El fontanero de guardia 2

Más carne y más sudor en tiempos de cuarentena

En primer lugar quiero agradeceros la gran acogida que le habéis dado a mi primer relato. Muchas gracias por las visitas, los comentarios y las valoraciones en la web y muchas gracias también por los muchos mensajes privados de felicitaciones y ánimos recibidos en mi correo electrónico. Como tod@s me habéis pedido la continuación aquí la tenéis. En esta ocasión espero que tengas las dos manos ocupadas durante la lectura... ;)

M- ¿Seguro que no necesitas ayuda?

J- Es que si pudiese sujetar bien esta pieza... me falta una mano tío. Pero con esto de mantener la distancia de seguridad y tal... no quisiera que te arriesgases.

M- Bueno, no te preocupes. Yo te echo una mano. Vamos protegidos con mascarilla los dos. Espera que me pongo guantes y miro de ayudarte. Dame un segundo que voy a buscar unos.

J- Ok. Te lo agradezco socio.

Cruzo el pasillo disparado y me enfundo un par de guantes de esos blancos de látex, muy finitos, de los que utilizan los médicos, y vuelvo hacia la cocina. Mi rabo sigue empalmado y apoyado contra mi estómago, apenas sujeto por el elástico del pantalón.

M- Listo. ¿Qué tengo que hacer?

J- Pues mira, acércate porfa. A ver si puedes sujetar esta rosca.

M- Espera ¿cómo lo hago? Ahí no cabemos los dos uno al lado del otro, el hueco es muy estrecho...

J- Si, mira pasa por encima de mi y mete aquí la mano, que yo me agacho un poco más.

Javier hunde más su cabeza. Su cara casi está tocando con la base del mueble pero sus manos siguen en alto sujetando las tuberías. Al hacerlo su espalda se arquea y el culo se le pone todavía más en pompa . Como consecuencia la raja del mono vuelve a hacerse más grande... trisss.... hasta que quedan al descubierto sus pelotas. Bueno “pelotones” más bien. Dos huevos de toro, muy voluminosos y perfectamente afeitados relucen sudorosos como dos joyas reales. Le asoman hacia atrás ya que se los ha pillado entre sus musculosos muslos al agacharse y parecen a punto de reventar. Con razón marcaba tanto paquete el colega—pienso. Esos huevos están llenísimos —me imagino mientras me relamo y hago lo que el operario me indica.

Me pongo a horcajadas sobre Javier, como si fuese a montar sobre su espalda pero intentando no tocarlo. Como puedo meto la cabeza debajo del fregadero y, de inmediato, noto el ambiente muy caldeado allí abajo. Javier está colorado y respirando aceleradamente. Gotas de sudor perlan su frente y ya se le marca una línea mojada en el mono que va desde la nuca hasta la raja del culo.

M- Dime ¿Donde sujeto?

J- Mira, pon las manos justo aquí, en esta tuerca, y aprieta bien fuerte con el pico de loro —me pasa la herramienta—para que no gire mientras yo intento desenroscar el manguito.

Para hacerlo tengo que agacharme más y es inevitable que la cara interna de mis muslos roce con las caderas del chico. Javi empieza a hacer mucha fuerza y no puede evitar mover todo el cuerpo haciendo que su culo se balance de un lado para el otro. Yo, en estos momentos, con la cabeza ahí metida, sólo alcanzo a ver, si miro hacia atrás, como la tela de su mono dibuja una “v” al llegar a su imponente trasero y da paso a dos “montañas” de carne blanca, turgente y brillante por el sudor.

Pero con tanto movimiento de caderas ocurre lo peor... los laterales de los enormes glúteos de Javier empiezan a estirar de mi pantalón y estos se van escurriendo hacia abajo lenta pero inexorablemente. Al darme cuenta vuelvo a mirar con pánico hacia atrás. Evidentemente, lo primero que ocurre es que mi polla, completamente empalmada, queda al aire y va bamboleándose libre a escasos centímetros del trasero de Javier. El tío sigue con el movimiento, dale que te dale y, mi pantalón, baja que te baja...

La goma ya me llega a medio muslo y mis gordos cojones también quedan expuestos. Todos mis genitales se mueven de un lado para otro siguiendo el vaivén de la cintura del técnico. !Como se mueva más voy a empezar a darle golpes de polla en el culo joder! —pienso nervioso. Para intentar evitarlo aprieto mis piernas contra la cadera de Javier y empiezo a hablar para decirle que tengo que soltar un momento las manos

M- Javi, perdona que apriete con las piernas pero es que tengo que solt...

J- Tranqui, tranqui. No pasa nada. Ya me imagino que estás incómodo pero sobre todo ¡no sueltes ahora!

M- Es que mis panta...

J- ¡Un segundo! Ya casi...

Javier hace más fuerza y noto como todo su cuerpo se tensa entre mis piernas. Empuja con las rodillas en el suelo y su culo se eleva un poco más. Su rosado ojete queda justo a escasos milímetros de mi pollote, tan cerca, tan cerca, que puedo notar el calor que desprende su raja en mi capullo... Excitadísimo como estoy mi polla ya lleva rato solando precum en abundancia y una gotaza que rebosa de mi glande henchido está a punto de untar el orto de tan tremendo ejemplar de hombre. Mierda, mierda...—pienso.

