El fotografo

En mi trabajo veo muchas chicas preciosas deseando mostrarme su cuerpo. Habitualmente es todo únicamente profesional, aunque como es natural no obvio las bellezas que me reclaman.

En mi trabajo veo muchas chicas preciosas deseando mostrarme su cuerpo. Habitualmente es todo únicamente profesional, aunque como es natural no obvio las bellezas que me reclaman.

Pocas veces he pensado que ocurriría de verdad, aunque no negaré que no he fantaseado con ello, tener que fotografiar a mujeres desnudas es un trabajo muy artístico, pero incluso la llamada para contratarme fue algo extraña. Me llamo una mujer, una voz dulce, parecía nerviosa, me dijo que quería una sesión erótica y que necesitaba una cita. Esa tarde conocería a una femme fatale en mi estudio.

Llamó al timbre, y abrí a una mujer alta, parecía muy seria, llevaba un recatado moño y un abrigo largo, pude fijarme en que llevaba anillos antes de que me dijera a toda prisa que quería cambiarse para la sesión. Tras unos minutos sin saber que saldría de aquella habitación me sorprendí gratamente al ver que esa mujer recatada se había convertido en una mujer delgada, con más pecho del que parecía con el abrigo, un cabello largo negro, no tenía mucha cadera y parecía tener el culo algo duro, en su sitio, de gimnasio.

Llevaba un body negro de rejilla con una abertura en la zona de la entrepierna y unos tacones de aguja negros. Dijo que quería las primeras fotos en el sofá rojo, en mi estudio tengo varios objetos de atrezzo. Ella se tumbó, primero boca arriba, con las piernas algo flexionadas, hacia arriba, acariciándose las piernas y moviendo la cadera arriba y abajo. Luego se tumbó boca abajo, y comenzó a moverse en el sofá, moviendo su cadera hacia adelante y atrás. Notaba que la temperatura del estudio aumentaba y no solo por los focos.

Ella empezó a respirar rítmicamente, yo sabía que estaba haciendo pero no la podía preguntar directamente, así que sólo le dije que si se encontraba bien.

Ella me miró y dijo que perfectamente, me sonrió de forma pícara e hizo un gesto con el dedo para que me acercara. Mientras me acercaba le dije que yo no hacía esas cosas, que ella era una clienta, pero los dos sabíamos que era por cumplir, y que desde el momento que entró por la puerta su mirada pronostica lo que ocurriría. Me agarró del cuello de la camiseta y me tiro encima de ella, la podía oler, sentir el calor de su cuerpo. Comenzó a lamerme el cuello de abajo a arriba mientras mis manos no podían dejar de acariciar sus piernas.

Ella me agarró el paquete por fuera del pantalón y comenzó a frotar rascando con las uñas.

Ella paró de lamer y morder el cuello y bajó hasta mi entrepierna, me bajó la bragueta y saco mi polla, se agachó aún más, todo esto tumbados en el sofá, y con una sonrisa pícara mientras me miraba comenzó a lamerme la polla, primero desde la base hasta casi la punta y luego movía la lengua en círculos hasta llegar a la punta y meterse todo mi miembro en la boca, hasta la garganta, succionaba con fuerza, como si quisiera sacarme todo el líquido que llevaba dentro, aunque después de chupar, succionar y lamer durante varios minutos estalle en su boca llenándola y manchando parte de su cara, aunque poco tiempo la vi sucia, porque enseguida se limpió con la lengua y ayudándose con el dedo.

Yo casi no podía pensar, ella se incorporó y se puso sobre mis piernas, restregó un poco mi polla con su coño que estaba notablemente húmedo, y volví a empalmarme rápidamente. Ella se la fue metiendo poco a poco mientras me agarraba los brazos para que no los moviera. Después empezó a mover enérgicamente las caderas arriba y abajo, y lamiéndome todo lo que encontraba por su camino, desde mi pecho a mi cuello.

Tras de moverse así un rato dijo que eso le encantaba pero que había algo que le gustaba aún más. Me hizo levantarme y se inclinó de pie sobre el sofá dejando su culo a la vista, yo me incline y lamí varias veces desde su clítoris a su culo. Cuando fui a metérsela me paro, me dijo que por ahí no, y se la volvió a meter por el coño, después me agarró una mano y me la deslizó hasta su cabeza, -tírame del pelo- me dijo, cosa que hice.

Ella no paró de moverse, jadear, de decir que siguiera y que la gustaba y que siguiera hasta que descargara toda mi leche dentro de ella. Yo embestía una y otra vez mientras la tiraba suavemente hacia atrás del cabello haciendo que levantara la cabeza para oírla gemir mejor hasta que acabé.

Ella me sonrió y me dijo que le había encantado la sesión, que seguramente volvería a hacerse más fotografías, me pagó y se fue.

Esto me hizo sentir un poco mal, aunque mejor que pagar por sexo es que te paguen a ti, después de esa sesión me llamó para hacer un par de sesiones temáticas, pero eso ya es otra historia.

FIN

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