El follamigo

Hechos reales. Tras recibir un mensaje al móvil de un antiguo follamigo, recuerdo nuestro último polvo al aire libre con el chico 'hetero' de 28 años.

Mi nombre es Rubén y me gustaría iniciarme en el relato erótico como una forma de confesión a otros, desde la distancia que me ofrece el anonimato.

Hace apenas una semana, me escribió un mensaje a través de Whatsapp alguien cuyo número desconocía. No es de extrañar, pues resultó ser Jose, un antiguo follamigo con el que no volví a quedar desde hacía bastante tiempo. Creo que hacía tres años que no sabía de él.

El chico tenía, por entonces, 28 años y una novia bastante sosa por lo que me contaba. Me decía que a ella no le iba mucho eso de comerle su polla. Yo tenía 18 años y muchas ganas de conocer un chico discreto. Me recogía en un lugar bastante solitario y nos perdíamos con el coche por el monte.

No fui el primer chico que le comió la polla, pero si fui el primero al que se la metió. Nuestras quedadas fueron, quizás, muy monótonas. Siempre quedábamos a la misma hora. Me recogía con el coche e íbamos a nuestro lugar. Bajábamos del coche y nos dirigíamos andando por un camino estrecho sin nadie que pasara por ahí, y claro, la única luz era la de la luna y la de nuestros móviles. La primera vez, apenas se quitaba ropa, por el miedo de que nos sorprendiera alguien, pero la última vez que estuvimos en el monte… fue el mejor polvo de mi vida.

En lo posible, voy a intentar no fantasear en la forma en la que se produjo nuestra conversación de camino a nuestro sitio.

-¿Cómo estás, tío? –me dijo mientras subía al coche.

-Con ganas de chuparte el rabo –le dije entre risas.

-¿Solo tienes ganas de comer? –me dijo con cara de niño pequeño.

  • Sabes que no, que me pone muy cachondo ponerte el culo, cabrón –le dije para que se pusiera cachondo.

Cuando llegamos al sitio donde siempre aparcaba el coche, cogió unas cuantas cosas del maletero y nos dirigimos a nuestro lugar. De camino me dio un cachete en el culo y me puse cachondo muy rápido. Estaba toda la semana sin hacerme una paja, por lo que estaba doblemente cachondo. Nos detuvimos en el lugar y antes de colocar la esterilla que llevaba, sobre la que colocaba una toalla bastante grande, me abrazó con mucha ternura, como nunca otro chico lo había hecho, y me susurró al oído:

-¿Quieres que follemos suavemente o en plan cerdo? –me dijo mientras me besaba la oreja

-Cerdo, tío. Quiero que me violes –no dudé.

Jose tenía el rabo duro desde que bajamos del coche, se los bajé y la polla se movía con los latidos del corazón. Nunca se había depilado la polla, y eso me encantaba. Una polla masculina, con mucho pelo, grande, y lo suficientemente gorda como para sentir placer. Estuve varios minutos con su polla en mi boca, chupándola con ganas, hasta que se quitó la camiseta y empezó a follarme la boca.

-¿Vas bien? –me decía con voz de cañero, mientras agarraba mi cabeza con las dos manos.

No podía articular palabras, nada más que balbuceos, mientras me metía toda su polla por la boca.

-¿Te gusta? –decía mientras veía como me ahogaba.

-Me encanta, más cerdeo tío–logré decir entre babas cuando saco su polla de la boca.

Me agarró la cara y la metió en su culo lleno de pelo. Me encantó chuparle el culo. Era la primera vez que comía un culo. Nunca me había excitado la idea de hacerlo, pero con este chico, puff…era todo diferente. Estuve unos minutos con mi cara entre su culo, chupándole el ano, con su mano haciendo presión en mi cabeza. Simplemente me encantó, es más, me pasaría horas comiéndoselo.

Me puso contra un árbol, me bajó los pantalones y la camiseta con fuerza y me azotó el culo hasta ponerlo rojo.

-Dame caña, cabrón, reviéntalo –le decía muy caliente.

Metió la cara entre mi culo y pasó un buen rato babeando mi ano y dilatándolo.

-Ponte el condón y reviéntame, tío –le dije con las manos abriendo el culo para que lo chupara y dilatara bien.

-Espera, tío, ¿te importa si filmamos el polvo? –me dijo un poco tímido

-No, tío. Paso de que luego ese video circule o lo que sea, que luego el que pone cara soy yo –le dije dubitativo

  • Sin caras, tío –me dijo

-Va, pero luego lo borramos –le dije

Volví a meterme su pedazo rabo a mi boca. Recuerdo la forma en la que miraba a la cámara sin miedo a verme mi cara mientras se la chupaba. Me encantaba poder verme luego chupándosela. Acto seguido se puso el condón como quien se lo pone a cada momento y me puso a cuatro patas sobre la esterilla y la toalla que llevaba. Se puso de rodillas y me la metió despacio.

-Aaahh, sí. Empieza despacio, despacio. Espera- decía mientras me lubricaba con saliva el ano.

-¿Te duele? –me decía inseguro de saber si iba a poder follarme

-Qué va, tío. Dale caña –le decía mientras me excitaba más y más

Nos levantamos, y me puso de nuevo contra el árbol, y ahí sí que fue apoteósico. Sentía una increíble sensación de querer que me diera muy duro por el culo.

-Así…así..ahhhh..no pares, cabrón..reviéntame…ufffff…-le decía mientras lo veía sufrir y sudando.

Fueron varios minutos de intensidad alta, sin parar sin tentación de correrse, como si me estuviera metiendo a toda marcha un consolador. No podía más.

-Dame lefa, tío- le dije arrodillado sobre la toalla para que se corriera pronto.

Sacó su sable, le quitó el condón, y abrí la boca para que me llenara de semen. Me ponía cachondo ver como con una mano se pajeaba y con la otra filmaba la corrida. La luz del móvil hacía que yo entrecerrara los ojos.

-Abre la boca, tío –decía mientras sentía que se corría.

Y nos corrimos. Él primero en mi boca. Siempre me había querido comer una polla tras la eyaculación. Yo me corrí sobre la toalla mientras sentía su polla mojada en mi boca.

Continuará…