M- Javi yo... —empiezo a articular palabras viendo que el contacto es ya inevitable y que tendré que excusarme por estar con todo mi rabote empalmado detrás de su culo al aire. Pero justo en ese momento.... ¡Clank! —suena un fuerte chasquido metálico.

J- ¡Conseguido joder! —exclama Javier aliviado. Ya puedes soltar tío.

Yo, rápido como un rayo, me incorporo y me retiro mientras me voy subiendo los pantalones y apretando de nuevo mi rabo contra el estómago con el elástico antes de que Javier salga también del hueco y me vea.

Pero ¿cómo voy a explicarle lo de su culo al aire? —pienso mientras un nudo crece en mi estómago.

Javier saca su cabeza y, todavía de rodillas, se sienta sobre sus talones mientras se pasa la mano por la frente resoplando.

J- Uff... la faena que me ha dado la mierda de la tuerca. Estoy sudando como con cerdo. Mil gracias por la ayuda macho.

En esa postura, la raja de su culo queda justo en medio de sus dos talones y un trocito de los cachetes desnudos contacta con la goma de las suelas. ¡Tiene que notarlo joder! —pienso mientras intento inventarme una excusa plausible de por qué no le he avisado de la rotura de su mono.

M- De nada hombre —contesto sonriendo nervioso detrás de la mascarilla. Yo encantado de ayudarte. Total, ya llevo un montón de días aquí aburridísimo en casa. Pero... escucha Javi justo acabo de darme cuenta de que....

J-¿Aburrido? ¡Habérmelo dicho hombre!. Si ya te comenté antes que yo hablo por los codos. Si quieres puedes quedarte y me vas dando conversación y pasando las herramientas mientras acabo. Así me facilitas el curro. Que con estos guantes puestos estoy más torpe que nunca.

Me paro a reflexionar unos segundos. Soy consciente de que estoy jugando con fuego. Lo más sensato sería continuar con mi frase y decirle al chaval que va enseñando el alma. Inventarme que, ahora mismo, al hacer tanta fuerza, se le debe haber rasgado el mono y justo lo acabo de ver. Pero me puede el morbo. Llevo tres semanas sin hacer un puto grindr y en estos momentos estoy pensando literalmente con la polla. Si le digo que le estoy viendo el culo se tapará con algo, en el mejor de los casos, y en el peor se morirá de vergüenza y se pirará, perdiéndome yo así tan “contundente espectáculo”. Así que decido seguir jugando un poco más... Total, siempre estoy a tiempo de decirle que se le acaba de romper el mono — concluyo mis razonamientos autoconvenciéndome de que es la mejor idea.

M— ¡Ok! Me quedo y te ayudo. ¿Qué hay que hacer ahora? —le digo dispuesto mientras mi máscara esconde media sonrisilla de cabroncete.

J- Genial! —me contesta y me mira entrecerrando los ojos en lo que imagino que también tiene que ser una sonrisa—Lo más chungo ya está hecho. Ahora falta poner un manguito nuevo y listos. ¿Me pasas la caja de herramientas, porfa?

Javier, que sigue “sentado sobre sus talones” me señala la caja que está al lado de la puerta. Se la acerco, la abre y se pone a rebuscar. Yo vuelvo a colocarme en el marco de la puerta. Apoyando mi peso sobre un hombro.

J- Mmmm.... pensaba que llevaba más piezas en la caja. Bueno, probaré con esta a ver.

Acto seguido vuelve a girarse y, otra vez apoyado en sus rodillas juntas y con las puntas de los pies cruzadas, mete la cabeza bajo el fregadero. No acabo de entender por qué coño no trabaja con la espalda apoyada en el suelo y mirando hacia arriba, como hacen todos los fontaneros del mundo, pero nada más lejos de mi intención que el recriminarle su postura. Estando de nuevo Javier de esa guisa descubro que mis “vistas” han mejorado notablemente. El boquete del mono sigue igual de grande. Empieza en el coxis y se extiende como un palmo más abajo. Pero es que ahora no sólo asoman entre los muslos los hinchados testículos de Javier sino también su pene. Bueno, más que pene, la palabra correcta para definir lo que veo sería “cipote”. Parece que al descansar el tío sobre sus talones con las rodillas abiertas mientras rebuscaba entre las herramientas la gravedad ha hecho su trabajo. Por lo visto, toda esa cantidad de carne que tiene entre las piernas se ha colado por el agujero del mono y ha quedado colgando de modo que, al apoyarse el chaval sobres sus rodillas de nuevo y juntar sus grandes muslos, estos y la tela del mono han “cerrado el paso” y todos su atributos han quedado proyectados hacia afuera.

Si sus huevos ya me parecían enormes su “cipote” me parece... glorioso. Un jugoso cilindro de carne, gordo, lustroso y morcillón que nace en las pelotas del esforzado operario y baja hasta medio muslo destacando sobre la tela azul marino del mono de trabajo. Debe tener el tamaño de una lata de red-bull —calculo para mis adentros. También puede verse como su rosado capullo asoma tímidamente. El conjunto de el culazo en pompa, el ojete expuesto, y los genitales colgando apretados es “colosal”. Mil pensamientos guarros inundan mi cabeza y casi sin querer exclamo...

M- Estás bien alimentado ¿he? —mierda... calla la bocaza Marc —pienso.

