lo olí y sentí. Estaba bastante húmedo, olía a sexo y sudor. QUÉ DELICIOSO. Chupé esa tela imaginando lo que más tarde le haría a la mujer frente a mi y unas pequeñas gotas de semen se asomaron por mi glande. Rápidamente las limpié con su short.

Ese éxtasis casi me hace perderme la obra maestra: su amante, aún en la esquina de la cama y los pantalones hasta los tobillos, permanecía erecto con esa gran y delgada verga totalmente lista. Mi esposa tomó uno de los condones que más temprano yo había dejado ahí y con gran habilidad se lo colocó a la verga de su amigo. Acto seguido, me ve, me sonríe y me dice "con tacones, como a ti te gusta". Toma un poco de saliva de su boca, se frota su húmedo clítoris, se coloca sobre su amigo y en cuestión de segundos, su verga desapareció de mi vista. Ella gimió fuerte, como sólo lo hace esas veces que me implora que le diga que es mi puta. De un sólo senton, mi esposa finalmente estaba siendo cogida por alguien más, con mi permiso y frente a mi.

He de decir que ella es una experta cabalgandome, por lo que no dudaba que extrapolaría esa habilidad sobre cuerpos extraños. Y así fue. Su movimiento fue rítmico y sensual. Sus tetas botaban de manera hipnotizante y empezaban a brillar por el sudor. Parecía que 5 minutos mamando verga también le representó un gran esfuerzo físico.

Por su lado, su amigo colaboró a la escena estrujando las tetas de mi amada y subiendo su columna para llevar su pene hasta lo más profundo de mi mujer. Yo sé que eso a ella le gusta y no tardando empezó a gemir. Ahí estaba la puta, haciéndose presente.

La cabalgata duró poco más de 5 minutos en los que ella decía "sí... Me gusta... Qué rico.... Sí..." entre jadeos que acentuaban el erotismo. Su cabalgar se hacía más veloz y empezó a estar fuera de sí. Ya gritaba, gemía más. Le gustaba, AMABA lo que estaba pasando.

En el frenesí veloz con su amigo, se sacó su verga y se puso boca abajo, jadeante y sudada, cruzando sus sensuales piernas. Ambos jadeantes por el esfuerzo, le ordenó a su amante "vamos, quítate el condón y dame rápido por el culito". Escuché realmente eso? Era tan puta que ya quería tener ese culo perforado y sin protección? Yo no atiné a decir palabra alguna y seguía atento a la escena masturbándome furiosamente.

Su amante, igual de sorprendido, se colocó sobre ella, le separó las nalgas y no se pudo a resistir a lamerle el culo. Mi esposa gimió pero entre jadeos dijo "métemela ya por favorrrr". Clamaba por verga en el culo! Su amante, temeroso, sólo atino a preguntar "suave?" lo que parece que desesperó a mi mujer por lo que aún de espaldas, tomó su verga y la guió hacia su ano apretadito que tanto me gusta. "EMPUJA!" exigió y de un sólo movimiento, enterró toda su verga en el CULO de mi ESPOSA. Naturalmente ella grito pero antes de finalizar el grito de dolor, exclamó un "Síiiiii duro por favorrrr muy duro!!!" cosa que fue de inmediato obedecida y su bombeo fue espectacular.

Escuchar el golpeteo de las nalgas de mi mujer siendo maltratadas por alguien más fue el detonante. Chorros y chorros de leche caliente salieron expulsados hacia el cielo desde lo más profundo de mi verga, cayendo en el sillón y sobre el short de mi esposa.

Ella escuchó mis gemidos de placer y volteó a verme, su cara sudada y con cabellos pegados era sonriente y placentera a la vez. Quería decirme algo pero sólo podía gemir de placer.

"Qué ricooooo. Sigue sigue sigue" era su monólogo favorito. Esas palabras que sabe que tanto me excitan, ahora me excitaban más al escucharlas generadas por otra verga.

Su amante quiso tomar el control de la situación y por supuesto contemplar la cara de placer y las tetas bailantes de su puta así que de un jalón le sacó la verga a mi mujer, la volteó y se llevó sus piernas al hombro. Carajo, esa pose cómo me gusta! Sin tardanza alguna, en esa pose penetró de nuevo el ano de mi esposa quien sudaba y brillaba como la puta más sensual del mundo.

El bombeo era impresionante en velocidad y fuerza. Juraría que mi esposa en cualquier momento se quejaría del dolor pero no fue así. Ella sólo quería más y más sexo. Ver y oir ese culo se profanado era indescriptible.

En algún momento de tanta excitación de los amantes, nuestro invitado sacó su verga del ano de mi mujer y sin aviso previo regresó al calor y la humedad de su vagina. La escena nos sorprendió a mi esposa y a mi, pero más a mí al escuchar un "ay tu dale pero por favor no dejes de cogerme" de la boca de mi esposa. Ambos sabíamos que un embarazo era improbable, pero jamás imaginamos que pasaría esta situación. Yo acaté nuestro acuerdo y los dejé seguir.

Ese vaiven de los sensuales tacones de mi esposa al aire me excitó en demasía al grado de decirle a su amigo "dale más duro, le encanta coger, déjala rendida!!!", lo cuál pareció una orden ya que aumentó la fuerza de las embestidas a la vez que los gritos de mi mujer eran ya imparables.

Tras un par de minutos así, al ritmo mayor, la cara de su amante lo decía todo. Un fenomenal torrente de semen tenía por objetivo las entrañas de mi mujer. Ella, al percatarse, hábilmente se zafó, se dio la vuelta, abrió su boca y masturbó a su amigo con la lengua de fuera.

