El follador
Un maravilloso cubano me folla sin piedad con sus 20cm en una aburrida tarde de domingo.
Ayer se cumplía un mes sin follar. Y me dije que esto no podía seguir así. Llamé a alguno de mis follamigos habituales pero todos estaban ocupados con sus propios ligues o bien no me cogian el teléfono. Y como no tenía ganas de salir de casa me metí en el chat de chueca a ver si encontraba algo.
Varios babosos, un par de viejetes y por fin encontré un chico en mi zona que ponía: "23 años, 180, 90 kilos, musculado, 21 cm" Era perfecto! Le entré pero cual fue mi decepción al leer que ponía que cobraba. Un chapero Pero tal era el calentón que me decidí a quedar. Le di mi dirección y como viviamos cerca estuvo aquí en 15 minutos.
Estaba un poco nervioso por el hecho de meter a un desconocido del chat en casa, y más un chapero, pero todo se disipó cuando le vi. Un chico alto, guapísimo, de carnes prietas y marcando el culo en los pantalones, mulato de Cuba, vamos, todo un follador. Le invité a pasar y me pidió un vaso de agua. Se lo di y mientras bebía pude contemplar aquel ejemplar en todo su esplendor. Musculado hasta en sitios que desconocia, pero no hipertrofiado, sino en su justa medida. Un tatuaje en cada brazo, y unas botas altas tipo militar que me ponían a cien. Me mola que me follen con botas puestas, o con gorras, con accesorios vamos, que le dan un aire canallesco a mis amantes.
Dejó el vaso de agua y vino hacia mi
-Qué te gusta?
No me dio tiempo a responder. Comenzó a pellizcarme los pezones a saco y me puso de rodillas, obligándome a desabrocharle los vaqueros que llevaba petados.
-Quieres que te de caña, blanquito? Pues empieza a comer.
Y se bajó los slips dejando al aire una polla larga, negra, que ya sin empalmar presagiaba lo que iba a venir a continuación. Me la metí en la boca mientras él seguía con mis pezones, e inmediatamente comenzó a follarme la boca, intentando meterla entera. No podía tragarla entera, pero aún así el lo intentaba. Mientras tanto él seguía con mis pezones, estrujándolos, y entonces hizo algo que me encantó. Me escupió. Me lanzó un lapo en una de las tetas. Nada más sentirlo, le miré a la cara y él lo entendió perfectamente. Me lanzó uno nuevo, que dio directamente en mi boca. Me puso a cien eso, y volví a comérsela. Y como si de un lubricante se tratase, el lapo hizo que me entrara la polla hasta el fondo. No sé si fue la excitación o qué, pero logré metérmela entera, me empezó a follar la garganta, aunque no duré mucho pues en seguida me vinieron un par de arcadas y me la tuve que sacar.
-Vamos a la cama, que te vas a enterar de lo que es una polla cubana- me dijo.
Fuimos a la cama, donde él se quitó su ropa y se tumbó, yo seguí con la mamada y él con mis pezones, ya me dolían bastante pero no quería que parara. En un momento él se puso de rodillas en la cama y me dijo que me tumbara, para tener un acceso directo a mis pezones mientras yo le seguía comiendo la polla aunque ahora mucho más incómodo, de lado. E hizo otra cosa que me encantó, cogió mi polla, que hasta entonces no me la había tocado nada más que un par de veces y empezó a tratarla como si fuera un pezón más, estrujándola, retorciéndola. Era la caña, no me pajeaba, sino que me utilizaba. Después cogió mis huevos de la misma manera, e hizo lo inesperado, me dio una pequeña palmada en uno de los huevos, que me provocó el típico dolor retardado que comienza medio minuto después. Cuando sintió el dolor en mí, aprovechó y me metió la polla hasta el fondo, provocándome un río de sensaciones contradictorias.
- Quieres que te folle? Quieres tener esta polla en tu culo, blanquito? Pídemelo
- -Por favor fóllame.
Me escupió en la cara de nuevo y dijo:
- Pídemelo bien, suplícamelo, vamos.
- Por favor, necesito que me folles, te lo suplico.
Cogió un condón y se lo puso, comenzó a follarme a saco, le dije que parara pues me dolía. Probamos una nueva posición y esta vez con ayuda de lubricante entró mucho mejor, hasta los huevos directamente, y eso que hacía un mes que no tenía ninguna polla ahí. Y sin darme tiempo para pensar nada, comenzó a taladrarme. Sí, a taladrarme, porque aquello no era follar, aquello era taladrarme. Me cogía del pelo mientras me daba azotes en las nalgas, y me follaba tan fuerte que notaba que me fuera a salir su polla por la mía, por delante. Solo se oían plas, plas, plas, unos de sus azotes, y otros de las nalgadas sobre mi culo. Cambiamos de posición, tumbados, a cuatro patas, de pie, y en todas follaba al máximo, a la máxima potencia. Era una gozada. Me insultaba, me humillaba, me cogía del pelo y tapaba mi boca con sus manos.
Estuvo 20 minutos así, parecía que no se fuera a correr nunca, yo ya no podía más y me temblaban las piernas. Comenzó entonces a dar clavadas, a meterla de golpe y sacarla para hacerlo de nuevo. Eso fue el culmen, y para él también porque se sacó el condón, me tumbó boca arriba, y se puso sobre mi pecho pajeándose mientras yo hacía lo mismo. Me obligó a que le comiera los huevos mientras tanto, y cuando se fue a correr me la puso justo delante de la boca. Qué podía hacer? Abrí la boca y dejé que su leche entrara en ella. Ni amarga ni dulce, ni espesa ni líquida, simplemente perfecta. Me metió la polla en la boca mientras yo me corría en espasmos, en uno de los mejores polvos de mi vida.
Se dio una ducha y se vistió, le pagué y quedamos en que le llamaría de nuevo. Y lo haré, sin duda. Hoy escribo esto al día siguiente, y todavía tengo mi culo dolorido entre los azotes y la follada, pero he dormido más bien
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