J- ¿Qué? —me contesta con la voz amortiguada por la mascarilla y el hueco del armario.

M- Que digo que no parece que pases hambre —le contesto alzando la voz —. Estás... enorme. Debes entrenar mucho.

J- Hahaha. Gracias! —me responde Javier mientras sigue con su faena con la cabeza ahí metida—Hombre, intento cuidarme. Entreno bastante y tal pero, como dice mi madre, es que estoy muy bien “parío”. Hahaha —contesta chulito.

Humm... Parece que es presumido. Eso siempre me ha molado en un tío —pienso. Entretanto, mi polla, que sigue bien dura, no para de chorrear. De forma refleja me llevo la mano al rabo y empiezo a tocarme por encima del pantalón.

M- Ya veo, ya. Enhorabuena.

J- Hehe, se agradece. Pero no creas, que algo de hambre sí que paso tío...

M- ¿Y eso?

J- Bueno, por lo que te comentaba antes de que vivo con mis padres...

M- ¿Que no cocinan bien? —contesto haciéndome el tonto pero intuyendo por dónde me va a salir Javier.

J- No hombre, haha. Ya sabes... que hace bastante que no... uff, ehh, esto.. nada, nada. No he dicho nada.

M- Haha —no te cortes hombre, si estamos aquí en confianza.

J- Pues que no follo... que hace un montón que no follo... hahaha.

¡Otra vez bingo! —pienso excitado. La conversación está yendo justamente por donde más me gusta y encima ha sacado él el tema.

M- Hahaha. Te entiendo perfectamente. Yo estoy igual, sin quedar desde el jueves doce de marzo. Si llego a saber lo que iba a pasar el sábado hubiese aprovechado ese viernes a muerte.

J- Haha. Ya ves. Pero el caso es yo ya llevaba una semana a dos velas porque mi novia se había ido de viaje y regresó justo ese sábado. Así que ya no hubo forma de quedar. Tú todavía suerte que pudiste mojar el churro antes de empezar el estado de alarma.

M- Vaya, ya lo siento —mmm, tiene novia... en fin, era de esperar, tiene toda la pinta de machito del mundo—pienso algo contrariado. Pero—continuo diciendo— en estos casos y teniendo novieta cuando el cuerpo te pide guerra ya sabes cómo aliviarte...

J- ¿Cómo?... —pregunta Javier curioso.

M- Ya sabes hombre, un “facetime” con tu chica, un poco de guarreo y pajote, hahaha. Si no, no hay forma de aguantarlo. A ver, no te voy a descubrir yo ahora el mundo, que ya eres grandecito.

J- Ya, las pajas online.... Eso tú que vives solo. Pero yo, con mis padres por casa, pues no sé... como que no me relajo. Si pienso en cascármela y tontear con mi chica por el móvil me da la impresión que vuelvo a ser un niñato ahí pelándomela a escondidas y se me va todo el morbo. Además, con una paja yo me quedo igual. Yo necesito algo más, más....

M- ¿Más...?

J- Contundente —me contesta bajando de golpe la voz

M- ¿Cómo has dicho? No te he oído bien.

J- ¿Me podrías pasar la cinta blanca de las juntas? Que no puedo soltar aquí ahora —contesta Javier cambiando repentinamente de tema y estirando su mano derecha hacia atrás, pero sin girarse.

M- Ehhh.... Sí, claro. Voy... —entiendo que no quiere seguir hablando pero yo me quedo con la copla.

La caja de herramientas está justo a la altura de sus pies. Así que me acerco, meto la mano distraídamente y me pongo a rebuscar en la caja. Y digo distraídamente porque, en estos momentos mi cara está a escasos dos palmos de las posaderas de Javier. Empiezo a respirar más profundamente al tenerlo “todo” tan cerca. Creo que tiene el ojete más bonito que he visto nunca. A parte de rosado, está completamente cerrado, muy prieto, dibujando un esfínter perfecto. La piel de sus glúteos tiene el lustre de una manzana, tersa y brillante. Pero para tersa la piel de los genitales. Los huevos están plenos, colmados. El huevo derecho parece algo más grande que el izquierdo, al menos, cuelga un poco más y la polla... ¿la veo más grande que antes o son imaginaciones mías? Nah... debe ser que al estar tan cerca parece mayor. Además no aprecio ni un solo pelo en toda la carne a la vista. Parece que el tío se rasura hasta el último rinconcito.

Sabiendo que no puedo alargar más la búsqueda, miro hacia la caja, localizo la cinta que me ha pedido y se la enseño.

M- ¿Es esta Javier?

J- Sí, esa es —me dice después de girar la cabeza por encima del hombro.

M- Toma entonces —le digo mientras voy a dejarle la cinta en su mano extendida. Pero justo en ese momento la retira y la vuelve a meter en el el hueco del fregadero.

J- ¡Ay! Un momento, que se me suelta esto... ¿Puedes cortarme tú un trozo, please? Que estas malditas juntas estás muy viejas y enseguida que suelto una mano se me desmonta todo.

M- Sí, claro. ¿Cuanto trozo?

J- Pues uno bastante largo, por lo menos de medio metro, que habrá que darle mil vueltas.

M- ¡Recibido jefe!

J- Haha. De “jefe” nada. Y no me llames Javier. Llámame Javi, anda.

M- Listo —contesto con la cinta ya cortada. Toma Javi.