Ella sabe que eso a mi me fascina, me vuelve loco! A los instantes, borbotones infinitos de leche espesa, blanca y caliente salieron disparados directos a la boca, lengua, cara, cuello y tetas de mi esposa que no dejaba de masturbarlo con la intención de dejarlo sin una gota. Algunas rebeldes cayeron en sus manos. Al terminar la ordeña, su amante se acostó con la verga seca pero aún parada y mi mujer atinó a saborear  y recolectar todo aquél rastro de semen que no hizo aterrizaje en su objetivo.

Jadeante, sudada y envuelta en semen, me miró pícaramente, me sonrió, me guiñó el ojo y me susurró "ven".

Su amante, consiente y con una erección digna de un puberto, se negaba a dar tregua. Me acerqué a la cama en lo que ella se llevaba de nuevo a la boca la verga de su amigo, puliendo cada palmo.

Ya a orillas de la cama, noté cómo se incorporó de nuevo sobre la cama y se posicionó lista para cabalgar de nuevo verga ajena. Apenas se la metió toda, hizo algunos segundos de movimientos hacia arriba y hacia abajo, de pronto se detuvo, me vió sensualmente mientras se llevaba las manos a sus nalgas, las separó y me dijo "mi culito está sólo sin ti"..

En ese momento, ya muy excitado por todo el escenario que pude disfrutar al ver como mi esposa era penetrada por otra verga, como gozaba de cada caricia que recibía y como hacían un majestuoso 69; me dirigí hacia ella y con la verga dura como le encanta a mi mujer, comencé a pegarle suavemente en las nalgas, pasé mi miembro lubricado por tal excitación por su espalda cuando de repente me tomó de la mano y se llevó a la boca esta verga que le encanta. Comenzó pasando su lengua a su alrededor y mientras subía y bajaba con su mano, poco a poco se la introdujo mientras yo podía ver como toda estaba en su boca y el placer con el que la chupaba una  y otra vez y justo en la punta lanzó una mordida suave pero muy excitante para terminar succionando la cabeza de esa forma que sabe me encanta… acto seguido me dijo “dámela toda papi” mientras ella seguía montada en la verga de su amigo. Me acomodé y le penetré ese culito que estaba esperando por mi verga dura y parada. No podía ser mejor, estábamos los dos en el cuerpo de mi mujer, y ella, ella gozaba y gemía con tanto placer que me excitaba de sobre manera; entré y salí suavemente y poco a poco aumenté la intensidad cuando escuche de mi esposa, “dame duro”, obedecí inmediatamente y después de un rato me vine dentro de ella.

Exhausta pero aún caliente me pidió descansar un momento para cumplir una de sus fantasías, sí ella tenía una fantasía y era el momento ideal para cumplirla.

Servimos una ronda de tragos y platicamos los tres mientras ella se sentaba en las piernas de su amigo y él la acariciaba y besaba; yo sólo miraba. El placer de verla con otro era más grande que cualquier tipo de celos que pudiera  sentir y sobre todo porque sabía que aunque ella estuviera teniendo sexo con otro, sólo conmigo hacía el amor por que no había punto de comparación, compartía su cuerpo pero nunca su corazón.

Llego la hora de su fantasía…

La amarré sobre la cama con su cuerpo desnudo, lo único que llevaba eran esos tacones que me vuelven loco. Sus pezones paraditos por la excitación que le provocaba y sus piernas abiertas de extremo a extremo, dejando libre el paso para que le hiciera lo que se me antojara, para que la hiciera mía, para que fuera mi puta y porqué no?, la puta de otro también.   Comencé a besarla lentamente, la boca, el cuello, la nuca, los pechos (eso le encanta) mientras sus pezones se endurecían, fui bajando por su pecho entre sus tetas hasta que llegué a su ombligo; mientras tanto mis manos comenzaban a jugar con sus bubis acariciándolas y mi boca se dirigía a sus muslos, baje por sus piernas y la desaté para poner esos tacones sobre mi pecho y disfrutar de esas piernas sobre mí; la amarré  nuevamente pero con las piernas dobladas listas para recibirme o a caso recibirnos? La besé lentamente mientras subía hacia su clítoris  excitado, ese clítoris que le fascina que chupe, estando en el punto indicado saqué mi lengua y jugué con su clítoris y mordí sus labios mientras ella gemía de tal forma que no había duda de que estaba recibiendo el placer que me encanta darle, le di un beso negro y le encantó; ya en el punto de la excitación me pidió que parara y me la cogiera pero aún no era el momento… llame a su amigo y le dije “es toda tuya, hazle lo que quieras”, ella sonrió y siguió disfrutando de como él la arrimaba su verga mientras la acariciaba y le mamaba las tetas y el clítoris, la penetré una y otra vez sin que pudiera defenderse por que estaba atada, sin embargo verse así amarrada y siendo cogida y dominada la excito demasiado.  Acto seguido la puse boca abajo en 4 y él abajo y yo arriba, los dos la besamos y acariciamos todo el cuerpo. Ella me rogó por verga, la que fuera, la mía o la de su amigo y al no decidirse la desate y la subí sobre mi verga parada para que cabalgara con esos movimiento que sólo ella sabe hacer e inmediatamente invité a su amigo para que se uniera, ella le dio el culito y ese acto sexual fue tan placentero para los tres que no queríamos que el momento terminara… lo pensamos mucho antes de hacerlo y fue muy difícil  encontrar ese amante perfecto para mi mujer pero definitivamente la experiencia que vivimos fue fantástica y tremendamente excitante y lo más importante es que nuestro amor está intacto, solo dimos rienda a la pasión desenfrenada y a la calentura de vivir esta nueva experiencia que sinceramente espero se repita…

Los  dos tenemos otras fantasías y definitivamente compartir a mi esposa me encantó, tal vez la próxima vez pueda ser con otra mujer…