El follamigo 2 (El reencuentro)

Hechos reales. Tras el relato anterior, quedo por fin con mi antiguo follamigo. Tres años después, Jose sigue estando igual o mejor que entonces. Quizás más cañero...

Anoche, tras escribir el relato anterior, volví a hablarle para repetir la escena en el mismo lugar. La verdad que no recuerdo un polvo como ese. He tenido pareja durante un par de años y creo que nunca he sentido ese calentón dentro de mi cuerpo como el que sentía con ese tío.

Me dijo que no podía recogerme, que su coche lo necesitaba su hermana. Pensé que habría buscado a otro que le pusiera el culo. Me dio un pequeño bajón, pues quería volver a sentir lo que habíamos hecho hacía ya tres años. Al poco tiempo me envió por Whatsapp la dirección de su piso y me dijo que por la mañana estaría sólo en casa. No estaba seguro de tener la casa libre, pero me dijo que me pasara a las 11 de la mañana.

No concilié el sueño en toda la noche. Estaba muy, muy cachondo, me ardía el ano y la polla la tenía durísima. A las 4 de la madrugada me desperté con el rabo durísimo. Empecé a pajearme, pero paré para no correrme. Me metí un pequeño plug anal que guardo con cautela en mi habitación. Escupí en mis dedos y me lubriqué el ano. Me entró con facilidad y me lo dejé puesto durante toda la noche.

Esta mañana me he dado una ducha y me metí unos chorritos de agua fría por el culo para asegurarme de que llegaba a la cita limpito. Me puse el suspensorio y me metí el plug anal. En realidad, es tan pequeño que me permitía andar sin apenas notarlo. En veinte minutos me planté frente al piso de Jose. Vive en un quinto piso. Toqué a la puerta:

-¿Rubén, verdad? –me dijo el chico que me abrió la puerta.

-Sí, pero tú no eres… dije

-Soy David, un colega de Jose –me dijo sin que yo acabare de acabar –Pasa, siéntate, ponte cómodo, Jose está en la ducha.

Estaba algo incómodo, hablando con un desconocido de unos 30 años, llevando un plug en el culo. Qué vergüenza pasé. Quería esperar que saliera Jose de la ducha y quitármelo en el aseo.

-¿Y bueno, vivís aquí mucho tiempo? –le dije al chico.

  • Bueno, en realidad, vivo a unos diez minutos de aquí –me dijo el chico, que al principio había confundido con su compañero de piso.

  • Ahh, ¿no sois compañeros de piso? –dije un poco sorprendido.

De repente, Jose salió del cuarto de baños, con una toalla blanca ceñida a la cintura marcando el paquete. Me levanté a saludarlo y me dio un abrazo que me levantó en peso. En ese mismo momento la toalla, que no parecía estar bien sujeta, resbaló hasta el piso dejando ver su pollón.

-Tranquilo –dijo riendo. –Hay confianza ¿no? –dijo mientras guiñaba un ojo a David.

Me recorrió un calor por todo el cuerpo, pese a que hacía mucho calor esta mañana, la casa estaba refrescada del aire acondicionado. David, se sacó la polla y empezó a pajearse.

-Cabrones –dije totalmente ruborizado.

Jose se sentó en el sofá, totalmente desnudo, al lado de David. Ambos estaban empalmados. Me invitaron a chuparselas. Me arrodillé. Me quité la camiseta y cogí las dos pollas con cada mano. Empecé a lamerlo como si fuera un helado. Primero una. Luego otra. Intentaba que estuvieran los dos a mil. La de David era algo gorda. Pasados unos minutos, me detuve en la de Jose. Estuve un buen rato mamándosela sin parar. Nos miramos a los ojos y seguía chupándosela con todas las ganas que había retenido estos años. El rabo de David se había bajado, y me excitó mucho ver como crecía dentro de mi boca. Los miraba mientras la chupaba y ellos se besaron. Alternaba las pollas por segundos. Me las metí por la boca, aunque no era fácil con la de David.  Me puse de pie, y me bajé los pantalones mostrándoles el suspensorio. Me abrí el culo con las dos manos mientras se la meneaban.

-Woooow que putitaaa!! –exclamo David cuando me vio el plug metido en culo.

-¿Te gusta, cabrón? –le dije con una voz sensual.

Se puso de pie y me volvió a meter su polla en mi boca. Jose, me puso a cuatro patas, y me quitó el plug lentamente, metiendo un dedo en su lugar.

-¿Te gusta? –me decía mientras lo lubricaba

-Me gusta más tu rabo, cabrón –le dije para calentarlo

-Cómele el culo a mi colega, demuéstrale cómo se hace.

David se puso de rodillas sobre el sofá y Jose me metió la cabeza en su culo. Se lo comí durante un buen rato. Al tiempo que chupaba el ojete de David, Jose se fundaba el pollón con un condón y me la metía. No me dijo nada, solo me la clavó y me folló como si hubiera estado tiempo sin clavarla por el culo.

-Vamos a la ducha, dijo Jose.

Una vez en la ducha. Jose siguió follándome duro mientras ahora me comía la polla de David. Estuvo un buen rato martilleándome sin parar. El agua estaba fría, pero daba igual.

-Reviéntame, cabrón –le decía a Jose mientras me follaba la boca con más dureza David.

David le hizo una señal a Jose que no supe interpretar hasta que Jose se cambió el condón y David se lubricó el ojete. Jose iba a partir el culo de David. Era como ver a dos heteros o dos futbolistas follando. Lo puso contra el cristal de la ducha y se la metió poco a poco. Veía sufrir a David mientras le entraba toda la polla.

-Despacio, hijo de puta –decía David, mientras Jose le daba cada vez más caña.

Me arrodillé y le comí la polla que parecía que le iba a explotar. Empecé a chupar y a chupar y a follarme esa polla con la boca con tal rapidez…

-Sigue, sigue, sigue, no pares hijo de puta…-decía David sin saber muy bien a quien se refería, hasta que se corrió en mi boca y lo escupí. Vi como el semen daba vueltas en el desagüe del pie de ducha. Quería esperar a Jose. David aguanto un par de minutos más las embestidas, hasta que Jose sacó el rabo y se corrió en mi boca.

Me lo tragué. Es más, aún tengo el sabor en la boca. He tragado pocas veces la lefa, pero recuerdo que siempre se queda cierta sabor en la boca que con se consigue eliminar tan fácil. Me daba igual. Me encantaba tragársela. No era el sabor. Me encantaba...