J- Hehe —oigo que se sonríe. Un segundo a ver si... Oye, igual estoy abusando pero... ¿te importaría ayudarme a ponerla? Es que con cuatro manos acabaremos enseguida y va a quedar todo más... firme.

Al instante vuelvo a recordar que hace unos momentos casi se lía parda cuando estaba colocado encima de él y mi rabo descontrolado dando botes fuera del pantalón amenazaba con repiquetear su entrada trasera.

M- Pero ¿Pasando por encima de ti igual que antes? Veras es que...

J- No. Ya sé que aguantar así tipo puente es muy incómodo. Mira, sólo necesito que te acerques y me sostengas la cinta a la altura de mi cara. Que luego yo la iré cogiendo y dándole vueltas a la junta con ella. Puedes apoyarte en mi, no hay problema.

M- Es que no entiende bien cómo....

J- Sí mira. Yo levanto un poco el estómago, me rodeas la cintura con los brazos y sujetas ahí la cinta. Así ¿ves?. Aquí tienes hueco para meter las manos.

Dicho y hecho. Javier arquea su espalda hacia arriba, como los gatos cuando se estiran, pero sigue con las piernas juntas y cerradas apoyado sobre las rodillas. En consecuencia, la tela del mono también se estira, haciendo que la parte inferior del agujero suba y proyecte, empuje todavía más hacia afuera, sus voluptuosos atributos. Si yo te dijera dónde quiero meter las manos —pienso. No entiendo muy bien cómo coño quiere que le sujete la cinta pero me acerco como me indica.

M- Ok, como quieras, pero no sé yo si voy a saber...

J- De puta madre. Ahora acércate más, rodéame con los brazos y me aguantas ahí la cinta como te he dicho.

Trago saliva y me coloco de rodillas, con las piernas abiertas alineado detrás de Javier. Sujeto la cinta con una mano, abro los brazos y miro de abarcar tanto culo. Yo sigo con mi camiseta de manga corta de estar por casa y mis sufridos pantalones, que ya presentan un manchurrón enorme de precum justo donde la punta de mi polla aprieta la tela cual tienda de campaña. Abro más las piernas para que los pies cruzados de Javier pasen por debajo. Me siento sobre ellos y percibo nítidamente la forma de sus talones sobre mis testículos. Luego, intentando no tocar carne al aire, tiro la cabeza hacia atrás, paso las dos manos por debajo de su estómago y consigo sujetar la cinta. Inmediatamente noto el tremendo calor que desprende ese joven y vigoroso cuerpo. Mis brazos están en contacto directo con los laterales de sus piernas y sus glúteos casi, casi que tocan con mi torso.

M- ¿Así va bien?

J- Más cerca tío, que así no llego.

M- ¿Más cerca?

Vuelvo a tragar saliva. Si me acerco más sus carnes van a entrar en contacto con mi cuerpo y, ahora sí que sí, se va a dar cuenta de que está literalmente con el culo al aire. ¿Cómo narices salgo yo de esta? Esto me pasa por pensar con la punta del nabo—barrunto. Y, sin previo aviso, noto como Javier me sujeta de las muñecas y tira de golpe de mis brazos hacia adelante. ¡¡Pof!! El tirón hace que mi estómago y mi pecho toquen completamente los huevos y el rabo del chaval y mi cara, siguiendo la inercia, va camino de empotrarse en todo su ojete pero... en el último instante, inclino mi cabeza un poco y mis morros quedan chafados contra su glúteo izquierdo. Ya está liada—pienso.

M- Javi yo—empiezo a decir nervioso.

J- Ahí, ahí. No te muevas que así me va perfecto. No te muevas ni un milímetro tío.

O este tío tiene la piel de piedra o se está quedando conmigo —pienso perplejo. Pase que no note la desnudez de sus genitales porque estos tocan contra mi ropa pero joder, tengo los morros encima de su trasero... Calla, que llevo la mascarilla puesta —caigo. Él debe notar tela en su carne.. aún así... bueno, lo mismo es que está tan absorto en su curro que no se entera de nada. Igual es de esa gente que se concentra en una cosa y todo a su alrededor desaparece.... —sigo cavilando.

A ver,  a todo esto, yo estoy en la gloria, para que negarlo... y no me esfuerzo en razonar demasiado.  Así, tan pegaditos, mi fina camiseta de algodón parece casi inexistente. Noto, como si de piel contra piel se tratase, el enorme calor que desprenden su partes nobles. Y la cara también me arde al contacto con su prieto culo. Pero lo que más cerdaco me está poniendo es el olor que desprende el chavalote. Con mi nariz casi encima de su ojal inspiro profundamente a través de la fina mascarilla y lleno mis pulmones de ese olor tan... como decirlo... tan a hombre que sale de un buen culo. Ese aroma casi dulzón, masticable que emana de un culo limpio, pero ya algo sudado... Ufff... —resoplo mientras pongo mis ojos en blanco. Mucho me temo que voy a cometer una temeridad así que decido ponerle freno y empiezo a hablar...

M- Ai Javi... no sé si voy a poder resist...

J- Sí, hombre, sí —me interrumpe sin dejarme acabar. Tú aguanta así que yo acabo en cinco minutos

¡ Cinco minutos! ¡Eso es una puta eternidad joder! ¡Tengo el nabo a rebentar! — exclamo en mi cabeza— Pero Javier continua trabajando. Va manipulando las tuercas, la cinta y yo qué sé qué coño más y una especie de sopor empieza a apoderarse de mi. Es como si estuviese obnubilado. A parte del calor y el olor, todo el trabajo del operario va acompañado de un constante y rítmico meneo de caderas. Entre tanta carne me siento como tumbado en el mar en una mullida colchoneta de playa... arriba, abajo, arriba, a un ladito y abajo... al otro ladito y arriba... Más que arreglar tuberías este pibón de fontanero parece que esté bailando —pienso. En esas cábalas ando cuando escucho la voz de Javier.

J- Oye Marc

M- ¿Símfff? —contesto como puedo con mis morros chafados encima del glúteo izquierdo del rubiales.

J- Me da un poco de corte preguntar pero... ¿tú haces mucho eso de pajerte por facetime?

¿Otra vez me saca el tema?—me soprendo. Pero si antes ha sido él el que lo ha cortado en seco...

M- Mmmf.. fueno, no espfempfcialmenmfte... —apenas puedo hablar así que hago un esfuerzo y consigo levantar un poco la cabeza y apoyarme con la barbilla en el culo de Javier —Cuando me apetece. ¿Por? —respondo con más claridad.

J- Nada, por curiosidad. Es que yo soy mucho de contacto físico, de piel contra piel. Y no acabo de verle la gracia a eso de cascársela a distancia.

M- A ver, no sólo es cascársela. Hay que echarle imaginación y crear una situación morbosa para suplir la falta de contacto. A mi me gusta mucho pedir cosas, por ejemplo.

J- ¿Cosas? ¿Qué cosas?

M- Pues cosas. No sé, que se pongan una determinada ropa, o que adopten una determinada postura, o que se met... —me muerdo la lengua antes de decir “que se metan algo por el culo”—Bueno, cosas varias.

J-Ya... yo es que soy muy burro tío. Me va mucho el sobeteo. Hundir la cabeza entre las tetazas de mi chica. Una buena comida de po... hehe, ya sabes.

M- Claro Javi, el contacto directo siempre es mejor pero si no se puede...

J- Pero es que no hay nada como la sensación de meterla en caliente

M- Que sí, que sí, que a todos nos gusta meterla

J- Un buen chochito húmedo...

En ese momento me doy cuenta de que algo empieza a cambiar. De golpe me percato de una presión creciente en mi estómago. ¿Qué demonios?— Intento despertar de mi estupor. Claramente hay algo muy grande y muy caliente apretando mi estómago.... ¡Este cabronazo se está empalmado! ¡Qué hijo de puta! Y yo aquí preocupado...—pienso alucinado.

M- Oye Javi...

J- Ya casi estoy tío... aguanta un poco más porfa... me contesta con la voz entrecortada

¡Se está dando gusto con abdominales! Va más salido que un mono el pobre. El chulito heterosexual no puede aguantar más el calentón acumulado de 4 semanas y se roza hasta con las paredes. Haha —pienso divertido. Todo esto a mi me pone muy, pero que muy cachondo. Así que decido tomar cartas en el asunto.

M- Oye...

J- Un momentillo, un momentillo de nada —vuelve a interrumpirme mientras aumenta de forma perceptible el movimiento de sus caderas.

Este me toma por tonto. El muy perro debe de estar disfrutándolo. Cada vez se mueve más rápido y se aprieta más contra mi... —pienso.

M- Oye nene...

J- ¿Qué? —responde tímidamente tal vez siendo consciente de que lo he pillado.

M- Que creo que ya sé lo que necesitas —contesto.

Acto seguido suelto la cinta, me incorporo un poco, me quito la puta mascarilla, poso mis manos sobre los enormes glúteos de Javier separándolos al máximo, hundo la cara en toda su raja y me pongo a comerle el sudado ojete como si me fuese la vida en ello. Mmmff... shrrlup... mffff —suenan mis lametones. Javier da entonces un brinco y su cabeza golpea fuertemente contra la parte superior del mueble del fregadero. ¡¡Clonk!!

J- ¡Au! ¡Mierda! ¡¿Pero qué coño...? —dice el chaval algo aturdido por el golpetazo.

Gira su cabeza hacia atrás y ve la mía hundida que se menea furiosa en su raja. Rápidamente  lleva las manos hacia su trasero y comprueba estupefacto como el mono está desgarrado y tiene medio culo al aire.

M- Mmmf, mmmf.... —sigo yo.

J- Tío... qué cojones haces... quita...

Y empieza a empujar con sus manos mi cabeza para intentar apartarme de mi manjar. Pero yo, ya que he empezado, no pienso dar marcha atrás y todavía aprieto más mis morros.

J- Ahhh.. —un leve gemido, casi imperceptible, escapa de la boca del operario pero enseguida vuelve a su actitud de rechazo—¡Te he dicho que pares loco! ¿Qué hago con el puto culo al aire?

Ese gemidito es la señal que necesito para saber que voy por buen camino. De inmediato bajo mi mano derecha, enguantada y, sin dejar de comerle el culo, agarro fuertemente su cipote.

J- Gnnnnn —vuelve a gemir Javier—¿Cómo...? ¿Cómo es que tengo la polla fuera? Tío, no.. yo no, no entiendo nada.. esto no está bien...

Javier suelta mi cabeza y apoya las manos en el suelo. Me doy cuenta de que está intentando incorporarse pero yo, aprovechando mi posición ventajosa, coloco mi mano izquierda en su espalda y lo empujo hacia abajo con todas mis fuerzas hasta hacer que su cara toque con el suelo del mueble del fregadero. Javier lucha para levantarse pero yo sigo devorando su ojete y empiezo a pajear su tremendo trozo de carne con empeño. Está algo hinchado y caliente como el fuego. Mi mano no llega a cerrarse por completo al sujetarlo pero lo aprieto bien fuerte.

Al hacerlo noto como la fuerza de Javier disminuye un ápice.... Sin darle tregua sigo con la paja y la comida de culo de su vida “literalmente”. Mi mano resbala libre por toda la longitud de su sudado miembro viril. Pero no sólo es sudor lo que ayuda al deslizamiento. El cipote de Javi ha empezado a chorrear precum en abundancia y ha pringado todo el látex del guante. La tensión de su cuerpo continúa disipándose.

Animado dejo libre su polla y subo mi mano para sujetar sus cojones. Bueno, de sujetar nada. Más bien sopesar. Son tan grandes que me rebosan por ambos lados de la palma de la mano. Al notar el contacto Javier da otro brinco y vuelve a hacer fuerza para levantarse.

J- ¡No! Las pelotas no tío... ¡au! ¡au!

Deduzco que el pobre las tiene a reventar después de tanta abstinencia y deben de estar hipersensibles. Pero yo empujo de nuevo su espalda y levantando la cara de su ojal encamino mi boca hacia ellas. Primero hundo la nariz justo en el ángulo que hay entre el huevo derecho, el más gordo, y el muslo y vuelvo a inspirar profundamente. El olor a sexo me invade y mi polla bota dentro de mis pantalones. A continuación saco la lengua y me pongo a lamer muy suavemente tan enormes y tersos pelotones como si de frutas del paraíso se tratase. Un temblor, un escalofrío recorre el cuerpo de Javier y mi mano derecha, que ha vuelto a manosear su miembro viril, nota como este crece y se endurece.

J- Ufff... ¿qué me estás haciendo tío? Uff...

M- Shhhh, tranquilo. Relájate toro —le susurro.

J- Pero, pero...

Vuelvo a mi labor sin prestarle atención. Mi mano continua pajeando lentamente todo su cipote, esmerándose en sobar bien el capullo goteante mientras mi lengua sigue “acariciando” sus testículos. A parte de dar lametones empiezo a abrir mi boca todo lo que da de sí para intentar meter uno de esos manjares en ella pero son demasiado grandes, compruebo goloso. Ni siquiera me cabe el huevo izquierdo.

Con tantas atenciones el cuerpo de Javier se relaja todavía más. Mi mano izquierda deja de hacer fuerza sobre su espalda y noto como el fontanero pone el culo un poco más en pompa. Entiendo—pienso.

Lentamente recorro con mi mano izquierda el camino que hay desde sus omoplatos hasta su trasero y, metiendo la mano en su raja, empiezo a acariciar con el pulgar su rosado ojete. Éste, ya estimulado por comida anterior, responde enseguida aflojando su perímetro y deja que mi dedo se abra paso en su interior.

J- Gññññ... tío, tío... gññññ.... dedos no... no me metas nada en el culo.... gññññ....

Aunque sus prejuicios parecen que luchan en su mente por frenarme el cuerpo de Javier ya va por libre y su culo sigue dilatando así que me decido a sacar el pulgar y pruebo de meter el dedo índice y corazón a la vez...

J- Ahh... capullo...

Javier protesta pero mi dos dedos desaparecen dentro de su húmeda cavidad en un santiamén. Yo sigo meneándole el rabo, lamiéndole las pelotas y hurgando en su ojete unos segundo más. Y, seguro de la respuesta, detengo un segundo los lametones, asomo la cabeza por encima de su culo y le pregunto:

M-¿Quieres que pare Javi?

J- Gñññ, ahh—sólo salen gemidos de su boca.

M- ¿Que si quieres que pare digo?

J- Uff... uff... gñññ

M- No te oigo. ¿Paro o no paro?

J- Si paras ahora te capo cabrón —contesta Javier.

Sigue llevando su mascarilla negra puesta pero puedo apreciar perfectamente como su rostro, apoyado contra el suelo del mueble, está rojo como un tomate. Aunque no sabría distinguir si de tener la cabeza agachada o de vergüenza.

M- Ya me parecía —le contesto sonriente.

J- Uf...esque.... esque... estoy a punto de correrme tío... no entiendo... gñññ.... el culo... no sé que me pasa pero me arde el puto culo joder...

M- Schhhh... Nada de correrse todavía. Creo que puedo ayudarte con lo de tu ardor de culo—susurro.

Suavemente, retiro mi mano derecha de su pene, me pongo en pie y me saco el rabaco silenciosamente. 19 centímetros de polla gorda, dura y babeante oscilan en el aire justo delante de lo que a mi me parecen “Las puertas del cielo”. Mi mano izquierda sigue jugando en el ojete de Javier pero este no tarda en protestar por haber dejado yo su rabo desatendido.

J- Tío... estaba a punto de correrme... ¿por qué has parado?... no aguanto más... necesito...

M- Ya va, ya va, impaciente.

Retiro también mis dedos de su culo y, tras pegarme un buen escupitajo en la mano, me unto el cimbrel, lo llevo justo hasta el ojete del necesitado fontanero y empiezo a golpear mi capullo contra el mismo. ¡Plaf, plaf, plaf! —rebota el sonido por la cocina.

Javier gira su cuello para mirar lo que está pasando y sus ojos se abren como platos. Al ver yo su cara de pánico no puedo evitar sonreir divertido.

J- ¿Qué es eso loco? ¿Qué piensas hacer? ¿No querrás foll...?

El discurso del operario se interrumpe de golpe al sentir como mi rabo empieza a penetrarlo.

J- ¡Ahhhhhhhh! ¡Hijo de puta...! Ahhhhhhh.....

M- Schhh....Calla hombre. Que se van a enterar todos los vecinos.

J- Joder.... es que es muy gorda tío.... ¡aghhhhh!... me estás rompiendo el culo cabrón.... uff, uff

Yo no le hago ni puto caso y sigo empujando haciendo que su ano se vaya tragando mi rabo centímetro a centímetro.

M- Eso es. Respira, respira, que ya ha pasado lo peor.

J- Uff... me estás destrozando...gggññgñn

M- Pero no me acabas de decir que “te ardía el puto culo”

J- Sí, pero... ggñññ... esto es demasiado.... ahhh...

El colega se queja mucho pero el caso es que no ha tardado nada en engullir mi polla hasta más de la mitad.

M- Pues este es el mejor remedio para culos calientes como el tuyo

J- No... tío...

M- Relaja Javi, relaja...

J- Pero... —vuelve a protestar Javier contrayendo el culo.

M- ¡Qué te relajes hombre!

¡Zasca! ¡Zasca! Le suelto dos buenas cachetadas, una en caja glúteo, y de inmediato surten el efecto deseado... Javier relaja su tremenda musculatura y pone el culo algo más en pompa inconscientemente. Su cuerpo pide lo que su mente niega.

J- Nghhh.... jo...

M- Así, así. ¿Ves? mucho mejor. Ya casi lo has conseguido.

¡Zasca! ¡Zasca! Otras dos cachetadas acaban de hacer el trabajo y el orto del fontanero se abre del todo permitiéndome que se la clave hasta las pelotas...

M- Mmmmm. Sí que estás calentito sí, cabroncete....

J- Jo tío....uf.. ¿por qué....? uff... ¿por qué me estás haciendo esto?

M- ¿Haciéndote el qué?

J- Pues rompiéndome el culo tío.... ngg...

Yo sigo a lo mío y empiezo un suave mete y saca. Veo como Javier respira profundamente y empieza a jadear.

M- Pues porque te estabas rozando contra mi como un perro salido ¿recuerdas?

Mete, saca, mete, saca....

J- Joder... uf...lo siento tío... yo...ggñññ... uf...yo no quería...arff... pero es que llevo tanto tiempo sin... gññññ....y al ponerme a hablar de las tetas de mi novia pues.... ufff.....

M- Claro, claro... han sido las tetas de tu novia. ¿Te crees que no me he dado cuenta de como me mirabas antes el paquete?

Mete, saca, mete, saca... Voy aumentando el ritmo y la cantidad de “carne” que entra y sale del sufrido y recién estrenado orificio del operario.

J- ¡Que sí macho! Que yo nunca...uff... yo nunca... mierda...uff.. nunca he sido maric...

M- Schhh... esa palabra es muy fea ¿Qué tendrá eso que ver? Pero oye, te vuelvo a preguntar lo mismo que antes ¿quieres que pare Javi?

J- ...

Javier se queda mudo. Yo, sabiendo de nuevo con lo que me voy a encontrar, hago un poco de sentadilla y paso una mano por entre los dos cuerpos en busca de su cipote. Lo palpo un segundo y percibo que el mamón lo tiene duro como una roca,  muy apretado contra la sisa del mono y chorreando a raudales...

M- Mmmm... me lo tomaré como un

no

.

Mete, saca, mete, saca... Ya desde la punta del nabo hasta las pelotas y vuelta a empezar... Mete, saca, mete, saca...

Avergonzado y derrotado Javier se rinde a la evidencia y, esta vez sí, consigue sorprenderme. Sin girarse y sin levantar la cabeza, lleva las manos hasta su culo, mete los dedos por los bordes del agujero del mono y ¡zas! De un fuerte tirón desgarra mucho más la tela y deja su enorme trasero completamente al aire. A su vez su cipote se libera y queda bien pegado contra su estómago mientras sus genitales cuelgan oscilantes. Sin la tela constrictora de por medio veo como sus dos musculosos glúteos se bambolean también libremente al compás de mis embestidas.

M- ¡Hostia santa! ¿Pero cómo un niñato como tú tiene este culo tan enorme, eh?

J- Ya te dije que estaba muy bien parido cabrón... ahora calla la puta boca y haz lo que te de la gana con él...

M- ¡Claro jefe! Voy a darte la “contundencia” que necesitas.

Aunque no puedo verlo estoy convencido de que Javier acaba de sonreir. Pero, tengo faena pendiente, así que me pongo al lío. Sin disminuir el ritmo ni la intensidad de mis embestidas bajo mi cadera, como en una sentadilla, y paso un mano por debajo del estómago de javier para volver a pajear su cipote. Con la otra localizo la cremallera de su mono y la bajo hasta el ombligo. A continuación meto la mano por dentro del maravilloso uniforme (nota mental:comprarse un mono azul marino para guarrear—pienso) y cruzando mi brazo por su pecho llevo la mano hasta su clavícula y me agarro firmemente.

Mete, saca, mete, saca, mete, saca...

Javier, completamente entregado y bañado en sudor separa las rodillas, se apoya sobre sus manos y se pone a cuatro patas para facilitar mis “maniobras”.

El chavalote cada vez jadea más fuerte. Y yo, que ya estoy casi a punto de eyacular comienzo a follármelo muy duro y se la casco a toda marcha.

J- Joder.... joder.... me voy a correr tío...

M- Espera, espera... que ahora viene lo mejor....—contesto con la voz entrecortada.

Para evitar que se corra antes que yo retiro de golpe mi mano de su polla, quito la otra de su clavícula y agarro al fontanero de la cintura con ambas manos. De este modo puedo controlar completamente la profundidad de mis embestidas. Acompaño cada golpe de polla con un fuerte tirón de caderas haciendo que sus posaderas coquen contra mi cuerpo violentamente. ¡Chof! ¡Chof! ¡Chof!

J- Joputa... no me sueltes el rabo ahora... tío... porfa... gime Javier suplicante.

El fontanero hace el intento de llevar una de sus manos hacia su polla para así poder pajearse pero el ímpetu de mis acometidas hace que pierda el equilibro si no se apoya con las dos en el suelo.

J- Tío...ngg... me estás dando muy duro tío... yo quiero... nggg.... yo quiero corr....nnnññg...

M- Ya viene... ya viene...

Continúo follándome a Javier con todas las fuerzas de las que soy capaz y sin poder, ni querer, evitarlo alcanzo el orgasmo y empiezo a correrme abundantemente en su interior mientras jadeo como un animal.

M- Ahhhhhhhh... ¡qué gusto joder....!

Aunque no pueda tocarse el rabo, con cada enculada mía el cipote de Javier repiquetea descontrolado contra su estómago. Su mojado capullo, completamente henchido, no deja de recibir golpes y mi rabo no deja de presionar duramente su próstata. Y ahora, en este instante, todo el interior de su ano recibe una buena dosis de espesa y caliente leche,  así que, en ese mismo instante...

J-¿Qué coño... arff..? ¿Qué coño es esto... arff, arff...? ¡Joder! Me arde el culo tío... me quema... ngññ... ¡¿No te habrás.....?! ¡Mierda! ¿Cómo...? Ahhhhh.. Mierda... qué gusto... me voy a corr... arff, uff, arff... me voy a cor-correr... me voy ahhhhhh....¡Me corro hijo de puta! ¡Me coroooooooooooo!

Grita Javier como si le fuese la vida en ello. Y, a juzgar por el volumen de su alarido, parece que así es. Yo no dejo de follarlo bien fuerte y noto como todo su cuerpo se contrae y su potentísimos glúteos estrujan mi rabote exprimiendo hasta la última gota de mi corrida y llevándome al cielo. Tras unos segundos el fontanero se relaja por completo y se deja caer al suelo de bruces respirando sonoramente. Mi polla sale de su culo de golpe y veo como un hilo de corrida cuelga de mi capullo. Miro a Javier tumbado en el suelo. Está panza abajo, con la cabeza girada hacia la derecha y los ojos cerrados. El boquete del mono va desde la espalda hasta media pantorilla dejando de nuevo expuestos su culo y sus huevos. Imagino que el rabo debe de tenerlo chafado contra el estómago.

Yo me agacho a su lado, me inclino sobre su oído y poso una mano encima de sus ya visiblemente más vacías pelotas.

M- Muy bien Javi. Te has comportado como todo un campeón —le susurro mientras le palpo suavemente las bolas— ¿Mucho mejor, verdad?  — me levanto y le digo—Toma, aquí tienes papel de cocina. Yo paso un segundo al cuarto de baño a asearme un poco con toallitas húmedas de esas y ahora te traigo también a ti ¿ok?. Vuelvo enseguida.

Y salgo de la cocina para darle cierta privacidad y tiempo para asimilar lo sucedido. Yo mismo todavía no me creo el polvazo que acabo de pegar.

A los no mucho más de cinco minutos ya estoy de vuelta pero al asomarme por la puerta veo, decepcionado, que Javier se ha marchado sin decir nada mientras me aseaba. En la cocina sólo quedan dos cosas que atestigüen el paso del hermoso fontanero: un enorme montón de papel hecho un ovillo en el suelo que, sin duda, debe estar lleno de corrida y un tarjeta de empresa encima del fregadero que reza —“Fontaneria Paco e hijos” (Urgencias 24 h)—. Me agacho curioso debajo del grifo y veo asombrado que la reparación está acaba. Habrá dejado la tarjeta para que llame y me pasen la factura —pienso. Pero le doy la vuelta y veo que por la parte de atrás hay un número de móvil y el siguiente mensaje escrito a boli:

“Creo que tendré que volver para revisar la reparación. Atiendo las 24h...”

En mi cara aparece una enorme sonrisa de satisfacción.

Fin.

PD: Me encantará recibir vuestros comentarios. Gracias por leeme.